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Asociación Central Dominicana

Ministerio de Mayordomía

Título: ¿Los bolsillos o el corazón?


Texto clave: Génesis 4:1-5
Sermón escrito por: Pr. Alexander Fernández

INTRODUCCIÓN
¿Te imaginas que mientras estás echando en el platillo de la iglesia tus ofrendas
el pastor esté ahí observando la cantidad que estás depositando? ¿Cómo te sentirías?
Muy mal ¿cierto? Carlos A. Morris, cuenta que cierto pastor deseaba que su
congregación comprendiera que Dios se interesaba en lo que ellos daban de ofrenda.
Un día de culto mientras los hermanos pasaban al frente a depositar sus ofrendas, el
ministro bajó del púlpito y ante la sorpresa y desagrado de muchos, miró atentamente
lo que cada uno daba. Luego volvió al pulpito y les dijo: “Ustedes no esperaban que yo
mirara lo que ofrendaban; quiero que recuerden que Dios siempre mira y ve lo que
están dando”. A partir de ese día las ofrendas aumentaron considerablemente. 1

Si bien es cierto que esto le dio resultado al pastor. ¿es cierto que Dios lo
primero que mira es la cantidad de nuestros donativos? Para responder esta pregunta
leamos el texto clave de esta mañana:

Génesis 4:1–5

Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: «Por voluntad de
Jehová he adquirido un varón». Después dio a luz a su hermano Abel. Fue Abel pastor de
ovejas y Caín, labrador de la tierra.   Pasado un tiempo, Caín trajo del fruto de la tierra una
ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, y de la grasa de
ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín ni
a su ofrenda, por lo cual Caín se enojó en gran manera y decayó su semblante. 2

1
Carlos A. Morris, Comentario bíblico del continente nuevo: San Marcos (Miami, FL: Editorial Unilit,
1992), 218.

2
El uso del subrayado en negrita es para destacar lo más importante del texto.
I. DIOS PRIMERO MIRA EL CORAZÓN
a. Caín y Abel
Lo primero a observar en el pasaje es que Dios primero miró a Abel y luego su
ofrenda, es decir, él primero mira a la persona y luego lo que ofrece. Como leímos
primero le agradó el corazón y la actitud de Abel y como consecuencia aceptó lo que
éste le entregó, una ofrenda. Esto nos lleva a la primera lección: Dios está más
interesado en el corazón e intención de las personas que en su ofrenda, porque al final
Dios es el dueño del oro y la plata (Hageo 2:8) y toda la tierra es de él (Salmos 24:1-3)
por lo que no necesita nada de nosotros. Lo que él desea es nuestro ser como lo
expresa las Escrituras: “Dame, hijo mío, tu corazón y miren tus ojos mis caminos” (Pr
23:26), porque “el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el
corazón (1 Sam 16:7).
b. Los ricos y la viuda
Este principio teológico en el contexto de la ofrenda lo externó Jesús en Lucas 21:1–4:

Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el


pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una
viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. Entonces llamando a
sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que
todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que
les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su
sustento.

Al igual que Dios miró a Abel y Caín, Jesús miraba a los ricos y la viuda en el
templo mientras echaban sus ofrendas. El verbo “mirar” en su idioma original alude a
un mirar detenidamente, un observar donde se analiza lo que está al frente. Jesús no
evaluaba la cantidad de la ofrenda sino la calidad del corazón del individuo que está
ofrendando. Jesús contrasta la actitud y prioridad de los ricos y la viuda. Mientras que
ricos daban de lo que le sobraba, la viuda dio todo lo que tenía, dos monedas.
Dios estaba en ultimo lugar en la lista de prioridades de los ricos porque
ofrendaban de lo que le sobraba, primero cubrían sus necesidades; pagos de
impuestos, alimentación para la familia, el ganado, abono etc… y luego si les quedaba
daban una ofrenda.
Contrario a las prioridades de los ricos, la viuda tenía a Dios en primer lugar, no
tenía un esposo que le diera sustento, al igual que los ricos tenía que pagar impuestos
y comprar alimentos para ella y quizás para sus hijos, pero puso sus necesidades a un
lado y despositó en el alfolí aquello que le garantizaba su desayuno, almuerzo y cena
del proximo día, dos monedas. Por eso Jesús dijo que ella dio todo lo que tenía. Ella
prefirió ser fiel por encima de sus necesidades.

c. Aplicación del pasaje


Mientras que detrás de esas dos monedas había un corazón ofrendado a Dios,
detrás de la opulenta ofrendas de los ricos había egoismo y orgullo. Mis apreciados
hermanos, para Dios la cantidad de la ofrenda no sirve para nada cuando el corazón no
está ofrendado en su altar: cuando no estamos circuncidados al dinero y tenemos a
Dios en último en nuestra lista de prioridades nuestras ofrendas no son aceptadas
delante de él.
Lo primero que él mira es tu corazón y luego lo que tu puedes ofrecerle o hacer
por él. En Mateo 5:23-24 Jesús siguió resalta que es el ser del hombre lo que él
persigue al señalar:
Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu
hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y ve,
reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y presenta tu ofrenda.

Notamos que la reconciliación está primero que nuestras ofrendas, es un


imperativo, una orden (reconcíliate) que Jesús nos da, porque de nada sirve ofrendarle
a él y al mismo tiempo tener enemistades, porque “todo aquel que odia a su hermano
es homicida y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él” (1 Juan
3:15).

II. LA MEJOR OFRENDA


a. Jesús
Sabiendo que Dios pide primero el corazón como una ofrenda de grato olor, él
mismo se hizo ofrenda por nosotros y es un modelo de fidelidad y sacrificio. Tanto así
que, la primera vez que en la biblia se menciona el vocablo “ofrenda”, es en Génesis 4:
3-5 donde se acepta la ofrenda de Abel siendo esta los primerizos de sus ovejas, dicha
acción representaba al cordero de Dios, Jesús, que vendría a quitar los pecados del
mundo (Juan 1:19):
- Abel ofrendó de sus ovejas (Gn 4:4)
- Noé también (Gn 8:4)
- Abraham iba a ofrendar a su hijo (Gn 12:7; 22:13)
- Cristo fue ofrenda de olor grato delante de Dios (Efesios 5:20)
Todas las ofrendas que se llevaban al santuario apuntaban al mesías esperado,
cuando éste vino se hizo “ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Efesios 5:20).
Dios aceptó el corazón sincero y de amor de Jesús y luego su sacrificio, convirtiéndose
en la mejor ofrenda. De este modo, vemos que en primer lugar las ofrendas no tiene
nada que ver con lo monetario sino con salvación. Cada ofrenda en el Antiguo
Testamento era señalando la venida del mesías. En sintensis, la ofrenda no es nuestro
dinero, es Jesús y nuestros corazones. Desde el día que hablemos más de las finanzas
que Jesús estaremos en un camino peligroso.
Siendo que las ofrendas está asociadas con Jesús ¿significa que las ofrendas
monetarias no son importante para él? Claro que sí, el Señor pide que le traigamos
ofrendas y cuando nos resistimos a esa acción le estamos robando (Malaquías 3:8).
El pueblo de Dios daba ofrendas voluntarias. Los diezmos y las ofrendas se
entregaban a los sacerdotes de Dios. Este fue su modo de ganar la vida, ya que no
tenían tierra propia. Dios dijo a su pueblo que trajeran sus ofrendas cuando vinieran a
adorarle.

“Y ninguno se presentará delante de Jehová con las manos vacías; cada


uno con la ofrenda de su mano, conforme a la bendición que Jehová tu
Dios te hubiere dado” (Deuteronomio 16:16–17).

No ofrendamos para que Dios nos bendiga sino porque él ya nos bendijo. Hace
un tiempo escuché a un pastor que proclama la teología de la prosperidad al decir:
“del tamaño de tus ofrendas será tu bendición”. ¿Será cierto eso? Esta idea sustenta
que Dios te bendice en la medida que tu ofrenda. Esto es una falaxia, el texto que
acabamos de leer dice que ofrendamos conforme a la bendición que Jehová nos ha
dado. De modo, que yo no le doy a Dios, sino que le devuelvo conforme a la bendición
que me dio.

b. Aplicación del pasaje


Un famoso predicador dijo: “si tienes una enfermedad grande, así de grande
debe ser tu ofrenda”. Esto está muy dejos de la realidad, Jesús nunca pidió una
ofrenda como condición para sanar a los enfermos, liberar a los endemoniados y
resucitar a los muertos. Ofrendamos porque el Señor nos bendijo y ese ejercicio nos
ayuda a erradicar el egoísmo de nosotros, pero solo es efectiva la ofrenda financiera
cuando ya mi corazón está depositado en el altar divino. Por esto se nos hace un
llamado radical en Romanos 12:1–2:
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que
presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es
vuestro culto racional.

De manera similar a las ofrendas de animales que señalaban a Jesús en el A.T y


de la misma forma en que éste se ofreció por nosotros, debemos estar dispuestos a
ofrendarle nuestras vidas para que seamos olor grato ante él. De esto ser una realidad,
daremos con gozo nuestra ofrenda de gratitud semanal y anual porque cuando el
corazón está ofrendado también lo estará nuestros bolsillos:

Dios se deleita en honrar la ofrenda del corazón que ama, dándole la mayor
eficacia en su servicio. Si hemos dado nuestro corazón a Jesús, le traeremos
también nuestros donativos. Nuestro oro y plata, nuestras posesiones
terrenales más preciosas, nuestros dones mentales y espirituales más elevados,
serán dedicados libremente a Aquel que nos amó y se dio a sí mismo por
nosotros (Elena White, El Deseado de Todas las Gentes, 46).

III. LLAMADO
A los mejor estás ofrendado en la iglesia pero tu carácter y manera de ser
muestran cuán lejos está tu corazón del Señor, por más que intentas cambiarlo aun no
lo has logrado, ¿sabes qué? Yo tampoco he alcanzado la meta, pero ¿qué tal si como el
apóstol Pablo, no olvidamos de lo que está detrás y nos proponemos hoy venir delante
del Señor? y decirle: “padre, vengo ante ti no para ofrecerte algo con lo que pueda
ganar tu favor, vengo únicamente para ofrendarte mi corazón”. Si ese es tu deseo te
invito a que vengas al frente y oremos juntos.

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