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Kratje & Pérez Rial (2012) - Aproximaciones Teóricas A La Noción de Figuración en El Cine
Kratje & Pérez Rial (2012) - Aproximaciones Teóricas A La Noción de Figuración en El Cine
Pertenencia institucional:
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Introducción
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Ante las cuantiosas imágenes de violencia organizada y barbarie, Georges Didi-Huberman interroga “¿Qué se
puede hacer frente a esta doble coacción que pretende alienarnos en la alternativa de no ver nada de nada o ver
sólo clichés?” (2008: 39, cursivas en el original).
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En este sentido, señala Jacques Rancière que: “…la eficacia del arte no consiste en transmitir mensajes, ofre-
cer modelos o contramodelos de comportamiento o enseñar a descifrar las representaciones. Consiste antes que
nada en disposiciones de los cuerpos, en recortes de espacios y de tiempos singulares que definen maneras de
estar juntos o separados, frente a o en medio de, adentro o afuera, próximos o distantes” (2010: 57).
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un análisis del campo nocional ligado a los procesos de figuración en el cine. Luego, se bus-
cará enmarcar la noción de figuración como operación de sentido desde una perspectiva se-
miótica capaz de enfatizar su carácter interdiscursivo. Dicho recorrido se encamina hacia una
puesta en relación de los regímenes enunciativos de la transparencia y la opacidad en el texto
cinematográfico, con las discusiones retóricas sobre la (im)posibilidad de pensar un lenguaje
no figurado que, por tanto, defina a las figuras como desviaciones de una norma. Por último,
se expondrán, a modo de conclusiones provisorias, las potencialidades críticas de la noción
de figuración para el campo de los estudios sobre cine.
La noción de representación tiene una larga trayectoria en la historia del arte y es cla-
ve al momento de trazar una genealogía de las técnicas miméticas y de los sujetos espectado-
res. Ernst Gombrich (1979) ha señalado que el afán representativo y realista ha constituido
una búsqueda incansable en la cultura occidental. En un racconto de las técnicas que nos
permita conducir dichas reflexiones al campo del cine, no se puede desconocer la centralidad
que adquiere la emergencia de un dispositivo 3 como el fotográfico, que articula indicialidad
y automatismo, generando una verdadera ruptura enunciativa, lo que Mario Carlón (2006)
denomina la “enunciación automática”.
Con la emergencia del cine y su posibilidad de representar el movimiento se dio un
nuevo paso en la historia de las técnicas de representación. Seducidos por la capacidad
mimética para representar el mundo, los primeros films hicieron del cinematógrafo un medio
más ligado a lo representacional que a lo figural. Trazando una analogía, podríamos decir
que el cine siguió una periodización semejante a aquella que Arthur Danto (1999) señala
para la historia del arte, haciendo del cine representativo el primer gran “relato de la historia
del cine”4:
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Oscar Traversa ha trazado una historia del concepto de dispositivo, definiéndolo como aquello que se sitúa
entre medio y técnica, allí donde “…se abre un espacio que requiere ser precisado –el del dispositivo, a nuestro
entender–, lugar soporte de los desplazamientos enunciativos” (2001).
4
Danto indica que a este primer “gran relato” de la historia del arte le siguieron el modernista y el contemporá-
neo: “…hay una era de la imitación, seguida por una era de la ideología, seguida por nuestra era poshistórica
(…) Cada uno de esos períodos está caracterizado por una estructura diferente de la crítica de arte” (1999: 70).
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Por un largo período histórico, fue presupuesto que para ser una obra de arte, especial-
mente una obra de arte visual, la obra tenía que ser mimética: imitar una realidad exter-
na, actual o posible […] „Imitación‟ era la respuesta filosófica estándar a la pregunta qué
es el arte, desde Aristóteles hasta avanzado el siglo XIX, e incluso en el XX. En conse-
cuencia la mímesis, a mi criterio, es un estilo. En el período en el cual la mímesis definía
lo que era una obra de arte, no había otro estilo en este sentido de la palabra. (1999: 66)
Para Danto el arte actual ha desplazado el afán de imitación como una meta a seguir,
dando lugar a nuevas posibilidades expresivas. Las narrativas del arte representativo tradi-
cional e incluso del arte modernista ya no se presentan más como estructuras cardinales, y la
producción del arte contemporáneo carece actualmente, en palabras de Danto, de una “narra-
tiva maestra” (Cfr. 1999:68).
La discusión acerca del estatuto de la imagen cinematográfica y su interrelación con
el mundo se extiende sobre un territorio problemático. La confrontación entre los modos de
concebir las imágenes en movimiento se expresó en cada época bajo diferentes formulacio-
nes que planteaban respuestas enfrentadas a la pregunta acerca de si el cine es un espejo que
reproduce la realidad o bien un discurso ideológico sobre ella. Como señala Leonor Arfuch,
la representación es “una de esas palabras cuya densidad significante atraviesa toda la histo-
ria de la filosofía y cuyos usos –diversos y hasta contradictorios– escapan a cualquier trazado
conceptual” (2002: 209).
De manera complementaria, Ana Amado indica que los films no mantienen con cada
presente un vínculo de ilustración pedagógica o explicación sociológica, sino de interroga-
ción a partir de sus claves representativas, dado que las imágenes cinematográficas son capa-
ces de trascender el mero registro o la duplicación de la realidad: “Dicho de otra manera y
con términos particularmente válidos para el cine, toda representación hace presente, pero no
necesariamente restituye o repite” (Amado, 2009: 43).
En esta frase de Amado se perciben los ecos de los planteos que Jean-Luc Nancy rea-
liza en La representación prohibida cuando señala que: “El re- del término «representación»
no es repetitivo, sino intensivo” (2005: 36, cursivas en el original), un señalamiento que nos
lleva a cuestionarnos sobre la operatividad de esta noción, sobre todo en el cine moderno,
que, a diferencia del cine-espectáculo, constituye un campo de batalla, un locus de resisten-
cia, un escenario de lucha, que se sitúa entre las imágenes proyectadas y las construidas por
el espectador.
A comienzos de los ochenta se abrió en el ámbito francés de los estudios cinema-
tográficos, en un impasse de los marcos postestructuralistas, un espacio de teorización a
través de una serie de obras que se destacaron tanto por su invención conceptual como por
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constituirse en modelos de libertad metodológica, y que pusieron en el foco de las reflexio-
nes el cuerpo y la economía figurativa de la ficción.
En este contexto, Nicole Brenez sostiene que la historia de las teorías cinematográfi-
cas debería ser repensada a la luz de la concepción del cine no como un simple reflejo, de
duplicación de algo ya existente, sino como la emergencia de una actividad visionaria críti-
ca. Así, según el modelo figural impulsado por la teórica francesa, el cine deja atrás sus
últimos vestigios de mímesis, copia o similitud con lo real:
Las teorías modernas encuentran su rumbo al haber puesto al mundo fuera del campo,
como algo a lo cual la película debe construir su acceso, en lugar de que esté siempre
dado gracias a la grabación: consideran el cine, ya no como una construcción científica
o narrativa tal como lo sostienen las lecturas clásicas, sino como una propuesta crítica,
un gesto de hipótesis, un acto (Brenez [1993] 2010, s/n).
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En el artículo antes citado señala Brenez que “…hoy en día, el cine aparece ante todo como la negación de lo
que los historiadores de arte denominaban „un forma simbólica‟…” ([1993] 2010: 5).
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Cine ensayo es una categoría inicialmente introducida por André Bazin, en su reseña sobre la película de
Chris Marker Lettre de Sibérie (Cartas de Siberia) estrenada en 1958. Podemos caracterizar al film ensayo
siguiendo a Antonio Weinrichter como “…una película „libre‟ en el sentido de que debe inventar, cada vez, su
propia forma, que sólo le valdrá a ella” (2007: 27).
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La cosificación de la imagen como doble del ser responde a una restricción del paradigma ontológico: “A la
pregunta „¿qué es la imagen?‟, conviene sustituirla por la pregunta „¿qué hace la imagen?‟, para analizar el
„hacer‟ propio de la imagen, o más bien de las imágenes” (Vauday, 2009: 57).
5
Desde la hermenéutica figural postulada por Erich Auerbach en Figura ([1967]
1998), la historicidad de la cultura occidental es interpretada en tanto proceso dotado de sen-
tido retórico y poético. El ensayo de Auerbach parte del reconocimiento de la importancia
que durante siglos ha tenido la interpretación figural, desde la literatura clásica antigua hasta
la cristiano-medieval. La palabra figura posee la misma raíz que la de fingere, figulus, fictor
y effigies; originalmente –indica Auerbach– significa “imagen plástica”. A partir de la elabo-
ración de un mapa de las modulaciones que el término ha presentado, Auerbach destaca el
dinamismo y la capacidad de irradiación de la palabra latina, que conserva con más eficacia
que imago la singularidad de lo original. Por ello, “el juego entre prototipo original y copia
solamente se podía realizar mediante la palabra figura” (Auerbach: 51).
El término figura tiene en francés y en español diferencias semánticas importantes,
como indica Federico Jiménez Losantos –autor del prólogo del libro de Jean-François Lyo-
tard Discurso, Figura– al señalar que, mientras en castellano figura conserva la serie semán-
tica de la raíz latina fingere8, en francés aparece más como una cierta propiedad de la presen-
tación de los objetos a la vista. Este no es un dato menor si se tiene en cuenta que gran parte
de la teoría sobre figuración ha sido escrita en lengua gala. Así, por ejemplo, en el uso que
Lyotard hace de figure son los objetos los que “imponen „su‟ figura a la subjetividad y la
mirada” (Jiménez Losantos, [1974]1979: 22). La figura es, en esta dirección, “matriz fan-
tasmática” 9 y “puesta en escena”, a diferencia de lo que ocurre en su traducción castellana,
en la que se introduce en primer lugar la figura como una “entidad imaginaria”.
La noción de figura aparece en Lyotard no sólo como algo concerniente a la presen-
tación de las cosas o la representación de las mismas, sino también como una “forma del
discurso mismo” (Cfr. Jiménez Losantos, [1974] 1979). En el primer capítulo de su libro
“Tomar partido por lo figural” Lyotard distingue tres maneras de concebir lo figural: como
opacidad, como verdad y como acontecimiento, a los fines de dar cuenta de una experiencia
singular del lenguaje que lo distancia del estructuralismo, puntualmente de la lingüística y
del psicoanálisis. En este sentido, señala en un apartado titulado provocativamente “¿Signo
lingüístico?”:
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Es importante señalar que la primera acepción de fingere no es “fingir” sino “forjar”. La ficción es la cons-
trucción, por medios artísticos, de un “sistema” de acciones representadas, de formas ensambladas, de signos
que se responden (Cfr. Rancière, 2005).
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La “matriz fantasmática” demuestra que “…todo lo que se presenta como objeto de un discurso originario es
una figura-imagen alucinante, situada precisamente en este no lugar inicial” (Lyotard, [1974]1979: 274, cursi-
vas en el original). Es en la intersección de sus desarrollos sobre la teoría figural con los análisis de Freud sobre
las operaciones del sueño, donde Lyotard decide situarse para construir muchos de sus argumentos.
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La opacidad está en el objeto, no en la palabra, ni en su distancia al objeto. Las palabras
no son signos, pero desde el momento en que hay palabra, el objeto designado se con-
vierte en signo: que un objeto se convierte en signo quiere decir precisamente que encie-
rra un „contenido‟ oculto en su identidad manifiesta, que reserva una cara distinta a una
vista distinta sobre él, una vista que quizá no llegue nunca a captarse. Que se convierta
en signo requiere que esté gravado por una dimensión de ausencia. ([1974] 1979: 95)
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ligado a la materialidad del dispositivo en estrecha relación con las teorizaciones sobre la
construcción de puntos de vista.
De acá, que pensar nociones como lo figural, la figuración, la figura e incluso lo figu-
rativo en el campo cinematográfico implique reflexionar en varios niveles paralelamente. Por
un lado, deberán indagarse las especificidades del cine como medio, dispositivo y lenguaje.
En un segundo nivel, el de los géneros o estilos textuales, será necesario profundizar sobre
las remanencias y las novedades/actualizaciones que cada discurso imprime en su inclusión
de temas que lo preceden y exceden. Por último, es necesario realizar un análisis de cada
texto particular teniendo en cuenta sus rasgos temáticos, retóricos y enunciativos, que permi-
tan entender el discurso en el contexto de sus intertextualidades complejas 10.
10
Seguimos para esta distinción los planteos de Oscar Steimberg (1998).
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La Teoría de las Operaciones Enunciativas desarrollada por Culioli, centrada en las operaciones de produc-
ción de sentido, piensa en la posibilidad de resolver el problema metodológico vinculado a encontrar un mode-
lo capaz de trabajar con la heterogeneidad propia de objetos de estudio que involucran materias significantes
diversas, como es el caso del cine.
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zando es una descripción de operaciones, y que toda superficie textual está compuesta por
marcas, que permiten postular y reconstruir una economía de las operaciones significantes,
nos interesa pensar la figura como la instancia de la marca y la figuración como la instancia
de la huella en una producción de sentido discursiva.
En el “Diccionario de lugares no comunes” Eliseo Verón señala que “el modelo de
una operación está compuesto por tres elementos: un operador, un operando y la relación
entre ambos” ([1979] 2004: 51). El operador es el punto de partida de cualquier descripción,
es la identificación de una marca en la superficie textual/discursiva, que siempre puede aso-
ciarse a varias operaciones. El operando puede estar ausente en el texto que se analiza, pue-
de identificarse como marca de otro texto o bien corresponder sencillamente al orden del
imaginario social 12. A su vez, una misma marca (operador) en contextos discursivos distin-
tos puede hacerse cargo de operaciones diferentes. La explicitación de la relación entre am-
bos permite dar cuenta del modo en el cual el emergente de un sistema de significación que
se evidencia allí (operando) traduce en un sistema de reenvíos de los rasgos particulares al
sistema productivo de significación.
Este rodeo por las nociones de operador y operando y su puesta en relación con la
noción de figura y figuración, tiene un doble propósito: por un lado, reponer la noción de
figura, su señalamiento y descripción en términos retóricos, en el proceso semiótico de pro-
ducción de sentido, haciendo de su identificación en el discurso sólo el primer momento de
su análisis; y, por el otro, pensar la interdiscursividad como un aspecto clave en las opera-
ciones de figuración.
Si en palabras de Deleuze: “…sería un error creer que el pintor trabaja sobre una su-
perficie blanca y virgen” y la superficie “está ya por entero investida virtualmente mediante
toda clase de clichés con los que tendrá que romper” ([2002]2009:21), la creación de nuevas
formas/figuraciones implica una ruptura que sin desconocer la existencia de estos operandos
ausentes permita inventar nuevos espacios sensibles y postular órdenes distintos basados en
visibilidades heterogéneas, olvidadas, disonantes.
12
Señala Verón: “Es por ello que siempre se postulan hipótesis sobre sistemas de representaciones. Al no estar
atestiguadas por operadores en la superficie textual (...) las representaciones tienen una condición particular (...)
y no forman parte, estrictamente hablando, de las gramáticas. Sea como fuere, las hipótesis sobre las represen-
taciones siempre deben justificarse mediante el análisis de operaciones” ([1979] 2004: 58, cursivas en el origi-
nal).
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4. La figuración en el cine: la imposible transparencia del film
“La única cualidad común a todas las figuras retóricas es su opacidad, es decir su tendencia a
hacernos percibir el discurso mismo y no sólo su significación. El lenguaje figurado es un lenguaje
que tiende hacia la opacidad, o en suma es un lenguaje opaco”
Tzvetan Todorov, 1971: 234
Yo mismo he estado entre aquellos que, en los años setenta, han hablado del film trans-
parente. Fue, no por azar, en un homenaje a Benveniste, un artículo titulado “Histo-
ria/Discurso (Nota sobre dos voyeurismos)” (...) Pero en el mismo año, en otro texto
(“El significante imaginario”), describía la “transparencia” como siendo ella misma un
régimen enunciativo, activamente fabricado por el trabajo de un significante muy ocu-
pado en simular la ausencia (en “Cuatro pasos por las nubes”, s/n ).
“Toda película, por diversos procedimientos, inventa su propia lógica figurativa. (…) Las
„figuras‟ forman parte del arsenal de herramientas críticas, ideológicas y metodológicas de la historia
del arte y de la estética en general, cuyo aporte al campo de las representaciones visuales pueden
aplicarse a la figuratividad en el cine en múltiples sentidos, por sus valores plásticos, simbólicos, por
su misma organización sintáctica”
Ana Amado, 2010: 27-28
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el caso que nos ocupa, de la norma de la representación–, y posibilita extenderse incluso a
imágenes que no aspiren a ninguna representación más allá de su dimensión expresiva.
Como señala Esteban Di Paola (2010) siguiendo los análisis de Deleuze en sus dos
tomos La imagen-movimiento y La imagen-tiempo –con el propósito de indicar los límites de
la categoría de “realismo” en el cine moderno–, si el cine pretende vislumbrarse como una
forma de pensamiento que crea efectos sobre lo real y no simplemente como el producto de
operaciones de representación-reproducción de la realidad debe empezar a ser considerado
de acuerdo a otros parámetros, que en su propuesta oponen la representación estética a la
expresión estética.
El cine como expresión estética implica una centralidad de las imágenes que no le es
inmanente sino que está en constante devenir, transfigurándose. Cercana a la noción de “cine
del pensamiento” de Deleuze, de lo que se trataría no es ya de pensar el cine, sino de “pensar
con el cine” (Cfr. Deleuze, La imagen-tiempo). De acá, la centralidad que ha adquirido en la
reflexión una noción como la de cine ensayo, un cine en el que es la forma –una “ forma que
piensa”, por utilizar la expresión popularizada por Godard en el capítulo „3A‟ de sus Histoi-
re(s) du cinéma – la que engendra el tema, que sólo existe en los confines del propio film
ensayo.
La generación de operaciones figurales originales en el interior de un film, es decir,
de figuras que no pre-existan a la discursividad cinematográfica, sino que sean el resultado
de las imprevistas relaciones generadas entre imágenes, es un aspecto clave para pensar la
potencialidad heurística de la figuración y es en este sentido que entendemos que esta po-
nencia se presenta como un primer momento en el acercamiento que nos proponemos a la
reflexión sobre los procesos de figuración cinematográfica.
12
Referencias
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Lyotard, J.-F. ([1974] 1979): Discurso, Figura. Prólogo de Federico Jiménez Losan-
tos. Barcelona: Editorial Gustavo Gili.
Metz, C. (1991): “Cuatro pasos por las nubes”, en L´enonciation impersonnelle, ou le
site du film. París: Meridiens Klincksieck. La traducción al español corresponde a
Del Coto, María Rosa y forma parte del material de la Cátedra de Semiótica de los
Medios II de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la UBA.
Nancy, J.-L. (2005): La representación prohibida. Buenos Aires: Editorial Amorror-
tu.
Rancière, J. (2005): “La ficción documental: Marker y la ficción de la memoria”, en:
La fábula cinematográfica. Reflexiones sobre la ficción en el cine. Barcelona:
Paidós.
Rancière, J. (2010): El espectador emancipado. Buenos Aires: Ediciones Manantial.
Steimberg, O. (1998): Semiótica de los medios masivos. El pasaje a los medios de los géne-
ros populares. Buenos Aires: Colección del Círculo Atuel.
Traversa, O. (1997): Cuerpos de papel. Barcelona: Editorial Gedisa.
Traversa, O. (2001): “Aproximaciones a la noción de dispositivo” en Revista Sig-
no&Seña Nº 12, Instituto de Lingüística, Facultad de Filosofía y Letras, UBA.
Vauday, P. (2009): La invención de lo visible. Buenos Aires: Letranómada.
Verón, E. (2004): Fragmentos de un tejido. Barcelona: Editorial Gedisa.
Weinrichter, A. (2007): La forma que piensa. tentativas en torno al cine-ensayo. Na-
varra: Fondo de Publicaciones del Gobierno de Navarra.
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