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Deuda Perpetua y Quiebras de Países han existido a

lo largo de la Historia. Y seguirán existiendo…

Los más jóvenes se rasgan las vestiduras. Lo


mismo hacen los jubilados que nunca atendieron, estuvieron tan pendientes como ahora, presa
del pánico y del miedo, de los asuntos económicos ¿Existe la deuda Perpetua? ¿Puede quebrar un
país? Sobre el primer asunto, una de las personalidades más representativas de la, en tiempos,
apasionante Bolsa de la Plaza de La Lealtad, me facilita la ilustración y un pie de letra: "Titulo al
portador de 1.000.- pesetas nominales correspondiente a una emisión de “entonces” -1º de
Octubre de 1971- de Deuda Perpetua de España Interior (o sea: “soberana”) con una renta anual
de 40.- pesetas pagaderas en trimestres vencidos en 1º de Enero, 1º de Abril. 1º de Julio y 1º de
Octubre de cada año. Nada que ver con la en la “actualidad” multimillonaria -en euros que no
pesetas- Deuda Exterior, Interior, Autonómica, Municipal y no digamos privada; multimillonaria
y despendolada Deuda -¿Perpetua?- cuyo “principal” e “intereses” se acumulan y renuevan año
tras año y quién sabe si “por los siglos de los siglos"
Respecto al segundo asunto: ¿Puede un país quebrar? ¿Qué hacer con mis
ahorros? Son dos de las grandes preguntas que perduran desde hace meses a propósito de la
Crisis de la Deuda Soberana. Sí, un país puede quebrar, como veremos a continuación, del mismo
modo que quiebran empresas y familias. EEUU, nación joven, quebró en 1929. Reino Unido ha
quebrado varias veces en los dos últimos siglos, lo mismo que España, Holanda o Italia. El sudeste
asiático ha tropezado con algunas quiebras, como Latinoamérica ¿China? ¡Vaya usted a saber!,
me dice un experto, que añade "de China no sabemos nada". Ha dicho Fitch hace unos días que el
peligro de quiebra a corto o medio plazo de la zona del euro sigue siendo bajo. Sin embargo, indica
la agencia, la crisis actual ha puesto de relieve ciertas puntos flacos tanto en la política económica
como en las instituciones, que se mostraron incapaces de evitar graves desequilibrios fiscales y
macroeconómicos. Es preciso que los países corrijan esos desequilibrios si aspiran a una
economía exitosa y quieren disipar cualquier duda sobre la sostenibilidad misma de la eurozona.
Según el informe, la respuesta de los políticos a la crisis, incluido el Mecanismo de Estabilización
Europeo de 500.000 millones de euros y la "acelerada reducción de sus déficit" acometida por
algunos países, aleja aún más el peligro de quiebra.
A la mente de los ahorradores e inversores ha saltado de nuevo el temor sobre si están o no seguros
sus ahorros e inversiones y cuáles son los activos más seguros en caso de que un país o estado
caiga en default. Lo cierto es que muchos ciudadanos no son conscientes realmente de los riesgos
que llevan asociados sus inversiones, o sin ir más lejos, de dónde se encuentran invertidos sus
ahorros. Para evitar sorpresas desagradables, el cliente no debe dejarse guiar sólo por la
recomendación del instrumento financiero (depósitos, acciones, estructurados, etc.) que le
ofrezcan en una entidad sin saber lo que está comprando. De hecho, construir una cartera con los
productos de moda es un error muy frecuente entre los inversores. Para muestra, un botón:
actualmente, por ejemplo, muchas entidades financieras han estado y siguen emitiendo
participaciones preferentes entre sus clientes, pero estos no suelen tener conciencia del elevado
riesgo que conlleva, un riesgo que no debe, en absoluto, pasarse por alto.
¿Puede España entrar en bancarrota? Quizás. De hecho tiene el honor de ser el primer país de la
Historia en arruinarse. Lo escribía Ramón García Invertia.com La última vez que España
suspendió pagos fue el siglo pasado tras la Guerra Civil y desde finales del siglo XVI no ha podido
hacer frente a sus deudas en más de una decena de veces. Felipe II fue el primero en presentar un
`concurso de acreedores y los últimos volúmenes de deuda y el fuerte desempleo han vuelto a
despertar los fantasmas de la quiebra. Lista de todas las bancarrotas de España. Las finanzas
españolas siempre se han movido en el terreno de las bancarrotas. La falta de emprendedores ha
hecho que la mayor parte de las infraestructuras siempre haya ido al cargo de la Hacienda Pública.
Gastos que no siempre se han visto compensados por la parte de los ingresos y que han llevado a
una media de casi una quiebra cada 50 años, aunque se han vivido periodos muy tranquilos.
Primero fue el alto coste de las empresas bélicas hispanas, desde Filipinas hasta las Indias. Más
tarde, la Guerra de Independencia y la pérdida de las colonias “las gallinas de los huevos de oro y
plata"-. Luego, las luchas entre conservadores como Cánovas del Castillo y progresistas como
Sagasta fueron las que no permitieron el equilibrio de las finanzas. Finalmente, fue la Guerra Civil
la que llevó de nuevo la suspensión de pagos a la economía española.
El concepto de deuda, tal y como se entiende hoy en día, lo crea Carlos I de España y V de
Alemania. A la muerte de su abuelo Maximiliano I, en 1519, compite con el rey de Francia,
Francisco I, por ser elegido Rey de los Romanos. El prestamista de su abuelo, Jakob Fugger
(Jacobo Fúcar como se le conocía en España), se compromete a sufragar su elección entre los
príncipes germanos con tal de cobrar las deudas pendientes de su abuelo y las nuevas que asumía
el joven rey.
Una lucha que termina con Carlos como Emperador del Sacro Imperio Romano pero con una
fuerte deuda con Fugger. A su muerte, el banquero amasaba una fortuna de 2,1 millones de
florines, unos 125 millones de euros en la actualidad “una cantidad considerable para la época-.
El Emperador tuvo que firmar unos “Asientos” “obligaciones de hoy en día- a Fugger en los que
se estipulaba el dinero a devolver y los intereses. Además, se utilizaban las minas de oro, plata y
sal y los impuestos que se cobraban en Castilla como avales en caso de no pagarse la deuda.
Comenzaba así la historia de la Deuda soberana.
Una deuda que fue creciendo al ritmo que crecía el Imperio Español. Se necesitaba dinero para
batallas, para apaciguar revueltas y para seguir conquistando Las Indias. Préstamos que estaban
asegurados por el poderío español y que habrían tenido calificación triple A de existir las agencias
de calificación. Nadie dudaba del Imperio Español.
Los problemas llegaron con el ascenso al trono del hijo de Carlos I, Felipe II. Mantener un Imperio
en el que “nunca se pone el Sol” no es barato. La Corona seguía endeudándose para mantener sus
conquistas de ultramar. Finalmente, Felipe II al poco tiempo de comenzar a reinar se vio obligado
a declarar la “suspensión de pagos de los asientos”: la primera quiebra de un Estado.
Una ruina que vino provocada por la construcción de un estado y por la hiperinflación. Felipe II
articuló un estado cada vez más centralizado que costaba dinero, para ello desarrolló impuestos y
una Hacienda. Tasas que no se cobraban ni al clero ni a los nobles, lo que hizo estallar la caja del
dinero. Pero además, las cuentas públicas se vieron muy perjudicadas por la fuerte inflación que
castigó el grano y a las tierras debido a las ingentes cantidades de oro que llegaban de América.
Similar a los problemas que puede provocar darle a la máquina del dinero en la actualidad.
Con ese panorama, Felipe II sólo pudo suspender los pagos y comenzar a reestructurar su deuda.
El monarca acordó con algunos prestamistas devolver sólo los intereses y olvidar el principal, con
otros alargó el plazo de devolución del préstamo. Condiciones que los banqueros tuvieron que
aceptar si querían recuperar algo del dinero prestado y que terminó con los Fugger arruinados, ya
que Felipe II llegó a suspender los asientos “bancarrota-hasta tres veces.
Esa dinámica de préstamos e impagos recorrió los siglos XVII y XVIII. En cinco ocasiones, a lo
largo de los dos siglos, se suspendieron los asientos o se renegoció la deuda “reestructuración que
algunos expertos no descartan que tenga que hacer Grecia, aunque en la actualidad el plan de
estabilidad del euro ha ahuyentado esos fantasmas-. Las continuas bancarrotas de España
habrían convertido su deuda en bono basura si Moody's o Fitch la hubieran calificado.
Hizo falta que llegara un francés, Philippe de Bourbon para poner orden a las finanzas españolas.
Tras la Guerra de Sucesión, reinó como Felipe V desde 1700 hasta 1746 y articuló un estado
moderno con funcionarios. A la vez retomó el comercio con América y elaboró una Hacienda con
impuestos para financiar el nuevo estado.
Fernando VI siguió la estala de su padre y hasta Carlos III no se ve una innovación: el Banco de
San Carlos. Un entidad encargada de convertir los vales reales y de descontar los efectos al 4%,
contratar los suministros militares y pagar la deuda exterior. En un principio se pretendió que el
capital privado entrara en el banco, pero los inversores no vieron negocio. La entidad cargada de
deudas sobrevivió hasta 1829 cuando fue absorbida por el Banco de San Fernando.
El siguiente problema con la deuda española vino a finales del siglo XVIII. La decisión de Carlos
IV de ir a la guerra contra Francia por haber cortado la cabeza a Luis XVI y a María Antonieta
supuso la ruina de las finanzas patrias. La emisión desmesurada de vales reales terminó por llevar
a la suspensión de pago de los intereses.
Los problemas franceses terminaron en la Guerra de Independencia que supuso una merma
considerable del arca pública. Un gasto que ya no veía venir oro desde el otro lado del Atlántico,
ya que cada vez eran más los territorios de ultramar que proclamaban su independencia. Un
déficit crónico al que tuvo que enfrentarse Fernando VII durante todo su reinado y que fue punto
de partida del siglo más difícil para las finanzas españolas: el XIX.
sal y los impuestos que se cobraban en Castilla como avales en caso de no pagarse la deuda.
Comenzaba así la historia de la Deuda soberana.
Una deuda que fue creciendo al ritmo que crecía el Imperio Español. Se necesitaba dinero para
batallas, para apaciguar revueltas y para seguir conquistando Las Indias. Préstamos que estaban
asegurados por el poderío español y que habrían tenido calificación triple A de existir las agencias
de calificación. Nadie dudaba del Imperio Español.
Los problemas llegaron con el ascenso al trono del hijo de Carlos I, Felipe II. Mantener un Imperio
en el que “nunca se pone el Sol” no es barato. La Corona seguía endeudándose para mantener sus
conquistas de ultramar. Finalmente, Felipe II al poco tiempo de comenzar a reinar se vio obligado
a declarar la “suspensión de pagos de los asientos”: la primera quiebra de un Estado.
Una ruina que vino provocada por la construcción de un estado y por la hiperinflación. Felipe II
articuló un estado cada vez más centralizado que costaba dinero, para ello desarrolló impuestos y
una Hacienda. Tasas que no se cobraban ni al clero ni a los nobles, lo que hizo estallar la caja del
dinero. Pero además, las cuentas públicas se vieron muy perjudicadas por la fuerte inflación que
castigó el grano y a las tierras debido a las ingentes cantidades de oro que llegaban de América.
Similar a los problemas que puede provocar darle a la máquina del dinero en la actualidad.
Con ese panorama, Felipe II sólo pudo suspender los pagos y comenzar a reestructurar su deuda.
El monarca acordó con algunos prestamistas devolver sólo los intereses y olvidar el principal, con
otros alargó el plazo de devolución del préstamo. Condiciones que los banqueros tuvieron que
aceptar si querían recuperar algo del dinero prestado y que terminó con los Fugger arruinados, ya
que Felipe II llegó a suspender los asientos “bancarrota-hasta tres veces.
Esa dinámica de préstamos e impagos recorrió los siglos XVII y XVIII. En cinco ocasiones, a lo
largo de los dos siglos, se suspendieron los asientos o se renegoció la deuda “reestructuración que
algunos expertos no descartan que tenga que hacer Grecia, aunque en la actualidad el plan de
estabilidad del euro ha ahuyentado esos fantasmas-. Las continuas bancarrotas de España
habrían convertido su deuda en bono basura si Moody's o Fitch la hubieran calificado.
Hizo falta que llegara un francés, Philippe de Bourbon para poner orden a las finanzas españolas.
Tras la Guerra de Sucesión, reinó como Felipe V desde 1700 hasta 1746 y articuló un estado
moderno con funcionarios. A la vez retomó el comercio con América y elaboró una Hacienda con
impuestos para financiar el nuevo estado.
Fernando VI siguió la estala de su padre y hasta Carlos III no se ve una innovación: el Banco de
San Carlos. Un entidad encargada de convertir los vales reales y de descontar los efectos al 4%,
contratar los suministros militares y pagar la deuda exterior. En un principio se pretendió que el
capital privado entrara en el banco, pero los inversores no vieron negocio. La entidad cargada de
deudas sobrevivió hasta 1829 cuando fue absorbida por el Banco de San Fernando.
El siguiente problema con la deuda española vino a finales del siglo XVIII. La decisión de Carlos
IV de ir a la guerra contra Francia por haber cortado la cabeza a Luis XVI y a María Antonieta
supuso la ruina de las finanzas patrias. La emisión desmesurada de vales reales terminó por llevar
a la suspensión de pago de los intereses.
Los problemas franceses terminaron en la Guerra de Independencia que supuso una merma
considerable del arca pública. Un gasto que ya no veía venir oro desde el otro lado del Atlántico,
ya que cada vez eran más los territorios de ultramar que proclamaban su independencia. Un
déficit crónico al que tuvo que enfrentarse Fernando VII durante todo su reinado y que fue punto
de partida del siglo más difícil para las finanzas españolas: el XIX.
1596: otra bancarrota. El Gobierno emite los primeros bonos de la llamada "Deuda Soberana".
Tercera suspensión de pago

FELIPE III
1598: persisten las dificultades económicas, heredadas de Felipe II.

1600-1601: varias instituciones financieras sevillanas se declaran en quiebra.

1607: se declara nuevamente en bancarrota el Estado; la solución pasa por una nueva
suspensión de pagos y la confiscación de los bienes de los "moriscos" en provecho de las arcas
del Gobierno, pero son insuficientes.

FELIPE IV
1627: el Estado se declara en bancarrota y la quiebra del Imperio Español repercute gravemente
en el sistema financiero internacional; nueva suspensión de pagos.

1647: segunda bancarrota del reinado y nueva suspensión de pagos.

1652: tercera bancarrota con suspensión de pagos.

1662: cuarta bancarrota con suspensión de pagos.

CARLOS II
1666: nueva quiebra de las insostenibles finanzas españolas por acumulación de débitos;
inflación galopante. Reforma monetaria expeditiva aunque precaria de manos del Duque de
Medinaceli. La Real Hacienda consigue pagar el 70% de sus deudas.

CARLOS IV
1799: la guerra contra Francia se financia con la masiva e incontrolable emisión de "Vales
Reales", llevando finalmente a la primera suspensión de pagos de los intereses prometidos;
España se declara otra vez en bancarrota.

1809: nueva suspensión de pagos.

FERNANDO VII
1814-1820: constante déficit de la Hacienda Española.

ISABEL II
1866: Crisis del Ferrocarril; la suspensión de pagos por parte del Estado llevan a la quiebra
empresas y bancos que financiaron las construcciones de la red ferroviaria nacional.

AMADEO I
1872: el Estado se declara en bancarrota y vende Río Tinto a Gran-Bretaña.
ALFONSO XII
1882: bancarrota del Estado. EE.UU. se queda con Cuba y Puerto Rico.

DICTADURA FRANQUISTA
1939: el régimen del General Franco reconoce las deudas del bando nacional pero no reconoce
ni asume el pago de la deuda de la IIª República.

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