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UN PUEBLO QUE PRODUZCA SUS ALIMENTOS, ES UN PUEBLO REALMENTE SOBERANO

Por:
RUBÉN DARÍO CAICEDO BIUZA
Instructor transversal del CNPB

El plátano y el arroz El pescado y el chocolate Formaron una discusión Que el juez tuvo que enfrentarse.

El plátano fue el primero Que habló con alevosía en cada punto y lugar soy pan de todos los días. Me buscan
por la bahía los hombres de dos en dos, el preferido soy yo porque soy el principal y se pusieron a porfiar el
plátano y el arroz.

Alto allí...dijo el pescado Soy la plata de los hombres y de la clase de pobres, soy el primer bocado. A mí me
comen salado Me llevan a todas partes soy el fin y el remate del plátano, la primer presa y discutían en la
mesa el pescado y el chocolate.

Después contestó el arroz creyéndose superior de todos estos productos yo soy el de más valor. Me compran
en Nueva York porque allá también les gusta en todo pueblo me buscan porque soy rey de la mesa y hablando
de esta riqueza formaron una discusión.

Después hablo el chocolate como tercero y segundo sabrán que soy el llamado en todas partes del mundo en
tono claro también dijo soy alimento profundo. tengo sabor elegante y valgo bastante plata la discusión fue
tan alta que el juez tuvo que enfrentarse. (decima poética de BENILDO CASTILLO, decimero y poeta de
Tumáco)

Con beneplácito he recibido la noticia de un curso auxiliar en seguridad alimentaria, por algo
probablemente habrá que iniciar; no obstante, es clave no temer a enfrentar los retos que
depara la nueva administración gubernamental de orden nacional. El CNPB es una de las
entidades en el orden de la educación para el trabajo y la educación superior llamada a ser
protagonista en la formación del talento humano capaz de sacar adelante las apuestas
asociadas a que el pueblo colombiano alcance la verdadera soberanía, entre ellas el principal
cuello de botella es la seguridad y la autonomía alimentaria que caminan por los senderos de
una paz estable y duradera, o paz total, frase célebre por estos días.
La apuesta por un programa de formación en seguridad y soberanía alimentaria, debe ser
menos exprés, más ambicioso y direccionado a propiciar un dialogo inter-disciplinar, inter-
generacional y en el marco de la relación campo-poblado (artículo 1º de la ley 70 de 1993).
El campo y el poblado en el espacio que conocemos como SENA de esta ciudad, implican
una relación que históricamente ha estado marcada por el ejercicio práctico de la seguridad
y la soberanía alimentaria. Hablo como campesino del pacífico que sabe lo que es producir
la tierra y que vivió desde muy temprana edad, la comercialización de producción
agropecuaria del campo al poblado, o si es preferible, del campo a la ciudad. Esa relación
campo poblado, en términos de la seguridad y la soberanía alimentaria, no es dimensionable
desde un solo campo del conocimiento, no se alcanza desde una disciplina, es una
construcción inter y transdisciplinaria, en otras palabras, el debate amparado en dicha
categoría, trasciende a muchas disciplinas que están vinculadas, indiscutiblemente, a los
ritmos propios de su existencia.
Es fundamental abrir el espectro de análisis y de debate para la formulación, construcción y
por supuesto el inicio en el CNPB de un programa con un nombre como el de seguridad
alimentaria; ampliarlo como nombre en tanto está incompleto, pues la seguridad alimentaria
no es el fin en sí, si ello no se relaciona con la autonomía, con aquella capacidad de producir
en el marco de los capítulos 4, 5, 6 y 7 de la ley 70 que antes he mencionado en el presente
escrito. Con este preámbulo quiero invitar al equipo encargado a que dialoguemos y
debatamos el sentido epistémico, y aquí estoy hablando de metodología, teoría y pedagogía
asociada a todos los momentos de la FPI, de este programa, que lo construyamos en función
de regresar al tiempo en el que no solo teníamos seguro el alimento, sino también solíamos
comer bien, según nuestra ancestralidad cultural, nuestro territorio, en los ritmos de nuestra
producción agropecuaria, pesquera y en fin, en el marco de la economía del Pacífico
colombiano.
El epígrafe que cité al inicio de esta reflexión, se refiere a una metáfora que realmente existió,
es el relato metafórico de un pensador que perteneció a un pueblo soberano, los cuatro
alimentos de la décima de Castillo, se produjeron en esta región y engalanaron la mesa de
nuestros padres y abuelos, los que aún viven y seguimos jóvenes como el suscrito,
recordamos con nostalgia esos tiempos, aquellos tiempos en los que don Laureano Caicedo,
mi padre abuelo, producía sin temor el plátano, el chocolate, el maíz y por supuesto, en otros
ríos el arroz. porque además de comerlo en su casa el excedente de seguro lo vendería a don
Adriano, mercader de pueblo nuevo en el pueblo, poblado o la ciudad, que lo compraba para
garantizar la seguridad y a autonomía alimentaria a los de acá del pueblo.
En términos teóricos
La antropología, la historia y la sociología como disciplinas que han venido estudiando esta
región en el campo cultural, tienen mucho que decir al respecto de la soberanía y la seguridad
alimentaria. No menos y en el mismo nivel se encuentran la ingeniería en alimentos, las
cocineras y chef de esta región, los profesionales de la pezca y los profesionales del sector
agrícola, o mejor agropecuario. Todos estos campos del saber epistémico, del pensar
epistémico tienen que dialogar con el saber cultural, todos en el marco de los estudios
culturales como teoría sombrilla, como epistemología inter y trans-disciplinar que oriente el
despliegue de un plan de estudios que al llegar a los llamados aprendices ellas y ellos se
sientan identificadas e identificados en ese saber hacer y saber ser, pues es precisamente este
el ejercicio amparado en este debate categorial.
En términos metodológicos
Nuestra relación debe ser simétrica con el conocimiento ancestral, los aprendices y los
instructores se confunden cuando conversemos en un ambiente de formación en el que los
mayores tienen la palabra ancestral respecto de la alimentación y la soberanía; es eso lo que
pedagógicamente nos está enseñando Benildo Castillo en “la polémica de los cuatro
alimentos”. Nuestros sentidos, sobre todo los de los instructores titulados en la dinámica de
la cultura occidental, deben derivar en estado de alerta, dispuestos a no desestimar la idea de
aprender, o de ser aprendices, cuando de escuchar a los mayores se trata. La FPI de este y de
los programas que apunten a dialogar con los pueblos y los campos del Pacífico colombiano,
de la Buenaventura rural y urbana, es integral en tanto respete el saber ancestral y cultural
que trasciende el exoticismos a que el mercantilismo de la cultura occidental nos ha sometido.
Estoy seguro que con el equipo que somos y tenemos, podemos sacar adelante este reto,
alcanzar una vez más la soberanía de un pueblo que produce lo que se come con
responsabilidad ambiental y sociocultural, como alguna vez lo hicieron Laureano Caicedo,
Augusto Mosquera (el líder) Eugenio Camacho, Leoniza Caicedo, Leopoldina Caicedo,
Librada Gamboa en Anchicayá, o Alejandro Mosquera en el Naya, en fin, tantos mayores
que insertaron la autonomía que hoy es nostalgia a mí memoria.
Para hablar de seguridad y soberanía alimentaria, es necesario entonces sentarse en la mesa
con todos los actores pues aquello implica lo siguiente; Es un dialogo interdisciplinario en
tanto los primeros en sentarnos seremos los profesionales del CNPB de diferentes ramas del
saber que está atravesado por esta categoría conceptual. Es un dialogo intercultural, porque
nosotros estamos deformados por parte de esa cultura epistémica occidental y es necesario
aprender a ser cuidadosos en la relación con el conocimiento y el saber cultural de nuestros
pueblos. Es un dialogo inter-epistemológico, porque la lógica de la cultura occidental siempre
se impuso a los saberes y a la ancestralidad cultural, y este saber epistémico de los pueblos y
culturas del Pacífico es milenario, válido y constatable, lo que lo hace merecedor de respeto
al mismo nivel, como epistemología de los estudios culturales, al lado de la epistemia
occidental.
En este sentido y para cerrar esta reflexión, enseñar es un decir amarrado a un contrato
laboral, pero sin peso de superioridad a la hora de formar y formarnos en el campo de la
seguridad y la soberanía alimentaria de nuestros pueblos. Sentémonos a construir este
programa de formación reciproca en el CNPB, que permita establecer la ruta hacia la
soberanía y la seguridad de nuestros pueblos en términos de la alimentación. Seamos
ambiciosos, con formación tecnológica asociada al caso, tenemos el capital social, cultural y
humano, exijamos a la dirección nacional la apertura de formación tecnológica en esta
orientación, así como en las experticias de cada caso.

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