cosas que siempre he sentido y que debido algunas circunstancias no las pude expresar, hubo tiempos en que quería compartir contigo en tu niñez, pero el factor trabajo y la distancia me lo impidieron, luego en tu adolescencia las cosas fueron mejorando, pero tú sabes que siempre te he amado y en la medida que ha sido posible, tu bien lo sabes, te he apoyado.
Fuiste mi primera y maravillosa bendición, de
las tres que Dios me ha regalado, y por lo cual siempre le agradezco a Dios; sabes que no solo eres mi hijo, sino mi amigo y confidente.
Le ruego al altísimo que nunca cambies que por
lo contrario sigas cultivando esos lindos valores que te caracterizan.