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Psicopatologia 2 Final
Psicopatologia 2 Final
Programa 2020
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1 Realizado por Milagros San Martin, con los textos del programa 2020, más aportes del resumen del
año 2018 y otros materiales como Powerpoints, teóricos de la materia y escritos de Carlos Alvelo.
Año 2021.
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Consideraciones generales: Este programa tiene como punto de partida los problemas
psicopatológicos específicos de la infancia y las lecturas que de ellos hacen diferentes
perspectivas teóricas.
Se verá como todos los que se han interesado por la infancia, por el niño, han contribuido a
su construcción conceptual: en sus comienzos filosóficos, educadores, médicos y
posteriormente psicólogos, sociólogos, psicoanalistas, antropólogos e historiadores.
Se identifican, a su vez, los procesos de sistematización y cambio que comienzan con
contribuciones iniciales en las que se reconoce al niño en la especificidad de sus
problemas. Las formas de aparición de los trastornos psíquicos infantiles, las formas de
presentación de las condiciones de su evolución y las circunstancias en las cuales se
manifiestan exigen modos de aproximación y de interpretación específica, diferentes a lo
adulto.
Así es que, actualmente, a la estructura y composición del campo disciplinar se lo reconoce
como heterogéneo, identificándose en él diferentes modelos teóricos que inciden en la
particular delimitación de las organizaciones mentales patológicas de la infancia.
Por último, el estudio de esta asignatura exige un esfuerzo analítico simultáneo y en dos
niveles. Uno de ellos, el del caso particular, como soporte de teorizaciones más generales.
El otro, metacognitivo, caracterizado por el análisis de las categorías más abarcativas que
permiten operacionalizar la intervención profesional, y por ello, ubicado en un nivel de
reflexión que trasciende el tratamiento singular de cada caso.
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PRIMERA PARTE: CONCEPTOS FUNDACIONALES EN EL CAMPO DE LA
PSICOPATOLOGÍA INFANTO-JUVENIL
Concepto infancia.
Partiendo de la definición del diccionario, infans significa aquel que no habla y es lógico
pensar que antes de los estudios sobre el habla tomarán estatuto de ciencia, la infancia
como objeto no existía.
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La particularidad infantil no existía en la sociedad medieval y el arte nos enseña una curiosa
concepción del niño. Los niños eran pensados como adultos reducidos, como enanos donde
la única diferencia inscribible entre el niño y el adulto era el tamaño. La fragilidad física era
el atributo preferido y las altas tasas de mortalidad infantil lo denunciaban.
Durante la Edad Media, el puente entre el individuo y el Otro social era atendido por el
linaje, y no por lo que hoy llamamos núcleo familiar. La familia, concepto hermano de la
infancia, y que acompaña históricamente sus variaciones, era operativa, quiere decir
fundamentalmente pragmática. Sus funciones se reducían a conservar el patrimonio, a la
transmisión de un oficio y a garantizar la sobrevivencia de la comunidad. Las escuelas, que
eran técnicas o religiosas, no eran pensadas como espacios de socialización.
Solo a partir del siglo XIII al XV comienza a introducirse el niño en la vida familiar. Nace el
colegio y la pedagogía.
Se inicia un proceso llamado de moralización de la sociedad. Nacen las conversaciones
prohibidas que la sospecha de concupiscencia despertada por la religión trae como efecto.
A finales del siglo XVI cambian radicalmente las cosas. La infancia pasa a tener juegos
propios y otros nocivos. Aparece una enorme literatura moral y religiosa. Libros para padres
y educadores.
Se piensa al infans como débil e inocente.
Junto a esta preocupación nace el sentimiento moderno de milia conyugal, nace la intimidad
y el secreto, la curiosidad sexual alrededor del coito parental con sus correspondientes
agujeros de cerradura.
Los cambios no son lineales, conviven nuevos y viejos esquemas, los acentos de la época
se mezclan. Solo en el siglo XIX la intimidad gana pleno derecho con la posibilidad de cada
cual de poseer su propia habitación y ganar su propio sustento.
Otro discurso que estas investigaciones apuntan como decisivo en la constitución del
concepto de infancia es el discurso higienista. Poco a poco se va constituyendo un cordón
sanitario alrededor del niño, que pasa a ser objeto de una vigilancia discreta. Comienzan a
ser necesarias leyes protectores de la infancia y la infancia a ser valorizada como un bien,
como un “capital humano” de una nación, semilla del porvenir.
El niño como objeto de estudio requiere la vigilancia permanente de los profesionales, ya
que la familia no ofrece suficientes garantías, llega hoy a su apogeo. Es en este contexto
que esta cuestión de las fronteras que disputan las disciplinas que privilegian el infans, hace
síntoma, actual.
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ocuparse de estos nuevos objetos que les reportan un beneficio secundario que Freud no
deja de nombrar. Nace una nueva moral utilitarista que tiene su correlato en el progreso
social y que causa nuevas formas de síntoma.
El concepto de infancia pasa a tomar otro estatuto con el descubrimiento freudiano del
inconsciente que divide y de una pulsión que camina para la muerte. Un nuevo régimen de
goce y una otra manera de inscribirse el sujeto en el Otro.
Lo infantil, que Freud sabiamente distingue de la infancia, es fuente, fuente onírica del
anacronismo del deseo que acompaña los hombres hasta la vejez y que no cesa de ser el
blanco de la tarea analítica.
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objeto de conocimiento. Y segundo, la ordenación de esos datos, según su mayor o menor
importancia respecto a la capacidad y utilidad que tiene para la comprensión del objeto.
Así pues, un criterio es una categoría más o menos genérica, una norma o conjunto de
normas que designa la propiedad o propiedades.
Por lo que se refiere al significado del término modelo científico, son muchas las
posibilidades que se nos ofrecen. Es una forma global de ordenar o conceptualizar el área
de estudio. Representa una orientación para explicar la conducta anormal. Un modelo es
una orientación amplia, que refleja una posición básica para conceptualizar problemas.
Un problema diferente es el de por qué conviven actualmente en la psicopatología tantas
perspectivas y modelos distintos. Una primera respuesta tiene que ver con la
indeterminación conceptual que ha presidido históricamente la evolución de la propia
psicopatología.
Semejante diversidad y disparidad es probablemente el resultado bien de la ausencia de
criterios ampliamente compartidos sobre el significado de lo psicopatológico como actividad
científica propiamente dicha, bien a consecuencia de la relatividad de los criterios que lo
definen.
Una segunda respuesta al porqué de la diversidad de modelos y criterios se centra en la
relatividad sociocultural de su objeto de conocimiento. Es decir si una sociedad o un grupo
cultural valoran positivamente unos ciertos modos de comportamiento, de ser, de pensar, de
experimentar la realidad, cualquier atisbo de rechazo, crítica, minusvaloración o de
contradicción con tales modos corre el riesgo de ser calificado como psicopatológico.
Por último, sea cual sea las creencias humanas sobre lo anormal y lo normal, los grupos
dominantes asignan a sus contrarios o adversarios una naturaleza diferente a la suya
propia.
En definitiva, la diversidad de modelos y criterios de la psicopatología responde al hecho de
que su objeto no se corresponde con ninguna verdad objetiva, en el sentido de que no
puede ser explicado recurriendo exclusivamente a hechos y leyes científicas.
Con estas ideas vamos a abordar ahora el tipo de creencias que están dominando hoy las
diferentes concepciones sobre la psicopatología y como estas se han organizado en
sistemas más o menos coherentes y compactos.
Comenzaremos a delimitar los tipos de criterios que se han venido manejando, para pasar
después a examinar cómo estos criterios formales han ido derivando hacia la construcción
de modelos o sistemas de creencias sobre la salud y el equilibrio mentales y sobre sus
alteraciones.
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Cuando la psicología decidió optar por homologarse a las ciencias naturales,
postular leyes que fueran susceptibles de formalización, se recurrió a la
cuantificación de los datos psicológicos. Esa cuantificación se produjo
fundamentalmente a través de la estadística, ciencia auxiliar de una buena parte de
las ciencias naturales. En psicopatología, la estadística dejó de ser un recurso
auxiliar formal para convertirse en algo más: se transmitió en criterio definitorio del
objeto y adquirió rango de concepto, cuya máxima ejemplificación se encuentra en el
denominado criterio estadístico de la psicopatología.
El postulado central del criterio estadístico es el de que las variables que definen
psicológicamente a una persona, poseen una distribución normal en la población
general de referencia en esa persona. Consecuentemente, la psicopatología es todo
aquello que se desvía de la normalidad, es decir, algo que resulta poco frecuente,
que no entra en los límites de la distribución normal de la población que nos sirve de
referencia. Según este criterio, hablamos de hiper o hipoactividad para catalogar un
determinado comportamiento motor alterado, o de baja vs alta inteligencia, o de baja
vs alta estabilidad emocional.
Sin embargo, la restricción al ámbito de lo infrecuente no siempre conlleva
psicopatología. El genio creador es desde luego poco frecuente, pero no es
patológico.
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presenta una psicopatología en un alienado, un ser sin razón ni capacidad para
decidir por sí mismo.
Muy al contrario, es preciso examinar muy a fondo el contexto social, así como el
tipo de contingencias ambientales que modulan el comportamiento y la actividad
mental, si queremos llegar a comprender la génesis y el mantenimiento de muchos
comportamientos perturbados o anormales.
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Después de todo lo expuesto podría pensarse que ninguno de los criterios
mencionados es útil para explicar y describir las psicopatologías. Nada más lejos de
la realidad. Todos y cada uno de ellos son necesarios, pero ninguno es suficiente,
por sí mismo, para la psicopatología. Uno de los objetivos de nuestra disciplina
consiste en delimitar el peso relativo de cada uno de los criterios aquí comentados, a
la hora de clasificar, explicar o predecir la aparición de comportamientos anormales,
actividades mentales anormales o enfermedades mentales.
A modo de conclusión provisional, y antes de examinar cómo estos criterios toman
cuerpo en los modelos o escuelas actuales de la psicopatología, será útil establecer
algunos postulados o principios generales sobre los que podemos basarnos para
caracterizar y catalogar un determinado modo de pensar, actuar o sentir como
anormal o psicopatológico.
Primero: no hay ningún criterio que, por sí mismo o aisladamente, sea suficiente
para definir un comportamiento, un sentimiento o una actividad mental como
desviada, anormal o psicopatológica.
Segundo: Ningún comportamiento, sentimiento o actividad mental son por sí mismos
psicopatológicos.
Tercero: la presencia de psicopatologías representa un obstáculo importante para el
desarrollo individual de la persona que las mantiene, o para su grupo social más
cercano.
Cuarto: Las dificultades que tienen las personas con psicopatologías les impiden
lograr sus niveles óptimos de desarrollo social, afectivo, intelectual o físico.
Quinto: Los elementos que definen como psicopatológicos un comportamiento o una
actividad mental, no difieren de los que definen la normalidad más que en términos
de grado, extensión y repercusiones, lo que significa que es más correcto adoptar
criterios dimensionales que categoriales o discontinuos para caracterizar a las
diversas psicopatologías.
Sexto: La presencia de psicopatologías no conlleva necesariamente ausencia de
salud mental. En psicopatología nos encontramos a menudo con anomalías de la
actividad mental.
Séptimo: del mismo modo sucede que la salud no implica simplemente ausencia de
enfermedad.
En definitiva, tampoco la salud mental es un concepto monolítico, definible
simplemente en función de, o sobre la base de, un solo criterio. Parámetros tales
como autonomía funcional, percepción correcta de la realidad, adaptación eficaz y
respuesta competente a las demandas del entorno, relaciones interpersonales
adecuadas, percepción de autosuficiencia, etc, constituyen parámetros en los que
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debemos fijarnos cuando de los que se trata es de diagnosticar o calificar el grado
de salud mental de una persona.
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5. Discontinuidad entre lo normal y lo anormal. El trastorno mental, al ser considerado
como una enfermedad, se clasifica y diagnóstica sobre la base de criterios
categoriales. Cada trastorno mental constituye una entidad clínica (nosológica) con
características clínicas (sintomatología), etiología, curso, pronóstico y tratamiento
específicos.
V. Modelo conductual.
A parte de la insatisfacción con el modelo biomédico, la emergencia del modelo conductual
se produjo merced al auge experimentado por la psicología del aprendizaje.
La perspectiva conductual supuso el establecimiento de una reconceptualización sobre la
conducta alterada, sobre el diagnóstico y sobre la terapia.
Toda práctica psicopatológica presupone una teoría y una concepción del sujeto/objeto de
su estudio. En el caso de la clínica infantil este presupuesto se obvia al existir una visión del
niño dominada por los estereotipos y la ignorancia. Saber de la infancia es dar cuenta de su
historia, de su estatuto como sujeto, de su condición psíquica, biológica, social, etc.
Se señalan los registros e instrumentos específicos y diferenciales de nuestra práctica
clínica: el lenguaje y la subjetividad.
Respecto a la prevención, cuestionando el concepto de vulnerabilidad como lo anómalo,
dando entrada al concepto de resiliencia como necesario para entender lo preventivo.
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Respecto a la práctica clínica, se formulan varios puntos, cuestionando el reduccionismo
cientificista de los conocimientos en lo psíquico: la confusión diagnóstica de síntoma con
enfermedad, la patologización de las conductas, etc.
Finalmente, hemos de proporcionar al niño un lugar y un espacio donde pueda dar cuenta
de la expresión de su sufrimiento psíquico.
Visiones de la infancia.
Hay un enfoque habitual de ver al niño desde una visión paternalista y adulto mórfica, como
reservorio de ideales e ilusiones, paraíso de ternura y época dorada en la que la naturaleza
humana se refleja como bondad, inocencia y candor.
El niño no es malo, ni bueno por naturaleza. Es lo único y lo otro. Tiene la capacidad de
hacer el bien y el mal, ambos inscritos en todo ser humano dotado de razón.
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Dada la idea de la inocencia y del estado de naturaleza en el que está el niño, tendemos a
creer que no discierne el bien y el mal y que está en el limbo.
A su nivel, dada su condición particular y singular, su capacidad, su cultura, el niño capta,
comprende, rechaza hace, deshace, imita, integra asimila e identifica. Es preciso un apunte
clínico al respecto de la imitación y de identificación.
La responsabilidad en el niño.
Esto nos lleva de la mano a otra reflexión en esta línea : la de la anulación del valor del acto
del niño, de su responsabilidad. Hay que pasar del sentimiento de culpa al sentido de
responsabilidad.
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Responsabilidad es valor del acto, que mi acto tiene valor, me pertenece, para
consecuencias. La anulación de la responsabilidad en el niño supone su borramiento como
sujeto y el del valor de su acto, de su pertenencia.
Quitar la responsabilidad al niño, es decir, el valor de su acto, supone abolirlo de
pertenencia subjetiva y reducirlo a mero ente de la especie.
Pensamiento y lenguaje
No hay pensamiento sin lenguaje. El lenguaje representa el pensamiento, no es un
efecto exterior del pensamiento, sino pensamiento en sí mismo.
Lo que erige a la palabra como tal y la sostiene por encima del aullido, los gritos, o
los ruidos, es la proposición oculta en ella.
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Lo que significa la diferencia entre habla y lenguaje puede sernos muy útil para
comprender y no confundir algunas cosas en la psicosis, el autismo, lo deficitario,
etc. Estos conceptos recogidos de la lingüística y aplicados en la clínica son
importantes para entender lo que hacemos en nuestra práctica.
Efectos de la palabra.
En la medida que nuestras palabras producen cambios en la mente de nuestros
pacientes, las intervenciones psicoterapéuticas producen cambios en el cerebro…
Las imágenes cerebrales realizadas en pacientes antes y después de someterse a
psicoterapia o psicoanálisis demuestran que el cerebro se reorganiza plásticamente
tras el tratamiento y concluyen, que ya no pueden existir dudas de que la
psicoterapia puede propiciar cambios detectables en el cerebro.
Si se hace hincapié en el valor e importancia del lenguaje, es porque es una
instrumento específico y diferencial de lo humano y es de esto de lo que vamos a
disponer para nuestro trabajo psicopatológico: un saber escuchar como clínicos. El
niño habla, hay que escucharlo.
Hemos de dar al niño un lugar propio en la clínica, abrirle a una demanda, a una
escucha, a un espacio, donde pueda recoger y elaborar su decir, su historia, su
patología.
b. La subjetividad.
El otro registro e instrumento para comprender y trabajar en la clínica
psicopatológica es la subjetividad.
La naturaleza y la cultura.
El niño en el proceso de su existir y de su ser, rompe con el orden de la naturaleza y
el instinto, deja de ser mero organismo, mero cuerpo biológico, para inscribirse todo
ello en el orden de la cultura y de lo simbólico, donde rigen saberes y leyes propias,
objeto de un conocimiento diferenciado, específico y particular de lo subjetivo, que
no se agota en las ciencias físico-matemáticas, ni en las leyes de la naturaleza.
El hombre no se reduce al instinto, puede hacer comprender por qué puede atentar
contra sus más primarios y básicos instintos: la vida, el hambre, el placer, etc. El
hombre no queda reducido a la mera necesidad, sino que lo atraviesa el deseo.
La vulnerabilidad constitutiva.
El hombre es el animal más desamparado y desvalido, pero esta debilidad biológica
constituye la base de su fuerza, la causa primera de sus cualidades humanas.
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El niño, el hombre, al estar carente, descarriado y desvalido, en dependencia del
otro, le hace abrirse al deseo y al conocer, forjarse una existencia singular,
consustancial con su realidad, la capacidad y desazón de sentirse perdidos, es su
trágico destino y su ilustre privilegio.
Cada etapa que de niño al adulto recorre el hombre, le deja inconforme y perplejo, y
esta perplejidad le hace encontrar soluciones nuevas. Su vulnerabilidad constitutiva
le hace capaz de buscar y resolver.
Estatuto de lo subjetivo.
La subjetividad nace de las experiencias del vínculo que no pueden codificarse y que
hace que un niño haga una experiencia particular de una misma situación o de un
mismo acontecimiento de como lo hace otro niño.
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Por supuesto que hay, por otro lado, necesidad de protección y cuidados del
maltrato, del abandono, de la explotación, de los derechos del niño, de su salud y de
su bienestar.
Ante la tendencia de medicalizar y patologizar los malestares de la vida cotidiana y
los sufrimientos, no estará de más alertar y preguntarse el porqué de esta deriva
actual de potencial toda la fragilidad y vulnerabilidad, ignorando y obviando la
resiliencia.
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4º La patologización de las conductas y el reduccionismo de la psicopatología
infantil. La abdicación de las credenciales clínicas.
La creciente patologización de los malestares de la vida cotidiana y del sufrimiento
hace que cualquier reacción vivencial, cualquier conducta o malestar propio del niño,
sea tomado como patológico.
El simplismo y reduccionismo al que se ve abocada la clínica actual, lleva a
confundir y hacer pasar:
El síntoma por la enfermedad.
La parte por el todo.
Las causas por sus efectos.
Así nos encontramos, como la clínica se está reduciendo a un prontuario de ítems
que protocolizados y envasados como guías clínicas, definen un trastorno o
enfermedad, al cual se le asigna un tratamiento ya establecido.
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Salimos entonces de la credibilidad para entrar en el trabajo de policía, saber lo que tuvo
lugar en los hechos. Se declaró incompetentes a los expertos que se habían movilizado
porque no se dieron cuenta que los niños producían un discurso siempre renovado y
contradictorio.
El sueño de explorar la verdad de la palabra del niño era poder probar que había en el
discurso una traducción, una incorporación del goce producido por el traumatismo que
habían sufrido. Se trataba de producir lo verdadero para introducirlo en el discurso común,
en el malestar en la civilización.
Ahora bien, este intento de reintroducir el goce en el Otro, es lo que Lacan considera como
una de las formulaciones de lo que es la perversión. Frente a la falla en el Otro, el sujeto
perverso la colma de una certeza de goce. De este modo, está extracción del objeto de
estas víctimas del trauma, es una suerte de perversión del Estado que se produce en
nombre de la razón. El niño, en este sentido, es a la vez víctima de aquellos que lo han
tomado como objeto sexual, pero también de la perversión del estado que lo confronta con
la misión imposible de deber decir lo verdadero sobre lo real.
Vemos cómo el niño en estos casos extremos de desgarradura, revela que la familia es un
velo arrojado sobre la falta de articulación del goce del cuerpo que se satisface del objeto de
la pulsión.
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Este residuo es la madre de los cuidados que “están signados por un interés particularizado,
así sea por la vida de sus propias carencias”. Lacan está aquí prestando atención a
Winnicott, quien inventó la madre suficientemente buena. Indica que ella debe tener faltas y
hace la lógica de ello: es una particularidad, no una madre universal. Después define al
padre en tanto que su nombre es el vector de una encarnación de la Ley en el deseo.
El padre siendo el portador de un deseo hacia esta mujer, conjuga la Ley y la prohibición, al
mismo tiempo que el deseo, porque el desea a esta mujer. La madre es entonces el vector
de la encarnación del fracaso del cuidado, y el padre, vector de la Ley en el deseo del Otro.
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Los sociólogos sostienen la idea de que hemos salido de la parentalidad antigua, aquella
del imperio del padre de la autoridad, de la tradición y de la ley. Hoy es la parentalidad
responsable y negociada por contrato.
El Otro social ordena, en efecto, a los padres a mantener a sus hijos, de poner su familia en
regla.
Ninguna norma llega a estabilizar el empuje a gozar, y a cada uno le queda la contingencia
del encuentro del partenaire, y el síntoma/fantasma que lo define. Ser padre no es una
norma, sino un acto que tiene consecuencias.
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Renacimiento hace que comenzará a ponerse de relieve la melancolía y con ella los
males del alma. Pero solo en el siglo XVIII, con la Ilustración, aparecen la psiquiatría
y las enfermedades mentales como algo que se va diferenciando del tradicional
tronco de la medicina hipocrática. A partir de entonces, hay enfermedades
propiamente dichas, es decir, físicas u orgánicas, y otras, las nerviosas y mentales,
que se manifiestan por tristeza o angustia, manía o melancolía, fobias u obsesiones,
neurosis o psicosis y psicopatías.
Sin embargo, la separación entre unas y otras no parece ser tan tajante como
pudiera deducirse de los textos clásicos de medicina y psiquiatría.
Se ha comprobado en múltiples ocasiones que la presencia de un psiquiatra o
psicólogo en un consultorio de medicina general, da lugar a que se haga un
diagnóstico psicopatológico.
Son muchas las manifestaciones orgánicas que se acompañan de manifestaciones
psíquicas patológicas.
Viceversa, las investigaciones epidemiológicas revelan que una gran proporción de
sujetos que sufren de trastornos mentales es portadora también de variada patología
orgánica, sin que hasta hoy sea dable relacionar causalmente ambos cuadros.
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Son muchas las teorías que se han propuesto para explicar el origen del trastorno
mental.
Psicoanálisis: Contratiempos en la evolución de la libido,
Conductismo: Estímulo-respuesta. Meta: objetivar la conducta.
Cognitivismo: El cerebro es una computadora que procesa información.
Neuroquímica (Psicofarmacológica) Insuficiencias o excesos de neurotransmisores.
Sistémicas Totalidad, interacción dinámica y organización. El síntoma es una forma
de comunicación
Antipsiquiatría: La enfermedad mental es un mito inventado por los psiquiatras,
instrumentos del poder.
Los conceptos acerca de la esencia y génesis del trastorno mental oscilan en el curso de la
historia, entre la biología y la psicología, entre las posiciones reduccionistas y los afanes
integrativos. Conviene advertir que el campo de conocimiento no es un coto estricto no fijo:
por el contrario, se modifica y se expande a medida que nos adentramos en él.
6. Lo normal y lo patológico.
Normal indica lo conforme a la regla, lo regular. Con el criterio estadístico, propio de
las ciencias naturales, normal equivale a promedio. En contraposición, lo anormal se
comporta entonces como una desviación cuantitativa de la norma, graficable según
la curva de Gauss. Las desviaciones resultan más significativas cuanto más alejadas
aparecen del centro de la campana. No debe confundirse anormalidad con
anomalía. Anomalía viene de anómalo= irregular, áspero, desigual. A diferencia de
anormal, que suele ser un concepto apreciativo, normativo, anomalía denota un
hecho biológico. El criterio estadístico de normalidad tropieza con graves obstáculos
y en su propia aplicación tiene que apelar incluso al uso de juicios de valor. En tanto
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ciencia ideográfica, la psiquiatría tiene que tener en cuenta los arquetipos, los tipos
ideales, para centrar en ellos la meta de la normalidad. Desde este punto de vista, lo
normal aparece como una cualidad, como un fin de generalidad observable. A este
criterio axiológico se acude para referir a la salud del hombre y de su psique. Este
criterio axiológico no parece menos vulnerable que el estadístico.
Para un autor, puede ser prototipo de normalidad la figura de San Francisco de
Asís, mientras otros elegirán la del Che Guevara.
Cada civilización, cada grupo, dispone de su propio sistema de normas. Ninguna
conducta humana es normal o anormal en absoluto. Estas dos perspectivas de lo
normal –la estadística y la axiológica- enfocan al hombre desde su exterioridad.
Ambas son objetivas. Pero hay una tercera posición, que arranca de la interioridad
existencial del hombre, de su sufrimiento, vivenciado éste como una realidad
dolorosa que no existía antes. Estar enfermo significa un acontecimiento personal
que trasciende a la simple lesión o disfunción de los órganos. Lo patológico, lo
anormal, penetran toda la vida individual 31 conciente, imprimiéndole a la propia
existencia un contenido angustioso y original. El pathos, en tanto padecimiento,
impotencia, sentimiento de vida contrariada, sirve de apoyo para una buena
definición de anormalidad. En fin, normal y anormal siguen siendo conceptos
equívocos. El criterio estadístico resulta insuficiente y el criterio finalista o normativo
también. En la práctica tenemos que apelar complementariamente a ambos.
Reconozcamos que todavía no tenemos una definición científica de normalidad.
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impedimentos, errores y falacias que dificultan el acceso a una existencia más libre,
consciente y responsable. Se habla mucho de salud mental sin saber a ciencia cierta
de qué se trata. Por lo pronto indica un giro de la psiquiatría clásica hacia una
disciplina más centrada en lo social y en los aspectos preventivos de la enfermedad.
Por otro lado, alude, supuestamente, a un estado de sosiego y plenitud personal-.
No cabe seguir definiendo la salud como lo opuesto de la enfermedad, pues así
continúa lo sano pegado a lo enfermo, como el anverso y reverso de la misma
medalla. Necesitamos avanzar con audacia y originalidad hacia la plenitud personal
de cada uno. Para eso deberíamos concentrar la acción psiquiátrica y psicológica en
algo más claro, evaluable y trascendente como es el desarrollo humano, en lo que
tiene éste más significativo: la libertad y la conciencia, el despliegue de ciertas
potencialidades que aseguren una convivencia un poco más razonable, más grata y
piadosa.
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en el hecho fácilmente constatable de que el mundo percibido no está estructurado en
términos de conjunto total. Las clasificaciones utilizadas en psicopatología dejan en
suspenso, en sí mismas, entrar en la definición del fenómeno de anormalidad y otras
cuestiones epistemológicas, para dar respuesta a la necesidad de organizar nuestras
percepciones de los diversos fenómenos conductuales. La clasificación psicopatológica
pretende proporcionar al científico y al clínico importantes ventajas: a) aportar una
nomenclatura y terminología común que facilite la comunicación y favorezca la fiabilidad b)
servir de base acumulativa de documentación e información sobre cada categoría clínica; c)
suministrar información descriptiva de cada una de las entidades clínicas básicas d) permitir
hacer predicciones desde una perspectiva longitudinal, e) suministrar los conceptos básicos
para hacer formulaciones teóricas.
La noción de categorías clínicas se apoya en el supuesto de que existe un determinado
número de covariantes compartidos; por ejemplo, agrupaciones de signos y síntomas
regulares.
Sin embargo, la clasificación de los sujetos en categorías de ninguna manera niega la
existencia de otras diferencias mutuas. Un determinado origen común, así como relaciones
de consecuencia, aumentan la probabilidad de que determinadas características
psicológicas se combinen con otras más específicas, dando lugar a conjuntos de síntomas
observables de forma repetitiva, que denominamos síndromes clínicos. Tipos de
clasificación.
El ordenamiento de elementos en categorías dentro de un sistema clasificatorio puede
conseguirse atendiendo a diferentes estrategias. Los elementos u objetos pueden definirse
de forma extensiva (se hace enumerando todos los miembros de una clase) o intensiva (se
hace enumerando las características necesarias para la pertenencia a una categoría).
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sus características
descriptivas.
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modelo teórico o escuela psicológica, como hábitos condicionados, expectativas cognitivas
o disfunciones neuroquímicas; 2) atributos longitudinales, relativos a la etiología o a la
progresión de diversos fenómenos clínicos en el tiempo y en función de las circunstancias, y
3) atributos concurrentes o las características presentes en un momento dado,
fundamentalmente los signos «objetivos» y los síntomas referidos subjetivamente. A estos
indicadores tradicionales habría que añadir otros atributos esencialmente inferidos: los
rasgos de personalidad.
Los sistemas de clasificación actuales se apoyan en atributos concurrentes, indicativos de
comportamientos desviados y derivados de cuatro fuentes conceptual y metodológicamente
diferentes: biofísica, intrapsíquica, fenomenológica y conductual. Los síntomas clínicos se
derivan casi exclusivamente de los ámbitos biofísico y conductual; los síntomas, de la
experiencia y vivencias fenomenológicas; y los rasgos generalmente se infieren a partir de
los tres ámbitos psicológicos: intrapsíquico, fenomenológico y conductual.
Los signos incluyen cambios que pueden observarse y registrarse objetivamente e incluyen
todo tipo de conductas de interés clínico, susceptibles de observación sistemática, de
análisis y de medida a través de las más diversas técnicas o escalas. Los síntomas son
informaciones subjetivas, relativas a experiencias recordadas, e incluyen fenómenos no
siempre observables (por ejemplo, estados de ánimo, experiencias cognitivas,
percepciones, actitudes, recuerdos, etc.) y pertenecientes al mundo privado.
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de atributos, permite múltiples tipos de datos -incluyendo varias facetas de la información-
relevantes para la toma de decisiones diagnósticas.
La estructura circular, conocida como circunfleja, viene siendo utilizada por los autores
interesados en el ordenamiento de los rasgos de personalidad. En este modelo, las
categorías similares están ubicadas en un lugar relativamente más cercano, en los
segmentos de un círculo; por el contrario, las categorías opuestas en la representación
circular serían las consideradas psicológicamente antitéticas. Por ejemplo, Millón distribuye
las diversas personalidades anormales en un diagrama circular atendiendo a dos
dimensiones básicas: afiliación social (autónomo versus gregario) y emotividad (impasible
versus expresivo). La estructura circunfleja es más una herramienta académica teórica que
un modelo clínico, si bien su utilidad se anuncia prometedora en el futuro.
Procedimientos multiaxiales.
Han prosperado debido a las ventajas que ofrecen a la hora de representar la información
disponible y de hacerla más comprensible, así como para el diseño de un plan de acción
para el manejo de cada paciente. Dos son los aspectos más habituales y que han dado
lugar a sendos ejes: la fenomenología y los factores etiológicos. Otros ejes relativamente
frecuentes son los síndromes y síntomas psiquiátricos, causa especificada por el clínico,
trastornos de la personalidad, trastornos físicos, nivel intelectual, duración y curso de la
enfermedad, etc. 23 Se ha sugerido la incorporación de otros ejes en las clasificaciones
oficiales, entre los que se destacan los destinados a valorar mecanismos de defensa o
modos de afrontamiento y el tipo de funcionamiento familiar.
Los ejes del DSM-III:
I. Síndromes psiquiátricos
II. Trastornos de la personalidad y del desarrollo
III. Trastornos físicos
IV. Gravedad global de los estresores psicosociales
V. Nivel más alto de funcionamiento adaptativo en el año anterior.
Para la valoración específica de la psicopatología infantojuvenil, Achenbach ha
desarrollado un sistema de evaluación multiaxial, denominado ASEBA, que incluye los
siguientes cinco ejes de información e instrumentos propios para su medida:
I. Informes parentales. Historia evolutiva
II. Informes es cuales, rendimientos y datos escolares
III. Valoración intelectual y cognitiva (WISC, WAIS)
IV. Valoración física: médica, neurológica
V. Evaluación directa: autoinformes, test de personalidad.
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Clasificaciones categoriales y dimensionales.
Importante objeto de controversia ha sido el método que debe prevalecer en la clasificación
de las conductas y fenómenos anormales. Skinner señaló la posibilidad de seguir tres
modelos básicos: categorial, dimensional e híbrido. El modelo categorial representa un
amplio abanico de variaciones estructurales que se asocian con los conceptos de categoría,
conjunto, clase, cluster o tipo. El modelo dimensional, en contraposición con el anterior, no
asigna a los objetos de la clasificación en base a criterios disyuntivos, sino que se apoya en
un conjunto de dimensiones que permiten visualizar las relaciones existentes entre dichos
objetos. Las dimensiones generalmente son estimadas a través de ecuaciones lineales,
combinando las variables observadas.
La distinción categorial (cualitativa) y dimensional (cuantitativa), sin embargo, no tiene por
qué ser excluyente de tal modo que pueden combinarse ambos aspectos dependiendo de la
alteración que se desee estudiar. Este es el propósito de los modelos híbridos, en los que
las valoraciones tratan de formularse, en primer lugar, en términos categoriales o
cualitativos, reconociendo los rasgos o atributos más característicos del objeto o sujeto que
se pretende clasificar y, en segundo lugar, diferenciando cuantitativamente dichos rasgos
mediante dimensiones, para representar diversos grados de relevancia clínica.
Entre las ventajas de los modelos categoriales están el facilitar la comunicación o la
creación de diseños para la investigación, el ser fácilmente memorizables, así como el
responder mejor a las exigencias de una organización institucional asistencial.
Además, dan unidad a la psicopatología manifestada por una persona, al integrar diversos
elementos en una única configuración, así como de la constatación de que constituyen un
estándar de referencia ya establecido entre los clínicos.
Entre las desventajas que llevan los modelos categoriales se señala que contribuyen a la
falaz creencia de que los procesos psicopatológicos incluyen entidades discretas, cuando
de hecho son meros conceptos útiles para coordinar nuestras observaciones; plantean la
duda de si las categorías son artificiales o derivadas empíricamente, existiendo siempre el
riesgo de imponer a unos datos una estructura que tal vez no exista; no aciertan a identificar
o incluir aspectos de la conducta, ante la necesidad de restringir la lista de atributos a un
conjunto de características predeterminadas, con la consiguiente pérdida de información;
obligan a enfrentarse con el dilema de desarrollar criterios diagnósticos restrictivos para
incrementar la homogeneidad en los miembros correspondientes a cada clase, a costa de
tener que añadir un determinado número de categorías mixtas o «cajones de sastre» para
incluir a un elevado número de sujetos que no logran cumplir dichos criterios; y ponen de
relieve que el número y diversidad de categorías suele ser muy inferior al de las diferencias
interindividuales apreciadas en la práctica diaria. Cuanto más se va conociendo a los
individuos, mayores son las dificultades de incluirlos en una categoría.
30
Los modelos dimensionales ofrecen las ventajas de permitir combinar diversos atributos
clínicos en una representación multifactorial, lo que permite una pérdida mínima de
información; facilitan la asignación de los casos atípleos; favorecen la deseable
interpretación de la psicopatología y la normalidad como extremos de un continuo y no
como fenómenos separados; y permiten apreciar con mayor facilidad los cambios
experimentados por los individuos.
Entre los inconvenientes que se derivan de estos modelos, los aspectos metodológicos
posiblemente sean los más importantes, como la decisión y acuerdos respecto a cuál debe
ser el número de dimensiones necesarias para representar los problemas psicológicos, o
las dificultades que surgen cuando se utilizan muchas dimensiones que dan lugar a
esquemas complicados que requieren representación geométrica o algebraica.
31
importantes modificaciones desde la primera edición (DSM-I) hasta la última versión (DSM-
IV-Tr). Se conserva el sistema multiaxial ya conocido: Eje I síndromes clínicos y otras
alteraciones que pueden ser foco de atención clínica; Eje II trastornos de la personalidad;
Eje II alteraciones médicas generales; Eje IV problemas psicosociales y ambientales y Eje V
valoración global del funcionamiento. En el eje IV se ampliaron las circunstancias vitales
potencialmente generadoras de estrés, respecto de la versión anterior. Los trastornos se
organizan en 16 categorías diagnósticas principales y un apartado para “Otras alteraciones
que pueden ser foco de atención clínica”. De manera sistemática, el DSM-IV describe cada
trastorno en los siguientes epígrafes: características diagnósticas, características y
trastornos asociados, características relacionadas con una determinada edad, cultura o
género, prevalencia, incidencia y riesgo, evolución, complicaciones, factores
predisponentes, patrón familiar y diagnóstico diferencial. Entre los cambios más relevantes
figuran la desaparición de los trastornos mentales orgánicos y la inclusión de las categorías
de delirium, demencia, trastornos amnésicos y otros trastornos cognitivos. Spitzer mostró su
satisfacción porque la CIE-IO se haya visto influida por las últimas versiones DSM, si bien
sostiene que ambos sistemas no son equivalentes. Entre las diferencias existentes entre el
DSM-IV y la CIE-IO refiere que, al igual que las versiones anteriores, aquél no depende de
decisiones a priori respecto al número de clases. La CIE-10, en cambio, consta de diez
agrupaciones centrales que dependen de una decisión que considera arbitraria y que no se
corresponde con los conceptos utilizados por clínicos e investigadores. En segundo lugar,
mientras que en la CIE-10 se mantiene la sección de trastornos mentales orgánicos, se ha
eliminado en la versión DSM-IV. Una última diferencia señalada por el autor tiene que ver
con una revisión más en profundidad de los criterios diagnósticos del DSM-IV
comparativamente con la CIE-I0. Se ha realizado una revisión del texto del DSM-IV,
conocida como DSM-IV-Tr (American Psychiatric Association, 2000) cuyos objetivos han
sido actualizar la información bibliográfica y aumentar su valor como manual docente. No se
introdujeron cambios sustanciales en los criterios diagnósticos, ni se contemplaron tampoco
propuestas de nuevos trastornos o nuevos subtipos. En la actualidad, el principal objetivo
formulado para la edición del DSM-V es conseguir mejorar la validez del sistema
clasificatorio, basándose en la etiología de los trastornos; lo cual exige cambios en la
solución estructural de la nueva clasificación, y en los procesos a seguir, que deberán
basarse en la investigación empírica, enriqueciendo la base de datos disponibles y
facilitando la integración de los hallazgos derivados de diferentes áreas biológicas y clínica.
32
todavía insatisfactorios. Una clasificación presenta grandes ventajas, como son facilitar la
organización de los datos en conceptos significativos, siendo éste un requisito necesario
para el desarrollo de una ciencia, y favorecer la comunicación científica y la organización de
la literatura y documentación. No obstante, se han señalado también diversos
inconvenientes a estas clasificaciones, entre los que se mencionan su posible efecto
iatrogénico o de estigmatización social, problemas metodológicos relativos a la fiabilidad,
validez y su utilidad a la hora de aportar información sobre la etiología, el pronóstico o el
tratamiento de un determinado trastorno.
Se ha indicado, por ejemplo, que el diagnóstico clínico ha contribuido en torno a un 10 % de
la varianza en la determinación de si un paciente era dado de alta de un centro o unidad de
hospitalización psiquiátricos, siendo mucho más importantes los factores familiares y
socioeconómicos Otra de las críticas suele orientarse sistemáticamente a la inconsistencia
de los sistemas actuales de clasificación psiquiátrica, por cuanto las categorías no siempre
son mutuamente excluyentes ni se derivan de un único principio básico. En el caso del
sistema DSM, aun habiendo mejorado sensiblemente la fiabilidad diagnóstica y siendo una
perspectiva que ha sido objeto de bastante investigación sobre su validez interna, su base
teórica es confusa. Se trata de un modelo mixto en el que las categorías se basan en
diversos principios, como clusters de síntomas, conductas antisociales, consideraciones
teóricas o influencias evolutivas. A pesar de estos inconvenientes, y asumiendo la utilidad y
economía de esfuerzos que representa una clasificación de cualquier objeto de estudio, es
importante tener presente que los elementos elegidos como base de clasificación son
agrupados, transformados o etiquetados, pero los productos resultantes probablemente no
siempre son realidades o «clases naturales». En psicopatología, los conceptos y categorías
construidas son únicamente herramientas opcionales y provisionales para guiar la
observación e interpretación del mundo natural. En este sentido, podrían formularse
diferentes conceptos y categorías como alternativas para la comprensión del mismo objeto
de estudio. En algunos ámbitos de conocimiento como en las llamadas «ciencias blandas»,
cual es el caso de la economía o de la psicopatología, en donde es necesario relacionarse
con esferas de la naturaleza proporcionalmente menos ordenadas, es necesario imponer
alguna medida de sistematización, en cierto modo arbitraria. En estos ámbitos del
conocimiento, las clasificaciones podrían considerarse, en gran medida y como afirmaba
Millón, «espléndidas ficciones, nociones obligadas o fórmulas austeras, ideadas para dar
coherencia a sus objetos inherentemente imprecisos». Ninguna clasificación actual en
psicopatología es una representación inevitable del mundo real, sino un medio para avanzar
en el conocimiento y para facilitar unos objetivos clínicos; sirven para orientar nuestro
mundo científico y funcionan como un esquema organizador que pone en orden nuestras
experiencias clínicas. Precisamente, por la naturaleza semi arbitraria de esta tarea, puede
33
entenderse por qué los estados y procesos psicopatológicos pueden ser clasificados
atendiendo a diversos niveles o ámbitos de observación (por ejemplo, conductual,
intrapsíquico o fenomenológico), o bien en función de cualquier tipo de atributos (por
ejemplo, conductas interpersonales, estados de ánimo o procesos cognitivos). En esencia,
en cada uno de estos u otros niveles de observación será posible desarrollar un
determinado número de categorías, cuya utilidad dependerá de que logren dar respuesta a
los problemas o fines para los que fueron creados.
Resumen:
Modelos en discapacidad mental.
1. Del modelo de la idiocia al desmembramiento del concepto de retraso mental.
Empezamos con Jean Etienne Dominique Esquirol, en 1818, con el paradigma de la
alienación mental. La idiocia tiene como rasgos centrales de una especie mórbida: el
insuficiente desarrollo de las facultades intelectuales. Es muy grave y actual. Está desde el
inicio de la vida y es irreversible.
Ahora vamos a ver cual es la interpretación de la idiocia en el paradigma de las
enfermedades mentales.
Para las formas raras con semiología asociadas a la deficiencia mental profunda nos
encontramos con el síndrome de down, la esclerosis tuberosa de Bourneville y la
enfermedad de Tay-Sachs.
34
Para el reduccionismo organicista del siglo XX nos encontramos con estas clasificaciones:
la disfuncion cerebral minima (CDM) o el trastorno por deficit de atencion con hiperactividad
(TDAH)
La emergencia del concepto de debilidad mental surge de la mano de las exigencias de la
Revolución industrial, ya que se generalizó la obligación de ir a la escuela. En 1904 el
Ministerio de Instrucción Pública de Francia crea una comisión para distinguir a los
perezosos de los incapaces.
Alfredo Binet, director del Laboratorio Experimental de Psicología de la Sorbona crea el Test
de predicción de rendimiento escolar, en colaboración con Theodore Simon.
Es allí donde surge una nueva categoría clínica: la debilidad mental (forma leve del retraso
o deficiencia mental).
El legado de Binet fue la clasificación gradualista, cuantitativa de la deficiencia mental.
La elaboración de una escala de resultados exitosos en la resolución de problemas de
distinta índole planteados a grandes masas poblacionales de niños de diferentes edades
condujo al establecimiento de grados de la inteligencia en la población, distribuidos según
las leyes de la estadística. El cociente intelectual. El retraso mental como una cuestión
psicométrica, a partir de los valores correspondientes a dos desvíos estándar de la media.
Tenemos una clasificación tradicional del retraso, fundada en el nivel mental:
1. retraso profundo (idiocia clásica. C.I inferior a 20)
2. Retraso grave. (CI entre 20 y 35)
3. Retraso moderado (CI entre 35 y 55)
4. Retraso leve (CI entre 55 y 70)
Esta clasificación abarca una población muy heterogénea, agrupada mediante el recurso del
CI. El cociente intelectual intenta cuantificar.
35
Perspectivas contemporáneas de abordaje de la clínica deficitaria global.
● estudios de orientación piagetiana: interesados por el modo de razonamiento de los
débiles mentales, abocados a la exploración de la actividad cognitiva de los niños
retrasados en sus aspectos cualitativos, más allá de los contenidos asimilados por la
experiencia diaria, por las relaciones sociolingüísticas y en particular escolares.
● Desarrollos provenientes de la órbita francesa (Mises y Perron), fundados en una
aproximación dinámica que considera a la clínica deficitaria como la resultante
evolutiva de una estructuración deficitaria, históricamente determinada por factores
orgánicos, psicológicos y familiares.
● una perspectiva norteamericana (AADI), funcional y ecológica, que propone un
enfoque multidimensional descriptivo del retraso, que busca reflejar la interacción de
la persona con su ambiente, con consecuencias significativas a la hora de realizar
un diagnóstico, planificar y organizar apoyos.
Capacidades
intelectuales.
Puede
Conducta A través aprehender
adaptativa. de los se el
Participación, APOYO funcionami
interacciones y S ento
redes sociales.
individual
Salud.
Contexto.
Definición de Retraso mental según la AADI:
El retraso mental es una discapacidad caracterizada por limitaciones significativas en el
funcionamiento intelectual y en la conducta adaptativa que se manifiesta en habilidades
36
adaptativas conceptuales, sociales y prácticas. Esta discapacidad comienza antes de los 18
años.
Premisas teóricas necesarias para comprender la definición de retraso mental y no recurrir a
falsos positivos al hacer un uso ingenuo, no advertido de la misma.
1. Las limitaciones en el funcionamiento presente se deben considerar en ambientes
comunitarios típicos de los iguales al individuo en edad y cultura.
2. Una evaluación válida tiene en cuenta la diversidad cultural y lingüística así como
diferencias en comunicación y aspectos sensoriales, motores y conductuales.
3. En un mismo individuo, las limitaciones coexisten a menudo con las capacidades.
4. Un importante propósito de la descripción de las limitaciones es desarrollar un perfil
de apoyos necesarios.
5. Con los apoyos personalizados apropiados durante un periodo prolongado el
funcionamiento vital de la persona con retraso mental generalmente mejorará.
Enfoque etiológico: multifactorial e intergeneracional ¿Para que?
Para identificar los apoyos para la prevención primaria, secundaria y terciaria del retraso
mental.
● Factores biomédicos: se relacionan con procesos biológicos, como trastornos
genéticos o nutrición.
● Factores sociales: interacciones sociales y familiares.
● Factores conductuales: que se relacionan con conductas causales potenciales,
como son las actividades peligrosas de abuso de substancia por parte de la madre.
● Factores educativos que se relacionan con la disponibilidad de apoyos educativos
que promueven el desarrollo mental y el desarrollo de habilidades adaptativas.
¿Para qué aplicar la definición de retraso mental a una persona?
1. Con fines diagnósticos: para determinar la posibilidad de beneficiarse de
determinados servicios, beneficios, o protección legal.
2. Con propósitos clasificatorios: organizar la información, planificar una investigación o
una intervención e informar sobre características determinadas.
3. Para planificar apoyos a partir de precisar las capacidades y limitaciones de un
individuo en cada una de las cinco dimensiones.
Texto: Asociación americana sobre el retraso mental. AAMR. Retraso mental: definición,
clasificación y sistemas de apoyo.
El libro Retraso Mental contiene una completa y detallada exposición de la definición de
retraso mental, de las premisas y del modelo teórico en el que se basa la definición y la
estructura para la evaluación que es clave para la aplicación de la definición, clasificación y
sistemas de apoyo.
37
Analiza la naturaleza multidimensional del retraso mental y describe los papeles que el juicio
clínico puede desempeñar en el diagnóstico. El manual proporciona también una detallada
exposición de la evaluación de la inteligencia y de la conducta adaptativa, de los sistemas
de clasificación, de la salud, la etiología y la prevención. Se incluyen también extensos
capítulos sobre los apoyos y sobre su aplicación y provisión, así como de la responsabilidad
pública en la provisión de apoyos, junto a las implicaciones para el futuro.
38
En 1992 se incluyeron cinco premisas como parte de la definición de retraso mental. Dichas
premisas son esenciales para comprender la definición de retraso mental. El sistema 2002
especifica estas cinco premisas:
1. Las limitaciones en el funcionamiento presente se deben considerar en ambientes
comunitarios típicos de los iguales al individuo en edad y cultura. Esto significa que
el funcionamiento presente debe ser analizado en relación a los ambientes típicos de
la comunidad.
2. Una evaluación válida tiene en cuenta la diversidad cultural y lingüística así como
diferencias en comunicación y aspectos sensoriales, motores y conductuales. Esto
significa que para ser válida, una evaluación debe tener en cuenta la cultura, etnia,
lenguaje familiar y costumbres del individuo.
3. En un mismo individuo, las limitaciones coexisten a menudo con las capacidades.
Esto significa que las personas con retraso mental son seres humanos complejos
que probablemente tienen ciertos talentos junto con sus limitaciones.
4. Un importante propósito de la descripción de las limitaciones es desarrollar un perfil
de apoyos necesarios. Esto significa que no es suficiente con analizar únicamente
las limitaciones de una persona. La enumeración de dichas limitaciones debe ser el
primer paso de un equipo a la hora de desarrollar una descripción de los apoyos
individualizados que necesita para mejorar en su funcionamiento.
5. Con los apoyos personalizados apropiados, durante un periodo prolongado, el
funcionamiento vital de la persona con retraso mental generalmente mejorará.
El modelo teórico multidimensional.
La definición de 2002 del retraso mental se basa en un modelo multidimensional. Este
modelo es importante porque proporciona un modo de ver al individuo con retraso mental no
unidimensionalmente, sino más complejo y más real. Proporciona un modelo para describir
a un individuo y del mundo en el que vive.
Este modelo emplea los tres componentes clave: la persona, el ambiente de la persona y
los apoyos de la persona.
Sin embargo organiza estos elementos clave en un modelo multidimensional en el que las
cinco dimensiones se ven filtradas o incrementadas por los apoyos para determinar el
funcionamiento individual de la persona. En otras palabras, el funcionamiento de un
individuo es considerado a través del prisma de los apoyos existentes.
Este nuevo enfoque lleva a un concepto más amplio del retraso mental, a una apreciación
de las muchas dimensiones que comprenden la conducta de toda persona y una
acentuación de las necesidades de apoyo del individuo. El enfoque requiere una descripción
completa de las cinco dimensiones del sistema que incluye: 1. la existencia de retraso
mental; 2. una consideración de la participación, interacciones y roles sociales de la persona
39
que contribuyen o limitan su bienestar personal; 3. una consideración al estado de salud de
la persona y de la etiología relevante; 4. los ambientes óptimos y apoyos que facilitan la
independencia, relaciones, contribuciones, participación y bienestar personal; 5. un perfil de
apoyos necesarios basados en los factores mencionados anteriormente.
40
La etiología se considera un constructo multifactorial compuesto por factores de riesgo
biomédicos, sociales, conductuales y educativos, que interactúan a lo largo del tiempo.
El enfoque multifactorial de la etiología amplía la lista de factores causales en el retraso
mental en dos direcciones: tipos de factores y momento de ocurrencia de los mismos. Los
tipos de factores se amplían a cuatro grupos:
1. factores biomédicos, que se relacionan con procesos biológicos, como trastornos
genéticos o de nutrición.
2. factores sociales, que se relacionan con interacciones sociales y familiares, como
son la estimulación y los niveles de respuesta.
3. factores conductuales, que se relacionan con conductas causales potenciales, como
son las actividades peligrosas de abuso de sustancias por parte de la madre.
4. factores educativos, que se relaciona con la disponibilidad de apoyos educativos que
promueven el desarrollo mental y el desarrollo de habilidades adaptativas.
Dimensión 5: contexto.
El contexto describe las condiciones interrelacionadas bajo las que las personas viven sus
vidas diarias. El contexto, tal y como es empleado en el sistema 2002, representa una
perspectiva ecológica que implica al menos tres niveles diferentes a. microsistema, el
entorno social inmediato que incluye a la persona, la familia; b. mesosistema, el vecindario,
la comunidad o las organizaciones que ofrecen servicios educativos o de habilitación o
apoyos; c. macrosistema o megasistema, el sistema más amplio.
En resumen, el retraso mental no es algo que se tiene. El retraso mental alude a un estado
concreto de funcionamiento que comienza en la infancia y es multidimensional y está
afectado positivamente por apoyos individualizados.
41
el niño”. ¿Que se verifica en los niños normales entre los 4 y 12 años? Una constante: la
construcción de las nociones de cantidad física, entre otras. El paso del pensamiento
preoperatorio al operatorio concreto. ¿Su indicador clínico? El surgimiento de una
operación.
Hipótesis de Inhelder: Pág 8 y 9.
Los retrasos y las anomalías del desarrollo intelectual deberían reconocerse como retrasos
o fijaciones en la elaboración de las operaciones mismas y de sus agrupamientos.
Un método originariamente concebido para el análisis de los “agrupamientos operativos”
propios de los niños normales, dirigidos a los hábitos de la inteligencia verbal y escolar,
podría ser aplicado, tal cual, a las investigaciones diagnósticas e incluso al pronóstico en el
campo tan complejo de la debilidad mental.
El descubrimiento de un nuevo criterio de debilidad mental que, según Piaget, utiliza cortes
naturales en el seno de una evolución aparentemente continua.
Introducción a la segunda edición francesa: Page 17.
Necesidad de poseer instrumentos de diagnóstico que tiendan a analizar los procesos
psicológicos mismos y no solamente al rendimiento y los resultados que derivan de ello.
Insuficiencia de los métodos fundados en el empleo exclusivo de los test ya que si bien
estos facilitan una expresión métrica precisa, nunca se sabe exactamente lo que miden.
La autora afirma que la peculiaridad de la perspectiva genética consiste en considerar,
desde un punto de vista más fundamental, que todo comportamiento es relativo a un modo
de elaboración y, como consecuencia, es interpretar una reacción sólo en función del
proceso constructivo del cual ella resulta.
Es indispensable un análisis a la vez cualitativo y genético que se ocupe del proceso de
construcción de las operaciones del pensamiento para dar sentido a lo que el simple
inventario empírico y estadístico describe sin poder interpretarlo.
El peligro de disociar los instrumentos diagnósticos de la teoría es caer en un empirismo
esteril.
Si, por una parte, los fenómenos patológicos del pensamiento ganan al ser analizados en
una perspectiva genética, el análisis de los aspectos patológicos enriquece a su vez la
misma teoría operatoria y precisa.
Niño normal: Los sistemas operatorios se cierran, cada uno de los elementos se ha vuelto
solidario de cada uno de los otros, revelan entonces una coordinación de un conjunto
integrable en sistemas más vastos.
Equilibración creciente móvil, actividad del sujeto para mantener invariables sus estructuras
compensando sistemáticamente las perturbaciones exteriores y dinámica, conduce a
avances cuando una estructura es insuficiente para resolver un problema se trata de
completarla construyendo nuevas estructuras.
42
El nuevo criterio de debilidad mental que, según Piaget, utiliza cortes naturales en el seno
de una evolución aparentemente continua, procede del análisis cualitativo y genético que no
solo describe sino que también interpreta el proceso, el modo de razonamiento de los
débiles mentales, a diferencia de los test psicométricos que mediante un inventario empírico
y estadístico, sólo describen y privilegian los resultados.
En el niño débil los sistemas operatorios inacabados se taponan, el acceso a una estructura
se torna definitivo, sin progreso ulterior posible.
Falso equilibrio, estabilidad pasiva y de alguna manera perseverado. En razón de un factor
de viscosidad el niño débil regresa más a menudo que un niño normal a modos anteriores
de pensamiento de los cuales tiene un hábito más prolongado.
43
Constitución de una escala operatoria que sirva de referencia al diagnóstico del
razonamiento.
La escala métrica del tipo Binet-Simon-Terman es insuficiente para establecer un
diagnóstico del razonamiento. Hay que señalar la necesidad de analizar cualitativamente los
procesos y estructuras de las operaciones del pensamiento, sin disponer no obstante por el
momento, de una gama de pruebas suficientemente amplias.
Desde la aparición del libro: El desarrollo de las cantidades físicas en el niño, los estudios
realizados por Piaget, se han extendido en efecto a otros aspectos del conocimiento en el
niño, en particular a la génesis de las nociones del espacio y de la geometría, de la
velocidad, del tiempo, del azar, a la formación de una lógica elemental de clases y
finalmente se han centrado sobre el paso de las operaciones concretas en el niño a las
operaciones formales en el adolescente.
Desde este lugar, se ha suministrado un cuadro bastante completo de la génesis de las
operaciones que el niño elabora en el curso de su desarrollo. Además ha sido posible
establecer un estudio sincrónico y no solamente diacrónico como hasta entonces de los
niveles del desarrollo que muestra a la vez la solidaridad de los desfases entre los diversos
procesos evolutivos, este cuadro sincrónico nos permitirá en adelante situar los fenómenos
normales y patológicos del pensamiento en relación a la construcción genética en su
conjunto.
La composición de tal conjunto de pruebas constituye un instrumento de diagnóstico bajo la
forma de escala genética, que traduce tanto la sucesión jerárquica como sincrónica de las
operaciones.
a. Las pruebas genéticas
Las pruebas llamadas operatorias tiene de particular, y se distinguen por ello de los test de
cualidades resultantes y de las pruebas del razonamiento, que permiten examinar las
etapas de formación de las operaciones, de que dispone el niño o el enfermo para resolver
un conjunto de problemas del mismo tipo o de la misma estructura, tales como, entre otros,
clasificar o seriar objetos, aceptar una invariancia o variaciones cuantitativas después de
transformaciones figuradas o imaginar un sistema combinatorio correspondiente a una red
de operaciones formales.
Una operación es una acción susceptible de desarrollarse interiormente y cuya
característica fundamental es la reversibilidad. La actividad cognitiva del niño deviene
operatoria a partir del momento en que adquiere una movilidad tal que una acción efectiva
del sujeto o una transformación percibida en el mundo físico puede ser anulada en el
pensamiento por una acción orientada en sentido inverso o compensada por una acción
recíproca.
44
1. Pruebas relativas a las operaciones concretas.
● Pruebas de conservación.
El niño, lo mismo que en el débil mental, son aquellas en que el sujeto,
enfrentado a modificaciones iguales, debe juzgar sobre la conservación de
las cantidades totales a través de las transformaciones de su disposición o
de su apariencia. Un sistema móvil de operaciones implica la consecución de
un cierto grado de reversibilidad sin el cual toda la articulación del
razonamiento permanece oscilante. La combinación de estas pruebas de
conservación conduce al establecimiento de una escala finamente articulada
gracias al hecho de que un mismo mecanismo operatorio estructura
progresivamente y en un orden constante, los diversos contenidos percibidos
o perceptibles.
● Pruebas de lógica elemental: las clasificaciones.
El papel de las pruebas de clasificación en la evaluación de grados de
movilidad o rigidez de la función de categorización, en particular, en los
casos de afasia o esquizofrenia, ha sido reconocido desde hace un tiempo y
demostrado.
Los objetos o imágenes pueden ser clasificados sucesivamente o
simultáneamente según varios criterios y clases jerarquizadas en función de
reglas de inclusión.
Los orígenes de las clasificaciones, se remontan a la actividad sensorio-
motriz, consiste en reunir y separar objetos según criterios funcionales.
El valor diagnóstico de tales pruebas, comparadas con las de las
conservaciones parece que reside en el hecho de que revelan los grados de
movilidad de la actividad operatoria y ponen al descubierto los obstáculos
con los cuales ella tropieza, no solamente a través de los argumentos
verbales sino que igualmente y esencialmente por los procedimientos
efectivos que recurre el niño.
● Pruebas que tratan sobre las relaciones entre la operatividad y el simbolismo
apoyado en imágenes.
Experimentamos la necesidad de disociar los factores primarios y
secundarios por sus deficiencias, en efecto hubiera podido suceder que los
trastornos de la expresión simbólica se insertaran en una deficiencia
primaria, por ejemplo, en un sujeto que no dispusiese más que de sus
recursos intelectuales limitados.
Las observaciones hechas por Piaget sobre los orígenes de la función
simbólica en sus propios niños y el conjunto de investigaciones
45
experimentales realizadas bajo su dirección por el equipo de Ginebra,
permiten pensar actualmente los trastornos en el simbolismo apoyado en
imágenes en función de la construcción genética normal.
Es a partir del segundo año cuando se forma en el niño la función simbólica
la cual se caracteriza por la diferenciación progresiva de los significantes y de
los significados. Los significantes no se componen solamente de signos
verbales tales como las palabras, sino también de símbolos químicos y de
imágenes evocadas o incluso anticipadas.
Un conjunto de hechos psicofisiológicos añadidos a las observaciones del
comportamiento de niños sugieren la hipótesis de que los símbolos
figurativos no derivan directamente de los residuos de la percepción, sino
que se desarrollan a partir de la imitación. El niño adquiere en un principio la
posibilidad de imitar modelos presentes realizando de manera aproximada
una cierta correspondencia entre los modelos y su reproducción. Después,
llega a evocar también los modelos que ya no puede percibir directamente y
todo pasa como si procurara esbozar interiormente sus esquemas de
imitación.
Después de haber efectuado una exploración visual o gestual de formas,
imitando así los contornos de los objetos, intenta reconstruir una
representación figurativa de estos.
La representación figurativa es, en sus comienzos, esencialmente estática. El
niño, en el nivel preoperatorio, llega a evocar y a reproducir ciertas figuras y
movimientos que él percibe, pero no llega todavía a anticipar los cambios de
posición de una figura respecto a otra.
El desarrollo de la operatividad y bajo su influencia, las representaciones
ganan en movilidad. A nivel operatorio el niño llega progresivamente a
anticipar los estados sucesivos y los cambios de orden de una figura o de un
móvil en sus desplazamientos con relación a un sistema de referencia.
2. Pruebas relativas a las operaciones formales.
Si se define la debilidad mental como una construcción inacabada por la capacidad
de acceder al pensamiento formal que caracteriza en nuestros medios la conducta
intelectual de los adolescentes, importa examinar con cuidado en cada sujeto que se
supone débil y que ha alcanzado una edad cronológica de 12 a 15 años
aproximadamente, las posibilidades y los límites de una transición de las operación
concretas a las operaciones formales.
46
1. La estandarización de los procedimientos de investigación.
a. Método de exploración.
El método que ha presidido el conjunto de las investigaciones genéticas ha
sido el de una exploración de los procesos del pensamiento, método que
participa a la vez de la entrevista clínica utilizada por Piaget en sus primeras
investigaciones y de la experimentación propiamente dicha.
b. Método estandarizado.
La estandarización de los procedimientos nos revela que como fructuosa
más que a partir del momento en que uno está ya en presencia del inventario
de todas las conductas infantiles relativas a los problemas planteados. La
estandarización se impone desde que se procuran validar los resultados
cualitativos a través de análisis estadísticos.
47
La construcción operatoria del niño débil sigue el mismo camino que la de un niño
normal pero quedó inacabada.
2. Demencia senil.
Los ancianos afectados por la demencia seniñ razonan de una manera análoga a la
de los niños de diferentes niveles de edad y cuanto más avanzada está su
desintegración, más se manifiesta en un hundimiento progresivo de las estructuras
operatorias. La desintegración, es cierto, no afecta a la operatividad de una manera
uniforme y homogénea. Todo parece suceder como si las operaciones que afectan a
las relaciones especiales, se deteriorasen más rápidamente que las operaciones de
tipo lógico-aritmético.
3. Niños llamados pre psicóticos.
Es un disfuncionamiento de la adaptación a lo real. Estos niños que sufren ante todo
dificultades de contacto con los demás, manifiestan en el curso de estos exámenes
una conducta intelectual caracterizada esencialmente por una asimilación
deformante de la realidad. Los niños llamados pre psicóticos quedan en una especie
de dualismo afectivo o parecen incluso haber desarrollado un conjunto de
procedimientos de retirada para huir de un enfrentamiento con los demás o con los
datos de la realidad física. Tienden entonces a asimilar de manera lúdica y
egocéntrica las informaciones recibidas y a alterarlas según las necesidades y
temores que los dominan por una especie de indiferenciación más o menos
duradera entre los procesos afectivos y cognitivos.
4. Operatividad y trastornos del simbolismo figurativo en los niños disfásicos.
Las influencias en la comunicación verbal tienen significaciones de diagnóstico y de
pronóstico según que se combinan con un potencial intelectual normal que permita
superaciones y suplencias o según que sean por el contrario solidarias de un
potencial de desarrollo limitado.
Conclusiones.
El conjunto de estas notas muestra la utilidad de comparar las manifestaciones patológicas
del desarrollo cognitivo con la construcción genética normal. Si por una parte los fenómenos
patológicos del pensamiento ganan al ser analizados en una perspectiva genética el análisis
de los aspectos patológicos enriquece a su vez la misma teoría operatoria y la precisa.
La operatividad orienta los progresos al simbolismo permitiendo incluso ciertas superación y
compensaciones en caso de dificultades anormales de este tipo.
Los efectos perturbadores que ejercen los trastornos del intercambio con los demás sobre la
operatividad en los niños psicóticos, indican por otra parte como la formación de estructuras
intelectuales esta unidad al funcionamiento adaptativo del pensamiento, y en ese sentido
48
también el estudio psicopatológico es útil para precisar el papel de los factores sociales en
el desarrollo de la inteligencia y las conexiones estrechas que unen las evoluciones
afectivas e intelectuales.
En el débil mental, parece como si se encontrara en presencia de una clausura de un
sistema operativo diferente del que se observa en el niño normal, cuyo sistema, al quedar
acabado, reclama nuevos avances y así se abre a sistemas superiores. En el niño normal,
un sistema puede ser considerado como cerrado cuando llega a un cierto nivel de
acabamiento tal que cada uno de sus elementos se ha vuelto solidario de cada uno de los
otros y donde, consecuentemente, el sistema revela una coordinación de conjunto.
En los débiles el acceso a una cierta estructura parece, por el contrario, definitivo, sin
progreso ulterior posible, de suerte que es necesario hablar aquí de taponamiento u
oclusión más bien que de cierre en el sentido operatorio.
49
concurrencia de factores causales distintos, aquellos que exigen abordajes terapéuticos
específicos.
Este abordaje multidimensional es explicativo y supone a la base de la clínica deficitaria una
patogenia compleja. Si bien existen presentaciones en las que los disfuncionamientos del
sistema nervioso pesan de manera evidente, deben subrayarse que siempre nos
encontramos ante trastornos evolutivos complejos cuyo sentido no puede percibirse sin
antes hacer un lugar a las perturbaciones de la relación objetal y al examen de los modos
de investidura del niño por la madre y de la madre por el niño, siendo cada una de estas dos
vertientes solidaria de la otra en espirales.
Esta perspectiva psicodinámica, estructural y evolutiva, propone un modelo
multidimensional que propone un interjuego entre la maduración neurológica y su vínculo
dialéctico con avatares libidinales.
En el interior del marco de las deficiencias mentales, conviene reconocer la diversidad de
las organizaciones:
● Deficiencias armónicas: formas clínicas en las que dominan los rasgos y los
mecanismos estructurales de la deficiencia mental. Estos sujetos se aproximan a los
cuadros habituales de la debilidad o del retraso por sus manifestaciones
superficiales y los resultados de las investigaciones psicométricas usuales. No
obstante, a pesar de la prevalencia de los rasgos deficitarios, estas formas no son
nunca simples, al abordaje atento, cada uno de estos niños se muestra complejo,
original. Por esta razón, debe considerarse el riesgo de que estos niños asuman el
lugar estrecho que, en ocasiones, se les asigna al débil cuando se olvidan de su
originalidad y sus potencialidades. Insistimos, este riesgo se presenta porque la
“armonía” radica en que no es evidente ninguna discrepancia notoria y persistente
en los distintos frentes del desarrollo cognitivo.
● Deficiencias disarmónicas: entran en este cuadro un gran número de niños en
quienes la afectación de las funciones cognitivas, a pesar de su carácter manifiesto,
permanece durante largo tiempo enmarcada en una perturbación evolutiva global
que pone en juego otros mecanismos psicológicos y psicopatológicos.
A partir de los tres años podemos empezar a distinguir estructuraciones deficitarias
de evolución diversa: de vertiente psicótica, de vertiente neurótica, de vertiente
expresiva, de vertiente psicótica y con prevalencia de trastornos instrumentales.
Algunos señalamientos necesarios: La distinción armónica/disarmónica en el terreno de las
deficiencias mentales sólo puede hacerse en aquellas presentaciones leves y moderadas.
No en el de graves y profundas. Porque solo podemos postular una patogenia compleja en
sujetos con un mínimo desarrollo del lenguaje que nos permita encontrar los matices
clínicos necesarios para la discrimicacion diagnóstica.
50
Dicha patogenia compleja se expresa, en principio, como ya señalamos, en una
discrepancia clínica significativa y sostenida en el tiempo de alguno de los diferentes frentes
del desarrollo con el resto que integran ese conglomerado heterogéneo llamado inteligencia.
Por último, la noción de desventajas múltiples. En las presentaciones deficitarias es
frecuente la presentación de handicaps asociados a la insuficiencia intelectual, lo que pone
en primer plano, sobre todo en las formas profundas, la afectación del sistema nervioso
central. Se pueden observar desde trastornos motrices, comicialidad, trastornos sensoriales
y trastornos del comportamiento.
51
La creación de las nociones de nivel mental y de cociente intelectual han acreditado durante
mucho tiempo la visión global, unitaria de la inteligencia. Aún hoy perdura la idea de que el
IQ permite una estimación de las capacidades innatas que expresaron en última instancia
una medida de la inteligencia.
a. La oposición entre pruebas no verbales llamadas de inteligencia práctica o de
performance y las pruebas verbales. Cuando por medio de estas pruebas, se
examina a un grupo suficientemente amplio de sujetos definidos en un primer
examen de insuficiencia intelectual, es corriente decir que esta insuficiencia se halla
más acentuada en las pruebas verbales.
El verdadero interés de estos test reside en que permiten analizar, en cada caso,
cómo y en qué grado se encuentra alterada la elaboración de los significados según
que el lenguaje sea más o menos el instrumento y el vehículo privilegiado.
b. Otros test aspiran a evaluar el volumen de los conocimientos adquiridos en varias
direcciones. Se trata de preguntas referidas a la asimilación de nociones comunes
de la vida corriente, de elementos de estatutos y de categorías sociales, de lo que
hay que hacer en tal o cual situación o problema de la vida cotidiana.
c. Algunas pruebas tienden a evaluar aspectos fundamentales del funcionamiento
cognoscitivo: percepción motricidad, praxis, esquema, etc.
d. Las pruebas proyectivas se orientan sobre todo hacia la evaluación de aspectos
generales de la personalidad, pero también permiten un análisis en términos de
procesos cognitivos.
Numerosos estudios establecen en efecto una vinculación muy clara, desde un
punto de vista estadístico, entre las condiciones de vida y el nivel intelectual de los
niños. Esto no nos sorprende dado la construcción y el contraste de los test
utilizados. Se deduce de esto que el número de niños declarados psicométricamente
deficientes mentales aumenta a medida que se tienen en cuenta medios de vida
más desfavorecidos.
Es en este terreno que se enfrentan las concepciones organicistas del retraso con una
concepción psicologizante. En ambos casos resulta inaceptable tal reduccionismo, puede
debe tenerse en cuenta un tercer tipo de factor: el de la dinámica psíquica del sujeto. La
catexis del desarrollo de la inteligencia y de su funcionamiento, las identificaciones a los
padres o a sus sustitutos, la fantasía subyace y otros elementos del mismo orden tienen un
nuevo plano de causalidad las condiciones y los factores en juego, a través de mecanismos
que se inscriben como organizadores de la personalidad del niño, esta no aparece ya
enteramente predeterminada por la herencia ni totalmente sometida a la influencia del
medio; al contrario en una medida importante el niño, gracias a su propia estructura, somete
52
su propia influencia la elaboración de factores inscritos en el sujeto o situados en su
entorno.
Un enfoque comprensivo de un caso de deficiencia intelectual intenta ante todo evaluar los
modos de funcionamiento actual del sujeto.
Estudios estructurales.
53
Las revisiones precedentes implican una delimitación de los rasgos y de los mecanismos
que, desde un punto de vista psicopatológico, se inscriben en el proceso de debilitación en
un movimiento de estructuración deficitaria para conducir a una estructura deficitaria.
54
de simbolización, de manera que el débil parece a la vez afectado en sus motivaciones y en
los instrumentos de conocimiento.
A esto se le une el lugar que ocupa el débil mental en la constelación familiar. Por supuesto
que el niño no puede eludir los interrogantes fundamentales que se le plantean sus
movimientos identificatorios y sus posiciones de cara al deseo. La pobreza de los
investimentos libidinales y de las identificaciones se refuerza, lo que origina unos ideales
precarios y unas prohibiciones interiorizadas de carácter limitado. En definitiva, el sujeto se
encuentra bloqueado en un espacio restringido incapaz de volver expresar sus vivencias y
de proyectarse hacia el porvenir.
55
En cuanto a la motricidad misma, distinguimos en primer lugar el tono de fundo, cuya
evolución durante los primeros meses de vida es fundamental; en segundo lugar la melodía
cinética, que permite el encadenamiento en el tiempo y el espacio de cada movimiento
gestual, y por último el automatismo del gesto.
La adquisición de nuevas capacidades motoras es indisociable a la vez de la manera en la
que el niño representa y se siente actuar y de la manera en la que el entorno del niño acoge
esta motilidad y acepta las modificaciones que pueden resultar de ella. De este modo, la
motricidad podrá pasar de una gestualidad de la imitación a una actividad operativa en la
que la praxis se convierte en el soporte de una actividad simbólica.
Trastornos de la lateralización.
Estas dificultades suelen ser un motivo frecuente de inquietud por parte de los padres,
especialmente cuando la lateralización parece ser hacia la izquierda, deben ser bien
exploradas antes de favorecer al niño la utilización preferente de una u otra mano.
Cuando aparecen dificultades motoras (difragia) resulta preferible ayudar al niño mediante
una reeducación grafomotriz o psicomotriz, en un sentido amplio, centrada en la relación y
la obtención de un buen tono muscular.
Disgrafia.
Un niño disgráfico es el que presenta una calidad de escritura deficiente y en el que se ha
descartado ya cualquier déficit neurológico o intelectual que pudiera explicar esa deficiencia.
Es difícil encontrar la ubicación adecuada de la disgrafía debido a que este problema
presenta múltiples interferencias con la motricidad como tal, pero también debido a factores
como la relación del niño con el maestro, el lugar que ocupa el aprendizaje escolar en la
dinámica familiar, el valor simbólico que se da a lo escrito, la manera de sostener el lápiz
con la mano, etc. La escritura es un momento significativo y la transcripción gráfica del
lenguaje depende del aprendizaje escolar jerarquizado y de factores madurativos
individuales. La maduración funcional parece ser más importante que la del aprendizaje, al
menos por lo que respecta a la propia escritura. Antes de los 5 a 9 años, los niños son en su
mayoría incapaces de ejecutar copias legibles y de descifrar lo que han copiado. Por el
contrario, una vez que se ha alcanzado la madurez motora y manual, la calidad del
aprendizaje se convierte entonces en una variable esencial. El estudio clínico de la disgrafía
muestra que a menudo se asocia con otras series de dificultades:
Trastorno de la organización motriz: debilidad motora, perturbaciones ligeras de la
organización cinética y tónica, inestabilidad.
Desorganización espacio temporal: se caracteriza específicamente por los trastornos del
conocimientos, de la representación y de la utilización del cuerpo sobre todo en lo que se
refiere a la organización espacial.
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Trastorno del lenguaje y de la lectura: Dislexia y disortografía.
Trastornos afectivos: ansiedad, desasosiego e inhibición, que pueden dar lugar a la
constitución de un auténtico síntoma neurótico en el que la significación simbólica de lo
escrito y del lápiz se sujeta la mano son prevalentes.
Debilidad motora.
Se caracteriza por: torpeza de la movilidad voluntaria, con gestos burdos pesados y torpes.
Sincinesias, movimientos difusos de grupos musculares normalmente no implicados en un
gesto preciso. Debe distinguirse aquí entre las sincinesias de imitación que suelen
difundirse horizontalmente y que aun cuando son bastante frecuentes, suelen desaparecer
poco a poco. Las sincinesias tónicas, que se difunden en el eje vertical se producen en
pocos niños y persisten con la edad. Paratonia, se caracteriza por la imposibilidad o una
extrema dificultad para conseguir una relajación muscular activa.
Dispraxias en el niño.
No existen fronteras muy precisas entre la debilidad motora grave y lo que se denomina
dispraxias del niño. Estas últimas se caracterizan por la existencia de profundas
perturbaciones de la organización del esquema corporal y de la representación espacio
temporal. Se trata de niños incapaces de llevar a cabo ciertas secuencias gestuales o que lo
hacen con extrema torpeza.
Todo esto tiene como consecuencia un fracaso escolar global, en gran parte como reacción
a los problemas iniciales.
Por el contrario, el lenguaje, si bien no es estrictamente normal, se halla proporcionalmente
mucho menos alterado.
Inestabilidad psicomotora.
La inestabilidad psicomotora es uno de los grandes motivos de consulta en paidopsiquiatría
y es más frecuente en los niños que en las niñas.
Hemos de distinguir pues entre la inestabilidad motora propiamente dicha, en la que el niño
no cesa en su movimiento y la falta de atención con inestabilidad psíquica. Aun cuando
estas dos formas de inestabilidad aparecen asociadas, en algunos niños una de ellas puede
ser dominante respecto a la otra.
La exploración psicomotriz pone a menudo de manifiesto, además de la inestabilidad
motora, una inestabilidad postural y la existencia de reacción de prestancia.
La inestabilidad puede formar parte de un estado reactivo a una situación traumática o
ansiógena para el niño. El movimiento constituye el principio de la modalidad más
espontánea y más natural de respuesta.
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En otros niños, la inestabilidad aparece relativamente aislada, no hay dificultades
importantes en los otros ejes del desarrollo y el equilibrio psicoafectivo no parece estar
claramente afectado. Se plantea entonces el grado de tolerancia del entorno, en especial
familiar frente a este rasgo del comportamiento.
A veces otras manifestaciones psicopatológicas se asocian a la inestabilidad, como por
ejemplo enuresis, trastornos del sueño, dificultades escolares, comportamientos agresivos
con reacción de prestancia, conductas provocadoras y peligrosas, importante
susceptibilidad y tendencia destructiva o autodestructiva.
Por último, la inestabilidad se observa en determinados cuadros más complejos, como las
psicosis infantiles precoces, los trastornos múltiples del desarrollo o la disarmonía evolutiva.
Tics.
Los tics consisten en una ejecución súbita e imperiosa, involuntaria y absurda, de
movimientos repetidos que representan a menudo una caricatura del acto natural. Su
ejecución puede ir precedida de una necesidad y su represión causa un estado de malestar.
Los tics faciales son los más frecuentes.
Al principio un tic puede ser una simple conducta motora reactiva a una situación de
ansiedad pasajera. Revela, no obstante, la facilidad con que los afectos, los conflictos y las
tensiones psíquicas pasan a la motricidad en algunos niños. El tic puede convertirse en una
vía privilegiada de descarga de tensiones.
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PERTURBACIONES DE LA EXPRESIÓN LINGÜÍSTICA ORAL Y ESCRITA: DISLALIA,
DISFASIA Y DISLEXIA.
Desde el texto de Marcelli y De Ajuariaguerra. Psicopatología del lenguaje.
Los trastornos del lenguaje constituyen un capítulo esencial en la psicopatología del niño y
son importantes tanto por su significado cuanto por su frecuencia como motivo de consulta.
Entre los 4 y 8 años suele ser la edad en que la familia consulta más a menudo señalando
así en primer lugar el periodo de la adquisición del lenguaje y después la etapa de
adquisición de la lecto escritura.
El estudio de los trastornos del lenguaje implica el conocimiento adecuado del desarrollo
normal del mismo, tanto en su dimensión neurofisiológica como psicoafectiva.
Lenguaje en la interacción.
Hablar es ante todo comunicarse tanto con los demás como con uno mismo. Hablar se
inscribe en la relación de intercambio informativo o afectivo.
La adquisición del lenguaje introduce al niño en uno de los sistemas simbólicos más
elaborados, dicha adquisición está precedida por una serie de precursores adoptados en la
interacción e intercambios de afecto entre el niño y su medio habitual.
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de significación. Su persistencia más allá de dicha edad es signo de perturbación en
la integración y en el aprendizaje del habla y precisa de un enfoque terapéutico.
Teóricamente el retraso de la palabra no va acompañado de anomalía sintáctica,
pero en realidad suele estar relacionado con retraso del lenguaje.
C. Retraso simple del lenguaje.
El retraso simple del lenguaje se caracteriza por la existencia de perturbaciones del
mismo en un niño sin retraso intelectual, ni sordera grave, ni organización psicótica.
La construcción de la frase y su orden sintáctico se hallan perturbados.
Disfasias graves.
El término disfasia agrupa un conjunto de dificultades que van desde los retrasos simples
del lenguaje a las alteraciones severas que relegan al niño a la ausencia absoluta del
lenguaje.
El análisis del lenguaje no siempre permite distinguir entre el retraso simple del lenguaje,
que desaparece progresivamente hacia los 5 o 6 años de edad, de la afasia grave, que
persiste durante buena parte de la infancia. Después de los 6 años de edad, las
alteraciones pueden fluctuar desde la prácticamente ausencia del lenguaje hasta trastornos
caracterizados por la alteración de la capacidad de repetición, las alteraciones fonológicas
importantes constituidas por errores, omisión, simplificaciones, sustituciones y
duplicaciones. El doble repertorio de vocabulario y el retraso morfosintáctico global.
Clásicamente la afasia suele observarse de forma aislada. No existe retraso mental
asociado ni alteraciones importantes de la conducta y de la comunicación no verbal, así
como tampoco se observa déficit sensitivo o afectación motora.
Hipótesis psicopatológicas y evolución.
Entre la calidad del funcionamiento psíquico y las posibilidades expresivas y de
comunicación tan abundantes que procura el lenguaje, existe necesariamente una
repercusión mutua. La comunicación a través del lenguaje sigue siendo el medio esencial
para comprender el funcionamiento mental, aunque puedan utilizarse técnicas periféricas
como el juego, el dibujo, modelado, para reforzar esta comunicación tal como se lleva a
cabo en el niño pequeño.
Por otra parte, es necesario considerar dos tipos de factores, los primeros se relacionan con
los acontecimientos producidos en el momento en el que tendría que haberse observado la
aparición del lenguaje y las causas de dicha ausencia, los segundos factores se relacionan
con la nueva organización que ha tenido lugar al no producirse la aparición del lenguaje y
los cambios que esta provoca.
60
El lenguaje refuerza y estabiliza la función simbólica, multiplica la capacidad de
comunicación permitiendo pasar de lo indicativo a lo mencionado, y por consiguiente de
pensar la ausencia.
Por el contrario, la ausencia de lenguaje comporta el riesgo de mantener un funcionamiento
psíquico de tipo arcaico. Esto puede comprobarse en algunos niños cuyo funcionamiento
psíquico parece próximo al funcionamiento psicótico.
Dislexia y disortografía.
La dislexia se caracteriza por la dificultad en la adquisición de la lectura en la edad
promedio habitual, al margen de cualquier déficit sensorial. A la dislexia se le asocian
deficiencias en la ortografía y de ahí el nombre dislexia-disortografia.
Patologías especiales.
a. Tartamudez.
La tartamudez es una perturbación integrable en el dominio de las interacciones
orales, es un trastorno de la fluidez verbal y no del lenguaje en sí mismo.
b. Mutismo.
El mutismo es la ausencia de lenguaje en un niño que anteriormente hablaba y
cuyos trastornos no forman parte de un cuadro de afasia. Podemos distinguir dos
cuadros: Mutismo total adquirido y mutismo electivo duradero.
Trastornos miccionales.
Los trastornos miccionales son un motivo de consulta frecuente en pediatría.
Son alteraciones funcionales del tracto urinario inferior no asociadas a patología
neurológica.
La micción y la continencia son el resultado de la vejiga y de la uretra, lo cual obliga a
diferenciar dos etapas en la dinámica miccional: a. fase de llenado, en la que la vejiga se
llena de orina sin aumentar la presión, acomodándose a su contenido, y b. fase de vaciado,
en la que se relaja el esfínter externo y se contrae el músculo detrusor de la vejiga.
Los síntomas que pueden acompañar las alteraciones funcionales del tracto urinario inferior
son:
● Síntomas de almacenamiento, que tiene relevancia en mayores de cinco años. Ya
sea por frecuencia miccional, aumentada cuando el niño realiza ocho o más
micciones al día de forma reiterada y disminuida cuando ocurre en menos de tres
61
ocasiones al día. Urgencia, que es la experiencia repentina e inesperada de una
necesidad inmediata de orinar. Incontinencia, se refiere a la fuga no controlada de
orina, que puede ser continua o intermitente. Enuresis, que equivale a la
incontinencia urinaria intermitente durante el sueño. Nicturia, se aplica a situaciones
en las que el niño se despierta por la noche por la necesidad de orinar.
● Síntomas de vaciamiento: Hesitación, dificultad para iniciar la micción o si el niño
tiene que esperar un tiempo considerable antes del inicio de la misma. Esfuerzo,
aplicación de presión abdominal. Chorro miccional débil. Flujo intermitente.
● Otros síntomas: Maniobra de retención, sensación de vaciado incompleto, goteo
postmiccional, dolor genital y en el tracto urinario inferior.
El diagnóstico y la clasificación se basa en tres puntos:
Anamnesis: hay que realizar una historia clínica completa y detallada, prestando especial
atención a las características del hábito miccional.
Exploración física: debe ser minuciosa, centrándose en la morfología de los genitales
externos y la localización mental.
Pruebas diagnósticas: su objetivo principal es descartar la existencia de patología orgánica
subyacente y en el caso del estudio urodinámico ver las características de la micción.
Cuadros clínicos.
Vejiga hiperactiva.
Es la segunda causa más frecuente de disfunción funcional vesical tras la enuresis y su
diagnóstico es clínico. Se trata de una entidad caracterizada por urgencia miccional,
acompañada habitualmente de aumento de frecuencia miccional. La incontinencia puede
estar presente o no.
Micción obstructiva funcional o disfunción de vaciado.
La disfunción de vaciado se define como la hiperactividad de la musculatura del suelo
pélvico durante la micción.
Incontinencia por aplazamiento de la micción.
Se produce en niños que retrasan voluntariamente la micción durante su actividad diaria
hasta que aparece el escape de orina.
Vejiga hipoactiva.
Se trata de niños con baja frecuencia miccional con necesidad de aumentar la presión
abdominal para iniciar, mantener o completar la micción.
Incontinencia de la risa.
Aunque su etiología no es del todo conocida, se cree que se debe a contracciones
involuntarias del detrusor asociadas a relajación uretral durante la fase del llenado.
ENURESIS.
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Es la incontinencia urinaria intermitente durante el sueño. Patológicamente podemos
distinguir dos tipos de pacientes: pacientes que presentan poliuria nocturna, asociada a
niveles nocturnos bajos de vasopresina, paciente con hiperactividad del detrusor vesical,
que presentan volúmenes urinarios menores de los esperados para la edad.
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LAS HIPÓTESIS DEL DÉFICIT EN LA TEORÍA DE LA MENTE Y EN LOS MECANISMOS
MODULARES DE SIMULACIÓN.
Desde el texto de Riviere y Nuñez. Teoría de la mente y autismo.
La teoría de la mente es la competencia que permite las formas más elaboradas, las pautas
más sutiles y específicas de comunicación y engaño en el hombre, sus alteraciones y
deficiencias en el desarrollo deben tener consecuencias trágicas.
En condiciones de carencia o de déficit de la Teoría de la Mente, y al no contarse con los
mecanismos de “arriba y abajo” que le permiten al niño pequeño aprender a descifrar
estructuras simbólicas en función de las intenciones compartidas y comprendidas, sería
muy difícil el desarrollo de los sistemas simbólicos complejos. También se vería dificultada
la apropiación de pautas instrumentales que permitan la definición de una cultura.
Una de las consecuencias más graves sería la falta de sentido de la mayor parte de las
acciones humanas, propias y ajenas.
Si hubiera personas sin una teoría de la mente, sus serias deficiencias sociales y
comunicativas proclamarían, con más elocuencia que cientos de experimentos, la enorme
importancia y el valor social de la competencia ausente. La teoría de la mente funciona de
una forma tan eficiente, fácil y ubicua en la mayoría de las interacciones humanas, que
tiende a pasar desapercibida.
Niñas, niños, hombres y mujeres presentan un trastorno del desarrollo, al que se conoce
hace medio siglo con el nombre de autismo infantil. Muchos investigadores y clínicos
piensan que se deriva de un déficit concreto y específico: el de la teoría de la mente.
Los niños normales están cognitivamente privados para la interacción, dicho de otro modo,
la complejidad y elaboración que alcanza el subsistema cognitivo y conceptual de la teoría
de la mente de los niños normales hacia los cuatro años y medio no se corresponden con
los que tienen otros subsistemas conceptuales, propios de otros dominios, por esa misma
edad.
Los autistas sufren una enfermedad de indiferenciación. Por las causas que sea, no se
diferencia en ellos ese sistema específico y sumamente eficiente que permite a los otros
definir mundos mentales y entenderlas con ellos. El sistema, en suma, que está
especializado, desde muy tempranamente, en el dominio de las interacciones psicosociales.
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SEGUNDA PARTE: EL PADECIMIENTO INFANTIL DESDE LA PERSPECTIVA DEL
PSICOANÁLISIS. LAS ESTRUCTURAS SUBJETIVAS.
Resumen:
Uno de los rasgos específicos de la psicopatología infantil de orientación psicoanalítica
reside en que los síntomas que interroga están indisolublemente ligados a los avatares de la
constitución subjetiva. En tal sentido, antes de abordar la presentación paradigmática de la
neurosis en la infancia, realizaremos una puntuación sobre el desplazamiento libidinal que
supone la emergencia del sujeto a partir de la relación inaugural con el Otro primordial.
La relectura de la obra freudiana por lacan en los años 50 y 60 nos permite aprehender la
constitución subjetiva neurótica a la luz de dos nociones antagónicas y articulables:
estructura y desarrollo. Este último debemos pensarlo como una serie de momentos lógicos
jalonados sendas operaciones o actos psíquicos, que esconden la relación del niño con las
figuras parentales. Hasta el advenimiento de la latencia distinguiremos tres:
1. Identificación primordial (fase del autoerotismo)
2. Unificación de las pulsiones parciales (fase del narcisismo)
3. Articulación de los objetos pulsionales y la castración (fase de la metáfora paterna)
1er efecto del lenguaje de dispersión: surgimiento del autoritarismo.
La incorporación del viviente a la estructura del lenguaje, llegar a habitarla, comporta como
veremos un itinerario jalonado por lo que Lacan ha delimitado en términos de dos efectos
sucesivos y diferentes del lenguaje entendido como un aparato significante sobre el ser
hablante. El primero de estos efectos recibe el nombre freudiano de identificación
primordial y obedece a la demanda más antigua, aquella que, desde el otro primordial,
propicia la transformación del grito en llamado. Esta primerísima operación psíquica es
responsable de la perturbación de los instintos del viviente, del deterioro de sus
capacidades de proveer “naturalmente” a su propia supervivencia y a la de la especie.
Semejante mortificación inaugural de lo animal por la estructura del lenguaje es planteada
con claridad en Lacan en “la dirección de la cura y los principios de su poder”
65
Asevera en este escrito que el pedido materno no solo fija la satisfacción de las
necesidades del aparato significante sino que también las fragmenta, las filtra, las modela
por los desfiladeros de la estructura. Las necesidades se subordinan a las mismas
condiciones convencionales que son aquellas del significante en su doble registro:
sincrónico de oposición entre elementos, irreductibles, diacrónico de sustitución y
combinación por el cual el lenguaje se estructura todo de la relación interhumana.
Así, la irreductibilidad del conjunto de este número finito de elementos discretos que valen
por su diferencia, los significantes vehiculizados por la demanda materna, conducen a que
la satisfacción en juego ya no sea la del instinto sino la de la pulsión, efecto de
fragmentación, de apertura de las zonas erógenas, que la materialidad del lenguaje produce
en el cuerpo y al que Freud denomina autoerotismo.
2do efecto del lenguaje de unificación: el narcisismo.
A este corolario de dispersión le sigue otro efecto de la estructura: el de reunión, de
formación de unidades. En la producción de una figura unitaria, del cuerpo como totalidad
imaginaria, podemos señalar el segundo efecto de lo simbólico, que se advierte de manera
nítida en la fase narcisista del desarrollo libidinal. La misma se distingue por la operación
psíquica de unificación de las pulsiones parciales en la libido que invierte entonces el primer
objeto total, entero, el yo.
Nuevo efecto de corte significante: la inscripción simbólica del drama del Edipo.
Pero para que se alcance la estabilización de esta transfiguración del psiquismo, que en
Lacan recibe el nombre del estadio del espejo u organización especular, se requiere que el
objeto de la pulsión funcione siempre como objeto perdido. Justamente, un nuevo efecto de
corte significante acarrea la conformación corporal, a partir del soporte simbólico del Ideal
del yo pero a condición de que, simultáneamente, se desprenda un resto.
Para pensar esta sesión es necesario introducir la articulación de los objetos pulsionales y
la castración, nueva operación psíquica o más bien nueva vertiente de lectura que Lacan
sitúa en su segunda clínica para pensar las consecuencias de la metáfora paterna, más allá
de sus efectos de significación.
En los años sesenta Lacan va a pensar la castración en términos de una limitación de la
satisfacción pulsional, un barrido parcial de esto que lacan llama goce, fuera del cuerpo.
Dicho de otro modo, la posibilidad del surgimiento del yo-cuerpo como objeto libidinal es
correlativa del destierro de los objetos pulsionales del campo de la realidad. Nos referimos
aquí sumariamente a la extracción del objeto a causa del deseo y del consiguiente
surgimiento del sujeto de deseo.
66
Le recuerdan al clínico en primer lugar que, para el abordaje de todo síntoma (no solo el del
niño) debe tomar en cuenta dos premisas conceptuales: la del sujeto de deseo, efecto de
la articulación significante, y la de un peculiar objeto que resiste a lo simbólico con una
insistencia muda, que escapa a toda representación.
En este texto Lacan invita al practicante a tomar posición respecto de la orientación de la
cura con niños enfatizando las dos vertientes heterogéneas de lo que consideramos
estructura del síntoma. Dicha referencia a los dos aspectos discernidos en el hecho clínico
desde una perspectiva sincrónica, está a su vez íntimamente vinculado con lo que llamamos
constitución subjetiva en marcha en el niño.
Así, en estos puntos de fines de los sesenta, Lacan vuelve una vez más sobre el problema
de la incorporación de la estructura del lenguaje al cachorro humano, que torna ineludible
una articulación diacrónica de la conceptualización. Y lo hace localizando los cruces
esenciales que el cáñamo del lenguaje despliega sobre el bastidor de las generaciones,
para hacer surgir entonces la trama de una subjetividad y su particularidad sintomática.
67
Antes de existir en sí mismo, por sí mismo y para sí mismo el niño existe para y por el
prójimo. Pero la cuestión no se jugará entre una separación del afuera o el adentro, de lo
que está antes o después, de lo interior o lo exterior, sino en cómo el sujeto se confronta
con lo real del goce y cuál será su posible respuesta. Respuesta que estará vinculada
con los tiempos de la subjetivación y con los recursos de los que pueda servirse, que
estarán en estrecha relación a cómo fue alojada en el deseo del Otro. La relación es al Otro,
al deseo del Otro, al campo del lenguaje.
Relación a la que se podrá responder con el cuerpo, los llamados fenómenos
psicosomáticos o bien con la inhibición, como inhibición de funciones, que implica
alteraciones en la constitución de lo imaginario.
El niño nace en un universo de lenguaje y ante la pregunta de ¿Quién soy? recibe una
nominación vocal, la madre transmite el nombre del padre, abriendo el campo de
identificaciones. Todo comienza con un encuentro de cuerpos, y el cuerpo a cuerpo del
iniciado dejará paso a la puesta en juego del dispositivo, a la articulación del discurso.
Neurosis infantil-transferencia.
Enfrentados al tiempo de la estructura ¿como pensar el dispositivo analitico, más
precisamente en el tiempo de la transferencia en donde se ponen en juego los recursos
necesarios para producir saber, en la infancia? ¿Saber, con el estatuto de la sola relación
de un significante con otro, mito, o también historia?
Ya señalamos la función del significante en el campo del discurso como necesaria pérdida
de goce. La operación es en el campo de la estructura discursiva donde a veces el mito o la
construcción nos posibilitan producir saber sobre el goce.
Pero si de lo que se trata es del tiempo de la estructura recordemos el deslizamiento que se
produce en Freud entre el tiempo de la neurosis infantil y la neurosis de la infancia.
En la 23 Conferencia, ubica la neurosis infantil sin diferimiento temporal, como una neurosis
de la primer época en donde presiona el encuentro con la sexualidad, siendo la neurosis
consecuencia directa de ese encuentro, es decir, que ubica la neurosis infantil en su estado
de neurosis actual. Actualidad que está en curso, pero que nos remite a la primera
clasificación freudiana, como transformación directa de sexualidad en angustia, sin mediar
el recurso de la representación.
El niño en tanto no constituye su neurosis infantil responde con angustia enmarcada en el
campo del Otro, carece de los medios intelectuales necesarios para tramitar el trauma y se
encuentra al amparo del fantasma materno.
Primer problema con el que nos enfrentamos en la clínica: la constitución de la neurosis
infantil, los recursos de los que se dispone y la constitución del síntoma en la infancia.
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Es así como nos encontramos más bien con fenómenos o con angustia interpretada como
síntoma por los otros. Entendemos como los fenómenos como lo dado a ver, lo que se
muestra lo que hace signo.
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pertenece a la dimensión significante de la estructura debe ser completado con el tiempo
lógico al nivel del objeto pequeño a.
Hay una definición del niño: es el sujeto cuya libido no se ha desplazado de los objetos
primarios. Es con el niño que se pone en evidencia la primacía de la relación del sujeto al
discurso del Otro. Y es en la relación con el niño que podemos casi asistir en lo real, a la
manera según la cual el sujeto surge de la masa de los significantes del otro.
Si el primer estado del sujeto es ser objeto pequeño a en el discurso del Otro (es decir
ubicarse como objeto en el deseo del otro) podemos seguir en la relación con el niño, como
lo lleno de goce (satisfacción pulsional) se crea en él, en el agujero del sujeto, entre el
objeto pequeño a y $. La relación con el niño está en el borde entre a y y hay grados. Se
puede ubicar al niño según el momento de transformación en que este objeto pequeño a en
$. Lo que llamamos niño, y eventualmente, la permanencia del niño en el hombre, era la
forma de ubicar este resto que de ninguna manera puede advenir.
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Madre
Niñ Pad
o re
S a
a A
´
Todo lo que se realiza en S, sujeto, depende de los significantes que se colocan en A. A, si
es verdaderamente el lugar del significante, ha de ser el mismo portador de algún reflejo de
aquel significante esencial que les presento aquí este zigzag, que en otro lugar llama “La
carta robada”, el esquema L.
Tres de estos cuatros puntos cardinales vienen dados por los tres términos subjetivos del
complejo de Edipo, en cuanto significantes, que encontramos en cada vértice del triángulo.
El cuarto término es S, que no posee su significante. Está fuera de los tres vértices del
triángulo edípico y depende de lo que ocurra en ese juego. Este término se presenta en
algo imaginario que se opone al significante del Edipo.
No es difícil comprenderlo, pues hay algo en cierto modo completamente dispuesto, no solo
a ser homólogo a la base del triángulo madre-padre-niño, sino a confundirse con ella (es la
relación del cuerpo despedazado y al mismo tiempo envuelto en un buen número de esas
imágenes de las que hablábamos, con la función unificante de la imagen total del cuerpo).
Dicho de otra manera, la relación del yo con la imagen especular nos da ya la base del
triángulo imaginario.
Es ahí donde vamos a ver el efecto de esa metáfora paterna. Este tercer punto no es otro
que el falo. Y por eso el falo ocupa un lugar de objeto tan central en la economía freudiana.
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Pasemos a introducir más correctamente el papel del padre. Si su lugar en el complejo es lo
que puede indicarnos en qué dirección debemos avanzar y plantear una formulación
correcta.
Al principio, el padre era terrible. Con todo, la imagen resume algo mucho más complejo,
como indica este nombre. El padre interviene en diversos planos. De entrada prohíbe a la
madre. Este es el fundamento, el principio del complejo de Edipo, ahí es donde el padre
está vinculado con la ley primordial de la interdicción del incesto. Es el padre el encargado
de representar esta interdicción. A veces ha de manifestarse de una forma directa cuando el
niño se abandona a sus expansiones, manifestaciones, tendencias, pero ejerce este papel
mucho más allá de esto. Es mediante toda su presencia, por sus efectos en el inconsciente,
como lleva a cabo la interdicción de la madre. Se espera que diga bajo la amenaza de la
castración, pero no es tan simple. De acuerdo a la castración tiene aquí un papel manifiesto
y cada vez más confirmado, el vínculo de la castración con la ley es esencial.
Tomemos primero al niño, la relación entre el niño y el padre está gobernada por el temor a
la castración. Es una represalia dentro de una relación agresiva. Esta agresión parte del
niño, porque su objeto privilegiado, la madre, le está prohibido y va dirigida al padre. Vuelve
a él en función de la relación dual, en la medida en que proyecta imaginariamente en el
padre intención agresivas equivalentes o reforzadas con respecto a las suyas, pero que
parten de sus propias tendencias agresivas.
Aunque profundamente vinculada con la articulacion simbolica de la interdiccion del incesto,
la castracion se manifiesta, por lo tanto, en toda nuestra experiencia, particularmente en
quienes son sus objetos privilegiados como los neuroticos en el plano imaginario.
El examen del complejo de Edipo, la forma en que se presentó a través de la experiencia,
fue introducido por Freud y ha sido articulado en la teoría, nos aporta algo más, la delicada
cuestión del Edipo invertido. Sorprende el papel extremadamente movedizo, matizado,
desconcertante, que desempeña la función del Edipo invertido.
Este Edipo invertido nunca está ausente en la función del Edipo, el componente de amor al
padre no se puede eludir. Es el que proporciona el final del complejo de Edipo.
El sujeto se identifica con el padre en la medida en que lo ama y encuentra la solución
terminal del Edipo en un compromiso entre la represión amnésica y la adquisición de aquel
término ideal gracias al cual se convierte en el padre.
¿De que se trata en el nivel de la amenaza de castración?
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Se trata de la intervención real del padre con respecto a una amenaza imaginaria. La
castración es un acto simbólico cuyo agente es alguien real, el padre o la madre que le dice
“te lo vamos a cortar” y cuyo objeto es un objeto imaginario.
¿Qué es lo que prohíbe el padre? Prohíbe a la madre. En cuanto al objeto, es suyo, no es
del niño. En este plano es donde se establece al menos en una etapa tanto en el niño como
en la niña aquella rivalidad con el padre que por sí mismo engendra una agresión.
He aquí otro piso, el de la frustración. El padre interviene como provisto de un derecho, no
como un personaje real. Aunque no esté ahí, aunque llame a la madre por teléfono, el
resultado es el mismo. Aquí es el padre en cuanto simbólico el que interviene en una
frustración, acto imaginario que concierne a un objeto bien real, la madre, en tanto que el
niño tiene necesidad de ella.
Finalmente viene el tercer nivel, el de la privación, que interviene en la articulación del
complejo de Edipo. Se trata, entonces, del padre en tanto que se hace preferir a la madre, la
que conduce a la formación del Ideal del yo. En la medida que el padre se convierte en la
forma que sea por su fuerza o su debilidad en un objeto preferible a la madre, puede
establecerse la identificación terminal.
En lo que a la niña se refiere, se produce por sí solo, y por esta razón se dice que la función
del complejo de castración es disimétrica en el niño y en la niña. Para ella la dificultad se
encuentra en la entrada, mientras que al final, la solución se ve facilitada porque el padre no
tiene dificultad para ser preferido a la madre como portador del falo. Para el niño por el
contrario, el asunto es distinto y ahí es donde permanece abierta la hiancia.
A fin de cuentas, el problema es saber como puede ser que la función esencialmente
interdictora del padre no conduzca en el niño a lo que es la conclusión muy neta del tercer
plano, a saber, la privación correlativa de la identificación idea, que tiende a producirse tanto
para el niño como para la niña. En la medida en que el padre se convierte en el Ideal del
todo, se produce en la niña el reconocimiento de que ella no tiene falo. En otros términos,
en el momento de la salida normativización del Edipo, el niño reconoce no tener lo que no
tiene, en el caso de la niña-
Lo que ocurre en el nivel de la identificación ideal, nivel donde el padre es preferido a la
madre y punto de salida del Edipo, debe conducir literalmente a la privación. Para la niña,
este resultado es del todo admisible y del todo conformista, aunque nunca se alcance por
completo, porque siempre queda un regusto. El niño, por su parte, siempre tendría que
estar castrado.
¿Quién es el padre? El padre no es un objeto real, aunque deba intervenir como objeto real
para dar cuerpo a la castración. Si no es un objeto real ¿Que es pues? No es tampoco
únicamente un objeto ideal, porque por este lado sólo pueden ocurrir accidentes. El
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complejo de Edipo no es solo una catástrofe, porque es el fundamento de nuestra relación
con la cultura.
El padre es más que el padre simbólico, es una metáfora. Metáfora en el sentido de
significante que viene en lugar de otro significante. Este es el padre en el complejo de
Edipo.
La función del padre en el complejo de Edipo es la de ser un significante que sustituye al
primer significante introducido en la simbolización, el significante materno. De acuerdo con
la fórmula que es la de la metáfora, el padre ocupa el lugar de la madre.
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significante. Por el solo hecho de que instituye un orden simbólico, algo corresponde o no a
la función definida por el Nombre del Padre.
Lo que podemos llamar el triángulo simbólico se instituye en lo real a partir del momento
en que hay cadena significante, articulación de una palabra.
Hay una relación entre este ternario simbólico y lo que planteamos en forma de ternario
imaginario para presentar la relación de la madre, de la primera simbolización de la madre.
Mediante esta simbolización el niño desprende su dependencia efectiva respecto del deseo
de la madre de la pura y simple vivencia de dicha dependencia, y se instituye algo que se
subjetiva en un nivel primordial o primitivo. Esta subjetivación consiste simplemente en
establecer a la madre como aquel ser primordial que puede estar o no estar. En el deseo
del niño, el de él, este ser es esencial. ¿Qué desea el sujeto? No se trata simplemente de la
petición de los cuidados, del contexto, ni siquiera de la presencia de la madre, sino de la
petición de su deseo. En consecuencia, se abre una dimensión por la cual se inscribe
virtualmente lo que desea objetivamente la propia madre en cuanto a ser que vive en el
mundo del símbolo, en un mundo donde el símbolo está presente, en un mundo parlante.
Esta simbolización primordial le abre a pesar de todo al niño la dimensión de algo distinto
como suele decir, que la madre puede desear en el plano imaginario.
¿Cómo concebir que pueda ser leído como un espejo, tal como se expresan las escrituras,
lo Otro que el sujeto desea?
No se efectúa sin la intervención de algo más que la simbolización primordial de aquella
madre que va y viene, a la que se llama cuando no está y cuando esta es rechazada para
poder volver a llamarla. Ese algo más que hace falta es precisamente la existencia detrás
de ella de todo el orden simbólico del cual depende y que como siempre está más o menos
ahi, permite cierto acceso al objeto de su deseo, que ya es un objeto tan especializado,
marcado por la necesidad, instaurada por el sistema simbólico,que es absolutamente
indispensable de otra forma sin su prevalencia. Este objeto se llama el falo, y a su alrededor
hace girar toda nuestra dialéctica de la relación de objeto. Hay una relación de simetría
entre falo, que está en el vértice del ternario imaginario y padre en el vértice del ternario
simbólico. No es una simple simetría sino ciertamente un vínculo.
Este deseo del Otro, que es el deseo de la madre y que tiene un más allá. Ya solo para
alcanzar este más allá se necesita una mediación y esta mediación la da precisamente la
posición del padre en el orden simbólico. Vemos que hay estados muy distintos, casos,
también etapas, en los que el niño se identifica con el falo. La relación del niño con el falo se
establece porque el falo es el objeto del deseo de la madre. Pero la experiencia nos
demuestra que este elemento desempeña un papel activo esencial en las relaciones del
niño con la pareja parental.
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La experiencia analítica nos demuestra que el padre, en tanto que priva a la madre del
objeto de su deseo, especialmente del objeto fálico, desempeña un papel del todo esencial
a lo largo de todo el curso del complejo de Edipo. En la experiencia siempre verán que el
sujeto ha tomado posesión de cierto forma en un momento de su infancia respecto del papel
desempeñado por el padre en el hecho de que la madre no tenga falo. De lo que aquí se
trata es del nivel de la privación. Ahí el padre priva a alguien de lo que a fin de cuentas no
tiene, es decir, de algo que solo tiene existencia porque lo hace surgir en la existencia en
cuanto símbolo.
Es, pues, en el plano de la privación de la madre donde en un momento dado de la
evolución de Edipo se plantea para el sujeto la cuestión de aceptar, de registrar, de
simbolizar el mismo, de convertir en significante, esa privación de la que la madre es objeto,
como se comprueba. Esta privación, el sujeto infantil la asume o no la asume, la acepta o la
rechaza. Este punto es esencial. Se encontraron con esto en todas las encrucijadas.
Como punto nodal, el resultado del declive del Edipo, es en el sujeto la identificación del
niño con el padre. Pero hay un momento anterior, cuando el padre entra en función como
privado de la madre, es decir, se perfila detrás de la relación de la madre con el objeto de su
deseo como el que castra.
En este nivel, la cuestión que se plantea es si es o no falso. En el plano imaginario, para el
sujeto se trata de ser o no ser el falo. La fase que se ha de atravesar pone al sujeto en la
posición de elegir.
2
Lo esencial es hacer intervenir al padre. En primer lugar es preciso que esté fuera del
sujeto, constituido como un símbolo. Pues si no lo está, nadie podrá intervenir realmente en
cuanto revestido de ese símbolo. Cómo intervendrá ahora efectivamente en la etapa
siguiente es en cuanto personaje real revestido de ese símbolo.
El padre entra en juego como portador de la ley, como interdictor del objeto que es la
madre. Sabemos que la funcion del padre, en el Nombre del Padre, esta vinculada con la
interdiccion del incesto, pero a nadie se la ha ocurrido nunca poner en primer plano el
complejo de castracion el hecho de que el padre promulgue efectivamente la ley de
interdiccion del incesto. Hace de obstáculo entre el niño y la madre, es el portador de la ley,
pero de derecho, mientras que de hecho interviene de otra forma, y es también otra forma
como se manifiestan sus faltas de intervención.
El padre en tanto que es culturalmente portador de la ley, el padre en tanto que está
investido del significante del padre, interviene en el complejo de Edipo de una forma más
concreta.
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Solo después de haber atravesado el orden, ya constituido, de lo simbólico, la intención del
sujeto, quiero decir su deseo que ha pasado al estado de demanda, encuentra aquello a lo
que se dirige, su objeto, su objeto primordial, en particular la madres. El deseo es algo que
se articula.
El niño que ha constituido a su madre como sujeto sobre la base de la primera
simbolización, se encuentra enteramente sometido a lo que podemos llamar la ley. Es tan
solo una metáfora. Es preciso desplegar la metáfora contenida en este término, la ley, para
darle su verdadera posición en el momento en que la empleo.
La ley de la madre es el hecho de que la madre es un ser hablante, con eso basta para
legitimar que diga la ley de madre. Sin embargo, esta ley, por así decirlo, es una ley
incontrolada. Reside simplemente, al menos para el sujeto, en el hecho de que algo de su
deseo es completamente dependiente de otra cosa que, sin duda, se articula en cuanto tal,
que pertenece ciertamente al orden de la ley, pero esta ley está toda entera en el sujeto que
la soporta.
Partamos del principio que planteamos aquí, que no hay sujeto si no hay significante que lo
funda. El niño empieza como súbdito, es un súbdito porque se experimenta y se siente de
entrada profundamente sometido al capricho de aquello de lo que depende.
3.
Primer tiempo. Lo que el niño busca, en cuánto a su deseo, es poder satisfacer el deseo de
su madre, ser el objeto del deseo de la madre. En el trayecto se establecen dos puntos, el
que corresponde a lo que es ego y frente este, que es su otro, aquello con lo que se
identifica, eso otro que tratará de ser, a saber, el objeto satisfactorio para la madre.
En el primer tiempo y en la primera etapa, se trata, de esto el sujeto se identifica en espejo
con lo que es el objeto del deseo de la madre. Es la etapa fálica primitiva, cuando la
metáfora paterna actúa en sí, al estar la primacía del falo ya instaurada en el mundo por la
existencia del símbolo del discurso y de la ley.
Segundo tiempo. En el plano imaginario el padre interviene realmente como privado de la
madre, y esto significa que la demanda dirigida al otro, si obtiene el relevo conveniente, es
remitida a un tribunal superior.
En efecto, con lo que el sujeto interroga al otro, al recogerlo todo entero, encuentra siempre
en él, en algún lado, al Otro del Otro, a saber, su propia ley. En este nivel se produce lo que
hace que al niño le vuelva, pura y simplemente, la ley del padre concebida imaginariamente
por el sujeto como privada para la madre. Es el estadio nodal y negativo por el cual lo que
desprende al sujeto de su identificación lo liga, al mismo tiempo, con la primera aparición de
la ley en la forma de este hecho.
77
La tercera etapa es tan importante como la segunda, pues de ella depende la salida del
complejo de Edipo. El falo, el padre ha demostrado que lo que daba solo en la medida en
que es portador de la ley. Si la etapa del segundo tiempo ha sido atravesada, ahora es
preciso, en el tercer tiempo, que lo que el padre ha prometido lo mantenga. Interviene en el
tercer tiempo como el que tiene el falo y no como el que lo es.
El tercer tiempo es eso, el padre puede darle a la madre todo lo que ella desea y puede
dárselo porque lo tiene.
Así la identificación que puede producirse con la instancia paterna se ha realizado en estos
tres tiempos.
En primer lugar, la instancia paterna se introduce bajo una forma velada, o todavía no se ha
manifestado.
En segundo lugar, el padre se afirma en su presencia privada, en tanto que es quien
soporta la ley. Esto ya no se produce de una forma velada sino mediada por la madre.
En tercer lugar, el padre se revela en tanto que él tiene. Es la salida del complejo de Edipo,
dicha salida es favorable si la identificación con el padre se produce en este tercer tiempo,
en el que interviene como quien lo tiene. Esta identificación se llama Ideal del yo. Se
inscribe en el triángulo simbólico en el polo donde está el niño, mientras que en el polo
materno empieza a construirse todo lo que luego será realidad y del lado del padre es
donde empieza a construirse todo lo que luego será superyo.
78
Unidad 5: La neurosis en la infancia.
● Complejo de Edipo. Complejo de castración. La función fálica. La articulación falo-
castración. Las respuestas del sujeto. La lógica fálica y la constitución del objeto.
● Los tres tiempos del edipo. La metáfora paterna. La dialéctica necesidad-demanda-
deseo.
● La fobia como paradigma de la neurosis de la infancia. La diferencia neurosis
infantil-neurosis en la infancia.
● La reformulación del lugar del niño en la estructura: alienación y separación.
● Histeria y obsesión: presentaciones clínicas en la niñez. Inhibiciones neuróticas en
el niño.
Debemos señalar que es Sigmund Freud quien, sobre la obra de Krafft-Ebing, establecerá
las características propias de la sexualidad humana, a partir del forjamiento de los
conceptos de pulsión sexual y de la hipótesis de la sexualidad infantil propuestos en
Tres ensayos sobre una teoría sexual. La influencia del psiquiatra alemán se advierte en el
nombre y la clasificación planteada respecto de “Las aberraciones sexuales”, según se trate
de desviaciones respecto del objeto (homosexualidad, paidofilia y animalismo) o de
desviaciones en relación con el fin sexual (sean las transgresiones anatómicas o las
fijaciones a fines sexuales preliminares).
Primero, no hay correlación entre las perversiones –según la definición psiquiátrica- y lo que
la psiquiatría hasta ese momento había llamado enfermedad mental.
Segunda, es un hecho comprobado que hay una amplia variación de lo que cada cultura
define como desviación sexual, en tanto la norma ideal no es algo inherente a la sexualidad
sino extrínseco a la misma.
79
Tercera, es un hecho indiscutible que el acto sexual llamado normal comporta siempre
elementos perversos.
Cuarta, sólo la exclusividad y la fijación son los rasgos que permiten definir a una perversión
como patológica. Así, lo perverso no coincide per se con lo patológico.
80
Podemos agregar que, lo que en Freud está planteado como infantil, en Lacan equivale a la
noción de estructura. En tal sentido, enfatizamos la perspectiva sincrónica, por sobre el
punto de vista diacrónico. En efecto, no se trata tanto de una evolución de una sexualidad
perversa infantil hasta una sexualidad genital adulta, sino que la sexualidad humana es
estructuralmente perversa y es con esa sexualidad perversa que hombres y mujeres
se las tienen que arreglar para llegar a obtener y a elegir o no, los rasgos que definen
el viejo concepto ideal de sexualidad normal, es decir, la heterosexualidad y la
paternidad.
En síntesis, podemos decir que Freud produce en Tres ensayos un concepto de perversión
que no se refiere a una patología sino que constituye la característica -esencial y universal-
de la sexualidad humana. Por consiguiente, no permite distinguir las perversiones de las
neurosis y las psicosis, y aun de la normalidad, ni por estructura ni tampoco por el concepto
psiquiátrico. Para ello, deberían agregarse otros elementos conceptuales. Uno de ellos
podría encontrarse en la herramienta teórica que Freud propone años más tarde en su
artículo El fetichismo de 1927. El mecanismo de la Verleugnung (renegación o desmentida)
aplicado para pensar esta perversión en términos de una renegación de la castración de la
madre. En la medida en que este mecanismo psíquico es aplicado por Freud para
caracterizar algunas manifestaciones psicóticas y que la represión también es postulada a
la base de las mencionadas manifestaciones perversas, la especificidad de una estructura
perversa queda irresuelta en Freud. Será Jacques Lacan quien retome la posta.
81
Estructura y función de la zoofobia de Juanito (1909)
Para Freud las histerias de angustia:
● son las más frecuentes entre las psiconeurosis,
● las que aparecen más temprano en la vida
● son aquellas contracciones de neurosis que menos títulos reclama a una
constitución infantil (Freud, 1909: 95)
El tercer rasgo se refiere a la combinación causal en las series complementarias
(predisposición y vivencia accidental) que se ponen en juego en la histeria de conversión y
en la neurosis obsesiva. Podemos ver este andamiaje del síntoma que hace a la doble
vertiente de la causa en la consideración de la génesis del síntoma de Dora (tos)
82
predominio del aspecto defensivo, permiten todavía preguntarnos si se trata de una
neurosis de pleno derecho.
Por su parte, Lacan también se interesó por el tema de la fobia examinándose en el marco
de sus estudios sobre la relación de objeto. Partiendo de la idea de que el objeto siempre
tiene como correlato al falo y a la castración, retomo el caso Juanito para mostrar el
valor del objeto fóbico como suplencia de la función paterna fallida. Su lectura,
atravesada por la lógica de las leyes del lenguaje, lo posibilitó a establecer el alcance del
síntoma fóbico en su función significante y la importancia de sus movimientos dialécticos
para la operación de la castración simbólica, como un particular remedio a la crisis
preedípica ante la insuficiencia paterna.
Caso Juanito.
1909. En esta época Freud crea una nueva entidad, la histeria de angustia, a la que le
asigna un mecanismo de defensa: la represión. Propone para el caso Juanito el
diagnóstico de histeria de angustia en la medida en que tiene un mecanismo. En el caso
Juanito nos vamos a encontrar nuevamente con la pregunta ¿es la fobia una neurosis con
derecho propio o es un mero síntoma?
En Inhibición, síntoma y angustia, vuelve sobre el caso Juanito. Lo utiliza para dar cuenta de
su nueva teoría de la angustia, y para poder especificar a la castración como un operador
estructural (en relación a la etiología)
En esta historia se corrobora por un lado la tesis de Tres ensayos, sobre la sexualidad
infantil perversa y polimorfa. También ofrece la contribución para entender esta enfermedad
y entender algo más de la vida anímica infantil.
El material de Juanito introduce una singularidad, es un análisis que fue llevado a cabo por
el padre del niño, no por Freud. Hay una sola entrevista que tiene Freud con el niño y con el
padre.
Epicrisis.
¿Que pasaba con Juanito antes de la fobia, antes de la eclosión de la neurosis? Juanito era
alegre, sincero, comunicativo, había sido educado de una forma muy libre, sin ningún rigor.
Es en este marco que Freud ubica ciertos aspectos fundamentales de lo que es la vida
psicosexual de Juanito.
1) Ya antes de los 3 años hay un interés particular de Juanito por su “hace pipí”, tal
como lo nombraba Juanito a su pene.
2) Interés que lo había convertido desde una temprana edad en un pequeño
investigador. Juanito organiza el mundo de acuerdo a la presencia o ausencia de
“hace pipi”: tener “hacer pipi” le permite el ejemplo diferenciar a los seres vivos del
mundo inanimado con respecto a los seres vivos. Juanito atribuye un hecho pipí a
83
todos, independientemente del género, también a su madre y su hermanita recién
nacida. Juanito tiene una cosmovisión fálica.
3) Freud agrega que no se trata de un interés solamente teórico en relación a su hace
pipí, sino también práctico. Juanito se dedicaba a la actividad masturbatoria. Por lo
cual había recibido de boca de su madre la amenaza de castración. Amenaza que
no tiene un efecto inmediato. Freud va a hablar de un efecto retardado.
Anudado a esta actividad masturbatoria encontramos otros componentes pulsionales: el
placer de ver y ser mirado. A Juanito le gustaba ir al baño con otro para ver como otros
hacían pis, le gustaba mostrar su hace pipí. Un componente que tiene que ver con la zona
erogena anal (componente autoerotico), lo que tiene que ver con los excrementos.
Todos estos componentes, el autoerótico y el placer de ver y ser mirado, van a ser
reprimidos (mecanismo de defensa) en el curso de la fobia y nos va a dar ciertos indicios
clínicos de la operación de la represión, porque Juanito pasa a avergonzarse (diques
anímicos) allí donde antes le gustaba mirar el hace-pipí de otro, ahora se avergüenza.
Resigna también el onanismo y tiene asco por la caca. Todas estas cuestiones son
indicadores clínicos de la operación de la represión.
Sin embargo, antes de que esto suceda tenemos a Juanito muy feliz con todas estas
prácticas. Con su pipí, creyendo que todos lo tienen. Es en ese sentido que Freud dice que
Juanito es homosexual: porque cree en la existencia de una sola variedad de genital, el
masculino. En la evolución posterior del historial infantil, Juanito se orienta hacia una
heterosexualidad energética: conquistaba niñas, las acosaba, las besaba, etc. La idea de
acostarse con, de llevarse a la cama a las chicas ya provenía de su vínculo con la madre.
Freud introduce su teoría del Edipo, lo que a su vez trae como consecuencia el conflicto de
la ambivalencia, ese padre por el cual alimenta deseos mortíferos, es el que a la vez ama.
Este desarrollo de la vida psicosexual de Juanito está marcado por un gran acontecimiento,
sucede en su vida algo que tiene consecuencias importantes para su desarrollo
psicosexual: el nacimiento de su hermana Hanna. Lo viene a privar de su mamá, aparece
esta hermanita cuando él tenía tres años y medio y el se ve perjudicado por varias
situaciones. En primer lugar lo priva de la madre. En segundo lugar, reanima un goce
pretérito, cuando él ve los cuidados que le brinda la mama a la hermanita, esto reanima las
huellas de su propio goce pretérito y esto sumado a la privación del objeto provoca un
acrecentamiento de la excitación sexual que queda insatisfecho. Por último, el nacimiento
de la hermana incita a Juanito a resolver el enigma de dónde vienen los bebés, es decir de
las teorías sexuales infantiles.
Juanito un día, a los cuatro años y nueve meses, enfermó de angustia. Iba por la calle y
experimenta angustia ante no se sabe que. El no puede decir en principio a que le tiene
miedo, es el padre el que le introduce la idea de que ese miedo es en realidad, esa
84
angustia, esa añoranza hacia la madre, añoranza de permanecer junto a la madre. Freud
trae aquí el beneficio que hay en juego en la fobia, lo que se obtiene a cambio.
Después sucede que en realidad aun en presencia de la madre sigue sintiendo angustia,
luego esa angustia se transforma en un miedo localizado a un objeto: un caballo lo
mordera.
La histeria de angustia tiene en común con la histeria de conversión el mecanismo de la
represión, que consiste en separar la representación del afecto, pero a diferencia de la
histeria de conversión, en donde ese efecto va a parar a una inervación corporal, aquí (en la
histeria de angustia) se libera como angustia.
La fobia en realidad implica un paso más sobre la histeria de angustia. Ese trabajo implica
darle un objeto a la angustia y así después poder evitarlo, huir de ese objeto.
Resulta ser un mal negocio porque aparentemente logra huir pero con un gran costo de
empobrecimiento de la libertad personal (inhibición). Entonces la fobia en sentido estricto
tiene que ver con poder evitar la angustia, tendría la función de parapeto, una
construcción protectora.
El beneficio primario de la neurosis tiene que ver con la satisfacción sexual sustitutiva, lo
que implica los dos tiempos de la sexualidad, la del niño y la del adulto/actual.
En el caso de Juanito va en contra de la idea de que la fobia es una neurosis con derecho
propio, por lo menos en este sentido, el del beneficio primario.
Cuando se le comunica a Juanito que la madre no tiene pipi, al principio responde con una
fantasía de defensa. Pero luego cae bajo la acción retardada de la castración. El reconoce
que la madre no lo tiene y entonces comienza a saber que él puede perderlo. Se ve cómo
esta amenaza está desenganchada de la fobia, para este entonces cuando Juanito cae en
la cuenta de lo que puede perder ya la fobia está en marcha.
En cambio en, Inhibición, síntoma y angustia (1926) Freud dice que es la angustia de
castración lo que pone en marcha la fobia.
Retomando lo que plantea en 1909, a lo sumo lo que ocurre aquí ya en el contexto de la
cura cuando se pone en juego que genera esta amenaza de castración es la producción de
dos fantasías:
1. Fantasía de posesión.
2. Fantasía de delito.
Articulando ambas fantasías nos da como resultado: hacer algo prohibido con la madre. Y
es aquí, en este punto, en donde tiene lugar la única entrevista con Freud, en donde hace
una intervención rica en efectos. Alli Juanito confiesa que hay algo en lo negro que tiene el
caballo alrededor de la boca y en las anteojeras, habia algo en particular con los caballos
que le molestaba.
85
Cuando Freud escucha esto y mira al padre, que tenía gran bigote y anteojos no pudo evitar
asociarlos. Lo interesante del caso es ver las consecuencias de esta intervención de Freud,
en una sola entrevista que produjo muchos efectos: queda atrás lo peor de su estado y
empieza a fluir el material asociativo con abundancia.
Entonces el padre descubre que no era sólo temor a que un caballo lo mordiera sino que
era también temor a los caballos que se ponen en movimiento, a los caballos grandes y
pesados, a los que llevaban carga, a los caballos que se pueden tumbar. Es a partir de este
nuevo material asociativo que Freud puede construir cuál es el material patógeno que está a
la base: por un lado esos caballos que se tumban, que se caen, expresa el deseo hostil de
Juanito, el deseo edípico hostil: que el padre se muera.
Sin embargo estas mociones edípicas hostiles no son las únicas, porque ahora va a parecer
con la otra moción a través de las teorías sexuales infantiles, la moción sádico-tierna de la
madre. El caballo pesado que se tumba también expresa como Juanito pudo elaborar que
tiene que hacer el madre con la madre para tener un hijo. Lo que no sabe es que tiene que
ver el padre con todo esto. Esto va a quedar como un resto no solucionado, Juanito no
entiende porque él es hijo de su padre. Para Lacan esto significa una salida incompleta.
¿Cómo termina el análisis de Juanito? Termina con dos fantasías conclusivas, dos fantasías
que ponen fin a la fobia porque Juanito se cura.
1. Fantasía del instalador.
2. Fantasía donde él casa al padre con la abuela.
86
para captar lo que sucede en presencia de la madre, presencia que rápidamente se articula
en el par presencia-ausencia, no es que la madre esté todo el tiempo allí. También en esta
relación preedípica se trata de que el niño se incluya como objeto de amor de la madre, de
que perciba que así como para él es fundamental la presencia de su madre, para la madre
la presencia del niño también es fundamental. Se trata de que se entere de esto, de que le
aporta placer a la madre.
Pero debe haber otro elemento, justamente por el hecho de que la madre está presente
pero por momentos ausente, es decir por el hecho de que la madre va y viene, el niño debe
advertir también que hay algo que su sola presencia no cubre. La madre desea algo más
que el niño, por eso siempre hay un tercer elemento en juego, la falta. Ese pene que a la
madre le falta y que quiere y que busca por algún lado, la castración materna.
Esta relación preedípica, entonces con la madre nunca es dual, entre el niño y la madre
está la castración de la madre, lo que a la madre le hace falta y que supuestamente quiere:
el falo.
En la relación preedípica del niño con la madre, el niño es la metonimia del falo materno. Es
en ese sentido que hay que pensar al niño como metonimia del falo de la madre, del falo
materno, porque está allí ocupando el lugar de aquello que en realidad no es, y eso
justamente lo que señala es la falta, lo que vela en realidad es la falta.
Es necesario que a partir de un determinado momento la madre sea viviva en funcion del
padre, que haya una intervencion simbolica, con respecto a la introduccion de una ley, la
prohibicion del incesto, que haga caer al niño de este lugar que ocupaba para la madre.
La intervención de la ley del padre recae en realidad sobre el Otro materno, separando al
niño o impidiendo esta relación imaginaria en la que concretaba el encuentro con la madre.
La intervención del padre en este punto es la que hace caer la identificación del niño con el
falo de la madre. Después va a ser necesaria una vuelta de tuerca más, además de la del
padre prohibidor, que es la del padre castrador, aquello que a la madre le falta y quiere, que
no es más que el padre potente con el cual el niño se va a identificar saliendo del edipo.
¿Qué pasa con Juanito? En Juanito tenemos como un primer tiempo previo al desarrollo de
la fobia, una relación preedípica con la madre.
¿Que pone fina esa relación? Hay una interrupción del pene en lo real, va a abrir una
discordancia, una brecha para el sujeto: no es lo mismo ofrecerse en su totalidad como lo
que colma a la madre, que tener algo efectivo para poder darle a su madre. Interesa como
esta interrupción de un elemento real en el registro de lo imaginario hace que la posición de
Juanito respecto de lo que él era en relación a la madre comience a vacilar. La angustia es
el correlato clínico de la situación de esta caída de la relación imaginaria.
La angustia es correlativa de un punto de suspensión para el sujeto, entre el lugar que
ocupaba antes y el que va a ocupar luego, aunque todavía no sabemos cual es.
87
¿Cómo debería resolverlo un niño normal? En el caso normal del niño podría resolverlo con
la intervención del padre. Pero justamente en el caso de Juanito esto es una función que el
padre real de Juanito no puede cumplir del todo bien, hay cierta insuficiencia, cierta
resistencia a la operación de la metáfora paterna que hace que la fobia sea la solución al
problema. La constitución de la fobia tiene como función suplir este papel que el padre de
Juanito no ha sabido cumplir del todo bien.
Podríamos decir que a partir de la fobia intervenida en el análisis, esto genera que
finalmente el padre intervenga, realmente su padre real interviene. El significante esencial
para remediar la crisis, que es el caballo, que se articula en la fobia a otros significantes, es
una fobia que está en marcha, es el que le permite completar la operación simbólica de la
castración, tal como lo muestran las fantasías conclusivas como las del fontanero.
El significante caballo es lo que permite convertir la angustia en un miedo localizado, pero
que permite también organizar un mundo simbólico vivible. El significante caballo suple la
metáfora paterna deficiente.
Podríamos decir que la fobia es una respuesta simbólica de un problema que lo real (el
pene) introduce en lo imaginario (trampa del señuelo, momento preedípico con la mama).
Lo real conmueve lo imaginario y como resultado aparece la fobia (en lo simbólico).
Por lo tanto la metáfora no es que no opera, sino que no opera del todo, opera
insuficientemente, en forma fallida, y es con la apoyatura de la fobia que el niño logra salir
entonces del Edipo. Gracias a la fobia opera la castración, separando a la madre del niño.
Pero Lacan dice que la fobia no deja de ser una salida atípica e incompleta.
Es incompleta porque no afecta la relación del niño con su propio órgano. La castración en
el Edipo normal juega a dos niveles: primero castra al niño de la madre (lo hace caer de ese
lugar), y por el otro lado el niño tiene que aceptar simbólicamente la relación con el propio
órgano. Es atípica porque el niño sale del Edipo normal identificándose con el padre, pero la
de Juanito es atípica porque sale identificado a la madre.
En los años 56-57, Lacan dedicó su seminario al estudio de “la relación de objeto”. En las
primeras clases del mismo introduce la cuestión del objeto destacando lo que esta noción le
debe al propio Freud. Retoma entonces la última parte de los Tres ensayos para una teoría
sexual, en donde su maestro hacía referencia al reencuentro del objeto:
“Freud insiste en que para el hombre, no hay ninguna otra forma de encontrar el objeto sino
la continuación de una tendencia en la que se trata de un objeto perdido, un objeto que hay
que volver a encontrar. No se trata en absoluto del objeto considerado por la teoría moderna
como objeto plenamente satisfactorio, el objeto típico, el objeto por excelencia, el objeto
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armónico, el objeto que da al hombre una base para una realidad adecuada, prueba de
madurez –el famoso objeto genital (…) sino de un objeto perdido (…) el sujeto está unido
con el objeto perdido por una nostalgia, y a través de ella se ejerce todo el esfuerzo de su
búsqueda”vi (Freud, 1900:15).
89
EMERGENCIA DE LA ANGUSTIA.
Constitución de la fobia.
Caballo como significante esencial para remediar la crisis.
Estructura y función: Suple la insuficiencia de la función paterna, metaforizando el deseo de
la madre. Articula la angustia en un miedo localizado, instaurando un universo visible.
Permite al niño afirmar su relación con lo simbólico. Adquiere valor por su relación con lo
simbólico. Adquiere valor por su relación con otros significantes.
En la 32 conferencia, Angustia y vida pulsional, Freud nos dice que si bien en nuestro
trabajo no podemos prescindir ni un instante de las pulsiones nunca estamos seguros de
verlas con claridad.
Palabras que reflejan el obstáculo que el concepto freudiano de pulsión, aunado a la
sexualidad humana, como requerimiento que hace el cuerpo a la vida anímica, presenta al
trabajo analítico: la escisión inconsciente-ello.
Sin embargo, interrogar el lugar de la pulsión es inherente al análisis en la medida en que la
consideremos vía de entrada al deseo y a lo real de la castración que, como tal, constituye
al sujeto.
Lacan retoma la pregunta que Freud se hizo ¿qué es lo que hace que, una vez introducido
en la ciencia, un concepto sea aceptado o rechazado? Señala que se mantendrá si
funciona, si traza su vía en lo real que se ha de penetrar.
En ese sentido, el autoerotismo, la sexualidad perverso polimorfa, la satisfacción
masoquista, vehiculizan una satisfacción que articula cuerpo y lenguaje a la que Freud
llamó pulsión y que lacan, al destacar la estructura significante de la pulsión, escribirá con el
matema $ D.
Es una pulsión polimorfa, parcial, que recorta orificios en un cuerpo atravesado por el
significante y marcado por la demanda que hace que el goce se localice en los bordes del
cuerpo, ligados al objeto pero fuera del cuerpo. Inscripción de la pulsión en la estructura de
lenguaje del inconsciente por la que el hombre se constituye como sujeto, hamaca del
lenguaje que lo recibe y al mismo tiempo lo aprisiona.
En su recorrido la pulsión perfila un objeto que no es más que la presencia de un vacío, una
nada. A partir de allí, se desencadena la repetición significante y se organiza la realidad.
90
Las dificultades que se acentúan al trabajar con los niños no solo porque la pulsión tiene en
la infancia carácter de ley sino porque cuando nos referimos a la pulsión se trata de trabajar
en un límite entre lo psíquico y lo somático.
La infancia es el tiempo del cuerpo, de las teorías sexuales que anudan goce y saber, de la
tensión agresiva, de la excitación y de la ebullición pulsional y s se trata del ruido y del furor
de las pulsiones y del desorden propio del trauma, las palabras pueden, al establecer un
orden, al enlazarse en un discurso, representan al sujeto. Pulsación del inconsciente,
apertura y cierre, en la que el sujeto se produce.
De allí la pregunta de cómo hacer del goce pulsional y del ruido, discurso que lo negativice y
regule el exceso que agobia.
Si bien el agujero real del sexo impone limites al saber y a la palabra, nos interesa deternos
en lo que se hace posible cuando, en lo azaroso del encuentro, un niño que sufre, se
angustia, tiene sintomas, llega a un analista.
La cursiva es obra de la palabra y así lo entendió Freud cuando pensó el dispositivo
analítico como vía de acceso al inconsciente. La palabra, en el encuentro con la voz,
articula lo pulsional del discurso, el significante a la pulsión que se origina en el cuerpo.
Freud había alertado sobre la dificultad que implica que el niño haya que prestarle muchas
palabras y muchos pensamientos a pesar de lo cual, sostiene, no lograremos quizás que la
conciencia penetre hasta los estratos psíquicos más profundos. También agrega que la
dificultad de la infancia consiste en que el niño debe apoderarse en un corto periodo de
tiempo de los resultados de un desarrollo cultural que se extiende por milenios, debe
realizar el adiestramiento de las pulsiones y la adaptación social, o al menos la primera
parte de ambos. En ocasiones, se trata de un sufrimiento que no habla, que no llega a
presentarse como síntoma, como conflicto y donde solo se dispone de la angustia como
brújula para orientar la cursa.
Niños en los que la represión todavía no terminó de instalarse, la neurosis se está
constituyendo y el lenguaje no ha adquirido la riqueza propia de su articulación. Freud
destaca al respecto, como de particular interés, la estrecha relación entre las impresiones
traumáticas y el periodo que se inicia la capacidad de lenguaje.
Destinos de la pulsión, anteriores a la represión, que forman parte del inconsciente
estructural y punto de partida de las tendencias permanentes del carácter. La
transformación en lo contrario y la vuelta hacia la persona propia, defensas y al mismo
tiempo modos de inscripción de las pulsiones en el aparato psíquico.
Huellas, elementos percibidos, desmentidos, que necesitan de la palabra para ser leídas,
primeras experiencias sexuales del niño que, por tal causa, se denomina traumáticas y
sitúan lo que no puede ser ligado: las misteriosas tendencias masoquistas.
91
La introducción de la pulsión de muerte lleva a reubicar las resistencias, el masoquismo
erógeno, al no ligado, y un más allá que apremia a buscar satisfacción. La satisfacción en el
dolor opera en la cursa como una de las resistencias mayores que sólo a través de la
repetición significante, la translaboración, es decir, en un análisis, podrán tornarse
accesibles.
Y con este giro se vuelven patrimonio común saber que las experiencias de los primeros
cinco años adquieren un poder de mando sobre la vida, al que nada posterior contraria.
I. Introducción.
Es el historial clínico y terapéutico que en las páginas siguientes se expone, de un paciente
en extremo joven. Freud ha orientado el plan de tratamiento en su conjunto y hasta
interviene personalmente una vez en una plática con el niño, pero el tratamiento mismo fue
llevado a cabo por el padre del pequeño.
Las primeras comunicaciones sobre Hans datan del tiempo en que aún no había cumplido
los tres años. A través de diversos dichos y preguntas, exterioriza ya entonces un interés
particularmente vivo por la parte de su cuerpo que tenía la costumbre de designar como
“hace-pipi”.
Su interés por el hace-pipi no es meramente teórico: su interes lo estimula también tocarse
el miembro. A la edad de 3 años su madre lo encuentra con la mano en su pene. Ella lo
amenaza con que va a llamar al doctor para que se lo corte.
El respondió todavía sin conciencia de culpa, pero es la ocasión en que adquiere el
complejo de castración.
El gran acontecimiento en la vida de Hans es, empero, el nacimiento de su hermana Hanna,
que se produjo cuando él tenía exactamente 3 1 ⁄ 2 años. Su comportamiento en esa
ocasión fue anotado enseguida por su padre. Hans se muestra muy celoso con la recién
venida y cuando alguien la alaba dice enseguida de manera burlona “pero si no tiene
dientes”.
El padre de Hans también tiene para comunicar detalladas observaciones sobre sus
vínculos de amor con otros niños, de los que se desprende una elección de objeto como la
del adulto.
A un primero, de 5 años, Hans lo abraza y le dice “te quiero mucho”. Es el primer rasgo de
homosexualidad con que tropezaremos en Hans, pero no el ultimo.
Hace 4 años 1/4 . A la mañana, como todos los días, Hans es bañado por su mama y tras el
baño secado y entalcado. Cuando la mamá le toca el peney por cierto con cuidado de no
92
tocarlo Hans le dice ¿Por que no me pasas el dedo por ahi?, la mamá le responde que es
una porquería.
Un sueño que Hans tuvo por la misma época contrasta de manera muy llamativa con el
descaro que ha mostrado hacia su madre.
Hace 4 años 1 ⁄ 4. Sueño. “Hoy a la mañana acude Hans y cuenta: Escucha, hoy a la noche
he pensado: Uno dice ¿Quién quiere venir conmigo? Entonces alguien dice: Yo. Entonces
tiene que hacerlo pipi. El hacerlo hacer-pipi, para lo cual al niño le abren los calzones y le
sacan el pene, está para Hans teñido de placer.
Como ya se informó, dos días antes pregunto a la mama, cuando ella lo lavaba porque no
pasaba el dedo por ahi. El placer de la exhibición sucumbe ahora a la represión.
Hace 4 años 1 ⁄ 2. Mira de nuevo como bañan a su hermanita y empieza a reír. Se ríe del
hace-pipí de Hanna. Es la primera vez que admite la diferencia entre el genital masculino y
femenino.
93
Toda esa angustia no valía originariamente para los caballos, sino que fue transportada a
estos en su segundo momento y se fijó en aquellos lugares del complejo del caballo que
resultaron apropiados para ciertas transferencias.
Hay que reconocer en particular, un resultado esencial de la inquisición del padre. Hemos
averiguado la ocasión actual tras la que estalló la fabia. Fue cuando el muchacho vio caer a
un caballo grande y pesado y al menos una de las interpretaciones de esa impresión parece
ser la destacada por el padre, a saber, que Hans en ese momento sintió el deseo de que el
padre se cayera de ese modo y quedase muerto.
Hans luego muestra una mejoría, donde el miedo es menor y se anima a salir a la calle.
94
Ahora bien, un deseo así tiene el mismo valor que el propósito de eliminarlo a él mismo:
equivale a la moción asesina del complejo de Edipo.
Pero hasta ahora no hay camino alguno que lleve desde esa moción pulsional reprimida a
su sustituto, que conjeturamos en la fobia al caballo.
Lo que la convierte en neurosis es la sustitución del padre por el caballo. Es este
desplazamiento lo que se hace acreedor al nombre de síntoma. Es aquel otro mecanismo
que permite tramitar el conflicto de ambivalencia sin la ayuda de la información reactiva. Tal
desplazamiento es posibilitado o facilitado por la circunstancia de que a esa tierna edad
todavía están prontas a reanimarse las huellas innatas del pensamiento totemista.
La desfiguración en qué consiste el síntoma no se emprende en la agencia representante
(el contenido de la representación) de la moción pulsional por reprimir, sino en otra por
entero diversas, que corresponde solo a una reacción frente a lo genuinamente
desagradable.
Por lo tanto, hay algo que no está en orden, ya sea en el modo de concebir la represión o
en la definición de síntoma.
Donde pesquisa vamos solo una representación de pulsión, tenemos que admitir el
encuentro de dos procesos de esa índole, las dos mociones pulsionales afectadas (agresión
sádica hacia el padre y actitud pasiva tierna hacia el) que conforman un par de opuestos,
más aún si apreciamos correctamente la historia del pequeño Hans, discernimos que
mediante la formación de su fobia se cancela también la investidura de objeto-madre tierna,
de lo cual nada deja traslucir el contenido de la fobia. En Hans se trata de un proceso
represivo que afecta a casi todos los componentes del complejo de Edipo, tanto a la moción
hostil como a la tierna hacia el padre y a la moción tierna respecto a la madre.
Creemos conocer el motor de la represión: la angustia de la castración. La misma resigna el
pequeño Hans la agresión hacia el padre. Las plasmaciones del complejo de Edipo, la
normal, activa así como la invertida, se estrellan en efecto contra el complejo de castración.
El motor de la represión es la angustia frente a la castración, los contenidos
angustiantes son sustitutos desfigurados del contenido “ser castrado por el padre''.
Pero el afecto-angustia de la fobia, que constituye la esencia de esta última, no proviene del
proceso represivo, de las investiduras libidinosas de las mociones reprimidas, sino de lo
represor mismo, la angustia de la zoofobia es la angustia de castración inmutada, vale decir,
una angustia realista, angustia frente a un peligro que amenaza efectivamente o es
considerado como tal. Aquí la angustia crea a la represión y no (como pensaba antes)
la represión a la angustia.
La angustia de las zoofobias es la angustia de castración del yo. La mayoría de las fobias,
hasta donde podemos abordarlas hoy, se remontan a una angustia del yo, como la indicaba,
frente a las exigencias de la libido. En ellas, la actitud angustiada del yo es siempre lo
95
primario y es la impulsión para la represión. La angustia nunca proviene de la libido
reprimida.
Capítulo VII.
Si volvemos a las zoofobias infantiles, comprenderemos estos casos mejor que todos los
otros. El yo debe proceder aquí contra una investidura de objeto libidinal del ello porque ha
comprendido que ceder a ella aparejado el peligro de castración.
En el caso de Hans ¿Debemos suponer que la defensa del yo fue provocada por la emoción
tierna hacia la madre, o por la agresiva frente al padre?
La agresividad depende esencialmente de la pulsión de destrucción y siempre hemos creído
que en las neurosis el yo se defiende de exigencias de la libido, no de las otras pulsiones.
De hecho vemos que tras la formación de la fobia la ligazón madre-tierna ha desaparecido,
ha sido tramitada por la represión, mientras que la formación sintomática (formación
sustitutiva) se ha consumado en torno de la moción agresiva.
Lo que aquí nos obstruye el camino es una desigualdad en el desarrollo de la doctrina de
las pulsiones. Primero habiamos seguiso las organizaciones de la libido desde el estadio
oral, pasando por el sadico anal, hasta el genital y al hacerlo asi equiparabamos entre si
todos los componentes de la pulsion sexual. Después el sadismo se nos apareció como
subrogado de otra pulsión, opuesta al Eros. La nueva concepción de los dos grupos de
pulsiones parece hacer saltar la anterior construcción de fases sucesivas de la organización
libidinal.
Por lo tanto, la investidura sádica de objeto se ha hecho también acreedora a que la
tratemos como libidinosa, no nos vemos obligados a revisar las organizaciones de la libido y
la moción agresiva hacia el padre puede ser objeto de la represión al igual título que la
moción tierna hacia la madre.
A pesar de lo, apartamos como tema de ulteriores reflexiones la posibilidad de que la
represión sea un proceso que mantiene un vínculo particular con la organización genital de
la libido, y que el yo recurra a otros métodos de defensa cuandos e ve precisado a
resguardarse de la libido en otros estadios de la organización.
Dijimos que tan pronto como discernir el peligro de castración. el yo da la señal de angustia
e inhibe el proceso de la investidura amenazador en el ello, lo hace de una manera que
todavía no inteligimos, por medio de la instancia placer-displacer. Al mismo tiempo se
consuma la formación de la fobia. La angustia de castración recibe otro objeto y una
expresión desfigurada: ser mordido por el caballo, en vez de ser castrado por el padre. La
formación sustitutiva tiene dos manifiestas ventajas, la primera esquiva el conflicto de
ambivalencia y la segunda permite al yo suspender el desarrollo de angustia. En efecto la
angustia de la fobia es facultativa, sólo emerge cuando su objeto es asunto de la
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percepción. Por lo tanto, el pequeño Hans impone a su yo una limitación, produce la
inhibición de salir para no encontrarse con caballos.
Ya una vez adscrito a la fobia el carácter de una proyección, pues sustituye un peligro
pulsional interior por un peligro de percepción exterior. Esto trae la ventaja de que uno
puede protegerse del peligro exterior mediante la huida y la evitación de percibirlo, mientras
que la huida no vale de nada frente al peligro interior.
La exigencia pulsional no es un peligro en sí misma, lo es sólo porque conlleva un auténtico
peligro exterior, el de la castración. Por lo tanto, la fobia, en el fondo solo se ha sustituido un
peligro exterior por otro. El hecho de que el yo pueda sustraerse de la angustia por medio
de una evitación o de un síntoma-inhibición armoniza muy bien con la concepción de que
esa angustia es solo una señal-afecto y de que nada ha cambiado en la situación
económica.
El yo se pondría sobre aviso de la castración a través de pérdidas de objeto repetidas con
regularidad. Si hasta ahora considerábamos la angustia como una señal-afecto de peligro,
nos parece que se trata tan a menudo de peligro de la castración como de la reacción frente
a una pérdida, una separación. A pesar de lo mucho que enseguida puede aducirse contra
esta conclusión, tiene que saltarnos a la vista una notabilísima concordancia. La primera
vivencia de angustia, al menos en el ser humano, es la del nacimiento y esté objetivamente
significa la separación de la madre, podría compararse a una castración de la madre.
Capitulo VIII
La angustia es algo sentido. La llamamos estado afectivo, si bien no sabemos qué es un
afecto. Cómo sensación tiene un carácter displacentero evidentisimo, por ello no agota su
cualidad, no a todo displacer podemos llamarlo angustia. Existen otras sensaciones de
carácter displacentero.
En la angustia su carácter displacentero parece tener una nota particular, esto resulta difícil
de mostrar pero es probable. Percibimos la angustia en sensaciones corporales más
determinadas que referimos a ciertos órganos. Las más frecuentes y nítidas son las que
sobrevienen en los órganos de la respiración y en el corazón.
El análisis del estado de angustia nos permite distinguir entonces: 1) un carácter
displacentero específico ; 2) acciones de descarga; 3) percepciones de estas.
La angustia es un estado displacentero particular de acciones de descarga que siguen
determinadas vías.
El estado de angustia es la reproducción de una vivencia que reúne las condiciones para un
incremento del estimado como el señalado y para la descarga de determinadas vías, a raíz
de lo cual, también, el displacer de la angustia recibió su carácter específico. En el caso de
los seres humanos, el nacimiento nos ofrece una vivencia arquetípica de tal índole, y por
97
eso nos inclinamos a ver en el estado de angustia una reproducción del trauma del
nacimiento.
Justamente porque la angustia tiene que llenar una función indispensable desde el punto de
vista biológico como reacción frente al peligro, puede haber sido montada de manera
diversa en los diferentes seres vivos.
La angustia se generó como la reacción frente a un estado de peligro, en lo sucesivo se la
reproduce regularmente cuando un estado semejante vuelva a presentarse.
Vamos a hablar de la castración, La castración está por todas partes en la obra de Freud,
igual que el complejo de Edipo. Sin embargo, en un y otro caso es distinto. Mientras que el
complejo de edipo está presente en el pensamiento de Freud desde el principio, sólo
tardíamente en su artículo de 1924 trata de articular plenamente su fórmula. Incluso
podemos pensar que el gran problema personal del que partió es este ¿Que es un padre?
En cuanto a la castración, no se encuentra nada parecido. Freud nunca llegó a articular
plenamente su sentido preciso, la incidencia psíquica precisa de este temor, o esta
amenaza, o esta instancia, o ese momento dramático.
1
Podemos decir que la castración es el signo del drama del Edipo, además de su eje
implícito.
En la enseñanza de los textos de Freud, la experiencia de la castración gira alrededor de la
referencia a lo real.
La propia noción de privación, tan sensible y visible en una experiencia como esta, implica
la simbolización del objeto en lo real. Ya que en lo real, nada está privado de nada. Todo lo
que es real se basta a sí mismo. Por definición lo real es pleno. Si introducimos en la real la
noción de privación, es porque ya lo hemos simbolizado suficientemente, incluso
98
plenamente. Indicar que algo no está, es suponer su presencia, o sea introducir en lo real,
para recibirlo y para excavar, el simple orden simbólico.
El objeto en cuestión en este caso es el pene. En el momento y al nivel en el que hablamos
de privación, es un objeto que se nos presenta en el estado simbólico. En cuanto a la
castración, en la medida que resulta eficaz, en la medida en que se experimenta y está
presente en la génesis de una neurosis, se refiere, como lo indica el orden necesario de la
tabla, a un objeto imaginario. Ninguna castración de las que están en juego en la incidencia
de una neurosis es jamás una castración real. Solo entra en juego operando en el sujeto
bajo la forma de una castración referida al objeto imaginario.
El problema consiste en concebir por qué se introduce la castración en el desarrollo típico
del sujeto, en el que se trata de su entrada en ese orden complejo que constituye la relación
del hombre con la mujer. En efecto, la organización genital se halla en la especie humana
sometida a cierto número de condiciones.
Empezaremos por la relación originaria del sujeto con la madre, en la etapa calificada como
preedípica. En su origen, la necesidad del fenómeno de castración, se apodera de aquel
objeto imaginario como de su instrumento, simboliza una deuda o un castigo simbólico y se
inscribe en la cadena simbólica.
Detrás de la madre simbólica está el padre simbólico. Por su parte, el padre simbólico es
una necesidad de la construcción simbólica.
Tenemos en nuestra tabla el padre real y el padre imaginario. Si el padre simbólico es el
significante del que nunca se puede hablar sin tener presente al mismo tiempo su necesidad
y su carácter, que debemos aceptar por tanto como un hecho irreductible del mundo del
significante, el padre imaginario y el padre real son dos términos que nos plantean muchas
menos dificultades.
En cuanto al padre imaginario, es con él con quien siempre nos encontramos. A él se refiere
muy a menudo toda la dialéctica, la de agresividad, la de identificación, la de idealización
por la que el sujeto accede a la identificación con el padre. Todo esto se produce al nivel del
padre imaginario. Si lo llamamos imaginario, es también porque está integrado en la
relación imaginaria que constituye el soporte psicológico de las relaciones con el semejante,
que son, hablando con propiedad, relaciones de especies, se encuentran en el fondo de
toda captura libidinal y de toda reacción agresiva. El padre imaginario también participa de
este registro y presenta características típicas.
El padre real es algo muy distinto, que el niño muy difícilmente ha captado, debido a la
interposición de los fantasmas y la necesidad de la relación simbólica. Si hay algo en la
base de la experiencia analítica en su conjunto, es que tenemos enormes dificultades para
captar lo más real de todo lo que nos rodea, es decir, los seres humanos tales como son.
Toda la dificultad, tanto del desarrollo psíquico como, simplemente de la vida cotidiana,
99
consiste en saber con quién estamos tratando realmente. Paradójicamente y contrariamente
a la función normativa o típica que se le pretende otorgar en el drama del Edipo, es al padre
real a quien le conferimos la función destacada en el complejo de castración.
Estas consideraciones no hacen más explicable la castración y lo que puede parecer por lo
tanto su contingencia. Si la castración merece efectivamente ser distinguida con un nombre
en la historia del sujeto, siempre está vinculada con la incidencia, con la intervención, del
padre real. También puede estar profundamente marcada y desequilibrada, por la ausencia
del padre real, lo que es profundamente neurotizante.
2
Juanito, a partir de los cuatro años y medio, hace lo que se llama una fobia, es decir, una
neurosis.
Su padre, que resulta ser uno de los discípulos de Freud, se ocupará de esa fobia.
Juanito, hijo único, es el mar de feliz. No ha tenido que esperar a que apareciera la fobia
para contar con las atenciones de su padre, y también es objeto de los más tiernos
cuidados por parte de la madre.
No está frustrado de nada, este Juanito, en verdad, no está privado de nada. Al principio de
la observación su madre ha llegado a prohibir la masturbación. Sin embargo, no tenemos la
impresión de que se trate de algo decisivo. El niño continua y los padres están
suficientemente informados, sin que ello les implica comportarse exactamente como si no
supieran nada.
El niño escucha la amenaza de la forma conveniente, a posteriori acaba resultando que a
un niño no se le puede decir nada más, es decir, el complejo de castración. Pero la cuestión
es precisamente saber por qué lo necesita.
Por ahora, no se trata de la castración, sino de la fobia, y del hecho que no podemos
relacionarla de forma simple y directa con la prohibición de la masturbación.
Para empezar recordaremos la situación fundamental que prevalece en lo referente al fallo
en la relación preedípica del niño con la madre. La madre es aquí objeto de amor, objeto
deseado en cuanto a su presencia. Esta presencia se articula muy rápidamente en el par
presencia-ausencia que es nuestro punto de partida. Para el niño hay un objeto primordial
que de ningún modo podemos considerar como constituido idealmente, es decir, en nuestra
idea. Que el mundo del niño esté hecho solamente de un puro estado de suspensión, de
límites indeterminados con el órgano que le satisface.
La madre existe como un objeto simbólico y como objeto de amor. La experiencia lo
confirma. La madre es de entrada madre simbólica y sólo tras la crisis de la frustración
empieza a realizarse. La madre objeto de amor puede ser en cualquier momento la madre
real en la medida que frustra ese amor.
100
La relación del niño con la madre, que es una relación de amor, abre la puerta a lo que se
llama habitualmente la relación indiferenciada primordial. Se trata de que el niño se
incluya a sí mismo en la relación como objeto de amor de la madre. Esta es una de las
experiencias fundamentales del niño. En suma, ser amado, es fundamental.
El niño se presenta a la madre como si él mismo le ofreciera el falo. Puede identificarse con
la madre como portadora del falo o presentarse como portador de falo. Esta situación es
con toda seguridad estructurante, pues solo en torno a ella puede articularse la relación del
fetichista con su objeto. ¿En qué momento algo pone término a la relación que así se
sostiene? ¿Qué se pone en el caso de Juanito?
3
Juanito fantasea con su falo constantemente, preguntándole a su madre sobre la presencia
del falo en ella, luego en el padre, luego en los animales. Si nos atenemos a las frases
registradas, el falo es verdaderamente el eje, el objeto central de la organización de su
mundo.
¿Qué es lo que cambia?
Lo que cambia es su pene, el suyo, el niño empieza a masturbarse. El elemento importante
no es tanto que la madre intervenga sino que el pene se ha convertido en real.
¿Cómo debemos concebir la angustia en esta ocasión? En resumen la angustia es
correlativa al momento de suspensión del sujeto, en un tiempo en el que ya no sabe dónde
está, hacia un tiempo en el que va a ser algo en lo que ya nunca podrá reconocerse.
Hasta aquí el niño se encuentra en el paraíso del señuelo. No hay ninguna razón por la
que no pueda seguir con este juego por mucho tiempo de forma satisfactoria. Pero en
cuanto interviene su pulsión, su pene real, se evidencia ese despegue del que hablaba hace
un momento. El niño cae en su propia trampa, engañado por su propio juego, víctima de
todas las discordancias, confrontando con la inmensa hiancia que hay entre cumplir con una
imagen y tener algo real que ofrecer. Lo que nunca deja de producirse, no es simplemente
que el niño fracasa en sus tentativas de seducción o que sea rechazado por la madre. Lo
que entonces juega el papel decisivo, es que eso que él puede ofrecer se le antoja como
algo miserable.
El complejo de castración traslada al plano puramente imaginario todo lo que está en juego
en relación con el falo. Precisamente por este motivo conviene que el pene real quede al
margen. La intervención del padre introduce aquí el orden simbólico con sus defensas, el
reino de la ley. El orden simbólico interviene en el plano imaginario.
¿A qué se enfrenta Juanito? ¿Qué se produce entonces dado que hay neurosis?
101
En la etapa inicial vemos a Juanito dar rienda suelta a toda clase de imaginaciones,
extraordinariamente noveladas, sobre sus relaciones con los niños que adopta como
propios. En efecto, Juanito, mantiene toda una gama de relaciones que van desde esa niña
a la que se arrima y corteja obstante, hasta otra niña a quien ama a distancia.
Su fobia termina en una cura satisfactoria como pocas, porque intervino el padre real, que
tan poco había intervenido hasta entonces, y por otra parte pudo intervenir únicamente
porque detrás estaba el padre simbólico, que es Freud. Pero cuando interviene, todo lo que
tiende a cristalizarse en el plano de una especie de real prematuro se relanza en un
imaginario radical, tan radical que ya no sabe uno muy bien dónde está.
La curación llega cuando se expresa con mayor calidad, en forma de una historia articulada,
la castración propiamente dicha.
El padre real por muy sostenido y respaldado que este por el padre simbólico, participa en
todo esto como un pobre hombre.
El alumbramiento de la castración pone término a la fobia y además muestra, no diría su
finalidad, sino que es lo que suple.
1
El significante es verdaderamente el organizador de algo inherente a la memoria humana.
Está, en efecto, en la medida en que implica siempre en su trama algunos elementos
significantes, está estructurada fundamentalmente de forma distinta que la memoria vital, la
cual siempre se concibe en base a la persistencia o el borramiento de una impresión. Al
introducir el significante en lo real, y se introduce simplemente en cuanto se habla, o menos
aun, con solo empezar a contar, lo aprehendido en el orden de la memoria se estructura de
una forma fundamentalmente distinta de todo cuando pueda llegar a hacer concebir una
teoría de la memoria basada en el tema de la propiedad vital pura y simple.
Cuando surge el significante de la forma más elemental, surge la ley, con independencia de
todo elemento real. Esto no significa, en absoluto, que el azar esté dirigido, sino que la ley
surge con el significante, de forma interna, independiente de toda experiencia.
2
Dejamos a Juanito precisamente en el momento en que iba a abordar este paso llamado
complejo de castración. Al principio, evidentemente, no está en eso. Resulta que al principio
este niño presenta una problemática del falo imaginario, que está por todas partes y en
ninguna. El falo es el elemento esencial de la relación del niño con lo que constituye para él
eso que Freud llama en aquel momento la otra persona,e s decir la madre.
102
Hasta que llega Juanito, todo parece ir bien. El niño se desarrolla con la mayor franqueza,
con la mayor claridad, con la mayor felicidad. Pero después de esto aparece un pequeño
tropiezo: la fobia. A partir de un determinado momento, el niño da muestras de un gran
espanto ante un objeto privilegiado que resulta ser el caballo, cuya presencia ya había sido
anunciada en el texto metafóricamente cuando el niño le dice a su madre “si tienes un hace-
pipí debe ser muy grande, como un caballo”. Que la imagen del caballo aparezca en el
horizonte indica ya que el niño se dispone a entrar en la fobia.
Para proseguir el trayecto que hacemos metafóricamente a través de la observación de
Juanito, necesitamos entender cómo, de una relación tan simple el niño pasa a la fobia.
La llegada de su hermana, Hanna, le cuesta a Juanito seis meses acostumbrarse a ella.
Si bien la intrusión real del otro niño en la relación del niño con la madre es en verdad
adecuada para precipitar determinado momento crítico, determinada angustia decisiva.
Todo el progreso que puede conocer la relación aparentemente duel del niño con la madre
se encuentra, en efecto, marcado por ese elemento esencial confirmado por la experiencia
del análisis de los sujetos femeninos, y es el punto de referencia, el eje que Freud mantuvo
con firmeza hasta el final en lo concerniente a la sexualidad femenina, el niño no interviene
sino como sustituyo, como compensación a lo que le falta esencialmente a la mujer.
La situación entre la madre y el niño supone que este ha de descubrir aquella dimensión, el
deseo de algo más de él mismo por parte de la madre, es decir, más allá del objeto de
placer que siente que es para la madre, en primer lugar, y que aspira a ser. Esta situación,
como toda situación analítica, debe concebirse dentro de una referencia intersubjetiva. La
dimensión original de cada sujeto es siempre correlativa de la realidad desde la perspectiva
intersubjetiva. En toda relación intersubjetiva tal como se establece entre la madre y el niño,
debemos plantearnos una pregunta previa.
Esta pregunta, aunque se trata de un punto que al principio está velado y sólo llegaremos a
descubrirlo al final se refiere a esos dos términos: la metáfora y la metonimia.
En efecto, eso que resulta tan grafico en la funcion de sustitucion no quiere decir nada.No
se trata de sustitucion real, sino de sustitucion de significante y de saber que significa. En
suma, se trata de saber cual es la función del niño para la madre, con respecto a ese falo
que es el objeto de su deseo. ¿Metáfora o metonimia? No es lo mismo si el niño es por
ejemplo la metáfora de su amor por el padre, o si es la metonimia de su deseo del falo,que
no tiene y que nunca tendrá.
Todo comportamiento de la madre con Juanito indica que el niño es para ella un apéndice
indispensable. El niño es para ella la metonimia del falo.
Así como ven, decir que el niño es tomado como una metonimia del deseo del falo de la
madre no significa que sea metonímico como falo foro, implica, por el contrario, que es
metonímico como totalidad.
103
Dada la posición original del niño respecto de la madre ¿que puede hacer? está ahí para
ser objeto de placer. Se encuentra por lo tanto en una relación en la que fundamentalmente
es imaginado, y por su estado es de pura pasividad.
Como Freud destaca, de entrada aparece una angustia, pero ¿angustia de que? Tenemos
algún indicio en un sueño del que Juanito se despierta sollozando porque su madre se va a
marchar.
Sus angustias se manifiestan cuando está separado de su madre y en compañía de otra
persona. Como Freud subraya, estas angustias aparecen al principio y el sentimiento de
angustia se distingue de la fobia.
3
Trataremos de saber cual es la función de la fobia ¿Que es la fobia en este caso? ¿Cuál es
la estructura de la fobia de Juanito?
Juanito se ve, de golpe, caído de su función de metonimia. Lo cierto es que ante los
caballos de angustia, no experimenta angustia sino miedo. El niño teme que ocurra algo en
lo real. Los caballos surgen de la angustia, pero lo que traen es miedo. El miedo se refiere
siempre a algo articulable, nombrable, real, estos caballos pueden morder, pueden caer,
tiene muchas más propiedades todavía.
También es posible que lleven la marca de la angustia. Lo borroso, la mancha negra, tal vez
tenga cierta relación con ella, como si los caballos recubrieron algo que aparece por debajo
y cuya luz se ve por detrás a saber, esa negrura que empieza a flotar. Pero lo que vive
Juanito, lo que hay en él, es el miedo ¿Miedo a que? No miedo al caballo, sino a los
caballos, de forma que a partir de la fobia el mundo se le aparece puntuado por toda una
serie de puntos peligrosos, puntos de alarma, que lo reestructuran.
La fobia introduce en el mundo del niño una estructura, sitúa precisamente en un primer
plano la función de un interior y un exterior. Hasta ese momento, el niño estaba, en su ma,
en el interior de su madre, acaba de ser rechazado o se lo imagina, está angustiado y
entonces con ayuda de la fobia, instaura un nuevo orden del interior y del exterior, una serie
de umbrales que se ponen a estructurar el mundo.
104
Pivacion que debe asumor uno de los dos sexos en cuanto al otro, privacion que se debe
asumir igualmente para asumir plenamiente el propio sexo.
2
La metáfora es aquella función que procede empleando la cadena significante, no en su
dimensión conectiva en la que se instala todo empleo metonímico, sino en su dimensión de
sustitución. ¿Que es una metáfora?
Toda creación de un nuevo sentido en la cultura humana es esencialmente metafórica. Se
trata de una sustitución que mantiene al mismo tiempo eso que sustituye. En la tensión
entre lo suprimido y aquello que lo sustituye, pasa esa dimensión nueva que de forma tan
visible introduce la improvisación poética. Tal dimensión nueva es la función de la
paternidad.
En el complejo de Edipo tenemos el lugar x, donde se encuentra el niño con todos sus
problemas con respecto a la madre, M. En la medida en que se haya producido algo que
haya constituido la metáfora paterna, podrá introducirse aquel elemento significante,
esencial en todo desarrollo individual, llamado el complejo de castración y ello tanto en el
hombre como en la mujer.
Por lo tanto, debemos plantear la siguiente ecuación: (P/X) M- C+ s
P es la metáfora paterna, x está más o menos elidida según los casos, es decir según el
momento del desarrollo y los problemas respecto a la madre, M, a los que el período
preedípico ha conducido al niño.
Con esta especie de S tumbada escribimos el vínculo de la metáfora edípica con la fase,
esencial para todo concepto de objeto, constituida por esa C intervida, que representa la
hoz del complejo de castración, más la significación s, es decir aquello en lo que el ser se
encuentra y la x encuentra su solución.
Esta fórmula sitúa el momento esencial del franqueamiento del Edipo. Le da su lugar a lo
que encontramos en el caso Juanito. Esto que se ha de ser Madre más Falo más A, designa
el callejón sin salida donde se encuentra Juanito. No puede salir de él porque no hay padre,
no hay nada para metaforizar sus relaciones con su madre. No hay una salida por el lado de
la hoz, de la C mayúscula del complejo de castración, no existe la posibilidad de una
mediación, es decir, de perder y luego recuperar el pene.
En el otro lado de la ecuación, Juanito no encuentra más que la posible mordedura de la
madre, la misma con la que él se precipita golosamente, porque le falta.
Así como se le presenta el problema a Juanito, resulta necesaria la introducción, porque no
hay ningún otro, de ese elemento de mediación metaforizada que es el caballo.
105
Equivalente a la metáfora paterna, no resuelve el problema de la mordedura, que constituye
el peligro principal de toda su realidad, especialmente esa que acaba de surgir o sea su
realidad genital.
El caballo es ese elemento del que se dice que muerde, que constituye una amenaza para
el pene y también que se cae, y por eso mismo, según nos dice el propio Juanito, se ha
recurrido a él.
3
El caso de Juanito nos muestra en su desarrollo las transformaciones de esta ecuación
cuyas posibilidades de progreso, más su riqueza metafórica implícita, se ha manifestado
con la mayor rapidez posible.
Lo que vemos al final, es con toda seguridad, una solución que instaura a Juanito en un
registro de relaciones objetales que resulta vivible.
106
Aquí es precisamente donde situaciones en principio, en el diálogo revelador en el que se
formulara el sentido del discurso.
Ahí se nos reclama y ahí vemos emerger los elementos del inconsciente del sujeto, es decir,
los términos que irán tomando el lugar que ocupamos. El diálogo descifra progresivamente
el discurso, mostrándonos cuál es la función del personaje que en él ocupamos. Eso es lo
que se llama la transferencia. A lo largo del análisis este personaje no deja de cambiar.
Así es como tratamos de dar a luz el sentido del discurso. Nosotros mismos, como
personas, estamos integrados a modo de estos significantes en el discurso de la neurosis, y
a este título se nos permite, a veces se nos exige, resolver su sentido.
Es esencial tener siempre presentes estos dos planos de la intersubjetividad como la
estructura fundamental en la que se desarrolla la historia del desciframiento.
En el caso de Juanito, teníamos que poner de manifiesto la complejidad de la relación con
el padre. En efecto, no olvidemos que este último es quien lleva a cabo el análisis. Tenemos
pues el padre real, actual, que dialoga con el niño. Este ya es un padre que tiene la palabra.
Pero más allá de él, está ese padre a quien se le revela esta palabra y como es el
testimonio de su verdad, el padre omnipotente, representado por Freud.
Esta es una característica esencial de la observación que merece ser considerada. En
cuanto a la estructura en cuestión, debe localizarse en cualquier clase de relación
analizado, analista.
2
Cada vez que hablan de la fobia de Juanito, encontrarán ahí un modelo mental a partir del
cual todo progreso ulterior puede concebirse como una profundización, una extensión, a las
otras neurosis, especialmente la histeria y la neurosis obsesiva.
En la fobia, esto es particularmente simple y ejemplar. Cada vez que un sujeto joven se
enfrenta a una fobia, podrá advertir que el objeto de dicha fobia es siempre un significante.
El caso de Juanito nos conduce primero a aquella fase extremadamente ardua en la que la
madre se complica con elementos suplementarios de toda clase. En primer lugar el falo.
Si el complejo de Edipo significa algo, es que a partir de cierto momento la madre es
considerada vivida en función del padre. El padre, al nivel del padre simbólico. Es el nombre
del padre, que instaura la existencia del padre en la complejidad con la que se nos
presenta. Esta complejidad, toda la experiencia psicopatológica nos la descompone bajo el
encabezamiento del complejo de Edipo. La introducción de este elemento simbólico aporta
una dimensión nueva, radical, a la relación del niño con la madre.
La experiencia freudiana afirma la constancia del complejo de castración. Por una parte, en
las relaciones con la madre ocurre algo que introduce al padre como factor simbólico. El es
107
quien posee a la madre, quien goza de ella legítimamente. Es una función fundamental y al
mismo tiempo problemática, que en ocasiones puede debilitarse o fragmentarse.
Por otra parte, hay algo cuya función es hacer entrar en juego de los instintos del sujeto y
en la asunción que este hace de sus funciones una significación esencial, verdaderamente
específica del género humano, el cual se desarrolla con la dimensión suplementaria del
orden simbólico. Esta significación que está presente ahí, que se vive en la experiencia
humana, se llama castración.
El análisis representa la castración de la forma más instrumental.
La fórmula del complejo de Edipo con su correlativo, el complejo de castración, es que el
complejo de edipo se organiza en el plano simbólico, lo cual supone detrás de él la
existencia constituyente del orden simbólico.
Un episodio de la observación de Juanito nos lo muestra perfectamente: en cierto momento
del diálogo, el padre trata de llevar a Juanito a la consideración de toda clase de
explicaciones fisiológicas.
Juanito llega a construir una teoría sexual de lo más original y Freud subraya que no ha
encontrado algo así en el niño con demasiada frecuencia.
La pregunta que le surge a Juanito en términos generales es ¿Que es un padre?
Otra cosa viene a complicar la situación. Es lo que se llaman regresiones. Se trata de
elementos intermedios provenientes de la relación primitiva con la madre,que comprenden
ya algún simbolismo dual. Entre esta relación primitiva y el momento en que se constituye el
Edipo propiamente dicho, pueden producirse toda clase de accidentes, debidos tan sólo a
que distintos elementos de intercambio del niño van a desempeñar su papel en la
comprensión del orden simbólico. En suma, lo progenital puede integrarse en el nivel
edípico, complicando así la pregunta de la neurosis.
En el caso de la fobia, tenemos algo simple. Freud consideraba la función del elemento
fóbico homogénea a la función primitiva que había asilado la etnografía de su tiempo, la del
tótem. Esto ya no es muy sostenible. Pero para nuestra experiencia práctica, sólo en el
plano de la fobia manifestó Freud claramente que el tótem adquiriese su significación en la
experiencia analítica.
El objeto fóbico viene a desempeñar el papel que, por alguna carencia, por una carencia
real en el caso de Juanito, no desempeña el personaje del padre. Así, el objeto de la fobia
juega el papel metafórico.
No es otra la función del caballo que la fobia. Es el elemento alrededor del cual van a
gravitar toda clase de significaciones, formando a fin de cuentas un elemento que suple lo
que le faltó al desarrollo del sujeto, es decir, a los desarrollos proporcionados por la
dialéctica del entorno donde está inmerso. Pero esto solo es posible imaginariamente.
108
La fobia le permite al sujeto manejar ese significante, obteniendo de él posibilidades de
desarrollo más ricas que las que contiene. Ocupa el lugar donde debería estar el padre
simbólico. Al estar ese significante ahí en la medida en que corresponde metafóricamente al
padre, permite que se efectúen todas las transformaciones necesarias en todo aquello que
es complicado y problemático en la relación inscrita en la línea inferior, o sea la madre, la
funcion falica y el niño, que requiere en cada ocasión con respecto a la madre real un
triángulo distinto.
Para ello se necesita un término que para los niños es imposible de dominar, que da miedo,
incluso que muerda.
1.
Dos campos: el sujeto y el otro.
El Otro es el lugar donde se sitúa la cadena del significante que rige todo lo que, del sujeto,
podrá hacerse presente, es el campo de ese ser viviente donde el sujeto tiene que
aparecer. Y por el lado de ese ser viviente, llamado a la subjetividad, se manifiesta
esencialmente la pulsión.
Por ser definición toda pulsión, pulsión parcial, ninguna de ellas representa la totalidad de la
tendencia sexual, en la medida en que pueda concebirse como presentificación en el
psiquismo.
En el psiquismo no hay nada que permita al sujeto situarse como ser macho o ser hembra.
El sujeto sólo sitúa, en su psiquismo, sus equivalentes, actividad y pasividad. Y estos nunca
la representan exhaustivamente.
Solo esta división hace necesario lo primero que puso al descubierto la experiencia
analítica, que las vías de lo que hay que hacer como hombre o como mujer pertenecen
enteramente al drama, a la trama, que se sitúa en el campo del Otro, el Edipo es
propiamente eso.
La pulsión, la pulsión parcial, sea lo que allí orienta, que solo la pulsión parcial represente
en el psiquismo las consecuencias de la sexualidad, indica que la sexualidad está
representada en el psiquismo por una relación del sujeto que se deduce de algo que no es
109
la propia sexualidad. La sexualidad se instaura en el campo del sujeto por la vía de la
falta.
Aquí se superponen dos faltas. Una se debe al defecto central en torno al cual gira la
dialéctica del advenimiento del sujeto a su propio ser en la relación con el Otro, debido a
que el sujeto depende del significante y el significante está primero en el campo del Otro.
Esta falta retoma la otra falta, la falta real, anterior, que ha de situarse con el advenimiento
del ser viviente, o sea la reproducción sexuada. La falta real es lo que pierde el ser viviente,
de su posición de viviente, por reproducirse por la vía sexuada. Esta falta es real porque
remite a algo real, que el ser viviente, por estar sujeto al sexo, queda sometido a la muerte
individual.
La misma razón que hace que el ser viviente sea induce a su realización sexual por el
señuelo, hace que la pulsión, la pulsión parcial, sea intrínsecamente pulsión de muerte, y
representa por sí misma la porción que corresponde a la muerte en el ser viviente sexuado.
La libido es el órgano esencial para comprender la naturaleza de la pulsión. Este órgano es
irreal. Lo irreal no es lo imaginario. Se define por articularse con lo real de un modo que no
podemos aprehender y por ello requiere de una presentación mítica.
Una de las formas más antiguas de encarnar, en el cuerpo, este órgano irreal es el tatuaje,
la escarificación. La incisión tiene precisamente la función de ser para el Otro, de situar en
él al sujeto, señalando su puesto en el campo de las relaciones de grupo.
2
Todo surge en la estructura del significante. Esta estructura se basa en algo que
inicialmente se denominó la función de corte y que ahora en el desarrollo del discurso se
articula como función topológica del borde.
La relación del sujeto con el Otro, se engendra toda en un proceso de hiancia.
Ciertamente, estos procesos han de articularse circularmente entre el sujeto y el Otro: el
sujeto llama al Otro, el sujeto de lo que él mismo vio aparecer en el campo del Otro, del Otro
que regresa allí. Este proceso es circular, pero por naturaleza sin reciprocidad. Pese a ser
circular, es asimétrico.
Al producirse en el campo del Otro, el significante hace surgir el sujeto de su significación.
Pero solo funciona como significante reduciéndolo al sujeto en última instancia a no ser más
que un significante, petrificando con el mismo movimiento con que lo llama a funcionar, a
hablar, como sujeto. Esta es propiamente la pulsación temporal en la cual se instituye lo
característico del punto de partida del inconsciente como tal.
110
La relación con el Otro, proceso de borde, proceso circular. Lacan lo grafica en un rombo.
Es un borde, un borde funcionando. Basta dotarlo de una dirección vectorial, aquí el sentido
inverso al de las manecillas del reloj, determinado por el hecho de que nuestras escrituras,
al menos se leen de izquierda a derecha.
La v de la mitad inferior del rompo diremos que es aquí el VELO constituido por la primera
operación. Es la primera operación esencial que funda al sujeto. Se trata de una operación
que podemos llamar: alienación.
La alienación consiste en ese vel que condena al sujeto a solo aparecer en esa división que
he articulado lo suficiente, al decir que si aparece de un lado como sentido producido por el
significante, del otro aparece como afanisis (desaparición del sujeto).
El velo de la alienación se define por una elección cuyas propiedades dependen de que en
la reunión uno de los elementos entrañe que sea cual fuere la elección su consecuencia sea
un ni uno ni lo otro. La elección solo consiste en saber si uno se propone conservar una de
las partes, ya que la otra desaparece de todas formas.
4
Una segunda operación, esta operación lleva a su término la circularidad de la relación del
sujeto con el Otro. Mientras que el primer tiempo se basa en la subestructura de la reunión,
el segundo se basa en la sub-estructura denominada intersección o producto. Se sitúa
justamente en esa misma lúnula donde encontrar la forma de la hiancia, del borde.
La intersección de dos conjuntos está constituida por los dos elementos que pertenecen a
los dos conjuntos. Allí se producirá la segunda operación a la que esta dialéctica conduce al
sujeto. Es tan esencial definir esta segunda operación como la transferencia. La
denominará, introduciendo el segundo término, la separación.
El sujeto encuentra una falta en el Otro, en la propia intimación que ejerce sobre él el Otro
con su discurso. En los intervalos del discurso del Otro surge en la experiencia del niño algo
que se puede detectar en ellos radicalmente “me dice eso, pero ¿que quiere?”.
Este intervalo que corta los significantes, que forma parte de la propia estructura del
significante, es la guarida de lo que se llama metonimia. Allí se arrastra eso que llamamos
deseo. El sujeto aprehende el deseo del Otro, en lo que no encaja, en las fallas del
111
discurso del Otro. Ahora bien, para responder a esta captura, el sujeto responde con la falta
antecedente, con su propia desaparición, aquí sitúa en el campo de la falta percibida en el
Otro. El primer objeto que propone a ese deseo parental cuyo objeto no conoce, es su
propia pérdida. El fantasma de su muerte, de su desaparición, es el primer objeto que el
sujeto tiene para poner en juego en esta dialéctica.
Una falta cubre a la otra.
Minkowski (1927)
Relectura estructural de la esquizofrenia introduce el concepto de trastorno primario
generador.
Asperger (1944)
Psicopatía autística. Personalidad anormal delimitada a partir de una perspectiva cualitativa.
La perturbación fundamental se manifiesta tanto en la apariencia física, sus funciones
expresivas como en el comportamiento total. El autismo como un desorden fundamental
generador de la personalidad anormal. Afecta todas las expresiones de su personalidad y
puede explicar sus dificultades y deficiencias así como también sus logros especiales.
112
A la intuición sobre la estructura del síntoma la compañía el mismo esclarecimiento de la
función.
Aloness & sameness + La independencia obstinada, la tenaz intransigencia. Lejos de
expresar un déficit se trata de una posición activa de defensa contra la intrusión del entorno
causa de intenso malestar pero también del uso paradojal de las obsesiones y de los
mecanismos compensatorios intelectuales.
113
en 1985 es la de una incapacidad para forjarse de una teoría de la mente, biológicamente
determinada.
Desde entonces, la perspectiva sindrómica sincronica, supuestamente ateórica y con
aspiraciones universales de las sucesivas ediciones del DSM y las diversas propuestas
cognitivistas, signadas por un reduccionismo psico-biológico creciente, tienen como
consecuencias mayores, por un lado, una extensión desmedida del campo del autismo, que
dio lugar al surgimiento del problemático concepto de espectro autista y por otro, una
migración del cuadro desde el ámbito de la psicopatología al terreno de la educación
especial.
Angel Riviere y Marta Nuñez en su texto “La mirada mental” de 1996 afirman que el hombre
posee un sistema conceptual específico que está al servicio tanto de las formas complejas
de interacción y comunicación como de pautas elaboradas de mentira y de engaño. Es un
sistema tal que atribuye mente a los congéneres y al propio sujeto que lo emplea y permite
definir la vida propia y ajena como vida mental y conceptualizar las acciones humanas
significativas como acciones intencionales.
El sistema mental facilita realizar inferencias y predicciones sobre la conducta, se compone
de elementos tales como las atribuciones de creencias, deseos, recuerdos e intenciones.
Mediante sus componentes permite interpretar y dar sentido de forma natural a las
actividades e interacciones humanas.
La astucia como competencia para la supervivencia:
● Los autores ven bien esta supuesta competencia como una habilidad para
manipular, disputar y mantener el poder.
● Parten de una comparación de la conducta de otros primates con la reflexión
psicológica del hombre.
● El resultado es una asimilación de ambas conductas, tanto la intuición primitiva de la
vida mental de algunos monos de zoológico como el arsenal de conceptos de los
que se valen los hombres que sirven para entender y manipular la conducta de sus
respectivos congéneres.
Una herramienta clínica, darwiniana para leer el autismo.
Así, la teoría de la mente, en tanto habilidad constitucional servirá para la supervivencia del
más apto, que en términos de astucia, lo que refleja es una perspectiva evolucionista,
biologicista de la política.
Conduce a una lectura innatista y deficitaria del autismo: las personas sin una teoría de la
mente (los autistas) nos parecen a los demás extremadamente ingenuas y carentes de
malicia. Son egoístas involuntarios, incapaces de altruismo empático. Son incapaces de
engañar estratégicamente y de darse cuenta de cuando alguien es engañado o engañada.
114
Carecen de pautas protodeclarativas y declarativas, frente a la presencia de otras formas de
comunicación cuya meta final es cambiar el mundo, no la menta.
Se advierte en la aproximación cognitivo-comportamental de Riviere y Nuñez un punto de
vista empírico, sincrónico (no presta atención a las diversas evolución de los sujetos
autistas) y sindrómico (solo destaca el costado deficitario, de modo basto, grueso, sin
reconocer la sutileza de los arreglos, las respuestas subjetivas).
Su consecuencia terapéutica es la reeducación, la provisión de pautas conceptuales,
burbujas para apuntalar una socialización y comunicación problemáticas.
El diagnóstico se basa en el método experimental. El autismo como déficit cognitivo sería
puesto de manifiesto mediante pruebas diversas.
Lacan:
Ya en “Dos notas sobre el niño”, Lacan esboza una nosografía infanto-juvenil en la que
presenta distintos modos particulares del padecimiento psíquico como respuesta a lo que no
marcha en el cónyuge parental. Así, cada niño, uno por uno, deberá darse maña,
arreglárselas sin protocolos que lo guíen, sin pautas preestablecidas, estándares, sobre
cómo lanzarse a la vida. No obstante, con los añicos, los guijarros que quedan lo real
responde, con un número de formas discreto, finito pero reconocibles: neurótica, perversa,
psicótica o autista.
115
del padre. Así, dicho interrogante anuncia el marco simbólico, la metáfora paterna, que
permitirá inscribir la falta como defensa frente al goce.
116
agujero, sino de un vacío sin límites que se positiviza en un goce angustiante que invade a
un viviente sin cuerpo.
El trauma fundamental del autista: Localizamos a nivel del trauma una respuesta de lo real
del viviente, en el caso del autismo un rehusamiento a la identificación primordial, un primer
momento lógico de la constitución subjetiva.
El autista rechaza anudar el goce vocálico con los significantes provistos por la demanda
del Otro primordial.
117
Lacan, en su retorno a Freud, enfatiza que todo síntoma tiene estructura de lenguaje. No
obstante, pueden reconocerse un abanico de modos particulares en su ensamblaje. En ese
sentido, puede decirse que alones y sameness, los síntomas primarios y fundamentales del
autismo según Kanner, atestiguan el esfuerzo por sostener un circuito metonímico armado
con elementos heterogéneos repetido incesantemente para, en principio, mitigar la angustia
que el mundo circundante con su intrusión permanente siempre le procura.
Ahora bien, de modo a veces imperceptible, el propio autista introduce cambios en estos
circuitos. Se trata de lo que Laurent denominó “desplazamientos en contigüidad”, derivadas
metonímicas en el registro de lo real. Llamamos a estos corrimientos “acontecimientos de
cuerpo” verdaderos actos en los que la inclusión de lo nuevo se acompaña de una cesión
de goce que afecta al cuerpo y que disminuyen las explosiones de violencia y de
automutilación.
En relación a este trabajo del autista, el analista puede ocupar el lugar de doble real, de
destinatario o'de una presencia, que acompaña su labor, contribuyendo a sostener un lazo
social inédito y sutil, un autismo de a dos, que promueva la expansión de su
encapsulamiento.
118
Ahora bien, esta defensa puede evolucionar. Maleval echa mano de otras herramientas
conceptuales para intentar pensar la estructura y función del síntoma autista kanneriano,
desplegado en los tres registros (imaginario, real y simbólico).
El objeto autista puede servir de aparejo para desplazar el goce inaugurando una zona
intermedia entre el sujeto y el otro con fines homeostáticos reguladores.
La imagen del doble autista se trata de un doble en lo real que facilita una enunciación
artificial.
El interés específico “islote de competencia” u Otro de síntesis autista, abarca las pasiones,
los conocimientos, muchas veces hipertróficos y muy restringidos, que al sujeto despliega
en su intento de mantenerse a distancia del deseo del Otro. Está hecho de una matriz de
símbolos, al modo de un código en el que cada palabra le corresponde una imagen o un
sentido, en un esfuerzo por reducir el equívoco significante que permanentemente lo asedia
y lo angustia.
Estos tres elementos pueden tener solo una función tranquilizadora, o como diría Kanner,
otra paradojal, socializante, dándole una apertura al mundo.
119
El cuadro clínico de la psicopatía autista.
La personalidad autista es muy característica, a pesar de amplias diferencias individuales.
Las personas con autismo se diferencian unas de otras no solo por el grado de alteración de
su capacidad para el contacto o en el nivel de inteligencia sino también por su personalidad
y sus intereses especiales que con frecuencia son, excepcionalmente distintos y originales.
Un aspecto fundamental que se manifiesta claramente en este tipo de personalidad es su
estabilidad a lo largo del tiempo. Desde el segundo año de vida podemos detectar ya rasgos
característicos que permanecen sin cambio y constantes a lo largo de todo el ciclo vital.
120
El principal objetivo ha sido mostrar que la alteración fundamental en las personas con
autismo está en las limitaciones en sus relaciones sociales. Toda su personalidad está
determinada por esta limitación.
De hecho, es su comportamiento en el grupo social el signo más claro de su alteración y la
fuente de conflictos y problemas desde la más temprana infancia. Estos conflictos son
especialmente pronunciados en las unidades sociales más pequeñas, es decir, la familia.
La razón es simple: la unidad familiar se basa en los vínculos emocionales que unos
miembros establecen con otros. Los niños están influenciados fuertemente por estos
sentimientos y por el intercambio de sentimientos entre padres e hijos. Ni las personas con
esquizofrenia, con sus limitaciones afectivas, ni los individuos con autismo, saben lo que
hacer con ese tipo de sentimientos. Les hace frente con incomprensión e incluso con
rechazo.
En cualquier caso, estos niños siguen sus propios impulsos e intereses sin tener en cuenta
el mundo exterior. En el ámbito familiar, uno puede adaptarse a estas peculiaridades con el
fin de evitar el conflicto, simplemente se les deja estar.
121
Las historias familiares sugieren que las características heredadas podrían jugar un papel
importante. También apuntan hacia la especificidad, dada la asombrosa similitud de los
individuos con autismo.
Resulta interesante percatarse de que las personas con autismo son casi en su mayoría
varones.
122
cuadro clínico. Entre sus antecedentes familiares, resultaba sorprendente la presencia
universal de inteligencia superior, marcada obsesividad y frialdad. Pero la soledad extrema
desde el principio de la vida llevó a la conclusión tentativa de que este grupo de niños
comprendía ejemplos de disturbios autisticos congénitos del contacto afectivo, exentos de
determinantes culturales.
A la luz de la experiencia con un material clínico mayor, ahora tendríamos dos rasgos
patognomónicos: aislamiento extremo e insistencia obsesiva en la preservación de la
igualdad. La patología payor concierne a la incapacidad para relacionarse de manera
común con otros seres humanos. Incluso con los niños relativamente exitosos exhibieron
una falta de sensibilidad social.
Las investigaciones etiológicas se han centrado en factores orgánicos, genéticos y
psicodinámicos. Uno de los rasgos más asombrosos de las historias clínicas sigue siendo el
porcentaje inusual de niños provenientes de medios familiares altamente inteligentes,
obsesivos y fríos desde el punto de vista emocional. La frialdad emocional en la típica
familia autística sugiere un factor vivencial dinámico en la génesis del desorden del niño. La
mecanización del cuidado y la casi total ausencia de calor emocional en la crianza.
En general se está de acuerdo en que la deprivación emocional tiene consecuencias
profundas en el desarrollo psicobiológico. Los niños que han recibido un cuidado impersonal
en instituciones durante periodos prolongados en el transcurso de su primer año de vida
muestran tanto un retardo psicomotor como disfunciones fisiológicas, síndrome que se ha
denominado hospitalismo.
Por esta razón es evidente que tanto una relación consistente con uno o más adultos que
cumplan el rol materno como los cuidados afectuosos, constituyen un prerrequisito para el
crecimiento normal en la infancia y en la niñez.
Resulta difícil evitar concluir en que esta configuración emocional en el hogar no juega un
rol dinámico en la génesis del autismo. Pero nos parece igualmente claro que este factor,
aunque importante en el desarrollo del síndrome, no es suficiente en sí mismo para
determinar su aparición.
Es poco probable que un solo agente etiológico sea el único responsable por la patología en
el comportamiento.
El autismo infantil temprano es un trastorno psicológico total. Es indispensable un estudio
comprensivo de la disfunción en cada nivel de integración, biológico, psicológico y social. La
suposición de una deficiencia innata en el niño autista significa relativamente poco hasta
tanto podamos especificar su naturaleza y significado.
En resumen, el autismo infantil temprano ha sido exhaustivamente establecido como un
síndrome clínico. Se caracteriza por una extrema soledad y por una preocupación por la
preservación de la igualdad del medio ambiente (sameness) y se manifiesta en los primeros
123
dos años de vida. La historia, el inicio temprano y el curso clínico lo distinguen de la
esquizofrenia infantil, con la que probablemente está genéticamente relacionada. El grado
de soledad constituye una variable pronóstica importante, en la medida en que estos niños
se relacionan para un ajuste con el entorno humano como para aprender a hablar tiene una
mejor perspectiva para un ajuste futuro. El conocimiento actual conduce a la inferencia de
que factores tanto innatos como vivenciales se conjugan para producir el cuadro clínico.
Borde de goce.
Esta dificultad fundamental para entrar en relación atrae la atención, hacia una serie de
sujetos cuya especificidad fenomenológica se distinguió en la forma del autismo llamado de
“caparazón”. Este término remite al hecho de que un sujeto, carente de envoltura corporal,
ha instaurado, en lugar de espejo que no funciona, una neo-barrera corporal en la cual está
completamente encerrado. Mientras que no se tiene cuerpo, tiene su cápsula, o una burbuja
muy sólida que le permite defenderse de las manifestaciones del Otro para con él.
En el autismo el retorno del goce no se efectúa ni en el lugar del Otro,como en la paranoia,
ni en el cuerpo, como en la esquizofrenia, sino más bien en un borde.
Este horizonte propone la reconsideración de los aportes de Lacan, ordenando la clínica de
la psicosis, no ya únicamente a partir de la forclusión del Nombre del Padre, sino mediante
la sistematización de la problemática del retorno del goce, ya sea en el cuerpo propio, ya
sea en el lugar del Otro.
124
Esto es lo que provoca en estos niños crisis de angustia terribles.
Sin embargo, Laurent habla de forclusión del agujero, si se acepta extender la forclusión
hasta este punto. Esta forclusión hace al mundo invivible y empuja al sujeto a producir un
agujero mediante un forzamiento, vía un automutilación, para encontrarle una salida al
demasiado de goce que invade su cuerpo.
125
igualmente de efectos de inclusión semejantes cuando consiguen extraer estos objetos tan
cercanos al cuerpo y al mismo tiempo separarse de ellos. Llamamos objeto, por lo tanto, a
este acomodamiento de los restos, los que deja el encuentro con el Otro de la lengua, que
vienen a perturbar el cuerpo, sea cual sea el sustrato biológico del funcionamiento o del
disfuncionamiento de dicho cuerpo. El objeto es esta cadena heterogénea, hecha de cosas
discontinuas, organizada como un circuito, provista de una topología de borde y articulada
con el cuerpo.
Topología del espacio pulsional.
Lo real impone una topología que no es la del cuerpo circunscrito, con un interior y un
exterior determinados, respecto del cual el objeto podría ser extimo.
Considerar el circuito al que están sometidos los objetos que caen del cuerpo de un sujeto
autista implica fenómenos de los que solo se puede dar cuenta recorriendo a una topología
del espacio pulsional.
Se trata de una topología que anula la distancia. El sujeto tiene sus objetos junto a él,
cualquiera que sea la distancia que los separa de ellos.
Cuando el objeto penetra en su mundo, aunque no pueda ser nombrado, despierta el rumor
de la lengua. Desbordando todo cálculo, el objeto convoca lo que hay de intratable en los
equívocos de la lengua. El niño, en el momento en que no puede nombrar lo que hay en
este mundo, se tapa los oídos, porque la lengua le grita todos los equívocos posibles.
126
Para el sujeto autista, la experiencia del agujero sin borde se acompaña de la del doble en
el espejo y el borde separado del cuerpo. El doble funciona como un borde del sujeto
autista, quien, por su parte no tiene cuerpo, siendo por lo tanto la función de este doble
suplir tal ausencia de borde. La inexistencia del borde del agujet no es sino el redoblamiento
de la inexistencia del propio cuerpo ya que un cuerpo solo existe si un objeto puede
separarse de él , lo cual supone el sostén de la mirada del Otro, que otorga un cuerpo y le
da una consistencia. Cuando esto no se produce, cuando las miradas no se cruzan, la
experiencia del espejo se reduce a la del doble.
El repliegue de agujero sobre el cuerpo es un fenómeno clínico que evidencia la ausencia
radical de toda separación, de toda elaboración de la pérdida de objeto que se apoye en el
Otro. Hay que hablar, entonces, de una mutilación insostenible experimentada por el sujeto
de un retorno insoportable del espacio no agujereado al cuerpo sin borde.
Para soportar la angustia, el sujeto, debe, entonces, construir esta experiencia. La
elaboración de la dimensión del doble se acompaña de la construcción de un borde capaz
de localizar el goce que se repite sin fin en el “uno de goce”.
127
más para la difusión de las tesis de Bleuler y de Freud, para que se abra verdaderamente la
vía de las investigaciones sobre las esquizofrenias del niño.
Una vez planteado el concepto de esquizofrenia del niño, se hace posible a lo largo de la
década de 1930, concebir patologías infantiles que, aunque emparentadas con la
esquizofrenia, se distinguen de ella. Kanner y Asperger, por separado, aíslan cuadros
clínicos muy parecidos, empleando además un mismo término para nombrar los “autismo”.
Van a buscarlo al vocabulario empleado para describir la clínica que es su referencia
constante. Poniendo la psicopatía por delante del autismo, Asperger se esfuerza por
distinguir claramente de la esquizofrenia su tipo clínico, mientras que Kanner se muestra
más dubitativo. Este último destaca que el desorden fundamental de los niños que describe
no es como en la esquizofrenia adulta o infantil, un comienzo a partir de una relación inicial
presente, no es una retirada de la participación en una existencia anterior, porque hay
desde el principio una soledad autistica extrema.
El rasgo dominante del síndrome, para Kanner, es el deseo de soledad. Para Asperger, la
restricción de las relaciones con el entorno.
128
muestra más positivo. Dice haberse sorprendido al constatar que si los niños estaban
intelectualmente intactos siempre conseguían tener una profesión.
129
del desarrollo resulta ser que el trastorno dominante se sitúa en la dificultad de
adquisiciones de aptitudes cognitivas, lingüísticas, motrices y sociales. El concepto invasivo
significa que la persona está afectada del modo más profundo.
Las consecuencias principales de estos cambios de denominación se encuentran en lo que
se refiere al tratamiento, subrayan fuertemente que el autismo tiene menos que ver con la
psiquiatría que con la educación especializada.
Teoría de la mente.
Las numerosas investigaciones iniciadas por los cognitivistas acerca del modo de
tratamiento de la información de los autistas llevan a aislar en 1985 un trastorno
fundamental: la falla principal consistiría en una incapacidad para forjarse de una teoría de
la mente. Se parte de la constatación de acuerdo con la cual todos nosotros disponemos de
una capacidad para interpretar lo que hacen los demás y a veces de predecir lo que harán a
continuación. Cada cual es capaz de ponerse en el lugar del otro para comprender cómo
actúa. Esta facultad de empatía es lo que les faltaria a los niños autistas.
130
ciframiento significante. Se esfuerza por desviarlo del cuerpo para destinarlo a su seguridad
y sus defensas. Se dedica a crear un borde que separa su mundo
tranquilizador y controlado del mundo caótico e incomprensible. Érica Laurent hacía del
“retorno del goce a un borde” una de las características fundamentales de la estructura
artística. El autista, sin embargo, no es un sujeto fuera del lenguaje. Lacan observa en a
propósito de Dick que conviene no confundir el lenguaje con la palabra. Aquí el niño no
habla, pero es “amo del lenguaje”. Aunque el sujeto autista se defienda del lenguaje, está
sumergido, desde antes de su nacimiento, en un baño verbal que lo afecta. Como lo
Demuestra la producción de los objetos pulsionales, surgidos del recorte del lenguaje sobre
el cuerpo. Aunque permanecen reales, no integrados en el circuito pulsional, el sujeto
autista debe arreglárselas con ellos. Todos estos objetos reales son para él angustiantes, su
presencia despierta el riesgo de una pérdida insoportable. Por eso la construcción de una
realidad compatible con la de los demás pasa por integrarlos a su borde autístico.
Lo que Bettelheim llamó el “comportamiento de frontera” de algunos autistas es una
concretización de ese borde. El comportamiento de frontera está asociado al mantenimiento
de la inmutabilidad: el borde delimita el mundo donde esta debe ser preservada. Es
apoyándose en su borde como el autista desarrolla islotes de competencia.
El borde del niño autista puede ser una barrera auto sensual generada por estimulaciones
corporales, tales como movimientos rítmicos, balanceos, presiones sobre los objetos, etc.
que separan su realidad perceptiva del mundo exterior cuando este se hace demasiado
insistente. El borde autístico es una formación protectora contra el Otro real
amenazante. Cuando el niño autista se encuentra en condiciones que le permiten
desarrollar las potencialidades defensivas del borde autístico, dispone de tres componentes
esenciales para hacerlo evolucionar, más o menos independientes: la imagen del doble, el
islote de competencia y el objeto autístico. Se trata de “seudópodos” que los sujetos autistas
extienden con precaución, gracias a los cuales a veces conseguirán elaborar
“transacciones” que les permitirán abrirse a un mundo al que inicialmente fueron ajenos.
131
Cuando una terapeuta consigue hacerse aceptar como doble en el mundo de un niño
autista, localiza sobre sí lo esencial del goce del sujeto. El doble se le impone al autista
como una estructura privilegiada para salir de su soledad,tranquilizadora porque es
conforme a él mismo y apta para recibir un goce enmarcado, una estructura en la que
puede apoyarse.
Al contrario de lo que se observa en las psicosis, el doble autístico no es fundamentalmente
persecutorio, muy al contrario: a menudo el sujeto encuentra en él un elemento adecuado
para calmar sus trastornos. En el autismo, el doble está en lo real, pero puede producir una
separación respecto del Otro. No es un objeto extraño y maléfico que pone de manifiesto
una deslocalización del goce; es un objeto familiar, siempre bajo el dominio del sujeto, o
considerado un “amigo” perteneciente al mundo securizado, del que el sujeto se sirve de
buen grado para tratar el goce pulsional.
Para el autista, resulta esencial conservar un completo dominio de la conexión con el doble
que ha escogido y al que puede apelar a voluntad. El doble autístico es pacificador: el sujeto
acepta conectarse a esa imagen protectora, de la que extrae beneficios inmediatos; no se le
impone: no tiene nada de una máquina de influencias. Tampoco se puede
comparar con las personalidades “como sí”, que ponen de manifiesto el apoyo que el sujeto
toma en los ideales de otro de su entorno.
Las marionetas de André: el dominio del doble autístico puede llevar a algunos a concebirlo
enteramente por sí mismos, incluso a construirlos con sus manos. André desarrolló una
forma de superar sus dificultades para conversar, se entrenó como titiritero y fabricó
marionetas con madera y cordel. Las marionetas acuden en su ayuda
particularmente cuando la conversación se hace difícil o cuando se le pregunta su opinión.
Muchos autistas usan este procedimiento consistente en borrarse para hablar por
procuración, y así se descargan de toda aserción propia. Es el doble quien habla, no ellos
mismos. Una regla imperiosa es no interrumpir jamás a las marionetas, no respetaras es
romper la inmutabilidad, lo cual suscita cóleras muy violentas. La marioneta no debe ser
interrumpida, de lo contrario surge un real que rompe la palabra.
Hacer de este modo que un doble sea el soporte de una enunciación artificial, a través de
un objeto, un compañero
imaginario o un semejante, constituye una de las defensas características del autista. Se
trata de hablar asentándose, lo cual le permite protegerse contra el deseo del Otro. Gracias
al doble, el sujeto consigue a veces expresar por
procuración lo que piensa. Aunque subsiste un límite: el doble no permite anudar el lenguaje
con el goce, de modo que a su través el sujeto no siente que consiga conectarse con lo que
siente. Los métodos empleados por el sujeto autista para no habitar su palabra son
132
diversos. La enunciación desviada, soportada por un doble, es una de ellas. La enunciación
muerta, sepultada en el mutismo, constituye la más radical de
todas. Grandin, por ejemplo, emplea un método más complejo: la enunciación técnica.
Los compañeros imaginarios de Donna Williams: al igual que André confeccionó una
marioneta, se llamaba Mogin, con la esperanza de vincularse con su intimidad gracias a
aquella parte de sí mismo. Para dar consistencia a su yo y a su palabra en presencia de
otros, desarrolló dos personajes a los que llamaba “sus marionetas”. Willie apareció muy
tempranamente, su nominación proviene del patronímico, se trataba de una “encarnación
exterior” forjada a partir de un enmarcado del objeto mirada. Con el tiempo, el doble adquirió
cierta autonomía. Williams considera que le sirvió para desarrollar su inteligencia, que le
ayudó a volverse independiente y que la protegió contra el mundo exterior
cuándo este le daba miedo. Es un doble que le permite cierta adaptación social: es brillante,
inteligente, un universitario, adquiere poco a poco sentido de la responsabilidad. Pero no
posee ninguna opinión propia, aprendió a argumentar todos los puntos de vista, pero jamás
aceptaba ninguno personalmente. Carol tiene la misma estructura
que Willie, pero invertida: es una imagen ideal surgida de un encuentro con una niña que
reunía todo aquello que es posible amar: le gustaba reír, tenía amigos, llevaba montones de
cosas a casa y tenía una madre. Estos dobles representan a Donna de un modo artificial:
nunca expresan su pensamiento.
Sigue enfrentándose al problema de cómo fundar una enunciación asumida como propia.
¿A qué puede recurrir cuando busca una identificación fundadora en el campo de lo
imaginario? ¿Qué persona podía ayudarla? Ella escribe:
Mi reflejo en el espejo, perfectamente previsible y familiar era el único candidato posible. Le
miraba a los ojos, trataba de tocar su cabello, le hablaba; pero él seguía fijado para siempre
en la otra cara del espejo. Tras la desaparición de Willie y Carol intenta recuperar su ser
identificándose con la imagen del espejo. Sin embargo, este reflejo tiene para
Ella tiene tal consistencia, que le es muy difícil concebir que no posee una existencia
autónoma.
El sujeto busca en el espejo un punto de apoyo capaz de suplir el significante amor de la
identificación primordial. Pero una imagen, que puede duplicarse indefinidamente, nunca
podría integrar la propiedad unaria, la de la diferencia absoluta, que desprende la identidad
de las captaciones transitivas al fundar en un rasgo simbólico no especularizable. Donna
concibe los límites con los que tropiezan sus esfuerzos, el recurso del espejo sigue siendo
una variación del uso del doble, el reflejo preserva la impenetrabilidad de su ser
interponiendo un tercero en toda relación.
Es un equivalente más discreto de sus compañeros imaginarios anteriores.
133
Los objetos artísticos complejos ¿Qué hacer con los objetos artísticos? ¿Participan en la
construcción subjetiva o dificultan el desarrollo del niño? ¿Son
¿Vectores de apertura o de encierro? La mayoría de los especialistas considera que el
objeto autístico debe caer para permitir evolucionar al sujeto. Pero hasta los partidarios de
métodos reeducativos se muestran prudentes y a menudo
aconsejan no precipitarse a retirarlos. ¿Por qué el sujeto parece estar tan apegado a ellos?
¿Para qué sirve el objeto autístico? ¿Puede prescindir de él?
134
como “la primera posesión no-yo del niño”. Así, el objeto autístico sería, en la perspectiva de
Tustin, una especie de precursor del objeto transicional, que presenta la
especificidad de ser todavía percibido como “totalmente yo”. Según ella, en el desarrollo
normal del niño, el objeto autístico se fundirá en el objeto transicional.
Tustin se sitúa en un planteamiento genético: considera que cada sujeto debe adquirir muy
tempranamente “integraciones de base”, de tal manera que toda patología resultaría de
rupturas del desarrollo normal. Psicosis y
neurosis pondrían de manifiesto que no se han completado o se han destruido estructuras
fundamentales.
El objeto transicional aparece a lo largo del primer año, encarnado en conejos, ositos,
tetinas, peluches, mantas, etc. Se usa como calmante y contribuye a que el niño se duerma.
Constituye una experiencia primitiva normal y representa
al seno materno o al objeto de la primera relación. No está ni bajo control mágico como el
objeto interno kleiniano, ni fuera de control como la verdadera madre. Se encuentra en un
entre dos, lo que Winnicott llama un área transicional. Lacan lo considera una versión de la
bobina del Fort-Da e indica que concibió al objeto siguiendo sus huellas. El
El objeto transicional se construye en relación con la pérdida, coincide con cierta anulación
de la omnipotencia y solo puede aparecer si la madre llega a desilusionar al niño. Está
destinado a un desinvestimiento progresivo, que debe llegar hasta su desaparición.
Materializa mediante su existencia la instauración de la falta que gobierna el deseo. El
El objeto transicional revela que la pérdida del objeto primordial del goce da lugar a objetos
sustitutivos, con los que el sujeto consigue procurarse cierta satisfacción.
Por el contrario, según Tustin, los objetos autísticos funcionan como protección contra la
pérdida. Afirma que no son sustitutivos, su función consiste en “impedir el desarrollo del
grado de conciencia de la separación corporal”. Forjarían una protección contra un
angustiante “agujero negro” correlacionado con una pérdida vital que afectaría al sujeto y
al Otro materno. Además de que se los siente como formando parte del cuerpo, los objetos
artísticos se caracterizan por el hecho de que el niño los utiliza de un modo que no
corresponde a sus funciones. Procuran, según Tustin, una sensación de
seguridad, protegen del “no-yo”. Pero resultan “de una autoestima que se ha hecho
excesiva y ha seguido un curso desviado y perverso”, de tal manera que actúan como un
impedimento en el desarrollo mental del niño. Tustin los concibe como protecciones contra
la angustia que exceden su función auto terapéutica hasta el punto de convertirse en
nocivos. Por otra parte, Tustin puso de relieve de un modo notable que el sujeto autista se
sitúa en una relación transitiva con su objeto. Al no estar el goce regulado por el lenguaje,
invade el cuerpo en forma de “sensaciones autogeneradas”, mientras que las percepciones
carecen igualmente de un marco simbólico que las estructure. En la relación del autista
135
con el objeto, funcionan fenómenos de identificación inmediata, que ella considera muy
primarios, resultado de una especie de pegamento real, por lo que no merecen ser
designados como identificaciones. Si tenemos en cuenta que
La identificación es un fenómeno que sólo opera apoyándose en significantes, Tustin tiene
razones para considerar que tal pegamento al objeto para apropiarse de ciertas
propiedades no es exactamente del orden de una identificación. Estos objetos no son
diferencias del cuerpo del sujeto y no se emplean para sus funciones objetivas,
sino por las sensaciones de dureza que procuran. Son niños que viven en un mundo
bidimensional dominado por las sensaciones de dureza y suavidad.
Tustin pone de relieve que el objeto autístico funciona como un doble del sujeto, pero le
parece que esto no conduce a nada. Relaciona este hecho con la deficiencia de las
identificaciones y con las sensaciones inapropiadas. Aunque constata que el objeto autístico
protege de la angustia, su perspectiva genética no la incita a explorar más los recursos
que el sujeto puede extraer de él. En consecuencia, para ella no hay otra orientación en la
cura analítica más que la caída del objeto autístico, incluso su reemplazo por un objeto
transicional.
Tustin insiste mucho en el hecho de que los objetos artísticos poseen una dureza que el
sujeto busca apropiarse. Hay objetos autísticos simples que no son duros: correas,
cordones, cintas, etc. En ese caso, a menudo se trata de objetos
dotados de movimiento: o bien parecen poseer una dinámica propia (ventilador, rueda,
trompo) o el sujeto los anima (cinta, cadena, canicas). Aunque el doble objetal es usado
inicialmente como barrera auto sensual, a Tustin se le escapa un aspecto más positivo de la
apropiación de su movimiento: los niños autistas, que se sienten inanimados, encuentran
en su doble una dinámica vital esencial, tanto más manifiesta en tanto que desaparece
cuando se desconectan del objeto. Esta función todavía adquiere mayor relieve en los
objetos artísticos complejos, muchos objetos autísticos son al mismo tiempo duros y
dinámicos, con el fin de tratar tanto la imagen del cuerpo como la animación corporal.
¿Objeto autístico u objeto transicional? Para Tustin es posible y útil dicha distinción, aunque
no hay que olvidar que a veces se funden el uno en el otro.
Contra la opinión de Tustin, sostenemos que el objeto autístico y el objeto transicional no
pueden fundirse el uno en el otro, por ser radicalmente distintos. Existen diferencias
manifiestas: la persistencia tardía del objeto autístico complejo, mientras que el objeto
transicional tiende a desaparecer; la relación transitista del sujeto autista con su
objeto, mientras que el objeto transicional es más diferenciado y, sobre todo, que el objeto
autista complejo es una creación del sujeto y no un objeto que ya está ahí, hallado en su
entorno inmediato.
136
Sin embargo, estas diferencias tienen algunas excepciones: algunos objetos transicionales
persisten tardíamente y hay algunos objetos artísticos complejos que son adoptados, no
creados por el sujeto, por ejemplo, una máquina de lavar
o un televisor. La diferencia se encuentra enmascarada por lo que poseen en común:
ambos son sedativos y apaciguan al sujeto, que reacciona cuando se le retira el uno o el
otro. Pero el objeto transicional es usado para atemperar la pérdida, nunca
para animar a un sujeto, porque el niño dotado de un objeto transicional ya es un sujeto
deseante: su objeto fálico, su primer tesoro, revela una simbolización de la pérdida que
gobierna la animación libidinal. La emergencia del objeto transicional pone de manifiesto
que se ha producido una regulación de las pulsiones. La clínica del autismo muestra
claramente que en él cada una de las pulsiones estar perturbada: así, un niño teme
perder una parte de su cuerpo al defecar, cuando el objeto de la pulsión anal permanece
presente; otro sufre grandes trastornos alimentarios, al no haber sido asumida la perdida en
el campo de la oralidad; muchos evitan toda puesta en juego del objeto de la pulsión
escópica, por lo que rehúyen la mirada del otro y no comprometen la suya en el
mundo, y la mayoría se muestran incapaces de usar la voz en el intercambio, de modo que
permanecen mudos, ecolalias o verborrágicos.
Todo indica que la función principal del objeto autístico complejo consiste en aparejar un
goce pulsional excesivo. Se trata de un objeto cuya falicización es defectuosa, conectada
con la pulsión de muerte, lo cual no es el caso del objeto
transicional. La comparación entre el Fort-Da freudiano y las conductas on-off del autista
ilustra claramente dos modos bien diferenciados de relación con el objeto de goce. La
bobina del Fort-Da, indica Lacan, es un objeto transicional, consistente en temperar la
pérdida del objeto de goce. Es una “reserva de libido”, dice Lacan. Con esta pequeña
reserva exterior al cuerpo, el Otro puede irse. Aunque “el Otro lo deje desconsolado” con
sus partidas, le queda eso.
Con esta reserva de libido puede amueblar la angustia en la que lo ha dejado la partida de
la Cosa, la madre real en tanto que ella es el lugar que humaniza al niño.
Ciertas conductas on-off del autista pueden compararse con el juego del Fort-Da, por
ejemplo: las fresas / ya no hay fresas; las patatas / ya no hay patatas. Las series están
organizadas de acuerdo al “hay”, “no hay”. Las conductas on-off y el Fort-Da parecen dos
maneras de arreglárselas para tratar la negatividad del lenguaje y el dolor de la pérdida
de objeto; pero una trabaja con el signo, la otra con el significante (presencia/ausencia).
La primera expresión “hay” se opone al Fort, pues destaca la presencia del objeto, no su
alejamiento; mientras que la segunda expresión “no hay”, no saluda su retorno, sino, su
puesta a distancia. En conformidad con la naturaleza del signo, que no borra el objeto que
representa, sino está fuertemente correlacionado con él, se anuda una palabra a
137
una imagen. En un segundo tiempo, para controlar la pérdida, ópera de nuevo sobre el
signo, afectando de una negación.
Muy diferente es la relación con el lenguaje del sujeto que sabe manejar el Fort-Da: este
empieza por nombrar, no usa una presencia sino una ausencia, de acuerdo con la
naturaleza del significante, que borra la cosa designada, mientras
que en un segundo tiempo interviene, no el mismo signo, sino otro significante, el Día,
porque corresponde a la naturaleza del significante ir por pares de oposiciones.
Solo el significante lleva a cabo plenamente el asesinato de la cosa: el signo permanece
cargado de ella, incluso cuando niega su presencia. Por lo tanto, las conductas on-off,
ponen de manifiesto un funcionamiento que se puede oponer en todos los puntos al Fort-Da
transicional. El objeto autístico complejo se inscribe en una lógica parecida en lo referente al
objeto de goce: se esfuerza por enmarcar su excesiva presencia y ponerlo a distancia, con
el fin de producir una precaria instauración de cierta animación subjetiva. Un objeto autístico
procura de entrada un goce auto sensual que alza una barrera contra el mundo exterior,
pero es también un doble “viviente”, portador de un retorno de goce al borde; si se articula
con el Otro de síntesis, si participa de un islote de competencia, se convierte en un objeto
autístico complejo, cuyas ramificaciones consiguen alcanzar a veces el campo social. El
objeto autístico simple permanece pegado al sujeto, está al servicio de una auto
sensualidad que lo aísla; mientras que el objeto autístico complejo aparta el goce del cuerpo
del sujeto, para
localizarlo en un borde, que no es únicamente barrera frente al Otro, sino también conexión
con la realidad social.
Los objetos artísticos complejos de Joey: los objetos artísticos complejos más conocidos y
los mejor estudiados son, los del niño-máquina, que se hizo célebre por el relato del
recorrido terapéutico por Bettelheim en 1967. Fue uno de los primeros en demostrar que el
diagnóstico de autismo no debía suponer una condena a la desesperación
terapéutica. Preconizó métodos educativos orientados por nociones psicoanalíticas y
consiguió resultados muy notables en el tratamiento del autismo.
Desde su llegada a la Escuela Ortogénica, Joey se presenta como un niño-máquina: no
puede separarse de sus lámparas y su pesado motor. Según él, el mundo se divide entre
“personas vivas” y “personas que necesitan lámparas”, de lo cual deduce que estas últimas
carecen del sentimiento de estar vivas. Para comer, tenía que conectarse con un
Circuito eléctrico. No podía beber sin la ayuda de un complejo sistema de tuberías
construido con pajitas.
En un primer tiempo, las máquinas están destinadas con preferencia al objeto oral, luego,
su principal vocación será regular un objeto anal invasivo.
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Los objetos artísticos complejos de Joey le permiten tratar de regular su goce para
proporcionarle energía vital. Conectarse a ellos lo anima, desconectarse lo deja sin vida.
Los objetos artísticos complejos son bien diferentes de los
transicionales, que son fálicos tranquilizadores; los otros, en contacto directo con lo real de
la pulsión de muerte, a veces son inquietantes. La función principal del objeto autístico
complejo es un tratamiento del goce que retorna al borde, cosa que consigue hacer mejor
en sus formas más elevadas, de modo que la animadversión que suscita en este
El caso tiende a atenuarse.
Si uno sigue el relato del recorrido de Joey, se constata que encuentra soluciones cada vez
más eficaces para moderar su angustia y construir su mundo, y tales soluciones se apoyan
en una sucesión de objetos cuyas características se modifican. Tras haber quedado
cautivado muy pronto por los ventiladores, se presenta como un niño-máquina.
Tras terminar sus estudios secundarios en un instituto técnico, con una especialización en
electrónica, Joey vuelve a la Escuela llevando una máquina eléctrica que él mismo ha
construido, un rectificador cuya función era transformar la corriente alterna en continua, o
sea, un aparato capaz de regular la energía eléctrica, precisamente algo que él creía
necesitaba cuando llegó a la escuela. Ser o parecer una máquina tenía para Joey algunas
ventajas: Las máquinas, afirmaba, son mucho mejor que el cuerpo.
No se rompen. Son mucho más duras y más sólidas. Lo que es cierto del objeto-máquina, lo
es menos cuando el objeto se encarna en un semejante, menos aún cuando se convierte en
un compañero imaginario. Los emplea para tratar su afectividad, son captadores de libido,
reguladores de goce. Cuando salió de la escuela había abandonado la posición autística de
repliegue sobre sí mismo. Adviértase la imbricación de los componentes del borde: el objeto
autístico es un doble, y su tratamiento de la energía eléctrica orienta a Joey hacia estudios
de electricidad, en los cuales encuentra un islote de competencia que está en el origen
del desarrollo de su Otro de síntesis.
Miller advierte que esa máquina que cambia la corriente alterna a corriente continua “pone
bajo control la corriente loca de la que él era el juguete”. Parece inscribirse en el linaje de
los objetos artísticos complejos mediante los cuales el sujeto consigue operar cierta
regulación del goce pulsional. Treinta años más tarde, Joey permanecía soltero, pero lleva
una vida autónoma y cubre sus necesidades ejerciendo un oficio en el ramo de la
electrónica.
Su testimonio destaca la contribución de los objetos artísticos complejos a la salida del
repliegue sobre sí y la socialización del sujeto autista. Sin duda, contribuyen a dar
consistencia a la imagen del cuerpo, protegen de la angustia y conviene destacar su
aportación a la animación libidinal del sujeto. A través de ellos, el goce inquietante,
139
desregulado, es captado y puesto a distancia, dominado. Con él, las pulsiones se animan.
El objeto autístico es un doble que suple la carencia fálica y obtura la hiancia del Otro.
La trampa para ganado de Temple Grandin: tuvo la intuición de que necesitaba construirse
una “máquina de bienestar” para regular sus estimulaciones excesivas. La historia de su
autoterapia se centra en la construcción de una máquina, sintió el deseo de construir un
aparato que le procurara bienestar mediante el contacto. Consigue realizar
una “trampa de contención”, concebida al ver a animales crispados y atemorizados cuando
los encierran en una trampa para ganado, constata que se calman cuando se aprietan
suavemente los flancos entre ellos.
Esta máquina reguladora es una invención original a partir de la cual la existencia entera de
Grandin se estructura por derivación metonímica. Tras consagrar su tesina a las trampas de
contención en los cercados para ganado, dedicó su tesis a los efectos del entorno sobre el
comportamiento y el desarrollo del sistema nervioso central de los animales.
Trabaja para mejorar el destino final del ganado diseñando material para evitar sus
sufrimientos.Constituye una creación original que le permite cierta contención de su goce,
gracias a la cual el funcionamiento pulsional se estructura. Hace posible cierta aceptación
de la expresión de sus sentimientos, así como de aquellos que
otros le manifiestan. Grandin considera que gracias a su máquina consigue dominar su
agresividad, aprende a sentirla,así como a aceptar que le demuestren afecto. Sin embargo,
no se abre ninguna falta en el campo del Otro donde el sujeto pueda alojar el objeto perdido
de su deseo: “La trampa me da la sensación de ser sostenida, mimada, mecida
suavemente en los brazos de mamá”. Esa máquina no es el índice de una falta, como lo
sería un objeto transicional. Colma al sujeto, genera un sueño incestuoso, para Grandin el
objeto a se encuentra incluido en un borde protector. La trampa para ganado le sirve para
tratar concretamente la hiancia del Otro: Grandin pacifica el agujero negro
haciendo de su máquina una escalera al Paraíso en lo alto de la cual se encuentra Dios.
Cree haberle encontrado de este modo un sentido a la vida y ya no le teme a la muerte.
Los objetos artísticos complejos demuestran que en el sujeto autista hay un saber en acción
sobre la castración: tiene la intuición de que hay que pasar por la puesta en juego
imaginaria de la pérdida de un objeto de goce para animar su
funcionamiento. Son objetos dinámicos, utilizados para remediar el sentimiento que
experimenta el sujeto autista al carecer de energía. El doble del autista es una imagen
dinámica que encierra y enmascara el objeto a no negativizado por la función fálica,
lo cual lo hace atractivo, pero lo deja conectado con la pulsión de muerte, de ahí la relación
ambivalente que el sujeto mantiene a veces con él.
Si se examina en detalle los objetos autísticos, se pone de manifiesto con más claridad que
permiten enmarcar imaginariamente el objeto de goce, lo cual se produce apoyándose en el
140
doble. Una de las formas más acabadas del objeto autístico complejo es alcanzada por
Donna Williams tras abandonar sus compañeros imaginarios. El doble autístico se borra
porque se engancha a la imagen del espejo. Insertándose en una imagen especular
magnificada, el doble del autismo da sustancia al yo del sujeto.
Ella relata en su segundo libro el encuentro con Ian, con quien luego se casará. Llega a
conocer algo que pocos autistas acceden: el goce sexual con un partenaire.
Nuestro planteamiento converge con los de Laurent cuando destaca que, para aplicar
psicoanálisis al autismo, “de permitir al sujeto que se desprenda de su estado de repliegue
homeostático en el cuerpo encapsulado, y pasar a un
modo de “subjetividad” del orden del autismo de a dos. Se trata de hacerse el nuevo
partenaire de ese sujeto, fuera de toda reciprocidad imaginaria y sin la función de
interlocución simbólica. El soporte de un objeto fuera de una dimensión de juego es
necesario para hacerlo partenaire del autista. Un componente artístico surge en cuanto no
hay objeto en cuestión entre el Otro y el sujeto: lo que caracteriza al autismo es un Otro sin
el objeto. Privar al sujeto autista de su objeto lo conduce a un repliegue sobre sí mismo y no
le deja otra salida que buscar un soporte para su goce en partes de su cuerpo.
141
Respecto de estos islotes de competencia, tales sujetos muestran lo más a menudo un
apogeo y un interés excepcionales, que ponen de manifiesto su aptitud para captar el goce.
Los números primos: un neurólogo estuvo con dos autistas gemelos que tenían gran talento
para el cálculo y quedó intrigado por uno de sus comportamientos, éstos se intercambiaban
números primos de seis cifras, números que no pueden ser divididos salvo por sí mismos y
por la unidad. ¿Qué es un número primo para un sujeto autista? Es un
número en el que no hay nada. Un número que desemboca en el vacío no tiene más
referencias que él mismo y revela ser un comienzo absoluto. Constituye un elemento
imposible de descomponer que parece ser fundador. Son una fuente de satisfacción para
los autistas, porque constituyen puntos de referencia tranquilizadores. Sugiere la existencia
de un signo primordial, capaz de organizar por sí mismo el orden simbólico, sin tener que
apoyarse en el goce del sujeto. Parecen ser ellos mismos su referencia y permiten balizar
con suturas el orden simbólico que engendran. Los autistas buscan principios absolutos;
todo aquello que puede evocar una sutura de lo simbólico es para ellos
tranquilizador y suscita su interés.
Primacía del signo: ¿Cómo acceder a una comunicación desprovista de ambigüedad que se
desarrolle en un mundo coherente y fijo? Para niños autistas esto constituye un problema
de primer orden, para resolverlo el ideal autista sería un código que consiguiera conectar las
palabras de un modo constante y rígido con objetos o situaciones claramente determinadas.
El autista piensa mediante signos, los cuales se caracterizan por conservar una estrecha
relación con sus referentes respectivos. Entre los distintos signos, a los niños autistas les
gustan en particular los iconos, los signos motivados, al menos parcialmente, que
representan esquemáticamente la entidad, la persona, el acontecimiento o el atributo
designado. Les gustan porque el icono constituye el signo más adecuado para su búsqueda
de una codificación del mundo: en ella se muestra como inmediatamente manifiesta una
conexión rígida del signo con la imagen del referente.
Por eso, las palabras más fáciles de aprender son los nombres, porque están asociadas a
una imagen. Por el contrario, los términos abstractos son más difícilmente asimilables, ya
que no les corresponde ningún objeto.
En gran parte de su enseñanza, durante la década de 1960, Lacan tiende a englobar el
icono y el índice en la noción de signo; mientras que la mayor capacidad de abstracción del
símbolo, sólo se da, en la perspectiva del psicoanalista, con el uso del significante, que
rompe el vínculo con aquello que significa, de ahí su carácter arbitrario y cambiante
según las lenguas. Por el contrario, la mayor parte de los iconos y de las insignias son
comprensibles para sujetos que no comparten el mismo lenguaje.
Al fallar en el sujeto autista el proceso de metaforización, las correlaciones entre el signo y
el referente se efectuarán a veces a través de asociaciones metonímicas originales, más
142
basadas en la imagen que en el sonido, que se deslizan desde una palabra hasta un objeto
portador de una parte de la palabra.
Para que el niño autista se tranquilice, el Otro caótico al que se enfrenta debe ser ordenado.
Para conseguirlo, necesita emplear el tipo de lenguaje que dispone. Su ideal será una
correspondencia permanente entre sus representaciones anticipadas y los acontecimientos
del mundo. Al no disponer de un principio organizador de los signos, ya que se
Se empeña en separar su goce del significante amo, necesita extraer el orden de dichos
signos a partir del modo en que las cosas funcionan, cómo son utilizadas, en qué orden se
suceden, etc. Pero a veces un cambio rompe la correlación entre el signo y la cosa,
alterando siempre la sucesión de los signos memorizados. Pone en riesgo el trabajo de
dominio y de construcción de la realidad.
Los signos preordenados son particularmente tranquilizadores para el autista. Por lo general
los aprende encantado (cancioncitas infantiles, recitados), con frecuencia los busca
(calendarios, secuencia de números), o a veces se aferra a su remuneración en momentos
de angustia.Cambiar el sentido inicialmente asociado a una palabra constituye para el niño
autista una ruptura de la inmutabilidad y, en consecuencia, un factor de desorden y de
angustia.
Cuando algunos autores hablan de un modo vago del “pensamiento concreto” en los
autistas, lo que captan es algo de la primacía del signo en su pensamiento. El vínculo del
signo con la cosa favorece fenómenos de literalidad y trastornos de comprensión.
Como dice Kanner, no es un sentido metafórico el que adquiere el signo en el lenguaje de
un niño autista, sino, por el contrario, un sentido fijo y arbitrario. Toda modificación de la
relación cosa/signo es experimentada por los niños autistas como una amenaza para su
propia seguridad. A falta de disponer del significante amo, el autista busca la
referencia del lenguaje en el mundo de las imágenes y las cosas.
El Otro de síntesis
¿Cómo encontrar fijezas en lo simbólico? ¿Cómo luchar contra la fuga del sentido? ¿Cómo
mantener el mundo en un orden inmutable? Estas cuestiones están constantemente
presentes para el sujeto autista.
Hacerse creador de signos lingüísticos nuevos puede constituir una forma de dominar su
sentido: el recurso al neologismo es empleado a veces con tal fin. Sin embargo, no adquiere
el peso de certidumbre que puede tener en la paranoia. Más característica del autismo es la
existencia de curiosos centros de competencia o la adquisición de saberes extraordinarios,
incluso la creación de mundos imaginarios. Estos métodos tienen la finalidad de clausurar lo
simbólico en un campo circunscrito con el fin de hacerlo plenamente controlable.
143
Una de las principales preocupaciones del sujeto autista es la construcción de un Otro de
síntesis, destinado a tratar el caos del mundo. El Otro de síntesis presenta dos grandes
modalidades, en una de ellas (estabilización bastante
frecuente del autismo, el sujeto dispone de un saber cerrado y coagulado que le permite
orientarse en un mundo rutinario, limitado y sin sorpresas. En la segunda, más infrecuente,
propia de los autistas de alto nivel, el Otro de síntesis se vuelve abierto y capaz de
evolucionar, adquiere cierta capacidad dinámica y permite al sujeto, aunque no
sin esfuerzo, adaptarse a situaciones nuevas y dar pruebas de creatividad. La primera
modalidad pone orden en un mundo solitario y muy circunscripto, la segunda permite una
apertura hacia el vínculo social.
El Otro de síntesis cerrado tiene afinidades con la lengua privada, idiosincrásica o
neológica, separada del Otro, pero conectada con el goce del sujeto. Por el contrario, el
Otro de síntesis abierta se ancla en la lengua del Otro, reducida a signos separados del
goce; permite comunicar sin afectos, ofrece mejores perspectivas para la socialización.
Con cada una de estas modalidades se consigna cierto enmarcamiento del goce. Los
autistas de alto nivel han construido un Otro de síntesis cerrado, como lo demuestra, por
ejemplo, los islotes de competencia de su infancia o el gusto de algunos de ellos por jugar
con el lenguaje. Pero en ellos es el Otro de síntesis abierto el que predomina.
El Otro de síntesis cerrado: El Otro coagulado, está constituido por un saber ordenado, bien
controlado, pero que no se utiliza para establecer un vínculo social. Se trata en lo esencial
de una actividad solitaria, de poca utilidad práctica, que no llama ni a un partenaire ni a un
oyente.
Ya sea abierto o cerrado, está constituido por signos aprendidos de memoria, o registrados
de un modo fotográfico, que poseen un marcado carácter objetal, corolario de su déficit
subjetivación. Los autistas tienen afinidad por todas las encarnaciones del signo, pero
además del escrito privilegian igualmente las notas musicales, las cifras y los dibujos.
La asimilación de los signos, permite luchar contra la dolorosa soledad, estructurar el borde
protector y poner orden en un mundo caótico.
El sujeto autista está sumergido en un mundo incoherente, desorganizado, de tal manera
que se ve sometido a un trabajo constante y difícil para poner en orden el caos que lo
rodea, algo que la inmutabilidad pone de manifiesto muy tempranamente. A través de estos
signos pueden llegar a construir un Otro de síntesis que les permita poner más o
menos orden en su mundo, con la posibilidad añadida de abrirse a la comunicación y los
intercambios sociales.
El Otro de síntesis de los autistas es otro reificado, compuesto esencialmente de signos.
Cuando está orientado hacia la comunicación, dichos signos están purificados todo lo
144
posible de la voz y de la entonación. El Otro de síntesis cerrado con el que se conecta está
construido como un saber completo, en un campo estrechamente localizado, que permite
por lo general ordenar ciertos dominios de la realidad. Produce una movilización y una
localización del goce del sujeto, como pone de manifiesto la excepcional apropiación de
signos diversos. Cierta inserción social resulta a veces posible,
aunque persista un funcionamiento “mecánico” que denota una dificultad de adaptación a lo
imprevisto.
El Otro de síntesis cerrado se caracteriza por estar poco subjetivado; moviliza, es cierto, el
goce del sujeto y lo enmarca en alguna medida, pero es incapaz de cerrarlo. El Otro de
síntesis es cerrado y compacto, está coagulado en su dinámica; no es apto para captar las
emociones del sujeto, aunque a veces pueda hacerse eco de ellas y pueda ser
empleado para satisfacciones solitarias. La carencia de la función del significante hace del
sujeto autista un sujeto acoplado a un Otro de síntesis protector, en el que están disponibles
todos los signos gracias a los cuales él puede llevar a cabo ordenamientos pacificadores.
El Otro de síntesis abierto: los talentos de los autistas sabios encuentran un punto de apoyo
primordial en sus excepcionales capacidades mnemónicas. Algunos autistas de alto nivel
dan pruebas de creatividad inventando mundos originales que los llevan a adquirir un saber
complejo y evolutivo. Su Otro de síntesis está dotado de un carácter
abierto, más propicio a la movilización de los conocimientos que adquieren con fines
socialmente valorados. La adquisición de los signos se enriquece con la aptitud para captar
reglas para su transformación y su emparejamiento.
Una de las encarnaciones del Otro de síntesis abierta adquiere la forma de un mundo
imaginario adoptado o investigado por el sujeto. Dichos universos presentan la
característica de estar enteramente bajo el control de su creador, de tal forma que se
prestaba fácilmente a la realización de sus deseos y él podía ordenarlo a su voluntad.
A través de él, sus inventores no solo organizan una realidad ordenada y controlada,
mientras se ven estimulados a adquirir y movilizar conocimientos diversos para darle mejor
forma, sino que igualmente son invitados a un intercambio directo, sin duda precioso para
cimentar una familia de autistas que se dé entretiene con este tipo de
ocupación. Puede contribuir al vínculo social, aunque es más frecuente que las invenciones
artísticas de mundos imaginarios se lleven a cabo en soledad y participen, en un momento
dado, de la construcción del sujeto.
La afirmación de Asperger según la cual los autistas todo tienen que aprenderlo debería ser
matizada. Es cierto que no adquieren espontáneamente un conocimiento de las maneras de
comportarse con los demás, a menudo las memorizan separándolas de las emociones; sin
embargo, pueden apoyarse en sus pasiones para adquirir conocimientos sobre el mundo, a
veces muy profundos.
145
El Otro de síntesis abierto y extensivo construido por Grandin es uno de los más elaborados
a los que pueda llegar un autista. Ella fue capaz de utilizar los conocimientos que asimiló
para construir su realidad y orientarse en las relaciones sociales. A partir de su interés por
las trampas para ganado, consiguió hacer de ello su trabajo y obtener un doctorado
en biología animal.
Su avance respecto del Otro de síntesis del autista sabio reside en la capacidad que ella
tiene para movilizar la serie
de signos para ordenar la realidad, no ya en un campo extremadamente limitado, sino de
forma extensiva, adaptando sus búsquedas a sus expectativas y haciendo uso de ellos para
sus actividades profesionales. No obstante, los signos permanecen rígidamente
organizados en secuencias metonímicas; por eso no se produce el franqueamiento de la
barra de la metáfora.
Su comprensión del lenguaje corriente o social era siempre muy anormal, las alusiones, los
presupuestos, la ironía, las metáforas, las bromas, le seguían resultando incomprensibles.
En cambio, se inició en la lengua de la tecnología con un placer extremo: apreciaba
particularmente la claridad y la precisión de dicha lengua, que se basa mucho menos
que las otras en hipótesis implícitas. Grandin percibe en lo esencial el funcionamiento
psíquico de los demás a su imagen del suyo propio. Pero, al no estar dividida por el
significante, experimenta dificultades para captar las implicaciones de la enunciación del
enunciado. La dificultad para situar la palabra en una red de oposiciones significantes, es
compensada de un modo original por Grandin: consigue construir ciertos conceptos
mediante una agregación de iconos.
Sin duda es inexacto pretender que los autistas no tienen capacidades de abstracción: la
aptitud para usar signos basta para desmentir. Con todo, indudablemente sus capacidades
en este sentido se encuentran limitadas. La incapacidad para proceder a la mutación de lo
real a significante plantea límites a las capacidades de abstracción de los autistas, lo cual
indica hablar de un “pensamiento concreto”. Sin embargo, ellos compensan de un modo
muy notable la dificultad mediante un excepcional desarrollo de sus capacidades
memorísticas.La ausencia de represión en el autista crea condiciones favorables para la
memorización. Abstraer permite asimilar datos produciendo una considerable economía de
información. Cuando esta aptitud falla, el sujeto trataba de ponerle
remedio reteniendo uno a uno todos los elementos considerados. Por un lado, la
estimulación de la memoria del autista, surge de una dificultad para desconectar la palabra
de la cosa. Su propensión a pensar mediante signos que
conservan una estrecha conexión con el referente e impone límites en cuanto a la
apropiación de conceptos. A pesar de estos límites, el recurso a procedimientos
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compensatorios puede hacerlo apto para desarrollarse gracias a una intelectualización
lenta.
La difícil apropiación de los términos sintácticos y la primacía del signo son fenómenos
todos ellos que resultan de una negativa inicial a ceder el goce vocal para que este sirve
para la enunciación. Pero los autistas de alto nivel despliegan tesoros de ingeniosidad,
apoyándose en lo imaginario, para compensar las consecuencias de este rechazo
inconsciente, del que también sufren, en particular por la soledad que engendra. Están
siempre trabajando para hacer
frente a la dispersión de los signos.
Tanto en Grandin como en los otros, la construcción de su borde se produce gracias a una
hipertrofia de la memoria.
Los signos que constituyen el Otro de síntesis del autista no son las letras que constituyen
el inconsciente freudiano.
Una de las tesis más fuertes de Lacan consiste en hacer de la letra “análoga a un germen”.
Al situarlas en el litoral entre el goce y el saber, las concibe como una marca que puede
acoger el goce. Solo se apoyan en una pérdida, la de
una experiencia primordial de goce, de tal manera que se caracterizan por trazar “el borde
del agujero en el saber”, además de no tener función de representación.
Los signos no poseen las mismas propiedades: la pérdida simbólica le es ajena,
permanecen conectadas con el referente. Permanece correlacionado con una experiencia
determinada. El Otro de síntesis del autista está constituido por signos compactos, a
menudo agrupados a su vez en articulaciones rígidas. No son capaces de cifrar el goce,
consiguen a veces enmarcarlo.
Asperger ya destacó la importancia del fallo en el anudamiento entre el goce y el lenguaje,
que se encuentra en el origen del autismo, cuando advirtió que el saber de tales sujetos se
desarrolla dentro de un vacío emocional. Aunque estén tan bien estabilizados como
Williams o Grandin, los autistas siguen sufriendo de una profunda incapacidad para
anudar el pensamiento con la vida afectiva. En aquellos que se encierran en el mutismo, el
goce vocal se encuentra desconectado, de ahí un interés que manifiesta a menudo por las
cuerdas vocales del otro. Sienten que les falta una dinámica psíquica para hablar. En el otro
extremo del síndrome autístico, persiste el mismo fenómeno bajo una forma
compensada, aunque la dinámica que aporta el goce sigue en lo esencial separada del
pensamiento y del lenguaje.
Ocurre, que, a pesar de la falla en el encaje del goce con la letra, algunos consiguen
compensar la dificultad para representarse en el campo de su propio lenguaje, como lo
demuestran las autobiografías de autistas de alto nivel. La
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La expresión oral de su intimidad sigue siendo difícil, pero pasando por lo escrito, a veces
con la ayuda de un facilitador, consiguen rodear el obstáculo y darla a conocer. Los libros
de Grandin, Williams y algunos otros dan prueba de una cierta compensación de la
identificación primordial, que funda al sujeto en sus diferencias respecto de todo otro ser y
lo aleja de la captación del doble.
La “hipertrofia compensatoria” de los autistas de Asperger se desarrolla a partir del retorno
del goce al borde autístico, apoyándose en tres formaciones que le son inherentes. Su
interdependencia no siempre permite distinguirlas
claramente: el objeto es un doble, que con frecuencia se concretiza; el objeto se desarrolla
asociándose a islotes de competencia; el Otro de síntesis nace, mediante la ecolalia
retardada, de las palabras del doble. La salida del repliegue sobre sí mismo para orientarse
hacia la autonomía pasa necesariamente por una utilización de los elementos del borde
autístico, no ya por un sellado de la frontera entre el mundo securizado y el caos exterior,
sino por la búsqueda de un ordenamiento y una pacificación de ciertos campos de este
último.
148
Piro. El autismo como campo de problemas: coordenadas e interrogantes.
Autismo y contemporaneidad.
En los últimos 15 años, el número de investigaciones cuyo tema central es el autismo ha
crecido exponencialmente.
El autismo es caracterizado como el trastorno del desarrollo de mayor crecimiento
contemporáneo y además una preocupación económica, el costo promedio de la atención
médica y psicológica de un autista a lo largo de su vida alcanza en EEUU alrededor de dos
millones de dólares.
Si bien en nuestro país no existen estadísticas oficiales, un relevamiento confirma a nivel
local la tendencia al crecimiento en el diagnóstico.
En el terreno técnico-teórico también hemos asistido a un crecimiento de paradigmas que
intentan explicar la génesis y el desarrollo de este trastorno. Así confluyen en un campo de
disputas académicas aportes provenientes de los discursos de la Medicina, la Psiquiatría ,
las Neurociencias, la Psicología, el Psicoanálisis, entre otros.
Esta expansión del diagnóstico sobre el autismo ha llevado a reflexionar sobre las
particularidades de su presentación y sobre las variadas características clínicas que se
incluyen dentro de esta categoría. Independientemente de la controversial etiología que
pueda atribuírsele, desde que Kanner aisló el autismo infantil como cuadro clínico, las
terapéuticas ofertadas estuvieron ligadas, en su mayoría, a una conceptualización teórico
referencial conductual que promovió la adaptación y normalización como método de
abordaje privilegiado.
En el ámbito social, al igual que en las políticas sanitarias, la difusión del Autismo como
patología prevalente ha determinado el aumento de consultas, no solo en número sino en
relación a la edad, debido a la preocupación de los educadores y de padres y bajo la
premisa de que un diagnóstico precoz permitiría evitar efectos de segregación y de
estigmatización del sujeto irreparables.
Ante esta configuración cultural y social, el tema exige algunas precisiones que se hace
necesario resaltar. En principio la relativa al diagnóstico. Desde la perspectiva
psicoanalítica, la clínica freudiana ha determinado un deslizamiento fecundo al establecer la
diagnosis como un pasaje de los descriptivo a lo demostrativo.
El auge del DSM tiende a diluir el diagnóstico en una fenomenología descriptiva y
estadística en cuyo horizonte se encuentra la homologación psiquiátrica y la eficacia
medicamentosa. Ideal de objetivación llevado al extremo que instaura una clínica de lo
universal en detrimento de lo particular, plasmada en la evidencia de la degradación de las
estructuras subjetivas en “desórdenes, trastornos y síntomas” susceptibles de ser padecidos
por cualquiera o ninguno.
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La especificidad diagnóstica no habrá que buscarla en la confección de un listado de
malestares, ni el contenido del síntoma, ni en la pregnancia del fenómeno, sino en el
mecanismo que lo determina y en la consulta, la transferencia.
Desde los inicios de la delimitación del campo de lo psicopatológico infantil, los signos de la
patología propios de la salud mental se organizaban en tipologías que dejaban a la
enfermedad mental del lado del déficit. Interesarse por el sujeto y sus manifestaciones
sintomáticas ha determinado un cambio de perspectiva que se ha visto enriquecida por los
aportes de Lacan, en especial en la última parte de su enseñanza.
Ya no se trata solamente de interpretar el síntoma desde el costado de sus efectos de
verdad, de sus significaciones, sino que hay que verificar para que le sirve el síntoma al
sujeto, en tanto respuesta a un real que surge para él. Desde esta perspectiva, el autismo
no es una enfermedad, sino un funcionamiento subjetivo singular.
En el psicoanálisis:
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Perspectivas psicoanalíticas clásicas.
Melanie Klein se constituyó precursora a partir de la presentación, en 1930, del caso Dick,
cuando aún no existía la descripción del autismo como categoría psiquiátrica. Este niño,
diagnosticado como esquizofrénico, mostraba, tal como podría evaluarse desde una lectura
retrospectiva, las características propias de un niño autista.
A partir de considerar esta condición como un inhibición del desarrollo del yo, bajo la forma
de una imposibilidad para el acceso a la vida de fantasía y a la relación simbiótica con las
cosas de la realidad. A partir de estos presupuestos, propone una cura que consiste en la
introducción del sujeto en la simbolización, tratando de promover la evolución del yo
mediante el análisis.
Para Mahler, el autista es efecto de una fijación o regresión de la libido a la primera fase del
desarrollo psíquico, llamada fase autística normal. Por lo tanto, la dirección del tratamiento
deberá dirigirse a hacer avanzar al sujeto a la siguiente fase, llamada de simbiosis normal,
lo que tendrá como resultado la salida del autismo hacia otro tipo de psicosis.
Por su parte, Bettelheim, el autismo no es una respuesta temprana a condiciones extremas
vivenciadas en el ámbito familiar. Debe señalarse que no estamos aquí ante una mónada
psíquica narcisistica, el mío no está fijado al narcisismo primario, sino que es un sujeto
comprometido en un trabajo para atemperar su angustia.
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