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El Pajonal Resumen

Hora: 23:10:06
fecha:25/10/21

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Arrastrado por la adversidad, Napoleón Jiménez se fue a


vivir a una casita de un dormitorio frente al cementerio
«El Pajonal», sintiendo que él era como aquella basura
que, oleaje tras oleaje, iba dejando el mar en un recodo
de la playa de Búzios, allá por el 1990, cuando era feliz.
Abstraído de sí, escuchó mágicamente la canción
húmeda que el mar le susurraba al oído; la algarabía
del sol desbaratado en millones de puntos luminosos
sobre el agua, los gritos de la gente feliz y la sensación
de libertad que le entregaba la arena. En las bolsas de
plástico con palpitaciones de marea y en las revolcadas
latas vacías de gaseosa y cerveza, se vio a sí mismo
convertido en el residuo de esa humanidad bronceada y
riente, Pero cuál es la música de uno. Napoleón pensó
que la música de uno, la entrañable, es aquella que nos
acompaña en el despertar del amor, aun si no se tiene a
quién amar.Recordó a Aznavour y una de sus canciones,
que hablaba de una pareja de enamorados
pretendiendo salir a festejar su aniversario de bodas. De
esa canción siempre le gustó la música, y la letra
contaba una historia de amor, que era su propia
historia de soñada convivencia con una mujer amada en
aquellos años, cuando él se asomaba a la adultez; y
décadas después fue una canción que valoraba la
sencillez de lo cotidiano convirtiéndolo en extraordinario,
Eran las siete de la noche cuando Napoleón creyó que
sabía lo que tenía que hacer. Explicaría, mintiendo, los
motivos por los que la vendía, y ante las indirectas de
sus hijas, dejaría en claro que había hecho todo lo
posible por ser tolerante con los habitantes del
vecindario. Abandonaría el Café Internet y caminaría
con inquietud por el centro, sintiéndose un extranjero, y
en su extranjería trataría de ubicar escenas de su
infancia en esa Plaza 24 de Septiembre, para atarse a
ellas como un náufrago a un madero y salvarse de morir
ahogado en el desarraigo.Asustado, se detendría frente a
la basílica menor de San Lorenzo y se persignaría para
sacudirse así el polvo de los muertos. Escaparía. Le
pediría un giro extra a sus hijas para pagarse un cuarto
de pensión y vivir cerca de la Catedral y al amparo de
Dios. Se desentendería de «El Pajonal» y de sus difuntos.

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