A efectos de utilidad y uso, se suelen distinguir tres clases de software:
De programación. Se trata del conjunto de herramientas que permiten desarrollar
programas informáticos. Son por así decirlo, la carrocería de un automóvil. Ejemplos son los editores de texto o los compiladores de código. De aplicación. Acapara las herramientas que posibilitan una actividad o una acción de forma digital. Siguiendo con el símil, en este caso serían las ruedas y pedales del coche. Ejemplos son los videojuegos o el software de ofimática. De sistemas. Consiste en la correcta relación que se establece entre usuario y software, siendo la cara más visible del proceso de experiencia. Aquí podemos confirmar finalmente, que se trataría del volante y motor. Ejemplo son los sistemas operativos o los servidores.