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JUICIO Y CASTIGO
A LOS RESPONSABLES DE LA REPRESIÓN
Y EL ASESINATO DEL COMPAÑERO
CARLOS FUENTEALBA
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// STAFF // EDITORIAL
La tiza
A contracorazón, sin alegría, cumplía la tiza su tra-
bajo de cada día en una escuela de Praga. Su-
fría la tiza, gemía. Chillando hacía lo que debía: la
maestra la obligaba a dibujar, en el pizarrón, pa-
labras despedazadas en sílabas, acribilladas de
acentos, y números ordenados como soldaditos
en fila. Mientras los niños crecían, la tiza encogía.
Poquito cuerpo le quedaba, cuando la maestra la
tiró al cesto de la basura.
La tiza despertó, un rato después, en el fondo del
bolsillo de uno de los alumnos.
Ese niño se sentó, en plena calle, y dibujó sobre
el asfalto. Con aquel último resto de tiza, el niño
dibujó el viento. Y la tiza, feliz, ni se dio cuenta de
que se desvanecía para siempre.
Eduardo Galeano
Leer varias poesías referidas al día del maestro y Armar una galería con: imágenes de maestras de
de manera colectiva producir una. distintas épocas.
Buscar en diferentes libros historias de maestros; Pinturas de maestras realizada por los chicos
(Ej: Rosario Vera Peñaloza, Olga Cosetini, Haydee donde se evidencien gestos (enojo, alegría, tris-
Guy de Vigo, Angelita Peralta Pino, etc.). teza, etc…)
Invitar a las familias, relatar las historias inves- Imágenes de maestras extraídas de revistas.
tigadas. Imágenes de maestras armadas a partir de colla-
Armar afiches con las familias para difundir las ge con diferentes cuerpos.
historias en la escuela. Entrevistar a una docente jubilada de la escuela.
Invitar al personal no docente de la escuela pa- Armar la entrevista entre todos.
ra que relaten como era la escuela cuando ellos Exponer la entrevista realizada en un diario mural.
iban, como eran sus maestras, los juego preferi- Comparar las historias publicadas en la revista
dos, etc. con la de la maestra del grado.
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// EL DERECHO A LA EDUCACIÓN
A partir de los años ´90 en la Argentina, luego ción en todos los ciclos, niveles y regímenes espe-
del Terrorismo de Estado de la Dictadura militar ciales a toda la población, mediante la implemen-
y la instalación de un Estado de democracia res- tación y autorización de los servicios necesarios
tringida con ajuste estructural, la nueva y penosa con la familia, la comunidad, sus organizaciones
relación de fuerzas entre los grupos sociales do- y la iniciativa privada.
minantes y las clases populares instala un fuerte
retroceso en la concepción jurídica del derecho (la garantía de acceso educativo se realiza en la
educativo. Dicha concepción jurídica acompaña, conjunción de actores privados, no es responsa-
legitima y legaliza el retiro del Estado de su res- bilidad del Estado y sólo al acceso)
ponsabilidad educativa, la progresiva responsa-
bilización de otros actores y el crecimiento de la Art.4: Las Acciones educativas son responsabili-
actividad privada. dad de la familia como agente natural y primario de
la educación, del Estado Nacional como respon-
Esta concepción del derecho educativo se plasma sable principal, de las provincias, los municipios,
en normativa nacional (Ley de Transferencias de la Iglesia Católica, las demás confesiones y las
Servicios Educativos, Ley Federal de Educación, organizaciones sociales....
Pacto Federal Educativo, Ley de Educación Supe-
rior, Acuerdos del Consejo Federal de Educación) (La responsabilidad educativa es prioritariamente
que constituye un cuerpo legal contradictorio con particular y privada, derecho natural y civil)
la tradición educativa nacional, la evolución del
Derecho Internacional e incluso la nueva Reforma
Constitucional. LA CONSTITUCIÓN DE 1994
(retroceso de la Educación a derecho civil individual) Por el contrario se incluyen como texto constitucio-
nal los Acuerdos y Pactos internacionales suscrip-
Art.2: El Estado Nacional tiene la responsabilidad tos por la Argentina que caracterizan a la Educa-
principal e indelegable de fijar y controlar el cum- ción como un Derecho Social en la medida en que
plimiento de la política educativa...... es necesaria su garantía por parte de una política
activa del Estado como responsable.
(retroceso de la responsabilidad del Estado a fijar
y controlar, no a ejecutar ni garantizar)
Definir qué son los Derechos Sociales? vincia de Santa Fe por una nueva ley.
¿Por qué se violan? Debatir y elaborar conclusiones sobre las cues-
Compara la ley 1420 con la LEY FEDERAL. tiones que no pueden faltarle a la nueva ley de
Analizar los derechos que fueron vulnerados con educación.
la Ley Federal. Realizar foros de discusión en el aula.
Conversar acerca del espíritu de las leyes antes Realizar juegos de simulación.
mencionadas Informar al resto de los compañeros de la escue-
Buscar información en diarios, revistas, portales la las conclusiones arribadas.
de noticias de Internet, información sobre la nueva Organizar un congreso educativo en la escuela.
ley de educación nacional y la discusión en la pro-
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// POEMAS Y CANCIONES
Maestras e Jujuy Es como una flor que se abre Que largo el camino que lejos
León Gieco / Luis Gurevich en la piedra, se pierde
es la historia cercana a la memoria Que mucho separa por dios
Llanto en flor aventura o sueño, de glorias, a la gente
solitaria al viento de Jujuy, glorias, glorias. Que ingratos que somos ninguno
en un rincón del mundo. ha pensado
Silencio homenaje de niños, Maestras de allá lejos En lo que ha dejado tal vez para
las nubes se abren para el sol, Teresa Parodi siempre
aliento del olvido. Ya ni me diga usted solo quiere
Despierta el camino la aurora, Ahí viene Raúl, saúl y Eleuterio Que pueda la Elvira hacerse la
las estrellas dejan de brillar. A ver si le arreglan un poco el alero casa
La mula elige al azar pisar, Usted nunca piensa en si misma Que no desespere el Braulio
entre las huellas nuevas. ayudando y el frete
A todos los otros pregunto hasta Que usted no necesita
Es como una herida que sangra cuando aún esa plata
en libertad,
es una soledad llena de alegrías. Ya se ni me diga ahí vi a la blanca Asi se hace el hondo país que
Es como una flor que se abre en Le faltan remedios y abrigo le falta duele
la piedra, Al hijo de Braulio y angá doña Clara Más puro y más solo que tantas
es la historia cercana a la memoria Está tan viejita que habrá que palabras
de glorias, ayudarla Morirse la vida, vivirse la muerte
glorias, glorias. En leguas y leguas de tierra
Allá donde todos están olvidados olvidada
Llorando las plegarias del gorrión, Que difícil es el magisterio
es una voz baja que grita, Por eso no puedo sino agradecerle Usted lo ha entendido y sin
a quién le importa el co-ora-azón. Que usted fue tan lejos a estarse alharaca
con ellos Que lejos se ha ido a amar a la
Bailando nueva ronda de hoy, patria
nadie tiene la calma de ver, No habrá quien reemplace jamás No quiere que hablemos ahora
una gota de rocío. su ternura de eso
Asi reclinada amorosa y paciente Pero es necesario, señora,
A veces el cielo te nombra, Dejando la vida preciosa y fecunda lo haremos
mensajera de la vida. En esos lugares lejanos y agrestes.
No es Dios quien bendice Así se hace el hondo país que
sino la luna, Alguno me ha dicho que a veces duele
cuando caen los días. se queda Más puro y más solo que tantas
Mirando a lo lejos callada y ausente palabras
Es como una herida que sangra Tal vez un recuerdo que llega Morirse la vida, vivirse la muerte
en libertad, de a ratos En leguas y leguas de tierra
es una soledad llena de alegrías. Le toca con pena, señora la frente. olvidada.
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Clara Dezcurra toma la pluma y escribe la fecha: si irrespirable a pescado podrido de la costa, y el
«16 de Julio de 1840». Luego, con la misma letra mugido profundo de algún animal que ha olfatea-
minúscula y erguida, agrega el encabezamiento: do, quizás, el aroma premonitorio de la sangre.
«Querida Juana». Finalmente, tras alisar el papel La escuela ni siquiera está en el centro de Buenos
que tiene la textura y la consistencia del hojaldre, Aires. Ahí, frente al portalón de la Iglesia de los
embebe la pluma en la tinta negra, y redacta: Cordeleros, como se lo había prometido don Juan
«Ayer decidí cambiar el método que siempre uti- Lezica, cuando era alguacil segundo del Munici-
lizamos. Quise darle a mis chicos una alternativa pio, para luego decirle que, aquello, era imposi-
diferente que los arrancara de la enseñanza rutina- ble. El episcopado, o, mejor dicho, el obispo Al-
ria. Esta vez, en la clase de Habla Hispana, dejé de cides Melgarejo, le había recordado a Rosas que
lado nuestra clásica composición “Voyage autour no debían permitirse escuelas ni queserías en las
de mon bureau” y quise sorprenderlos con algo proximidades de los templos. Y entonces le habían
propio, conocido, cercano. Fue entonces cuando dado a Clara ese quincho −porque de otra forma
les propuse escribir sobre “La Vaca”.» no se lo podía denominar− cerca de los corrales
Clara Dezcurra no lo sabe, pero ha introducido un de Mataderos, a metros de la puerta de Santa Brí-
hábito de escritura que será, luego, por décadas, gida, detrás del saladero de don Felipe Echenau-
indicador y modelo en las escuelas criollas. gucía. Y la escuela era nocturna. Y los «chicos»,
En realidad, poco y nada decía para sus alumnos como ella los denominaba, eran ya gente grande:
la temática de la anterior composición-tipo, «Vo- puesteros de los corrales, matarifes, carreros ca-
yage autour de mon bureau» («Viaje en derredor chapeceros, pero muy especialemente, federales.
de mi pupitre») impuesta por el maestro moder- Hombres de la Santa Federación que llegaban a
nista francés Alphonse Chateauvieux a fines de clase luciendo la divisa punzó, mazorqueros que,
1815. La escuela de Clara Dezcurra, apenas un en el primer día de clase, habían degollado a un
simple salón de tierra apisonada, no tiene pupi- negro por robarse una goma de borrar.
tres, ni bancos, ni siquiera sillas. Los alumnos se Clara, todas las tardes, mientras escucha dar las
apretujan sentándose en rejas de arado, tocones siete en el carrillón de la Merced, baldea el piso
de ceiba o simples calaveras de vaca que relucen para quitar los oscuros cuajarones de sangre que
como si fuesen de mármol. La calavera de vaca es quedan de la actividad del frigorífico clandestino,
el asiento más fácil de conseguir, el más frecuente, y echa hacia los potreros las reses que no han
porque la escuela nocturna de la señora Dezcurra sido aún sacrificadas. Espera, en tanto, desde el
es, durante el día, un matadero clandestino. Alto Perú, la respuesta de Juana, su compañera
Clara humedece con la saliva de su lengua el re- de promoción. Intuye que su puesto al frente de la
borde pringoso de la tapa del sobre donde ha me- precaria escuela peligra. Sin ella saberlo, ha per-
tido la carta. Lo cierra y luego, aprovechando el mitido la inscripción de más de un unitario. Algu-
calor del candil que la alumbra malamente, derri- nos le han confesado su condición, como Juan
te casi un centímetro de lacre sobre el vértice de José Losada. Otros le han dicho que la vincha ce-
la juntura. Le llega, desde afuera, el olor pesado leste que llevan recogiéndoles el pelo, es en honor
que viene desde el saladero de cueros, el tufo ca- de la bandera. «Pero nadie viene a controlar lo que
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pasa en estos parajes, Juana −le ha escrito a su va. Pero los mazorqueros aún no han llegado hasta
amiga−. Estamos dejados de la mano de Dios. Mis ese punto del abecedario. Solo Isidro Gaitán, un
chicos escriben con trozos de ladrillos o pedazos sargento, puede memorizar las letras hasta la ha-
de tripa gorda y yo utilizo las paredes como pizza- che que, al ser muda, lo desconcierta. Los demás
ra. Don Martín de Agüero me ha prometido tizas, apenas si se han familiarizado con las letras hasta
pero me dicen que el barco que las trae encalló en la «D». Clara duda si continuar con la enseñanza.
las proximidades de Recife.» Apenas sus chicos descubran que la «U» tiene
Un zambo iza la bandera. Le dicen «Falucho», pe- un dibujo similar al que se lee en las mejillas del
ro es en broma. Tomó parte del sitio de El Callao, joven unitario, pude arder Troya. Clara no quiere
pero no logra aprender la tabla del cuatro. No ha tener más problemas con el gobierno. Pero habrá
llegado aún al país el sistema inglés de los palotes, de tenerlos.
y los alumnos trazan una línea acá, otra allá, sin ton Antes de que llegue, por fin, la carta de Juana, ya
ni son, sin orden ni medida. Clara es la primera en don Artemio Soto conoce la noticia de su innova-
entonar «Oda a la Bandera, de Balmes y Vespuci. ción pedagógica. Algún mazorquero la ha comen-
Hija y nieta de educadoras, recuerda las anécdo- tado en algún boliche. Tal vez un tropero alcanzó
tas de su abuela, Irma Dezcurra, de cuando aún a contar las desventuras de su composición-tipo
la joven nación no tenía divisa, antes de que don cerca del oído de algún correveidile del poder.
Manuel Belgrano la crease. Los niños −contaba la Tras seis meses de espera, la carta de Juana lle-
anciana− se reunían en los patios escolares antes ga, como una premonición, días antes que la de
de entrar a clase y no sabían que hacer. Daban Domingo Faustino Sarmiento.
vueltas sobre sí mismos, se chocaban entre ellos o A la luz vacilante del quinqué, Clara lee la esque-
giraban tontamente como tiovivos sin acertar con la de su amiga. «Tené cuidado, Clara» es todo el
una conducta. Alguno, quizás, gritaba consignas texto, entre sucinto y fraternal. Sin duda Juana,
emotivas, o repartía chanzas contra los españo- preocupada, consciente del tiempo que llevará a
les. Alguna maestra, tal vez más devota, entonaba su carta llegar de nuevo hasta la capital, optó por
salmos religiosos. Hubo quien –recordaba abuela escribirla lo más rápido posible, casi con caracte-
Irma– aguardando la entrada a clase, se empecinó rísticas telegráficas.
en vocear los números de la lotería de cartones, el Clara bebe una copita de oporto, al que enturbia
juego que tanto entusiasmaba a Manuelita, y así con hojas de regaliz. Duda si abrir o no la carta de
nació la «cifra», el canto que, junto a vidalas y peri- Sarmiento. Sin embargo, la redacción de esta, lo
cones, habría de animar numerosas y encendidas comprobará luego, es de advertencia mas no llega
veladas patrias. a sonar admonitoria. «No veo de buen grado –le
Clara come un pastelito dulce y lo acompaña con escribe el sanjuanino– el cambio por usted intro-
té de cardosanto. La respuesta de Juana Azurduy ducido en la enseñanza de nuestra lengua criolla.
tarda en llegar. Hoy Clara ha tenido que sosegar a Somos un país incipiente aue requiere de ejem-
un federal muy alcoholizado. No la desvela tanto plos y el modelo del maestro Chateauvieux aún
la indisciplina, pero se le duermen en la clase. Y está en vigencia. Somos todavía como el joven re-
a veces se pelean. Los mazorqueros sospechan toño que precisa de la rectitud y firmeza del tutor
que uno de los muchachos es unitario. Es un mozo para crecer derecho.»
joven, bien parecido, que viene siempre de bom- Clara garrapatea una carta de respuesta plena de
bachas de fino fieltro y botas altas. Tiene la patilla formalismos y ambigüedades, lejos de su habitual
larga que baja y dobla luego hacia arriba, para estilo franco, y decide continuar con sus planes.
unirse con el bigote, dibujando una «U» provocati- La hace persistir en su esfuerzo el entusiasmo que
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observa en sus alumnos. Por primera vez, muchos «Es indigno –continúa don Benito Agudo Arsil-
de ellos escriben más de dos páginas de compo- bengoa– que nuestros guardias federales, nues-
sición, cuando con el tema «Viaje en torno a mi tros soldados, sean obligados a escribir sobre un
pupitre» algunos no alcanzaban ni a los tres ren- tema tan poco épico y glorioso como el que usted
glones. Un matarife de Achiras Altas, Juan Sala, les impone.»
redacta, incluso, casi diez páginas de un relato Clara comprende que ha llegado el momento de
estremecedor, fruto de su conocimiento de la tropa defender sus convicciones. Escribe a Sarmiento
vacuna. Tiempo después, será la base de un libro explicando su postura y la ventaja de educar a sus
paradigmático: Amalia. alumnos a partir de vivencias que a ellos le sean
Josefa Paz de Hurlingam invita a Clara a tomar familiares. Seis meses después, puntualmente, re-
chocolate en su casa de la bajada del Marquesa- cibe la contestación. Y de allí en más, día a día,
do. Recibe en una sala solariega desde donde se irá recibiendo cartas del maestro sanjuanino. Sar-
ve el patio interno de la casa, impregnado con un miento no falta un solo día al Correo. Algunas de
perfume fresco a magnolias, glicinas y santarritas. sus cartas, no todas, muestran sobre el pergami-
Hay un jardín, también, con lilas del lugar y patos no largos trazos de un pegote blancuzco, como
criollos. Una morena carabalí sirve el chocolate si alguien hubiese moqueado sobre ellos. Clara
en bandeja cubierta con una mantilla bordada por deduce que Sarmiento las ha escrito bajo su his-
la misma señora Josefa. Josefa le cuenta a Clara, tórica higuera, buscando aislarse, tal vez, de los
animosa, que en el colegio adonde va su hija, en rayos solares.
clase de Habla Castellana le pidieron una compo- «No me opongo a que usted trabaje sobre “La Va-
sición sobre el tema «La Vaca». Josefa cuenta esto ca” –le dice el autor de Facundo– en lugar de ha-
con risa amable y, cada tanto, se toca el ñandutí cerlo sobre el modelo francés. Habrá un día, sólo
de su pechera impecable. Dios puede saberlo, en que nuestro país se quitará
Clara no tiene tiempo ni de alegrarse. A la noche si- de encima la influencia europea, y quizás enton-
guiente, una frágil figura desciende de una calesa ces usted será considerada una precursora. Pero
frente a su escuela, siendo de inmediato rodeada déjeme sugerirle otra variante; ya que el debate
por perros coléricos y becerros supervivientes. El se ha instalado en torno a si es conveniente o no
nocturno visitante es don Benito Agudo Ersilben- gastar papel, tinta e ingenio sobre un animal tan
goa, mano derecha del nuncio apostólico y ama- rasposo y de índole infeliz como la vaca le propon-
nuense del alguacil Ordóñez. «Hemos recibido las go que sus composiciones sean sobre otro animal
quejas de Monseñor Brizuela –comunica a Clara todavía más cercano y afín a nuestra tradición li-
Dezcura– con respecto al tipo de temas que uted bertaria como el caballo. Más de uno de nuestros
está haciendo escribir a sus alumnos.» centauros, que regaron con su sangre generosa el
Clara conoce bien a monseñor Bizuela. Se corren suelo americano, sabrá agradecérselo.»
muchos rumores en torno a su persona. Se decía Clara lo piensa. Supone, con su intuición de maes-
de él que a su arribo a nuestras costas, cuatro tra, que el del caballo puede ser un paso posterior.
años atrás, era un hombre afable y comprensivo. Incluso no deja de lado la gallina, con su domésti-
Pero que había sufrido un doloroso accidente du- ca convivencia. Pero la cercanía de los corrales, la
rante las invasiones británicas, cuando transpor- vital actividad del matadero y, fundamentalmente,
taba trabajosamente un pilón con aciete hirviendo. la creciente importancia del ganado vacuno en la
Aquella desgracia, se comenta ahora, ha dado ori- suerte de nuestra economía, la deciden a conti-
gen a la sabrosa fritura de pastelería puesta en bo- nuar con el plano trazado.
ga por todos los panaderos: la «bola de fraile». Es febrero de 1845 y el formidable estío de Buenos
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Aires embalsama la brisa con aromas fuertes. Cla- escuchó el galope. El hombre es un soldado de
ra ha recibido el paso del aguatero llenando dos Rosas y le estira en la mano, un rollo de papel
odres grandes para sus muchachos. La composi- sujeto con una cinta: por supuesto, punzó. Clara
ción-tipo «La Vaca» se emplea ya en casi todos desenrolla el mensaje y lee el texto. La trasladan.
los establecimientos educacionales de la ciudad. Ha estado dando clase durante siete años en un
Hasta las familias patricias que contratan institu- tinglado con piso de tierra que, durante el día, ha-
trices británicas han encontrado pertinente el uso cía las veces de frigorífico clandestino. A pocas
de la redacción impuesta por Clara Dezcurra. Sen- varas del matadero de reses y del solar donde se
tada sobre una rueda de carro, Clara observa el envenenan los cueros. Alumbrándose con velas
patio a través de la puerta del salón. El calor del de grasa. Educando a una clase compuesta por
día ha exacerbado el olor a bosta y escucha las matarifes, soldados federales, negros, zambos,
risotadas de sus chicos disfrutando el momento convictos, renegados y mal entretenidos. Ahora
plácido del recreo. Se oye el punteo de alguna la letra pareja y grande del Restaurador le indica
guitarra, alguna relación intencionada, el repique que será trasladada a un lugar de menor jerarquía.
constante de un tamboril. De pronto alguien gri- No lo dice con esas palabras. «La patria –le es-
ta, hay un revuelo. Clara presta atención, inquieta. cribe Rosas– demanda de usted un nuevo sacri-
Sus muchachos son buenos, pero si se los vigila ficio. Y hemos decidido destinarla a una escuela
son mejores. Escucha un violín y se estremece. marginal, con alumnos que detentan problemas
Son los sones de la «refalosa», la danza con que de conducta. Sé que usted, con su firmeza de es-
los mazorqueros acompañan los saltos despata- píritu, sabrá encarrilarlos y superar los problemas
rrados de sus víctimas cuando resbalan sobre su de presupuesto que, de aquí en más, habrá de
propia sangre. Clara se levanta y sale a ver qué sufrir.»
pasa. Pero, en este caso, la víctima ya ha caído Clara Dezcurra sabe que ya no tiene sentido aguar-
sobre el patio de la escuela. Es Juan José Lozada, dar el cargamento de tiza. Intuye que su alejamien-
el joven unitario de las patillas en «U». Lo han de- to obedece, más que nada, a su particular obce-
gollado. Ante la pregunta enérgica de Clara, nadie cación en persistir con el tema de «La Vaca».
dice saber nada, nadie dice conocer a los asesi- «Creo que todo ha sido inútil –escribe a su ami-
nos. Pero hay risas torvas, sofocadas. El grupo de ga Juana–. Comprendo que, hoy por hoy, se hace
mazorqueros se aleja un tanto, empujándose unos muy difícil cambiar algo de lo ya dispuesto. Supon-
a otros, como sorprendidos o avergonzados por go que, con el paso del tiempo, todo el mundo se
la reprimenda. olvidará de mi tema de composición y volveremos
Clara escribe a Juana, el 24 de febrero de ese a “Voyage autour de mon bureau”, o a cualquier
año. «Los eché a todos. No me importa, Juana, otra imposición venida de afuera bajo el engaño-
que sean mazorqueros, hombres del Restaurador so rubro de aporte cultural.» Deja gotear el lacre,
de las Leyes o lo que sea. Hoy degüellan a un morosamente, sobre la juntura del cierre, antes
compañero y mañana pueden llegar a hacer co- de moldearlo bajo la presión de su anillo de sello.
sas peores. A estas situaciones hay que cortarlas No puede dejar de pensar en la fugacidad de su
de raíz, antes que pasen a mayores.» Entre los iniciativa educacional. No sabe cuán equivocada
expulsados de la escuela está el sargento federal está. Una gota de lacre, lustrosa, ha modelado un
Anacleto Medina, héroe de Cepeda. diminuto montículo sobre la mesa.
Clara estudia al jinete que ha llegado hasta su es-
cuela. Ella estaba calentando agua en la pava de
latón peruano para prepararse un caldo, cuando
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// HISTORIAS DE MAESTRAS
La vida me ofreció una oportunidad maravillosa Puedo volver... aunque más no sea imaginaria-
en mi niñez: cursar mis estudios primarios en una mente y encontrar en las dos bibliotecas de la es-
escuela rural. cuela «fuera perro» de Constancio Vigil o novio de
Llegué a Ingeniero Boasi a los 3 años, con mi ma- vacaciones de Hugo Wast, ver en otro lugar piezas
dre, quién habia concursado y titularizado como de museo, animales y plantas disecados trozos de
directora de 4ª categoría en la escuela Nº 647 «Pa- rocas,etc,puedo caminar unos pasos y elegir el
tricias Argentinas» . pupitre de la fila 2ª o 5ª levantar la mesa y guardar
La Escuela estaba ubicada en la zona de la co- dentro de mi pupitre los útiles.
lonia a unos 5 Km del puebloque por entonces ¡Tantos años vividos allí! no me resulta difícil salir,
no contaba con más de 160 habitantes; y frente atravesar el jardín con sus canteros bordeados de
a la estación del ferrocarril del ramal Córdoba del ladrillos de pico, lleno de flores, poder subir al mástil
Gral. Belgrano. y mirar el camino a lo lejos esperando quién es el
Era la escuela una construcción de estilo colonial, que se asoma primero por el terraplén de la vía ¿Se-
con dos porches de entrada una de las cuales lle- rá el sulky de Raquel? ¿Adriana con su petiso? ¿O
vaba a la única aula ...sólo tengo que cerrar los los Hiplemeyer en la chata porque son 8? Volver...
ojos para volver a ver, a sentir el sol de la mañana cada nombre un recuerdo, cada recuerdo atado a
entrando por los cinco ventanales a través de los la tiza que tomo cada mañana para ahora ser yo la
que se veía la campana. señorita. Diana Gonzalez, Esc. Nº 1234.
Norte santafesino, tierra, calor, sequía, un pue- no dudaba en llevarme a su casa cuando no en-
blo...hoy pujante ciudad: Tostado, en él una es- tendía algo. La «Turca» no dejaba de festejar los
cuela «la Grande», «la del frente a la plaza», «la del cumnpleaños y organizar los picnic de primavera,
centro» la Nº417 «Comandante Razzeti», hermosa pero su exigencia en el aula me hizo aprender, por
escuela que me invitó, con mis miedos y dudas a ejemplo, las tablas sin titubear.
transitar por ella, con recreos tranquilos donde en Aún recuerdo su firma y las correcciones en los
el más largo corría a hacer la «cola» para comprar cuadernos, pero también la tristeza cuando me en-
estampillas y llenar los boletines para la libreta de teré que se iba, que le había llegado el traslado a
la Caja Nacional de Ahorro Postal y luego en el su Santiago Natal, justo en el último año de prima-
kiosco, consumir los chupetines de leche o los bo- ria. Y allí se fue dejándome, sin entender.
caditos holanda. En abril de 2007 mi escuela cumplió sus 100 años.
La mayoría de las maestras llegaban a Tostado de Me reencontré con compañeros que no había
Santa Fe u otros lugares, otras eran las esposas vuelto a ver desde entonces y recordamos a Yes-
los gerentes de banco, jueces o médicos del pue- mín con mucho cariño, lástima que no pudo ir para
blo y entre todas, estaba ella, «mi maestra», «la decirle lo importante que había sido en mi vida.
maestra» llegaba de Santiago del Estero. Ella ocupa un lugar especial en mi corazón y hoy,
Era mi maestra una santiagueña joven, impeca- cerca de mi jubilación, reivindico esta profesión
ble, elegante, pulcra, con un guardapolvo blan- que, sin saber, me hizo querer y honrar, por eso,
co inmaculado y una sonrisa en su rostro siempre Srta. Yesmín, como vieja alumna, hoy colega y ami-
arreglado que me daba seguridad. Era la seño- ga, le hago llegar a la distancia un FELIZ DIA DEL
rita Yesmín Karan; única como su nombre, quien MAESTRO. Señorita Delia Alabe. Esc. Nº 139.
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Asamblea en la carpintería
Cuentan que en la carpintería hubo una vez una defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras
extraña asamblea. Fue una reunión de herramien- cualidades.
tas para arreglar sus diferencias. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pense-
El martillo ejerció la presidencia, pero la asam- mos ya en nuestros puntos malos y concentrémo-
blea le notificó que tenía que renunciar. ¿La cau- nos en la utilidad de nuestros puntos buenos».
sa? Hacía demasiado ruido! Y además, se pasaba La asamblea encontró entonces que el martillo era
el tiempo golpeando. fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era es-
El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también pecial para afinar y limar asperezas y observaron
fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle que el metro era preciso y exacto.
muchas vueltas para que sirviera de algo. Se sintieron entonces un equipo capaz de produ-
Ante el ataque, el tornillo aceptó también su culpa, cir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de
pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver sus fortalezas y de trabajar juntos.
que era muy áspera en su trato y siempre tenía
fricciones con los demás. «El maestro, al igual que el carpintero, valora y re-
Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fue- salta las cualidades que cada persona posee».
ra expulsado el metro que siempre se la pasaba
midiendo a los demás según su medida, como si
fuera el único perfecto.
En eso entró el carpintero, se puso el delantal e
inició su trabajo.
Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Final-
mente, la tosca madera inicial se convirtió en un
fino mueble.
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la
asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces
cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo:
–«Señores, ha quedado demostrado que tenemos
Conversar con el grupo y comentar lo leído (ca- Trasladar el contenido del texto a sala, ya que a
racterización de los personajes: defectos, virtudes, veces, ocurre lo mismo con los compañeros en el
utilidad). jardín o la escuela.
Incentivar la participación de todos para trasmitir Favorecer el intercambio de opiniones para que
las impresiones causadas por el texto. puedan realizan registros, utilizando diferentes téc-
nicas de expresión.
Me sirve y no me sirve