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La Ofrenda Que Agrada A Dios
La Ofrenda Que Agrada A Dios
Ministerio de Mayordomía
INTRODUCCIÓN
¿Te imaginas que mientras estás echando en el platillo de la iglesia tus ofrendas
el pastor esté ahí observando la cantidad que estás depositando? ¿Cómo te sentirías?
Muy mal ¿cierto? Carlos A. Morris, cuenta que cierto pastor deseaba que su
congregación comprendiera que Dios se interesaba en lo que ellos daban de ofrenda.
Un día de culto mientras los hermanos pasaban al frente a depositar sus ofrendas, el
ministro bajó del púlpito y ante la sorpresa y desagrado de muchos, miró atentamente
lo que cada uno daba. Luego volvió al pulpito y les dijo: “Ustedes no esperaban que yo
mirara lo que ofrendaban; quiero que recuerden que Dios siempre mira y ve lo que
están dando”. A partir de ese día las ofrendas aumentaron considerablemente. 1
Si bien es cierto que esto le dio resultado al pastor. ¿es cierto que Dios lo
primero que mira es la cantidad de nuestros donativos? Para responder esta pregunta
leamos el texto clave de esta mañana:
Génesis 4:1–5
Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: «Por voluntad de
Jehová he adquirido un varón». Después dio a luz a su hermano Abel. Fue Abel pastor de
ovejas y Caín, labrador de la tierra. Pasado un tiempo, Caín trajo del fruto de la tierra una
ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, y de la grasa de
ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín ni
a su ofrenda, por lo cual Caín se enojó en gran manera y decayó su semblante. 2
1
Carlos A. Morris, Comentario bíblico del continente nuevo: San Marcos (Miami, FL: Editorial Unilit,
1992), 218.
2
El uso del subrayado en negrita es para destacar lo más importante del texto.
I. DIOS PRIMERO MIRA EL CORAZÓN
a. Caín y Abel
Lo primero a observar en el pasaje es que Dios primero miró a Abel y luego su
ofrenda, es decir, él primero mira a la persona y luego lo que ofrece. Como leímos
primero le agradó el corazón y la actitud de Abel y como consecuencia aceptó lo que
éste le entregó, una ofrenda. Esto nos lleva a la primera lección: Dios está más
interesado en el corazón e intención de las personas que en su ofrenda, porque al final
Dios es el dueño del oro y la plata (Hageo 2:8) y toda la tierra es de él (Salmos 24:1-3)
por lo que no necesita nada de nosotros. Lo que él desea es nuestro ser como lo
expresa las Escrituras: “Dame, hijo mío, tu corazón y miren tus ojos mis caminos” (Pr
23:26), porque “el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el
corazón (1 Sam 16:7).
b. Los ricos y la viuda
Este principio teológico en el contexto de la ofrenda lo externó Jesús en Lucas 21:1–4:
Al igual que Dios miró a Abel y Caín, Jesús miraba a los ricos y la viuda en el
templo mientras echaban sus ofrendas. El verbo “mirar” en su idioma original alude a
un mirar detenidamente, un observar donde se analiza lo que está al frente. Jesús no
evaluaba la cantidad de la ofrenda sino la calidad del corazón del individuo que está
ofrendando. Jesús contrasta la actitud y prioridad de los ricos y la viuda. Mientras que
ricos daban de lo que le sobraba, la viuda dio todo lo que tenía, dos monedas.
Dios estaba en ultimo lugar en la lista de prioridades de los ricos porque
ofrendaban de lo que le sobraba, primero cubrían sus necesidades; pagos de
impuestos, alimentación para la familia, el ganado, abono etc… y luego si les quedaba
daban una ofrenda.
Contrario a las prioridades de los ricos, la viuda tenía a Dios en primer lugar, no
tenía un esposo que le diera sustento, al igual que los ricos tenía que pagar impuestos
y comprar alimentos para ella y quizás para sus hijos, pero puso sus necesidades a un
lado y despositó en el alfolí aquello que le garantizaba su desayuno, almuerzo y cena
del proximo día, dos monedas. Por eso Jesús dijo que ella dio todo lo que tenía. Ella
prefirió ser fiel por encima de sus necesidades.
No ofrendamos para que Dios nos bendiga sino porque él ya nos bendijo. Hace
un tiempo escuché a un pastor que proclama la teología de la prosperidad al decir:
“del tamaño de tus ofrendas será tu bendición”. ¿Será cierto eso? Esta idea sustenta
que Dios te bendice en la medida que tu ofrenda. Esto es una falaxia, el texto que
acabamos de leer dice que ofrendamos conforme a la bendición que Jehová nos ha
dado. De modo, que yo no le doy a Dios, sino que le devuelvo conforme a la bendición
que me dio.
Dios se deleita en honrar la ofrenda del corazón que ama, dándole la mayor
eficacia en su servicio. Si hemos dado nuestro corazón a Jesús, le traeremos
también nuestros donativos. Nuestro oro y plata, nuestras posesiones
terrenales más preciosas, nuestros dones mentales y espirituales más elevados,
serán dedicados libremente a Aquel que nos amó y se dio a sí mismo por
nosotros (Elena White, El Deseado de Todas las Gentes, 46).
III. LLAMADO
A los mejor estás ofrendado en la iglesia pero tu carácter y manera de ser
muestran cuán lejos está tu corazón del Señor, por más que intentas cambiarlo aun no
lo has logrado, ¿sabes qué? Yo tampoco he alcanzado la meta, pero ¿qué tal si como el
apóstol Pablo, no olvidamos de lo que está detrás y nos proponemos hoy venir delante
del Señor? y decirle: “padre, vengo ante ti no para ofrecerte algo con lo que pueda
ganar tu favor, vengo únicamente para ofrendarte mi corazón”. Si ese es tu deseo te
invito a que vengas al frente y oremos juntos.