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TENENCIA INJUSTIFICADA DE GANZUAS O LLAVES FALSAS.

Art.383.- El que tuviere en su poder llaves alteradas o falsas o instrumentos


aptos para abrir o forzar cerraduras, y no justificare su tenencia, será
sancionado con diez a veinte días multa.
Como dice al Art.19 del Código Penal, los hechos punibles pueden ser realizados por
acción o por omisión y la mera disposición de la realidad de una determinada manera
solo puede tener relevancia penal cuando ello supone un cierto riesgo para bienes
jurídicos penalmente tutelados. Partiendo de aquí puede encontrarse la
interpretación adecuada para un precepto como éste, en el que lo que se viene a
castigar es que el sujeto se haya provisto de objetos específicamente idóneos para la
comisión de un delito de hurto agravado del artículo 208 numeral segundo del
código, se sorprende una conducta que puede ser preparatoria de un determinado
delito contra la propiedad, pero no debe de olvidarse que una de las formas de
tentativa se define por el comienzo de los actos tendentes a la ejecución del delito y
que lo que describe este precepto no es todavía propiamente constitutivo de una
tentativa; desde otro punto de vista, lo que se contempla es fundamentalmente una
situación de riesgo por el desvalor que supone que una persona se procure estos
efectos o los posea, debido a la idoneidad que los mismos tienen para una
propensión delictiva.
Se concluiría entonces que una adecuada interpretación de este precepto exige que
se tenga por acreditada una pre ordenación de la tenencia hacia una utilización
delictiva, con lo cual se habría pasado la barrera del mero pensamiento delictivo que
resulta atípico para el derecho punitivo- para convertirse en un auténtico estado
peligroso merecedor de sanción, asumiendo la acusación la carga de acreditar tales
extremos.
Entenderemos como llaves falsas los medios utilizados para realizar el robo con
fuerza en las cosas, cuya acepción está definida en el propio Código Penal, por lo
que se trata de un concepto normativo. Son llaves falsas las ganzúas u otros
instrumentos análogos, las llaves legítimas perdidas por el propietario u obtenidas
por un medio que constituya infracción penal, las llaves que no son las destinadas
por el propietario para abrir la cerradura, las tarjetas (magnéticas o perforadas), los
mandos o instrumentos de apertura a distancia y cualquier otro instrumento
tecnológico de eficacia similar.
FABRICACIÓN, VENTA O ENTREGA DE LLAVES O GANZÚAS.
Art.384.- El que fabricare, vendiere o entregare a otro ganzúas o instrumentos
conocidamente aptos para la ejecución de delitos contra el patrimonio, será
sancionado con diez a veinte días multa.
Se puede concretar que fundamentalmente será relevante el grado de conocimiento
que el suministrador o vendedor tenga del concreto plan criminal fraguado por el
autor adquiriente y su voluntad de integrar su acción como colaboración al plan
criminal del otro, en el que un eventual reparto de papeles circunscribe su
intervención de tal forma, siendo el sujeto suministrador consciente de ello.
Al hacer mención del Art.384 es importante identificar que se está refiriendo a una
falta relativa al patrimonio en la cual la pretendida actuación del objeto es más
aparente que real, toda vez que en pocas conductas como en esa se concibe la
especifica utilización de unos objetos empleados con el fin de acceder a la propiedad
ajena y lograr así su despojo; debe propugnarse una interpretación restrictiva y
guiada por el principio de especialidad, es decir, el objeto debe de tener una función
determinada primordialmente por su instrumentación para la realización de delitos
contra el patrimonio, sin que tenga una funcionalidad distinta por lo que su empleo en
la perpetración de estos delitos sea meramente circunstancial.
El precepto contrapone la responsabilidad subjetiva y la responsabilidad objetiva; la
primera se funda en la culpabilidad del autor del acto penalmente relevante, mientras
que la segunda le hace responsable por la sola causación material del resultado.
Asumiendo entonces que la actuación dolosa de este precepto será aquella en la que
el sujeto conoce y quiere la realización de la conducta descrita por el derecho penal.
VENTA O ENTREGA DE INSTRUMENTOS APTOS PARA ABRIR CERRADURAS.
Art.385.- El que fabricare o vendiere llaves de cualquier clase hechas sobre
moldes de cera o de otros diseños o modelos, sin la autorización escrita o
identificación de quien las encargare, será sancionado con diez a veinte días
multa.
El precepto contempla la realidad de que la llave, concebida formalmente como
instrumento que sirve para la apertura de sistemas de seguridad, es susceptible de
duplicación, muchas veces por voluntad o necesidad de sus propios titulares, por lo
que un aprovechamiento desviado o abusivo de su industria por las personas que
llevan a cabo estas actividades puede ser medio idóneo para la facilita miento de la
comisión de conductas delictivas-fundamentalmente contra el patrimonio , toda vez
que tales llaves están llamadas a salvaguardar elementos patrimoniales o estancias
donde se desarrolla la privacidad de las personas.
Toda vez que la adecuada identificación de quien realiza el encargo se entiende
medio suficientemente disuasorio para que aquel no pretenda un uso penalmente
relevante de la llave obtenida de esta manera, sin perjuicio de considerar que no
necesariamente esta medida por sí misma puede llegar a ser suficientemente
salvaguardia social frente a un uso abyecto de las llaves duplicadas, hasta el
extremo de que en sociedades desarrolladas y complejas la actividad es puramente
rutinaria y se encuentra ajena a cualquier disciplina.
Tomando en cuenta que actúa con dolo quien consciente la posibilidad de que el
resultado se produzca y actúa imprudentemente quien tan solo lo aprueba; debe
entenderse que “consciente” quien si hubiere conocido anticipadamente las
consecuencias de sus actos los habría realizado igualmente, mientras que quien
“aprueba” quien ante tal conocimiento anticipado no hubiera obrado igual.
APERTURA INDEBIDA DE CERRADURAS.
Art.386.- El que abriere cerraduras de cualquier clase, a solicitud de alguna
persona, sin cerciorarse previamente de que el solicitante es el dueño del local
o cosa que se trata de abrir o su representante legítimo, será sancionado con
diez a veinte días multa.
Lo que castiga el precepto es una falta de prudencia o de celo en el ejercicio de la
profesión de cerrajero, que pone en peligro bienes ajenos, los de los titulares de las
cerraduras que dan acceso a los locales o cosas en cuya apertura interviene el
profesional. Se castiga pues el peligro generado, sin necesidad de que a resultas de
tan negligente actuación se produzca un resultado lesivo contra bienes jurídicos
ajenos, habiendo incidido en ello dicho comportamiento.
El precepto ha de centrarse en el enlace que deba darse al imperativo de cerciorase
el cerrajero de que el solicitante se sus servicios sea dueño del local o cosa a abrir o
su representante legítimo. Así también debe hacerse respecto al modo en que el
cerrajero está llamado a cumplir la obligación de “cerciorarse” de la legitimidad de
quien le encarga el trabajo para ello; no podemos pensar que el eventual sujeto
activo de la falta este obligado a llevar a cabo toda una labor semijuridica que le lleve
a concluir adecuadamente sobre la potestad de quien a el se dirige, sino que hay
que interpretar la exigencia de la norma en términos que la común conciencia social
estime como idóneos para entender que un profesional de esta materia obra
adecuadamente, sin llegar a una exigencia de acreditación que quedaría reservada
únicamente al ámbito de un procedimiento judicial, ni dar como válidas actuaciones
claramente negligentes.

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