En administración de empresas, se conoce como dirección a una de las etapas
más importantes del proceso administrativo, en la que se aplica el conocimiento adquirido para llevar a cabo una toma de decisiones pertinentes. La dirección administrativa es una labor complicada y de alta responsabilidad, que generalmente llevan a cabo gerentes y otras figuras de liderazgo y autoridad dentro de las organizaciones, y que tiene como objetivo garantizar que los objetivos trazados de antemano se cumplan, lo cual significa lidiar con imprevistos, corregir sobre la marcha el funcionamiento de la organización y a menudo tomar decisiones estratégicas. Por esta razón, la dirección está muy emparentada con el control y la retroalimentación dentro del proceso administrativo: únicamente manejando la información necesaria y surgida de la evaluación del funcionamiento de una organización, se podrán tomar decisiones informadas y sensatas que tengan una mayor probabilidad de éxito. Es por eso que la conducción empresarial no es demasiado distinta de la conducción política de una nación, aunque ambas cosas manejen elementos muy diferentes y tengan principios distintos. Importancia de la dirección como proceso administrativo La dirección es vital para el correcto funcionamiento administrativo. Ella se ocupa de ejecutar los lineamientos proyectados en fases previas (planeación y organización) para obtener de la estructura organizacional el mejor desempeño posible. Una buena dirección es clave no sólo en la previsión y anticipación empresarial, sino en la motivación del capital humano, a través de una comunicación eficiente, de una conducción sensata y de un espíritu alejado de la tiranía y otros defectos humanos. Una buena conducción administrativa, de hecho, comprende el proceso administrativo como un todo organizado y jerarquizado, y está capacitada para llevar a cabo los cambios oportunos que lo hagan perdurar o que lo aproximen al cumplimiento de sus objetivos concretos. Cualquier proceso administrativo sin dirección es propenso al desorden y a la desintegración. ¿Qué es el liderazgo? El liderazgo dentro de una empresa se presenta cuando un directivo, a cargo de un grupo de personas, tiene la habilidad para influir de manera positiva en la gestión y en el logro de objetivos marcados en una organización. A partir del liderazgo y la toma de decisiones, la meta principal es aumentar los beneficios tanto para la empresa como para los trabajadores. 10 características o habilidades del liderazgo 1. Autenticidad 2. Comunicación 3. Visión del futuro 4. Compromiso 5. Agilidad de decisión 6. Inteligencia emocional 7. Capacidad de análisis 8. Negociación 9. Inspiración 10. Profesionalismo ¿Cómo influye el buen liderazgo en una empresa? Aunque una empresa funciona como una gran máquina en la que todos los engranajes son importantes, es un hecho que las empresas más exitosas en el mundo deben muchos de sus logros a las decisiones que sus líderes han tomado al frente de sus negocios. Finalmente, un líder es quien dirige, orienta y supervisa todos los esfuerzos del equipo, por eso la relación con sus subordinados es fundamental tanto para la obtención de logros como para plantear soluciones ante cualquier problemática. Las organizaciones dependerán siempre del liderazgo de sus dirigentes para crecer y mantenerse, ya que son los encargados de desarrollar al máximo el potencial de la empresa y de sus trabajadores. Algunos otros beneficios de contar con un buen liderazgo empresarial son:
Visión a largo plazo. Nadie tiene más claro el propósito de la organización
que un líder, por eso puede identificar retos y oportunidades, planificar a futuro y dirigir a la empresa hacia el éxito. Comunicación eficaz de objetivos. Un líder transmite con claridad las metas y los pasos a seguir para alcanzarlas, porque sabe que sus colaboradores confiarán más en él y seguirán si saben a dónde van. Equipos de trabajo sólidos. Las habilidades competitivas de un líder, le permite guiar al personal a desarrollar todas sus habilidades, cumplir objetivos y obtener mejores resultados. Mayor rendimiento del personal. Con el aumento de la productividad de los colaboradores, se alcanzan los objetivos a corto, mediano y largo plazo, aumentando la competitividad de la empresa. Motivación dentro de la organización. Cuando se realizan las actividades con entusiasmo es más fácil alcanzar las metas. Esta es la razón por la que un líder mantiene un buen clima laboral, buscando que sus colaboradores se sientan felices y cómodos de trabajar dentro de la empresa. Detección de talento. Un líder tiene un amplio conocimiento de las habilidades y áreas de oportunidad de cada uno de los trabajadores, por lo que sabe cómo utilizarlas en beneficio de la empresa, es decir, gestiona el talento humano para ser más competitivos. Herramientas para mejorar el desempeño. Al conocer ampliamente el funcionamiento de la empresa y cómo ejecutar con precisión la mayoría de las tareas, un líder puede detectar problemas en los procesos, orientar al respeto y ofrecer sugerencias para corregirlos. Con liderazgo se puede influir positivamente en el comportamiento de los trabajadores, manteniéndolos motivados a mejorar en cada una de sus áreas y cumplir con los objetivos organizacionales, objetivos que de no cumplirse pondrían en peligro la estabilidad de la empresa.