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Imágenes y sonidos de largo alcance

Objetivos
• Historizar el desarrollo de tecnologías vinculadas con la grabación, trans-
misión y/o reproducción de imágenes y sonidos.
• Explorar los usos sociales que en distintos contextos tuvieron el teléfono,
la radio, el fonógrafo y el gramófono, la fotografía, el cine y la televisión.
• Analizar las disputas en torno a la regulación y los distintos modelos que
se plantearon para la organización de las telecomunicaciones y los medios
audiovisuales.

En esta unidad haremos un breve repaso sobre el surgimiento de distintas


tecnologías audiovisuales desarrolladas en los siglos XIX y XX, contextualizan-
do algunos hitos fundamentales, analizando sus usos sociales y sugiriendo
algunas líneas de lectura y problematización de las distintas referencias, que
serán profundizadas en distintas clases del curso de Historia de los Medios
de Comunicación.
La organización de los temas no es estrictamente cronológica. La referen-
cia a los “sonidos de largo alcance” y las “imágenes de largo alcance” la toma-
mos de la propuesta editorial coordinada por Raymond Williams, uno de los
libros pioneros en el campo de la historia de la comunicación. Primero aborda-
remos las tecnologías vinculadas con la grabación y transmisión del sonido, y
luego, las que involucran el registro y reproducción de imágenes.

4.1. Tecnologías de transmisión y reproducción del


sonido
En Historia de la Comunicación, bajo la denominación sonidos de largo alcance
se agrupan tres medios asociados al uso de la voz humana: el teléfono, la
radio y la grabadora (el fonógrafo). Además de su relación con el sonido, Ithiel
de Sola Pool apunta otra característica que une a estas tecnologías: todas
fueron concebidas, inicialmente, como mejoras al sistema telegráfico.
Resulta interesante detenerse en este punto porque focaliza la cuestión
de usos. Y confirma que la definición de la utilización que se da a una tecno-
logía siempre es social.
Si observamos la consolidación de esos medios, podemos decir que la
radio resultó ser medio de masas –mucho más que los periódicos populares
nacidos en el siglo XIX–, mientras que el teléfono constituyó –sobre todo ini-
cialmente– un instrumento de élite para gente ocupada, cuyo modelo –aun
cuando se generalizó– es la interacción de doble vía.

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Si miramos, en cambio, los orígenes –ya sea los usos previstos o los usos
iniciales– veremos las idas y vueltas de cada tecnología.

Guglielmo Marconi pensó la radio como una telegrafía sin hilos. Su

x objetivo era transmitir mensajes, por ejemplo, entre barcos en altamar


y puertos. De hecho, el primer uso que planteó fue el de la comunica-
ción militar.
En el caso del teléfono, inicialmente Alexander Graham Bell propuso
un circuito de conferencias que le permitió ganar dinero por su inver-
sión. Existía una idea de “teléfono del placer” (así lo llama Asa Briggs):
Los servicios de entretenimiento
utilizarlo para llevar distracción a los hogares a través de cables.
–y también de información– avan-
zaron en Europa, y sobre todo en
Hungría. El caso paradigmático fue Por su parte, Thomas Edison ideó el fonógrafo descreyendo de las posibilida-
Telefón Hirmondó, en Budapest, des del teléfono: dado que pocas personas podían tener un teléfono en sus
que funcionó como suplemento
del servicio telefónico regular con
casas, imaginó que el mensaje oral podría ser enviado a una oficina (como
más de 6000 abonados y antici- un puesto local de telégrafos) al que el destinatario llamaría para escuchar el
pó más de veinte años el modelo mensaje grabado. El fonógrafo, sin embargo, terminó siendo un instrumento
de programación que adoptarían de ocio.
muchas emisoras de radio.

PARA REFLEXIONAR

Los tres casos dan cuenta de una definición de usos y gestiones que

P es social. El aparato en sí mismo no predestina las cosas para las que


será usado. Las transformaciones en los artefactos tecnológicos son
el resultado de procesos sociales.

LECTURA OBLIGATORIA

Sola Pool, I. (1992), “Discursos y sonidos de largo alcance”, en:

O Williams, R., Historia de la comunicación, Bosch, Barcelona.

Patrice Flichy plantea que, en el proceso de emergencia social de estas tec-


nologías, se produjo una controversia similar a la que ocurrió antes entre
comunicación estatal y comunicación mercantil, que vimos en el caso del
telégrafo. Esta vez el debate fue entre un uso profesional y un uso por parte
del gran público.
Para el caso del fonógrafo y el teléfono, la pugna se dio centralmente entre
los innovadores. En el caso de la radio, la discusión tuvo una fuerte interven-
ción de los estados.

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Del inventor autodidacta a la innovación I+D


Todas estas innovaciones tecnológicas evidencian, además, una transformación de la
actividad investigadora. Se trata de un cambio que se había producido hacia 1840: desde
entonces, “la mayor parte de los inventores ya no son los científicos como antes, sino
técnicos autodidactos que crearán su propia empresa para desarrollar y comercializar su
invento. Cooke y Morse corresponden a este esquema” (Fichy, 1991: 81). Bell, Edison,
Berliner, Eastman, Marconi también encajan en este modelo de técnicos-empresarios:
“Todos ellos tienen puntos en común: no tienen una formación científica básica y explo-
tarán su invento”.
Además, la mayoría son norteamericanos o por lo menos viven en Estados Unidos,
que ya emergió en la historia con el telégrafo y las agencias. Allí surgieron el teléfono, el
fonógrafo, el cinematógrafo y la fotografía amateur.
Por otra parte, hacia los años 1870, la invención “ya no se practica, como en el siglo
XVIII y principios del XIX por sabios solitarios, sino por pequeños equipos” (Flichy, 1991:
81). Esto proceso se consolidaría en la década de 1930: para entonces, la invención se
convirtió en obra de grandes instituciones, que trabajaban simultáneamente en diferentes
campos de la comunicación. Flichy señala el paso de la época del inventor-empresario a la de
grandes firmas que hacen investigación y desarrollo, que son las únicas capaces de financiar
laboratorios de investigación de varios miles de empleados.
El personal de laboratorios Bell,
por ejemplo, pasó de 6000 en
1950 a 22.000 en 1980.

LECTURA RECOMENDADA

R
Flichy, P. (1991), “Segunda parte: La comunicación familiar (1870-1930)”, en Una
historia de la comunicación moderna. Espacio público y vida privada, Gustavo Gili,
Barcelona.

4.1.1. El teléfono
Como ya dijimos, a esta altura es ilusorio hablar de una autoría exclusiva e
individual de un invento. En el caso del teléfono, la historia técnica podría ir
desde 1667 –cuando un físico inglés experimentó la transmisión del sonido
por un hilo tirante– hasta Bell, cuyo mérito no fue solo la invención sino la pro-
moción social. Como los telegrafistas no se interesaban por la nueva máquina,
creó una compañía para explotarla él mismo.

LEER CON ATENCIÓN

De modo análogo al desarrollador del telégrafo, Bell realizó un pro-

L totipo y lo patentó, pero además lo desarrolló y lo comercializó.

Por eso, cuando se busca un nombre, el más significativo es el de Alexander


Graham Bell. Como reconoce Flichy: “Se puede [...] debatir hasta el infinito
para saber quién inventó el teléfono. Sin embargo, hasta que no se produjo

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un objeto fiable y reproducible, el invento no estuvo acabado. Al igual que el


plan de una novela o una sinopsis cinematográfica no constituyen ni un libro
ni un film, tampoco existe verdaderamente un objeto técnico hasta el día en
que puede funcionar a ‘tamaño real’ y es reproducido” (Fichy, 1991: 114).
Inventar es también inventar un uso.
En el telégrafo puede encontrarse un antecedente directo del uso que
adquirió el teléfono, sobre todo si tenemos en cuenta el funcionamiento en
Estados Unidos de un servicio telegráfico de llamadas, olvidado en la mayoría
Consistía en un servicio telegrá- de las historias de los medios, que fue el primer servicio de telecomunicacio-
fico completo en el domicilio de nes para el gran público.
particulares, que permitía estable- En esos servicios podía visualizarse una primera demanda para satisfacer.
cer “conversaciones telegráficas”
Así, en 1878 Bell ordenó a sus agentes “hacer el máximo esfuerzo para intro-
entre los abonados. También se
utilizaba para llamar a la policía, ducir el teléfono en las zonas cubiertas por el servicio de llamadas telegráfico”.
los bomberos o el médico. Una vez adoptado el uso conversacional que le conocemos hoy, el merca-
do inicial del teléfono estuvo constituido por profesionales (entre los que se
destacaron los médicos y los farmacéuticos), por empresas y por hombres de
El empresario podía tener su ofi- grandes negocios que tenían actividades en más de un lugar.
cina en su residencia. En ese Un desafío para el desarrollo de la telefonía fue que se trata de un disposi-
sentido, el teléfono se utilizó tivo de red. No tiene una existencia autónoma: es útil en proporción a la can-
para transmitir órdenes. No es
tidad de usuarios que abarca.
extraño que se haya difundido
en los hoteles. Por esa razón, la comunicación familiar y amistosa tardó en instalarse y
en un principio fue una práctica propia de la burguesía. En Estados Unidos
–el país donde más tempranamente se desarrollo– hasta los años treinta ese
uso posible no apareció en la publicidad del servicio.

LEER CON ATENCIÓN

Hay una identificación del teléfono como un instrumento exclusiva-

L mente urbano que es equivocada. El teléfono también tuvo un uso


social rural, sumamente importante. En 1913 una estadística esti-
maba que la mitad de las granjas norteamericanas aisladas estaban
conectadas al teléfono. Eran menos las granjas que recibían directa-
mente el correo postal.

Lo cierto es que la ciudad se transformó profundamente por la llegada del


teléfono. Fue uno de los factores que permitió el desplazamiento del centro
Como plantea Sola Pool, la ciu- hacia las afueras, iniciado por el desarrollo de los transportes comunitarios
dad consistía desde la antigüe- –en especial los tranvías eléctricos. Implicó también la posibilidad de separar
dad en un mosaico de pequeños
vecindarios gremiales. Era una
la dirección de una empresa del edificio donde estaba su maquinaria: “Los
ciudad peatonal: uno tenía que presidentes de compañías trasladaron sus oficinas lejos de las plantas, ya que
poder ir de una parte a otra de podían dar órdenes a los superintendentes por teléfono” (Sola Pool, 1992:
la ciudad a pie. 86). El centro de la ciudad se convirtió en una serie de bloques de oficinas.

C
De hecho, los rascacielos no hubieran sido posibles sin el teléfono [...] el uso
de rascacielos se mantuvo gracias a la invención de los armazones de hierro y
del ascensor, desde luego, pero también del teléfono (SOLA POOL, 1992: 86).

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El desarrollo más rápido e intenso de esta tecnología en red se produjo en


Estados Unidos. A diferencia de lo que ocurriría con la radio –cuyo desarrollo
fue simultáneo en distintos países y no solamente los del mundo central–,
la difusión del teléfono fue mucho más lenta en otras regiones, inclusive en
Europa.
En el país norteamericano se mantuvo firme el modelo de desarrollo cen-
trado en el mercado, que ya se había planteado en el caso del telégrafo. No
se trataba, sin embargo, de un caso de libre mercado: los privados que se
hicieron cargo de los servicios de comunicación, desarrollan estrategias cor-
porativas monopolistas.

La aparición de la ATT
ATT fue la compañía madre del sistema Bell. Funcionaba como un holding que tomaba
una parte del capital de empresas filiales a cambio del acceso a las patentes. Progresivamente
compró la mayor parte del capital de las filiales.
ATT es obra de la estrategia-económica diseñada por Theodore Vail: una suerte de
“mánager” de Bell. “Mientras que el hombre clave de la invención del teléfono es sin duda
Bell, a Théodore Vail le corresponde, por su parte, la concepción del sistema telefónico”
(Flichy, 1991: 129). Vail insistía en la universalidad de la red: el teléfono no debía reco-
nocer ninguna frontera impuesta “por razones nacionales, geográficas o raciales”.
En 1878 –cuando la compañía de Bell ya tenía unos 10.000 teléfonos instalados–
apareció en escena la competencia de la Western Union, con teléfonos diseñados por
Thomas Edison y Elish Grey, y con el respaldo de sus oficinas de telégrafos instaladas a
lo largo y a lo ancho del país. Si bien inicialmente hubo una demanda por infracción de
patente, pronto llegaron un acuerdo: Western Union concedió a Bell la telefonía, mien-
tras que ATT renunció al servicio telegráfico y aceptó pagar por un tiempo a la Western
Union el 20 por ciento de los ingresos brutos. Finalmente, triunfó la estrategia de Bell:
ATT terminó comprando, décadas después, la totalidad de la gran compañía telegráfica
norteamericana.
El acta de creación de ATT, que data de 1885, anticipaba su gran proyección. Planteaba
construir enlaces entre ciudades de Estados Unidos, Canadá y México. También preveía
“interconexiones por los medios apropiados con todo el resto del mundo”.
Recién en 1956 –un año antes
del inicio de “la carrera de los
satélites”– se logró tender el pri-
mer cable telefónico submarino
Otra cuestión clave en la historia del teléfono, además de la extensión de transatlántico.
la red, fue el modo en que se resolvió la conexión entre una y otra parte:
la llamada conmutación. En una primera etapa fue manual, hasta que logró
automatizarse.
Claude Fischer describe el sistema típico de 1880:

C
(…) era un asunto engorroso (…) El instrumento en sí mismo era un juego de
tres cajas. La caja de arriba sostenía un generador de magneto, una manivela
y una campana. La caja del medio tenía un tubo para hablar que sobresalía ha-
cia delante y un tubo receptor que colgaba de al lado. La tercera caja contenía
una batería que había que rellenar periódicamente y que en ocasiones rezuma-
ba. El comunicante giraba la manivela para dar la señal a la telefonista; la se-
ñal disparaba un conmutador en el cuadro de conexión manual de la oficina
central, indicando el origen de la llamada. La telefonista enchufaba sus auricu-

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lares en la toma designada y preguntaba al comunicante a quién estaba bus-


cando. Entonces la telefonista llamaba a la persona deseada y conectaba a
ambos por cables y enchufes del cuadro de conexión manual. Ambos interesa-
dos hablaban, normalmente, en voz alta y acompañados por ruidos y luego col-
gaban. En algunos sistemas, el comunicante volvía a girar la manivela para se-
ñalizar el fin de la conversación. En otros, el telefonista escuchaba de vez en
cuando para saber cuándo terminaba la conversación y así poder desconectar
los enchufes (FISCHER, 1997: 213-214).

Fuente: http://electrophenia.blogspot.com.ar/2013/02/tema-7-sistemas-de-telefonia.
html

Lógicamente, este modelo no podía afrontar el crecimiento de la red y fue


necesaria la automatización. Este cambio fundamental en la conmutación
no implicó solo una cuestión técnica, sino también un cambio cultural: en la
transición hubo cierta resistencia a la utilización del teléfono de disco.

C
Esta reticencia frente a la utilización del teléfono de disco conecta de forma
mucho más general con la relación que las sociedades industrializadas de prin-
cipios de siglo mantienen con la técnica. El teléfono, como el automóvil, es un
instrumento que la burguesía no desea manejar directamente. La relación con
la técnica está mediatizada por la operadora o el chofer (FLICHY, 1991:
162-163).

A diferencia de –por ejemplo– el gramófono, que desde el principio fue una


herramienta de masas, la fotografía, el teléfono y el automóvil debieron ser
Hubo que hacerlos “más automá-
transformados para llegar a ser bienes de consumo de masas.
ticos” para que sean directamen-
te utilizables por el consumidor.
Según Flichy, “el debate sobre el
coche popular y el teléfono de
Los teléfonos en Argentina
masas arranca de los primeros Los primeros ensayos telefónicos en nuestro país se realizaron en 1878; mientras que en
años del siglo XX y queda resuel- 1881 se publicaron los tres decretos que autorizaron la oferta comercial del servicio tele-
to en los años veinte en Estados fónico. La lista de abonados del entonces llamado “Panteléfono” ese año ocupaba unas
Unidos, en los cincuenta en
Europa e incluso en los sesenta
pocas páginas (Tesler, 1999). La historia del movimiento sindical registra una huelga de
para el teléfono francés” (Flichy, empleados telefónicos en 1883, si bien la constitución del primer gremio, la Federación
1991: 163). Argentina de Telefonistas, está fechada en 1919.

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Para Buch y Solivéres, la historia de la red telefónica “comienza en 1886, cuando se


constituye la Unión Telefónica del Río de la Plata, aunque con anterioridad hubo algu-
nos pequeños emprendimientos que no prosperaron. A partir de ese momento se fueron
conectando al servicio cada vez más vecinos” (Buch y Solivérez, 2011: 350).
Hacia 1910 había unos 23.000 teléfonos instalados en Buenos Aires. Como en los demás
servicios públicos modernos, las empresas prestadoras eran extranjeras. La administración
telefónica se estatizaría en 1946, con el gobierno de Juan Domingo Perón, y volvía a manos
privadas y extrajeras en 1990. El traspaso de ENTEL a Telefónica y Telecom fue una de las
primeras privatizaciones del gobierno neoliberal de Carlos Menem.

4.1.2. El fonógrafo y el gramófono


Hasta la década de 1880, en esa ciudad-vecindario en la que todo se recorría
a pie, asistir a un espectáculo era una actividad ampliamente extendida. Pero
cuando la fisonomía de la ciudad se modificó, el público dejó de estar geográ-
ficamente cerca de las salas de espectáculos.

LEER CON ATENCIÓN

Con la separación del centro de la ciudad de las clases trabajadoras


L y medias, se crearon las bases de una importante transformación de
la sociabilidad. En ese sentido, Patrice Flichy habla de un repliegue
hacia lo doméstico.

Así, el uso posible que en su momento no había prosperado para el teléfo-


no –escuchar obras de teatro o conciertos– reapareció quince o veinte años
después con el fonógrafo. Más tarde, la radio consolidaría la nueva práctica,
pero fue el fonógrafo el primero en proponer con éxito la audición de música
a domicilio. Ya planteamos anteriormente que
no era esa la función imaginada
inicialmente para el instrumen-
to creado en el laboratorio de

I investigación montado en 1876


por Edison. En un texto escrito
por el propio inventor, no duda
en escribir: “La principal utilidad
del fonógrafo es permitir que se
escriban cartas, dictar textos”.

Fonógrafo de Edison y cilindros de grabación


Fuente: Foto Tomasz Sienicki - http://commons.wikimedia.org/

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En 1890, varias de las empresas que comercializaban este aparato en Estados


Unidos propusieron el nuevo uso, que primero se dio “en público”: colocaron
la “máquina parlante” en los lugares públicos y ofrecieron la posibilidad de
una escucha individual de fragmentos de música por algunos centavos. En
esta función coexistieron el fonógrafo y el gramófono, que técnicamente no
son lo mismo.

Dos tecnologías con un mismo uso


El fonógrafo era un aparato de cilindro que permite la grabación y la lectura: como
vimos, no estuvo inicialmente concebido para el uso “recreativo” de pasar música. En
cambio, el gramófono (o máquina de discos) implicaba la reduplicación en gran serie de
las grabaciones sonoras a partir de una matriz.
El gramófono apareció en 1888 –es decir, doce años después de la mano del germa-
no-estadounidense Berliner quien, en su caso sí, ya estaba pensando en su uso doméstico.
Cuando Edison decidió comercializar su fonógrafo como instrumento de diversión
–en 1894- el problema era que había que poner a la venta cilindros pregrabados. Cada
uno ellos era una grabación original: así, los artistas llegaban a realizar hasta ochenta gra-
baciones por día (cada cilindro implica una actuación). Tiempo más tarde se desarrolló
un sistema de pantógrafo, que permitía producir 25 copias a partir de un original. Pero
la forma de reduplicación de los cilindros no se terminó de resolver hasta 1901, cuando
ya era tarde: ya se había instalado socialmente el disco, concebido directamente para la
reproducción industrial.
Más allá de esta disquisición técnica, lo que permitieron el fonógrafo y el gramófono, ese
potencial en común (la escucha de sonidos), implicaron en la década de 1890 un hito: por
primera vez, un dispositivo de comunicación se utilizó para la diversión en la esfera privada.

Gramófono Victor de 1907


Fuente Wikipedia.

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En nuestro país, el gramófono llegó 12 años después de que Berliner pre-


sentara su invención en Estados Unidos. Poco tiempo después compañías
locales empezaron a grabar discos de música. Sin embargo, durante la década
de 1920 los discos eran todavía “objetos de lujo, accesibles solo para una
parte de la población. Un disco simple, con una canción de cada lado, costaba
entre 2,5 y 3 pesos. Y si esto era caro, el precio del fonógrafo era prohibitivo”.
En 1925, solo un 4,5% de la población argentina compraba discos (Karush,
2013: 88).
Con desiguales tiempos de incorporación en los países centrales y los peri-
féricos, el uso de estos aparatos al interior del domicilio provocaría, en todos,
una valorización de la esfera privada y la familia. Por supuesto, este fenómeno
se dio primero entre las clases medias y mucho más tarde en la clase obre-
ra, que siguió teniendo a la calle y el barrio como centro de la sociabilidad.
Hay que advertir que la música ya tenía un lugar en el interior de las casas
de clase media. Ese lugar estaba dado por una práctica generalmente feme-
nina, vinculada con el piano. Ya en 1843, George Dodd indicaba que el piano
estaba colocado en el rincón con el fuego para la mayoría de la burguesía. Era Flichy se anima a calificar al piano
por supuesto un signo de estatus social, pero también el objeto de una práctica como “uno de los primeros instru-
mentos de ocio de masas” (Flichy,
familiar importante. Tal es así que, a principios del siglo XX, en Estados Unidos 1991: 99).
la edición de las partituras se convirtió en una industria de producción en masa.
En ese incipiente mercado de masas de la música emergieron, a fines del
siglo XIX, los pianos mecánicos (pianolas) que tenían alguna existencia anterior,
pero su gran difusión en esta época fue otro indicio de cierta demanda fami- Los órganos mecánicos existían
liar de música grabada. ya a fines del siglo XVII.
Toda la historia posterior está dialécticamente vinculada con la historia de
la radio.

1.

K Indagar en la propia historia familiar sobre los dispositivos de repro-


ducción de música y sus usos. ¿Cómo eran los aparatos? ¿Qué soportes
utilizaban? ¿Qué se escuchaba y en qué lugares?

4.1.3. La radio
La historia de la radio o broadcasting tiene una larga genealogía, desde los
primeros físicos que afirmaron la existencia de ondas electromagnéticas,
pasando por su comprobación en un laboratorio por parte del alemán Heinrich
Hertz en 1887, hasta la creación de un aparato para transmitirlas y recibirlas,
que se conoció primero como “telegrafía sin hilos”.

PARA AMPLIAR

Kern, S. (1997), “El mundo sin cables”, en: Crowley, D. y Heyer,

A P., La comunicación en la historia. Tecnología, cultura, sociedad. Bosch,


primera edición española, Barcelona.
Albert, P. y Tudesq, A-J. (1982), Historia de la radio y la televisión,
Fondo de Cultura Económica (Breviarios), México.

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Como ya hemos planteado más de una vez, hasta que no se produce un objeto
fiable y reproducible, un invento no está acabado: una invención requiere de
su instalación social, para ser significativa. En ese sentido, correspondería
reconocer en Guglielmo Marconi la paternidad de la radio, a fines del siglo XIX.
De origen italiano, Marconi trabajaba en Inglaterra y pronto puso una filial de
Entrado el siglo XX, cuando empe-
su empresa en Estados Unidos.
zaba el desarrollo de la radio El primer uso social fue la transmisión entre barcos. Fue producto de la pri-
según el modelo que conocemos mera búsqueda de hacer operativo un instrumento, pero evitando lo más posi-
actualmente, se presionó para ble las incertidumbres del mercado. Como ocurrirá en otros países, Marconi
una americanización de la filial
Marconi. La compañía se vendió encontró el interés inicial en los marinos militares. Así, logró cierto apoyo públi-
para la formación de una nueva co, aunque eludió la formación de un sistema de gestión estatal.
empresa: Radio Corporation of En 1903 el Rey británico pudo intercambiar mensajes con Theodore
America (RCA), en la que tuvieron
Roosvelt a través de su tecnología. Para esa época ya proliferaban los ensa-
participación ATT, General Electric
y Westinghouse. yos y la discusión sobre la regulación del nuevo invento: ese mismo año se
hizo en Berlín un Congreso Internacional de Telegrafía Sin Cables.
Al año siguiente, la Compañía Marconi hizo un intento por superar el mer-
cado restringido de la utilización militar: estableció un primer servicio informa-
tivo nocturno a través de la radio.
No obstante, el advenimiento de la Primera Guerra Mundial, la tornaría otra
vez un asunto esencialmente militar. Durante la guerra avanzó la industrializa-
La marina inglesa y, sobre todo, ción de la radio, pero con un uso restringido.
la norteamericana, tomaron a su
cargo la gestión de las radioco-
municaciones marítimas.
LEER CON ATENCIÓN

En su período más inicial, la radio funcionó como suplente o com-


L plemento del telégrafo: servía para enviar mensajes a lugares donde el
telégrafo no llegaba. Además de los barcos en altamar, permitió llegar
a aviones en vuelo. Con el tiempo, se fue entendiendo entre aficio-
nados o experimentadores.

La definición de una (nueva) estrategia de desarrollo correspondió a David


Sarnoff llegó a la empresa como
Sarnoff, que era uno de los responsables técnicos de American Marconi. En
telegrafista y fue ascendiendo. 1916 Sarnoff envió por nota una propuesta: “Tengo en mente un plan de desa-
Había sido, curiosamente, uno de rrollo que haría de la radio un bien de consumo doméstico en el mismo sentido
los primeros en recibir la noticia que el piano o el fonógrafo. La idea es llevar la música a los hogares gracias a
del naufragio del Titanic, en 1912.
la TSH”. En ese momento la idea fue considerada desatinada, pero apenas cua-
tro años después se instalaría un modelo similar. Para entonces, Sarnoff ya se
había convertido en el Director General de la Radio Corporation of America (RCA).

C
Sarnoff recuperó su memorándom, le agregó algunos párrafos significativos y
se lo presentó al presidente de la Radio Corporation of America (RCA), que se
había fundado el 20 de noviembre de 1919 con parte de los activos de la
American Marcony Company. El texto incorporado decía: A cada comprador de
la caja de música radiofónica se le sugeriría que se convirtiera en suscriptor de
Wireless Age (revista de la RCA) que anunciaría en sus columnas la programa-
ción adelantada de todas las lecturas, recitales, conferencias a ser difundidas
en varias ciudades del país (BOSETTI, 1993: 53).

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LEER CON ATENCIÓN

Podría decirse, en síntesis, que la de 1910 fue una década de experi-

L mentación inicial, los años veinte son los del origen de la radio; los
treinta, su expansión técnica y comerciales y, finalmente, la déca-
da de 1940 corresponde a su consolidación del medio de masas
“polifuncional”.

Las primeras radios del broadcasting surgieron en los años veinte, en un pro-
ceso que se da contemporáneamente en distintos puntos del planeta: Estados
Unidos, la Unión Soviética, Inglaterra, Italia y también países como Argentina. En Estados Unidos pasó de haber
Entramos en una etapa de desarrollo de las tecnologías en que los tiempos 125.000 aparatos en 1917, a
del “centro” y la “periferia” empiezan a coincidir. 5.500.000 en 1925 (casi la mitad
del total mundial) y unos 72 millo-
En nuestro país, donde la primera emisión radiofónica se realizó hacia nes en 1950 –cifra que implicaba,
1920, a los dos años ya funcionaba LOZ Radio Sud América y poco después en promedio, más de un aparato
el Estado fundó su primera emisora: LOS Broadcasting Municipal, que difun- por cada familia.
día las óperas del teatro Colón. En septiembre de 1923, con la transmisión de
una pelea de box, el nuevo medio inauguraría su uso en la emisión de progra-
mas deportivos (Bosetti, 1993: 15-25). Para esa ocasión se vendieron miles
de aparatos de radio.
La contemporaneidad de los procesos no implica igualdad de condiciones,
ya que la adopción de la radio en nuestra región tuvo la marca de la depen-
dencia externa: los primeros receptores se compraron a representantes de
firmas internacionales como RCA, Philco o Telefunken. No obstante, a diferen-
cia de lo que ocurrió con el mercado discográfico, “la industria radial argentina
nunca fue dominada por los intereses comerciales europeos y norteamerica-
nos. La temprana popularidad de la radio en Argentina creó una oportunidad
para los extranjeros que manufacturaban equipos de radio, pero fueron lentos
en aprovecharla, lo que permitió la intervención de los proveedores locales”
(Karush, 2013: 90).

De la afición popular al medio de masas


Tanto en los países centrales como en Argentina, la radio experimentó en la
década de 1920 una transición de “afición popular” a “medio de masas”, en
la cual la figura de los amateurs fue clave. Algunos de ellos, como reconoce Durante mucho tiempo –y acaso
Ithiel de Sola Pool, eran verdaderos experimentadores científicos. en la actualidad– la radio fue el
Este es un aspecto que remarca Beatriz Sarlo: antes de tener un público principal medio de masas. Para
las zonas rurales, que compren-
como le conocemos hoy, la radio tuvo un vasto círculo de aficionados técnicos den entre el 70 y el 90% de la
–a diferencia del cine, que desde su origen creó una industria y un mundo de población en muchos países del
espectadores. tercer mundo, la radio ha sido la
herramienta de comunicación más
importante.

LECTURA OBLIGATORIA

Sarlo, B. (1994), “La radio, el cine, la televisión: comunicación a

O distancia”, en: La imaginación técnica, Nueva Visión, Buenos Aires.

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80

En su libro La imaginación técnica. Sueños modernos de la cultura argentina,


esta autora explora la experiencia científico-técnica de las clases popula-
res. Los aparatos de ondas cortas fueron uno de los principales objetos de
experimentación.
Es interesante el racconto que Sarlo plantea sobre el Radio Club Argentino,
una organización fundada en 1921 –con la radio “en gestación”– que atravesó
un momento crucial en el cual el flamante medio definió su futuro, reflejado en
los debates internos de la organización entre los radioaficionados y quienes
La práctica de los aficionados se
eran solamente oyentes de radio –que habían comprado aparatos terminados.
inició hacia 1906 y se desarrolló Hacia 1928 ya había en Buenos Aires más de 14 empresas comerciales
muy rápido. Tuvo un “boom” acom- con frecuencias autorizadas y estudios en la zona céntrica (Sarlo, 1994: 121-
pañado por la prensa, periódicos 122). Sin una presencia extranjera poderosa ni una fuerte intervención del
y manuales técnicos.
Estado, en esta etapa el desarrollo de la radio convocó a pequeños empresa-
rios: “Los fundadores de las primeras radios tendían a ser inmigrantes o hijos
de origen modesto”, plantea Karush, que los define como “hombres de nego-
cios autodidactas” y los compara con “los inmigrantes judíos que fundaron los
más grandes estudios cinematográficos de Hollywood a fines de la década de
1910”, que ejemplificarían “el concepto de Max Weber de ´capitalista paria´,
alguien que aprovecha las oportunidades que las elites establecidas descar-
tan” (Karush, 2013: 93-94)
Si el correlato escrito de la primera etapa de la radio habían sido las publi-
caciones técnicas populares, en este período surgieron revistas y secciones
Julio Korn fundó en 1928 La en los diarios sobre la programación: información, recomendaciones, críticas.
Canción Moderna, que hacia Era necesario crear al oyente. Como plantea Andrea Matallana (2006: 72), “en
1934 se subtituló Radiolandia. la medida en que la radio se instalaba en la vida cotidiana, el oyente técnico
En la década de 1940 llegó a
editar 450.000 ejemplares sema-
fue transformándose en oyente cultural. Durante los años treinta, la radio se
nales, convirtiéndose en la revista convirtió en un instrumento de entretenimiento y el oyente debió ser nueva-
de mayor tirada de habla hispa- mente educado: debía ampliar su cultura general, porque la radio era consi-
na. Imitándola, en la década de derada un instrumento de ‘cultura’”.
1930 Jaime Yankelevich creó su
propia revista destinada a públi- En este período inicial de la radio apareció la pregunta acerca de cómo
co radial: Antena. sostenerla, que implicaba también pujas en torno a la gestión y la regulación.
Estas involucraron además consideraciones acerca del uso:

C
El tema llegó a su punto álgido en 1920, cuando el transmisor Chelmsford, de
la compañía Marconi, estaba transmitiendo (con permiso) a Lauritz Melchior, el
cantante de ópera, y dificultó en la comunicación con un avión perdido en la
Hay que tener en cuenta que la niebla sobre el canal. La opinión oficial fue que ese era un uso “frívolo” de un
radio aparece en pleno desarrollo “servicio nacional”; era una “payasada”, “más propagandístico que científico”,
de la sociedad de consumo: un “un juguete para divertir a los niños”. Se suspendieron las licencias para las
momento del capitalismo carac-
emisiones Chelmsford” (SOLA POOL, 1992: 93).
terizado la producción masiva de
bienes y servicios, en el que la
publicidad resultó clave para la
expansión del mercado. En el interrogante por quién se hacía cargo de los costos, en tanto, se ima-
ginaban dos grandes modelos posibles: el financiamiento fiscal o el recurso
de la publicidad.
En gran medida eso es lo que está implicado en la clasificación de mode-
Se trata de un autor que ideológi- los que plantea Ithiel de Sola Pool en la lectura propuesta para esta unidad.
camente defiende el “libre merca-
do” de las industrias de la infor-
mación, lo cual puede advertirse
en su texto.

Historia de los medios de comunicación Daniel Badenes


81

PARA REFLEXIONAR

Los tres “modelos” o “filosofías” definidos por Sola Pool (cada una

P asociada a un país, en las primeras décadas de la radiodifusión) impli-


can una clasificación bastante discutible, pero útil para pensar el
tema. Entre otras cosas, permite observar –al evidenciar cómo la fór-
mula de financiación tuvo efectos sobre el contenido de la produc-
ción– que la solo parcialmente la historia de los programas radiofó-
nicos estuvo determinada por la tecnología.

Básicamente, la radio comercial –característica de Estados Unidos– se basó


en la iniciativa privada y era sostenida por la publicidad, por lo que ofrecía
“lo que el público quisiera”, con el objetivo de ampliar la audiencia. Los mode-
los basados en la propiedad pública de la radio –de los que el caso británico Así, la oferta especializada resul-
de la BBC fue paradigmático– desarrollaron otro perfil, con contenidos más taba escasa. Las radios tendieron
“elevados” en términos de Sola Pool, no preocupados por la captación del a concentrarse en aquello que era
popular: ciertos géneros musica-
público. Según este autor, en Gran Bretaña “llegar a ser locutor era algo a lo les, radionovelas, shows de varie-
que aspiraba un intelectual, no un asunto por el que disculparse como en los dades y deportes.
Estados Unidos” (Sola Pool, 1992: 107).
En muchos países se adoptó un sistema mixto, donde el impulso privado/
comercial coexistía con el desarrollo de radios públicas. Por otra parte, estas
definiciones no fueron estáticas.

La expansión de la radio en Argentina, en las décadas de 1930 y 1940,


x siguió inicialmente pautas similares a las norteamericanas. Sin embar-
go, a partir de las presidencias de Ortiz y Castillo (la Radio del Estado
apareció en 1937), Farrell, y sobre todo con Perón, fue acrecentándose
la intervención estatal hasta ser casi total.

El desigual desarrollo de la radio en el mundo


Según cuentan Pierre Albert y Andre-Jean Tudesq en su breve Historia de la radio y la
televisión:
“En América Latina, empresas comerciales de los Estados Unidos encontraron un
mercado para su producción radioeléctrica. Argentina tenía más de un millón de aparatos
en 1938; en México, en 1937, hasta había 90 estaciones, la mayoría comerciales; en otras
partes había menos de 30 receptores por cada 1000 habitantes.
Japón es el único país de Asia en donde la radio se desarrolló antes de la Segunda
Guerra Mundial. El número de receptores, en 1940, es de 5.668.031. En China, una
poderosa estación fue instalada por el Koumintang en Nankin, en 1928. Los receptores
de radio en el resto del continente asiático son un privilegio de algunos medios dirigentes.
A comienzos de 1936, sobre 56.7 millones de receptores en el mundo, había 27.5
millones en Europa y 22.9 millones en los Estados Unidos” (Tudesq y Albert, 1982: 60).
Durante el gran conflicto bélico de 1939-1945, la radio tuvo un rol fundamental
en las disputas internacionales, por lo cual Albert y Tudesq titularon un capítulo de su
libro La guerra de las ondas. En Alemania, que tenía unos 16 millones de receptores de
radio hacia 1941, la radio fue la principal herramienta del Ministerio de Propaganda nazi
dirigido por Goebbels para mantener el “frente interno”.
“A comienzos de 1944, había alrededor de 1900 estaciones de radiodifusión en las
Américas (la mayoría en los Estados Unidos), 416 en Europa, 155 en Australia, contra

Historia de los medios de comunicación Daniel Badenes


82

173 en Asia y 43 en África. En 1961, había aproximadamente 12.700 emisoras en el


mundo; América del Norte contaba con unas 5700, Europa con 2800, más 410 en la
URSS, América del Sur con 1900, Oceanía con 250, pero Asia tenía ya 1200 y África 400.
La radio comienza a ser el principal medio de información en el mundo entero. Sobre
todo Europa y América del Norte son los continentes que responden a la considerable
demanda de material radioeléctrico”.
La desigualdad estaba planteada también en el plano de la fabricación de la tecnología:
“En 1962, se fabrican más de 59 millones de aparatos, Estados Unidos, siempre a la cabeza,
con 17.9 millones; seguido por Japón con 15.4 millones, luego la URSS con 4.2 millones
y Alemania con 3.9 millones” (Tudesq y Albert, 1982: 72).

Particularmente en el expansivo modelo norteamericano, pero también en


otros países de América y Europa, la radio se convirtió hacia los años cuarenta
en el centro del hogar.

Días de radio (ficción), Woody Allen, 1987.

LECTURA RECOMENDADA

R
Matallana, A. (2006), Locos por la radio. Una historia social de la radiofonía en la
Argentina, 1923-1947, Prometeo Libros, Buenos Aires.

Los oyentes
En la edición de Caras y Caretas del 2 de agosto de 1930 salió una publicidad
de Atwater Kent que, acompañada por una imagen, decía así:

C
Antaño, la gente de campo se reunía en la cocina rodeando el fogón, y mien-
tras el mate circulaba de mano en mano, se escuchaba con religioso silencio
las historias o «sucedidos» que narraba el más viejo de los circunstantes, o los
dulces acordes que una mano callosa arrancaba a una guitarra. Hoy, los que
residen en la campaña siguen guardando, con ligeras variantes, esa costum-
bre, pero las narraciones y cuentos, la música y el canto, los estilos de toda la-
ya, están a cargo de un radio receptor Atwater Kent, que los reproduce con
asombroso realismo, al hacer surgir del aire, con un leve movimiento del dial,
todo un mundo de sonidos (reproducida en Matallana, 2006: 125).

Historia de los medios de comunicación Daniel Badenes


83

De algún modo, la radio recreaba una relación social que analizamos a partir
de la lectura de Roger Chartier, en la Unidad 2: aquella que se había generado
también con la lectura en voz alta de las sociedades del siglo XVII. La escucha
colectiva fue sumamente importante para un momento de desarrollo de la
radio. En el ámbito privado del hogar o en el semipúblico del patio, a veces se
reunían familias enteras con sus vecinos para escuchar la radio. La radio se
convirtió en el instrumento de ocio doméstico por antonomasia, ocupando el
lugar que había tenido en su momento el fonógrafo.
Por otra parte, también hay que tener en cuenta la coexistencia inicial de
dos tipos de públicos: el oyente presencial y el oyente radial tal como lo cono-
cemos hoy. La radio no solo tenía lugar al interior del hogar: los programas se
hacían desde teatros o en estudios de radio preparados para tener especta-
dores. “La popularidad de los programas de radio convocaba el acercamiento
del público en forma espontánea, ya sea para saludar a sus ídolos, para ver
con los propios ojos cómo se hacía radio” (Matallana, 2006: 113-114). Esto
generaba ciertas dificultades para el oyente no espectador.

LEER CON ATENCIÓN

Hacia mediados de la década de 1940 casi todos los hogares argenti-


L nos poseían un aparato receptor, mientras que todavía eran pocos los
hogares que tenían heladeras, estufas, planchas o máquinas de coser.

Los contenidos

C
En los estadios tempranos de producción radial, la transmisión fue concebida
antes que el contenido. Para fines de los 20 la red estaba allí, pero todavía
con un bajo nivel de definición de contenido. Fue en los 30, en la segunda fase
de la radio, que se hicieron la mayor parte de los avances significativos en el Este fue un eje de la reflexión de
McLuhan sobre los medios: “Uno
contenido” (WILLIAMS, citado en BOSETTI, 1993: 47).
de los muchos efectos de la tele-
visión sobre la radio ha sido hacer
que esta dejara de ser un medio
La programación radial dice mucho acerca de los usos de la radio, que desde de comunicación dedicado al
entretenimiento para convertirse
sus inicios como “medio de masas” fue utilizada como medio de información en una especie de sistema ner-
y de entretenimiento. El advenimiento de la televisión, en la década de 1950 vioso de información”, escribió.
y en particular a partir de 1960, generaría una mayor inclinación de la radio
sobre contenidos informativos, pasando ciertos géneros –como el melodrama
y el shows de variedades– a ser prototípicos del medio televisivo.
En un rápido repaso sobre los contenidos de las experiencias radiales de
En Estados Unidos, la NBC con-
las primeras décadas, en sus distintas geografías, podemos encontrar:
trató a los mejores músicos para
conformar una nueva orquesta
Música sinfónica.
En sus orígenes algunas radios tuvieron sus propias orquestas, a lo que se
sumó la música grabada. En Argentina, los años que van desde mediados
de la década de 1930 hasta los años cuarenta, coincidieron con un auge
del tango. El surgimiento de grandes orquestas y una nueva generación de

Historia de los medios de comunicación Daniel Badenes


84

cantantes que ocuparía no solo el espacio radiofónico, sino también la escena


musical del teatro y los clubes porteños.

Contenidos de entretenimiento
Entre ellos se encontraban los programas humorísticos, los shows de varieda-
des, los programas infantiles de aventuras y, por supuesto, las radionovelas
o radioteatros.
Desde mediados de los años treinta, las radionovelas fueron un fenóme-
no en todo el mundo y se encontraron con audiencias muy legales: “muchos
programas duraron 15 temporadas o más, hasta que el carácter de la progra-
mación de radio cambió en la década de 1950. Los oyentes de radionovelas
se encontraban entre los primeros estudiados por los psicólogos sociales...”
(Sterling y Kittross, 1997: 312)
En América Latina, el radioteatro conectó fuertemente con el melodrama,
El melodrama ha sido objeto de una profunda expresión de la cultura popular.
investigación de algunos de los La radio recreó un contenido propio de las culturas regionales. En Argentina,
principales referentes de los estu- por ejemplo, el género gauchesco, evocó el estereotipo del gaucho situado
dios culturales latinoamericanos,
como Jesús Martín Barbero o Jorge en la grandeza de la pampa. Los radioteatros –muchas veces auspiciados por
González, desde los años ochenta. marcas comerciales– fueron géneros populares por excelencia. El caso para-
digmático fue Chispazos de Tradición: “Su éxito fue de tal dimensión que los
argumentos de las novelas se publicaban y eran comprados por las escuelas
para poder ser representados, y la compañía salía de gira por los barrios y
pueblos exponiendo los últimos éxitos” (Matallana, 2006: 104).
A ese entorno pertenecía, por Hacia la década de 1940 hubo un promedio de treinta compañías actorales.
ejemplo, Eva Perón, una actriz
en ascenso que tuvo su propia
compañía, auspiciada por Jabón
Guereño.
PARA AMPLIAR

Del Monte, J. (1980), “Chispazos de tradición una emoción radio-

A fónica”, en Todo es Historia, Nº 155, Buenos Aires, abril.


Karush, M. (2013). Cultura de clase. Radio y cine en la creación de
una Argentina dividida (1920-1946), Ariel, Buenos Aires.
Ulanovsky, C. (2004), Días de radio: 1920-1959, Emecé, Buenos
Aires.

Transmisiones deportivas
Ya hemos apuntado, para el caso argentino, que la transmisión de box en
1923 inauguró localmente el uso de la radio para la emisión de programas
deportivos. Se trató de una precaria retransmisión de la pelea por el título mun-
dial realizada en Nueva York entre dos pesos pesados: el norteamericano Jack
En ese sentido, el episodio inaugu- Dempsey y el argentino Luis Ángel Firpo. Dempsey ya había sido protagonista
ral fue un partido entre las selec- de la primera transmisión radial de box en Estados Unidos, en junio de 1921,
ciones de Argentina y Uruguay en
cuando la estación de RCA en Honoken transmitió su pelea con Carpentier y
1925. Desde el techo del vestuario
de la cancha de Sportivo Barracas, estableció “lazos que parecen indisolubles entre el deporte y la radio” (Alberto
se transmitió por primera vez un y Tudesq, 1982: 22-23).
partido de fútbol. En Argentina, ese estrecho vínculo estuvo por supuesto centrado en un
deporte más popular, el fútbol.

Historia de los medios de comunicación Daniel Badenes


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Servicios informativos
Este uso tiene un antecedente de fines del siglo XIX, con las breves expe-
riencias de periodismo telefónico. Lo informativo era clave en la propuesta de
Telefon Hirmondó, lo que demuestra que la idea de una transmisión regular de
noticias combinada con una programación de entretenimientos existió desde
antes del advenimiento de la radiodifusión.
El servicio informativo fue un núcleo central de las programaciones. Esto
incluye no solo el desarrollo de noticieros y programas periodísticos, sino tam-
bién el ofrecimiento de datos como previsiones meteorológicas o los valores
de la cotización del mercado de cereales, etcétera.

Contenidos educativos
En los países donde se desarrolló la radio, en distintos momentos históricos,
se prestó atención a la potencialidad de la radio como herramienta para dina-
mizar procesos educativos.
Hubo, de hecho, iniciativas estatales que apuntaron a concretar esa fun-
ción educativa. En Argentina, entre fines de los años treinta y principios de los
cuarenta, “Escuela de aire” fue un proyecto que consistió en instalar un recep-
tor de radio en todas las escuelas públicas del país para captar una señal que
emitiría programas especialmente preparados por el Ministerio de Educación.
En la Unidad 8 hablaremos del desarrollo de “radios educativas”, en la
segunda mitad del siglo XX, impulsadas especialmente por la Iglesia Católica
en un contexto de políticas desarrollistas. Esas experiencias constituyeron
una de las vertientes que confluyó en un movimiento de medios comunitarios
en América Latina.

Contenidos políticos
La radio tuvo un uso político desde su origen. Y este uso no se restringe el
“modelo totalitario”, como podría deducirse de la tipología de Sola Pool que
define en su texto.
De hecho, el sentido político de la radio puede buscarse en su utilización
desde el poder, pero también como instrumento para subvertir el orden. En
ese sentido, como apunta Bassets:

C
No es casualidad que la primera época de la radio coincida casi fecha por fe-
cha con la época de las revoluciones proletarias. La ola revolucionarias que se
extiende por el centro de Europa a partir del Octubre soviético va acompañada
por la utilización de lo que entonces es aún la radiotelegrafía, que si bien no
está todavía comercializada en la modalidad de los radiorreceptores familiares,
permite a los consejos de obreros y soldados comunicarse entre sí y hacer lle-
gar sus proclamas a los puntos más alejados de la geografía.
El primer gesto del poder, por tanto, es controlar este medio misterioso y lleno
de posibilidades subversivas (…) Pero el segundo gesto ya no es únicamente
de control, sino de aprovechamiento político (BASSETS, 1981: 8).

Según Albert y Tudesq, “la radio nace como medio de información política”
desde el 2 de noviembre de 1920 cuando la emisora KDKA de Pittsburg (per-
teneciente a Westinghouse) realiza una entrevista al candidato republicano a
la presidencia de Estados Unidos (Albert y Tudesq, 1982: 22).

Historia de los medios de comunicación Daniel Badenes


86

Si bien la referencia clásica y paradigmática del uso político de la radio son


las Charlas junto a la chimenea de Franklin D. Roosevelt, otros presidentes
norteamericanos –como Warren Harding o Calvin Coolidge, en la década de
1920– hicieron uso del medio.

C
La década de los años treinta y cuarenta está marcada por la utilización y por
la instrumentalización directa de la radio para la creación de consenso político
en el interior de los países y para la lucha psicológica exterior que acompaña a
las confrontaciones bélicas o a las situaciones de tensión internacional:
Roosevelt y sus charlas al calor del hogar, Hitler y Goebbels y sus mensajes a
la Nación o a las combatientes alemanes, Queipo de Llano y sus transmisio-
nes a las quintacolumnistas, la voz de De Gaulle identificada con la voz de
Francia gracias a la emisión francesa de la BBC, y además todas las emisiones
en lenguas extranjeras de un país a otro con vistas a contaminar la conciencia
popular del adversario y luego las grandes instalaciones de Radio Liberty y La
Voz de América, por un lado, y de Radio Moscú, por el otro (BASSETS, 1981: 8).

En Argentina, el gobierno de facto de José Félix Uriburu (1930-1932) realizaba


un boletín sobre sus actos de gobierno que se exhibía por todas las emisoras.
En la misma década, quien encaró más conscientemente una obra radiofónica
persuasiva fue Manuel Fresco, con su programa Hablando con el pueblo.
Tiempo más tarde, Juan Domingo Perón –ya como Secretario de Trabajo y
Fresco fue un político conserva-
dor que gobernó la Provincia de Previsión, antes de acceder a la presidencia– utilizaría la radio para difundir
Buenos Aires entre 1936 y 1940. sus mensajes por cadena nacional. La radio desempeñó un papel importan-
te en las elecciones de 1946 y Perón apostó decididamente al medio como
herramienta política.

El uso religioso
Según el posicionamiento teórico-ideológico que adoptemos, podríamos considerar este
uso también como parte de los contenidos políticos de la radio. En algunos países, los
sermones fueron uno de los primeros pilares de la radiodifusión (Douglas, 1997: 294).
En Argentina la Iglesia católica –que ya a principios de los años treinta mostró un gran
interés por el medio– tuvo una postura ambivalente. Por un lado criticaba los contenidos
de las programas, a través de diferentes publicaciones, al punto de demonizar al medio. Por
otro, intentó utilizarla como medio de comunicación con fines litúrgicos. La institución era
consciente de que la radio ofrecía la posibilidad de estar en contacto con un público variado.
Primero difundió misas desde las iglesias más importantes y a través de las emisoras más
importantes (Belgrano, El mundo) y luego adquirió su propia emisora, que se llamó Radio
Ultra (utilizaba la onda que antes había sido ocupada por Radio Mayo).

Transformaciones del medio


La historia de la radio inició otra etapa hacia los años cincuenta. En términos
de contenidos esta transformación tuvo relación con la aparición de la tele-
visión. En lo tecnológico, está vinculada con la incorporación del transistor:

Historia de los medios de comunicación Daniel Badenes


87

C
Se trata de una transformación fundamental: con el transistor, la radio no solo
se convierte en móvil, sino en individual. Mientras que en los años cuarenta la
familia se reunía alrededor del receptor de radio, en los años sesenta cada
uno descansa en su trabajo o se encierra en la habitación escuchando su pro-
pia radio.
Un observador francés, J. Ormezzano, observa a partir de 1957: “El transistor
es en la vida familiar una revolución más importante que la televisión [...]. La
radio o la televisión poco transportable, única a menudo, solo pueden pontificar,
dominar, en el sitio preferente” (FLICHY, 1991: 214).

La siguiente gran transformación de la radio fue la aparición de la Frecuencia


Modulada (FM), que además de una ventaja cualitativa (la posibilidad de ofrece
una señal estereofónica) implicará un abaratamiento de costos de producción,
que impulsaría el nacimiento de las “radios libres” en Europa y “radios comu-
nitarias” en nuestra región, como veremos en la Unidad 10.

4.2. Tecnologías de transmisión y reproducción de la


imagen

LEER CON ATENCIÓN

En este apartado nos ocuparemos centralmente de tres tecnologías de


L la imagen: la fotografía, el cine y la televisión. No obstante, es impor-
tante tener en cuenta que la historia técnica de la imagen no comien-
za con las cámaras, como tampoco la tecnología informática empezó
con las computadoras.

Como apunta Régis Debray, “el bisonte grabado en Altamira es ya un artefacto,


como una tabla de multiplicar es ya una máquina” (Debray, 1994: 111). En
Las primeras monedas datan del
la Historia de la Comunicación compilada por Raymond Williams, Garth Jowett
650 a. C., en Asia Menor.
propone una mirada sobre las “imágenes de largo alcance” que empieza
bien atrás en el tiempo: reconoce las monedas como las primeras imágenes
reproducidas. El recorrido incluye la ilustración de libros (que a partir de los
botánicos griegos empezó a pensarse como medio específico de transmitir
información), las técnicas del grabado, el aguafuerte y la litografía.
En ese plano, hay que tener en cuenta que, tras un período de crecimien- La litografía se logró en 1798,
to de la imagen, en un principio la imprenta detuvo su reproducción: “El libri- tras varios años de búsqueda de
to xilográfico desaparece hacia 1470 ante el libro tipográfico. El desarrollo de un método económico para la
impresión de partituras y obras
la imprenta se hace en detrimento del libro ilustrado, coloreado, iluminado,
musicales.
con figuras alegóricas” (Debray, 1994: 195). Incluso el libro producido para
las élites fue austero en términos de imagen, hasta la aparición de la litogra-
fía en el siglo XIX.

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