Era un domingo soleado, aquella mujer se preparaba para
caminar hacia el parque del vecindario, en busca de un momento de tranquilidad y escapar de sus problemas. Al llegar a la primera cuadra se encontró aquel perro cabizbajo, color café, cola corta, que la miro con ojos de angustia, ella no tuvo más opción que hacer caso omiso a la petición de ayuda de aquel animal, ya que en su cabeza no cabía un problema más. Una cuadra más adelante, aquella mujer se encontró con una gata y sus gatitos dentro de cuatro paredes de cartón envuelto en una suciedad que no dejaba ver el color de su pelaje, como se esperaba la decisión para ella fue la mismo, hacer caso omiso. Al llegar a su destino, en la banqueta de aquel pequeño parque, había un niño con un suéter remendado, pantalones rotos y sus pies totalmente expuesto al suelo. Este pequeño niño tenía un pedazo de pan en sus manos, el cual lo compartía con un perro, esto le genero una inmensa curiosidad a aquella mujer indolente, lo que hizo que no le quedara de otra que preguntarle al niño de cómo era capaz de compartir con otro ser lo que el tanto necesitaba, la respuesta del niño provoco que el corazón de aquella mujer comprendiera el valor de la empatía. El niño levanto su cabeza, la miro y dijo:¨este perro no sabe que yo tengo hambre mas sin embargo yo si se cuáles son sus problemas¨.