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# tiene informacidn sobre las principales variables demogréficas (estimaciones). Esta hoja, muy util en los trabajos geogrificos, puede solicitarse a la direccién de este organismo (Box 35012, Washington. D.C. 20.013. USA). Gran mimero de datos demograficos estin recogidos en publicaciones anua- les como el Calendario Atlante de Agostini, que se edita desde 1904, las Ima- ges. economiques du monde (1955), etc. No obstante, las cifras de éstas y otras publicaciones similares suelen pro- ceder de los Anuarios e Informes de laO.N.U. © 2.3. LA DISTRIBUCION ESPACIAL DE LA POBLACION Antes de la consolidacién de la geodemografia como subdisciplina cientifica alrededor de 1950, la distribucién y sus factores fueron las unicas cuestiones de poblacién que interesaron a los gedgrafos. Los anilisis eran bastante ele- mentales y muy descriptivos. Los temas del reparto espacial de la poblacién y las formas del poblamien- to tienen una gran importancia, no sdlo desde un punto de vista estrictamente demogrifico, sino como elemento fundamental de la ordenacién del territorio y la planificacién regional. El contenido de este apartado se estructura en tres partes: una metodold- gica, en la que se referencian los métodos cartograficos y estadisticos para el anilisis de la distribucién, concentracién y dispersién de la poblacién y el po- blamiento; una segunda, en la que se presentan los rasgos bisicos de la distri- bucién actual de la poblacién sobre el planeta y los factores que la explican, y una tercera, breve, en la que se exponen las politicas y los programas empren- didos para modificar el reparto, cuando éste se considera desequilibrado. Empezaremos cén algunas definiciones bisicas. 2.3.1. Conceptos basicos Ante todo es necesario distinguir entre distribucién espacial de la pobla- cidn y del poblamiento. Con la primera expresion se alude a la forma en que los habirantes se localizan sobre un territorio; en el segundo caso se analizan los asentamientos de poblacién, teniendo en cuenta su nimero, tamafio y dis- tribucién en un determinado dmbito territorial. Un segundo concepto que conviene aclarar es el de densidad de poblacin © relacién entre los habitantes de un territorio y la superficie. (d= P/S). Es una nocién sencilla y practica que hay que considerar como un simple elemen- to descriptivo y bastante impreciso de la ocupacién del espacio por la pobla- cion (grafico 2.2.). Y cuando se hacen comparaciones debe tenerse en cuenta que ni los espacios son homogéneos y estan uniformemente ocupados, ni las necesidades o niveles de vida de las personas son semejantes. Tratar de obte- ner conclusiones sobre el grado de superpoblacién de un area a partir de la den- sidad bruta es arriesgado y tiene poco valor. Estos inconvenientes se han intentado obviar introduciendo cambios tanto en el numerador, como en el denominador de la relacién, lo cual ha dado lugar a nuevos conceptos de densidad corregida. La: poblacién total se sustituye en el 74 vast ‘ne iy UOVIe/Ndog “eWvENy (ye61) Up |G0d 8p pepieuEg -sasjed sod ugtoeiqod ap pepisuag °7'z 019925 se> fr] 002-004 o9-sz (i) oor - ooz El 75 numerador por una categoria de ella y la superficie por sélo una parte. Para las dreas rurales se definen as{ los conceptos de densidad rural (poblacién ru- tal/superficic), densidad agricola (poblacién que vive de la agricultura/super- ficie), densidad agricola especifica (poblacién que vive de la agricultura/super- ficie cultivada) y otros indices en los que la poblacidén se relaciona con la su- perficie ponderada de acuerdo a su productividad, Para las zonas urbanias tam- bién se utilizan varios denominadores (drea urbana total, area edificada sola- mente) y algunos indices tienen en cuenta la disposicién en altura de los edi- ficios y el tamajio de las viviendas para calcular la superficie. W. Allan definid en 1965 una medida de densidad critica de poblacién o capacidad poblacional de un area en relacién a un determinado sistema de uti- lizacién del suelo, expresado en términos de habitantes por unidad de super- ficie; es la maxima densidad que un sistema es capaz de soportar permanen- temente en un territorio sin peligro para el medio ambiente. El indice C. D. P. (critical density of population) responde a la formula 100 6 - = . En ella aes el porcentaje de tierra cultivada por métodos tradicionales; 6 un factor de uso del suelo, o relacidn entre la duracin de los cultivos y el barbecho y ¢ un factor de cultivo o superficie plantada cada afio por persona. El C. D. P. es uti- lizado en el estudio de las economlas de subsistencia. Otros conceptos a definir son los de dispersién/concentracién aplicados tan- to a la distribucién de la poblacién, como del poblamiento. Una poblacién es tanto mas dispersa, cuanto mas homogéneamente se distribuye por un territo- rio; y un poblamiento sera tanto mas disperso cuanto mas elevado sea el nui- mero de asentamientos por unidad de superficie. Lo contrario serian los casos de concentracién para una y otra. Combinando sitpaciones extremas de concentracién y dispersién de la po- blacién y del poblamiento, pueden darse diferentes modelos (Vinuesa y col. 1982). — Poblacién concentrada con poblamiento también concentrado (pocos asentamientos, alguno de los cuales concentraria a la mayoria de los ha- bicantes). — Poblacién concentrada y poblamiento disperso (gran nimero de asen- tamientos con Ja mayoria de la poblacién concentrada en unos pocos). — Poblacién dispersa y poblamiento concentrado (pocos asentamientos de tamafio similar). . — Poblacién dispersa y poblamiento disperso (elevado ntimero de asenta- miencos, también de tamafios semejantes). Estas posibles combinaciones no deben hacer olvidar que entre las sicua- ciones extremas de concentracién y dispersién hay casos intermedios que per- mitirian ampliar la clasificacién precedente. OO LT 2.3.4. Las grandes desigualdades del reparto El examen de los mapas de distribucién de los habitantes sobre el planeta pone de manifiesto el fuerte desequilibrio existente a cualquiera de las grandes unidades geopraficas de clasificacién (hemisferios, continentes, zonas, bandas altimétricas, paises). El contraste entre ambos hemisferios es uno de los mas Ilamativos, debido diferente disponibilidad de tierras emergidas de cada uno; casi el 90 por Europa, el 11,37 por 100 de Africa, el 5,73 por 100 de la U.R.S. S. y el 0,50 Por 100 de Oceania*, Ello opone el fuerte peso demogrifico del Viejo Mundo, con el 86 por 100 de la poblacidn a los reducidos efectivos del Nuevo. En con- junto, la gran masa continental euro-asidtica concentra las tres cuartas partes de la humanidad. La distribucién por latitud arroja también fuertes contrastes. El 90 por 100 de Jos habitantes del hemisfcrio norte se reparte aproximadamente asi: el 10 por 100 entre el ecuador y los 20° N.; cerca del 50 por 100 entre los 20° N. y 40° N.; 30 por 100 entre el 40° y 60° N. y menos del 1,5 por 100 al norte de los 60° N. (Clarke, 1976). Casi los cuatro quintas Partes viven entre los 20° y 60° N., principalmence en el Viejo Mundo. En cada continente la mayoria de la poblacién tiene una férica y se sitéa por debajo de los 500 m de altura. De otro signo, pero de una trascendencia fundamental, es la Oposicién en- tre paises desarrollados (Europa, U. R. S. S., América del Norte, Japon, Aus- tralia, Nueva Zelanda...) que retinen menos del 25 Por 100 de los habitantes de la Tierra y los subdesarrollados (0 en desarrollo, como prefiere la O. N. U.) con més de las tres cuartas partes de la humanidad. . Un anilisis mas atento del mapa de la distribucién absoluta permite com- focos principales de concentracién y tres grandes localizacién peri- probar la existencia de cuatro vacios demograficos, Los cuatro focos de concentracién (grafico 2.12) son: 1. Asia Oriental que sobre menos del 3 por 100 de las tierras emergidas concentra mas de la cuarta parte de la poblacién del mundo. Los paises més poblados de esta zona son: China Popular (1.042 millones) y Japén (120,8). * Salvo cuando se indica lo contracio, las cifras que manejamos corresponden a la Hoja de Datos de ta Poblacion Mundial del 240 1985, publicada por el Population Reference Bureau. 88 1 punto representa { 500.000 habitantes Grafico 2.12. Distribucién de la Poblacién Mundial. 2. Asia meridional, con el 1,7 por 100 de la superficie y algo més del 21 por 100 de los efectivos. Aqui se localizan entre otros, la India (762,2), Indonesia (168,4), Bangladesh (101,5) y Paquistan (99,2). 3. Europa, incluyendo la parte europea de la U. R.S. S., que, sobre el 4,1 Por ciento de las tierras, retine alrededor del 12 por 100 de la poblacién mundial. Ningun pais alcanza el tamafio de los grandes Bigantes asiati- cos; ninguno llega a los 100 millones de habitantes, y solo cuatro reba- san los 50 millones (Alemania Federal (61), Italia (57,4), el Reino Uni- do (56,4) y Francia (55). : 4. El sector nororiental de América del Norte, con el 1 por 100 de la su- perficie y algo mas del 5 por 100 de la poblacién. Corresponde a la fa- chada atlantica estadounidense y a la zona de los Grandes Lagos, y lo- caliza la gran «Megalépolis» americana; ese rosario continuo de ciuda- des que se extiende desde Boston a Washington. En conjunto, sobre alrededor del 10 por 100 de las tierras emergidas, ha- bitan, en estos cuatro grandes focos, casi dos terceras partes de los habitantes de la Tierra (4.800 millones largos). Los tres grandes vacios corresponden: 1. A las zonas frias de ambos hemisferios (20 por 100 de las tierras emer- gidas; 0,02 por 100 de la poblacién). 2. A los desiertos (un octavo de Ja superficie; una setenta ava parte de los habitantes). 3. A las zonas calidas y himedas situadas en torno al ecuador (cuenca del Amazonas, cubeta del Congo, islas de Borneo, o Nueva Guinea, etc.). En total los vacios representan més de la cuarta parte de las tierras emer- gidas, pero slo permiten vivir a un 2 por 10G de ia humanidad. 89 ~~ CUPID EN El resto de la poblacién del planeta se sitta en zonas muy definidas con caracteristicas favorables de tipo fisico 0 humano que favorecen la aparicién de concentraciones secundarias. Costa oriental de los Estados Unidos, altas cuencas mejicanas en América del Norte. Algunos sectores montafiosos de los Andes, los oasis de piedemonte, las franjas litorales del este y niordeste brasi- lefio, la region del Rio de la Plata, etc., en América Central y del Sur. La franja litoral del Mogreb y de Africa del Sur, las regiones costeras del golfo de Gui- nea, las altas cuencas y la regién de los lagos del sector centro-oriental en Afri- ca, Sectores litorales del sudeste australiano. Focos aislados vinculados a cursos fluviales a la explotacién y recursos agrarios o minerales en el Medio Oriente ola U.R.S.S. asiatica De intensidad y consecuencias no menos importantes, son los contrastes que existen en la distribucién cuando se contempla a nivel continental, nacio- nal o regional. El mapa que adjuntamos permite una aproximacién elemental de su magnitud. Su descripcién detallada es un objetivo que excede nuestros propésitos. Sin embargo, es tarea aconsejable que el lector profundice en el co- nocimiento de estos desequilibrios a través de la ififormacién que suministran los manuales de Geografia Descriptiva, los Anuarios demograficos 0 los Atlas. Aqui vamos a limitarnos a plantear los factores explicativos de las desigualda- des de la distribucién. Decir que tanto los de naturaleza fisica, como los hu- manos, son muchos y variados, que actian combinadamente y que resulta di- ficil medir la importancia particular de cada uno, no sorprende seguramente a nadie. Pero es precisamente esa dificultad la que explica que la mayoria de los trabajos consegrados al tema, tengan un cardcter descriptivo y cualitativo. Sin embargo, hay ya bastantes investigaciones que cuantifican la influencia ejercida por una multiplicidad de factores en la explicacidn de ciertas distribuciones es- paciales. Un trabajo clasico de esta naturaleza es el efectuado por tres gedgra- fos americanos (A. ‘Robinson, J. Lindberg y L. Brinkman, 1961) sobre el terri- torio de las Grandes Llanuras de Estados Unidos. A partir de estudios empi- ticos previos, se plantearon tres hipétesis de partida: que la intensidad variaba con la pluviosidad, con el potencial agricola y de manera inversa con el aleja- miento de los niicleos urbanos. Para realizar los calculos consideraron distintos indices: la densidad de !a poblacidén rural (1950); la media de las precipitacio- nes anuales del periodo 1940-49; la distancia de los asentamientos (sélo los ma- yores de 10.000 personas) al centro urbano mas préximo; y el porcentaje de tierras cultivadas para medir el potencial agricola. Los coeficientes de correlacién permiten conocer el grado de asociacién en- tre la densidad de !a poblacién rural (variable dependiente) y los otros tres ele- mentos (variables independientes). La correlacién es directa y fuerte con las precipitaciones (+ 0,78) inversa y débil, con la rancia a los centros urbanos (- 0,43) y directa y media con el potencial agricola ( + 0,58). El coeficiente de correlacién miltiple, por su parte, es fuerte ( + 0,90). A continuacién calcularon los coeficientes de regresién simple con el fin de medir las relaciones lineales entre las variables dependientes y las tres varia- bles independientes, y después una regresién multiple para conocer la relacién entre aquélla y el conjunto de estas ultimas. Con la ecuacién resultante reali- zaron un mapa de la densidad que se obtendria si ésta respondiese de manera precisa a la relacién calculada. Este mapa‘ resulté no ser muy distinto del con- 90 feccionado con la densidad verdadera. Los tres elementos considerados «expli- can» un elevado porcentaje de las variaciones espaciales observadas (81 por 100), pero hay que tener en cuenta (Noin, 1979) que el analisis se efectia so- bre un territorio que no presenta accidentes fisicos importantes, poblado en la misma época y donde las variaciones en la intensidad de la ocupacién estan es- trechamente vinculadas a los factores naturales. En general no hay que ser un «determinista» para comprender que los he- chos fisicos ejercen gran influencia sobre la distribucién, sobre todo cuando tra- tamos de explicar los vacios demogréficos. El clima y particularmente tres de sus manifestaciones mas visibles —las bajas temperaturas asociadas a la exis- tencia de prolongados periodos de oscuridad y a la debilidad de los rayos so- lares; la fuerte aridez y el calor hiimedo y constante— explican los tres gran- des desiertos humanos del planeta: el de las altas latitudes en cada hemisferio, el de los desiertos cdlidos y el de la zona ecuatorial. Los efectos de la altitud son mucho mas complejos. El papel de la montafia como condicionante de la ocupacién es variable segin las zonas, pero en cual- quier caso hay varios hechos relacionados con la altirud a constatar: que existe un limite altimétrico por encima del cual la presencia humana no es posible debido a la escasez de oxigeno, que el limite del habitat permanente en las zo- nas templadas y frias se sitia mucho mas abajo que en las intertropicales don- de existen poblaciones permanentes habituadas a alturas en torno a los 4.000 metros o mis. (el limite critico se situa entre los 6.000 y 6.500 metros); que Ja poblacién absoluta y las densidades van disminuyendo a medida que nos ale- jamos de la costa y aumenta la altitud media. En los trabajos ya clisicos, el ged- grafo polaco Staszewski (1957, 1959) ofrecié unos célculos para el conjunto de la poblacién del planeta sobre ambas celaciones. Con cifras de 1945 estimé que el 80,2 por 100 de la poblacién vivia a menos de 500 m de altirud y alrededor del 56 por 100 a menos de 200 m. EJ caso mds notable es Holanda, donde el 99 por 100 vive en esta franja altimétrica, e incluso el 41 por 100 por de- bajo del nivel del mar, cuyas invasiones han sido detenidas mediante un sofis. ticado sistema de diques y esclusas. Por encima de los 1.000 metros sdlo se si- tuaba el 8 por 100 de los habitantes y después de los 1.500, unicamente el 1,5 ic 100. po La otra relacién establecida con datos de 1950 da estas cifras: el 27,6 por 100 de la poblacién vivia a menos de 50 km del mar (frente al 24,6 por 100 un siglo antes) 50,3 por 100 a menos de 200 kin y-73.8 por 100 a menos de 500 km. Unicamente algo inds del 8,5 por 100 vivia a mas de 1.000 km de la costa (grificos 2.13. y 2.14.). Los calculos que se estableciesen para reflejar la situacién actual intensificarian, sin duda, las relaciones apuntadas. No sdlo la alcitud, sino las formas topograficas o la orientacidn de las ver- tientes debido a su influencia sobie los cultivos, constituyen otros factores ex- plicativos de las desigualdades de la distribucién. La montafia, por otra parte, crea condiciones especiales en torno a ella que frecuentemente favorecen la ocu- pacién. La mayoria de los piedemontes asientan concentraciones de cierta mag- nitud ligados al aprovechamieito de ciertos «recursos» (reservas de agua, acu moulacién de tierras fértiles). En todas las 4reas montafiosas los valles favore- cen el desarrollo de las actividades agrarias, industriales y comerciales, y, en consecuencia, los asentamientos humanos. 91 Altitad (en m) Distancia al litoral (en km) 2500. 200 1 1000. . w 7 » © 0 10 no 30 © 30 Densidad (hab./lm*) Densidad (hab /km*) Fuente: J. Staszewski (1957), Fuente: J. Staszewski (1959) Grifico 2.13. Relacién entre la Densidad Grifico 2.14. Relacién entre la Densidad y la Altirud y la Distancia al litoral A escalas espaciales mas reducidas, en el ambito de un mismo medio cli- mitico o topografico, otros factores naturales dejan sentir su influencia sobre la ocupaciéa humana. Entre ellos destacan las diferencias en la «naturaleza» del suelo que por su mayor o menor aptitud para los cultivos condicionan la intensidad del poblamiento. Si los factores naturales explican de forma satisfactoria los vacios demogra- ficos, son los hechos humanos (econémicos, sociales, politicos, ...), en su accion combinada a lo largo del tiempo, los que explican los grandes focos de con- centracién y las diferencias en la densidad de las dreas habitadas. EI proceso de ocupacién del espacio por los seres humanos a lo largo de la historia responde al juego de tres factores bésicos: la mayor 0 menor antigiie- dad de Ja ocupacién inicial de cada territorio; el nivel de crecimiento interno de su poblacién, poderosamente influenciado por el complejo haz de circuns- tancias que rigen en cada etapa histérica el balance entre la vida y la muerte; el papel desempefiado por los movimientos migratorios que pueden haber afec- tado a esa poblacién incrementando o reduciendo sus efectivos de manera mas © menos intensa. : Cuanto mas antigua es la ocupacién de un territorio, mayores posibilidades de encontrar en él unos efectivos numerosos. Los cres focos de concentracién més importantes del planeta (los dos asiacticos y el europeo) tuvieron un po- blamieato temprano. En realidad casi todas las tierras emergidas estuvieron ha- bitadas desde muy Pronto (Mesolitico), excepto la mayoria de las islas y aque- las regiones que por sus dificiles condiciones topograficas o climaticas resul- taban menos aptas para la ocupacién. Sin embargo, antes del Neolitico el po- blamiento fue muy débil. De acuerdo a calculos que hay que manejar siempre con precaucién, la den- sidad a finales del paleolitico se estimé en 1 habitante por cada 10 km?. Las yrandes oleadas migratovias ejercicron un papel mds importante subre 92 el poblamiento que la mayor o menor antigiiedad de este. J. Beaujeau-Garnier (1965) evoca las grandes lineas de las migraciones histéricas y el papel desem- pefiado por cada continente en su desarrollo. Asia, como polo difusor de co- rrientes hacia Europa, hacia el este (primeros ocupantes de las Américas) y ha- cia el SO. en direccién a la cuenca mediterranea y el continente africano; Eu- ropa, primero como punto de destino de oleadas de conquistadores proceden- tes del E., N., y SE... y después, al descubrirse América y abrirse el Atlantico, como foco de origen de millones de pobladores de las nuevas tierras; las dos Américas como destino bisico de las corrientes europeas, pero también de otras no menos importantes de Asia y Africa; y este ultimo continente como el mun- do de la pasividad, muchas veces invadido y saqueado de habitantes y después colonizado antes de poder regir sus propios destinos. Las migraciones histéricas, que han tenido una repercusién mas decisiva so- bre el poblamiento, fueron las corrientes intercontinentales que se produjeron a partir del siglo XVI y especialmente desde el XIX. Tres territorios le deben una parte muy sustancial de su poblacién: América del Sur, en donde la inmi- gracién ha contribuido en una proporcién de casi dos terceras partes a la for- macién de la poblacién actual. Y América del Norte, y Oceania, donde una par- te atin superior de sus pobladores procede de las oleadas ultramarinas de emi- grantes de los siglos XIX y XX. Por ultimo, la intensidad del crecimiento natural constituye el tercer factor de poblamiento de las distintas zonas terrestres. En la historia de la humani- dad han existido etapas claves, definidas por importantes revoluciones técnicas y econémicas que han tenido consecuencias decisivas sobre la multiplicacién de los efectivos. Algunos autores hablan de una primera revolucién durante el Pa- leolitico superior (35 milenios a. de C.) ligada a los avances de la talla de la piedra, que habrian suministrado a los hombres-cazadores armas mas eficaces y mayores recursos. El incremento poblacional derivado de este progreso tuvo lugar preferentemente en Europa, China y el Préximo Oriente. La segunda re- volucién, menos hipotética y de mayores consccuencias demograficas corres- ponde al Neolitico. La aparicién de la agricultura sedentaria y la domesticacién de animales supone aumentar Ja disponibilidad de alimentos y con ellos los efec- tivos demograficos. Los primeros progresos tienen lugar en el Préximo Orien- te y desde alli se difunden hacia el norte de Africa, sur de Europa y Asia me- ridional y oriental. En América central y en le regién andina aparecen mas tar- de otros niicleos agricolas de cierta consideracién. Empieza a perfilarse el mapa actual de la distribucién. La tercera revolucion seria la industrial (que fue tam- bién técnica, demogréfica, urbana), iniciada en Inglaterra a finales del siglo XVII y difundida a los paises de Europa septentrional y occidental durante el XIX. Esta nueva revolucién determina cambios mas decisivos en el crecimiento y el reparto. En el crecimiento porque favorece la lucha contra la mortalidad, cuyo retroceso marca el inicio de una nueva etapa demografica para la huma- nidad. Y en el reparto por dos circunstancias decisivas. Porque desencadena en Europa una situacién de crecimiento demografico fuerte, cuya valvula de esca- pe serian las migraciones trasocednicas en direccién a las dos Américas y Ocea- aia. Y porque acentia decisivamnente los progresos paralelos de vaciamiento del campo y crecimiento fuerte de las ciudades (urbanizacién). De esta manera los cuatro grandes focos demograficos del mundo actual se habrian desarrolla- 93 , do durante las dos revoluciones: agricola (neolitico) ¢ industrial-urbana (siglos XVIII-XIX). En Asia, la vieja civilizacién rural permitié durante siglos la acumulacién de efectivos humanos en las éreas donde hoy aparecen concentrados. Salvo Ja- pon y algunos otros territorios, la revolucién industrial no contribuyé dema- siado al crecimiento. Sdlo después de la Il Guerra Mundial la poblacién volvié a crecer, y mucho, debido a la difusién de las técnicas que permitieron luchar eficazmente contra las enfermedades y la muerte. Y al mantenimiento de ni- veles de fecundidad muy altos que sdlo recientemente, y 90 en todas partes, empiezan a disminuir. Esa poblacién continta siendo en su mayorfa rural. La tasa de urbanizacién para el conjunto del continente alcanza un valor de sdlo el 27 por 100. En Europa, la primitiva civilizacién agraria favorecié también la aparicién de un foco de poblamiento relativamente denso, aunque de menor intensidad que el asidtico, La revolucién industrial provocé los procesos aludidos de fuerte crecimiento, éxodo externo y acentuada urbanizacién. Después, la posterior re- duccién de la natalidad ha ralentizado el aumento de una poblacién eminence- mente urbana (73 por 100). El foco norteamericano esta ligado a la expansién europea, que contribuyd también de manera sustancial al crecimiento de América latina; y en ambos. explica algunos de los rasgos de la distribucién: oposicién centro-periferia y ma- yor poblamiento de la fachada oriental, que es la mas cercana a Europa. Amé- rica del Norte reproduce mejor los rasgos definidores del modelo europeo del crecimiento y distribucién interna. La tendencia a un crecimiento natural mas débil debido a la progresiva disminucién de la natalidad, desde finales del Xx, y un fuerte nivel de urbanizacién (74 por 100 para Estados Unidos y Canada). En América latina el crecimiento vegetativo se ha mantenido més firme y la tasa de urbanizaciéh es mas pequefia (66 por 100). Y algo similar a Norteamérica se produjo en el proceso y en la forma del crecimiento de Australia y Nueva Zelanda. La poblacién es también de origen europeo, su crecimiento natural es moderado, su localizacién eminentemente periférica y su tasa de urbanizacién muy alta (74-75 por 100). Por ultimo, Africa pese a que ha sido, segin todos los indicios, la cuna de la humanidad, no ha constituido histéricamente un gran foco demogrifico. La civilizacion agricola no alcanz6 el mismo nivel que en Europa o Asia; la revo- lucién industrial, salvo zonas muy concretas, apenas la roz6. Y las migraciones del siglo XIX contribuyeron poco a poblarla y apenas mitigaron las pérdidas debidas a la trata de esclavos. Sélo la revolucién demogréfica reciente ha per- mitido los fuertes crecimientos de conjunto que hoy la caracterizan. Las tnicas concentraciones demogrificas de cierta consideracién corresponden a los sec- tores de agriculeura mas rica, las zonas mineras © las ciudades. La casa general de urbanizacién, alcanzé, como en Asia, valores muy bajos (31 por 100).

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