La soledad era un sentimiento que acompañaba constantemente a Alicia,
era chica tímida e introvertida, odiaba salir, pero amaba leer. Una tarde como cualquiera su única y mejor amiga, Jazmín le comentó que habría una fiesta en su casa y que estaba invitada, Alicia solo le contestó que tendría que consultarle a su madre, aunque ya sabía cuál sería la respuesta que esta le brindaría. Aunque rogó y lloró, su madre no cedió ante sus plegarias, pues era muy sobreprotectora, creía que el mundo exterior era un peligro para su inválida hija, Alicia sufría de una común pero dolorosa condición, no podía caminar, tras una accidente que tuvo en carretera, quedó lisiada. Alicia decidió que iría a esa fiesta sea como sea, aunque tuviera que escaparse a la mitad de la noche, su madre cerraba todas las puertas con llave, así que su única salida era el balcón de su habitación, era muy arriesgado, ya que quedaba en la segunda planta de su casa, pero estaba convencida de hacerlo, saltó sin pensar dos veces, cayó mal y se fracturó el brazo, soltó un grito de dolor acompañado de un llanto, las luces de las casas de todo su vecindario se encendieron y fue llevada de emergencia al hospital. Al día siguiente seguía con la loca idea de salir, no importaba a donde, solo quería demostrarle a su madre lo grande que estaba como para que la esté cuidando como si de un cristal se tratase, pero una vecina suya la descubrió saliendo de su casa y llamó a su madre inmediatamente, el castigo que recibió fue peor, su madre la encerró en algo parecido a una torre, de donde no tendría escapatoria, fue allí donde se dio cuenta que no importaba lo que hiciera, su vida estaba atada a la soledad y nadie podía cambiarlo, siempre sería una vida sin salida.