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Revista Mexicana de Psicología

ISSN: 0185-6073
sociedad@psicologia.org.mx
Sociedad Mexicana de Psicología A.C.
México

SANTOYO VELASCO, CARLOS; COLMENARES VÁZQUEZ, LIGIA; FIGUEROA BERNAL, NORMA


E.; CRUZ CRUZ, ALEJANDRA; LÓPEZ CORRAL, ESTHER
ORGANIZACIÓN DEL COMPORTAMIENTO COERCITIVO DE NIÑOS DE PRIMARIA: UN ENFOQUE
DE SÍNTESIS
Revista Mexicana de Psicología, vol. 25, núm. 1, junio, 2008, pp. 71-87
Sociedad Mexicana de Psicología A.C.
Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=243016300005

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Revista Mexicana de Psicología, Junio 2008
Volumen 25, Número 1, 71-87

ORGANIZACIÓN DEL COMPORTAMIENTO COERCITIVO DE NIÑOS DE PRIMARIA:


UN ENFOQUE DE SÍNTESIS
COERCIVE BEHAVIOR ORGANIZATION OF ELEMENTARY SCHOOL CHILDREN:
A SYNTHESIS APPROACH

CARLOS SANTOYO VELASCO1, LIGIA COLMENARES VÁZQUEZ, ESTHER LÓPEZ CORRAL


NORMA E. FIGUEROA BERNAL, ALEJANDRA CRUZ CRUZ Universidad Pedagógica Nacional, México
Universidad Nacional Autónoma de México

Resumen: La reciprocidad, los vínculos sociales, la compe- Abstract: Reciprocity, social networks, interpersonal compe-
tencia interpersonal y la distribución del comportamiento tence and allocation of academic and social behavior consti-
académico y social son factores proximales que regulan el com- tute factors that regulate coercive behavior. In a field research,
portamiento coercitivo. En un trabajo de campo se contrasta- behavioral patterns of 15 coercive and 15 non coercive chil-
ron los patrones de comportamiento de 15 niños coercitivos y dren from first to third grade of elementary school were com-
15 no coercitivos del primero al tercer grado de primaria. Los pared. Coercive children exhibited less academic activities,
niños coercitivos exhibieron menos actividad académica, me- lower social responsiveness, more coercive reciprocity and an
nos interacción positiva iniciada por sus pares, mayor recipro- equivalent number of social links than their comparison pairs.
cidad coercitiva y un número equivalente de conexiones Findings are consistent with reciprocity and relative law of ef-
sociales que sus pares acoplados. Los hallazgos son coherentes fect models, and reject the assumption that group differences
con los modelos de reciprocidad y ley del efecto relativa y re- could be attributed to a lack of social competence.
futan la noción de que las diferencias se deban a falta de com- Key words: coercive behavior, reciprocity, social networks, be-
petencia social. havioral preference, elementary school children.
Palabras clave: coerción, reciprocidad, redes sociales, preferen-
cia conductual, niños de primaria.

El comportamiento coercitivo se caracteriza por la conjuntos de variables vinculadas en configuraciones


manipulación de la conducta por medio de la presen- complejas (Cairns, Bergman, & Kagan, 1998).
tación contingente de eventos aversivos, los que se reti- En el medio escolar los procesos coercitivos presen-
ran cuando la conducta de otros toma la dirección tan posibilidades de consolidación y continuidad, pero
apropiada (Patterson, 1979). Esta perspectiva, denomi- también pueden disminuir en tasa y cambiar en conteni-
nada también como comportamiento “agresivo” o do (Cairns & Cairns, 1994; Loeber, DeLamatre, Keenan,
“externalizado” (NICHD, 2004), enfatiza el proceso bi- & Zhang, 1998; NICHD, 2004). En diversas escuelas se
direccional de la interacción y el análisis de los eventos llega a presentar una menor cantidad de incidencia de
controladores, proximales y contextuales. La relevancia actos agresivos cuando los estilos disciplinarios, los de en-
del comportamiento agresivo radica en su continuidad y señanza y las redes de pares fomentan mayor disposición
en su comorbilidad, dada su relación con otros compor- al trabajo académico y a las relaciones prosociales (Wilson
tamientos problemáticos como el vandalismo, las adic- & Herrnstein, 1985). Un problema en el trabajo de cam-
ciones y la deserción escolar (Wilson & Herrnstein, 1985). po, cuando se comparan los episodios coercitivos con
Así, los problemas de coerción deben analizarse como todas las alternativas de comportamiento no coercitivo,

1 Este trabajo contó con el apoyo de CONACYT al Proyecto 057327 y de PAPIIT/UNAM al proyecto IN304405. Se agradecen los comentarios de

los revisores anónimos. Enviar correspondencia al Dr. Carlos Santoyo, Facultad de Psicología, UNAM, Ave. Universidad 3004, Col. Copilco
Universidad, México D. F., 45010. Correo electrónico: carsan@servidor.unam.mx

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es que tales episodios se emiten a tasas bajas y ello difi- da a comportamiento coercitivo (Wilson & Herrnstein,
culta la identificación de los niños en riesgo. No obstan- 1985) predice que el valor de la conducta coercitiva es
te, a pesar de que estos eventos sean de frecuencia relativa una función del reforzamiento que ésta recibe en rela-
reducida, sus consecuencias son de alta relevancia social ción con el reforzamiento obtenido por las opciones no
y clínica. Patterson (1974, 1979, 1982) señaló que menos coercitivas en el medio escolar. Esta relación se expresa
de un cinco por ciento del comportamiento cotidiano es en la siguiente formulación:
de tipo coercitivo, por lo que aquellos niños que exhiben
un porcentaje mayor pueden ser identificados confiable- Cc = P CcR
mente como niños en riesgo, evidencia confirmada por P CcR + Re + Di (1)
diversos estudios (Cairns, 1979; Lambert, 1974; Patterson,
1974, 1979, 1982; Santoyo, Espinosa, & Maciel, 1996). En donde: Cc = conducta coercitiva; p CcR = proba-
En estudios longitudinales se ha encontrado que la ma- bilidad de reforzamiento de la conducta coercitiva; Re =
yoría de los escolares exhiben bajos niveles de agresión, reforzamiento de conducta no coercitiva; D = demora
siendo pocos los niños que muestran comportamiento de reforzamiento, i = parámetro de impulsividad. En
persistente durante la escuela elemental (NICHD, 2004). general, se espera que la probabilidad de que un niño
No obstante, se hace necesario estudiar en mayor detalle agresivo reciba reforzamiento por su comportamiento
la estabilidad y/o cambio de los patrones de comporta- prosocial y académico fuese más reducida que la de los
miento coercitivo para poder dar cuenta de los mecanis- niños no coercitivos. Así, como consecuencia, la dedica-
mos implicados y las diferentes trayectorias del desarrollo ción de los niños coercitivos a la actividad académica
de tales patrones. sería menor que la de los no coercitivos.
La confiabilidad y la validez de los datos de los estu- En el nivel diádico, los niños agresivos exhiben mayor
dios que incluyen a diversos informantes son mayores correspondencia y reciprocidad en sus intercambios coer-
que cuando sólo se cuenta con uno (e.g., la madre o el citivos que los niños no agresivos (Cairns et al., 1994;
niño). Por ejemplo, se ha señalado que los menores de Maciel, 1996). Tales evidencias se exhiben también con
ocho años de edad no aportan información adecuada parejas de cónyuges violentos, lo que dota al nivel diádico
sobre su propio comportamiento agresivo (Loeber & de un poderoso elemento para comprender los procesos
Farrington, 2002). Además, la interacción entre los di- de escalamiento intra o entre episodios en la dinámica del
versos factores de riesgo reduce la capacidad para inter- control social (López, 2005). Así, la reciprocidad puede
pretar los resultados de los estudios que incluyen sólo calcularse analizando los episodios coercitivos de acuer-
una fuente de información y sólo alguno de los factores do a cómo se responde al iniciador de la provocación.
relevantes (Shaw & Winslow, 2002). En tal sentido, la En general, se ha encontrado mayor reciprocidad en la
investigación sobre este proceso es más completa cuan- participación de personas en riesgo; mientras que los in-
do se aborda desde múltiples fuentes de información y dividuos no agresivos exhiben respuestas asimétricas o
niveles complementarios de análisis. incompatibles de acuerdo al tipo de provocación recibi-
El inicio temprano de los patrones coercitivos es uno da. Esta relación puede expresarse cuantitativamente de
de los principales predictores de la persistencia de la con- acuerdo con el modelo de reciprocidad coercitiva for-
ducta violenta en la adolescencia (Dishion & Patterson, malizado en la Ecuación 2 (Santoyo et al., 1996).
2002), aunque las contingencias ambientales contribuyen
a su mantenimiento (Eron, 2002). Considerar a los patro- En = Snen
nes coercitivos como aprendidos implica que se pueden En + Rn Snen + Snrn (2)
identificar los factores contribuyentes a nivel individual,
diádico y grupal (Cairns & Cairns, 1994), lo que facilita En donde En y Rn representan actos de provoca-
su prevención o remedio. Los modelos basados en ción, debidos a una emisión o a una recepción negati-
reforzamiento ayudan a explicar las preferencias por ac- va, respectivamente, tomando como referencia al sujeto
ciones coercitivas en contraposición con aquellas opcio- focal del estudio (véanse definiciones en Apéndice A);
nes más deseables para el entorno (e.g., la participación Snen implica que los individuos se involucran en un con-
académica). Por ejemplo, la ley relativa del efecto aplica- flicto iniciado por una emisión negativa del sujeto focal;

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Snrn es la respuesta a aquellos conflictos iniciados por MÉTODO


un compañero.
Desde la perspectiva de síntesis asumida en este tra- Participantes
bajo, no basta con describir los episodios coercitivos que
los diferentes niños exhiben en su ambiente natural. Así, La muestra de niños que cubrieron los criterios de selec-
la comprensión de la ecología social es crítica para pre- ción se configuró de la siguiente forma, indicando entre
decir los procesos de desarrollo social (Bronfenbrenner paréntesis el tamaño total del grupo escolar: primer gra-
& Morris, 1998). Por ello, el conocimiento de con quién do (n = 28): 6 niños focales (2 niñas y 4 niños) y 6 niños
se junta el niño coercitivo y el comportamiento de los control acoplado (2 niñas y 4 niños). Segundo grado (n =
pares y de los adultos, son mejores predictores del pro- 29): 4 niños focales y 4 niños control acoplado (todos
ceso coercitivo que las evaluaciones psicométricas de sus varones). Tercer grado (n = 27): 5 niños focales (2 niños y
rasgos individuales (Cairns, 1979; Patterson, 1979). Por lo 3 niñas) y 5 niños control acoplado (2 niños y 3 niñas).
tanto, el análisis de las redes sociales puede permitir des- Criterios de selección: Los participantes, niños de pri-
cifrar el proceso de inducción, consolidación o disminu- maria del ELC (Santoyo & Espinosa, 2006), fueron selec-
ción de los patrones coercitivos. En trabajos previos cionados de acuerdo con la frecuencia relativa de
(Cairns & Cairns, 1994; González, 1998), se ha demos- episodios coercitivos respecto a la frecuencia global
trado la contribución que el grupo de los pares aporta en de episodios positivos y coercitivos. Así, los niños que
la manifestación y mantenimiento de los procesos coer- exhibieron una frecuencia relativa de episodios coerciti-
citivos, en contraposición a la noción de que los niños vos mayor a .06, considerando la frecuencia de episo-
identificados como coercitivos carecen de habilidades dios positivos y coercitivos, fueron incorporados al grupo
sociales. focal. De acuerdo con la edad, sexo, grado y grupo esco-
Una meta de este trabajo fue diseñar una estrategia lar del grupo focal, se acopló una cantidad idéntica de
que permitiera describir y explicar los diferentes patro- niños cuya frecuencia relativa de emisiones negativas
nes de comportamiento de niños escolares de diferentes fuese menor al .06, el cual fungió como grupo control o
edades identificados como coercitivos, contrastados con de comparación.
los de aquellos no identificados como tales. Así, el pro-
pósito de este trabajo radicó en evaluar y extender, des-
de una perspectiva de la síntesis del desarrollo, los Escenario
modelos de reciprocidad y de la ley relativa del efecto
aplicados al análisis del comportamiento coercitivo. Para Las observaciones se condujeron, durante el turno matuti-
ello, se seleccionaron niños de diferentes grados escola- no, en una escuela primaria pública del sur de la ciudad de
res del Estudio Longitudinal de Coyoacán (ELC) (Santoyo México, en dos escenarios: aula y zona de recreo. Las aulas
& Espinosa, 2006). El estudio, con base en el modelo de contaban con mesas hexagonales, con sus sillas, que se
ley relativa del efecto y en el modelo de reciprocidad acomodaron de acuerdo con las metas instruccionales y
coercitiva, incorpora diferentes niveles de análisis, con dinámica programada por los docentes. La zona de re-
la finalidad de determinar aquellas configuraciones de creo constaba de dos patios, uno con estructuras fijas (por-
factores que representan riesgo para posibles trayecto- terías de futbol y canastas de básquetbol) y el otro con
rias de consolidación de los patrones coercitivos. Final- espacios abiertos y jardineras a las orillas, en donde po-
mente, se determinó un grupo control acoplado en grado dían sentarse los niños. Se obtuvo la autorización formal y
escolar, grupo y sexo, para contrastar las configuracio- escrita de las autoridades y profesores de la institución para
nes de riesgo con aquellas constituidas por niños sin pro- conducir el trabajo de campo.
blemas de “externalización” (Instituto Nacional de Salud
Infantil y Desarrollo Humano, NICHD, por sus siglas en
inglés, 2004). La diferenciación de los posibles patrones Instrumentos
representa una vía para la detección temprana de confi-
Se utilizó el Sistema de Observación Conductual de las
guraciones que coadyuven al trabajo de prevención y a
Interacciones Sociales (SOC-IS) (Santoyo, Espinosa, &
una mejor comprensión del fenómeno bajo estudio.

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Bachá, 1994) (véanse categorías empleadas en el Apén- tores y reactivos, aunque en este caso está redactada en
dice A). El SOC-IS es un sistema de categorías excluyentes tercera persona (e.g., para el factor de agresión: “siem-
y exhaustivas de las actividades que un niño exhibe en pre se mete en problemas”) y son los profesores quienes
un escenario escolar; permite identificar el orden, dura- evalúan a cada uno de los niños. El ICI implica una re-
ción y dirección de las acciones coercitivas emitidas a dacción a un nivel de comprensión de niños de primaria
otros, las acciones coercitivas que otros dirigen al sujeto y los 18 reactivos de que consta el inventario se resuel-
focal y los resultados de las mismas (e.g., si esas emisio- ven en cerca de cinco minutos. Cada factor se expresa
nes se contestan o no); se identifica a las personas, el con- en una escala de 1 a 7. Su consistencia interna se evaluó
texto y los contenidos de los episodios. Es un registro de inicialmente con una muestra de 183 niños mexicanos
intervalos de cinco segundos y se anotan en un mismo en edad escolar, encontrándose un coeficiente Alfa de
intervalo los eventos que ocurran en rápida sucesión. Sus Cronbach de .79 para la versión de niños y de .87 para la
propiedades metodológicas y técnicas, tanto para el sis- versión de adultos. La confiabilidad test-retest del ICI a
tema de categorías como para los aspectos de tiempo de nueve meses de distancia obtuvo una correlación de .48
muestreo óptimo, se han validado con base en estudios (p < .01, n = 179) para la versión de niños y de .617 (p <
de generalización y optimización (Espinosa, Blanco, & .01, n = 181) para la versión de adultos (Santoyo & Ru-
Santoyo, 2006). Parejas de observadores entrenados regis- bio, 2006).
traron en los dos escenarios durante cinco sesiones conse- Con el propósito de identificar la ubicación social del
cutivas y se obtuvo una concordancia entre observadores niño dentro de su grupo, la cantidad de conexiones que
de al menos un 80%. Por políticas escolares, se iniciaron exhibía y los subgrupos a los que pertenecía, se utilizó la
los registros después de las primeras dos semanas del ci- técnica sociométrica de los mapas socio-cognitivos com-
clo lectivo; los datos fueron incorporados después de 20 puestos (MSCC) (Farmer & Cairns, 1991), adaptada a nues-
días de adaptación con el escenario. Por lo tanto, en este tro medio (Santoyo & Espinosa, 2006). Así, se solicitó
trabajo no se presentan datos que impliquen reactividad información, con base en una entrevista independiente,
a la presencia de los observadores. Uno de los investiga- a cada uno de los integrantes del grupo escolar sobre
dores responsables procedía de forma intermitente a rea- “¿quienes se juntan mucho en tu grupo?”; en respuesta a
lizar la calibración entre observadores para mantener esta pregunta, cada niño genera uno o más agrupamientos
constante el manejo de las categorías. Para una muestra de personas. Después se les pregunta “¿existen niños que
del 67% de los registros se calculó el índice Kappa de no pertenecen a algún grupo particular?”, si los niños no
Cohen (Cohen, 1960), obteniéndose un .81 y un .77 para se incluyen dentro los subgrupos, se les pregunta “y qué
los niños focales en el aula y la zona de recreo, respecti- hay de ti mismo… ¿andas con alguno de los grupos?”.
vamente; para los niños del grupo de comparación los Entonces, los niños nominan a la red completa sin nece-
índices Kappa fueron de .89 y de .81 para el aula y la sidad de describir a aquellos con quienes prefieren rela-
zona de recreo, respectivamente. Estos datos indican una cionarse o que no quieren en su grupo. De los MSCC se
concordancia excelente, de acuerdo con los parámetros identifica, por consenso, la estructura de relaciones en el
propuestos por Fleiss (1975) y por Bakeman y Gottman grupo, los subgrupos de niños y los niños aislados. Sólo
(1986). aquellos niños identificados como vinculados, cuya co-
Con la finalidad de evaluar la percepción que los ni- rrelación sea igual o superior a .40, son incorporados al
ños tienen sobre su competencia interpersonal y la que mapa social (Farmer & Cairns, 1991).
los profesores tienen sobre la competencia de aquéllos, De acuerdo con los datos del muestreo conductual rea-
se utilizó el Inventario de Competencia Interpersonal (ICI) lizado in situ, se calcularon las conexiones significativas
(Cairns & Cairns, 1994) en la versión en español adapta- de todos los niños del grupo en el aula y en la zona de
da por Santoyo y Espinosa (1996). El ICI cuenta con dos recreo. Para ello, se especificaron los indicadores de la fuer-
versiones paralelas, la primera para comportamiento auto- za de la relación basados en conexiones ponderadas como
descriptivo en el que los niños se evalúan en las áreas de una medida derivada del mapa socio-conductual de gru-
competencia académica, afiliación, agresión, popularidad, po (Santoyo, 1994). Se consideraron tres clases de relacio-
olímpico (e.g., “siempre soy bueno en deportes”, “siem- nes significativas con base en sus desviaciones estándar
pre gano”). La segunda versión contiene los mismos fac- sobre la media global: débiles (+1 DE); moderadas (+1.5

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DE); fuertes (+2 DE). A partir de esta diferenciación, se las preferencias conductuales y sociales de los participantes
obtuvo un índice de conexiones para cada niño, ponde- del estudio, se realizó un muestreo conductual in situ de
rando las conexiones según la fuerza de la relación. De acuerdo con los parámetros probados en estudios previos
este modo, las conexiones ponderadas recibieron los si- (Espinosa, Blanco, & Santoyo, 2006; Santoyo, Espinosa, &
guientes valores: fuertes = 1; moderadas = .75, y débiles Bachá, 1994). El muestreo observacional se desarrolló, para
= .50. La suma de las conexiones ponderadas constituyó cada participante, durante seis sesiones de quince minutos
un indicador de la cantidad y valor de las relaciones de en el aula y cinco sesiones de diez minutos en el recreo. El
cada niño relativo a su grupo de referencia, lo que per- orden de observación se determinó de forma aleatoria, pero
mite eliminar relaciones espurias o aleatorias. se procuró que las sesiones de observación para cada parti-
Para analizar la fuerza de las relaciones coercitivas con cipante se condujeran en días consecutivos.
cada uno de los compañeros, se diseñaron mapas socio- Para no interferir con la calidad del dato conductual,
centrados (Santoyo, 1994) basados en la observación di- la aplicación del ICI y de los MSCC se realizó una semana
recta de episodios coercitivos, en los que se representa la después de concluido el muestreo observacional para
fuerza de las relaciones de cada sujeto focal en los rangos todos los niños. El diseño observacional corresponde a
de .10 a .25 (débiles), .26 a .40 (moderadas) y mayores de uno de tipo nomotético-multidimensional-sincrónico
.40 (fuertes), de acuerdo al procedimiento de Smith y (Anguera, Blanco, & Losada, 2001). En concreto, se rea-
Connolly (1980). Para las sesiones de observación se utili- lizaron comparaciones entre el estatus de los niños, su
zaron cronómetros, hojas y tablas de registro. Para preser- grado escolar y el escenario (estatus: focal o compara-
var la información correspondiente a las conexiones ción; grado escolar: primero, segundo o tercero; escena-
sociales de los MSCC se utilizaron grabadoras y listados rio: aula y zona de juego).
con los nombres de todos los niños del grupo.

RESULTADOS
Procedimiento
Episodios coercitivos
Con base en una perspectiva de niveles múltiples de aná-
lisis se realizaron los registros conductuales de campo El porcentaje promedio de episodios coercitivos fue de
utilizando el SOC-IS. Se obtuvo información derivada del 8.5% (rango de .6 a 35.5%), 6.4% (rango de 0 a 15.4%) y
comportamiento autodescriptivo mediante el ICI y la pro- 8.6% (rango de 0 a 33.6%), para los niños del primero,
porcionada por los adultos en la versión paralela del segundo y tercer grados, respectivamente. Para los tres gra-
ICI para profesores; y se recabó información de la ecología dos considerados de forma integrada, el 18% de los niños
social del grupo con la técnica de MSCC. De esta forma, observados (grupo focal) exhibió una frecuencia dentro
fue factible comparar a niños de diferentes grados esco- del criterio de más del 6% de episodios coercitivos respec-
lares, de acuerdo a su estatus como coercitivo o par aco- to al total de episodios sociales. Para los participantes del
plado, en su comportamiento autodescriptivo en los grupo focal, la proporción promedio de episodios coerci-
factores de competencia interpersonal y la versión para- tivos de cada grupo fue de 16.4%, 10.6% y 16.2%, para
lela que recoge la percepción de los profesores, en las primero, segundo y tercer grados, respectivamente. En con-
conexiones que reportan consensualmente del MSCC, en traste, la proporción promedio de episodios coercitivos de
las conexiones identificadas en los muestreos observacio- los niños del grupo control acoplado fue de 2.7%, 2.5% y
nales de campo y en la distribución de comportamiento 1.9%, para el primero, segundo y tercer grados, respecti-
in situ en los diferentes escenarios seleccionados. Con la vamente. No se encontraron diferencias estadísticamente
finalidad de reducir los posibles sesgos de clasificación u significativas en la proporción promedio de episodios coer-
observación, ni los profesores ni los observadores cono- citivos que puedan atribuirse al grado escolar.
cían el estatus, focal o de grupo de comparación, de los Se realizó un análisis de varianza multivariado
niños observados. (MANOVA), mediante el cual se compararon los dos gru-
Muestreo conductual. Para contrastar los patrones pos de estudio (coercitivos vs. pares acoplados) y los tres
conductuales, el tiempo asignado a diferentes actividades y grados escolares (1°, 2° y 3° de primaria), en todas las

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medidas de los niños estudiados, incluyendo las de treo. En otras palabras, el 33% de los niños del grupo de
autodescripción, el reporte de la maestra y los datos comparación no se vio involucrado en acciones coerciti-
de observación conductual en ambos escenarios (salón de vas frecuentes, ni en el aula ni en el recreo. En la Figura 1
clases y zona de juego). Dicho análisis mostró que exis- se muestra el análisis de la reciprocidad de episodios coer-
tieron diferencias significativas para el efecto principal citivos, considerando los índices de la simetría de las pro-
de grupo en todos los indicadores coercitivos (véase Apén- vocaciones en la abscisa y de las consecuencias de las
dice B), lo cual confirmó la eficacia del criterio de selec- mismas en la ordenada, tomando en cuenta al emisor de
ción de la muestra. Sin embargo, los grupos se los mismos. Datos entre 0.40 y 0.60 representan recipro-
distinguieron entre sí en cinco medidas adicionales que cidad en provocaciones o en la propensión resultante a
se ilustran en la Tabla 1. Como muestra esta tabla, los involucrarse en un conflicto diádico. Datos superiores a
pares acoplados presentaron mayores puntajes, excepto .60 corresponden a una mayor proporción de conflictos
en el factor agresión de la percepción de la profesora. provocados por los niños focales; datos menores a .40
En comparación con sus pares acoplados, los niños implican que los episodios coercitivos fueron originados
focales dedicaron menos tiempo a la tarea académica, por otros compañeros.
cuando estaban en el aula recibieron menos iniciativas En el panel de la izquierda de la Figura (a) se observa
positivas y, consecuentemente, dedicaron menos tiempo que la mayoría de los niños focales (9/15 casos) exhibie-
en interacciones sociales positivas iniciadas por sus pa- ron reciprocidad coercitiva y seis de ellos, aquellos ubi-
res. En cuanto a la zona de recreo, los niños focales dedi- cados en el cuadro central del gráfico, entre 0.40 y 0.60,
caron menos tiempo al juego aislado que los del grupo exhibieron reciprocidad en ambos índices, el de provo-
de comparación. Sin embargo, los niños riesgo no difi- cación y el de su consecuente participación. Los datos
rieron de sus pares acoplados en la frecuencia con que del análisis de regresión reflejó una r2 = .72 para el grupo
ellos iniciaron interacciones positivas, ni en la efectivi- de riesgo. En el panel de la derecha de la Figura 1 (b), se
dad social que tuvieron sus iniciativas para conseguir la muestra que del grupo de comparación, cuatro niños (4/
participación de los demás. 10 casos) se ubicaron en el rango de reciprocidad en al-
Derivado de la Ecuación 2, se exponen las relaciones guno de los índices, pero ninguno de ellos en ambos.
de reciprocidad coercitiva para los niños focales y los del Los datos del análisis de regresión para este grupo arrojó
grupo de comparación de los tres grados escolares inte- una r2 = .45, lo que implica una correlación baja.
grados. La frecuencia de casos en la que fue posible cal- En la Figura 2 se exponen los perfiles del comporta-
cular esta reciprocidad fue del 100% para los niños focales, miento autodescriptivo y la percepción que los profeso-
en cambio sólo se logró computar el 66% de los casos del res tenían de los niños riesgo y control, para cada una de
grupo de comparación debido a la baja tasa de episodios las cinco categorías de las dos versiones del ICI. Se reali-
coercitivos observados y a que, por esa misma razón, no zó un análisis de varianza para comparar el grupo focal
se cumplió con el requisito de que se hubiesen observa- con el grupo control. Se encontró que sólo el factor agre-
do al menos cinco eventos coercitivos en todo su mues- sión reportado por la profesora diferenció a los dos gru-

Tabla 1

Efecto principal de la variable grupo (coercitivo vs. par acoplado) en un MANOVA.

Indicadores Efecto

Factor agresión en el reporte de la profesora F(1,22) = 7.852 p = 0.010


Actividad académica (SC) F(1,22) = 12.638 p = 0.002
Interacción positiva iniciada por otros (SC) F(1,22) = 5.286 p = 0.031
Recepciones positivas (SC) F(1,22) = 5.072 p = 0.035
Juego aislado (ZJ) F(1,22) = 8.112 p = 0.009

Nota: SC = salón de clases; ZJ = zona de juego.

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Figura 1. Reciprocidad de los eventos coercitivos en niños focales y sus pares acoplados de los tres grados escolares (IS = interacciones
sociales).

pos (Tabla 1). El auto-reporte en el factor de agresión en do, la profesora tendió a percibir a los niños agresivos
el ICI no arrojó diferencias entre grupos, tampoco el res- como menos afiliativos que a los niños control, como tam-
to de los factores del inventario. bién se muestra en la Tabla 2.
Las diferencias por grado escolar, resultantes del efecto
principal de grado y de la interacción grupo x grado en
Comparación transversal el MANOVA, indicaron que los niños coercitivos difieren
en cuanto a su actividad académica, siendo los niños
En cuanto al efecto principal del factor grado (1°, 2° y 3° mayores quienes dedican mayor tiempo a ella, seguidos
de primaria), el análisis de varianza múltiple arrojó dife- por los del primero y los del segundo grados. Los niños
rencias en varias medidas de autodescripción, de descrip- del segundo grado dedicaron más tiempo al juego aisla-
ción de la profesora y conductuales. Así, los niños del do en la zona de juego, mientras que los de tercer grado
primer grado se percibieron más altos en las escalas en fueron quienes menos lo exhibieron. Finalmente, los ni-
comparación con la percepción de la profesora, mientras ños coercitivos del tercer grado mostraron una menor
que para los niños de segundo y tercero se encontró una efectividad social en el aula, es decir, sus iniciativas para
mayor convergencia entre los puntajes de autodescripción interactuar socialmente fueron atendidas por sus compa-
y los de la percepción de la profesora. No obstante, la pro- ñeros en una proporción menor que los que lograron sus
fesora del tercer grado asignó a los niños del grupo coer- pares acoplados del mismo grado y que los niños de
citivo puntajes menores que los que le atribuyó a los del ambos grupos de primero y segundo grado, quienes fue-
grupo de comparación, datos encontrados al analizar la ron similares en tales índices (Tabla 2).
interacción entre grupo y grado (Tabla 2), aunque los Todos los niños del estudio mostraron relaciones orde-
puntajes de los primeros se ubicaron dentro del rango nadas en las versiones del ICI en afiliación, popularidad,
medio de la escala (entre 3 y 5). En general, no se encon- académico y olímpico (autodescriptivo); y en afiliación y
traron diferencias significativas entre los puntajes de los olímpico (percepción de profesora), siendo mayor su
niños agresivos respecto a los puntajes de los niños del puntaje mientras mayor fuese la edad de los niños. En
grupo de comparación en la escala de autodescripción. cuanto a los datos conductuales, los niños pequeños de-
Finalmente, con excepción de los niños del segundo gra- dicaron más tiempo al ocio y menos a la actividad acadé-

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78 Santoyo Velasco et al.

ron puntajes muy altos en interacción social, mientras que


los mayores dedicaron menos tiempo a dichas interac-
ciones, como se muestra en la Figura 3.
En cuanto a las correlaciones entre indicadores de dis-
tintas fuentes se encontró, en ambos grupos, una relación
negativa entre el reporte de la profesora en el ICI referente
a la agresión del niño y el tiempo que el niño le dedicó a las
actividades académicas (niños focales: r = -0.68, p = 0.005;
niños del grupo control: r = -0.65, p = 0.008). No se encon-
tró ninguna otra correlación significativa.
El tiempo dedicado a las actividades académicas de
los niños del grupo de comparación estuvo relacionado
inversamente con el tiempo dedicado a otras respuestas
(e.g., el ocio), en ambos escenarios (aula: r = -0.64, p =
0.008; zona de juego: r = -0.51, p = 0.05). El ocio en el
recreo para los niños control también correlacionó posi-
tivamente con el tiempo dedicado a episodios de interac-
ción social negativa iniciada por los pares (r = 0.54, p =
0.03). Estas relaciones no se replicaron para los niños en
riesgo. En lugar de ello, el tiempo dedicado a otras res-
puestas en el aula por el grupo coercitivo se relacionó nega-
tivamente con el número de conexiones ponderadas (r =
-0.92, p = 0.008), mientras que el tiempo dedicado al ocio
en la zona de juegos correlacionó negativamente con las
emisiones negativas que estos niños presentaron en el

Figura 2. Perfiles de competencia interpersonal de los niños


coercitivos y sus pares acoplados. Se muestra tanto el puntaje
de autodescripción por los niños como el de la descripción de
la profesora (PR).

mica, mientras los niños del tercer grado asignaron más


tiempo a la actividad académica y menos al ocio. Los
niños del primer grado recibieron más provocaciones en
el aula, en tanto que los niños de segundo grado dedica-
ron más tiempo al ocio en la zona de juego, dato consis-
tente con el de dedicación al juego aislado en dicho
escenario (Tabla 2).
Por último, también se encontraron efectos en la va-
riable interacción social positiva iniciada por el sujeto focal
en el salón de clases F(2,22 ) = 4.83, p = 0.018. Los pares
Figura 3. Tiempo dedicado por los niños coercitivos y por sus
acoplados mayores tendieron a dedicar más tiempo que pares asociados de los tres grados escolares a la interacción so-
los pequeños a este tipo de interacciones. En el caso de cial (IS) positiva, iniciada por ellos mismos, dentro del salón de
los niños coercitivos, los niños más pequeños presenta- clases (SC).

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Organización del comportamiento coercitivo 79

Tabla 2

Efecto principal de la variable grado (1°,2° y 3° de primaria) y de la interacción grupo x grado en un MANOVA.

Indicadores Fuente F g. l. p

Factor afiliación en la autodescripción Grupo .486 1 .496


Grado 7.534 2 .003*
Grupo x Grado .529 2 .597
Factor popularidad en la autodescripción Grupo .704 1 .410
Grado 5.597 2 .011*
Grupo x Grado 1.554 2 .234
Factor académico en la autodescripción Grupo .269 1 .609
Grado 9.179 2 .001*
Grupo x Grado .498 2 .614
Factor olímpico en la autodescripción Grupo .147 1 .705
Grado 7.342 2 .004*
Grupo x Grado .103 2 .902
Factor agresión en el reporte de la profesora Grupo 7.852 1 .010*
Grado 7.686 2 .003*
Grupo x Grado .866 2 .434
Factor afiliación en el reporte de la profesora Grupo .023 1 .881
Grado 9.317 2 .001*
Grupo x Grado 4.945 2 .017*
Factor olímpico en el reporte de la profesora Grupo .709 1 .409
Grado 7.945 2 .003*
Grupo x Grado 3.324 2 .055
Otras respuestas (SC) Grupo .418 1 .525
Grado 5.514 2 .011*
Grupo x Grado .524 2 .599
Actividad académica (SC) Grupo 12.638 1 .002*
Grado 15.254 2 .001*
Grupo x Grado 1.054 2 .365
Recepciones negativas en (SC) Grupo 16.016 1 .001*
Grado 3.727 2 .040*
Grupo x Grado .266 2 .769
Índice de efectividad social (SC) Grupo 3.080 1 .093
Grado 3.724 2 .040*
Grupo x Grado 4.394 2 .025*
Otras respuestas (ZJ) Grupo .013 1 .910
Grado 4.307 2 .026*
Grupo x Grado .279 2 .759
Juego aislado (ZJ) Grupo 8.112 1 .009*
Grado 4.909 2 .017*
Grupo x Grado 4.993 2 .016*

* p < .05.
Nota: Los grados de libertad del término de error fueron 22.

patio de recreo (r = -0.51, p = 0.047). Es decir, mientras MSCC, incrementó conforme el grado escolar (26, 33, y
los niños riesgo dedicaron más tiempo al ocio, menos 67, para primero, segundo y tercero, respectivamente). En
provocaciones emitieron. particular, los niños focales del primer grado presentaron,
Con respecto a la ecología social, se encontró que el en promedio, una frecuencia menor de conexiones que
total de conexiones significativas, obtenidas mediante los los niños del grupo de comparación (7 versus 19). Esta

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80 Santoyo Velasco et al.

diferencia entre grupos no se presentó para los niños de cada representación gráfica, mantuvieron en el aula y en
los dos grados restantes. No se encontraron diferencias la zona de juego con el resto de sus compañeros. En pri-
respecto a las conexiones con agentes sociales específicos mer lugar, las dos niñas de primer grado (la 8 y la 30)
que permitirían diferenciar los vínculos no coercitivos en- dirigieron y recibieron actos aversivos tanto de niñas
tre grupos, es decir, los niños en riesgo no se relacionaron como de niños, siendo el número de conexiones coerci-
positivamente más frecuentemente con los niños víctima tivas menor al que mostraron los varones. Ninguna de
o con otros niños agresivos, que los niños control. Por tal esas niñas sostuvo intercambios coercitivos con la profe-
motivo, se procedió a analizar los mapas de conexiones sora (Pr), a diferencia de lo que hizo la mayoría de los
coercitivas centrados en los niños focales, análisis que no niños.
procedió para el grupo de comparación debido a la redu- Excepto por el Niño 24, todos los niños del primer
cida cantidad de episodios de conflicto que exhibieron. grado mostraron alguna conexión coercitiva con algún
niño identificado como víctima (que fueron los niños ubi-
cados en el cuartil más alto en la distribución de recepcio-
Conexiones coercitivas nes negativas en su grupo). Sólo la Niña 8 exhibió una
conexión con otro niño coercitivo (el 18), aunque de acuer-
En la Figura 3 se exponen los datos de las conexiones do al muestreo realizado, dicha conexión indicó que fue
coercitivas que los niños focales, ubicados al centro de ella la receptora de los eventos aversivos. Tanto los niños

Figura 4. Mapas sociocentrados de eventos coercitivos de los niños focales de los tres grados. Cada cuadro expone las conexiones
del niño focal (al centro de cada representación) con sus diferentes pares, incluyendo a la profesora (Pr). El grosor de la línea indica
la fuerza de la conexión. Las flechas indican la dirección de a quién se emitieron los actos coercitivos.

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Organización del comportamiento coercitivo 81

como las niñas dirigieron y recibieron actos aversivos de obstante, el rango de tal distribución de episodios fue
sus diversos pares y no se concentraron en un único vín- relativamente amplio, por lo que las diferencias individua-
culo coercitivo. Asimismo, los niños focales exhibieron les en la propensión a exhibir tales episodios son dignas
conexiones con diferente fuerza, siendo predominantes las de mayor estudio. El promedio de episodios coercitivos
conexiones débiles. No obstante se encontraron conexio- para los niños focales fluctuó, en los diferentes grados
nes recíprocas, tal y como se indica con las flechas en ambas escolares, entre 10.6 y 16.4%, mientras que el rango de
direcciones para algunas relaciones diádicas. episodios coercitivos de los niños del grupo de compara-
En los mapas sociocéntricos de los niños del segundo ción acoplado fluctuó entre 1.9 y 2.7%, datos consisten-
grado, los Niños 23, 26 y 28 mostraron conexiones coer- tes con los señalados en la literatura conductual (Lambert,
citivas entre sí, mientras que el Niño 25 mantuvo conexio- 1974; Maciel, 1996; Patterson, 1979). En esta investiga-
nes débiles con dos niños víctimas, hacia quienes emitió ción se extendió el análisis de tales datos para incluir la
con relativa frecuencia actos aversivos. A los Niños 25, dirección de los episodios coercitivos (emisiones o recep-
26 y 28 la profesora les emitió eventos coercitivos, sien- ciones) y la duración de los mismos, reflejando diferen-
do sus conexiones de moderadas a fuertes. El Niño 25 cias estadísticamente significativas entre los grupos de
difirió del resto en cuanto a que emitió actos coercitivos riesgo y los de comparación. La detección de niños con
a niños, niñas y a la profesora, mientras que los demás problemas de “externalización”, con base en datos de
niños sólo lo hicieron con varones, y mostraron una ma- tipo conductual, si bien requiere de un muestreo amplio
yor cantidad de conexiones, aunque todas ellas débiles. en los diferentes escenarios escolares, reduce los sesgos
En los mapas de los niños del tercer grado, excepto que implica responder a instrumentos indirectos y per-
por el Niño 23, todos establecieron conexiones coerciti- mite la verificación empírica requerida para dotar de
vas tanto con niños como con niñas. Es evidente la varie- mayor validez a esta clase de estrategias. En este primer
dad de conexiones coercitivas sostenidas, incluyendo en análisis no se encontraron diferencias importantes en los
éstas a otros niños agresivos, a niños víctima, o incluso a patrones de comportamiento coercitivo en cuanto a edad
la profesora, aunque en este caso fue ella la emisora de y grado escolar, posiblemente debido a que la edad me-
los actos coercitivos. dia de los niños varió entre 6 y 8 años y este rango no fue
suficientemente amplio como para mostrar discrepancias,
por lo que se hace necesario extender dicho rango desde
DISCUSIÓN la etapa preescolar hasta los últimos años de la primaria.
Sin embargo, se identificaron diferencias en cuanto a edad
Como estudio multimétodo de investigación de campo y grado escolar en indicadores no coercitivos.
con escolares identificados en riesgo de exhibir proble- El modelo de naturaleza humana propuesto por
mas de “externalizacion” (NICHD, 2004), este trabajo ex- Wilson y Herrnstein (1985) predice que, en un caso como
tiende los modelos conductuales de interacción coercitiva el de los ambientes escolares, son críticas las consecuen-
incorporando niveles de análisis complementarios. En cias logradas por la actividad académica y por otros
general, los hallazgos son congruentes con las prediccio- comportamientos no coercitivos. Así, emitir comporta-
nes de la ley relativa del efecto aplicada a comportamiento miento coercitivo frecuentemente implicaría que el va-
coercitivo (Wilson & Herrnstein, 1985) y con las de los lor de la actividad académica y del comportamiento social
modelos de reciprocidad coercitiva (López, 2005; Santoyo positivo fuera más reducido. En general, los resultados
et al, 1996). Además se encontraron bases para establecer apoyan tales predicciones dado que los niños del grupo
un mayor rango de validez y generalidad de los datos al de riesgo exhibieron menor dedicación a la actividad
integrar tales observaciones con datos autodescriptivos, académica, menor frecuencia de iniciativas positivas di-
sociométricos y de la percepción de los profesores, lo cual rigidas a ellos por sus pares y menor propensión a impli-
dota al estudio con una perspectiva de síntesis coherente carse en interacciones sociales positivas iniciadas por sus
con el enfoque de la ciencia del desarrollo (Cairns et al., compañeros. Estos datos sugieren que la actividad aca-
1998). démica es menos valorada por estos niños y que ellos no
En general, entre un 6.4% y un 8.6% de los episodios reciben tanta atención social por parte de sus pares. Ade-
sociales identificados fueron de naturaleza coercitiva. No más, los niños coercitivos de tercer grado mostraron una

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82 Santoyo Velasco et al.

menor efectividad social, y si bien esto es consistente con den a las provocaciones que reciben de sus pares. En
los hallazgos de otros estudios longitudinales (Santoyo, general, se ha encontrado que la simetría es una caracte-
Colmenares, & Losada, 2007), los niños riesgo parecie- rística que define la naturaleza de la relación. Así, una
ran exhibir una diferencia más drástica. Esto, aunado a alta reciprocidad coercitiva es exhibida por niños prees-
los datos de la interacción social positiva en el salón de colares agresivos (Santoyo et al., 1996) y por parejas de
clases que se mostró en la Figura 3, podría sugerir que cónyuges violentos (López, 2005), mientras que niños no
en los niños mayores, el comportamiento coercitivo es agresivos o cónyuges no violentos exhiben patrones no
menos tolerado y aceptado por los pares, lo cual lleva a recíprocos en lo que se refiere al intercambio coercitivo,
que estos últimos no respondan a las iniciativas, aunque lo que inhibe el escalamiento. Esta investigación coinci-
sean positivas, de estos niños. No obstante se requiere de con tales hallazgos, los niños identificados como coer-
de estudios que obtengan un mayor muestreo de tales citivos mostraron un alto grado de reciprocidad tanto en
comportamientos enfatizando la detección de sus con- las provocaciones como en la propensión a involucrarse
secuencias. en episodios de conflicto, independientemente de quién
En diversos estudios (Dodge, Schlundt, Schocken, & los inicie (el sujeto focal u otra persona).
Delugach, 1983; Perry, Willard, & Weiss, 1990), se ha En el estudio de la reciprocidad coercitiva puede iden-
propuesto que los niños rechazados están propensos a tificarse gráficamente el grado de simetría en la relación
implicarse en conflictos y que ellos, generalmente, care- cuando los datos se concentran alrededor de los valores
cen de habilidades sociales. No obstante, los datos de este centrales (entre .40 y .60), lo que indica un equilibrio entre
trabajo indican que los niños identificados como coerci- las provocaciones emitidas respecto de las recibidas y
tivos, del segundo y tercer grados, presentaron un núme- entre la propensión a provocar y continuar episodios
ro de conexiones sociales similar al de los niños no coercitivos, como a la de responder a las acciones coerciti-
coercitivos, incluyendo la frecuencia de emisiones socia- vas de los demás con acciones igualmente aversivas en
les positivas. Estas evidencias son consistentes con las ambos casos. Lo anterior deriva en el cuadrante ubicado
aportadas en estudios previos por Cairns y Cairns (1994), al centro del gráfico que indica un alto grado de reciproci-
Farmer y Cairns (1991) y por González (1998), en el senti- dad coercitiva. En general, la mayoría de los niños coer-
do de que muchos niños coercitivos son considerados como citivos se pudieron localizar en tal área, mientras que
populares en el grupo. Además, existen diferentes patro- fueron muy pocos los niños del grupo de comparación
nes de comportamiento exhibidos por dichos niños, por que se ubicaron en dicho cuadrante. Los niños del grupo
lo que se hace necesario indagar más sobre sus diferencias de comparación tendieron a responder asimétricamente
individuales para evitar sobregeneralizar sus característi- a los actos de provocación, lo cual explica la reducida
cas conductuales. Una opción radicaría en que la explica- tendencia a mostrar escalamiento entre episodios. Ade-
ción se centre en el análisis de los eventos controladores más, la ecuación de reciprocidad permitió un análisis
proximales y de los mecanismos funcionales de los episo- cuantitativo que facilita la predicción de tales patrones:
dios coercitivos en sí mismos y en su función en la organi- las relaciones que mostraron los niños coercitivos se ca-
zación del comportamiento social, lo cual es congruente racterizaron por valores más altos de r2 y pendientes po-
con lo propuesto por NICHD (2004). Para ello, las estrate- sitivas mayores que no presentaron las relaciones de
gias de microanálisis son críticas en la búsqueda de evi- los niños del grupo de comparación.
dencias sustantivas. Una limitación del análisis de reciprocidad de este
Uno de los mecanismos que explica el mantenimien- estudio radica en que el grupo de comparación no mani-
to y regulación del comportamiento social es el de la reci- festó muchos episodios coercitivos, de modo que sólo fue
procidad, en este trabajo se abordó particularmente el de posible hacer el análisis correspondiente de forma válida
la reciprocidad coercitiva. El análisis de la reciprocidad para algunos de ellos. Es decir, aunque todos los niños
en los episodios coercitivos no sólo facilita la comprensión riesgo participaron en una gran cantidad de eventos
del fenómeno de escalamiento intra y entre episodios coercitivos, pocos niños del grupo control lo hicieron.
(Cairns et al., 1994), sino que permite distinguir entre los Ciertamente, esta diferencia es la esperada debido a que
niños en riesgo y los del grupo de comparación en tanto la frecuencia de esta clase de eventos fue muy reducida
la forma en que inician episodios coercitivos o respon- para los niños del grupo de comparación. Por esa ra-

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Organización del comportamiento coercitivo 83

zón, se consideraron en el análisis todos aquellos niños Para analizar la naturaleza de los contactos sociales
del grupo control que sí presentaron la mínima canti- coercitivos se utilizó la técnica de los mapas conductuales
dad de episodios para poder realizar el análisis de reci- sociocentrados (Santoyo, 1994). Obviamente, estos aná-
procidad, y ello permitió observar que el patrón de lisis sólo fueron posibles con los niños del grupo de ries-
reciprocidad difirió cualitativa y cuantitativamente en- go puesto que la frecuencia de episodios coercitivos de
tre los niños del grupo de riesgo y esos niños del grupo los niños del grupo de comparación fue relativamente
control. reducida. En general, son tres los hechos que llaman la
Con respecto al comportamiento autodescriptivo, los atención de estos análisis. Primeramente, los episodios
niños identificados como coercitivos no se percibieron coercitivos se distribuyeron entre varios niños y la mayo-
como agresivos e incluso se percibieron altos en compe- ría de las conexiones fueron débiles, con una frecuencia
tencia académica y popularidad, al igual que los niños relativa entre .06 y .15, lo que indica que los niños agresi-
del grupo de comparación. Sin embargo, en la versión vos no dirigieron sus actos agresivos a sólo una persona.
paralela del ICI, para evaluar la percepción que la profe- En segundo lugar, la mayoría de los niños agresivos diri-
sora tenía de los niños, se encontró que ella identificó a gieron sus actos coercitivos tanto a niños como a niñas,
los niños coercitivos como más conflictivos y con menor así como a “víctimas” y a “agresivos”. Finalmente, en la
competencia académica que a los niños del grupo de mayoría de los mapas coercitivos sociocentrados, se iden-
comparación. Esta divergencia fue aún mayor para los tificó como participante a la profesora.
niños de primer grado, lo cual es consistente con los ha- Los episodios coercitivos sostenidos con la profesora
llazgos de Loeber y Farrington (2002). En general, esta pueden tener dos implicaciones para la comprensión del
falta de convergencia ya ha sido reportada en la literatu- mantenimiento y regulación de los problemas de “exter-
ra y puede respaldarse en dos argumentos: la profesora, nalización”. La profesora ha de intervenir, por cuestio-
como responsable del grupo y de las repercusiones de nes disciplinarias, ante la ocurrencia de un episodio de
los actos agresivos, es mejor informante que los propios conflicto. Por ello, su participación es importante como
niños sobre sus competencias académicas y sociales; los parte de las contingencias que deberían facilitar la socia-
niños coercitivos tienden a sobreestimar sus competen- lización y formación de los niños (Wilson & Herrnstein,
cias puesto que ello forma parte de un proceso de ajuste 1985). Sin embargo, una posibilidad se encuentra laten-
al medio escolar. Por ejemplo, ocultar sus actos coerciti- te: la participación de la profesora en episodios de acoso
vos ante los adultos suele ser importante, puesto que re- escolar. En casi todos los mapas sociocentrados, los ni-
ducen la probabilidad de ser sancionados (Cairns & ños coercitivos fueron los receptores de los actos aversivos
Cairns, 1994; Santoyo & Espinosa, 2006). emitidos por la profesora, siendo este problema una lí-
La ecología social es crítica para comprender la regu- nea de investigación que está siendo desarrollada en las
lación del comportamiento social, en este caso el coerciti- últimas décadas en varios países y que se debe afrontar
vo, puesto que conociendo las características del ambiente (Cruz, 2007; Mendoza, 2006; Olweus, 1993).
constituido por los pares es factible predecir cómo se Los resultados de esta investigación derivan de un es-
adquiere, consolida o transforma tal comportamiento en tudio transversal, pero hace falta un estudio longitudinal,
el escenario escolar (Bronfenbrenner & Morris, 1998; basado en configuraciones y personas, para comprender
Cairns, 1979; Cairns & Cairns, 1994). Una evidencia del de mejor forma las trayectorias de desarrollo de los niños
papel de las relaciones sociales en el grupo radica en que identificados como coercitivos. No es trivial que el 18% de
los niños más pequeños del primer grado, hayan sido del los niños observados en el ELC cubriera el criterio para ser
grupo de riesgo o del de comparación, establecieron considerado dentro del grupo de riesgo. No obstante, si
menor cantidad de conexiones que los niños mayores. bien estos niños exhibieron propiedades que son genera-
Una explicación para las diferencias observadas con los les, algunos mostraron patrones de comportamiento dife-
niños menores puede radicar en que es su primer año en rentes entre sí. Por ello, asumir un enfoque centrado en
la escuela primaria y aún no se han consolidado sus vín- personas (Cairns et al., 1998), para una mejor compren-
culos sociales, positivos y/o coercitivos, los cuales podrán sión de las diferencias individuales y de las diversas tra-
irse modificando de acuerdo al desarrollo y ajuste en el yectorias en la organización del comportamiento social,
escenario escolar (NICHD, 2004). es importante y es un compromiso del ELC para futuros

VOL. 25, NÚM 1, JUNIO 2008


84 Santoyo Velasco et al.

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VOL. 25, NÚM 1, JUNIO 2008


86 Santoyo Velasco et al.

APÉNDICE A

Categorías del Sistema de Observación Conductual de las Interacciones Sociales seleccionadas para esta investigación.
Tomado de Santoyo, Espinosa, y Bachá (1994)

Categoría Conductual Definición

Emisión negativa Conducta coercitiva física y/o verbal que el sujeto focal (SF) dirige a otro(s) niño(s), sin que en el
intervalo precedente o en el mismo, otro(s) haya(n) dirigido una acción coercitiva hacia el SF. Por
ejemplo: amenazas, insultos, intimidación, golpes, patadas, empujones. Se anota el nombre de
quien(es) recibe(n) la emisión.

Recepción negativa Conducta coercitiva física y/o verbal iniciada por otro(s) niño(s), sin que en el intervalo precedente
o en el mismo el SF haya dirigido una acción coercitiva al (a los) otro(s). Se anota el nombre de
quien(es) le dirige(n) la acción.

Interacción social coercitiva Conducta coercitiva física y/o verbal entre el sujeto focal y otro(s) niño(s), llevadas a cabo de
forma simultánea o sucesiva, existiendo dependencia mutua entre los participantes de la
interacción.

Actividad académica Conductas realizadas por el SF por instrucción expresa de su profesor (a). Implica contacto y uso
de material según los criterios de ejecución de la tarea.

Juego aislado Conductas realizadas por el SF, con o sin objetos, materiales y/o juguetes sin la participación de
otro(s). Se anota el tipo de juego y las reglas usadas en él.

Otras respuestas Son todas aquellas conductas que realiza el SF y que no están englobadas en las demás actividades.

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Organización del comportamiento coercitivo 87

APÉNDICE B

Análisis de las variables coercitivas (MANOVA) entre los dos grupos de estudio (coercitivos vs. pares acoplados) y los tres
grados escolares (1°, 2° y 3° de primaria). Las diferencias significativas en el efecto de Grupo implican un mayor puntaje
de los niños coercitivos para todas las variables. SC = Salón de clases; ZJ = Zona de juego

Indicadores Fuente F g. l. p

Interacción negativa iniciada por el sujeto (SC) Grupo 8.796 1 .007*


Grado .780 2 .471
Grupo x Grado .502 2 .612
Interacción negativa iniciada por otros (SC) Grupo 11.735 1 .002*
Grado .008 2 .992
Grupo x Grado .004 2 .996
Emisiones negativas en (SC) Grupo 5.660 1 .026*
Grado 1.480 2 .250
Grupo x Grado .743 2 .487
Recepciones negativas en (SC) Grupo 16.016 1 .001*
Grado 3.727 2 .040*
Grupo x Grado .266 2 .769
Interacción negativa iniciada por el sujeto (ZJ) Grupo 4.559 1 .044*
Grado .177 2 .839
Grupo x Grado .216 2 .807
Interacción negativa iniciada por otros (ZJ) Grupo 5.766 1 .025*
Grado 1.182 2 .325
Grupo x Grado .754 2 .482
Emisiones negativas (ZJ) Grupo 6.690 1 .017*
Grado 1.404 2 .267
Grupo x Grado .028 2 .973
Recepciones negativas (ZJ) Grupo 8.618 1 .008*
Grado 1.246 2 .307
Grupo x Grado 1.987 2 .161

* p < .05.
Nota: los grados de libertad del término de error fueron 22.

VOL. 25, NÚM 1, JUNIO 2008


PSICOLOGÍA CONDUCTUAL
VICENTE E. CABALLO
DIRECTOR

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