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El galllego/ Tenerife/ el sueño cumplido de una manera un poco morbosa

Estamos todos en la Isla, como el quería, cuando luego de recorrer solo sus lugares de su

infancia salto a Tenerife y ahí decidió que era el lugar en el mundo para toda la familia.

La gente de la isla tiene un paso liviano junto con un olor a barro. El aroma que emna esa

mezcla de tierra y agua, tiene otro color y aroma, porque la base de la tierra es arcilla.

La finca donde se instaló mama luego de formar pareja, es un lugar que no llegaste a conocer y

calculo por tu espíritu andariego, que no te hubieras adaptado, porque simula muy bien una

prisión.

Te imagino en los huertos que no llegaste a conocer con el cigarrillo pegado a los labios y un

ojo cerrado para atajar el humo.

Tu rostro era bipolar, poseía una afabilidad extrema, y por el otro lado, una mirada helada

como un tempano, cuando algo te parecía que estaba mal. Detrás de tu rostro y todas tus

máscaras se asomaban sin tapujo tus dolores y angustias, escabulléndose por entre tus

sonrisas burlonas.

Difícil intentar caminar al mismo ritmo, hoy me cuestiono si era porque tu andar era ligero o

porque no definías tu curso de antemano. Quizás cuando nos volvamos encontrar allá donde

te encuentres, podamos caminar a la par.

De todos los lugares de territorio español, fue para las Islas Canarias que decidiste ir. Son siete,

pero en nuestro recuerdo la isla es una sola, sin nombre propio ni coordenadas. Solo es cierto

que allí decidiste quedarte cuanto subiste al banquito marrón para poner tu cuello dentro el

lazo de la soga.

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