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© Bernard Aucouturier
© de la traducción: Miguel Ángel Domínguez Sevillano
© de esta edición: Editorial GRAÓ, de IRIF, S.L.
C/Hurtado, 29. 08022 Barcelona
www.grao.com
Prólogo
7. Conclusión
De 1962 a la actualidad
No hay presente sin pasado; quisiera hablarles de ese pasado,
profesional, intelectual y creador, pero inicialmente lo haré de
algunos momentos de mi infancia que sin duda han sido las raíces
lejanas de la PPA®.
Mis padres son maestros en el campo, a pocos kilómetros de
Tours. Mi madre es una maestra muy comprometida políticamente
en lo social, siendo laica en sumo grado.
Mi padre es un ferviente defensor de la pedagogía Freinet, con
cuyas ideas coincide. También es un muy buen pintor, cantante,
deportista y actor de teatro.
De una familia de cuatro hijos soy el último siendo tratado con
mucho afecto por mi madre. Retengo aún en mi memoria algunos
momentos muy particulares de mi infancia:
Mis padres no me obligan a ir a la escuela y ello me permite
recorrer los campos y el bosque y vivir con los campesinos y los
artesanos del pueblo. Soy un niño libre y feliz. Soy mi madre en las
reuniones políticas, y mi padre entre los bastidores de los teatros.
La liberación de Francia en 1944; la alegría de todos los
aldeanos es inmensa: cantan y bailan todas las noches.
Desaparezco tres días con los soldados americanos y mis padres no
se inquietan.
En 1944, mis padres acogen a una pareja de maestros
refugiados republicanos españoles, les encuentran trabajo y pagan
los estudios de los niños: María se convierte en secretaria y Rafael
en ingeniero de obras públicas.
Mis estudios secundarios no son un éxito: me gradúo como
profesor de educación física en el año 1959; durante estos años
sigo las ideas del Doctor Le Boulch al que tuve como profesor y que
cuestionaba la educación física en su conjunto con un enfoque más
científico.
Durante mis estudios, que fueron difíciles porque no era un
gran deportista, me interesé por los trabajos de André Lapierre
sobre la fisioterapia, y los de Pierre Vayer sobre la educación
corporal; mis lecturas son S. Freud, M. Klein, J. de Ajuriaguerra y
sobre todo las de los grandes pedagogos como M. Montessori, J.
Dewey, O. Decroly, C. Freinet.
En el transcurso de dichos estudios de profesorado aprecié
mucho la pedagogía del movimiento.
Casado con Michelle, tendremos cinco hijos.
Al terminar la carrera, realizo el servicio militar en Argelia que
por aquel entonces estaba en guerra. Allí viví situaciones extremas
como el miedo, el dolor, el horror, aunque pude construir dos
escuelas para 100 niños donde aprendían francés y también una
clínica médica, regresando a Francia en 1962.
Después de un año de enseñanza como profesor de
educación física en un liceo técnico de Lyon, constato que ya no me
siento bien en esta línea de trabajo, en esta profesión que era
demasiado técnica y demasiado deportiva. En 1962, me destinan al
Centro de Reeducación Física de Tours, que depende del Ministerio
de Juventud y Deportes y del Ministerio de Educación Nacional.
Hay un centenar de este tipo de centros en Francia. Fueron
creados después de la guerra de 1939-1945, para niños que
presentaban actitudes escolióticas y cifóticas con dificultades
respiratorias y dificultades estáticas evidentes. Estas dificultades se
debían a carencias alimenticias como consecuencia de las
privaciones de la guerra. Estas actitudes eran detectadas por
médicos de la medicina escolar puesto que revisaban
sistemáticamente la morfología de los niños de 6 a 10 años.
La gimnasia reeducativa que se proponía a estos niños que
asistían regularmente a sesiones en el Centro de Reeducación
Física de Tours, estaba orientada hacia la gimnasia correctiva,
basada en el «ponte derecho» dirigida a todos los niños. Esta
gimnasia se componía de ejercicios de musculación dorsal y
abdominal, de los miembros inferiores, así como de la bóveda
plantar.
Por esa época y progresivamente, en la gimnasia correctiva
introduje momentos de relajación tónica asociados a ejercicios
respiratorios de tipo yoga que comenzaba a practicar regularmente.
Constaté que las actitudes morfológicas de los niños, sin duda,
estaban vinculadas a factores hereditarios evidentes, pero también a
factores tónico-emocionales particulares en cada niño, es decir, a
problemas de comportamiento.
Entonces, la práctica que les propuse consistió en dejar a cada
niño elegir su propia postura en vertical buscando las sensaciones
de equilibrio, de simetría corporal; se trataba sobre todo de un
despertar cinestésico postural que frecuentemente era realizado por
los niños con un compañero, de tal manera que pudieran compartir
sensaciones comunes.
En 1967, me adhiero a la asociación de Profesores de
Educación Física que trabajan en los centros de reeducación física y
que cuestionaban el «ponte derecho» de la gimnasia correctiva,
siendo por aquel entonces cuando me encuentro con André Lapierre
y Pierre Vayer.
En el año 1967, creamos la Sociedad Francesa de Educación
y Reeducación Psicomotriz (SFERPM); Lapierre es el presidente y
yo el secretario general. Organizamos varios seminarios
internacionales, el primero en Tours en 1970, donde se reunieron
psicomotricistas, profesores de educación física, psicólogos,
psiquiatras, y muchos otros extranjeros, venidos de Alemania, de
Bélgica, España, Italia y Portugal.
Otros seminarios internacionales seguirán: Grenoble,
Montpellier y también Poitiers, resultando un éxito y me permitieron
acoger a becarios de países extranjeros, autorizado ello por el
Ministerio de Educación Nacional con el objeto de que pudieran
seguir mis cursos. Participo en la formación de los especialistas de
la infancia inadaptada, en la IUFM de Tours, en la especialidad de
psicomotricidad.
Desde 1967, perfecciono y profundizo mis conocimientos
sobre el tono muscular con un médico, estudiando las diferentes
etapas de la regulación tónica (la planta espinal, subcortical y
cortical ahondando mis conocimientos sobre la evolución
filogenética del cerebro: referirse a la filogenética del cerebro es
remontarse a 200 millones de años atrás, en la época de los
reptiles, que por la vía de los mamíferos condujeron al homo
sapiens. Esta aventura iba a dotar al hombre de tres cerebros
superpuestos, que interactúan permanentemente: el arqueocerebro
(el cerebro reptiliano), el paleocerebro (el cerebro emocional) y el
neocórtex (el cerebro racional).
Desde 1970, y a petición de algunos padres, comienzo a
ayudar individualmente a niños discapacitados, paralíticos
cerebrales, niños autistas, niños ciegos y a Bruno, en 1971, niño
sobre el que escribí un libro que algunas personas pudieron leer e
incluso ver la película. Estaba convencido de que la ayuda a estos
niños consistía en encontrarse con ellos a un nivel de comunicación
no verbal y emocional que, en mi opinión, era el punto de partida de
cualquier evolución futura. En aquella época, las ayudas propuestas
para ellos eran sobre todo funcionales: intentaban desarrollar ciertas
funciones corporales como la coordinación general y óculo-manual,
el equilibrio, el aprendizaje del espacio y del tiempo. Me oponía a
todo lo que se proponía, lo cual supuso comentarios despectivos o
entusiastas por parte de algunos reeducadores.
Simultáneamente y desde 1970, a solicitud de algunos
profesores de infantil y primaria, profesores muy comprometidos con
la pedagogía activa y que se interesaron por mis propuestas
educativas centradas en la expresividad del cuerpo, elaboré
sesiones temáticas en las que los niños eran situados en
situaciones de búsqueda individual o colectiva sobre contrastes
tales como: movilidad-inmovilidad, fuerte-débil, simetría-asimetría,
exterior-interior. Estas búsquedas llevadas a cabo por los niños eran
vividas por la vía corporal y luego provistos de material.
Es la época de los Contrastes con André Lapierre. Escribimos
tres libros pedagógicos en 1974, poniendo el acento en el cuerpo:
Los contrastes y el descubrimiento de las nociones fundamentales,
Asociación de contrastes, estructuras y ritmos y Los matices.
Es a partir de estas actividades corporales que nació la
práctica psicomotriz educativa que, en mi opinión, no era todavía
suficientemente psicomotriz. Habría que esperar a las fantasías, a la
dimensión inconsciente del cuerpo, para hablar de psicomotricidad.
A partir de 1980, las instrucciones oficiales solicitan a los
centros de reeducación física que abandonen progresivamente la
reeducación morfológica y se orienten hacia las clases de educación
especial (clases anejas a las escuelas primarias, que agrupaban a
niños con dificultades escolares y con trastornos graves del
comportamiento).
En esta época, el Centro de Reeducación Física de Tours se
convierte en Centro de Educación Física Especializada y, un poco
más tarde, se convierte en Centro de Práctica Psicomotriz.
En 1977, escribo con André Lapierre La simbología del
movimiento y en 1978, Bruno.
Aprecio mucho las sesiones en grupo con los «niños terribles»
de las clases de educación especial. En efecto, en un primer
momento de la sesión utilizamos muy poco el lenguaje, el
compromiso era corporal y emocional, y particularmente reseñar que
no quería enseñar nada a los niños: juegos de destrucción, de
oposición, de persecución, de envoltura, de llevar, de maternaje, de
masajes, y juegos de construcción (de coches, trenes, de casas…) y
en un segundo tiempo, modelados, dibujos, en el curso de los
cuales los niños hablaban profusamente.
Durante esas sesiones junto con los educadores, pude
comprobar que los comportamientos de los niños evolucionaban. Su
agitación motriz, e incluso su violencia, se atenuaba y su interés por
los aspectos escolares aumentaba.
Busqué la conexión entre la implicación corporal, tónica y
emocional y la emergencia de las capacidades para representar así
como el acceso a una mayor tranquilidad en su comportamiento.
¿Cuáles eran los factores que predisponían a estos niños al
equilibrio emocional?
Inicialmente H. Wallon fue mi recurso para entender: en efecto,
H. Wallon afirma que la emoción era el paso de lo biológico a lo
psicológico, a la representación. Y este pasaje sólo podía producirse
a través de un diálogo tónico-emocional en el que la madre daba
sentido a las emociones del niño.
Después, las neurociencias afectivas me han ayudado a
comprender, con mayor agudeza científica, la evolución de estos
niños, tanto en el plano de su comportamiento como en el de su
maduración psicológica.
Hoy en día, sabemos que el entorno social y emocional
acompañado de una relación empática y sustentadora, actúa
directamente sobre el cerebro del niño, de manera global: cerebro
cognitivo y emocional, y va a modificarlo profundamente.
En efecto, el entorno social y afectivo influye en las
secreciones de hormonas cerebrales: el desarrollo de las neuronas,
la mielinización de las sinapsis de los circuitos neuronales,
desarrollándose las estructuras cerebrales así como el sistema
endocrino que regula el estrés.
Los últimos 10 años, hasta 1996, y siempre en contacto con
estos grupos de «niños terribles», muy afectados por la vida durante
la primera infancia, han sido determinantes en la conceptualización
de la terapia psicomotriz individual y colectiva, sobre todo en la
actitud del psicomotricista; este conjunto será el origen de los
grupos de ayuda para la maduración psicológica en la escuela.
Entre 1980 y 1990 concedí mucho más espacio a la
expresividad del cuerpo y al juego espontáneo de los niños de la
guardería y de la escuela infantil, asombrado por su creatividad, su
espontaneidad y el placer que experimentaban durante las sesiones.
Las repeticiones de los juegos espontáneos de los niños
hacían que me interrogara: es entonces cuando las fantasías
originarias se convertirán en ley en el juego espontáneo del niño.
Pero volvamos a las fantasías y a los juegos espontáneos de
la infancia.
Ya en 1968, cuando leo a Klein, quedo sorprendido por las
fantasías inconscientes del niño cuyo origen se situaba, según dicha
autora, durante la primera infancia, pero sobre todo en el transcurso
del período prenatal.
Un poco más tarde, escucho a Diatkine, Lebovici, estudio a
Dolto y Schilder que escriben sobre la imagen inconsciente del
cuerpo. Contemporáneamente S. Freud me aporta elementos de
comprensión sobre la angustia y particularmente D. Winnicott por el
cual tenía, confieso, una gran admiración, lo que me ha permitido
hacer tantos vínculos entre los juegos del niño y la historia
inconsciente de su pasado.
En 1985 escribo, con Darrault y Empinet, La práctica
psicomotriz, reeducación y terapia.
En 1986, junto con formadores europeos, creé la ASEFOPP
(Asociación Europea de Escuelas de Formación en Práctica
Psicomotriz), asociación que agrupa 12 escuelas de formación:
Barcelona, Bassano, Bergara, Bolonia, Bonn, Bruselas, Lisboa,
Madrid, México Morelia, Milán y Turín. Soy presidente fundador de
esta asociación y director científico y pedagógico de estas escuelas.
Al mismo tiempo, imparto clases en Río de Janeiro, Lima, Santo
Domingo, Santiago de Chile, Buenos Aires y Mendoza.
Abandoné la ASEFOPP en 2010 y en 2011 fundé la EIA
(Escuela Internacional Aucouturier) registrada en el INPI (Instituto
Nacional de Protección Intelectual) con la marca PPA® para Francia
y Europa. Los centros de formación continúan enseñando la PPA®
en Bassano, Bilbao, Brescia, Turín, Río de Janeiro, Lima, Morelia,
Quebec y Sudáfrica.
A partir de 1990, se elabora la práctica psicomotriz educativa,
basada en el juego espontáneo, tanto para los niños de la escuela
infantil 0-3 como para los de la escuela infantil 3-6; se aclaran los
objetivos así como el dispositivo espacial con su material específico
y un dispositivo temporal, pero sobre todo se incide en la actitud del
psicomotricista-educador. Este conjunto permitirá a los niños vivir un
itinerario de maduración psicológica que va del placer de actuar al
placer de pensar hasta el placer de pensar el actuar.
En los juegos espontáneos aparece ya la distinción entre los
juegos de reaseguración profunda y los juegos de reaseguración
superficial que son los juegos de identificación con los héroes de la
vida cotidiana (los padres en primer lugar y luego los personajes de
dibujos animados o videojuegos).
Pero me faltaba esta comprensión de la génesis del juego
espontáneo para comprender mejor el mundo imaginario del niño, y
por qué algunos niños no jugaban y permanecían en la agresión.
De hecho y a partir de 1990, después de todas estas
experiencias con los «niños terribles» se estructura la práctica
psicomotriz terapéutica individual y en pequeño grupo
desarrollándose entonces sus puntos fundamentales:
♦ El respeto a la libertad no verbal del niño como expresión de
una historia personal surgida de sus relaciones con el objeto-
madre.
♦ La implicación corporal y emocional del psicomotricista
compartida con el niño.
♦ El nacimiento de las resonancias tónico-emocionales se nos
presenta como el factor esencial de la emergencia de las
representaciones arcaicas.
♦ El acompañamiento desde la perspectiva del niño, ya que éste
construye su proyecto de ayuda terapéutica en relación con el
terapeuta.
Referencias bibliográficas
AUCOUTURIER, B. (2004): Los fantasmas de acción y la práctica psicomotriz. Barcelona.
Graó.
—(2012): L’enfant terrible: ¿Qué hacer con el niño difícil en la escuela? Barcelona. Graó
—(2018): Actuar, jugar, pensar: Puntos de apoyo para la práctica psicomotriz educativa y
terapéutica. Barcelona. Graó.
AUCOUTURIER, B.; DARRAULT, I.; EMPINET, J.L. (1984): La práctica psicomotriz:
reeducación y terapia. Barcelona. Ed. Médica y Técnica.
AUCOUTURIER, B.; LAPIERRE, A. (1978): La educación psicomotriz como terapia.
«Bruno». Barcelona. Ed. Médica y Técnica.
AUCOUTURIER, B.; MENDEL, G. (2004): ¿Por qué los niños y las niñas se mueven tanto?
Lugar de acción en el desarrollo y la maduración psicológica de la infancia. Barcelona.
Graó.
—(1974): Los matices. Barcelona. Ed. Científico-Médica.
LAPIERRE, A.; AUCOUTURIER, B. (1974): Asociación de contrastes, estructuras y ritmos.
Barcelona. Ed. Científico-Médica.
—(1985): La simbología del movimiento. Barcelona. Ed. Científico-Médica.
LAPIERRE, A.; AUCOUTURIER, B.; CAMBLONG, P. (1974): Los contrastes y el
descubrimiento de las nociones fundamentales. Barcelona. Ed. Científico-Médica.
Prólogo
Este libro, reflejo de cincuenta años de enseñanza, trabajo,
reflexión, profundización y enriquecimiento, está destinado a la
formación del psicomotricista especialista en práctica psicomotriz
Aucouturier (PPA®) impartida en los centros de formación.
La PPA® es hoy muy conocida en Francia, en Europa, así
como en numerosos países extranjeros de América, ya que es una
práctica indispensable para el desarrollo global del niño, tanto
corporal como psíquico, llevada a cabo por psicomotricistas,
educadores y/o terapeutas.
La PPA® se basa en el juego espontáneo, que es
esencialmente una actividad psicomotriz, siendo una amalgama de
sensaciones, tonicidad, motricidad, afectos de placer, emociones y
representaciones inconscientes arcaicas.
Este libro es una continuación del libro Actuar, jugar, pensar:
Puntos de apoyo para la práctica psicomotriz educativa y terapéutica
publicado en 2018, en el que abordaba sucintamente la formación
del psicomotricista PPA®, lo que me ha permitido precisar la
formación de la persona del psicomotricista como la piedra angular
de toda la formación del psicomotricista especializado en PPA®.
Muchos profesionales de la infancia se inspiran en la
formación en la PPA®, y ello es bueno. No obstante, algunos la
desnaturalizan al no respetar los principios filosóficos y
metodológicos, obviando también los contenidos y las estrategias
pedagógicas de la apropiación del saber necesarios para el
psicomotricista.
Este libro me ha parecido esencial para aquellos que hacen
referencia a la PPA® y a su formación, con el fin de poner las cosas
en su lugar.
Creo que puedo decir que la PPA® tiene una de sus raíces en la
decisión tomada por Bernard Aucouturier de trabajar, a partir de su
experiencia con Bruno aunque no sólo por ello- ya en el año 1972.
Estaba convencido de que la psicomotricidad podía, como se ha
demostrado, ayudar a los niños con discapacidades graves a
expresarse y comunicarse.
La experiencia con la patología neuropsiquiátrica permite
conocer aspectos de la mente humana que están en cada uno de
nosotros desde nuestro origen, antes de las superestructuras más
avanzad as, y que se muestran muy a menudo de manera evidente,
casi tangible, entre las personas con discapacidad. En las personas
sin discapacidad se encuentran también estos aspectos, pero están
más matizados, ocultos en los pliegues de la motricidad y del
psiquismo.
La experiencia con la enfermedad permite reconocerlos mejor
y aprender a afrontarlos mejor.
Esta es, en mi opinión, una primera y muy importante razón
para confirmar la oportunidad de que los alumnos reciban en los
cursos de la E.I.A. una información adecuada sobre la patología
neuropsiquiátrica.
Una segunda razón, creo, puede estar motivada por el hecho
de que un Especialista PPA® debe poder comprender lo que ha sido
escrito en el diagnóstico y sus consecuencias para organizar mejor
su proyecto de acción.
Eso no significa que los especialistas deban hacer un
diagnóstico.
El psicomotricista es un especialista en las manifestaciones
corporales, resultado de los escenarios psíquicos inconscientes, y
de la acción imaginaria del niño.
Del mismo modo, esto no significa medicalizar la PPA®: ello
significaría desnaturalizarla. El psicomotricista está dispuesto, no a
responder a las lesiones neurológicas sino a los trastornos motores
resultantes de dificultades psicológicas emocionales inconscientes.
El lugar y el sentido de su trabajo se sitúan precisamente entre el
psiquismo inconsciente y la motricidad.
Por último, esto significa equipar mejor al especialista PPA®
en cuanto a los intercambios sobre los niños que se le confían, con
otros profesionales socio-sanitarios.
¿Cómo y por qué la PPA® puede ayudar mucho al niño con una
patología? Bernard Aucouturier escribe:
Pensamos que los niños con graves dificultades de origen biológico (genético o
neurológico) tienen en común, por una parte, el hecho de ser víctimas de un agresor
que los persigue y que limita su desarrollo físico y psíquico; por la otra parte, el
deseo de destruir a este agresor (la enfermedad podría ser el agresor). Buscan
ellos, los niños, pseudosegurizaciones para sobrevivir a esta persecución
dramática…
Elementos de la construcción
Al principio de la formación, alrededor de los años ochenta, la
formación era una aventura creativa sin demasiados límites, sin
demasiado contenido. Luego se impuso la construcción de un marco
indispensable para la transmisión de las ideas de la PPA®.
Inicialmente se desarrollaron los tres componentes de la formación:
el aspecto personal, el aspecto teórico del desarrollo del niño y la
teoría de la práctica de la ayuda.
Estos aspectos estaban separados, por lo que no estaban
suficientemente claros. Así, otras formaciones en psicomotricidad se
apoderaron de este modelo e instrumentalizaron cada uno de sus
componentes, tomados como técnicas, ejercicios, ofreciendo
entonces situaciones de formación personal a los niños, lo que no
tenía ningún sentido.
Las teorías de Wallon, Piaget, Freud, Melanie Klein y de
Winnicott eran las referencias básicas de la comprensión del
desarrollo psicológico del niño.
Con el transcurrir del tiempo y a lo largo de los años,
diferentes factores han permitido la evolución de la formación hacia
una mayor coherencia (observación de las prácticas, observación
del niño, formación personal y supervisión). Esta coherencia
apareció verdaderamente a partir de la persona del psicomotricista.
La formación personal
La observación de un niño2
La importancia de la observación
Observar el juego de un niño es algo muy serio. Coloca al adulto en
una situación de actitud psicológica descentrada: una mirada sobre
sí mismo y sobre sus propias proyecciones afectivas es
indispensable.
Observar con precisión cuando el niño actúa y juega, es una
prueba de que el adulto concibe lo importante que es la acción de
jugar para el desarrollo de la vida psíquica.
Observar al niño es observar lo que hace, aquí y ahora,
implicándose con todo su ser, con todas sus funciones sensoriales,
emocionales, imaginarias y cognitivas actuando a la vez.
Así, en ningún caso se tratará de evaluar lo que el niño es
capaz de hacer, sino en centrar nuestra atención en la
espontaneidad de estas actividades; no consistirá en mirar al niño a
través de unos parámetros del desarrollo infantil sino que estribará
en la observación del niño que vive, es decir, mirar de otro modo al
niño sin juicios de valor sobre lo que es y lo que hace; es verlo en
sus posibilidades presentes, en un ambiente rico y adaptado, que
condiciona sus posibilidades de realización de sus potencialidades.
La observación es un instrumento para conocer mejor al niño,
para situar su dimensión real en nuestros conocimientos: la
observación es una actitud psicológica e incluso más que eso: es un
acto psicológico de la vida que nos hace pensar al niño.
Requisitos previos:
♦ Una solicitud por escrito se enviará al centro de formación
junto con un currículum vitae figurando los estudios
universitarios, la posible formación personal, y la práctica
realizada con los niños. Se prevé un encuentro con el equipo
de formadores del centro, en el transcurso del cual la persona
se presenta, y los formadores exponen la filosofía, la
pedagogía, los contenidos y la metodología, así como el
compromiso personal con respecto al marco construido
necesario para la adquisición de la formación.
Jugar es representarse
El juego es siempre simbólico en la medida que representa una
historia vivida procedente de la relación afectiva de placer con el
objeto maternante.
En efecto, lo que se expresa en el juego creativo y
espontáneo, es siempre algo de la infancia. Se trata de una
representación de sí mismo expresada en todos los juegos del niño,
que son una repetición simbólica no verbal de su historia relativa a
su relación con el objeto maternante.
Existe en el niño un placer compulsivo en representarse a
través de todos los juegos espontáneos. La representación de sí
mismo es una exigencia de la existencia indispensable para la vida.
La representación de sí mismo
En el origen de la angustia
El formador
Siempre recordar
Comentario: escribir y leer un texto, escribir y luego hablar sobre dicho texto, sobre
sus sensaciones y sus emociones vividas con otras personas, permite acceder a un
cierto grado de distanciamiento emocional y, por lo tanto, de empatía tónico-emocional,
pero particularmente ser escuchado serenamente por otros que os comprenden y que
han vivido las mismas situaciones.
Ser escuchado en las emociones de hoy hace siempre referencia a las emociones
de ayer.
Es un espejo revelador de sí mismo, de su propia historia.
Estar a la escucha de las propias sensaciones y emociones es un factor esencial
para tener acceso a la autoconfianza.
Compartir las mismas emociones, incluso las mismas fantasías arcaicas, remite a
las personas a una misma historia original universal; de ahí la intensidad relacional que
se desarrolla progresivamente entre las personas del trinomio. Aquí es donde lo
individual se une a lo universal.
Segundo nivel:
1 Finalidades de la formación:
♦ Estudiar el marco de la ayuda psicomotriz terapéutica.
♦ Estudiar la alteración psicomotriz, el origen y los síntomas.
♦ Iniciar la práctica terapéutica individual y colectiva.
♦ Profundizar el sistema de actitudes de las personas y la
estrategia necesaria para la ayuda (la estrategia del rodeo).
♦ Adquirir las competencias para trabajar en un equipo
sanitario pluridisciplinar.
♦ Adquirir las competencias para la entrevista con los padres;
este módulo de formación se orienta hacia el cómo soy y
progresivamente sobre el porqué.
Referencias bibliográficas
AUCOUTURIER, B. (2004): Los fantasmas de acción y la práctica psicomotriz. Barcelona.
Graó.
—(2018): Actuar, jugar, pensar: Puntos de apoyo para la práctica psicomotriz educativa y
terapéutica. Barcelona. Graó.
MORTARI, L. (2004): Apprendere dall’esperienza: Il pensare riflessivo nella formazione.
Roma. Carocci Editore.
MOTTANA, P. (1993): «Formación y Afectos. La contribución del psicoanálisis al estudio y a
la elaboración de los procesos de aprendizaje». Roma Ed. Armondi.
AUCOUTURIER, B. (2015): «Documento original sobre el primer y segundo nivel de la
PPA®» [Sin publicar].
5
Los cursos preparatorios
Comentarios: La consigna esta vez supone una intensa solicitud sensorial, sin poder
ver y poniendo la atención en sí mismo, así como en el espacio inmediato de los otros.
Durante este desplazamiento en tensión, el formador puede recordar: «sentir el suelo
con la planta de los pies, relajar los hombros y liberar la respiración».
Recomendación: Este juego está previsto en una sala anexa cuyo suelo está
protegido. La tierra sólo es manipulada; no es posible tirar la tierra sobre las paredes o
sobre las personas. Pueden hablar y reír.
Primer día
1.ª consigna: amasar la tierra a tres. El formador puede
proponer utilizar agua que él mismo distribuye.
2.ª consigna: amasar la tierra, desgarrarla, maltratarla,
«enfurecerla», todo ello acompañado por la voz y las palabras.
3.ª consigna: en silencio, reunir la tierra y formar una bola que
cada persona alternativamente puede alisar con lentitud y
precaución para crear una esfera casi perfecta.
4.ª consigna: llevar entre las tres personas esta esfera a la
sala donde las tres personas juegan juntas, pero esta pelota nunca
debe caer al suelo. Sin embargo, si esto sucede, el trinomio debe
limpiar inmediatamente las huellas de tierra que han ensuciado el
suelo.
Comentarios: Con este juego, termina el primer tiempo de esta creación, la esfera
será envuelta en una bolsa de plástico para que no se seque con el fin de ser utilizada
al día siguiente.
Segundo día
Los estiramientos
Estirarse libremente en el suelo, cambiando de posición (de la
espalda, sobre un lado, luego del otro, del abdomen, de rodillas, de
pie).
Se precisa a los participantes que hay tres tipos de
estiramientos:
♦ Uno activo, en el suelo, donde la persona participa
activamente en su estiramiento alternando con momentos de
relajación.
♦ El otro pasivo, en el suelo, donde la persona se coloca en una
postura de estiramiento, tipo yoga, y durante algunos minutos
se estira hasta una sensación de desaparición de los dolores
musculares y articulares. En efecto, la duración del
estiramiento estático permite la habituación de los órganos
sensibles al estiramiento de los músculos (el huso
neuromuscular) y los de las articulaciones (los órganos de
Golgi) favoreciendo la relajación y la distensión corporal.
♦ Existe otro estiramiento que llamamos «estiramiento
prolongado». En posición de pie, la persona con las manos
muy cercanas, brazos extendidos, imagina que traza en las
paredes, en el suelo y en el techo marcas circulares, líneas
rectas de arriba hacia abajo, o líneas rectas horizontales.
Colocándose en una posición fuertemente apoyada como si
proyectara pintura, con una expulsión acompañada de la
liberación de la voz. La mirada sigue constantemente todas
estas huellas.
Comentarios: Este estiramiento prolongado es una salida del cuerpo, una salida de sí
mismo, un «fuera de sí» hacia una representación externa imaginada, estando muy
involucrada emocionalmente en el cuerpo.
La duración de esta actividad debe ser bastante corta, ya que requiere un gasto de
energía importante, pero se reanudará en diferentes sesiones de formación personal,
ya que las personas viven gracias a este estiramiento prolongado, una sensación de
existencia de su cuerpo y del espacio, sobre un fondo de placer evidente, que da una
sensación de existencia en el mundo.
La respiración
Se pide a las personas que se centren en los movimientos
respiratorios detectados por los movimientos del abdomen. La
inspiración es nasal, la exhalación es bucal con un hilo de aire.
Prolongar la expiración representando el soplo sobre una
llama de vela, haciéndola sólo tambalear sin apagarla, luego inspirar
libremente.
Comentarios: «El aire es un regalo de la vida que pertenece a todos, que tomáis con
delicadeza y devolvéis con la misma delicadeza.»
La distensión de la cara
Relajar las mandíbulas, la frente, las cejas, y si persistiera la
tensión, las personas pueden tocar su cara.
Comentarios: Esta situación es una metáfora tónica y emocional que significa «de la
dependencia hasta la búsqueda de la independencia y el reconocimiento del error
educativo».
El poder corresponde a un estado tónico y postural elevado, de dominio sobre el
otro, mientras que el acompañamiento y la acogida, el apoyo, corresponden a un
estado tónico y postural de intercambio.
La situación precedente es emocionalmente muy intensa, debido a las variaciones muy
importantes y rápidas de la tonicidad y la gestualidad. Lo que es notable son las
«palabras encarnadas» en una congruencia donde el pensamiento es cuerpo y donde
el pensamiento es actuado.
Las variaciones tónico-emocionales se perciben inmediatamente, antes de que sean
comprendidas. Son la expresión de un comportamiento, de una actitud auténtica, y si
se dicen con palabras, pierden su intensidad y su sentido.
«La cosa, cuando se dice, ya no es la cosa, es otra cosa»
El psicomotricista es un especialista de lo no verbal, su formación le permite captar el
sentido inmediato del comportamiento por los cambios de la tonicidad, de la
gestualidad, de las posturas, del ritmo, de la voz, de la mirada, de la mímica y de las
emociones.
La situación a dos se puede vivir en el trinomio con dos actores y un observador.
Esta situación de la «palabra encarnada» hace pensar en el «no» expresado por el
psicomotricista, pero también en la ira del niño que sufre el no de los padres.
El psicomotricista es el garante de lo simbólico. Por eso, frente al paso al acto, sabe
decir «no» a condición de que él mismo sea claro con la ley. La ley es necesaria para
que el niño crezca seguro en la vida, pero no debe ejercerse para el placer sádico del
adulto. En este contexto se puede entender dicho ejercicio de la ley y como formulado
para el crecimiento psíquico del niño; de ahí la indispensable reflexión planteada a las
personas «¿cuál es vuestra relación con el no?»
La ira de un niño es un «maremoto» emocional tanto en la niña como en el niño.
Es una respuesta a una causa externa, a una frustración o a una amenaza ejercida por
el entorno: frustración de una necesidad, de un actuar, de un placer inmediato a vivir
sin que le sea posible al niño diferir su deseo y su placer. Entonces el niño se enoja
con el adulto que le prohíbe, que le impide actuar inmediatamente como quisiera.
La ira es una verdadera emoción, un agudo impulso de rechazo hacia los demás como
un mal objeto a eliminar.
El niño no puede controlar su ira, sus emociones negativas, porque sus estructuras
cerebrales que controlan sus emociones (el cerebro orbito-frontal) no están
suficientemente maduras: en menores de 5-6 años, el niño vive pulsiones motrices y
emocionales que lo invaden; es el cerebro arcaico y emocional (el cerebro límbico) que
domina (ataca, muerde, golpea, se enfurece, grita). No son caprichos ni trastornos
patológicos del desarrollo, sino la consecuencia de la inmadurez normal del cerebro.
El niño pequeño vive emociones sin filtro, sin posibilidad de apaciguarse en soledad
(miedo de la ira, de las penas, de la tristeza). Si el entorno no lo consuela ni lo protege,
el estrés libera descargas de cortisol (la hormona del estrés, muy tóxica para el
desarrollo cerebral).
El niño debe expresar sus emociones porque su retención lo hace sufrir e inhibe sus
pensamientos.
Consolar a un niño que llora invadido por las emociones, participa en la maduración de
su cerebro necesitado de ayuda para recobrar la calma. Un niño invadido por la
emoción, no debe permanecer solo.
Cada vez que el adulto tranquiliza, seguriza y consuela al niño, con una actitud suave
y cálida, un tono de voz calmante y una mirada comprensiva, ayuda al niño a hacer
frente a sus emociones y favorece la maduración del cerebro.
Si nadie ayuda al niño a calmarse, si se le deja frente a sus emociones, corre el riesgo
de no desarrollar sus conexiones cerebrales necesarias y no podrá controlar sus
emociones; es la puerta abierta a los trastornos del comportamiento: violencia,
depresión.
Situación colectiva: «humanos y lobos»
Condiciones: se preverá un cambio de papel para que todas las personas vivan las
dos funciones. Comentarios:
♦ Al definir la situación de juego antes de vivirla, los participantes pueden
anticiparse, representársela mentalmente, con el fin de atenuar las sorpresas y las
descargas emocionales que desestabilizan. Este principio pedagógico se retomará en
otras situaciones o, incluso la víspera, se podrá proponer una consigna para ser
jugada, como por ejemplo «mañana, se os invitará a construir una espada para un
combate».
♦ El lobo es la metáfora del agresor oral, del placer de devorar. Se trata de una
metáfora universal surgida de la relación primaria niño-objeto maternante. En efecto,
amar es incorporar en sí, es devorar al objeto maternante pero también es destruirlo y
perderlo. Esta pulsión devoradora sólo puede atenuarse en un contexto afectivo
envolvente y protector a condición de que el objeto maternante juegue la devoración a
través del «te como», que el niño se apropia abriendo el camino al simbolismo de la
devoración.
Estamos en el proceso de lo que llamo «el impulso biológico humanizado».
Comentarios: Esta situación es una metáfora de la relación del niño con el objeto
maternante. El objeto es fantaseado, abrazado, respirado, amado, en una relación de
placer intenso que seguriza al niño. Gracias a dicha seguridad, el niño se relaja, y
gracias a esta relajación puede alejarse del objeto pero sin perderlo de vista.
La reconquista del objeto exige por parte del niño una puesta en tensión para
encontrar el objeto. Esta acción hacia el objeto es interiorizada en la tonicidad, en la
postura, así como como en el pensamiento, pero sin actuar (se trata de una metáfora
tónico relacional).
Después de esta dinámica interna, encontrar el objeto provoca un intenso placer
seguido de una relajación importante al intentar alejarse del objeto aún más lejos.
De esta manera el objeto se convierte en un objeto de juego, en un símbolo
compartido con los demás, que incluye la regla de no hacer daño, lo que permite que
el juego perdure.
Comentarios: Se trata de una creación colectiva en la que cada miembro del trinomio
se involucra con gran implicación. La superficie voladora es creada. Cuando ésta es
lanzada en todas las direcciones del espacio, el placer del trinomio es evidente, por
una identificación muy personal con la superficie voladora que se eleva, vuela,
revolotea y se pliega sobre sí misma.
El ajuste de las personas, con lentitud o rapidez, a la superficie voladora de los
otros trinomios, requiere por parte de las tres personas una adecuada percepción para
no encontrarse con los otros grupos, siendo así que la tensión del trinomio con
respecto al objeto alcanza su apogeo, siendo ello vivido con un placer evidente en dar
vida a la superficie y particularmente de protegerla.
El trinomio anima un objeto, luego lo personifica (materniza, maltrata, un tesoro
robado que se convierte en un monstruo con una historia). Es una referencia al
pensamiento animista del niño durante el cual un objeto real se convierte en un objeto
virtual simbólico. Un gran momento para el trinomio.
Organización de la comida
Durante las sesiones de formación personal en la práctica
psicomotriz terapéutica, se organiza el ritual de la comida.
♦ El lugar: la comida se hace fuera de la sala.
♦ La duración: una hora.
♦ Cada uno trae su comida.
Comentario: Se trata de una metáfora de ayuda, de un apoyo sólido por parte de una
ayuda, deslizándose entonces el ayudado hacia el suelo para recargarse de energía y
encontrar la posibilidad de existir gracias a su cuerpo que le da la fuerza para atacar
simbólicamente.
Aceptar la debilidad de la persona es ayudarle a superarla.
Así sucede a menudo en terapia, donde el niño toma el poder sobre el terapeuta, le
da órdenes que éste ejecuta, o es maltratado; de esta manera el niño puede encontrar
la omnipotencia que será progresivamente atenuada por la integración del placer de
jugar y de los límites dados por el terapeuta.
Comentarios: Esta situación debe permitir analizar el poder de uno sobre el otro, se
trata de un espejo de nuestra manera de estar con los demás, y sobre todo con los
niños. Es necesaria una verbalización entre los dos compañeros, donde cada uno
habla de su deseo de poder, de su poder ejercido sobre otro o que desea ejercer sobre
otra persona. Un escrito será leído en el trinomio.
Comentarios «Si una persona se siente demasiado libre o demasiado contenida nos
hace infelices». El niño está sujeto al otro, incluso al comportamiento del objeto
maternante, y el niño no se atreve a utilizar sus propios recursos, sus propias
acciones, su propio saber.
A pesar de toda la libertad adquirida de actuar, procedemos, pensamos siempre en
función del otro que está en nosotros, a pesar de nuestra rebelión, de nuestro deseo
de ser nosotros mismos.
Comentarios: Una reflexión sobre la oposición de los deseos es interesante: «el uno
con el otro, pero oponiéndose en ciertos momentos uno contra el otro».
Comentarios: El peso percibido por una persona, así como por la otra, es una prueba
de la relajación de tono muscular.
Esta relajación de la tonicidad se busca como atenuación de la angustia, teniendo
en cuenta los vínculos entre la angustia y las resistencias tónicas.
Después de haber vivido estas 4 secuencias que forman un todo, un encuentro
verbal entre los dos compañeros es indispensable para expresar lo que ha sentido, lo
que habría deseado, lo que no le ha gustado durante todas estas acciones sobre su
cuerpo.
Sin embargo, si las personas están cansadas, se puede sugerir un descanso.
Esta situación de cuatro secuencias dura aproximadamente una hora. El formador
guía y divide el tiempo entre agitar, golpear, presionar y sentir el peso.
Esta fase, repetida en dos días consecutivos es necesaria para aprender la técnica.
Sin embargo, pudiera resultar tedioso tanto para la persona que actúa como aquella
que recibe.
El tercer día, la persona puede echar mano de su creatividad para evitar que la
técnica se convierta en tecnicismo: introduce sorpresas, rupturas en la repetición que
ponen al compañero en situación de despertar tónico y psíquico: la persona vive
entonces una pasividad activa.
La persona que actúa controla la duración de una hora con el reloj. El formador no
interviene
Es posible establecer un paralelismo con el bebé que vive el ritual de alimentación:
el objeto maternante introduce matices tónicos, posturales, emocionales, rítmicos,
vocales y en la utilización de la palabra, muy sutiles, evitando que se duerma y así lo
mantiene despierto sin perturbar su ritmo de succión.
Comentario sobre la piel: La piel es un órgano, una parte integrante del cuerpo, que
salvaguarda funciones vitales en el mismo:
♦ Una barrera cutánea (protege del exterior: choques, contaminación, microbios,
rayos ultravioletas),
♦ de regulación térmica que permite al cuerpo regular su temperatura,
♦ de regulación hormonal: permite la síntesis de la vitamina D así como el equilibrio
del calcio en el organismo.
♦ Una función inmunitaria: captura los cuerpos extraños (virus, bacterias,
alérgenos), estimula los glóbulos blancos, defensores del organismo.
Si la piel tiene funciones vitales, tiene un rol de comunicación entre el interior del
cuerpo y el medio circundante, estando dotada la misma de una extrema sensibilidad,
permitiendo el sentido del tacto (presión, temperatura, dolor) y una función psico-social
obvia: la de expresar emociones.
La intervención en la piel provoca la dilatación de los vasos superficiales, lo que
aumenta el flujo sanguíneo y aporta más oxígeno al tejido cutáneo.
Pero si la piel tiene funciones vitales y de comunicación, también tiene una función
psíquica inconsciente. En efecto, durante la fase de gestación, el feto se vive
contenido (la piel madura desde las primeras semanas), pero desde el nacimiento, sus
puntos de referencia cambian bruscamente y el bebé pierde su envoltura.
Después del nacimiento, la piel se relaciona con otras modalidades sensoriales
como la vista, el olfato y el gusto, así como con la sensibilidad cinestésica y el
equilibrio formando una envoltura corporal.
Durante las primeras semanas, las interacciones entre el objeto madre y el bebé
son fuente de placer así que el bebé fantasea una envoltura como placer. Esta
envoltura los mantiene unidos como un envoltorio psíquico imaginario.
La separación se producirá a partir de la distancia de los cuerpos de tal manera
que el bebé constituirá progresivamente su propia envoltura psíquica como continente
del origen de sí.
Situación en grupo: hablar sobre el contacto corporal
Situación colectiva
♦ B. Aucouturier:
AUCOUTURIER, B. (2004): Los fantasmas de acción y la práctica
psicomotriz. Barcelona. Graó.
—(2012): L’enfant terrible: ¿Qué hacer con el niño difícil en la
escuela? Barcelona. Graó
—(2018): Actuar, jugar, pensar: Puntos de apoyo para la práctica
psicomotriz educativa y terapéutica. Barcelona. Graó.
___________
* Mauro Polacco, neuropsiquiatra italiano, es autor de Psicoterapia quasi senza Parola.
Le relazioni di auito y le neuroscienze. Roma. Armando editore, 2015.
1 Traducción personal.
2 El texto de este subapartado está extraído de Actuar, jugar, pensar: Puntos de apoyo
para la práctica psicomotriz educativa y terapéutica, 2018.
3 Significa conocer el marco en el que la persona evolucionará pero también tendrá la
libertad de evolucionar. Esto es lo que llamamos metodología, que se construye respetando
la originalidad de cada persona, progresando en un marco definido y claro, mantenido por
el formador.
4 Todos los detalles de estos dos niveles de formación se encuentran en los dos libros
Los fantasmas de acción y práctica psicomotriz y Actuar, jugar, pensar. Puntos de apoyo
para la práctica psicomotriz educativa y terapéutica.
* Conferencia en el Congreso de la FNAREN en 2019.
5. E. ENRIQUEZ (1980), Formazione e percezione psicoanalítica: Proposte per gli
operatori social, a cura di Roberto Speziale-Bagliacca, Feltrinelli Milano.
* Formadora en la PPA® y coordinadora del centro de formación ARFAP de Bassano
del Grappa, Italia.
6 Para evitar la repetición de formador/formadora, he elegido el término genérico de
formador.
* Se trata de la observación hecha por Mendel durante un curso de formación personal
que conducía y al que había invitado en el año 2002.