Durante este tiempo de cuarentena he vivenciado diversas
sensaciones y emociones a las que creí estar preparada en su
totalidad, sin embargo cada día me sorprendo y al mismo tiempo sigo aprendiendo a sobrellevar esta nueva vida, una vida personal, familiar y social que debe continuar y que al mismo tiempo, debe responder a mis responsabilidades laborales, sin embargo, no dejo de pensar y de preguntarme, ¿estamos todos preparados para enseñar en situación de pandemia?¿nuestros estudiantes están en condiciones óptimas para aprender? Si finalmente nadie nos preparó para enseñar en esta modalidad de “distancia”, que va más allá de un distanciamiento físico, es una distancia emocional, socio- afectiva, cuyos aspectos son fundamentales para lograr aprendizajes en la diversidad de estudiantes. En la sala de clases no solo entregamos contenidos, puesto que sociabilizamos con nuestros alumnos, nos escuchamos, observamos cómo se encuentran cada día, pero hoy, siento que nuestro quehacer pedagógico se vuelve frío, distante, impersonal y no es por falta de vocación o de compromiso, sino que estamos viviendo un proceso de descubrimiento y adaptación a esta nueva realidad.