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José Sciandro (4.720.842-5) pepesciandro20@gmail.

com PRIMER PARCIAL

1) Se identifica como neopositivismo o empirismo lógico a una corriente de pensamiento que tuvo su
origen en Viena en la década de 1920; la propuesta es conformar una filosofía científica universal basada
en los grandes modelos epistemológicos de las matemáticas, su lógica y la física ( Etcheverria, 1989).
Siguen la tradición positivista de D. Hume y A. Comte quienes sostenían que la única fuente de
conocimiento es la experiencia sensible; la novedad es la incorporación de aspectos de la lógica
matemática definida a partir de la publicación de los Principia Mathematica por Russell y Whitehead en
1905. El fundamento del conocimiento está en la experiencia sensible, como el resto de los empiristas; lo
que cambia es que se justifica la experiencia en el análisis lógico del lenguaje y en las proposiciones que
realmente tienen sentido (Brown, 1998). La publicación, en 1921, del Tractatus Logico-Philosophicus de
Wingenstein reforzó las ideas neopositivistas, en tanto ofrecía un enlace adecuado entre la tradición
empirista y la nueva lógica matemática a traves del concepto de “tautología” (Echeverría Javier 1989).
Brown afirma “... Tanto para el formalista como para el logicista, la lógica se interesa únicamente por la
sintaxis, esto es, por relaciones formales entre símbolos, y todos los argumentos han de consistir en la
manipulación de símbolos de acuerdo con reglas precisas. La identificación de la lógica con la sintaxis ha
sido uno de los rasgos principales de los estudios de la lógica de la ciencia de inspiración lógico-empirista.
El empirismo y la nueva lógica simbólica fueron fusionados y desarrollados en una filosofía de la ciencia
por el positivismo lógico ...” (1998: 24).
Los neopositivistas, sólo aceptan como dotadas de significado las proposiciones analíticas (a priori), que no
se refieren a nada real y son propias de la lógica y la matemática, y la proposiciones sintéticas (a posteriori)
o verdades de hecho, siempre que éstas sean verificables a partir de la observación directa de lo real (Brown,
1998).
En esta conceptualización se incorpora el tema de la representación lingüística para que exista conocimiento
científico; sus seguidores propiciaron la construcción de un lenguaje lógico, principalmente por R. Carnap,
elaborado a partir de ciertas proposiciones que habilitan un análisis correcto de los conceptos científicos y
un abordaje de los temas filosóficos con el mismo criterio científico (Carnap, 1993). Este afirma: "Un
lenguaje consta de un vocabulario y una sintaxis, es decir, de un conjunto de palabras que poseen significado
y de reglas para la formación de las proposiciones. Estas reglas indican cómo se pueden constituir
proposiciones a partir de diversas especies de palabras. De acuerdo con esto, hay dos géneros de
pseudoproposiciones: aquéllas que contienen una palabra a la que erróneamente se supuso un significado o
aquéllas cuyas palabras constitutivas poseen significado pero que, por haber sido reunidos de un modo
antisintáctico no constituyeron una proposición con sentido (Carnap, 1993; 2)." Aplicando esta metodologia
de análisis Carnap sostiene que los tratados sobre temas metafísicos no tienen ningún valor científico en
tanto se basan en seudoproposiciones: unas, porque contienen palabras a las que con criterio erróneo se les
atribuye un significado que no tienen; y otras que están mal construidas sintácticamente; así esta corriente
descarta del pensamiento científico numerosos conceptos y trabajos llevados a cabo por la filosofía
especulativa (Carnap, 1993).
Desde lo metodológico, se diferencia la ciencia de la metafísica basándose en un criterio epistemológico;
entre la multiplicidad de posibles enunciados hay solo dos tipos propiamente científicos: las proposiciones
analíticas o no contradictorias y las que pueden ser confirmadas por la experiencia. Las primeras recogen los
enunciados de las matemáticas, de la lógica y, en general, el lenguaje de la física y en general, de las
ciencias formales. Se admite la existencia de conocimiento científico no empíricos siempre que
cumplimplan los requisitos formales sintácticos. En cuanto a las ciencias que poseen un contenido
empírico, todos y cada uno de sus enunciados deben de ser confirmables, al menos en principio, por la
experiencia. La verificabilidad pasa a ser un tema central como criterio para distinguir la ciencia de otros
tipos de saber (Brown 1998).
Los enunciados observables serían la base de cada una de las ciencias positivas. Al comparar la forma
lógica de dichos enunciados se comprueba que debe ser la misma; ello permite la unificación de la ciencia
a través de la formulación de todas las proposiciones observacionales a un lenguaje formal común a todas
las ramas de la ciencia; un lenguaje formalmente acordado al cual puede traducirse cualquier proposición es
el medio de llevar a cabo el programa para la unificación de la ciencia. Sólo a través de las proposiciones
del lenguaje científico, es decir, las proposiciones científicas deben de resumir perfectamente la realidad y
este modo de saber se construye por medio de la verificación directa de cada una de las proposiciones. El
otro pilar fundamental es la necesidad de partir siempre de enunciados empíricos, y preferentemente
observacionales (Etcheverria, 1989). Así, en general, otra de las características principales, desde el punto de
vista metodológico, es que los enunciados utilizados por los científicos, surgirían a partir de las
proposiciones protocolares del mundo sensible y por vía inductiva; además, estas proposiciones
protocolares no pueden contradecirse y para ello se requiere de la verificación que está regida por el criterio
empirista de significado. El método científico propuesto implica la descripción precisa de modelos teóricos
invariantes en el tiempo y en el espacio elaborados a partir de los fenómenos observados (Damiani, 1997
citado por Márquez Pérez, E, 2013).

2) Si hay algo que distingue y caracteriza a un enunciado empírico es su capacidad de ser, a través de la
confrontación con hallazgos experimentales, sometido a prueba. Puede ser sometido a prueba en principio si
es posible dar cuenta del tipo de datos que lo confirman. Cabe aclarar que el concepto de confirmación
supera en amplitud al de verificación. Así una hipótesis que expone una ley general no puede verificarse
concluyentemente ya que abarca infinidad de casos potenciales inabarcables, mientras que un conjunto finito
de datos relativos a la cuestión pueden construir elementos de juicio confirmativo, de estar “de acuerdo con”
la hipótesis (Hempel, 1797). Hempel consideró que era un objetivo urgente para la metodología de las
ciencias empíricas la elaboración de una teoría general de la confirmación, porque creía que para solucionar
muchos de los problemas concernientes a la estructura lógica del proceder científico, era necesario un
análisis minucioso del concepto de confirmación. Por ejemplo, entendía que todo examen de inducción (en
su sentido original) presenta todas las dificultades lógicas concernientes al concepto de confirmación.
Hempel señala que la corrección de una hipótesis no puede estar dada por la manera en que se llega a ella,
sino por su resistencia a la confrontación con datos observacionales que vayan al caso. Asi la búsqueda de
reglas de inducción ha de cambiarse por la búsqueda de criterios generales objetivos que establezcan:“(A) si
puede decirse de una hipótesis H que está corroborada por un conjunto dado de elementos de juicio E, y —si
es posible— (B) en qué grado (Hempel, 1979; 16).”
Puede entenderse el problema de la confirmación tanto como una cuestión cualitativa o como una cuestión
cuantitativa, sin que ello implique que estos puntos de vista sean excluyentes. Mientras que una teoría
cuantitativa de la confirmación procura establecer un grado de confirmación a una hipótesis sobre la base de
una evidencia observacional, una teoría cualitativa se centra en cuál es la relación entre una hipótesis y la
experiencia observacional que la confirma. Si no se logra reconocer que instancias están en una relación de
conformidad o disconformidad con una hipótesis, difícil resultará cuantificar esa relación, por lo que
lógicamente podemos decir que la ocupación de la teoría de la confirmación cualitativa es anterior a la de la
cuantitativa (Brown, 1998).
Hempel considera que: “Una reconstrucción racional de las normas de la convalidación científica, pues, no
puede implicar referencia alguna a una sensación de evidencia, sino que debe basarse en criterios objetivos.
De hecho, parece razonable exigir que los criterios de confirmación empírica, además de tener un carácter
objetivo, no contengan ninguna referencia al objeto específico de la hipótesis o de los elementos de juicio en
cuestión; debe ser posible, creemos, establecer criterios puramente formales de confirmación, análogamente
a la manera como la lógica deductiva suministra criterios puramente formales para determinar la validez de
la inferencia deductiva (Hempel, 1979; 20).”
Es interesante resaltar que el modo en que formula el problema Hempel está determinado por el marco
filosófico del empirismo lógico, lo que se expresa en el tipo de problemas que le preocupan y las soluciones
a las que arriba. Hempel toma como modelo en su análisis de la confirmación a la estructura formal de la
lógica de los Principia Mathematica y mediante su simbolismo formula el problema (Brown, 1998).
Hempel comienza su discusión a partir de la concepción de la confirmación de Nicod, para quien una
hipótesis se confirma por sus instancias. Dada una ley científica de la forma todos los A son B, toda oración
observacional de algo que sea A y B será una instancia confirmadora, toda oración observacional de algo
que sea A y no sea B será una instancia desconfirmadora mientras que será neutral a la hipótesis si no
satisface el antecedente (oración observacional de algo que no es A). El criterio de Nicod constituye quizás
la interpretación más común del concepto de confirmación, y aunque parezca adecuado implica serios
inconvenientes, a los cuales hace referencia Hempel. Uno de ellos surge si por ejemplo consideramos las
oraciones: A) todos los cuervos son negros y B) todo lo que no es negro no es un cuervo. Y sean 1, 2, 3, 4
objetos tales que 1 es un cuervo y es negro. 2 es un cuervo pero no es negro, 3 no es un cuervo pero es
negro, y 4 no es un cuervo ni es negro. Si seguimos el criterio de Nicod 1 confirmaría A siendo neutral con
respecto a B, 2 desconformaría A y B, 3 sería neutral con respecto a A y B y 4 confirmaría B pero sería
neutral con respecto a A. Resulta así para el criterio de Nicod que la confirmación no solo depende del
contenido de la hipótesis sino también de su formulación; cuando solo debería depender del contenido de la
hipótesis. Además agrega que una ulterior manipulación puede formularse en una forma para la cual no
puedan existir instancias confirmadoras (Hempel 1979; Brown, 1998).
Con el fin de independizar la confirmación de una hipótesis de la manera de formularla, Hempel propone
como criterio general que debe satisfacer cualquier concepto adecuadamente definido de confirmación, a la
“Condición de equivalencia: Todo lo que confirme (desconfirme) a una de dos oraciones equivalentes,
también confirma (desconfirma) a la otra (Hempel, 1979; 22).” Aunque esta condición resuelve el problema,
genera una nueva problemática, que Hempel denominó “las paradojas de la confirmación”. De aceptar la
condición de equivalencia (todos los cuervos son negros es equivalente a todas las cosas no negras no son
cuervos) debemos también aceptar que para la hipótesis (A) “todos los cuervos son negros” entonces el
descubrimiento de cierto objeto que no sea negro y que no sea un cuervo, como por ejemplo un lápiz rojo,
confirma la hipótesis. Y se puede ir más lejos aún y en virtud de la condición de equivalencia entonces
debemos considerar como confirmatorio de (A) todo objeto que no sea un cuervo o sea un cuervo negro.
Considerando así que todo no-cuervo representa un elemento de juicio confirmatorio de la hipótesis de que
todos los cuervos son negros, podemos ver que no existen observaciones irrelevantes para la hipótesis.
“Como señala Goodman, esto abre maravillosas perspectivas para la ornitología casera, pues yo puedo,
desde ahora, sin salir siquiera de mi cuarto,' acumular innumerables instancias confirmadoras de la hipótesis
en cuestión o de cualquier otra que pueda ser formulada en el modo «(x)(Px > Qx)» (Brown, 1998; 32)”.
Hempel arguye que no hay nada paradójico en las “paradojas de la confirmación”, que la apariencia de
paradoja está dada por un “ilusión psicológica”. Y para defender su postura afirma que dicha apariencia
deviene de la suposición equivoca de que el enunciado universal “todos los cuervos son negros” hace
referencia únicamente a cuervos. Para Hempel sería, principalmente, un enunciado acerca del espacio-
tiempo, que indica que en ningún lugar ni en ningún tiempo podremos hallar un objeto que siendo cuervo no
sea negro. Se sostiene así que cualquier descubrimiento de un objeto que no sea un cuervo no-negro se
considera una confirmación de la hipótesis. Otro argumento que usa Hempel en la misma línea radica en que
la apariencia de paradoja viene dada por una “ficción metodológica” de la cual no hemos sabido percatarnos
y que ha de considerársela en todos los casos de confirmación. Si partimos de que se procura analizar la
lógica de la confirmación, nos es relevante meramente el análisis de la relación entre una hipótesis y un
cuerpo específico de evidencias, en consecuencia, en todo caso particular hemos de adoptar la ficción de que
el total de evidencias en cuestión es toda la información que tenemos a disposición (Brown, 1998; Hempel,
1979). Lo ejemplifica así: si al poner un pedazo de hielo en una llama observo que ésta no se pone amarilla,
resultaría paradójico tomar esto como una evidencia confirmatoria de la hipótesis “todas las sales de sodio
producen al arder una llama amarilla”. Sin embargo se trata de una apariencia de paradoja derivada de
introducir uno ilegalmente en el análisis, el adicional informativo de que el objeto puesto en la llama es un
pedazo de hielo. De haber puesto un objeto desconocido, viéramos que no se ponía amarilla, un análisis
posterior habría determinado que dicho objeto no era una sal de sodio, lo que para Hempel en este caso no
sería nada paradójico tomarlo como una evidencia de que “todas las sales de sodio producen al arder una
llama amarilla” (Brown, 1998; Hempel, 1979). Pero no resulta convincente creer que la investigación
científica se conduzca de tal manera. Más bien cuando un científico proyecta un experimento para
comprobar una hipótesis o intenta resolver si un cuerpo de información específico es relevante para la
verdad de alguna otra, este no considera que el resultado experimental en cuestión sea la única evidencia que
posee, más bien que, antes de sacar sus conclusiones, se empeñara en considerar todo fragmento de
evidencia que pueda reclutar. Como dice Brown: “la propuesta de la ficción metodológica no atañe a los
científicos, sino a los lógicos que intentan analizar la estructura lógica del razonamiento científico (1998;
34)”. Como expresáramos, los problemas que preocupan a Hempel y la solución a los mismos están
determinados por el modelo mediante el cual lleva adelante su análisis. Y considerando que otras filosofías
de la ciencia son posibles; “mientras los empiristas llegan o no llegan a una solución mutuamente
satisfactoria de las paradojas de la confirmación, resulta que para una filosofía de la ciencia que no suponga
que todos los enunciados científicos son formulables en la notación lógica de los Principia, o que no
considere que el análisis lógico de proposiciones sea la tarea más importante de la filosofía de la ciencia, o
que no acepte el presupuesto de que las proposiciones científicas reciban su justificación por alguna forma
de confirmación directa por experiencia las paradojas de la confirmación, no son problemas relevantes
(Brown, 1998; 37)”. La perspectiva del empirismo lógico, considera que la ficción metodológica
proporciona una aproximación perfectamente admisible a la solución de las paradojas de la confirmación.

Dentro de los objetivos principales que se propuso Hempel para su estudio de la confirmación está la de
formular un conjunto de condiciones de adecuación que debe cumplir cualquier definición de confirmación.
Según Hempel la confirmación es una relación entre oraciones o conjunto de oraciones que satisface las
siguientes condiciones de adecuación: “Condición de implicación: Si E |= H, entonces, E confirma a H.
Condición conversa de consecuencia: Si E confirma a H y G |=H, entonces, E confirma a G. Condición
especial de consecuencia: Si E confirma a H y H |= G, entonces, E confirma a G. Condición de equivalencia:
Si E confirma a H y |= (H « G),entonces, E confirma a G. Condición de consistencia: Si E confirma a H y
también a G, entonces, |¹ ¬(H & G). (Cassini, 2003; 49)” La definición de Hempel de confirmación satisface
todas sus condiciones de adecuación, salvo la condición conversa de consecuencia. Si bien al considerarlas
de manera particular las condiciones de adecuación parecen lógicas, al tomarlas en su conjunto generan
resultados paradójicos o inaceptables. Por ejemplo la conjunción de la condición especial de consecuencia
con la condición conversa de consecuencia produce un resultado inaceptable, ya que si un enunciado de
observación O confirma la hipótesis H, de acuerdo con la condición conversa de consecuencia, también
confirmará «H . G» que implica H (siendo G una proposición cualquiera). Y si a ello aplicamos la condición
especial de consecuencia resulta que O confirma G. Y, dado que un informe observacional siempre confirma
alguna hipótesis, se sigue que cualquier informe observacional confirma cualquier hipótesis (Brown, 1998;
Cassini, 2003). Es para solucionar dicho problema que Hempel termina rechazando la condición de
consecuencia inversa. Si bien la solución de Hempel no es la única a este problema, pocas han considerado
que el origen del problema radique en el programa del empirismo lógico mismo y su presuposición de que es
adecuado como herramienta para el análisis de la inferencia científica la lógica de los Principia (Brown,
1998).
Esta cuestión de tratar de construir una definición de confirmación puramente sintáctica ha sido cuestionada;
es el caso de Goodman quien presenta este ejemplo: considerando la proposición “todas las esmeraldas son
verdes” e imaginando que después de un gran número de observaciones de esmeraldas verdes no se ha
observado ninguna instancia de esmeralda no-verde. Si analizamos sintácticamente se trata de una
proposición de la forma «(x)(Px > Qx)» y un amplio número de enunciados observacionales de la forma
«Pa . Qa», lo que al parecer daría lugar a una generalización altamente confirmada. De considerarse
solamente la relación sintáctica, Goodman señala que no queda claro qué proposición se ha confirmado. Y
sugiere que se considere el predicado “verdul” y lo define: “Un objeto es verdul si y sólo si es verde antes
del tiempo t y azul después (Brown, 1998; 41)”. De cualquier manera que todas las observaciones se hayan
hecho antes de t, y siempre y cuando nos mantengamos limitados a criterios sintácticos, poseemos un claro
caso de confirmación de una proposición universal, pero nada nos permite determinar si la proposición
confirmada es “Todas 1as esmeraldas son verdules” o “Todas las esmeraldas son verdes”. Goodman
identificó este problema como “el nuevo enigma de la inducción”, y formulándolo en términos del concepto
de “proyección” propuso que solo ciertas generalizaciones tienen capacidad de recibir confirmación legítima
de sustituciones (Brown, 1998; Suarez, 2019). Parte así de la afirmación de que cuando se hace cualquier
predicción o generalización de un cuerpo dado de evidencia, siempre estamos proyectando esa evidencia al
futuro. El problema de la confirmación que es el mismo que el de la inducción se transforma ahora en un
tema del problema general de saber qué conjuntos presentes de evidencia pueden ser proyectados. Goodman
no descarta la ficción metodológica de Hempel, pero distingue entre información adicional legítimamente
aprovechable, por ende utilizable, e información del mismo tipo pero que no puede utilizarse legítimamente,
con lo que reduce el campo de acción de la ficción metodológica. Parte de que la confirmación es una
relación entre una hipótesis y un informe observacional por lo que no se puede traer a colación cualquier
otro informe de observación adicional. Pero afirma que existe otro campo de información adicional que sí
puede ser legítimamente tomado en cuenta: la información respectiva a la historia de las proyecciones
pasadas y de su fracaso o su éxito. Ejemplifica indicando que el predicado “verde” está ampliamente mejor
atrincherado que “verdul”. A partir de ese grado de atrincheramiento tenemos un criterio para elegir entre
“todas las esmeraldas son verdules” y “todas las esmeraldas son verdes”. El hecho de que haya sido
proyectado “verde” más que “verdul” determina cual de ambos predicados se encuentra mejor atrincherado.
Goodman no apela a la estructura lógica de las proposiciones involucradas sino que al registro histórico de
proyecciones efectivas (Brown, 1998)
Para finalizar se puede decir que Goodman entiende el problema de la inducción y el aproximarse al mismo
mediante un examen de las generalizaciones simples como un problema fundamental de la filosofía de la
ciencia, por lo que en este aspecto se asemeja al empirismo lógico que considera fundamental dicho
problema. Pero su manera de encarar la solución representa una importante ruptura con este último, ya que
como dijimos antes Goodman rechaza la posibilidad de generar una definición de confirmación meramente
sintáctica. La propuesta de Goodman es un nuevo programa de investigación que aporta una nueva manera
de ver el tema de la inducción y no una solución novedosa al problema de la inducción. Con ello surgen
nuevos problemas, y maneras de solucionarlos.

3) Fueron Hempel y Oppenheim quienes a finales de los años cuarenta comenzaron con los estudios sobre la
explicación científica en el campo de la filosofía de la ciencia. Su texto pionero: Studies in the Logic of
Explanation. Philosophy of science, de 1948, como los trabajos que siguió desarrollando Hempel
posteriormente, abordaron el tema de forma específica realizando un análisis minucioso del concepto de
explicación. En la obra Hempeliana se establecieron los fundamentos metodológicos y los términos con los
que posteriormente se iba a desarrollar el debate, a la vez que proporcionó una propuesta a partir de la cual
se posicionaran las distintas alternativas (Díez & Moulines, 1997).
Hempel distinguió tres tipos básicos de explicación científica: la nomológico-deductiva (N-D), la inductivo-
estadística y la deductivo-estadística. Estos modelos no buscan describir el modo en que los científicos
formulan sus descripciones explicativas, sino que pretenden dar cuenta en términos -lo más precisos
posibles- la estructura lógica y la justificación de distintas maneras mediante las cuales la ciencia empírica
responde a preguntas que solicitan una explicación. Siendo así es que la construcción de dichos modelos
requiere de abstracción y de esquematización lógica (Hempel, 1979). Hempel sostiene que las explicaciones
científicas deben cumplir dos requisitos sistemáticos básicos: el que denomina requisito de relevancia
explicativa (que la información explicativa aducida proporcione una buena base para creer que el fenómeno
que se busca explicar haya tenido o tenga lugar) y el requisito de contrastabilidad (que los enunciados que
componen la explicación han de ser susceptibles de contrastación empírica). Siempre que se cumpla el
primero también se cumplirá el segundo (Hempel, 1987). La explicación científica está conformada
principalmente por dos elementos, el “explanandum”, que es la oración que describe al fenómeno del que la
explicación tiene que dar cuenta y el “explanans” que refiere a la clase de aquellas oraciones que se aducen
para dilucidar el fenómeno especificando la información explicativa. El explanans consta de dos clases de
oraciones, una de ellas contiene leyes generales, la otra, ciertas oraciones que formulan condiciones y
antecedentes específicas. Por su lado el fenómeno explanandum en explicaciones N-D puede ser tanto: un
evento que acontezca en un sitio y tiempo determinado o alguna regularidad que se encuentre en la
naturaleza (Estany, 2006; Hempel, 1987).
El modelo de explicación científica N-D interpreta la pregunta “¿por qué sucede este fenómeno?” o “¿de
acuerdo con qué leyes generales y condiciones - antecedentes se produce dicho fenómeno?” (Estany, 2006;
230). Una explicación N-D responde a la pregunta “¿por qué se produjo el fenómeno mencionado en el
explanandum?” (Hempel, 1979; 333) dando cuenta que ese fenómeno es el resultado de ciertas
circunstancias particulares de acuerdo con ciertas leyes generales. A partir de ello se puede razonar que
tomando en cuenta las circunstancias particulares y las leyes en cuestión, era de esperar la aparición del
fenómeno, siendo éste el sentido en el cual la explicación permite entender por qué dicho fenómeno se
produjo. Se deduce de ello que en las explicaciones N-D el explanandum es consecuencia lógica del
explanans (Hempel, 1979). Este requisito se cumple estrictamente en las explicaciones en cuestión, puesto
que la información que aparece en el explanans brinda un sustento lógico, concluyente para esperar que
acontezca el fenómeno explanandum (Gaeta, 1996). A su vez, es gracias a las leyes generales que los hechos
particulares que aparecen en el explanans tienen capacidad explicativa respecto del fenómeno mencionado
en el explanandum (Hempel, 1979). El “explanans” por tanto debe contar con leyes generales. Otro requisito
es que el explanans ha de tener contenido empírico, lo que se relaciona con la primera condición lógica
mencionada ya que este presupone que el explanandum contiene contenido empírico y es consecuencia
lógica del explanans, lo que asegura que el explanans posea contenido empírico a la vez que confirma el
cumplimiento de toda explicación N-D al requisito de contrastabilidad. Además, agrega que los enunciados
que conforman el explanans deben ser verdaderos. A pesar de ello Hempel y Oppenheim advirtieron en su
momento que la verdad de los enunciados de explanans, en especial los que expresan leyes, nunca pueden
establecerse de manera definitiva. A raíz de ello Hempel introduce una diferencia entre explicaciones
potenciales y verdaderas. Las primeras cumplen con todos los requisitos mencionados, salvo el referente a la
verdad del explanans. Esta modificación es compensada por un requisito que establece que el explanans ha
de estar confirmado en demasía por todos los elementos de juicio disponibles cuando se formula la
explicación.
Las explicaciones N-D son según Hempel las que cumplen mejor el requisito de relevancia explicativa, ya
que la información que otorgan implica deductivamente el enunciado explanandum ofreciendo un sustento
lógico concluyente para esperar que se provoque el fenómeno explanandum. A su vez cumple con el
requisito de contrastabilidad, puesto que el explanans, entre otras cosas, implica que considerando las
condiciones particulares se producirá el fenómeno explanandum (Hempel, 1987). En suma, una explicación
N-D es un razonamiento deductivo cuyas premisas están constituidas por leyes y por enunciados singulares
que dan cuenta de distintas características de cierta situación y cuya verdad asegura la verdad de la
conclusión. Por su lado la explicación de una ley radica en deducirla de otras leyes (Gaeta, 1996).
Si bien Hempel se refiere a las explicaciones nomológico-deductivas de manera general, autores como
Salmon (2002) y Díez & Moulines (1997) dividen estas en: explicaciones nomológico-deductivas de
regularidades universales (NDU) y explicaciones nomológico-deductivas de hechos particulares (NDP), ya
que mientras que en una el explanandum es general, en la otra es particular. La principal diferencia entre
ambos tipos se evidencia en la aparición de condiciones singulares, que de manera necesaria han de
manifestarse en la explicación de un fenómeno particular, pero que en la explicación de una ley no tienen
lugar (Gaeta, 1996). La explicación NDP además de satisfacer las condiciones ya mencionadas debe cumplir
con las siguientes condiciones: el explanandum es un hecho particular, las leyes del explanans son si o si
generales y la relación de explicación es la inferencia lógico deductiva. Este esquema es para Hempel al que
se ajustan la totalidad de las explicaciones de hechos particulares a través de teorías no estadístico-
probabilísticas (Díez & Moulines, 1997). Un ejemplo de este tipo de explicación es el que da Salmon: “La
vuelta del cometa Halley en 1975 fue explicada deduciéndola desde las leyes de gravitación y del
movimiento de Newton, combinadas con las condiciones iniciales acerca de los cuerpos en el sistema solar”
(2002; 100). Se puede deducir, de este ejemplo, que quien es capaz de construir esa explicación hubiera sido
capaz de predecirla, si antes de que se diera el fenómeno ya contaba con la misma información. El mismo
razonamiento, puede ser considerado una explicación como una predicción; la diferencia entre ambos radica
en el momento en el que se formula y no en el razonamiento que es igual para ambos. Se puede reforzar esta
convicción si consideramos que es posible que un astrónomo afirme que ha tenido lugar un fenómeno
similar en una fecha remota: a ésta se la denomina retrodicción por su semejanza con la predicción (Gaeta,
1996). Estos ejemplos ilustran la tesis de la simetría entre explicación y predicción de Hempel. Para el
filósofo la explicación de la predicción y de hechos particulares tiene la misma estructura lógica, siendo
pragmática la única diferencia entre ambas; teniendo ésta que ver con la relación temporal entre el
acontecimiento particular y la construcción argumental. No existen diferencias entre estas si abstraemos la
relación temporal entre el argumento y el hecho inferido (Díez & Moulines, 1997).
Por otra parte las explicaciones NDU se caracterizan además de por las condiciones generales de la
explicación N-D, por qué el explanandum es una ley (no estadístico probabilista), y el explanans contener
esencialmente solo leyes probabilistas (ninguna de las cuales es el explanandum mismo) y por qué la
relación de explicación es la inferencia lógica deductiva. Queda excluida toda posibilidad de explicar hechos
generales que no sean leyes. Por tanto, no pueden explicarse regularidades accidentales ya que estas no son
“esperables”, por lo que si se aceptaran como explanandum dichas regularidades podrían aceptarse entonces
también en el explanans. Mientras existan buenas razones para demandar que todos los hechos generales que
intervienen en el explanans de una explicación sean leyes, de esa misma manera se descartan como
explanandum hechos generales accidentales (Díez & Moulines, 1997). Un ejemplo de este tipo de
explicación es el mencionado en Salmon: “La ley de conservación del momento se explica mediante la
inferencia deductiva a partir de las tres leyes del movimiento de Newton (2002; 100).”
Las principales limitaciones del modelo N-D pueden resumirse de la siguiente manera: Uno es el problema
de asimetría, ya que según el modelo N-D existen pares simétricos de argumentos en los cuales en lo que en
uno hace de conclusión en otro hace de premisa, y viceversa, ambos cumpliendo con N-D, pero solo uno
puede considerarse explicativo y el otro no. Por ejemplo si se explica “la longitud de la sombra de un mástil
en un momento dado deduciéndola de leyes de la óptica física y de la posición del Sol y la altura del mástil.
Pero también podemos proceder a la inversa en la deducción, inferir la altura del mástil de esas leyes, la
posición del Sol y la longitud de la sombra, y no parece que en ese caso estemos dando una explicación de la
altura del mástil (Díez & Moulines, 1997; 231).” Otra limitación puede entenderse por el siguiente ejemplo:
siempre que un barómetro registre una caída brusca, se sucederá una tormenta, esto es una regularidad
nomica. Se puede inferir la tormenta de la caída del barómetro, junto con esa regularidad, pero ello no
explica el porqué de la tormenta. Dicha regularidad correlaciona dos efectos distintos de una causa común,
el fuerte descenso de la presión atmosférica. La bajada del barómetro solo explica cierto descenso particular
de la presión. Ello cuestiona además la tesis de la simetría entre predicción y explicación ya que si bien el
barómetro predice la tormenta no la explica. Otra limitación tiene que ver con la relevancia, ya que diversos
argumentos del N-D con premisas verdaderas carecen de explicación. El ejemplo de Salmon (2002)
esclarecerá este punto: si consideramos que Pedro toma pastillas anticonceptivas diariamente y que ningún
hombre que tome píldoras anticonceptivas queda embarazado, podemos inferir que Pedro no se quedara
embarazado. Este ejemplo no es válido como explicación de que Pedro no haya quedado embarazado debido
a que la inferencia no es explicativa puesto que parte de las condiciones antecedentes y parte del hecho
general son irrelevantes para el fenómeno explanandum. Pero igualmente satisface N-D ya que el hecho
explicado es una regularidad nomica. Lo extraño es que cierta propiedad incluida en el antecedente es
irrelevante a efectos explicativos ya que de “suprimirla” también sería una ley (Díez & Moulines, 1997).
Si prestamos atención todas estas limitaciones están en cierta medida relacionadas con la causalidad.
Respecto al problema de la simetría (el cual aparece en las distintas limitaciones mencionadas), si tomamos
como ejemplo el caso que explica la longitud de la sombra de un mástil: solo se acepta como explicación
una de las inferencias simétricas ya que la altura del mástil es la que causa la longitud de la sombra y no de
forma inversa. La causalidad es una relación asimétrica: si el mástil causa la sombra, esta última nunca
puede causar la altura del mástil. En el ejemplo de Pedro y las píldoras anticonceptivas, cierta propiedad
expresada en el antecedente de la ley por ser causalmente irrelevante se considera explicativamente
irrelevante (explanans y explanandum no están causalmente vinculados), ya que el hecho de que Pedro tome
pastillas anticonceptivas no sirve de explicación al que no haya quedado embarazado, sino que el ser varón
es la causa de su no embarazo. En la misma línea distinguir entre regularidades nómicas y leyes, implica
tomar en cuenta la causalidad, siendo las leyes ciertas generalizaciones nómicas en las que acontecen
apropiadas relaciones causales entre las propiedades involucradas. Si a partir de ello consideramos las
regularidades involucradas entre los descensos de medición de barómetros y las tormentas, diremos que
estas regularidades son nóminas pero no representan leyes; si bien ambos datos están correlacionadas, el
descenso del barómetro no es parte de la historia causal y por tanto no explica la tormenta (Díez &
Moulines, 1997; Salmon, 2002).
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