P asamos un quinquenio sin precedentes; un período donde el mundo entero
pareció colapsar, las industrias cerraron, las ciudades quedaron vacías, las calles se silenciaron y los templos se cerraron. Pero el evangelismo nunca quedo en cuarentena. El COVID-19 fue el detonador que nos llevó a reinventarnos a fin de seguir con el cumplimiento de nuestra Misión evangelizadora y redentora para el ser humano, pero no podíamos estar sin hacer nada, necesitábamos atender a las personas y aliviar el dolor en las personas.
Se levantaron hombres y mujeres de fe, que
llenos de coraje emprendieron osadas estrategias tanto virtuales como semipresenciales de predicación y bautismos; fuimos espectadores de grandes milagros y poderosas conversiones y testigos de 926 héroes del evangelismo en nuestra UPN.
Uno de ellos fue el evangelista laico, doctor,
abogado de profesión Hugo Becerra Pacherres, Pacherres como lo llamábamos no pudo quedarse con las manos cruzadas llevaba canastas solidarias de víveres a sus estudiantes de la Biblia con el fin de poder ayudar con algo de sustento a las familias, dos semanas antes de fallecer hizo un llamado en su CEO (Centro de evangelismo on line) llevando 12 almas al bautismo, se contagió del virus del COVID 19 en su labor evangelizadora y como cual soldado de la cruz cayo en batalla, pero murió como un evangelista predicando hasta quemar el ¨último cartucho¨.
No cabe duda de que en la prueba afloró lo mejor del pueblo adventista de la UPN: “Su pasión misionera”.
Por eso apreciados hermanos continuamos el camino de nuestros pioneros y
héroes, somos un pueblo que venció, vence y vencerá dificultades porque nos une una pasión; LAS ALMAS.