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N i

INTRODUCCIÓN

-1
con la en�rgía de diversos vientos,
y aun lejdnas. tempestades,
encuentra! agua,
l z aun la más escondida, 1 .

. � haciendo �rotar las semillas,


·aun las niás imprevistas.
'2 \4-:
El navegdnte inicia sus travesías llevando

·�� �,
1 [consigo el ancla.
.

Se atreve así a dialogar con nuevos mares,


pues en ld soledad de alguna noche
�$ el ancla l� recuerda
1

que pued� encontrar descanso en el puerto


§¡IN i [de partida
o detenerse en alguna orilla que le ofrezca La presente introducción había sido pensada por mí como
2 ; [reparo. capítulo final; sin embargo, aquí está . . . al principio.
<t Ü- Mi barco !tiene tres anclas, Iniciar es difícil, pero más difícil aun es colocar un punto
una la faqricó Jorge, nú marido, final, pues no escribimos p ara mostrar lo ya pensado sino
(l} -:!:'
\0 ·es
� y las otras dos, mis hijas, María Sol y Lucía. para pensar. E sto supone leer y releer lo escrito. Fue así
� En las mqltiples travesías me acompañaron que, cuando me encontraba escribiendo lo que para mí sería
1
[queridos y queridas amigas el último capítulo -acerca de la alegría-, descubrí que esa
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'2.
. 1
1

que me fueron devolviendo


[y aprendiseñantes temática recorría el contenido de todos los capítulos ante­
riores, por lo que no era necesario escribir un capítulo más.
UJ J u la atenciqn prestada. Entonces, decidí que -como la «potencia atencional de la
�- � � alegría» no cierra, sino que abre a compa1�tir con otros-
ideas que estaba escribiendo debían figurar al inicio.
. las

�; � � ALICIA FERNÁNDEZ Además, la escritura es un maravilloso ejercicio de estar


a solas junto a 1núltiples otros disponibles desde, con y
0-. � \-1
hacia los cuales surgen los sentimientos y pensamientos
que se hacen palabra. Ot�os -que en este momento se
personifican en Usted-, querido ·lector, querida lectora,
\ 1
1
Agradezco a Verónica, j1ni sobrina, quien con su paciente
que, a su vez, e stará a solas junto a la disponibilidad de este
texto que me hace presente. Probablemente descubra en él
trabajo transcribió 1nis 1nanuscritos haciendo posible la algunas de sus propias ideas, ideas que quizá haya1nos
publicación de este librp aprendido juntos, o tal vez se encuentre en algunas expe­
riencias compartidas aun sin conocernos todavía.
Digo que me estaba resultando difícil colocar un punto
Quien desee comunicarse con la autora puede hacerlo a final. Entonces, en la alegría encuentro una superficie de
través del mail aliciafernandezpsicopedagoga@gmail. com. inscripcióh para «estar durante», en el término y al inicio ...
1

8 9
Alegría que incluye un agradecimiento hacia numerosos mínima distancia entre aquella mano y ese cuerpo ..., como
docentes, psicopedagogos, psicólogos y otros agentes de cuando se tiran piedritas al agua...». 2
salud y educación, y también hacia tantos niños, adolescen­ A la autoría de pensar -trabajo y objeto del quehacer
tes y familias que consiguieron descubrir sus capacidades psicopedagógico- nadie puede expropiárnosla si nosotros
de prestar atención que estaban escondidas bajo el pavi­ no nos autoexpropiamos de la misma. Esa tarea es un
mento del déficit o del exceso. trabajo en y de alegría. La alegría no es algo «light», no es
alegrismo.
Precisamos rescatar la potencia atencional de la alegría
Potencia atencional de las heridas que la banalización del dolor, el vaciamiento de
de la alegría ternura, la negación de los malestares sociales, el tedio y el
despojo de la subjetividad producen.
Para promover la capacidad atencional, así como para El bufón surgió en las antiguas «Cortes de los emperado­
desatraparla, precisamos realizar una operación muy ante­ res» atrapando la atención para que no se llegase más allá
rior a diagnosticar sus déficits: rescatar la potencia aten­ de las murallas e intentando acallar a los juglares del
cional de la alegría. pueblo. El bufón banaliza y obtura la reflexión. El juglar la
La alegría es disposición al encuentro de lo imprevisto. promueve, poetizando y cantando aun desde el dolor. En las
Distraerse de lo pre-visto, de lo impuesto y de la dificultad «cortes» -ahora, de los «Imperios del mercado»-, los meca­
para atender a la posibilidad, que es la condición básica nismos de banalización cumplen la función de los antiguos
para aprender y la sustancia del jugar. Desde allí se presta bufones... Pero también aumenta el surgimiento de nuevos y
«atención». Estar lo suficientemente distraído para dejarse variopintos juglares que se hacen oír (y, además, los muros
sorprender y lo suficientemente atento para no perder la de los «castillos» ya se están resquebrajando).
oportunidad, dice Sara Pain. «La lógica se configura en un punto de lo ilógico», nos dice
La alegría por el encuentro con la diversidad, la capaci­ Winnicott. La ciencia nace de la poesía, ya que la poesía
dad de sorpresa y la espontaneidad, siendo algunas de las formula la pregunta, abre la grieta en la piedra. Quien no
fuentes donde se nutre la autoría, son a su vez los ingredien­ se permite la pregunta y el preguntarse a sí mismo, se
tes básicos de la capacidad atencional. aburre. Las grietas de las ideas y de las teorías son los
Ya desde la década de los noventa vimos en E. Psi. B. A.1 J espacios por donde trabaja el pensar.
la necesidad de rescatar el valor de la alegría como el cami­ El consumis1no más peligroso es el que se instala en el
no que nos permitiría resistir al avance de los modos de plano de las ideas. Cuando «la oferta determina la deman­
subjetivación que la globalización de las leyes del mercado, da» se dificulta el elegir y la actividad atencional se apaga.
con su ética del éxito, iban imponiendo. En ese contexto, el Puede surgir entonces un tedio atencional. Aburrirse es
psicoanalista Jorge Goncalves da Cruz decía: «La alegría homologar y banalizar. Rechazar las diferencias. No asom­
está más cerca de la caricia, de unos dedos, unos labios que brarse, creerse-crearse hoy igual a ayer, creer-crear el
caminan por un cuerpo..., más cerca aun si las manos mañana igual al hoy.
dibujan esa caricia sin tocar su objeto, y sin alejarse más que Alegrarse es divertirse, «hacerse» diferent�. Se aburre
unos pocos milímetros ... Tal vez la alegría se aloje en la
2 J. Gon�alves da Cruz, «Ir tirando piedritas al agua», enRevistaE. Psi.
1 E. Psi. B. A.: Espacio Psicopedagógico Brasilero-Argentino. B. A., n.º 3, Buenos Aires, abril de 1996.

10 11
quien se ha dej ado robar: la posibilidad de elegir, quien ha del límite que el mundo real le ofrece; se «experiencia» como
entregado al otro la decis�ón de qué es lo que debe pensar y partícipe activo entre lo imposible y lo posible. La actividad
a qué debe «prestar atención». lúdica es integradora del pensar y el desear. Allí no cabe
desatención ni hiperactividad.
Existe unarelación entre el estrechamiento de los espa­
Psicopatologizar la tristeza
1
cios del jugar creativo y espontáneo en los niños y el aun1en­
es matar la alegría
'
to exponencial de «diagnósticos de desatención e hiperacti­
vi�ad». Obviamente, quienes realizamos los diagnósticos
·

Sin alegría, el dolor se : hace impensable porque se «in­ somos adultos y, como dice el psicoanalista Mario W aser-
diferencia» con uno. La a[egría nos permite diferenciarnos .,_ man, 3 «Se puede ver con claridad que, contratransferencial­
del dolor, incluye un líclite, una frontera entre el senti­ mente, cuanto más dispersa y superficial es la atención,
miento que nos embarga y nosotros mismos. Solo desde allí más agotadora es la demanda de atención en el otro. Esto es
se puede hacer pensable �l dolor. lo que fmalmente lleva al rechazo . en el ámbito donde un
Producimos lágrimas, tanto de alegría como de tristeza, adulto está a su cargo y hace comprender la desesperación
cuando nos «con-movemos�>, movemos junto a otros. La de los maestros».
indiferencia nos «seca». 1 Sabemos, como lo explica el psicoanalista Ricardo Rodulfo, 4
Quien no se permita hacer visibles lágrimas de tristeza que el jugar del niño dibuja su propio límite, por lo que éste no
e indignación ante las pérdidas, las injusticias y los males­ necesita ser impuesto desde afuera ya que la potencia atencio­
tares sociales, no podrá verter lágrimas producidas por la nal de la alegria busca por sí sola un descanso hacia los estados
alegría de la autoría. tranquilos de relaj ación. Cuando no hay un medio facilitador
Así como el «síndrome1 de pánico» aparece cuando no se que ofrezca una superficie de inscripción al jugar, éste puede
permite al j oven expresar el necesario temor (que el coraje degenerar en excitación y estares ansiosos hiperactivos, los
de cambiar requiere), lasi<<depresiones>> pueden surgir ante que no encuentran su propio límite. ·

la ausencia de espacios para compartir las tristezas y pro­ Los modos de «desubjetivación» actuales tienen efectos
ducir algo a partir de ellas. catastróficos también en Telación con los adolescentes. Sa­
Las depresiones vieneii a ocupar en el momento actual el bemos que la llamada <<crisis adolescente» produce moinen­
lugar de la histeria en la época de Freud. Entendemos su tos de aislamiento y tristeza que suelen aparecer como
crecimiento actual como b.n síntoma social contemporáneo. episodios depresivos pasaj eros, aunque, de no encontrar un
No es casual que la depresión, la desatención y la hiperac­ e spacio que los contenga y los atienda, pueden tener deriva­
tividad sean «síntomas»: de nuestra época. Así como en ciones de gravedad.
siglos pasados la histeriá velaba y revelaba las formas de El suicidio de adolescentes es un drama que, quizá por su
subjetivación imperantes!, hoy estamos sometidos a la bana­ carácter incomprensible, permanece silenciado. En la ac­
lización del dolor, la fragrpentación, el exceso y el tedio, que tualidad, cantidad de j óvenes menores de 16 años se preci­
adormecen a la alegría y; el espíritu lúdico. pitan en tentativas de suicidio (a veces fatales) que podrían
Donald Winnicott decia que un niño «hiperactivo» de­ 3 M. Waserman, Aproximaciones psicoanalíticas al juego y al apren­

muestra el deterioro delijugar. Cuando un niño juega, la dizaje. Ensayos y errores, Buenos Aires, Noveduc, 2008.
potencia atencional de 1� alegría lo conecta simultánea­ 4 R. Rodulfo, Futuro porvenir. Ensayos sobre la actitud psicoanalítica

en la clínica de la niñez y adolescencia, Buenos Aires, Noveduc, 2008.


mente con lo inconmensurable de su deseo y lo mensurable

13
12
evitarse. La psicoanalista brasileña Maria Rita Kehl5 consig­ .AJ;lte la falta de interlocutores solidarios, la «desaten­
na un alarmante dato: los «trastornos depresivos» son actual­ ción», la depresión (con su máscara de hiperactividad) y
mente la cuarta causa mundial de muerte e incapacidad, hasta la tristeza son «inconvenientes» a ser medicados con
alcanzando a 121 millones de personas en el planeta (sin urgencia para que el sujeto permanezca dentro de la «corte
contar a aquellos que nunca se hicieron un «diagnóstico»). 6 La del Imperio del mercado» y participe de la imaginaria «fies­
«crisis adolescente perdió su antiguo prestigio». En algunos ta de los incluidos».
ambientes escolares, quien se muestra triste «deja de ser Sin embargo, en estos momentos de Latinoamérica, can­
popular>> entre sus compañeros, y a veces deja también de tidad de <�uglares» adolescentes, fuera de las murallas,
satisfacer a sus padres y maestros, inmersos en la lógica del inventan nuevas estrategias para compartir sus tristezas
éxito. La autora mencionada considera la depresión como una"' (en Internet, protegidos por el anonimato) o encontrar el
expresión del dolor psíquico que desafía todas las pretensiones potencial atencional de la alegría a través de participar en
de programar la vida humana en la dirección de una optimi­ proyectos de colectivos sociales. A su vez, múltiples maes­
zación de resultados. Quizá las depresiones (con sus diversas tros, psicopedagogos, psicólogos y otros agentes de salud y
máscaras) nos convoquen a vislumbrar el saber que puede educación rescatan el valor de la subjetividad y abren otras
estar contenido en la tristeza. «residencias» donde esos <�uglares» pueden aprender.
Al patologizar y medicalizar los diversos «dolores del Los espacios atencionales son intersubjetivos, en ellos se
alma» -como los llama Élisabeth Roudinesco- se roba al puede desarrollar y «experienciar» la genuina alegría de la
·sujeto el tiempo necesario para superar la conmoción que autoría, alegría que viene de la mano de la capacidad para
producen los momentos de crisis. Las tentativas de cura a sorprenderse y de la espontaneidad, conformando la ener­
través de psicofármacos corren el riesgo de atropellar el gía imprescindible para que la agresividad saludable, crea­
tiempo psíquico que el sujeto necesita para recuperar su tiva y necesaria al proceso de pensar no se transforme en
capacidad de simbolización. violencia contra el mism·o sujeto o contra su entorno.
· El desánimo, la queja, el tedio nos adormecen y la fuerza
5
Según Maria Rita Kehl (cf. «Depressao e imagem do novo mundo», en de la pulsión epistemofílica decae cuando se pierde la em­
A. Novaes [comp.], Mutac;oes. Ensaios sobre as novas configurac;oes do
patía, considerada una comprensión erótica del otro por el
mundo, Río de Janeiro, SESC SP-Agir, 2008), «los suicidios de niños y
jóvenes de entre lO y 1� años aumentaron en los Estados Unidos un 120% filósofo italiano Franco Berardi, quien dice que «la dese­
entre 1980 y 1990. En el año 1995 murieron más jóvenes estadounidenses rotización es el peor desastre que la humanidad puede
por suicidio que por la suma de cáncer, sida, neumonía, derrame cerebral conocer, porque el fundamento de la ética no está en las
y enfermedades congénitas y cardíacas. Pocos años atrás, para el adoles­ normas universales de la razón práctica, sino en la percep­
cente, sentir angustia, estar en crisis era considerado una señal d� ma­
ción del cuerpo del otro como continuación sensible de mi
durez que el adolescente podía compartir con sus amigos, probando de
esta manera su sensibilidad, su espíritu critico o su cuestionamiento en cuerpo. Aquello que los budistas llaman la gran compasión,
relación con el mundo adulto y, también, sus ideales elevados. El adoles­ esto es: la conciencia del hecho de que tu placer es mi placer
cente que se deprimía no se desesperaba ni se aislaba de sus c01npañeros, y de que tu sufrimiento es mi sufrimiento ...».7
que sabían valorizar, escuchar su crisis. Los amigos podían identificarse Es necesario diferenciar la alegría del estar contento y la
con él y aún no vivían bajo las órdenes de la sociedad del espectáculo».
autoría de la tan mentada autoestima. Se puede estar en
6 El término «depresión» lleva a confusión. Es necesario distinguir la
depresión de estados afectivos como la tristeza, la angustia o el tedio; a
su vez, todos ellos pueden aparecer disfrazados de desatención o hiperac­ 7 F. Berardi citado por Verónica Gago, en Página 112, Buenos Aires, 12
tividad. de noviembre de 2007.

14 15
alegría y, sin embargo, Ijto estar contento, ni satisfecho ni ser es el reconocernos con la posibilidad de cambiar y cambiar­
complaciente consigo mismo, ya que la alegría pulsa, in­ nos.
quieta, convoca a comp !artir con otros. Esconder, cerrar los ojos, tapar los oídos, callar, «empasti­
Tanto la alegría como la autoría nutren y son nutridas llar», medicalizar traslada, disloca el dolor y enferma.
por la «heteroestima» tn ás que por la autoestima. E stoy Lo contrario de la alegría no es la tristeza, sino el aburrimien­
to, el omitirse, el desaparecer.8
colocando el término «�eteroestima», propuesto por Jorge
Gon�alves da Cruz, para recordarnos que sólo desde una
apertura a la alteridad! dejaremos hablar a los «otros» que Es a partir de e stas consideraciones que propongo «pres­
tar atención» a la «hipoactividad pensante, lúdica y creati­
nos habitan, ya que a través de estimar y atender a los otros
.
po dremos estzmarnos. !
1 va», pues ella es un terreno fértil para las depresiones, que
suelen (principalmente en los niños) enmascararse corno
- El estar contento, �e por sí, no genera ni promueve
.«falta de atención», desinterés, apatía e «hiperactividad».
cambios. Se satisface a sí mismo. En cambio, la alegría deja
siempre un plus de ind,eterminación.
La alegría es la· fuerza que nos acerca a la potencia
creativa, indiscreta, inci�iva del niño y de la niña, que a veces
se extravía en los vericuetos solemnes del éxito adulto.
Reproduciré, entonce � , algo que escribí en el año 1999 y
que cobra cada vez más; actualidad:

Recuperemos la. alegría.


La tierra donde nac� ha sido asfaltada. El cemento que la
asfixia está compues�o de tedio, abulia, aburrimiento, deses-
1
peranza.
No es la tristeza la ;responsable de amordazar la alegría.
Tampoco lo es la angpstia. Por el contrario, sentir angustia
es la muestra de que por debajo del cemento queda aún tierra
fértil. Tierra ..húmed�, humus humano, por donde puede
brotar la autoría qúejirá resquebrajando el cemento.
· Por el pavimento del tedio
!
se deslizan fácilmente la frustra-
ción, anorexia, buli111-ia, inhibición cognitiva, síndrome de
pánico y drogas (las �legales y,. también, las recetadas). Los
niños, jugando a la intemperie de la asfaltada frustración de
sus mayores, quizá busquen con «inquietud», «hiperactivi­
dad» y «desatención» �lgo de tierra debajo del alquitrán.
Al pavimentar la aleiria, la manía se ofrece como su tétrica
máscara: la manía esjla carcajada vacía, siniestra mueca de
sueños dormidos, mismo antes de ser soñados.
p
El conocer, escuchar, reguntar, abrir los ojos, mirar, hablar,
8 A. Fernández, Psicopedagogía e n psicodranta. Habitando el jugar,
puede hacer sufrir, pero no matar la alegría, ya que la alegría
!
• •
Buenos Aires, Nueva Visión, 2000.

16 17
Capítulo 12
ESPACIOS DE INTIMIDAD
Y ATENCIONALIDAD

Entre los diques freudianos


y los molinos winnicottianos

En capítulos anteriores explicamos que la construcción de


la diferencia «pensar/decirlhacer» 193 es necesaria para que
el niño se atienda pensante. Al reconocer que puede pensar,
percibe que no es trB;nsparente y que nadie puede adivinar
sus pensamientos. El es quien decide comunicarlos o no.
Puede estar en silencio, seguir pensando y elegir qué hacer
y a qué prestar atención. Tal constatación ·permite al niño
descubrirse como un ser singular e ir construyendo su
·

espacio de intimidad.
Los espacios de intimidad interrelacionados con los es­
pacios comunitarios proveen los anclaj es para que la activi­
dad atencional pueda dispersarse, difundiéndose sin frag­
mentarse, pues la actividad atencional, para concentrarse
en algún objeto sin quedar atrapada en él, precisa ir y venir en­
tre los espacios de intimidad y las demandas del mundo
social. Esto nos coloca ante la siguiente cuestión: la super­
ficie social en la que se sitúan hoy las actividades atencio­
nales, ¿en qué sentido interviene posibilitando y en qué
aspectos dificultando los espacios de intimidad?

193 Para el tema de «la diferencia 'pensar/decir/hacer\>, ver capítulo 11

de la presente obra.

211
1
¿Cuál es, entonces, nuestra tarea? ¿Intentar colocar diques rías de pensamiento, autorías en las cuales se efectiviza
que contengan el torrente avasallador que pretende diluir los creativamente la agresividad inherente a los procesos de
espacios de intimidad? ¿Abroquelamos en una supuesta inti­ ·aprendizaj e y a todo jugar.
midad fundament alista que nos aparte del medio social? ¿0, La agresividad -que forma parte del deseo de conocer y
por el contrario, utilizar la .fuerza del torrente tal cual hace un «hacer»- provee la fuerza que permite a la atención traba­
molino, para con �lla producir nutrientes? jar y a la creatividad surgir.
Utilizo esa im*gen dado que un molino de viento es un Coincidiendo con Winnicott, pienso que lo opuesto a la
dispositivo que, cblocado en la superficie de la tierra árida, vitalidad espontánea es el sentimiento de irrealidad y el
utiliza la fuerza de las tempestades que vienen de lej os para deseo de obediencia.
hacer emerger d� las profundidades el frescor del agua que Las lecturas winnicottianas, los aportes realizados
permite germina11 diversidad de semillas. Puedo decir que la por psicoanalistas actuales -como Ricardo Rodulfo y
tarea psicopedagó�ca es un modo de crear «espacios molinos», Jorge Gon�alves da Cruz-, interrelacionados con la
en los que puedanlgerminar nuevas modalidades atencionales práctica psicopedagógica, me permiten avanzar en el
dando lugar a la dreatividad. Encuentro una apoyatura teóri­ análisis de los orígenes de la actividad atencional y su
ca en Winnicott, quien -al decir de Jurandir Freire Costa­ desarrollo , comenzando a responder así el dilema plan­
no monta un escenario trágico, al estilo de Melanie Klein, ni teado por mí en los primeros capítulos de la presente
apela a recursos q_ue rozan lo metafísico, como la pulsión de obra: ¿cómo se consigue conciliar el prestar atención a lo
muerte en Freud� ni considera los aspectos de agresividad otro (obj eto de conocimiento) y al otro (quien lo porta) sin
inherentes a tod� pulsión como fuente de peligro o trauma perder la energía pulsan te y espontánea de la distracción
para el psiquis1no• El citado psicoanalista explica que, si pa­ creativa? Respondo : a p artir de la interrelación constan­
1
ra Freud la ,cultura debía ocuparse de construir diques, te entre dos capacidades estudiadas por Winnicott, la
para Winnicott s� trata de construir molinos: «capacidad de estar a solas en presencia de otro disponi­
ble» y la «capacidad de interesarse en 1 por el otro», 195 dos

En la lectura e origen freudiano, la función del poder es la movimientos con direcciones aparentemente opuestas, pero
represión de los excesos pulsionales, de donde proviene la interdependientes y generadores del espacio atencional.
importancia de la interdicción; en la de origen winnicottiano,
La interrelación necesaria entre la «capacidad de estar a
el poder se re-Jela en la capacidad del ambiente de tolerar sin
«revancha» el Ímpetu de las pulsiones dirigiéndolas hacia una
solas en presencia de otro disponible» y la «capacidad de
expansión de lla creatividad. La nietáfora prefe rida por Freud interesarse en/por el otro» depende de la interconexión
es el dique ho(andés, edificado para contener el avance del entre lo íntilno y lo contunitario, pues, como dijimos, se
mar y la inuntlación inminente; la de Winnicott es el molino anclan en los espacios de intimidad y comunalidad. 196
de agua o vie1ho, ·que aprovecha la fuerza de la naturaleza Para analizar la construcción de los espacios atenciona­
para la realiz�ción de trabajos útiles. 194
1
les, tomamos en cuenta dos perspectivas: a partir del suj eto
1 y a partir de lo social; perspectivas necesariamente interre-
He desarrolladb en obras anteriores el concepto de auto-.
1 195 D. Winnicott, Los procesos de m,aduración , ob. cit.
. . .

1
196 Comunalidad: prefiero el término «comunalidad» -sugerido por
194 J. Freire Costa j «Playdoier p elos irmaos», en M. R. Kehl (comp.),
Jorge Gon9alves da Cruz- en lugar de «comunidad», ya que este último
Funr;iio lraterna, Río �
e J aneiro, Relume Dumará, 2000. El subrayado es
ha ido perdiendo el carácter etimológico de 'abertura' y 'deuda común' para
nuestro.
asociarse a espacios comunes excluyentes de otros.

212 213
lacionadas, ya que no hay suj eto posible sin trama social ni
Ya en 1958, Donald Wínnicott alertaba sobre la necesi­
sociedad humana sin subjetividad en juego.
dad -que hoy se hace cada vez más importante� teniendo en
Pensando en cuáles serían los aspectos que permiten a un
cuenta los contextos desubjetivantes actuales- de analizar
sujeto desarrollar los espacios atencionales posibilitado­
«el estar a solas» como una capacidad, diferenciándola de la
res, hablaremos de «capacidad de estar a solas en presencia
exclusión, del abandono, del aislamiento y del aburrimiento.
de otro disponible» y «capacidad de interesarse en/por el
La capacidad de estar a solas se origina tempranamente
otto». Pensando la misma cuestión, desde lo social, habla­
y tiene un carácter posibilitador durante toda la vida.
mos de ambientes que faciliten la interrelación entre inti­
Winnicott dice que «la madurez y la capacidad para estar
rnidad y comunalidad. solo implican que el individuo ha tenido la oportunidad de
Para continuar nuestro estudio precisamos detenernos
formarse poco a poco la creencia en un medio ambiente
en cada una de estas perspectivas para, luego, interrelacio­ .
ben1gno [ . . . ] ». 198
narlas.
El desarrollo de la intimidad, por lo tanto, se produce
entre el suj eto y el medio. Winnicott explica que
Capacidad de estar a solasoo ..
[ . .. ] la capacidad para estar solo es fruto de diversos tipos de
en presencia de otro disponible experiencias; sólo una de ellas es fundamental, sólo hay una
que, de no darse en grado suficiente, impide el desarrollo de
Existen muchos escritos acerca del miedo a estar solo y la dicha capacidad: se trata de la experiencia, vivida en la
soledad en medio de las muchedumbres; sin embargo, con­ infancia y en la niñez, de estar solo en presencia de la madre.
tamos con pocos desarrollos sobre la capacidad de estar a Así, pues, la capacidad para estar solo se basa en una
solas como una aptitud que se construye permitiendo rela­ paradoja: estar a solas cuando otra persona se halle presen­
cionarse con lo otro y con los otros. Con otros a los que se te.I99
pueda recurrir, pero que no estén dirigiendo su atención
focalizada en que hagamos o digamos algo, o incluso a que Los espacios de intimidad se van creando y desplegando
juguemos a algo: «otros disponibles». La capacidad para estando a solas con alguien presente que no exij a nada.
estar a solas implica que el suj eto ha tenido la posibilidad
de creer-crear un ambiente propicio y confiable y, a su vez,
ha tenido y tiene experiencias que le permiten reconocerse Capacidad de «prestar atención» al otro
a sí mismo interesante. y a «lo» otro
Es significativa la contribución de Winnicott, 197 señalando
la importancia de estados saludables, sentires y sensaciones ¿A partir de qué procesos se puede prestar atención a lo
de relativa quietud que posibilitan estar a solas y descubrirse otro? ¿Cómo se llega a prestar atención al obj eto que otro
interesante, poder sorprenderse, encontrarse pensante. Des­ enseña? ¿Cómo generar un espacio entre quien e1;1seña y
cubrir y experimentar el placer de la autoría de; pensamiento quien aprende que posibilite al aprendiente investir libidi­
e ir desarrollando así los espacios de intimidad. nalmente el contenido a enseñar? ¿Cómo se consigue pres­
tar atención al conocimiento que el enseñante transmite?
197 D. Winnicott, «The Observation oflnfants in a Set Situation», en
198 D. Winnicott, Los procesos de maduración , ob . cit.
Through Paediatrics to Psychoanalysis, Londres, Hogarth Press, 1975.
. . .

199 Ibíd.

214
215
i
El análisis que V\1innicott nos ofrece acerca de la «capaci- zador del despliegue de la capacidad atencional. Winnicott
dad de interesarse ¡en el otro» (capacidad de inquietarse, emplea la expresión «preocuparse [to be concern] por el otro»
capacidad de preoc�parse por el otro) es una de las bases para abarcar de 1nodo positivo un fenónteno designado de
1nodo negativo por la palabra «culpa».
sobre la cual podemlos fundamentar las respuestas a aque-
---nas preguntas. Ya desde-muy pequeño, encontramos en el infante pulsio­
En inglés, los términos utilizados por Winnicott son «the nes que lo llevan a cuidar al otro no como reparación de una
develop1nent of the i capacity for concern». La traducción
tendencia destructiva, sino como una energía primaria.
portuguesa emplea ! «O desenvolvimento da capacidade de Quizá esto esté relacionado con la alegría, como energía
envolvimento». En 8fgunas ediciones españolas, se presenta
creativa más allá de la angustia.
como «el desarrollo d� la capacidad de preocuparse por el otro». Si el ambiente es facilitador, si se le ha dado la oportuni­
Creo que podemos traducirlo como capacidad de interesar­ dad de estar a solas ante otro disponible, el niño podrá,
se200 por el otro, es d�cir, capacidad de atender al otro, desde
atendiéndose, atender a lo otro y «reparar» con su hacer.
donde se despliega l� capacidad de atender a lo otro. Recordemos que la etimología nos dice que la palabra
La posibilidad de! interesarse (inquietarse) y de preocu­ «afecto» proviene de {acre ('hacer').202
parse por el otro, de j sentir que lo que le sucede a los demás El «hacer», la creatividad, la autoría, la agresividad
nos concierne, es ur} rasgo importante de la vida social. necesaria y saludable -es decir, la alegría del hacer como
Winnicott considera esa posibilidad como una capaci­ tendencia posibilitadora presente desde los orígenes- es
dad, y explica con cl �ridad clínica «su etiología y el lugar en gestadora del espacio atencional, que permite atender a lo
que ella aparece en �el desarrollo». Agrega algo i_mportante otro.
para pensar las cue$tiones de la atencionalidad: «la capaci­
La capacidad para preocuparse [to be concern] por el otro es
dad para experimeritar esta preocupación es el sustento de
una cuestión de salud, una capacidad que, una vez estableci­
todo juego y trabajd constructivo». 2 01 da, presupone una compleja organización del yo sólo concebi­
Las experiencias �onstructivas y creativas hacen posible ble como un logro, un logro del cuidado del infante y el niño,
«sentir la experiencia de la destructividad» y producir algo con y un logro en los términos de los procesos de crecimiento
esa agresividad. Lo récíproco no es cierto, ya que el sentimiento internos del bebé y el niño.203
de la propia destruct�vidad no lleva por sí mismo a la repara­
ción (es decir, a hace� algo para reparar el daño infligido), sino Modalidades de prestar atención y modalidades de ser
que es a la inversa. El sentirse autor de alguna obra, el gesto atendido se interrelacionan. Interesarse por el otro llevará
creador, es lo que pefmite que el contacto con las tendencias a interesarse en lo otro, es decir, prestar atención. Pero,
destructivas inheren�es al propio desarrollo no sea obstaculi- para interesarse en lo otro, el suj eto precisa reconocerse
interesante, y sólo puede reconocerse interesante en un
200 Según laEnciclopeiliaEspasa-Calpe, algo interesante es algo digno ambiente de heteroestima.

de interés; algo que des ierta interés es algo que importa; interesar es 202 J. Cm·ominas, Diccionario crítico etimológico ... , ob. cit. «Afecto»: del
cautivar la atención y el! ánimo.
201 D
j
. Winnicott, «The Develop1nent of the Capacity for Concern» [«El latín affectus; participio pasivo de afficere, 'poner en cierto estado'; deriva
desarrollo de la capacidaP. para la preocupación p or el otro)>; «Ü desenvol­ de {acre, 'hacer'.
20;3 D
. Winnicott, «El desarrollo de la capacidad para la preocupación
vimento da capacidade de envolvimento»], en The Maturational Proces­
por el otro», en Los procesos de Jnadura.ción y el ambiente facilitador,
ses and the Facilitáting Envir01unent, Londres , Hogarth Press, 1965: El
1
Buenos Aires, Paidós , 1996.
subrayado es nuestro. 1
1

217
216
Teniendo en cuenta que la «capacidad de interesarse por do se les pregunta, dibujan cuando se les pide y juegan
el otro>>, tanto como la «Capacidad de estar a solas», nunca Guando el juego está allí. . . , hasta que, en un momento,
quedan totalmente establecidas debido a que siguen desa­ pueden murmurar <<jno sél», «jno me acuerdo!», «jqué aburri­
rrollándose hasta la vej ez, creo que otro aporte significativo do!». Parecen «desatentos».
lo ofrece Masud R. Khan (discípulo de Winnicott), cuando En mis primeros escritos, consideraba el aburrimiento
analiza la capacidad de estar en barbecho204 como un estar como una de las características que acompañan al niño o al
transicional y transitorio: adolescente con problemas de aprendizaj e. Luego comencé
a ver que el tedio podría adquirir un carácter sustantivo,
Se trata de un proceso prolongado y debe enfrentar muchos pues ciertos problemas de aprendizaj e a veces acompañan,
traumas personales, familiares y sociales. Pero si todo mar­ se muestran o hasta pueden nacer en y desde el «aburri­
cha bien, y así sucede la mayoría de las veces, lo que se
miento». Sin embargo, ese aburrirse, que décadas atrás
cristaliza y distingue en el esta tus diferenciado del ser adulto
es un individuo personalizado, con su propia intimidad,
aparecía casi como constante en los jóvenes que llegaban a
realidad interna y sentido de relación con el medio social. 205 consulta psicopedagógica, hoy ni siquiera puede ser nom­
brado por ellos ni por sus derivantes, pues, aun antes de ser
El proceso de personalización al que hace referencia sentido por el joven, ya alguien colocó sobre él la etiqueta de
Masud R. Khan se produce a través de un continuo trabajo «desatento». Tal rótulo impuesto desde afuera genera tres
de autorías compartidas, que puede ser promovido o, por el obstáculos adicionales: a) coloca a quien lo recibe como
contrario, cercenado en los espacios educativos. único «responsable» del problema; b) exime al ambiente
educacional y familiar del preguntarse sobre su participa­ �'g;;

ción; e) oscurece a veces para el psicopedagogo las posibili­


Dificultad para estar a solase Tedio atencionat
dades de trabajo terapéutico qu� pueden surgir si se abre un
Abrurrimientoo Desatención-inhibición cognitiva
espacio para que el propio j oven pueda trasladarse del «qué
aburrido» al «me aburro» y, de allí, llegar a «¿qué es lo que yo
La disminución de la actividad atencional va restringiendo puedo hacer para 'des-aburrirme'?».
el espacio atencional, pudiendo conducir a un «congela­ Existe una reciprocidad entre el aburrimiento y la quej a;
miento» de la modalidad de aprendizaje, de forma tal que el se abre, a su vez, un camino entre el aburrimiento y la
aprendiente requiera la presencia constante de otro que <<desatención». Unos y otros cercenan la autoría de pensa­
manipule su desear y atención; situación que se verá refor­ miento, tanto del enseñante como del aprendiente. La queja
zada si ese otro -sea enseñante, padre, maestro o terapeu­ ocupa el lugar de un pensamiento, el aburrimiento puede ocu­
ta-, al no tener nutridos sus propios espacios de intimi­ par o abrir el lugar del desear-conocer. Si a tan diversas
dad, «necesita» que el aprendiente dependa de su presencia situaciones se las considera «déficit de atención», se acallan
como sostén imprescindible. las preguntas y, entonces, el �ntorno dej a de pensar. De
Recibimos niños y adolescentes que p arecen no alegrarse modo tal que los recursos terapéuticos que suelen aportarse
ni sufrir, no agobiarse ni entusiasmarse. Responden cuan- para tratar esas problemáticas se limitan a «técnicas ree­
ducativas», como si pudiesen colocarse «prótesis atenciona­
204 Para consultar acerca de «la capacidad de estar en barbecho», ver les». En cambio, si reconocemos la importancia. de los espa­
capítulo 6 de la presente obra.
·
cios de intimidad, surgen nuevos recursos terapéuticos que
205M. Masud R. Khan, Locura y soledad .. , ob. cit.
. nacen desde esa «fuente» atencional.

2 18 2 19
1
El discípulo de Winnicott, Adam Phillips, describe dos una respuesta circunstancial de desinterés, que puede
modos en que puetle presentarse el tedio, y dice que «el corresponderse con formas y contenidos de enseñanza des­
trabaj o clínico nos l depara niños incapaces de 'aburrirse' atentos de y a la realidad de los alumnos. El aburrimiento
[being bored], y otr9s, incapaces de cualquier otra cosa que estructural, más que algo que se siente, es algo con lo que se
no sea aburrirse».2 �6 siente. Se sustenta sobre una modalidad de aprendizaje
En la consulta psi�opedagógica encontramos niños y adoles- rigidizada del modo hipoaco1nodativo hipoasimilativo, pre­
centes en una y otra ae esas situaciones. Sus padres y maestros sentándose como inhibición cognitiva e inhibiendo el pen­
no les ofrecen espac�os para conectarse con el «estar a solas». sar, el elegir, el decidir, el responsabilizarse por una idea;
Son tantas las acti'i.dades, horarios y «cosas para hacer», que sin duda, inhibiendo también la actividad atencional.
aun el jugar parece reglamentado. El niño no tiene, entonces, En pocos años, fue aumentado en forma significativa la
espacio-tiempo par� querer-elegir ir a jugar a la pelota, porque cantidad de jóvenes que presentan una y otra de estas
ya llegó la hora de ir a la escuelita de fútbol. El espacio formas de aburrimiento. Lamentablemente, la extensión de
atencional se empoThrece. Adam Phil-lips piensa que «El niño diagnósticos 1 rótulo de «déficit atencional», aplicados in­
'being bored' está e�perando descubrir de nuevo su deseo, sin discriminadamente a unos y a otros, esconde la necesidad
la representación co�sciente de un objeto .. . En este sentido, el de estudiar los procesos constructivos de nuevas modalida­
tedio es similar a u�a atención errante». 207 . · des atencionales, así como la génesis de la capacidad aten­
En estas situacipnes, el aburrirse puede aparecer como cional.
una discontinuida� necesaria con el afuera para reencon­ Es imprescindible distinguir el aburrimiento defensivo
trarse con su propio desear, pero también puede ser el (producido por la banalización, el debilitamiento de la autoría
germen donde se ihstale un tedio atencional. de pensar y/o el sentirse a sí mismo poco interesante) de los
Si el mundo se tdrna aburrido, puede ser consecuencia de estados saludables del reposo del pensar que vienen acompa­
estar ante un «estkdo transicional» que conduzca hacia el ñados por una atención diseminada y fluctuante.
encuentro con la capacidad de estar a solas (terreno desde Recordemos que el movimiento entre la distracción y la
donde nace la creatividad) o hacia ser.tomado por el tedio y atención nos permite aprender, pues la distracción, al abrir
aburrirse de sí mi�mo. puertas desconsideradas por la «atención foquista», posibi­
La clínica psicop�dagógica nos ha permitido constatar que lita que el saber nutrido en los espacios de intimidad
el aburrimiento, crtando se instala, opera como una disposi­ multiplique la producción de sentidos.
ción que atrapa el cllespliegue de la actividad atencional. Adam Phillips se pregunta: «¿Cuáles son las situaciones
En los jóvenes qjue consultan por problemas de aprendi­ que el niño establece -las ocasiones que él organiza- para
zaj e y atención obls ervo que pueden presentar un aburri­ tornar posibles los deseos? El tedio, está claro, es preexci­
Jniento reactivo -que podemos llamar tedio atencional- o tación, pero, en cada período de tedio, el niño retorna a esa
un aburrimiento estructural. El aburrimiento reactivo2 08 es pregunta»,2 09 pregunta que también debería nortear la con­
1
206 A. Phillips , Beijo, cócegas e tédio. O inesperado da vida a luz da
sulta psicopedagógica.
Donald Winnicott, en el artículo <<The Observation of
l<}
psicanálise, San Pab , Schwarcz, 1996.
207 Ibíd. i
Infants in a Set Situation»,2 1 0 describe cómo un bebé puede
tl
208 Véase A. Fernán ez, La sexualidad atrapada de la seiiorita rnaes-
209 A . Phillips , Beijo, cócega.s e tédio. , ob. cit.
tra , oh. cit. , y Los idibmas del aprendiente, ob. cit.; tan1bi én R. Rodulfo,
. . .
. .


Trastornos narcisístic s no psicóticos, Buenos Aires, Paidós, 1995.
2 10D. Winnicott, «The Observation oflnfants in a Set Situation», ob. cit.
1
220 221
desinteresarse de (desatender a) un obj eto para poder apro­ lúdico donde se desarrolle el sentido del humor, se flexibi­
piarse del deseo de tomarlo. E stando el bebé en brazos de su licen las exigencias de certeza, se permita el ensayo .. . Un
madre mientras ella conversa con el pediatra, este último encuadre terapéutico, que propicie los espacios de intim.i­
deja, fingiendo distracción, una espátula (baj alengua) so­ dad, dando la oportunidad para que nuestro «atendido» se
bre el escritorio, a fin de observar las actitudes del niño reconozca como ser pensante. Por ejemplo, en lugar de
interesándose por la misma, tomándola, dej ándola, volvien­ insistir con la pregunta: «¿Qué pensás sobre esto?», poder
do a tomarla . . . En esa escenografía, preparada por Winni­ señalarle en diversas situaciones «se ve que, aquí, vos
cott para la consulta clínico-pediátrica, podemos observar pensaste, pues llegaste a esta conclusión» o «hiciste esto de
la actividad atencional del bebé. A su vez, el análisis que esta manera». En síntesis, ofreciendo una escucha que
Winnicott realiza de las diversas actitudes de los bebés pueda responder a partir de lo que el atendido dice o hace,
ante la espátula puede servir para comprender que, en en lugar de responder sobre lo que dijo o hizo.
diversos momentos de la vida ( desde la primera infancia·
hasta la adultez), existen situaciones momentáneas de
«aparente desatención» que no deben adscribirse a alguna Interrelación entre la «capacidad de estar a solas
patología. Situaciones tan diversas y de diferentes signifi­ en presencia de otro disponible»
caciones como el primer momento de elaboración de un y la «capacidad de interesarse en el otro»
duelo, el instante de inspiración creativa o el deseo de
«repensar» su posibilidad de elegir pueden colocar al sujeto Sólo en un ambiente confiable la capacida d de interesa rse
en posición de desatender «al mundo». Entonces, el tedio por el otro puede desarrollarse permitie ndo que al suj eto le
puede ser la respuesta a una situación en la cual hay una interese y le importe lo que le sucede al otro, aceptando la
espátula a ser hallada o, por el contrario, la respuesta a una responsabilidad por sus actos, sin necesidad de inhibir la fuer­
situación con exceso de espátulas ofrecidas y exhibidas que za de la agresividad saludable; pudiendo así, tal como un
inhibe la posibilidad de atender. Podríamos hablar, en este «molino», utilizar esa energía en el jugar, el aprender y el
último caso, de «fatiga atencional». trabajar. Digo también en el aprender, pues interesa rse en
Parecidas reacciones pueden corresponder a opuestas (atender a) los obj etos a conocer supone la simultaneidad
significaciones. La curiosa «pasividad» del aburrirse no nos del esfuerzo que el trabaj o impone y del placer que el jugar
debe hacer olvidar que «en el tedio existe una chispa de una supone. La capacidad de interesarse en el otro es el sustento
fuga del deseo, de una falta de significación . .. ». 2 11 de todo jugar y trabaj o constructivo, así como de la posibi­
El tedio aténcional debe alertarnos sobre la dificultad lidad de pensar y atender. Winnicott lo explica así:
para estar a solas y sobre un debilitamiento de los espacios
de intiraidad. Cuando se establece la confianza en este ciclo benigno y en la
La tarea psicopedagógica ante el tedio atencional se expectativa de las oportunidades, el sentimiento de culpa en
relaciona con descubrir o encender esa «chispa» para, desde relación con los impulsos del ello se modifica aun más, y para
allí, activar la actividad pensante y atencional. ¿Cómo? designarlo necesitamos una expresión más positiva, tal como
Permitiendo que el suj eto se reconozca interesante, valo­ «preocupación por el otro». El infante empieza a ser capaz de
rando y promoviendo sus preguntas, creando un espacio preocuparse por el otro y de asumir la responsabilidad por sus
propios in1pulsos instintivos y las funciones propias de ellos.
211 A. Phillips, Beijo, cócegas e tédio . . . , ob. cit. Esto proporciona uno de los elementos constructivos funda-

222
223
!
mentales del juego y el trabajo. Pero, en el proceso de Los espacios terapéuticos,
desarrollo, lo gue
1
pone esta preocupación al alcance de la la capacidad de estar a solas
capacidad del hiño es la oportunidad de aportar.212 y los espacios de intimidad
1
1
En el niño hay :Pulsion es que lo llevan a cuidar al otro no La importancia del concepto de intimidad es resaltada
como reparación, �ino como una energía primaria que está actualmente por diversos autores,.entre ellos Ricardo Ro­
relacionada con la alegría y la capacid ad de ser solidario. dulfo, quien la considera condición necesaria para el esta­
Genero sidad nb es dar lo que me sobra, ni dar para blecimiento de la zona de juego producida a partir de los
reparar una culp � o un daño infligid o, sino compartir lo que intercambios lúdicos madre-bebé que se van dando en el
tengo, nos decía �ilvia Bleichmar. curso de las diversas prácticas de cuidado.
Según Jorge Gqncalves da Cruz, Si se realizan las tareas de cambiar los pañales a un bebé,
1
1 alimentarlo y hacerlo dormir como trabajo -desconectadas
interesarse enllo otro y en el otro sólo puede lograrse en la de la alegría y del jugar con las miradas, las palabras, los
medida en que ;el sujeto se experimente a sí mismo interesan­ sonidos, las caricias, las sonrisas, las canciones de cuna-, se
te. Esto nadi� puede lograrlo por sí mismo, sino en una
estará obturando la posibilidad de establecer un vínculo
dialéctica del r�conocimiento que requiere de otros significa­
nutricio, un «espacio extraplacentario»214 entre el niño y los
tivos. Si pudiérfnnOS registrar las palabras con que la mayoría
de los niños sqn despedidos por sus padres al momento de padres .
dirigirse a la :escuela, muy probablemente primarían los Es necesario ir creando a posteriori diversos «espacios
«consejos»: «pottate bien, quedate quieto y prestá atención a extraplacentarios» de intercambio simbólico que funcionen
la maestra». ¿(jómo lograr una posición subjetiva, desde el tal como la placenta lo hace, nutriendo tanto al niño como a
lugar de padres, 1
que sepa transferir la importancia de que el. los adultos que lo atienden. Tales espacios operan como
niño en la escqela atienda a sus propias preguntas, valorice superficies transitorias de inscripción y, a su vez, de dife­
sus dudas, abr� su propio espacio de juego y pueda reconocer­ renciación; construcciones mutuas que, como la pal abra
se en sus logrds?2 13 «placenta» hace recordar, crean los placenteros espacios de
1
1 intimidad compartida, espacios que nacen tempranamente
' Concluyendo, �uedo decir que existe una imbricación y precisan desarrollarse durante toda la vida.
entre la «capacid4d de estar a solas en presencia de otro Los niños y j óvenes que llegan a nuestra consulta, deriva­
disponible», la «capacidad de interes arse en el otro» y la dos por «desatención e hiperactividad», en el encuadre
creación de un anibiente de heteroestinta que permita que psicopedagógico pueden recuperar-resignificar los espa­
cada suj eto pued� ' consid
erarse interes ante, singular y cios de intimidad, reconstruyendo la «diferencia entre pen­
respons able. sar-decir-hacer»; a partir de allí, consiguen reconocerse
pensantes y, así, investir libidinalmente los obj etos de
conocimiento, «prestándoles su atención>>.
Sabemos lo amordazador que puede ser para un niño
convivir con adultos descalificadores, pero no se ha insistí-
1

..
212 D. Winnicott, Los procesos de maduración . , ob. cit.
214
213 E xposición oral d' e Jorge Gon�alves da Cruz en un s eminario de E. E n relación con l o que estoy llamando «espacio placentario», ver

Psi. B. A. capítulo 4 de la presente obra.

224 225
do suficientemente en cuán peijudicial puede ser la actitud adolescentes- parecen no escuchar ni prestar atención a
opuesta: adultos que, sin importar lo que el niño produzca, sus padres y/o terapeutas; sin embargo, posteriormente se
están felicitándolo y/o aprobándolo. Esta última actitud puede percibir que sí lo hicieron y, simplemente, necesita­
desvitaliza el aprender y adormece la actividad atencional, ban no mostrar que habían prestado atención y, así, otorgar­
pues obliga a buscar constantemente las referencias fuera se el derecho a darse un tiempo-espacio para «guardar» o
de uno mismo, situando al sujeto en una posición depen­ para distraerse.
diente, por la que sólo podrá reconocer su producción a Nos corresponde, como psicólogos, psicopedagogos y psi­
partir de la mirada del otro. quiatras, realizar un profundo análisis de la singularidad
Cuando el niño se reconoce interesante y rodeado de de cada situación que se presenta .a consulta. Insisto: un
heteroestilna, puede interesarse prestando atención al niü.o o j oven puede mostrarse desatento por múltiples y
mundo y, por lo tanto, a los contenidos enseñados en la completamente diferentes situaciones: como síntoma de
escuela. diferentes patologías o como respuesta reactiva y saludable
Nosotros -desde el lugar enseñante o terapéutico­ ante un «no permiso» para desarrollar la capacidad de estar
también precisamos nutrir la propia capacidad de estar a a solas. Un diagnóstico equivocado, al colocar el mismo
solas para conseguir estar disponibles ante la dificultad o rótulo de «déficit atencional» a una respuesta circunstan­
la imposibilidad de algunos de nuestros atendidos para cial de desinterés, una inhibición cognitiva en ciernes o ya
conectarse con su intimidad; saber crear espacios de inti­ instalada, un síntomá que exprese una situación de abuso o
midad producidos «entre» gestando un cierto estado de violencia familiar, conduce a eximir a la escuela de su
«desestimulación» externa y, desde allí, trabaj ar, sin inten­ responsabilidad de enseñar, a profundizar mecanismos
tar «motivar» ni montar espectáculos para «desaburrir». expulsivos y a dej ar en el desamparo a cantidad de niü.os,
.Cuando se atiende a adolescentes que, como aspecto jóvenes, familias y docentes.
necesario al tránsito por el adolecer, requieren reconstruir Reconociendo la relación entre la capacidad atencional y
y ampliar sus espacios de intimidad, terapeutas ansiosos la «capacidad de estar a solas en presencia de otro disponi­
exigen a veces asociaciones y respuestas a preguntas, inter­ ble», pueden instrumentarse recursos psicopedagógicos,
pretando como resistencia cualquier silencio o respuesta orientar a los maestros para propiciar ambientes que sugie­
«nada» a la pregunta «¿qué estás pensando?». Esto es un ran las cosas sin imponerlas y, principalmente, evitar
error, y especialmente grave cuando se trata de adolescen­ diagnósticos que congelen como permanentes circunstan­
tes o niü.os en tratan1iento psicopedagógico. Ambos, por ciales episodios de desatención o que enmascaren otros
distintos motivos, probablemente necesiten responder síntomas.
«nada» ante diversas preguntas; un nada que no remite a
vacío, sino que puede ser la tentativa de marcar una fron­
tera que les permita «experienciar» su capacidad de estar a Intimidad y comunalidad:
solas en presencia de otro. Necesitan del otro ante quien nutrientes de la capacidad atencional
crear esa «frontera». ¿Para qué? Para poder construir puer­
tas que s� puedan abrir y cerrar cuando ellos decidan. Si no Consideramos espacios atencionales215 los diversos am­
hay nadie del otro lado, no tiene sentido abrir y cerrar las bientes familiares y sociales donde el ser humano va desa-
puertas, como dice Jorge Gon9alves da Cruz.
Por otra parte, a veces, los niños -y, especialmente, los 215 «Espacios atencionales», ver capítulos 1, 2 y 4 de la presente obra.

226 227
rrollando desde él nacimiento su capacid ad atencional. El filósofo italiano Roberto Esposito2 17 realiza un profun­
Éstos funcionan q omo diferenciadores y articuladores en­ do estudio del concepto de comunidad (cum munus), remi­
tre el sujeto y el njledio. tiéndose a las raíces del término.
En la n1edida e1� que los adultos consigamos alimentar y La historia de las palabras es maravillosa, pues nos
continuar desarrdllando nuestras capacid ades de estar a permite rescatar sentidos pet:didos. Así sucede, por ejem­
solas y de interesdrnos por los otros, se posibilitará que las plo, al encontrar que munus, que está en el origen de
socieda des -y, pÓr lo tanto, también los espacio s educati' - «COmunidad», también lo está en el de la palabra «inmuni­
1

vos- vayan reforinulando la comunalidad en reciprocidad dad»: aun la inmunidad no se adquiere rechazando o aislán­
a la nutrición y re � ignificación de los espacio s de intimidad. dose de lo extraño, sino transformándolo en propio. El
En la actú.alida� , inmers os en la «socied ad del espectácu­ vocablo «munus» se refiere a una deuda, un don, un deber,
lo», los espacio s dé intilnidad están sufriendo un constante una tarea en relación con los otros, que nos remite, a la vez,
ataque ; sin emba�go, como el vivir creativamente requiere a nuestra constitutiva alteridad también respecto de noso­
de ellos, observa�os que se están reconfigurando y, a su vez, tros mismos. Además, siguiendo con la etimología, «el cunt
emergen nuevos CY promis orios) espacio s de intimidad que es lo que vincula... o lo que junta . .., el munus del commu­
escapan a la dicotpmía «público o privado». Probablemente nis» , y hace referencia a acción recíproca.218
estemo s también �n los albores de una saludable transfor­ La comunalidad es el espacio donde surge la singulari­
mación de lo públi �o ; dependerá de que cada uno de nosotros dad a partir de la apropiación de diversidades. Al concepto
ponga en juego la potencia atencional de la alegría de la de comunidad le estamos dando el sentido de disposición o
autoría. actitud; por eso, preferimos hablar de comunalidad como
Para comprend�r este fenóme no, debemo s tener en cuen­ una apertura hacia la diversidad que nos habita y en la que
ta que íntimo no �s sinónimo de privado. habitamos ; de ahí el 1nunus como tarea en común ante una
La socieda d industrial burgue sa, colocando como priva­ dádiva que hemos recibido, una superficie de inscripción,
do lo íntimo , fue d � stituyendo o prostituyendo la intimidad.
Tal proceso se fue dando correlativamente con la sustitu­
21 7
R. Esposito, Communitas. Origen y destino de la cmnunidad, Buenos

ción de singularidad por individ ualidad. Se pasó del colec­


Aires, Am.orrortu, 2003.
218
Según Jean-Luc Nancy (en «Conloqium», del libro Communitas . . ,
tivo de la Edad �edia a la individualidad, sin dar lugar a
.

de Roberto Esposito ), «el cum es lo que vincula . . . o lo que junta . . . , el munus


la comunidad, ún�co espacio donde puede surgir la singula­ del communis. El cum latino (avec, en francés) se presta para señalar toda
ridad como consequ encia de la apropiación de diversidades. clase de proximidades complej as , móviles, lejos de reducirse a la mera
Esa singularidad :es la posibilidad humana de incluirse en yuxtaposición: conversar con, casarse con, jugar con [. . . ]. Es siempre una
proximidad, no sólo de· trato, sino de acción recíproca, de intercambio, de
lo universal. :
relación o, al menos, de exposición mutua. No es pura concomitancia: decir
La palabr a «intim idad» incluye en sus orígenes etimoló­ 'con el atardecer acuden otros pensamientos' no equivale a decir 'al
gicos al vocablo «ebtre », a diferencia del término «privado>>, atardecer acuden otros pensamientos'. El cum vincula el munus al reparto
que encuentra en i sus orígenes los sentid os de 'privar', 'en de una carga, de un d eber o de una tarea, y no la comunidad de una
secreto ', 'a escondi!das';2 16 por eso lo privado, entendido como sustancia [. . . ]. El cwn p one juntos . . . , pero no es un mezclador, un

privativo, con1o p0sesión excluyente del otro, se opone a lo


ensamblador, un afinador ni un coleccionista. Es un 'respecto de . . . ', un to­
mar en cuenta, una mirada de atención o de interés . . . , condición de
público. : coexistencia d e singulares finitas , entre las cuales a lo largo, al borde, en
i los límites, entre 'afuera' y 'adentro', circula Indefinidamente la posibili­
21 6 J. Coromin as, D(.ccion ario critico etimológico . , ob . cit.
. .
dad de sentido».

229
228
que se sitúa «entre», en espacios intersubj etivos, espacios de
en terreno de lucha en el cual, para triunfar, se debería
diferenciación.
lograr que los demás fracasen). E sto trae como consecuen­
·

Esposito trabaj a con una noción de «comunidad» radical­


cia confundir singularidad con individualidad, de manera
mente distinta a las difundidas en la actualidad, y advierte
que cada ser humano pasa a ser un individuo (indiviso), por
que «'comunidad' no se refiere a las pequeñas patrias a las que
lo tanto, catalogable y clasificable junto con otros que pre­
dirigen la mirada nostálgicamente los nuevos y viejos comu­
senten características similares . Los rótulos psicopatolo­
nitarismos». Ni intimidad ni co1nunidad se refieren a una
gizantes no son ajenos a este proceso, sino que participan en su
sustancia, ni deben estar divorciadas, como algunas postu­
construcción. Recordemos que la exclusión comienza en
ras hoy pretenden. La «comunidad» no es ni debe ser enten­
esos modos de diagnosticar.
dida como un territorio que se deba defender y separar de
Al considerar al individuo como indivisible -sin tomar
quienes no son p arte suya.
en cuenta que cada ser humano es singular a partir de
reconocerse en la diversidad que lo habita y en la que
habita-, se propone la política de la segregación, de la
La intimidad privatizada
exclusión de aquel al que se le hace asumir la condición del
«diferente».
Las modalidades atencionales van modificándose con los
Insistamos : íntimo _no es privado.- Singularidad no es
materiales provistos por los ambientes; éstos, en las últi­
individualidad. Lo público y lo íntiino se diferencian pero
mas décadas, están cambiando a un ritmo vertiginoso, que
no se oponen. Lo singular y lo colectivo necesitan uno del
afecta los espacios de intimidad.
otro.
En la década del 90 asistimos, en la mayoría de nuestros
Cuando se tiende a privatizar la intimidad -volviéndo­
países, a un violento proceso de privatización de los espa­
la, paradójicamente, un espectáculo-,21 9 los espacios de
cios públicos y los recursos de la humanidad; en consecuen­
intercambio y diferenciación público-íntimo se borran, di­
cia, los espacios de intimidad se empobrecieron y recibieron
ficultando los límites necesario s al desarrollo de la capaci­
el embate de la tendencia a la exhibición.
dad atencional.
El deterioro de los espacios públicos y la bulímica am-
Evitando la confusión entre lo privado y lo íntimo encon­
·

pliación del espacio privado obedecieron a intereses políti­


traremos la singularidad de la intimidad y, a su vez,
cos y económicos del capitalismo.
podremos comprender la relación vital entre intimidad y
La absorción de lo íntimo por lo privado no e s inocente, ya
co1nunalidad. Así como no puede desarrollarse la «capaci­
que tratar lo íntimo co1no privado conduce simultáneamen­
dad de interesarse en el otro» sin el desarrollo de la «capa­
te a desconsiderar los espacios de intimidad y a restar
cidad de estar a solas en presencia de otro disponible», del
importancia a lo público y lo comunal. La reducción de lo
mismo modo intimidad y comunalidad se necesitan.
público y lo comunal ataca también a los espacios de intimi­
Lo privado puede llevar al esconder, proquciendo las
dad. Movimientos que sólo en apariencia son contrarios. Si
consecuencias del secreto y lo escondido (para quien es con­
lo íntimo se transforma en privado, y lo privado, para su
de y para quien es excluido). Por el contrario, lo íntimo, al
existencia, debe retirar su sustancia de lo público, entonces
nacer en lo comunal , tiende al guardar , a cuidar y a estable­
la extensión indiscriminada de lo privado va reduciendo
cer límites, del mismo modo en que la piel de nuestro cuerpo
simultáneamente la intimidad (exigida a vivir de las apa­
riencias) y la comunalidad (convertida imaginariamente 219 P. Sibilia, La intinúdad cmno espectáculo . . . , ob. cit.

230
2� 1
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convoca la caricia.! Decimos «amigos íntimos», mostrando y, para ello, la fluctuación atencional (entre el suj eto y el
que lo íntimo no es j algo que está en el interior de cada uno, ·
mundo, el conocimiento, la información y el saber) es nece­
sino una construc�ión que se establece vincularmente. saria.
Los espacios de fntimidad,220 lugares donde se inscriben
las huellas de la pr;e sencia en la ausencia del amigo, posibi­
litan la permanen�ia en los vínculos con otros más allá de Comunalidad e intimidad
su presencia físic�. se reatroalimentan
Sara Pain seña�a algo que precisamos tener en cuenta:
«Hay que subrayar! que lo que más atenta contra la simpatía Realizando una apretada síntesis de lo que vengo desarro­
y la comprensión de otras sensibilidades son las tan menta­ llando , diré que , en la actualidad, la creciente privatización
das raíces identita�ias y las identidades comunitarias, que de lo público (educación, salud, medio s de comunicación,
actúan como las *nteoj eras que los domadores ponen al recurs os naturales, conocimientos . . . ) viene acompañada de
costado de los ojos idel caballo para evitar que vea otra cosa un cercenamiento de lo íntimo . La intimidad no es opuesta
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que n� sea el camip.o que se le ha trazado».22 1

a la comunalidad; por el contrario, se retroalimentan. Lo


Múltiples «otro � » nos constituyen . L a singularidad es priva do, como privativo y excluyente del otro, sí lo es.
una construcción permanente, en constante tensión crea­ · Las capac idade s de estar a solas . . . , de interesarse en el
tiva entre diversidades internas y externas al suj eto. otro y de estar en barbe cho son cap acida des que, situad
as
Dialogar con los j múltiples . otros. que nos habitan es en el espac io lúdico , se entre lazan con la capacidad aten­
condición p ara opbnerse a las tendencias excluidoras de cional.
todo aquel que njos es diferente. La actitud de excluir La privatizació n de los espacios públicos atenta contra la
necesita colocar las diferencias afuera, como si los sujetos disposición a la comunalidad, pues supon e a los seres
humanos fué sem�s individuos indiviso s . Cuando no nos huma nos como individuos aislados , organismos sin cuerpo
reconocemos en las multiplicidades
. . que nos habitan, ni alma que los constituyan, organismos ahistóricos, ajenos
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perdemos la autotría y precisamos colocar una supuesta a los avatares de la cultura.
homogenea en un nosotros · excluidor de los
sustancia homog�nea Como conse cuenc ia del estrechamiento de lo íntimo y el
e* tonces , «nosotros» como s i fuese una
otros . Se dice, entonces, cercenamiento de lo públic o, se va identi ficand o enseiianza
sumatoria de varios «egos» indivisible s y unidos por una con entrenamiento y consid erand o a los agentes de salud y
supuesta comuniÓn en una «Comunidad de iguales» . Tal educación como técnic os (enton ces, toda distracción y sali­
«nosotros» niega liasta el propio pronombre en español, el da de la «norma» debería ser medic ada).
cual no permite i�cluirnos en un «nos» sin nombrar a los Masu d R. Khan advierte que,
otros (nos-otros). ¡
Si fuésemos inc{ividuos indivisos, la atención focalizada en este celo excesivo por rescatar y ayudar al individuo, tal
sería suficiente. � a singularidad se construye socialmente vez hayamos pasado por alto algunas de las necesidades
básicas de la persona, como, por ejemplo, estar en intimidad,
dp
220 Según la Encicl edia Espasa-Calpe, la p alabra «intimidad» remi­ ...
en un estado de no integración y en barbecho [ ]. Se ha
:
te, cuando se hace verb o «intimar», a tres acepciones : 1) hacer saber alguna desarrollado una preocupación intrusiva por el bienestar del
cosa; 2) introducirse uina materia por los poros o espacios huecos de otra; individuo que, en lugar de promover su crecimiento personal,

y 3) introducirse en e afecto o ánimo de uno . lo-está convirtiendo en un parásito despersonalizado y en una
..
22 1 S. Pain, E n sentido figurado . , ob. cit.
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!

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víctima a la que sólo le ofrecen habilidades y esfuerzos Capítulo 13
programados al alcance de la mano. 222 CONTEXTOS ACTUALES Y CAPACIDAD
ATENCIONAL
Contamos con saberes , recurso s y posl.bilid ades que per­
miten resistir el cercenamiento de los espacio s de intimi­
dad; espacios de intimidad que estamos considerando nece­
sarios para el desarrollo de la capacid ad atencional y su
posibilidad de dispersi ón creativa sin fragmentación.

Nuevas superficies de inscripción

La cultura es constitutiva de lo inconsciente. El otro está


· inscripto en nosotros, decía Silvia Bleichmar ... Los diversos
momentos históricos van creando modos de subj etivación
diferentes.
El pensar requiere una superficie donde situarse, un
«dónde» intersubjetiva en el cual apoyarse. Así lo enuncian
las dos preposiciones «en» y «Sobre» que, en nuestras len­
guas latinas, utilizamos para situar el verbo «pensar»:
«estoy pensando en . . »; «estoy pensando sobre . . . ». Esos «dón­
.

des» son soportes intersubj etivos -en los que se apoyan las
acciones de pensar y atender-, pero tienen también una
sustancia material localizable en algún espacio físico. Mu­
chos de esos soportes están p as ando a ser virtuales o
móviles. Un ejemplo lo aporta el pasaj e rápido del teléfono
de línea al teléfono móvil. Poco tiempo atrás, quien llamaba
a un teléfono fijo podía, antes de escuchar la voz , situarla ya
en una determinada superficie. Hoy, cuando nos comunica­
mos con un celular, la primera pregunta que surge es:
«¿Dónde estás?», y precisamos esa respuesta p ara encua­
drar nuestra conversación. «¿Dónde estoy?» es, también, la
primera pregunta para encuadrar nuestra atención. Los
adolescentes crearon una respuesta instigadora: «No estoy
222 M . Masud R. Khan, Locura y soledad . . . , ob . cit. ni ahí». Y nosotros , ¿dónde estamos?

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