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Cuerpos sexuados La politica de género y la construccién de la sexualidad Anne Fausto-Sterling ‘TRADUCCION DE AMBROSIO GARCIA LEAL melusina «Aquel sexo que prevaleciere» El continuo sexual En 1843, Levi Suydam, un vecino de veintitrés afios de Salisbury, Con- necticut, solicité a la junca electoral de la ciudad el permiso de votar como miembro del partido conservador en una refida eleccién local. La solicitud suscité una andanada de objeciones por parte de la oposicién, por una ra26n que debe ser bien rara en los anales de la democracia nor- ceamericana: se decia que Suydam era «mas hembra que macho», por lo ‘que su papeleta no tendsfe valider (ya que sélo los varones cenfan dere- cho a voto). La junta llamé a un médico, un tal William Barry, para que examinara a Suydam y zanjara el asunco. Presumiblemente, tras obser- var un falo y unos testiculos, el buen doctor certificé la masculinidad de Suydam, lo que permitié a los conservadores ganar la eleccién por un voto de diferencia. Unos dias més tarde, sin embargo, Barry descubrié que Suydam menstruaba regularmente y tenfa un orificio vaginal. También cen‘a la cadera ancha y los hombros estrechos propios de la constitucién feme- nina, pero ocasionalmente sentia atracci6n fisica por el sexo «opuestor (que para «él» era el femenino). Por otra parce, «sus propensiones fe- meninas, como la aficién por los colores vistosos y los retales de cali- 66, que comparaba y unia, junto con su aversién al trabajo fisico y su incapacidad para ejecutarlo, eran recalcadas por muchos». (Nérese que este médico decimonénico no distinguia entre «sexor y «género~, porque encontraba {a aficién a coser cetales de calicé can indicative como la anatomia y la fisiologia.) Nadie ha podido averiguar atin si Suydam perdié su derecho a voto.’ Sea como fuere, esta historia da idea tanto del peso politico que impone nuestra cultura sobre la de- terminacién del «sexo» correcto de una persona como de la profunda 48 | Cucrpos sexuados confusién que siembean los casos en que éste no puede decerminarse con facilidad. La cultura europea y americana estd profundamence comprometida con la idea de que sélo hay dos sexos. Incluso nuestro lenguaje rehtisa ottas posibilidades, de manera que para escribir sobre Levi Suydam y ‘ottos casos parecidos he cenido que inventar convenciones: eV/la para de- norat individuos que no son ni macho ni hembra, o quizd son ambas co- sas a la vez. La convencién lingiisstica tampoco es un capricho. Encajar cen la categoria de varén 0 mujer tiene una relevancia social concreta Para Suydam (y todavia hoy para las mujeres en algunas partes del mun- do) significaba el derecho a voto. También puede significar el servicio militar obligatorio o el sometimiento a leyes relativas a la familia y el matrimonio. En muchas partes de Bscados Unidos, por ejemplo, dos in- dividuos legalmente registrados como varones no pueden mantener re- laciones sexuales sin quebrantar leyes contre la sodomia.” ‘Nuestros cuerpos bioldgicos colectivos, sin embargo, no compacten el empefio del Estado y Ia legislaciGn en mantener slo dos sexos, Ma- cchos y hembras se sitdan en los extremos de un continuo biolégico, pero hay muchos otros cuerpos, como el de Suydam, que combinan compo- nentes anatémicos convencionalmente atribuidos @ uno u otro polo. Las implicaciones de mi idea de un continuo sexual son profundas. Si la ne- turaleza realmente nos ofrece més de dos sexos, entonces nuestras nacio- nes vigentes de masculinidad y feminidad son presunciones culturales. Reconceptualizar a categoria de «sexo» desafia aspectos hondamente artaigados de la organizacién social europea y americana En efecto, hemos comenzado a insistir en la dicotomia macho- hembra a edades cada vez més tempranas, lo que ha contribuido @ que cl sistema de dos sexos se implante mas profundamente en nuestra vi- sign de Ja vida humana y nos parezca innato y natural. Hoy dia, meses ances de que el fero abandone el confort del ticero, la amniocentesis y Jos ultrasonidos identifican su sexo. Los progenitores pueden asi elegir por anticipado el papel pintado del cuarto del bebé: morivas deporti- ‘vos —en azul— si esperan un nifio y florales en tosa— si esperan ‘una nifta. Los invescigadores casi han completado la puesta a punto de Ja tecnologia que petmite elegir el sexo del bebé en el momento de ka fecundacién.* Ademés, las técnicas quistirgicas modernas concribuyen ‘a mantener el sistema de dos sexos. Hoy los nifios que al nacer no son «ni una cosa ni otra, 0 ambas»* (un fendmeno bastante corriente) desa~ parecen pronto de la vista porque los cirujanos los «corrigen» sin de- ‘mora, En el pasado, sin embargo, los incersexuaies (0 hetmafrodias, 50. | Cuerpo senuados como el mensajero de los dioses, pattén de la misica, controlador de los, suefios y protector del ganado) y Afrodira (la diosa griega del amor se- xual y la belleza). Hay al menos dos mitos griegos sobre el origen del primer hermafrodita. En uno, Afrodita y Hermes engendran un hijo do- tado con las atributos de ambos progenicores, los cuales, indecisos sobre Ja masculinidad o feminidad de Ia criacura, deciden darle el nombre de Hermafroditos, En el otro, el hijo es un vardn asombcosamente bello del que se enamora una ninfa, Rendida por el deseo, entrelaza su cuerpo con el de su amado hasta ral punto que se convierten en uno. Sila figura del hermafrodita ha parecido lo bastante excrafia para ins- pitar especulaciones sobre su origen, también se ha concemplado como. Ja encarnacién de un pasado humano anterior a la divisién sexual dua- lisca. Los primeros intérpretes de la Biblia pensaban que Adén comenzé su existencia como hermafrodica, y que slo se dividié en das indivi- duos, varén y mujer, después de caer en desgracia. Platén escribié que ‘en un principio habja tres sexos —masculina, femenino y hermaftodi- ta— pero que el tercer sexo se perdié.® Las distinras culearas han tratado a los intersexuales de came y hue- so de maneras diferentes. Los textos religiosos judaicos como el Talmud y la Tosefta incluyen largas listas de normas para la gente de sexo mix- 10, que legislan sobre derechos de herencia y conducta social. La Tosef- 1a, por ejemplo, establece que los hermafroditas no pueden heredar el patrimonio paterno (como las hijas) ni secluirse con mujeres (como los hijos) ni afeitarse la barba (como los varones). Cuando estén menstruan- do deben aislarse de los varones (como las mujeres); tampoco se les per- mite dar testimonio o ¢jercer el sacerdocio (como las mujeres), pero se les aplican las leyes ancipederastia. Si la ley judaica promovia la integra- cidn cultural y social de los hermafroditas, los romanos fueron menos amables con ellos. En tiempos de Rémulo se ctefa que los intersexos eran un mal augurio, y a menudo se les mataba. En la época de Plinio, en cambio, los hermafroditas se consideraban aptos para el matrimonio.” ‘Al repasat la historia del andlisis médico de la intersexuslidad, pode- ‘mos hacernos una idea més general de la variacién de la propia historia del género, primero en Europa y luego en Norteamérica, que heredé las tradiciones médicas europeas. En el proceso podemos constatar que no hay nada natural o inevitable en los actuales tratamientos médicos de la rersexualidad. Los médicos de la Antigiiedad, que sicuaban el sexo y et _género a lo largo de un continuo y no en las categorias discretas de hoy, no se inmutaban ante los hermafroditas. La diferencia sexual implicaba tuna variacidn cuantitativa, Las mujeres eran frias, los varones calientes, Aquel sexo que prevaleciere» | 51 y las mujeres masculinas 0 los varones femeninos eran tibios. Ademés, la variacién sexual humana no se detent en el mimero eres. Los progeni- cores podian producir hijos con distintos grados de virilidad ¢ hijas con distintos grados de feminidad En la era premodetna competian vatias visiones de la biologia de la intersexualidad. Arist6celes (384-322 a. de C.), por ejemplo, categoriz6 Jos hermafroditas como gemelos incompletos. Aristoteles pensaba que los gemelos completos se daban cuando la madre aportaba materia sufi- ciente en la concepcién para crear dos embriones enteros. Ahora bien, si hhabfa mas materia de la necesaria para creat un individuo, pero no la su- ficiente para crear dos, entonces la materia sobrante se convertia en ge~ nitales affadidos. Sin embargo, Arist6teles no creia que los genitales de- finieran el sexo del bebé, sino que era el calor del corazén lo que determinaba su masculinidad o feminidad, y sostenta que, bajo su con- fusa anatomifa, todo hermafrodita pertenecia en realidad a uno de sélo dos sexos posibles. En el siglo 1 de nuestra era, el influyente Galeno cuestion6 la teoria aristorélica y argument que los hermafroditas perte- necian a un sexo intermedio, Galeno creia que el sexo emanaba de la ‘oposicién entze los principios masculine y fermenino en las semillas ma terna y paterna en combinaciGn con intecacciones entre los lados iz- quierdo y derecho del dtero. Superponiendo Las posibles grados de do- minancia entre las semillas masculina y femenina a las posibles posiciones del feto en el dtero, compuso una cuadricula que contenia de tres a siete casillas. Dependiendo de la casilla donde se sicuara el em- bri6n, su sexo podia ir desde enteramente masculino hasta enteramente femenino, pasando por varios estados intermedios. Asi pues, los pensa- dores de la tradicién galénica no crefan en una separacién biolégica es- table entre la condicién masculina y la fernenina.* Los médicos medievales maneuvieron a teoria clisica del continuo sexual, aunque con divisiones cada vez mds marcadas dentro de la vacia~ ion sexual. Los textos médicos medievales refeendaban la idea clisica de que el lado derecho del titero, mis caliente, producia varones, mientras que los fetos implancados en el lado izquierdo, més fef0, se desarrollaban como mujeres, y los implantados hacia el centro se desarrollaban como mujeres masculinizadas 0 vatones feminizados.” La nociéa de un conti- uo calorifico coexistia con la idea de que el titero estaba dividide en sie- te cémaras separadas. Las tres de la derecha daban varones, las tres de la inquierda mujeces, y la cémaca central hermafroditas."” 1a disposicién a buscar un sitio para los hermafrodicas en la teoria cientifica, sin embargo, no se tradujo en aceptacién social. Histérica- 52 | Cuerpossenuados mente, los hermafroditas han sido vistos a menudo como perturbadores, subversivos, 0 incluso frandulencas. Hildegarda de Bingen, una famosa abadesa y mistica visionaria alemana (1098-1179), condené cualquier confusién de las identidades masculina y femenina, Como ha sefialado la historiadora Joan Cadden, Hildegarda emplaz6 su condena «entre la asercién de que las mujeres no deberfan decir misa y una advertencia contra las perversiones sexuales ... Un desorden del sexo 0 los papeles se- xuales es una desorganizacién del tejido social ... y del orden religio- sov."! Una admonicién tan severa era imusual para la época, A pesar de la extendida incertidumbre sobre sus papeles sociales correctos, la ani- madversién hacia los hermafroditas se mantuvo comedida, Los textos miédicos y cientificos medievales consignaban rasgos de personalidad negativos, como un temperamento libidinoso en el hermafrodita mas- culino feminizado o mentiroso en el hermafrodita femenino masculini- zado,” pero la condena explicita parece haber sido infrecuente, Los bidlogos y médicos de la Epoca no tenian el prestigio social y la autoridad de los profesionales de hoy, y no eran los vinicos que estaban cen posicién de definir y reglar el hermafroditismo. En la Europa rena- centista, los textos cientificos y médicos a menudo propugnaban teorias contradictorias sobre la produccién de hermatroditas. Estas teovias no podian fijar el género como algo real y estable dentro del cuerpo, Ade- is, las resis de los médicos no s6lo competian entre si, sino también con las de la Iglesia, la judicatura y la clase politica, Para complicar més Jas cosas, cada nacién europea tenia sus propias ideas sobce los origenes, peligros, derechos civiles y debezes de los hermafroditas."* Por ejemplo, fen 1601 el caso de Marie/Marin le Marcis gener6 gran controversia en Francia, «Marie» haba vivido como una mujer durante veintitin afios antes de decidir vestirse como un hombre y acudir al registro civil para casarse con la mujer con quien cohabitaba. «Macin» fue arrestado y lle- vado a juicio, y ras escuchar sentencias pavorosas (primero a morir en la hoguera, pena que luego se Je «cedujo» a la horea... jy nosotros que pen- sabamos que nuestro corredor de la muerte era malo’) al final fue pues- to €n libertad con Ia condicién de que vistiera como mujer hasta los veinticinco afios. Bajo la ley francesa, Marie/Marin habia cometido dos delitos: sodomia y travestismo. a ley inglesa, en cambio, no condenaba explicitamente el travestis- mo. Pero recelaba de aquellos que adopraban el atuendo de una clase so- cial a la que no pertenecian, En un caso de 1746, Mary Hamilton se casé con otra mujer tras cambiarse ¢l nombre por el de «Dr, Charles Hamil- tony. Las auroridades legales estaban seguras de que habfa cometido una “Aguel sexo que prevalecieres | 53 falta, pero no pudieron concretacla. Al final la acusaron de vagancia, con Ia excusa de que la suya era una trampa inusualmente abominable, aun- que comin"? Durante el Renacimiento no hubo un tratamiento legal especifico lel hermafroditismo, Mientras que en unos casos interventan médicos del Estado, en otros era la Iglesia la que comaba Ia iniciativa. Por ejem- plo, en ef afto 1601 (el mismo del arcesto de Marie/Marin) en la ciudad icaliana de Piedra un joven soldado llamado Daniel Burghammer asom- bré a su regimiento al parir una nifia perfectamente sana. Después de que su alarmada esposa llamare a su capitén, Burghammer confesé que era mitad var6n mitad mujer. Bautizado como hombre, habia servido como soldado durante siete afios, a Ia vez que trabajaba de herreto. Burghammer dijo que el padre de la criatura era un soldado espanol. Sin saber qué hacer, el capitan norificé el caso a las autoridades eclesifsricas, quienes decidieron bautizae a la nifia, que recibié el nombre de Fliza- beth. Una ver destetada (Burghammer amamanté a su hija con sus pe- chos fermeninos) varias ciudades compitieron por el derecho a adopratia La Iglesia declaré que el nacimiento de la nifta habia sido un milagro, pero le concedié el divorcio a la esposa de Burghammer, presumible- mente porque la capacidad de dar a luz de éste parecia poco compatible con el papel de esposo,”? Las historias de Marie/Marin, Mary Hamilton y Daniel Burghammer ilustran un tema bien simple, Distintos sistemas legales y religiosos de istintos pafses contemplaban Ja intersexualidad de manera diferente. Los italianes parecian relativamente poco preocupados por la cransgte- sidn de las fronceras entre géneros, al contrario cle los franceses, quienes la sancionaban rigidamente, mientras que los ingleses, aunque la deces- taban, se preocupaban mds por Ja transpresién de las fronteras entre cla- ses. Aun ast, por coda Eucopa la distincién tajante entre macho y hem- bra estaba en el miicleo de los sistemas legales y politicos. Los derechos de herencia, los cédigos penales y el derecho al voto y la participacién en él sistema politico estaban todos determinados en parte por el sexo. 2Y los que estaban en medio? Los expertos legales reconocfan la existencia de hermafrodicas, pero insistian en que se posicionaran en este sistema dualista, Sir Edward Coke, afamado jurista inglés de principias de la edad moderna, escribié: «Ln hermafrodita puede adquirir pacrimonio con arreglo a aquel sexo que prevalecierev,"® Similarmente, en la prime- ra mitad del siglo xvii los hermafrodieas franceses podian cestificar en los juicios y hasta casarse, siempre que se atuvieran al papel asignado por eel sexo que domina su personalidad». 54 | Cuerpos sexuados Los expertos médicos y legales estaban de acuerdo en que el indivi- duo el/la tenia el derecho a decidir qué sexo prevalecfa, pero una vez hecha la eleceién se esperaba que se aruviera a ella. La pena por contra- venir esta norma podia ser severa, Lo que estaba en juego era el mante- niimiento del orden social y los derechos del hombre (en sentido literal). Asi pues, aunque estaba claro que algunas personas tenian un pie a cada lado de la divisién macho‘hembra, las estructuras sociales y legales si- guieron apegadas a un sistema de dos sexos.® La conscruccién de! intersexual moderno ‘A medida que la biologfa se consrituyé en disciplina organizada a fina- les del siglo xvin y principios del x1x, fue ganando cada vez més auto- ridad sobre la disposicién de los cuerpos ambiguos."” Los cientificos decimonénicos adquiricron una percepcién clara de los aspectos esta- disticos de la variaci6n natural,” pero este conocimiento trajo consi- {go Ia auroridad para declarar que ciettos cuerpes eran anormales y re- querian una correccién.” El bidlogo Isidore Geofitoy Saint-Hilaire interprets un papel proragonista en la reformulacidn de las ideas sobre las diferencias sexuales. Funds una nueva ciencia, que lamé feratologha, ppara el estudio y la clasificacién de los nacimiencos inusuales. Seint-Hi- laze y otros bidlogos de su misma cuerda se pusieron a estudiar todas las anomalias anatSmicas, y establecieron dos importantes principios que comenzaron a inspirar las aproximaciones médicas ala vatiacién natural En primer lugar, Saint-Hilaire arguments que

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