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EL DIVORCIO

En la escena se presentaran varios elementos que sean fáciles de sacar de escena y

volver a colocar, (ventilador, lámpara de pie, mesa, sillas, jarrones, televisor chico etc.)

en el centro dos sillones y una mesita ratona, sobre un costado otra mesa ratona con

un cuadro encima.

PRIMER ESCENA

FRANCISCO: (entra con gran alegría, cantando, bailando, trae una botella de cerveza)

¡¡¡Me divorcie, me divorcie!!! (Mucha risa) ¡Soy libre! (gritando) ¡Soy libreee! (se sienta

y pone los pies sobre la mesita y toma de la botella, hablando como si su esposa

estuviera ahí). ¡Tengo los pies sobre la mesa! ¿Y qué? ¡Tomo cerveza! ¿Y qué? ¡Decime

algo! ¡Bruja! Aquí mando yo, voy a mirar futbol todo el día. (Muy irónico). ¿Puedo? Voy

a salir y entrar cuando yo quiera sin darle cuentas a nadie, porque soy libre, libreeee.

(Se para y va hacia la cocina, se detiene y piensa). Bueno tengo que cocinar, ¿qué

haré? (se rasca la cabeza). No se cocinar, tengo que lavar la ropa y no sé cómo se

prende ese aparato. (Se sienta y arrepentido) ¡¡¡Me apresure, me apresure!!! Para que

me divorcie. ¿Qué hago ahora? (muy enojado). Esta bruja hacía todo, nunca aprendí a

hacer nada, o mejor dicho, no me enseño. Mi mamá tampoco, pero era mi mamá y me

cuidaba (nuevamente hablando como si su esposa estuviera ahí). Pero vos lo hacías

por ¡Envidiosa! ¡Egoísta! Mirá lo que lograste, lograste hacer un hombre inútil.

¿Estarás feliz? Pero sabes una cosa, ¡No me importa! (ríe mucho). ¡Soy libre! (queda

serio). ¡Que lo parió no va ser fácil! (Entra Manuel el amigo).


MANUEL: ¡Te felicito loco! Te divórciate, lo lograste nomás. ¿Estás contento?

FRANCISCO: ¿Y qué te parece a vos? Entro, salgo, me siento me paro, hago lo que

quiero, estar divorciado es ser libre, libre como el aire.

MANUEL: Que suerte.

FRANCISCO: (lo mira serio). ¿Por qué decís que suerte?

MANUEL: Porque estás contento, porque te divorciaste.

FRANCISCO: ¿Vos estás divorciado?

MANUEL: ¡No que voy a estar!

FRANCISCO: Entonces hablás al pedo, no sabés lo que es, ¡Es un desastre!

MANUEL: Pero no me decís que sos libre, que haces lo que querés, que te parás te

sentás, que entras salís, que sos feliz, y ahora me decís que es un desastre. ¿Quién te

entiende?

FRANCISCO: Para saber lo que siente un divorciado tenés que estar divorciado, y vos

no sabés, no tenés ni la más mínima idea de lo que es.

MANUEL: Pero yo me pongo contento por vos, ya no soportabas más a tu mujer,

querías divorciarte y bueno lo lograste, tenés que estar feliz.

FRANCISCO: ¿Vos sabés cocinar, encender esa máquina para lavar la ropa?

MANUEL: ¿Quién no sabe?


FRANCISCO: ¡Claro! Vos sabés porque te enseño tu mujer. ¡Que vivo! Porque tu mujer

no es como la mía que nunca me enseño un carajo, todo lo hacía ella.

MANUEL: Pero te estás haciendo un drama por nada, mirá encender la maquina es una

simpleza y cocinar (se ríe). ¿Cómo no vas a saber hacer un huevo frito, un churrasco?

¿No serás tan inservible?

FRANCISCO: ¡Bravo! Te voy a aplaudir, sos mi amigo o mi enemigo, en lugar de

ayudarme me insultas, me decís que soy un inservible.

MANUEL: ¡No! para un poco, yo vine a compartir tu felicidad de que conseguiste el

divorcio.

FRANCISCO: El divorcio no es para cualquiera, por ejemplo: vos cocinás, lavás ¿Me

entendes? ¡Vos si estás preparado para divorciarte! Pero yo no (levanta las manos al

cielo y casi con rabia) ¡Este mundo está echo al revés! (lo señala con el dedo índice).

Vos tendrías que haberte divorciado y no yo. ¡¡¡Hicimos las cosas mal!!! ¡¡¡Hicimos las

cosas mal!!!

MANUEL: ¿Hicimos? Vos hiciste lo que hiciste porque vos querías, que me decís a mí

“hicimos”.

FRANCISCO: ¡Ahh! Qué bien “mi amigo” me echa las culpas a mí.

MANUEL: Yo no te echo las culpas de nada, pero la decisión la tomaste vos. ¿Qué

tengo que ver yo? Además que problema te haces. ¿No sabés cocinar? Comprá comida

echa. ¿No sabés lavar? Lleva la ropa a un lavadero. ¿Por qué tanta complicación?
FRANCISCO: Muy fácil, compro comida echa, ¡Muy bien! Y la gente que va a decir, es

un desgraciado no se sabe cocinar, llevo ropa al lavadero, y que van a decir, pobre

infeliz su mujer no le lava la ropa.

MANUEL: ¿Qué mujer? No tenés mujer, sos un hombre que vive solo, que está

divorciado. ¿Entendés?

FRANCISCO: Si estoy divorciado, pero no tenés que recordármelo a cada rato, vivo solo

¡Sí! Pero no tenés que andar diciéndomelo, porque ahora no quiero estar solo ni

divorciado.

MANUEL: Bueno no te preocupes en un par de meses se te pasa todo, conseguís otra

mujercita y listo.

FRANCISCO: Pero vos tenés aserrín en la cabeza, me acabo de separar porque no

aguantaba más a mí mujer y vos querés que traiga otra.

MANUEL: ¿Pero no me decís que no queres estar solo?

FRANCISCO: ¡Quiero estar solo! Para que nadie me mande ni me diga que debo hacer

o dejar de hacer (confundido), pero alguien tiene que hacer las cosas que yo no sé.

MANUEL: Poné una empleada, te limpia la casa, cocina, lava y vos haces lo que se te

antoje.

FRANCISCO: ¡Ah! ¿Y la gente que va a decir? “Mirá este atorrante dejo la mujer y ahora

tiene una empleada jovencita” ¡¡¡Es un sinvergüenza!!!


MANUEL: ¿Por qué tiene que ser joven? Empleas a una señora mayor y nadie va a decir

nada.

FRANCISCO: Ahora si estoy convencido que sos mi amigo. ¿Querés que meta una vieja

en mi casa?

MANUEL: ¡Esperá un poco! ¡Tranquilízate!... no hay ninguna posibilidad de que hables

con tu esposa y reviertan la decisión del divorcio y vuelvan a estar juntos.

FRANCISCO: Vos estás bien loco, no sabés lo que luche para divorciarme y vos me decís

que vuelva con mi mujer. ¡¡¡Estás re loco!!!

MANUEL: Es que quiero ayudarte y no sé cómo, no sabés cocinar y no querés comprar

comida echa, no sabés lavar y tampoco querés llevar la ropa al lavadero, una empleada

joven, “la gente habla” una vieja, no querés (Se ríe mucho). ¡¡¡Ahhh!!! Ya tengo la

solución, comprate un robot y listo.

FRANCISCO: Decís que me querés ayudar y me estás tomando el pelo. (Sin previo

llamado entra Carmen, esposa de Francisco).

CARMEN:¡¡¡Ahhhaa!!! Ni dos horas del divorcio y ya de joda con los amiguitos (a

Manuel) y vos seguramente habrás venido a pedirle consejos.

MANUEL: No no, yo solo vine a, bueno la verdad no se a que vine, no hay quien lo

conforme.

FRANCISCO: Momentito señora, ¿Con qué permiso entró usted a mi casa?

CARMEN: ¿A mi casa? No me hagas reír, vine a buscar mis cosas, ¿O te pensás que te

voy a dejar todo? (Sale hacia el interior de la casa).


FRANCISCO: No sé para qué quiero tus cosas. (Se sienten ruidos fuertes).

MANUEL: (intrigado). ¿Qué estará haciendo? (preocupado), te va a romper todo, las

mujeres cuando se divorcian se ponen malas.

FRANCISCO: Dejala que haga lo que quiera, va a ser la última vez que la voy a ver y oír.

MANUEL: Yo no me aguanto, voy a ver que está haciendo. (Al mirar sin salir de escena

recibe una gran sorpresa). ¡¡¡Ay mi Dios!!! Tiene un camión atracado en el fondo y

están sacando cosas por la puerta de la cocina, ya cargaron el lavarropas, la cocina, el

microonda. (Se asusta). ¡¡¡Guarda guarda, viene para acá!!!

CARMEN: Te voy a dejar la heladera porque mamá tiene, la cama también te la dejo,

las mesitas de luz y el ropero me los llevo, y estás cosas (señala casi todo lo que hay en

escena), las compré antes de casarnos así que son mías. (Comienza a sacar los artículos

mira a Manuel) Dale vos ayúdame. (Saca el cuadro de la mesita ratona y lo pone en el

suelo, Manuel no sabe qué hacer).

FRANCISCO.¡¡¡Pará loca de mierda me estás desvalijando la casa!!!

CARMEN: No señor, solo llevo lo que es mío, el abogado me dijo que la mitad me

corresponde. (Sale con la mesita y con lo que pueda llevar).

FRANCISCO: ¡¡¡Pará ché!!! (Ella no lo escucha).

MANUEL: (que ha estado dudando que hacer). Y bueno, después de todo para que

querés la cocina si no sabés cocinar, y el lavarropas deja, si no sabés encenderlo y el

ropero, para la ropa que tenés te alcanza con la cómoda.


FRANCISCO: ¡Callate! No has dicho una sola palabra como la gente desde que viniste.

(Están sentados en los sillones, Carmen vuelve).

CARMEN: (le hace señas a Francisco para que se levante) Vamos, arriba, tenemos dos

sillones así que uno es mío, vamos levántate que me lo llevo. (Lo toma de la hombrera

y lo pone de pie y le dice a Manuel). ¿Y me vas ayudar o no? Dale lleva este sillón.

(Manuel siempre con cara de asombro y dudando sale con el sillón Carmen lo sigue).

FRANCISCO: (ha quedado solo). Que alguien me explique cómo es esto, yo me quería

divorciar de mi mujer no de mis cosas. (Vuelve Manuel).

MANUEL: Me voy con tu mujer, perdón aclaro, tu “ex mujer”.

FRANCISCO: ¿Cómo qué te vas con mi mujer?

MANUEL: No entendiste, tu mujer no, tu “ex”, voy a ayudarla a descargar las cosas,

pero venimos en un rato tiene otras cosas que llevar.

FRANCISCO: ¿Pero no me dijiste que habías venido a acompañarme y ahora te vas a

ayudarla a ella? ¿Y qué más va a llevar? Ya que la vas a ayudar decile que me deje algo

por lo menos.

MANUEL: Quedate tranquilo, que va a llevar lo que le corresponde como marca la ley.

(Le toca el hombro). Afloja los nervios, me dijo que se va a llevar todo lo que es de ella

y si puede más. (Gira para irse y vuelve sobre sus pasos). Eso si en ningún momento

dijo nada de llevarte a vos, (se ríe agarra la botella de cerveza, la mira). Queda un

poco, la llevamos porque con este trabajo a Carmen y mí nos va a dar sed. (Sale).
FRANCISCO: (se pasea nervioso y desorientado) ¡¡¡Ahí tenés con el divorcio!!! (Vuelve

Carmen).

CARMEN: (se saca el anillo de compromiso y se lo da). Tomá esto es tuyo, sin bien me

lo regalaste ya no lo quiero más. (Haciéndose la coqueta), además ese anillo ahora me

compromete. (Sale).

FRANCISCO: (desilusionado). Mirá que bien, se llevó todo y ahora me deja el anillo,

decime vos para que quiero el anillo. (Mira el anillo).

APAGÓN

SEGUNDA ESCENA.

(Al comenzar la segunda escena todas las cosas están exactamente en el mismo lugar

del comienzo. Con un efecto de humo aparece Francisco dormido en un sillón, no

tendrá la botella de cerveza. Entran conversando muy animadamente Carmen que se

ha cambiado de vestuario y Marta esposa de Manuel, Francisco despierta sorprendido

y con rabia).

FRANCISCO: ¡Alto ahí señoras! No les han enseñado a tocar el timbre antes de entrar a

una casa. (A su esposa) Y ahora vos ¿Qué es lo que querés? ¿Te parece qué te llevaste

poco?

CARMEN: (lo mira asombrada casi asustada). ¿Qué decís? ¿De qué hablás? ¿Estás

borracho, qué te pasa?


FRANCISCO: ¡Ah! Ya se querés el anillo, seguramente lo vas a vender, tómalo para que

me sirve. (Lo busca en todos los bolsillos y no lo encuentra). ¡Pero carajo! ¿Adónde lo

dejé?

CARMEN: ¡Francisco! ¿Por favor qué te pasa? Decime ¿Qué cosas me llevé? ¿Y de que

anillo me hablás? (le muestra la mano con el anillo).

FRANCISCO: (como haciéndose el gracioso) ¡¡¡Ayyy! ¿De qué cosas me hablás? Me

desvalijaste la casa con el marido de esta (señala a Marta), y tenés el rostro de

preguntar.

MARTA: (muy sorprendida). ¿Con mi marido? ¿Estás seguro Francisco lo que estás

diciendo?

FRANCISCO: Seguro es poco, me llevaron todo. (Sin mirar) Me dejaron aquel cuadro en

el suelo y este sillón. (Él no se ha percatado que está todo en su lugar).

MARTA: (enojada encara a Carmen). ¿Qué te fuiste con mi marido? ¿Ahh con qué vos

sos mi amiguita del alma? Y estás saliendo con mi marido.

CARMEN: (desesperada y desorientada). ¡¡¡No no!!! Pará, acá hay una confusión, te

juro Marta que no sé nada de lo que está diciendo Francisco. (A Francisco). ¿Vos te

drogaste?

FRANCISCO: Seguro, ahora no sabés nada, pero bien que le decías a Manuel, “ayúdame

con esto con lo otro” hasta la cerveza me llevaron y se fueron los dos juntos.

CARMEN: Yo no sé qué te pasa, pero te tiene que ver un doctor. (Al decir doctor entra

Manuel, también con otra vestimenta).


MANUEL: (asustado). ¡Un doctor! ¿Qué pasó? ¿Para quién?

MARTA: (lo toma de un brazo y lo sacude). Para vos desgraciado, te voy a moler a

palos. ¿Así qué de romance con mi amiguita? Te la dabas de amigo de Francisco y no

solo salís con su mujer sino que además le llevaron todas las cosas de la casa.

MANUEL: (sacándose de encima a su esposa con un brusco movimiento). Pero estás

todos locos. ¿De dónde sacaron esa historia? (tímida sonrisa). Yo de romance con

Carmen, ustedes estás bien locos, yo a Carmen no la veía hacía como dos o tres meses,

y a visitar a Francisco ni me acuerdo el tiempo que hace.

MARTA: Sos un atorrante, hasta las respuestas aprendidas tenías.

MANUEL: ¿Qué respuestas? No entiendo de que hablan, no entiendo un carajo lo que

está pasando. No sé para qué mierda se me antojo venir justo hoy.

MARTA: ¡Ah claro! Era mejor no venir, no sabías que se iba a descubrir todo, y ahora te

haces el que no sabés nada y le querés sacar la nalga a la jeringa. ¡Sinvergüenza!

CARMEN: (tratando de calmarla). Escucha Marta, por favor, él no te miente es verdad

lo que te dice, aquí el que está mal es Francisco.

MARTA: Vos lo defendes y le cargas el carro a tu marido y me decís que “El que está

mal es Francisco”¡¡¡Y seguro que está mal!!! ¿Qué querés que salte de contento?

Siendo que su mejor amigo y su mujer son amantes y encima le desplumaron la casa.

CARMEN: (siempre tratando de poner calma). Por favor, aquí hay una gran confusión,

la verdad no sé qué le sucede a Francisco, si tomó algo, si ve alucinaciones o se

imagina cosas sin sentido, es que no sé de dónde saca todo lo que dice.
MARTA: No te hagas la santa y deja de echarle las culpas a tu marido.

MANUEL: Pero, a ver vos (encara a Francisco). ¿Decime que cosas nos llevamos y

cuándo?

FRANCISCO: Pero vos sí que tenés rostro de piedra, apareciste aquí con la excusa de

felicitarme por el divorcio y te me viniste con todo preparado, para que llegara está.

(Señala a su mujer), y me dejaran sin nada.

MARTA: Yo me voy de aquí, si hay algo que no soporto es infidelidad. (Se dirige a su

marido). Y vos y yo tenemos que hablar muy claro, pero en casa. (Lo toma de un

brazo) ¡Vamos!.

MANUEL: (sin saber qué hacer, totalmente confundido). Si si, vamos y claro que

tenemos que hablar. (Casi con miedo). Marta, mi amor, aquí hay un error. (Salen).

CARMEN: (enfurecida). Y decime vos ¡Sinvergüenza, atorrante!, así que pensabas

divorciarte y nunca me dijiste nada y además armaste esta novelita para quedar como

víctima.

FRANCISCO: ¡Qué novela ni que novela! Te llevaste todo, hasta mi amigo se fue con

vos.

CARMEN: (a punto de explotar de rabia). ¡¡¡Haber grandísimo desgraciado!!! ¿Qué

cosas te faltan?

FRANCISCO: ¡Ah! Pero vos sos campeona, si tengo que decir cara dura te nombro a vos

y listo. Mirá te llevaste el microondas, el lavarropas, el ropero, las mesitas de luz, la

cocina, la mesita, que todavía me dejaste el cuadro en el suelo. (En ese momento mira
y se da cuenta que la mesita está, y va nombrando cada cosa con gran asombro y

lentamente porque todo está en su lugar) “El ven ti la dor, la lám pa ra de pi ee, el te le

vi sor, la me sita, un si llón. (Esboza una sonrisa que delata su confusión, se rasca la

cabeza). ¿Qué pasó acá?

CARMEN: (gritando). ¿Háblame claro que es lo que pretendes? Inventas historias sin

sentido, me hiciste pelear con mi amiga, lograste que Marta y Manuel se disgusten

entre ellos, todo porque querés el divorcio ¡¡¡Muy bien!!! Yo misma haré los tramites,

y tenés razón voy a ver un abogado y te voy a dejar en bola, me entendiste, “Bien en

bolas” (se da media vuelta para irse y vuelve, se saca el anillo). Tomá (irónica), me

compromete. (Sale).

FRANCISCO: (se sienta se golpea la cabeza se pellizca). La gran pucha, ¡No puede ser!

Tengo que estar soñando (piensa). O habré soñado lo del divorcio y todo eso, si seguro

que lo soñé y mirá el relajo que se me armó. Hasta soñando es complicado divorciarse.

APAGÓN

TERCERA ESCENA

En escena aparece sentados en los sillones Marta y Manuel y en dos sillas Francisco y

Carmen.

CARMEN: Aquí nos tenés a todos reunidos, ahora explícanos bien. ¡Pero bien claro!

toda esa ridícula historia que armaste.

MANUEL: Yo la verdad no he dejados de pensar día y noche. ¿Cómo y por qué? de este

invento tuyo. Con Marta hablamos, trato de explicarle por momentos me cree y por

momentos se pone furiosa.


Marta: Por momentos te creo porque no entiendo bien lo que pasa. (Enojándose) ¡Y

como no me voy a poner furiosa si salís con mi amiga!

MANUEL: (casi con impotencia). ¡Pero yo no salgo con nadie!

CARMEN: Con nadie, (poniendo un manto de dudas) ¡No sé! Pero conmigo no.

MANUEL: Se trata que se aclare este tema y vos Carmen encima das manija.

CARMEN: Yo no doy manija, solo digo que conmigo no tenés nada que ver. Esta

historia la inventó el tarado de mi marido porque quiere divorciarse y no sabe cómo

hacer.

FRANCISCO: (dudando, tímido). Bueno si me dejan hablar yo les voy a explicar.

MARTA: Claro, a eso vinimos, porque nosotros o mejor dicho yo tengo que tomar una

determinación.

MANUEL: ¿Qué determinación? Si no pasó nada.

CARMEN: ¡Pasar! ¡Algo pasó!, sino no se hubiera armado todo este relajo y como les

dije el culpable de todo (señala a su marido). es él.

FRANCISCO: (siempre con dudas y timidez). Bueno pero si no me dejan hablar no les

voy a poder explicar.

MARTA: (con burla). Y bueno “viejo” explica.

FRANCISCO: (ahora su tono es de dramatismo). Lo primero que quiero decirles es que

esto sucedió debido a una gran confusión (haciéndose la victima). Y tiene razón

Carmen al decir que soy el culpable (con tono de héroe). Y me hago cargo como debe
ser. Pero lo que me sucedió (haciendo énfasis), no se lo deseo ni al peor de mis

enemigos. (Hace una pausa y los mira a todos, comienza a llorisquear, balbucea

palabras que no se le entienden, hace gestos que de alguna manera tienen que ver con

el con el sueño). ¡Tuve un sueño!

MARTA: Y que me importa a mí que vos hayas tenido un sueño, yo quiero que me

expliques todo este desastre, y deja de llorar y habla claro

FRANCISCO: Y bueno, es que el sueño lo aclara todo, ahora les cuento. (Por supuesto

que cuenta el sueño según su conveniencia).

Yo me dormí sentado ahí (Señala el sillón), y soñé algo tan horrible, espantoso, quiero

olvidarlo y no puedo, fue algo tan absurdo y disparatado, algo que jamás nunca se me

pasó por la cabeza (Con mucha tristeza y tartamudeando). Yo, yo, yo soñé que Carmen

me dejaba y se iba con él (Señala a Manuel), y me dejaban sin nada. Estaba tan

dormido y ese sueño era tan real y me martirizaba tanto. (Mueve la cabeza en forma

negativa). No era un sueño, era una pesadilla. Cuando ustedes entraron (señala a las

mujeres), yo me desperté de golpe pero el sueño seguía y por eso reaccione así como

lo hice, claro había sido un sueño, pero para mí en ese momento era una realidad.

CARMEN: ¿Y por qué no me dijiste que habías soñado?

FRANCISCO: Te lo dije mil veces, pero vos no me escuchabas, me gritabas, insultabas,

que era un loco, un borracho.

MANUEL: Y no pretenderías que te aplaudiera con el quilombo que armaste, lo dejaste

mal a él, mal a mí y Marta furiosa como un bicho.

MARTA: Y no creas que se me pasó, porque hasta ahora no entiendo muy bien.
FRANCISCO: Marta por favor entende, fue un sueño, nada más, eso sí, horrible.

(Comienza con un llorisqueo). Pensar que Carmen y Manuel, no no, me di cuenta de

todo cuando vi que cada cosa estaba en su lugar y pude despabilarme y salir de esa

horrible pesadilla.

MARTA: De cualquiera manera pienso que sos un egoísta de mierda, porque soñaste

con Carmen y Manuel, y conmigo ¿Qué? ¡Claro yo no éxito! Pero está bien tuviste un

sueño y se aclara todo, pero de cualquier manera a mí no me gustó.

FRANCISCO: Yo no elegí soñar así, y no fue un sueño fue una pesadilla te lo repito.

MANUEL: Hubiera sido mejor que la que se fuera con Carmen fueras vos. Mirá que

sueño Francisco tu mujer te dejaba y se iba con Marta, eso sí que sería una pesadilla.

(Se ríe).

MARTA: No digas idioteces, solo quise decir que también tendría que haber estado en

esa historia, aunque fuera llorando porque vos me dejabas.

CARMEN: (tratando de ordenar la situación) Paren un poco muchachos, no estamos

yendo del tema central, no discutan entre ustedes por cosas que no tienen sentido.

Acá la cosa es bien clara Francisco tuvo un sueño que por momentos lo vivió como una

realidad, pero ya todo pasó, nadie se fue con nadie y nadie se llevó nada, así que a

seguir viviendo la verdadera realidad, y esta es, que ustedes son un hermoso

matrimonio, que son felices y así deben seguir, como nosotros.

MARTA: Si Carmen tenés razón, solo que por culpa del “marmota” de tu marido con

Manuel hemos discutido como nunca y al “santo botón”.


MANUEL: (levantando sus brazos al cielo). ¡Por fin todo aclarado! (poniéndose muy

romántico). Bueno Marta “mi amor” yo creo que es hora de irnos.

MARTA: (también romántica). Si mi “negruchi” ahora siento paz interior indescriptible.

(Se abrazan pero no se van).

FRANCISCO: (se sienta). Pero te das cuenta vos que desastre se pudo haber armado.

¡Yo no tengo gollete! Soñar que me divorcio de vos. ¡Por Dios que locura!

CARMEN: (con ciertas dudas). A mí lo que me extraña es que hayas soñado así nomás

por soñar (Aseverando). Seguramente vos hayas estados pensado en divorciarte y por

eso pasó lo que pasó.

FRANCISCO: Y la vas a seguir (victimizándose), además la que me dejaba eras vos, y yo

me sentía tan solo, triste, inútil sin saber hacer nada, nada de nada, un inútil total.

CARMEN: Bueno si, ya está, ya pasó, olvidemos todo y volvamos a ser como antes.

(Dirigiéndose a todos).

FRANCISCO: Si mi negra, como antes, pero enséñame a cocinar y a encender el

lavarropas.

CARMEN: ¿Para qué? Si esas cosas las hago yo.

FRANCISCO: Si si (con gesto de inseguridad). Pero por las dudas (Hace una pequeña

pausa) ¡Viste! (Carmen se le para al costado con las manos en cintura, gesto de bronca,

y mirándolo seriamente).

CARMEN: ¿Qué estás insinuando?...... (Marta se ha separado de Manuel y comienza a

caminar moviendo su cabeza aseverativamente).


MARTA: Yo tendría que sacarme las dudas de una vez por todas, aunque te digo, y

pensándolo muy bien, no creo absolutamente nada esta historia. Resulta que ahora al

señor Francisco le entró el apuro de aprender (irónica). ¡Por las dudas viste!

MANUEL: Pero no escuchaste, fue un sueño nada más.

MARTA: Si, pero vos te convenciste muy fácilmente de todo y eso me despierta más

dudas todavía, si esta y vos (señala a Carmen), no venían planeando algo de ante

mano, y el infeliz de Francisco se estaba dando cuenta y ahora después de todo este

relajo, ¡se la ve venir!. No te das cuenta que ni él cree que fue un sueño.

MANUEL: ¿Qué decís? Él soñó que le habíamos llevado todo y cuando despertó todo

estaba en su lugar. ¿Qué dudas podés tener de que fue un sueño?

MARTA: Mirá cuanto más la querés aclarar más la oscureces y ahora estoy convencida

que ustedes planearon todo, pero después que lo hicieron tuvieron miedo, entonces le

dieron algo de tomar a este infeliz (señala a Francisco), lo durmieron y pusieron todo

en su lugar.

MANUEL: ¡¡¡Pará!!! La que soñás despierta sos vos.

MARTA: ¡A sí! Mirá vos, pero yo soñando o no soñando voy a hablar con mi abogado,

no sé qué harás vos, y ni me interesa. (Con mucha ironía y bronca mira a Carmen). Te

salió redondito el plan … “Amiguita”..(Sale).

MANUEL: (a Francisco). Y vos ni habilidad para soñar tenés, hasta dormido armas

relajo (sale).

FRANSISCO: (queriendo hablarle). Pero yo……


CARMEN: ¿Vos qué? Si Marta tiene razón en dudar y Manuel también tiene razón en

decirte que no haces nada bien.

FRANSISCO: Pero Carmen….

CARMEN: ¡¡¡Pero Carmen tu abuela!!! Ahora soy yo la que tengo mis serias dudas, me

voy a pensar un rato tranquila y así poder sacar mis propias conclusiones sobre esta

absurda historia que armaste, cuando tome una determinación volveré.

APAGÓN

CUARTA ESCENA

(Se encuentra Francisco sentado, fuera de escena se escuchan las voces de Carmen y

Manuel).

CARMEN: Dale Manuel que no tengo todo el día. (Entran y ella le da a Francisco un

cedulón).

FRANCISCO: ¿Y esto qué es?

CARMEN: El divorció, ¿Es lo que tanto “Soñaste, no? (se dirige a Manuel). Dale Manuel

andá cargando todo. (Manuel obedece, los parlamentos siguientes se realizan junto al

movimiento de salir sacando cosas).

FRANCISCO: (que parece un perrito siguiéndolos en sus salidas y entradas). Esperá

Manuel vos sos mi amigo, como la vas a estar ayudando a ella.


MANUEL: ¡¡¡Era tu amigo!!! Porque gracias a tus novelitas Marta me dejó plantado, no

te creyó nada y yo pagué el pato. (Finalmente a que quedado un solo sillón y un cuadro

en el suelo).

FRANCISCO: (con temor y dudas). Decime Manuel, ¿Y vos por qué andás con Carmen

para todos lados? ¿No me digas que te vas a juntar con ella?

MANUEL: No, no lo había pensado, pero no sería mala idea. ¡Ah! Y ahora que me

acuerdo ese sillón es mío yo te lo presté cuando te casaste, Me dijiste: “Manuel no

tendrás alguna silla o algún sillón que me prestes” ¿Te acordás? Me lo llevo por ahí lo

necesitamos. (Amaga a irse y vuelve y con mucha ironía le dice). Ché Francisco. ¿No te

quedó cerveza? (Francisco levanta un brazo como queriendo decir andá a la

mier….camina unos paso levanta el cuadro que es lo único que quedó, se sienta en el

proscenio, mueve la cabeza en forma afirmativa y decepcionado). Ahí tenés, “Soná con

el divorcio”, lindo te va a ir. (Entra Marta).

MARTA: ¡Francisco! (Francisco gira la cabeza y al verla).

FRANCISCO: ¿Y ahora vos que te vas a llevar?

MARTA: (triste). ¿Yo? Nada, es que sabés pensé mucho y realmente me di cuenta que

ellos lo prepararon todo y vos y yo fuimos los perjudicados.

FRANCISCO: Y bueno las cosas pasan y quedamos mal.

MARTA: La casa en que vivimos con Manuel, es de él, y no quiero volver allá. ¿No

tendrás un lugarcito para mí aquí en tu casa?

FRANCISCO:(asombrado). ¿Acá? Bueno, este, sí, pero tengo la cama grande nada más.
MARTA: No te preocupes por eso, yo duermo en cualquier rincón.

FRANCISCO: ¡No! no puedo permitir eso, yo duermo en el suelo y vos en la cama.

MARTA: ¡No! vos sos el dueño de casa y te corresponde descansar bien.

FRANCISCO: Si si, pero una mujer durmiendo en el suelo, no no.

MARTA: (con intención). A lo mejor podemos dormir los dos juntos en la cama grande.

FRANCISCO:( abriendo grande los ojos, con mucho asombro). ¿A vos te parece?

MARTA: Pienso que sí, date cuenta somos dos seres abandonados, engañados, que

han destrozado nuestros sueños, que han hurgado en nuestro interior como ratas en

un tacho de residuos, nos robaron los bienes materiales y aún los espirituales, en

nuestros corazones quedaran grietas producidas por el dolor que nunca sanaran,

nuestros ojos derramaron lagrimas tan saladas que quemaron nuestras mejillas, ¿No te

parece que nos debemos juntar para luchar contras las adversidades que el destino

cruel e injusto pone en nuestro camino?

FRANCISCO: ¡Pará! ¿Todo eso que dijiste quiere decir que nos vamos a acostar juntos?

MARTA: (muy fríamente). Si.

FRANCISCO: (dirigiéndose al público, con una sonrisa). Después de todo no fue tan

malo el fin del sueño. ¿No?

FIN
AUTOR: Mario Diaz Morales

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