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MONÓLOGO DE LA EDUCACIÓN EN TIEMPOS PANDEMIA

¿Se han preguntado cómo empezó todo esto de la PANDEMIA? En realidad, nadie lo sabe, aunque hay
varias teorías, por ejemplo, que un murciélago crudo, que es un invento o copia china, es un virus creado por
algún país en potencia enojado con el resto del mundo o que algún nefasto-oscuro illuminati quiere acabar
con la humanidad; sin embargo, ninguna persona argumenta su hipótesis y eso nos hace dudar. Peor que
creerle a la toxica, justificando sus celos. 

En todo el mundo hay personas con todo tipo de razonamientos: lógicos, ilógicos, en fin. Los que creen
y hacen de todo y hasta asustados por todo. “Bueno qué vamos a hacer es el fin del mundo… nos vamos a
morir todos, es el chip del diablo”, mencionaban con cierto aire de espanto. Otros, que no creían y se la
pasaban en la calle sin mascarilla. “Eso no existe, es un invento del gobierno, no hagas caso sigue tu
vida normal”, decían.

Todos somos afectados, otros infectados también hay; perjudicados, aunque algunos más que otros. Pero hay
algo que nadie lo hace, nadie se pone en los zapatos de los estudiantes, que pobrecitos: “manda tu
trabajo ahorita”, “descarga tus ejercicios”,
“conéctate a la clase o no pasarás de año”.

Llueven decenas y decenas de tareas en pocos días y lo peor viene cuando toca un tema nuevo, que no
entendiste nada. Ayúdame, explícame, pásame. Y ni que decir de aquellos que no tienen un dispositivo
electrónico, mucho menos internet no pueden hacer nada. Pero para jugar Free Fire o Fortnite si de donde
también sacarán hay de todo. 

En este tiempo la educación ha cambiado y, mucho; quizás no esperábamos un cambio tan drástico, como ir
del campo a la ciudad o del campo a la Jhony. (USA). Sí, porque hoy la pandemia no parece pandemia.
Todos hacen lo que les da la gana. El carnet de vacunas no es obligación en la mayoría de países del mundo.
Al carnet también se le puede falsificar o suplantar. Pero no vinimos hablar de carnets sino del gran pretexto
que tiene el estudiante.
─La pandemia profe, ─dicen─.
─ ¿Por qué no hiciste el deber?, ─la pandemia profe─.
─ ¿Por qué no hiciste el deber?, ─la pandemia profe─.
─ ¿Por qué no trajiste el material?, ─la pandemia profe─.
─ ¿Por qué no viniste a clases?, ─la pandemia profe─.
─ ¡Pero sí era virtual!, ─la pandemia profe─.

Todo es la pandemia, pobrecita la pandemia suficiente tiene ya con luchar con su virus para contagiar.

Clases virtuales donde el estudiante o bien duerme, juega free fire, o revisa contenido en las redes sociales
en cantidades industriales, mientras tanto los maestros tratando de explicar y entender las dudas que
como estudiantes tienen; pero nunca falta el 
Maestro que en plena madrugada manda o publica una nueva tarea para entregar
ese mismo día en la tarde.

Y si hablamos de los tipos de estudiantes en clases virtuales pues están, los dormilones con cara de sueños,
los que llegan tarde… “en la paila de tostado”, los que tienen cara de hambre y los que no tienen cara, los
descarados y ni siquiera saben en qué página están, en qué cuaderno, ni siquiera se acuerdan en qué quedó la
clase anterior. Luego aparece la cepilla o intensa es la que llega primero, la que llama al profesor si él no
llega todavía, la que quiere participar en todo, la que no deja de hablar a nadie incluso a los demás les
«mutea» el micrófono. También hay de lo que nunca tienen nada, no tienen celular, no tienen computadora,
ni internet, no tiene audio, ni cámara, no tiene teclado no tiene cuaderno, ni lápiz ni borrador, no tiene nada.
Si lo ponen a hablar no tiene audio, ni audiencia, ni ganas, no tiene cámara. ¡Yo no sé! ¿Dónde está la
cámara, el celular?
Esta también el que llega tarde. Yo no sé cómo llega, pero llega, a la mitad de la clase, incluso llega al final.
El muy insolente no dice ningún motivo, razón o circunstancia. También está el que siempre le falla
el internet, tiene una conexión satelital, que justo llovió y se fue al Cairo todo. Al que se le va la luz, todos
en el barrio en clases, pero justo en la casa de él están cambiando el medidor de la luz. El que no escucha, el
que se le entrecorta el audio y eso es que no les cuento los que mandan un mensaje, primero full faltas de
ortografía y segundo no se entiende nada en el escrito.

Asimismo, el que se la pasa solo comiendo, el ruido extraño era la boca masticando. Luego está el que no
desayunó y como en plena clase comienza a bostezar otra en plena clase se pone a masticar chicle como
camello. Estudiante Dromedario deje de mascar chicle que parece llama tascando yerba. Y los que siempre
reportaban que les sacaban de clases que les «muteaban» el micro en fin… no sé si son los mismos que
nunca tienen la tarea ni la exposición. Y están los que amagan que están en clases virtuales, total están en
pleno juego en el celular entra la mamá y salen corriendo por no aguantar y se pegan un resbalón por la
escalera cayendo como zambo. Pero bueno demos un aplauso a los que no aprendieron nada. Porque
hicieron el esfuerzo de tener por lo menos el celular y el inter, eso debieran aplaudir a los padres, ellos se lo
dieron. Y como no felicitar a los que entraban a clases virtuales los sábados pensando que era viernes. Y
como no hablar de los que entran con ganas a clases y se quedan dormidos, o será que el profe los hizo
dormir, en fin. Hay de todo.

Pero si lo virtual era un tema para que nos estresemos; peor aún lo presencial, algunos llegan a clases sin
material para trabajar, ya mismo hasta se olvidan de traer sus cabezas. Se imaginan. ¡Los muertos vivientes
van a clases! O lo que es peor, ¡estudiantes sin cabeza prestan atención! Es inverosímil. Algunos están
muertos en vida realmente, no solo por el olor, sino porque nunca aprenden nada, no participan en nada, no
saben nada, no dicen ni hacen nada. Son como el pato, nada. ¡Vienen solo a calentar bancas!, dijo alguien.
Zombis, para el día del medio ambiente se organiza un torneo Zombis vs plantas.

Saben esto de las clases presenciales con aforo reducido y soplo tres días a la semana como que el virus
trabajará saltándose un día. Como cuando con pocos estudiantes el virus también no infectara. Pero reglas
son reglas y hay que cumplir. Pero aplaudamos su esfuerzo, en plena pandemia intentando aprender algo, al
menos algo intentan. Pobrecitos apiádense de estos pobres, vagonetas, que lo único que hacen bien es jugar
juegos o ver videos.

Pasemos a revisar el aprovechamiento de los pobres muchachos. Pareciera que se quedaron 2 años atrás con
su aprendizaje, retrógrados, otra vez, aquí también cantemos: “atrasado cuy asado en la paila de tostado”. Y
hablando de tostado, como hacen los estudiantes para comer, tostadito, si no hay bares abiertos por la
pandemia. Sin duda lleva su propia comida, pero no es alimento, es pura comida chatarra, pura golosina en
semáforo rojo.
Me pregunto no estarán armando una bomba de tiempo, con todo esto. No creo, no sé. Los estudiantes con
educación súper irregular, los docentes 3 vacunas y aún se contagian. Como dice el dicho la vacuna sirve
para todo menos para inmunizar. Y nos reímos, ¿qué más podemos hacer?
Las clases virtuales excelente pretexto para jugar Free Fire o Fortnite, y redes sociales, y de todo hacer,
menos atención prestar.
Esto se pone peor, escuchen, ¿Qué vamos hacer con una generación idiotizada y analfabeta? A esto tiene
respuesta mi amiga la Tula. Ella dice que tos esto es parte del NOM (nuevo orden mundial) Algunos llegan a
creer que las vacunas es parte de eso, pero no todavía no gente grande, pero ya es un ensayo. Hablando de
ensayo los estudiantes creen que vive una vida de ensayo. No damas y caballeros vivimos una vida en vivo y
en directo, es la hora de actuar no hay vida editada. Ni estamos en diferido, ni mucho menos habrá una
opción para quitar las malas decisiones que tomamos o lo que no nos gusta o aumentar algo a nuestro saber.
La vida es hoy y hay que vivirla.

Para culminar

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