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Facultad de Ciencias Humanas

Historia medieval
Paolo Vignolo
2021 - B
María Camila Moreno Suárez
Juanita Segura Fernandez
Valeria Salamanca Infante
Scarleth Sanchez Castellanos

Trabajo grupal - Segunda nota I

Damasco: un legado heterogéneo


Introducción

La transición entre la edad antigua y el medioevo marcaron grandes cambios en la geopolítica


oriental y occidental; las relaciones políticas, económicas y socioculturales se vieron
seriamente alteradas a partir de los distintos devenires y tensiones de procesos tan complejos
como la caída del Imperio Romano o la expansión de religiones como el Islam. Justamente
por este motivo se hace evidente que, a niveles locales, debieron haberse evidenciado
aspectos de su transformación a lo largo de este periodo. Por medio de este texto, buscamos
profundizar y analizar dichos cambios tomando como base la ciudad de Damasco, la cual
tiene un gran peso histórico y en la que existieron marcadas diferencias de un periodo a otro.

Una etapa convulsa

La ciudad de Damasco como parte del imperio Romano, aunque de cierta relevancia en la
región, no tuvo mayor trascendencia a nivel global. Situada en una zona estratégica respecto a
la defensa del territorio del imperio, así como para las rutas de comercio establecidas, jugó
cierto papel de importancia a nivel local. Junto con ello, la monumentalización de esta y otras
ciudades aledañas como reafirmación de su presencia y poder en la zona, que a nivel político
era poco cohesiva, fue una marca en este periodo. Durante el Imperio Bizantino, las
dinámicas comerciales perduraron a diferencia de las sociales; la cristianización de la ciudad
y el intento de erradicar prácticas paganas se hizo latente, además de traer consigo dinámicas
socialmente opuestas, siendo este un territorio rodeado y envuelto en tradiciones nómadas. En
este mismo sentido, a pesar de los distintos asedios que llegó a tener debido a su posición,
esta logró perdurar con el paso del tiempo gracias al potencial defensivo cercano a ella así
como a su disposición, al no estar establecida como una ciudad de gran envergadura. Aunque
debe decirse que esto mismo pudo marcar un progresivo debilitamiento de la ciudad y su
papel dentro del imperio.

La posterior conquista de la ciudad en manos de los Omeyas en el 635 d.C, marcaría un punto
de quiebre para la ciudad; desde el Imperio Bizantino se elevó la preocupación por la pérdida
de este territorio de ubicación estratégica y, a pesar de sus intentos para recuperarla, no llegó
a hacerlo. Es entonces que bajo el mandato Omeya, la ciudad comienza a experimentar un
periodo de bonanza y florecimiento. En esta etapa se la establece como capital del Califato,
instaurando al árabe como lengua oficial y comenzando una transición hacia la adopción del
islam dentro del territorio. Esto se hizo particularmente fácil, teniendo en cuenta el
progresivo acercamiento que tuvo el sur de la ciudad hacia la cultura islámica en sus últimos
años como parte del imperio bizantino. De la misma forma, el trasfondo político Helenístico
del que venía, proporcionó las bases administrativas óptimas para su desarrollo como capital.
La consolidación de Damasco como una ciudad de gran relevancia perduró casi un siglo,
posterior al cual entraría en declive tras el debilitamiento y posterior caída del califato.

Consecuencias de las invasiones

Tras la campaña victoriosa del emperador Galerio Maximiano (260-311 d.C.) contra los
persas del año 297, se da paso en Siria a un periodo de paz de más de dos siglos. Solo tres
guerras interrumpieron este periodo de alivio para los sirios romanos, todas dentro de
territorio enemigo. Esta paz que vivió el imperio fue gracias a los problemas y conflictos que
estaba viviendo el Imperio Persa en su interior, además de ser producto de las intervenciones
militares del ex emperador romano Diocleciano (244-311 d.C.) contra estos últimos.

Con el nuevo clima de estabilidad política, los sirios, que son considerados innatos
comerciantes, vuelven a hacerse dueños del comercio a gran escala de Oriente y Occidente,
junto con grandes ciudades como Constantinopla. El aceite sirio, cuyo origen es nativo, llegó
hasta tierras tan lejanas como las hispanas. La rentabilidad del transporte de estos productos
era aportada por artículos de lujo de un gran valor como lo tenían las especias, los perfumes,
el marfil, las perlas y sobre todo la seda.

Esta parte del imperio se encontraba dividida en providencias; Damasco era parte de Fenicia
del Líbano, pero esta división territorial duró hasta finales del siglo IV, alrededor del año 395
d.C. El preludio del siglo VI estuvo marcado por el inicio de las hostilidades entre Bizancio y
la Persia Sasánida. Durante sus primeros años los intentos ofensivos del gobernante persa
Kawâdh I, fueron frenados con el esfuerzo del emperador Anastasio I (430-518 d.C.), quien
empezó su reinado en el 491 d.C.

Damasco desde su antigüedad fue entendida como un espacio sagrado y, lugares como la
Mezquita Omeya han servido como espacio de culto desde la época pre-islámica.
La conquista de Damasco se dió en el año 634 por Jálid ibn al-Walid, compañero de
Mohammed el profeta, que resultó victorioso contra los bizantinos de Damasco tras un año de
batalla y es reconocido por tener la proeza militar de conquistar gran parte de Siria. Producto
de la expansión musulmana, el mando militar de Jálid se encaminó a Damasco a través de un
paso de montaña conocido como paso de Uqab.
La batalla de Achnadáyn fue una batalla decisiva entre el imperio bizantino y el califato
ortodoxo1, la cual tuvo como principal consecuencia la retirada de las tropas bizantinas que
decidieron refugiarse en Damasco. Dirigidos por Tomás, yerno de Heraclito, los bizantinos se

1 También llamado califato Rashidun, pues era uno de los cuatro primeros califas que sucedieron a
Mahoma
prepararon para defender la ciudad que tendría un inminente ataque musulmán. Aunque el
apoyo bizantino retrasó el asedió musulman, el 18 de septiembre tras el constante asedio, la
fuerza Bizantina cayó y Damasco fue conquistado por el ejército de Jálid. La toma de
Damasco supuso la rendición de resistencias bizantinas alrededor de la región.
No fue la última batalla entre musulmanes y bizantinos en Damasco, sin embargo, no fueron
los únicos enfrentamientos que se dieron en la ciudad. En el año 664 el califato ortodoxo
cayó ante los omeyas, quienes decidieron usar Damasco como centro administrativo. Al
Walid I, el sexto califa omeya, empezó la construcción de la Mezquita Omeya donde se
ubicaba la anterior catedral bizantina2. La construcción de la Mezquita supuso la destrucción
de gran parte de la catedral y su reestructuración mirando al Sur, dirigiéndose hacia la Meca.
El califato Abasí eliminó al califato omeya que tenía situada su capital en la ciudad de
Damasco3, siendo el califato omeya uno de los 4 califatos islámicos establecidos tras la
muerte de Mahoma. Aunque los abasies consideraban la conquista de Damasco un triunfo del
Islam, no tuvieron interes particular en la ciudad, trasladaron la capital administrativa a la
ciudad de Bagdad. Damasco entró en un periodo de estancamiento, se eliminó parte de la
simbología omeya que reposaba en la mezquita que perduró hasta su devastación en el año
14004.
Los constantes enfrentamientos debilitaron la ciudad, quitándole el esplendor que
caracterizaba a aquella capital. Sin embargo, Damasco mantuvo legado cultural en las
paredes de aquella mezquita que antes era una catedral. Lo notorio de Damasco, es que el
cuidado de la mezquita parece estar relacionado con la apreciación a aquel simbolo de la
llegada del Islam.

La historia de damasco a través de su templo

En el proceso de erigir un nuevo imperio y de su respectivo centro cultural, como lo fuera


Damasco para el imperio omeya, no parece ser anodino el esfuerzo por desarrollar de manera
conjunta las edificaciones que den muestra del poder y sofisticación de las ciencias y
creencias, que bajo dicho mando, se espera, florezcan. En el caso de la mezquita de los
omeyas, al-Djāmī banī Umaya O Gran Mezquita de Damasco, además de ser ese gran legado
cultural declarado hoy patrimonio de la humanidad, existe una historia de asimilación
concienzuda. No sólo entre las dos religiones monoteistas, el cristianismo bizantino e islam,
sino entre otras dos grandes mitologias, asiria y aramea, de un pasado mucho más lejano.
Para entender la relación entre estas grandes corrientes político-religiosas, y su desenlace
final, me remito a la referencia cronológica más lejana que se ha podido constatar sobre esta
estructura dedicada al culto, o los cultos para este caso.
En los momentos previos a la llegada del imperio romano al oriente próximo, más
específicamente, en la ubicación geográfica de lo que compone a la actual Siria, convergen en
el territorio dos grandes civilizaciones: asirios y arameos. Estos grupos ya han bebido de
otros saberes y creencias, a saber, la mitología mesopotámica que es el nombre designado a
un proceso de sincretismo mucho más vasto. De entre toda esta amalgama de creencias

2 Durante el año 706


3 Durante la caída de la dinastía omeya en el año 750
4 Por parte del militar Tamerlán
existió un templo para un Dios en especifico: Hadad, donde hoy permanece la mezquita de
Damasco. Este Dios estaba encargado de gobernar el cielo, la lluvia y el rayo; si esta última
característica se nos hace conocida es gracias a la herencia griega. Zeus, padre del hombre y
dueño del olimpo, tiene no solo a este personaje análogo, pues dentro de la cosmología
egipcia, y seguramente en muchas otras, hay una construcción de deidad semejante. En el
caso de la etapa “pagana” romana encontramos a júpiter a quien se le dedicará la segunda
edificación de ese terreno; la construcción de dicho templo se iniciara durante el mandato de
césar augusto y solo podrá ser terminado 200 años después. El siguiente adecuamiento vendrá
con la transformación interna del imperio romano y, consecuente fragmentación oriental de lo
que se conocerá como imperio bizantino. La nueva religión adaptada en esta etapa no
permitirá que exista un templo que abracé su pasado idolatra, por lo que el destino de esta
edificación será, hasta la llegada del mundo arabe, la catedral del predicador judio Juan el
bautista.
En la última fase de reconstrucción y avance del mundo islamico, donde florecerá la
economía omeya, este recinto sagrado será la base de la nueva mezquita. A pesar de todas las
disputas iconoclastas y rupturas dogmáticas entre la religión saliente y la recién incorporada
doctrina islámica, a día de hoy se puede apreciar en esta estructura los vestigios de un pasado
supeditado. El Islam sirvió como religión aglutinante que unificó las diversas religiones
monoteístas mediante la predicación de Mahoma5.
La ciudad de Damasco, pese al conflicto interno en el que se ve envuelta hasta la actualidad,
todavía habla por medio de sus calles y construcciones. Estos son un relato vivo de una
historia en la que coexisten los cambios más drásticos e intermediaciones producto del
sincretismo. Toda esta efervescencia artística y religiosa no permanece estática en la urbe
Damasquina ya que con el avance militar de la península ibérica, por parte del imperio arabe
y la consiguiente fundación de Al-Ándalus, la estética conseguida hará préstamos a sus
correspondientes califatos, uno de ellos será el trabajo artesanal “Damasquinado”.

Bibliografía
5 Europa y el islam en la edad media Pág. 13
● A. Egea Vivancos. Capítulo 4 "El norte de Siria en los periodos romano y bizantino.
Contexto histórico." Tomado de: "Poblamiento romano en el Alto Éufrates Sirio".
(95-97 pp.) Universidad de Murcia. 2005.
● Ross Burns, “Holding the line (AD 269-610)”, Damascus: a history, (Nueva York:
Routledge, 2005) 80-95.
● Burns, “‘Farewell Oh Syria’ (611-750)”, 96-107.
● Burns, “The Umayyads (661-750)”, 108-126.
● Wikipedia, “Damasco”, Web, Nov. 21, 2021.
● Hugh, Kennedy.[Casa arabe ] (9 de mayo del 2016). Damasco: cambio y continuidad
en la Alta Edad Media [Video]. Youtube.
● Bresc, Henri; Guichard, pierre y Mantran, Robert “Europa y el islam en la edad
media”, critica, 2001 Capitulo I Pág. 13

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