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Las mujeres que lucharon por la independencia lo hicieron desde sus propios espacios de vida.

María Parado de Bellido, desde su casa en Paras (Ayacucho), ofrecía comida, daba vituallas y
transportaba cartas; finalmente, fue capturada y ajusticiada por los realistas (1822).

Brígida Silva comunicaba noticias y proveía de comida y ropa a los rebeldes cautivos en las
mazmorras. En 1822, José de San Martín la declaró Patriota del Perú por sus innumerables
servicios. Es una de las 144 mujeres que obtuvieron este título, entre las que había
comerciantes, artesanas y hasta monjas.

Las mujeres del común, como Carmen Guzmán, usaron sus pulperías y fondas como lugares de
encuentro de los jefes separatistas. Las chicherías, regidas por mujeres negras e indias, solían
ser un hervidero de noticias en torno a la independencia. A Mercedes Nogares la encarcelaron
luego de clausurársele su puesto en el mercado por ser lugar de reunión.

Tampoco faltó la costurera que sirviera a la causa, como Micaela Cañete de Merino, trujillana
que confeccionó la primera bandera patria.

Cleofe Ramos y sus hijas María e Higinia Toledo intervinieron avezadamente en acciones
militares, cortando las amarras de un puente colgante sobre el río Mantaro, lo que detuvo a
los realistas en su marcha hacia Concepción, cerca de Huancayo (1821).

Mujeres de la clase alta, como Carmen Vásquez de Acuña, condesa de la Vega, en Lima, y Rosa
Cavero y Tagle, en Trujillo, promovieron desde sus salones literarios las ideas ilustradas. Se
sabe que también patrocinaban estos espacios la guayaquileña Rosa Campuzano, vinculada a
San Martín, y la quiteña Manuela Sáenz, relacionada con Simón Bolívar.

Las rabonas, generalmente de origen indígena, eran mujeres que por voluntad propia iban a la
guerra para ayudar a los soldados, que por lo común eran sus esposos, sus hermanos o algún
tipo de pariente. Las hubo también en otros países con el nombre de “soldaderas”, “troperas”,
“juanas”, “adelitas”, etc.

Las rabonas fueron también las encargadas de cuidar al enfermo e incluso de curarlo con
yerbas y otros elementos naturales y ancestrales. Asimismo, ellas cumplieron otra función
primordial: evitar la deserción de los soldados. Se sabe que al tener a sus esposas e incluso a
sus hijos en campaña, los soldados eran menos propensos a desertar por las calamidades de la
guerra.

Como vemos, la participación de las rabonas en la independencia fue vital: contribuyeron con
la guerra independentista con cada una de sus acciones y ciertamente arriesgaron sus vidas y
la de sus hijos.

Muchas mujeres tomaron la opción de separarse de España y construir una república; cada
quien, desde su lugar geográfico, su lugar social y su oficio. Sin embargo, muchas de estas
aguerridas mujeres fueron ignoradas y silenciadas. Su sacrificio y esfuerzo no fueron
reconocidos después de las victorias, porque los honores se reservaban a los soldados. Es
tiempo de colocarlas en el lugar central que les corresponde en la historia de nuestra
independencia.
INFORMACIÓN OBTENIDA DE LOS LIBROS:

- Historia de la República del Perú de Jorge Basadre.

- El abanico y la cigarrera. La primera generación de mujeres ilustradas en el Perú de Francesca


Denegri.

- La mujer peruana a través de los siglos de Elvira García y García.

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