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Capitulo 2
Capitulo 2
Revisionismo Historiográfico
1
(escenificado por el desarrollo político y la modernidad) se enfrentó en contra del
conservadurismo, mismo que se representa por el retorno a las viejas formas de
dominación colonial. De tal forma que la perspectiva historiográfica tradicional se
fundamenta por una idea maniquea del desarrollo político de México, teniendo
como conclusión de este profundo enfrentamiento entre contrarios, a la victoria y
consolidación del liberalismo como el único proyecto de nación.
2
tensión determinante del desarrollo de la historia política mexicana del siglo XIX
entre el pasado (hispano) con el futuro político moderno. 2
Francois Xavier Guerra cuestiona esta nueva dicotomía que propuso O’Gorman,
en la cual se puede explicar las tensiones y problemáticas de la historia política de
México del siglo XIX, a través de la contraposición entre el mundo moderno
(francés-anglosajón) y el tradicional hispano, señalando que no todo lo español
era conservador y que no todo lo relacionado con las culturas occidentales era
propiamente moderno o liberal. Para esto expone que los orígenes del
pensamiento liberal mexicano, proviene del desarrollo y conformación de las
cortes de Cádiz en 1810, es de esta manera que el movimiento revolucionario
español resulta como la matriz ideológica de la guerra de independencia en
México, así como de su complejo entramado político de los años posteriores. 3
Cabe señalar que a diferencia de la historiografía tradicional, Guerra expone que
la iglesia no se comportó como el centro del pensamiento conservador, sino que
en muchos sentidos se mantuvo como un punto ideológico en común de los
distintos sectores en conflicto, rompiendo así con el esquema en el que se
comprendía a la iglesia como la imagen de la hispanidad conservadora.
2
Ibídem, p. 41
3
Véase a Brian F. Connaughton, “Sobre Francois Xavier Guerra, 1942-2002.”, Signos Históricos, no. 10, julio-
diciembre, 2003, 116-130 pp.
4
Véase a Charles Hale, El liberalismo mexicano en la época de Mora, 1821-1853, México, Siglo XXI, 1972;
Charles Hale, La transformación del liberalismo en México a finales del siglo XIX, México, Fondo de Cultura
Económica, 2002.
3
encuentran en las construcciones teóricas europeas y americanas. Para ello
demuestra que los dos pensadores más importantes del momento: Mora y Alamán
(y los cuales, según la historiografía tradicional se encontraban en una clara
oposición teórica), en realidad tenían varios puntos en común, de tal manera que
la noción tradicional sobre la completa oposición entre liberales y conservadores
resulta un tanto difusa. En su obra La transformación del liberalismo en México
analizó la segunda mitad del siglo XIX, señalando que después de la primera
experiencia de la doctrina liberal mexicana se desarrolló un proceso de adaptación
teórica liberal a las condiciones históricas del país, pasando de la implementación
de las políticas liberales radicales de 1857, junto con los conflictos políticos y
sociales que esto conllevo, a la consolidación del liberalismo mediante un pacto
con las élites sociales del país.
Así mismo, en los estudios de la segunda mitad del siglo XIX sobresalen aquellos
relacionados a la importante transformación política y social de la guerra de
reforma. Dentro de ellos, Josefina Zoraida Vázquez compiló un conjunto de textos
en el que analizan el fenómeno del “juarismo” desde distintos enfoques
sociales.5En este libro, Silvestre Villegas Revueltas analiza el fenómeno de los
golpes de estado desde la intervención de Mariano Aristas hasta la administración
de Benito Juárez, explicando que si bien los golpes de estado fueron una
constante en la vida política de México durante este periodo, dentro de estos
fenómenos se pueden apreciar notables diferencias, mismas que comenta el
autor, determinaron en cierto sentido el desenvolvimiento histórico del momento. 6
Cabe resaltar que Silvestre Villegas expone que los constantes golpes de estado
experimentados en ese momento, muestran un evidente conflicto para hacerse del
control político entre el poder ejecutivo y el legislativo. Por un lado, los jefes de
estado intentaban consolidar un gobierno centralizado, capaz de impulsar las
reformas políticas necesarias para el desarrollo político del país; mientras que por
otro lado, el legislativo cuidaba los principios teóricos del liberalismo, al señalar los
peligros democráticos de inclinar la estabilidad constitucional hacia el presidente.
5
Véase a Josefina Zoraida Vázquez, Juárez: historia y mito, México, El Colegio de México, 2010.
6
Véase a Silvestre Villegas Revueltas, “El golpe de estado en el imaginario juarista” en Josefina Zoraida
Vázquez, Op.cit.
4
De tal forma que a lo largo del texto, el autor expresa el dilema del accionar
político mexicano del periodo: por un lado los gobernantes del país necesitaban
consolidar su poder político (incluso aplicando golpes de estado), pero a la vez
necesitaban cuidar la legitimidad constitucional de su administración.
De igual forma, Brian Hamnett le dedicó gran parte de su trabajo al estudio del
desarrollo político de México desde la época colonial hasta el final del siglo XIX. Al
igual que los anteriores autores, tuvo un particular interés en el análisis del
ascenso y conformación de la modernidad en la Nueva España y en el México
independiente, pero diferenciándose de los anteriores autores por sus detallados
estudios regionales del estado de Oaxaca y por el importante acercamiento
económico para explicar los distintos procesos políticos del periodo. 7 Por ejemplo,
para exponer el ambiente de inestabilidad política y confrontación social que
imperó durante gran parte del siglo XIX, considera como un elemento fundamental
el papel de la precaria estabilidad económica que experimentó el estado (por
ejemplo el problema para financiar a las fuerzas armadas, adeudos
internacionales, etc.), misma que determinó la imposibilidad de suministrar los
recursos necesarios para un desarrollo estable del país. 8
Como se ha podido observar, sin duda existe una amplia historiografía relacionada
a la historia política del siglo XIX. Dentro de esta, el revisionismo historiográfico
marcó un punto de ruptura en relación a la perspectiva tradicional del estado,
impulsando así distintas tendencias de interpretación histórica. Cabe recordar que
el discurso de la historiografía oficial, por lo menos la elaborada al final del siglo
XIX, se caracterizó por tener como centro de estudio a los programas y
constituciones políticas que se elaboraron durante el periodo. Este fenómeno
historiográfico, ocasionó que el revisionismo al buscar nuevos horizontes de
explicación, no considerara a las constituciones ni a la historia de los procesos
jurídicos, como líneas de explicación histórica. Es de esta forma que la mayoría de
las producciones académicas durante el siglo XX no asumieron a los poderes de
7
Véase a Josefina Zoraida Vázquez, Sobre Brian Hamnett, Juárez, Historia mexicana, vol. 44, no.1, julio-
septiembre 1994.
8
Véase a Brian Hamnett, Historia de México¸ Madrid, Akal, 2013.
5
emergencia como un elemento de estudio. No obstante, los campos de reflexión
que se impulsaron en ese momento fueron innovadores e importantes para el
pensamiento histórico.
9
Emilio Rabasa, La constitución y la dictadura, México, Comité de asuntos editoriales, H. Cámara de
Diputados, 1999.
10
Caracterizada por exponer la visión del estado de los procesos históricos y de desarrollar fundamentos
ideales nacionalistas.
6
En general la exposición de Rabasa se enfoca en criticar el uso político que
tuvieron las constituciones en la historia de México durante el siglo XIX, señalando
que en este periodo las cartas magnas se concibieron como el único medio para
solucionar todos los problemas políticos que se experimentaron en ese momento.
Frente a esto, Emilio Rabasa expone que las constituciones elaboradas en ese
periodo estuvieron completamente apegadas a la teoría política liberal, pero sin
tener en cuenta las condiciones reales de emergencia que se experimentaban en
ese momento, de ahí que gran parte de su obra se enfoque en analizar las
prácticas dictatoriales que ejercieron los gobiernos durante el siglo XIX. Para ello y
con motivo de análisis, Rabasa divide su exposición mediante tres figuras
presidenciales: Santa Anna, Juárez y Díaz.
11
Por lo menos la experiencia constitucional liberal de México durante el siglo XIX.
7
ambos conceptos, por un lado el accionar político concentrado en la producción de
constituciones liberales “ideales” y, por otro lado, la aplicación de medidas
políticas extralegales para enfrentar los múltiples estados de emergencia. Llama la
atención que en su concepción de la dictadura se pueden diferenciar tres
definiciones, las cuales corresponden a las figuras presidenciales de Santa Anna,
Juárez y Díaz.
12
Emilio Rabasa, Op. Cit. P. 75
8
durante la época imperial, explicando que sus acciones políticas no eran propias ni
siquiera de los peores emperadores.13
Por otro lado, la dictadura de Díaz la consideró como una consecuencia lógica del
desarrollo histórico del estado mexicano, explicando que el adelgazamiento del
poder ejecutivo en la constitución de 1857 obligó a que el presidente (en ese
entonces Benito Juárez) optara por la aplicación de medidas dictatoriales para
hacerle frente a las condiciones emergentes del país. Ocasionando que, tras el
término de la guerra de reforma y la victoria del republicanismo federal, se
necesitara la figura de un poder que centralizara el estado e impulsara condiciones
de paz y desarrollo durante un tiempo considerable; de tal forma que el largo
gobierno de Díaz fue considerado como una dictadura benévola, tranquila y
positiva para el país.
9
se asignó el artículo 29 para incorporar y detallar la declaración de estado de
emergencia. Esta herramienta no fue declarada hasta la segunda guerra mundial,
cuando embarcaciones petroleras mexicanas fueron atacadas por submarinos
alemanes en mayo de 1942.Este acontecimiento desató la participación directa de
México a la segunda guerra mundial, ocasionando que por primera vez desde la
promulgación de la constitución de 1917, se declarara el artículo no. 29. En medio
de este ambiente político, los importantes académicos del derecho Antonio
Martínez Báez y Felipe Tena Ramírez, presentaron un conjunto de exposiciones
en el que se dieron la tarea de reflexionar y analizar la historia política de los
poderes de emergencia en México, esto con el fin de comprender el escenario que
estaban experimentando en ese momento.
14
Antonio Martínez Báez y Felipe Tena Ramírez, Suspensión de garantías y legislación de emergencia.
Concepto general del estado de sitio. Las facultades extraordinarias en el Derecho mexicano., México,
UNAM, Facultad de Derecho, 2006.
15
Ibídem, p. 8
16
El positivismo legal o jurídico se desarrolló como una respuesta a los estados absolutistas y dictatoriales
que se experimentaron en Europa y en América latina durante el siglo XIX.
10
suspensión de derechos elementales de los ciudadanos. A su vez, considera que
este fenómeno desencadenó en los estados hispanoamericanos del siglo XIX la
conformación de gobiernos con expresiones dictatoriales, ya que para ejercer
facultades extra-legales no se necesitaba imponer una dictadura en el sentido
estricto de la palabra, es decir bajo la aplicación de golpes de estado, disolución
de congresos, etc., sino que “solo bastaba con que el poder ejecutivo revisara su
marco constitucional”,17 para ejercer el poder con todas sus herramientas jurídicas
posibles y en muchos de estos casos, de forma ilegal.
El autor expone que el estado de sitio contiene dos formas esenciales: las
facultades extraordinarias y la suspensión de garantías, estos procesos –comenta
Martínez Báez- guardan naturalezas distintas el uno respecto del otro. Esta
afirmación es importante, ya que bajo la tradición teórica del positivismo jurídico,
se mantenía la idea de que estas dos formas no podían comportarse de manera
independiente, y justo lo que afirma Martínez Báez es que no solo son
independientes, sino que tienen un desarrollo histórico distinto. Y de manera
específica, señala el autor que la paulatina independencia de las facultades
extraordinarias del poder ejecutivo, hizo posible que se implementaran políticas
extralegales bajo el velo de una estabilidad aparente del estado de derecho.
Si bien Martínez Báez elaboró una adecuada y mesurada reflexión acerca de las
condiciones jurídicas del estado de sitio, la resolución que expone conserva una
visión técnica del fenómeno. Para el autor, la característica más importante de la
historia del estado de excepción en México es que las facultades extraordinarias
del poder ejecutivo tuvieron un comportamiento independiente dela suspensión de
garantías, provocando que en distintas ocasiones los gobiernos se comportaran
de manera dictatorial, incorporando al ejecutivo funciones específicas del poder
legislativo pero sin decretar el estado de emergencia, o durante el periodo de
estado de sitio, la figura presidencial decretó ejercicios sin fundamento legal.
Frente a estas condiciones históricas, Martínez Báez señala que la manera de
resolver este problema político es la adecuación de la ley para limitar las
17
Ibídem, p. 12.
11
posibilidades jurídicas de que el poder ejecutivo adquiera mayores facultades de
las necesarias en un momento de emergencia.
Dentro del mismo ciclo de conferencias en la que participó Martínez Báez, Felipe
Tena Ramírez expuso el trabajo llamado “La suspensión de garantías y las
facultades extraordinarias en el derecho mexicano”. Se trató de una exposición de
carácter histórico, en la que relata y analiza el desenvolvimiento de las políticas de
emergencia en la experiencia mexicana, desde sus concepciones jurídicas en la
constitución de Cádiz hasta el establecimiento de la constitución política mexicana
de 1917. Cabe señalar que la exposición no se queda en un recuento acerca de
las incorporaciones y modificaciones jurídicas que tuvieron los poderes de
emergencia, sino que el autor muestra el proceso de tensiones y distensiones que
se experimentaron en el seno político mexicano durante periodos legales del
estado de excepción.
12
autor expone que el problema de la historia de los poderes de emergencia en
México se caracterizó por una aplicación extralegal de las facultades
extraordinarias, es decir, que el poder ejecutivo ejerció facultades propias de un
estado de excepción sin decretarlo de manera jurídica, ocasionando que la
sociedad en general y los distintos sectores políticos se acostumbraran al ejercicio
anticonstitucional, o no regulado, de los poderes de emergencia.
Considero que tanto Martínez Báez como Felipe Tena Ramírez caen en la
contradicción propia del concepto de lo político. Por un lado, dentro de sus
exposiciones dan cuenta de la imposibilidad de la regulación de los poderes de
emergencia, señalando que dentro de la historia política de México durante el siglo
XIX se lograron sortear las distintas condiciones de emergencia mediante el uso
(ilegal) de las facultades extraordinarias. Por ejemplo, dentro de la exposición de
las condiciones de agitación que experimentó México después de la promulgación
de la constitución de 1857, Tena Ramírez señala que… “en punto a facultades de
emergencia la necesidad rebasó las precisiones constitucionales, y por eso el
Congreso llegó a conceder al presidente lo que constitucionalmente no podía
otorgarle”.18Es decir, que las condiciones históricas superaron al derecho
estipulado en la constitución, ocasionando una reacción correspondiente a las
necesidades de emergencia y en este caso, sin un fundamento constitucional. Por
otro lado, Martínez Báez dedicó gran parte de su conferencia a exponer la postura
teórica de Carl Schmitt, enfatizando la propiedad excepcional de los momentos de
emergencia, o sea, la imposibilidad de reglamentar plenamente a los momentos
de excepción.
No obstante, ambos autores dan cuenta del desarrollo histórico de las facultades
extraordinarias, detallando en su condición autónoma en relación a la suspensión
de garantías, considerando a este fenómeno como determinante en la
conformación de gobiernos con prácticas dictatoriales. En el caso de Tena
Ramírez, el sentido de su exposición histórica es señalar la necesidad de
reglamentar y limitar las posibilidades de acción del poder ejecutivo durante los
18
Felipe Tena Ramírez, Op. Cit, p. 47.
13
momentos de emergencia, ya que al precisar los ejercicios que puede hacer o no
el presidente durante el estado de excepción, se puede definir y limitar lo que no
es propio del ejecutivo durante el estado normal del derecho.
De igual forma que los anteriores autores, Mario de la Cueva dedicó a este tema
una conferencia llamada “La suspensión de garantías y la vuelta a la
normalidad”,19esta se enmarca en el importante conjunto de trabajos teóricos e
históricos realizados en México tras la declaración de emergencia el 1 de junio de
1942de cara ala segunda guerra mundial. De manera específica, la exposición se
concentró en un mesurado análisis de las acciones, funciones y límites del poder
ejecutivo durante el estado de excepción, así como de los pasos a seguir para
regresar a un estado de normalidad jurídica tras el término de la emergencia.
Para adentrarse al tema, expone que existen dos posturas para comprender al
estado de excepción: la primera de ellas, considera que el decreto de emergencia
y el ejercicio de las facultades extraordinarias se pueden comprender como una
ruptura del orden establecido, es decir como una acción del estado fuera del
marco legal y por lo tanto sin control jurídico; mientras que la segunda postura
19
Mario de la Cueva, “La suspensión de garantías y la vuelta a la normalidad”, conferencia sustentada el 12
de febrero de 1945, Revista de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, tomo VII, enero-diciembre de 1945,
números. 25, 26, 27 y 28.
14
comprende a las herramientas excepcionales como una reafirmación de la ley, es
decir, como un ejercicio dentro del corpus legal; para ello considera que las
facultades de emergencia en México se manifiestan y tienen su campo de acción
dentro del artículo 29 constitucional, lo que supone ya en sí un control de la
técnica del derecho sobre la excepción.
20
Ibídem p. 65.
21
Mario de la Cueva expone que al integrarse el estado de excepción al margen constitucional, se entiende
que se trata de un artículo que reafirma o protege el estado de derecho, bajo este sentido es que entiende
que durante el estado de emergencia no se pueden suspender las garantías relacionadas a la protección de
la vida; de hacerlo de esa forma, se estaría atentando con el mismo principio constitucional.
15
encuentran articuladas en el marco legal. Él considera que al tratarse de una
afirmación del estado de derecho, por lógica no puede violar la principal noción de
protección de los derechos esenciales, pero debe de contar con las herramientas
para solventar la emergencia. De igual forma, establece que el artículo 29 tiene
como objetivo la protección del orden establecido, es decir, que se trata de una
herramienta que conserva el estado normal del derecho, o que busca regresar a la
normalidad el estado alterado de la nación; de tal forma que bajo su postura los
estados de emergencia no pueden ser utilizados para impulsar o establecer un
nuevo estado de legalidad. Dicho de otra manera, los poderes de emergencia no
pueden ser utilizados de forma revolucionaria.
22
Ibídem, p. 67.
16
Mario de la Cueva resuelve su exposición planteando que el problema de la
historia de las facultades de emergencia en México es que en realidad no se
aplican de manera adecuada los elementos jurídicos disponibles. Comenta que en
la mayoría de los casos, el presidente hizo uso de facultades que en sí no estaban
establecidas por la ley. De igual forma, señala que el congreso otorgó al poder
ejecutivo herramientas jurídicas extralegales en los distintos momentos de
emergencia, ocasionando que la aplicación del artículo 29en la historia política de
México se caracterizara por ser desbordado en términos jurídicos. 23 Cabe
mencionar que, haciendo un ejercicio comparativo entre los académicos del
derecho que reflexionaron acerca de los poderes de emergencia durante su
aplicación en la segunda guerra mundial, tanto las exposiciones de Martínez Báez
y de Felipe Tena Ramírez se entienden como una pregunta histórica sobre un
fenómeno que era incierto en sus horizontes de expectativa.Dicho de otra manera,
no sabían de manera específica qué iba a suceder tras la declaratoria de
emergencia de 1942. Diferenciándose de Mario de la Cueva, al que se le puede
comprender como una reflexión de las aplicaciones excepcionales del poder
ejecutivo, es decir, se trató de un análisis de lo ya acontecido. Esta diferencia
temporal en sus reflexiones determina la condición y forma de los
cuestionamientos que se elaboraron. En el primer caso (Martínez Báez y Felipe
Tena Ramírez), se problematizó la necesidad jurídica de los estados de
emergencia, así como las formas y medios jurídicos para llevarse a cabo; mientras
que en el otro caso (Mario de la Cueva), la reflexión se traspasó a las
posibilidades legales del poder ejecutivo durante un estado de emergencia y a los
pasos a seguir para regresar a un estado de normalidad jurídica. Dicho de otra
manera, se pasó del ¿por qué? Y ¿cómo actuar durante la emergencia?, al ¿por
qué se actuó de determinada forma? Y ¿Cómo regresar a la normalidad?
17
obstante, da cuenta de que a lo largo de la historia (por lo menos en la experiencia
histórica de México) no se han ejercido de manera positiva los elementos jurídicos
con los que se cuenta, inclusive señala que se han excedido las funciones que
debe de tener el poder ejecutivo durante los estados de emergencia. Dicho de otra
manera, Mario de la Cueva nos adentra al campo del “cómo debería de ser” la
aplicación del estado de excepción en México, pero a la vez nos expone que no
sucede de esa manera en términos reales. Y a diferencia de otros expositores del
tema, no considera que estas excepciones a la regla jurídica durante la historia
política de Méxicose expliquen porque las condiciones históricas de realidad las
exigían. De tal forma que se presenta una confrontación entre la técnica del
derecho (completamente positiva) y el accionar político de la realidad, es decir, la
historia.
Dentro de ellos, Jaime del Arenal Fenochio aportó un breve trabajo llamado
“Juárez: uso y abuso de las facultades extraordinarias”,24texto en el que se da a la
tarea de analizar la paulatina incorporación constitucional de las herramientas de
emergencia durante la presidencia de Benito Juárez, enfocándose en los distintos
momentos en los que el poder ejecutivo excedió sus facultades legales,
ejerciendoprácticas políticas sin un fundamento legal. Al tratarse de un capítulo
incorporado a una compilación de carácter histórico, inicia su exposición
introduciendo la noción básica sobre la naturaleza de las facultades
extraordinarias, señalando que esta herramienta rompe con la condición esencial
24
Jaime del Arenal Fenochio, “Juárez: uso y abuso de las facultades extraordinarias” en Josefina Vázquez
coord., Juárez, historia y mito, México, El Colegio de México, 2010.
18
de la división de poderes, por lo cual es una medida excepcional. Dentro de su
corta introducción llama la atención que,al igual que los autores analizados
anteriormente, comprende dos tipos de aplicaciones de las herramientas de
emergencia: las legales (constitucionales) y las ilegales, de tal forma que el centro
para definir la positivad o negatividad de una herramienta de emergencia es la
constitución, estableciendo como ejercicios ilegales todos aquellos que modifican
el estatus vigente. A lo largo del texto, del Arenal expone la historia de las
facultades extraordinarias durante el gobierno de Juárez, señalando que en
distintos momentos abusó de las herramientas legales, e incluso explicando que
desempeñó ejercicios políticos que no estaban fundamentados
constitucionalmente. Por ejemplo, el autor nos demuestra que la incorporación de
las leyes de reforma, no fueron fundamentadas constitucionalmente, ya que Benito
Juárez ejerció facultades extraordinarias sin que el congreso se las otorgará, esto
se debe a que él (Juárez) consideró que las había heredado del expresidente
Comonfort (al cual el congreso sí había autorizado el ejercicio de los poderes de
emergencia). No obstante del ejercicio ilegal de las herramientas de emergencia,
agregó facultades legislativas para crear e impulsar las leyes de reforma, 25 mismas
que alcanzaron el grado constitucional hasta 1873, durante la administración de
Sebastián Lerdo de Tejada.26
25
Cabe recordar que las facultades legislativas no estaban consideradas dentro del espectro de herramientas
de las facultades extraordinarias.
26
Ibídem, p. 170.
27
Ibídem, p. 165.
19
historia (realidad) y lo que consideran se debió de hacer en términos “técnicos”,
nos muestra el principal problema de la historiografía jurídica. Desde su
perspectiva, se utiliza la historia para señalar las deficiencias jurídicas que
persistieron durante distintos procesos temporales, estableciendo a los postulados
teóricos liberales en un lugar atemporal e incuestionable, en lugar de acercarse a
los procesos históricos como un medio para problematizar y cuestionar los
fundamentos técnico-ideológicos que nos rigen como sociedad.
20
ideas o conceptos políticos se establece como un cuestionamiento más profundo y
amplio de los procesos históricos.
28
Véase a José Javier Blanco Rivero, “La historia de los conceptos de ReinhartKoselleck: Conceptos
fundamentales, sattelzeit, temporalidad e histórica, Politeia, vol. 35, no. 49, Universidad central de
Venezuela, Caracas, 2012, pp. 1-33.
29
María Victoria Crespo, “Del republicanismo clásico a la modernidad liberal: La gran mutación conceptual
de la dictadura en el contexto de las revoluciones hispanoamericanas (1810-1830).”, Prismas, no. 17, 2013,
pp.67-87.
21
Victoria señala que el primer uso conceptual de la dictadura, apropiado por los
estados iberoamericanos, hizo referencia a la experiencia romana en el uso de la
dictadura como herramienta constitucional para momentos de emergencia, por lo
que fue plenamente aceptada y usada por los jóvenes estados americanos. No
obstante la autora muestra que después de 1820, ya concluidos los movimientos
de independencia, hay una transformación lingüística en la que se deja de hacer
uso de la palabra “dictadura” para dar cuenta de los poderes de emergencia
utilizados por una figura ejecutiva, para utilizar ahora el término de “funciones
extraordinarias”. Expone que esta transición responde a un cambio de paradigma
político, en el que de manera paulatina se dejó el republicanismo clásico (es decir
la aceptación de los poderes ilimitados por una figura ejecutiva), para apropiarse
de los elementos teóricos del liberalismo político, en el que se cuestiona y limita la
necesidad de utilizar las herramientas excepcionales durante momentos de
emergencia.
30
María Victoria Crespo, Dictadura en América Latina. Nuevas aproximaciones teóricas y conceptuales,
Morelos, Universidad Autónoma de Morelos, 2017.
22
segunda se trató de un ejercicio soberano de la dictadura para crear y
fundamentar una nueva ley, es decir con una postura revolucionaria.
23
siglo XXI, clasificando las formas de gobierno de tres maneras: 1) Estados
democráticos de legitimidad liberal (Chile y Uruguay), en esas naciones se vive
bajo un estable estado de derecho; 2) Estados democráticos de legitimidad
popular (Argentina, Venezuela y Bolivia), los cuales están estructurados de
manera populista y presentan vacíos legales antiliberales; y 3) Estados
democráticos de legitimidad fallida (México, Colombia, Nicaragua), estas naciones
se caracterizan por tener zonas de conflicto armado en contra de grupos
narcotraficantes; debido a las altas tasas de violencia, estas naciones presentan
espacios específicos de condiciones excepcionales, no obstante tienen una
organización política democrática.
24
Schmitt (y su análisis de la dictadura) tiene como objetivo, el dar cuenta del
concepto de lo político, no se trata de una exposición de las características de la
dictadura. Por otro lado, la propuesta que retoma de Andrew Arato puede
profundizarse más utilizando las reflexiones de la “teología política”, para explicar
esta relación democracia y practicas extralegales. 31 Por otro lado, comparar de
forma escueta los planteamientos teóricos de los dos autores presupone una
visión anacrónica del problema, ya que no se puede señalar como limitada a la
propuesta conceptual de Schmitt, para explicar a la historia política
contemporánea en América latina; ya que es evidente que no solo, no era la
intención de la obra schmittiana, sino que en sí mismo no tiene sentido dicho
planteamiento. De tal forma que su inclinación teórica por la propuesta de Andrew
Arato se debe a una cuestión de relación entre ambos contextos de enunciación, y
no a una correspondencia teórica frente al problema en cuestión, que es la
relación concreta entre lo político y el estado de excepción.
31
Véase a Carl Schmitt, Teología política I y II, Madrid, Trotta, 2009.
25