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Charla 13-El Maestro Jesus
Charla 13-El Maestro Jesus
Es risible, maestro, pero es la realidad… Tú, que luchas a diario por los campos, por
las sierras, por la veredas y hoyancos, donde fuiste regando con tu sangre los
caminos… Donde con paciencia hiciste gente, a tantos campesinos, enseñándoles que
entre el lápiz y el abismo, hay una gran distancia, y esa distancia se llama…
analfabetismo.
Con tu sudor se construyeron las aulas de tu escuela, con tu sabiduría hiciste de cada
niño… ¡un pájaro que vuela!… Con tus sonrisas formaste un jardín lleno de rosas y con
tus cantos nacieron, sin querer las mariposas…
Maestro… Tú que libras a diario, batalla tras batalla, sin ruidos de fusiles, sin fuego de
metralla… tienes que esperar medio siglo a que pongan en tu escuálida mano, la
famosa medalla Altamirano.
Una sola… Maestro, una sola… No mereces más; pues tu espada es de grafito, de gis
y de pizarra… Es papel que no chorrea sangre… Es arcilla que no hiere, es arcilla que
no mata, es escoria que no sirve en los campos de batalla, es ceniza que se esparce,
es ceniza que no marca huellas… Es río que perdió para siempre su cauce.
Tus esfuerzos no sirven, maestro… tus desvelos a nadie le importan, a nadie le
interesan… Porque el honor y la gloria solo se ganan en combate… Y tú, no te ensañas
con los niños que salen a tu encuentro, no te ríes a carcajadas del dolor que llevan
dentro y nunca la espalda les das si te piden, Maestro… tu consejo.
Jamás dañas, jamás hieres, jamás matas… Tu labor no es destruir vidas. Tu misión es
hacer hombres que sepan construir sus propias vidas. Cambiar al mundo te pusiste
como meta, sin importarte caer en las garras del desprecio de las gentes que solo ven
en ti… un mendigo que se arrastra como una marioneta en el trapecio.
Cambiaste estrellas y barras por espinas, dejaste casa, padres, hermanos… por una
sola dicha: Hacer del niño un pavorreal de mil colores. Cambiaste lujos, alfombras y
cortinas… Por una choza humilde de cartones… Dejaste mesas con platillos y
manteles, para irte a pasar hambres con las gentes que sueñan con castillos y
oropeles.
¿Y ese sacrificio… en cuenta quién lo toma?… Te humillan cuando pides aumento de
salario, se mofan cuando exiges respeto a tus derechos, se burlan y se ríen, te miran
con desprecio… Y en cambio, sí… te exigen que cumplas el programa, que rindas
pleitesía a aquél que te difama… que aplaudas sus conquistas, sus logros y su fama…
que no hables mal de nadie, porque eso… es ser antirrevolucionario.
¡Y tú!… sigues con tu pecho erguido… sin darte cuenta que eres hombre, en una
sociedad perdida… Tu barca en vez de ser una reina de los mares… Es canoa de
ingratitudes y pesares… Y el campo en que laboras… ¡Un desierto! Donde anidan
serpientes ponzoñosas que se arrastran con cautela tenebrosas, esperando que caigas
en sus fauces… Y por todas esas cosas… Maestro… ¿Dónde… Dónde está el
monumento?
Tal vez solo tienes malos recuerdos de tus maestros de primaria o secundaria,etc. No
hace falta estar en una institución educativa para tener maestros, hay maestros de
vida, que son capaces de iluminar y llenar de color la vida de otras personas, aun sin
tener un título o una mención honorifica de alguna universidad, y tampoco es necesario
ahora estar en una escuela para tener un gran maestro y más adelante te diré como
puedes lograrlo.
Tuve una primera maestra, me atendía en casa, en sus espacios libres, la que me
enseñó a leer y lo hizo con tal pasión que cuando aprendi que las letras tienen
significado nunca solté los libros, una maestra sin titulo universitario o titulo de
normalista, ella, mi madre, gracias a Dios por ella. Gracias a ella entré al mundo de las
letras, ella ya descansa, pero su obra sigue, seguirá hasta el final de mis días, porque
mi pasión por leer es infinita. Gracias Mamá.
Conocí a otra persona maravillosa, maestra de vida, la conocí cuando tenía 7 años,
desde entonces me ha inspirado y ha estado en la mayor parte de mis situaciones
difíciles, dándome siempre el consejo oportuno y necesario para vencer con las
mejores armas: quieres saber el secreto? DOS ARMAS PODEROSAS: LA PACIENCIA
Y LA ORACION
Ese niño muy especial, llamado Jesús, que nació HACE más de dos mil años, al crecer
se convirtió en el hombre más grande de todos los tiempos, el hombre más sabio que
haya vivido en la Tierra. También fue el mejor maestro, pues explicaba las cosas
difíciles de modo que fuera fácil entenderlas.
Hace un momento te dije que NO es necesario estar ahora en una escuela para tener
un gran maestro, te diré quien es el mejor maestro de Universo, se llama Jesus, el Hijo
de Dios. El nos habla a través de su Palabra escrita, cuando leemos sus palabras en la
Biblia, es como si él nos hablara directamente.
Cuando Jesús vino a la tierra, la humanidad parecía próxima a llegar a su más bajo
nivel. El mismo cimiento de la sociedad estaba minado. La vida había llegado a ser
falsa y artificial. [...] Hartos de fábulas y mentiras, y deseosos de ahogar su
pensamiento, los hombres se volvieron hacia la incredulidad y el materialismo. Al
excluir de sus cálculos la eternidad, vivían para el presente.
“A medida que dejaban de reconocer a Dios, dejaban de tener consideración por el ser
humano. La verdad, el honor, la integridad, la confianza, la compasión iban
abandonando la tierra. La idea del deber, de las obligaciones, de la fuerza hacia la
debilidad, de la dignidad y de los derechos humanos era desechada como sueño o
fábula. Al pueblo común se lo consideraba como bestias de carga, como instrumentos
o escalones para lograr lo que se ambicionaba. Se buscaban como el mayor bien la
riqueza, el poder, la comodidad y los placeres. La degeneración física, el sopor mental
y la muerte espiritual eran las características de la época” (Ed 74, 75) Conocer este
trasfondo hace que entendamos mejor por qué Jesús enseñó tal como lo hizo.
El escritor Lucas, médico y erudito, compartió con sus lectores que había algo
extraordinario en Jesús. Nacido en el hogar de un carpintero, criado por treinta años en
el pequeño pueblo de Nazaret en Galilea, no conocido por nada grande según las
normas humanas, Jesús afrontó a todos –gobernantes romanos, eruditos judíos,
rabíes, gente común, secular y religiosa− con su enseñanza y ministerio. Los vecinos
de su pueblo “estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca”
(Luc. 4:22). Una vez llevó esperanza a una viuda en Naín al resucitar a su hijo muerto
(Luc. 7:11-17). El pueblo entero tuvo un temblor de miedo y exclamó: “Dios ha visitado
a su pueblo” (vers. 16). La autoridad de Jesús sobre la vida y la muerte electrificaron no
solo a Naín, sino a “toda Judea, y por toda la región de alrededor” (vers. 16,
Jesús enseñaba sin medida. Sus discípulos y los religiosos de su tiempo se referían a él como
Rabbi, Juan 3:2 (maestro). aunque no provenía de ninguna de las escuelas rabínicas del
momento. Enseñó a individuos particulares, a multitudes, a grupos pequeños, aunque, como es
lógico, hizo más extenso su magisterio a los discípulos que convivian con él. Predicó por todo
Israel, "recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas y predicando la buena nueva del
reino y curando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo, predicaba en las sinagogas de
Judea, Decápolis, al otro lado del Jordán, así como en el litoral de Tiro y Sidón.
¿Por qué era Jesús tan buen maestro? Una de las razones es que él también tuvo
alguien que le enseñara. su Padre, y el Padre de Jesús es Dios.
Antes de venir a la Tierra, Jesús vivía en el cielo con Dios. Por eso fue tan
diferente a los demás hombres, porque fue el único que vivió en el cielo antes
de nacer en la Tierra. por eso, Jesús pudo enseñar a los seres humanos lo que
había aprendido de Dios.
Porque amaba a las personas y quería ayudarlas a aprender de Dios. Jesús
amaba no solo a los adultos, sino también a los niños. Estos disfrutaban de
estar con él porque hablaba con ellos y los escuchaba. Cierto día, algunos
padres llevaron sus hijos a Jesús. Pero los amigos del Gran Maestro pensaron
que él estaba demasiado ocupado para hablar con niños, y les dijeron que se
marcharan. ¿Qué hizo Jesús?... Ordenó a sus amigos: “Dejen que los
niñitos vengan a mí; no traten de detenerlos”. En realidad, Jesús quería que los
niños se acercaran a él. Aunque era un hombre muy sabio e importante, dedicó
tiempo a enseñarles (Marcos 10:13, 14). Una vez, Jesús utilizó a un niño para
enseñarles una importante lección a sus discípulos: puso al niñito en medio de
ellos y les indicó que aunque eran adultos, debían cambiar de actitud y llegar a
ser como aquel niño. Sino fuereis como este niño no entrareis al reino de los
cielos y ¿como es un niño? es humilde, le gusta aprender, no guarda rencor.
Otra razón por la que Jesús era tan buen maestro es que hacía que las cosas
resultaran interesantes para los demás, pues las explicaba de manera sencilla
y clara. Hablaba de los pájaros, las flores y de cosas conocidas para ayudar a la
gente a saber más de Dios.
Además añadió: ‘Aprendan una lección de los lirios del campo. Crecen sin esfuerzo, y
fíjense en lo lindos que son. Ni siquiera el rey Salomón tuvo ropas tan hermosas.
Entonces, si Dios cuida de las flores del campo, ¿no cuidará también de ustedes?’
(Mateo 6:25-33).
Nunca hubo persona mejor capacitada para su trabajo como lo fue Jesús para la
enseñanza. Él había venido de Dios por maestro y como humano aprendió el valor de
la enseñanza para después aplicarla a la vida cotidiana. El fue un habil maestro capaz
de cautivar las multitudes, por medio de sus palabras que tocaban los pliegues mas
escondidos del hombre.
Dice un dicho: “Lo que haces retumba tan fuerte que no me deja oír lo que dices”.
Jesús no solo enseñaba con palabras, sino más bien con sus hechos. El era la
personificación de la verdad, él era lo que enseñaba antes de decirlo y lo vivía mucho
antes de enseñarlo. El mismo dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Jesús nunca
enseñaba lecciones para ser elogiado y admirado como un gran maestro, sino más
bien, uno de sus propósitos era el de trasformar los corazones de cada hombre y así
mismo llevarlos al conocimiento de Dios.
JESÚS enseñaba a la gente a cómo ser un buen vecino, al que sufría, cómo soportar,
a los necesitados, cómo orar, fue el modelo de toda enseñanza de todos los tiempos.
Enseñar era su misión principal. Con frecuencia sanaba a los enfermos, algunas veces
obraba milagros. Algunas veces fue predicador, pero siempre fue maestro.
Los cuatro evangelistas (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) por lo menos cuarenta y cinco
veces se refieren a Jesús como maestro; nunca es llamado predicador. Jesús enseñó
en todas partes, en el templo, en las sinagogas, en el monte, a la orilla del mar, junto al
camino, en un pozo, en los hogares, en reuniones sociales y en privado. Jesús creía
tanto en la enseñanza, que preparó a doce maestros para llevar adelante su trabajo.
De todas las ciudades y aldeas, venían a él para escucharle hablar. Nunca había
hablado hombre como este.
Este maestro era diferente a los demás, el enseñaba con claridad, confianza y poder.
Por eso mismo la gente se maravillaba de su doctrina. Y porque era el mismo Dios y la
Palabra encarnada, no tenía necesidad que alguien le enseñara. El dijo: ”Porque yo no
he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo
que he de decir, y de lo que he de hablar.” Juan 12:49.
Alguien citó lo siguiente: “A la gente no le interesa lo que tú sabes hasta darse cuenta
cuánto tú te interesas por ellos”. Conocimiento sin amor es como un metal que
resuena, sólo ruido se puede escuchar. La obra de nuestros maestros que aun
recordamos, dejó huella porque indudablemente nos trataron con amor. Jesús vivía la
vida común de todos los hombres y sus discípulos fueron sumergidos inmensamente
por su maestro en una relación afectuosa con él. Estos doce hombres fueron
transformados de lo común y ordinario en personas de carácter y devoción, para
después cambiar al mundo por medio de las enseñanzas de su maestro .
Jesús, fue por excelencia el gran Maestro, que ningún maestro a lo largo de la Historia
ha logrado superar: en su forma de enseñanza, en sus dotes didácticas, en su trato con
los demás, en sus ejemplos claros y prácticos… su doctrina fácil y comprensible poseía
un alcance universal, y a la vez cautivaba el corazón de todo aquel que se prestaba a
escucharle con atención. Sin duda, el modelo de Cristo en esta materia es digno de
imitar.
La costumbre de Jesús era instruir y educar, en todos lados, su manera natural de vivir
transmitía una sabia y constante enseñanza, de manera abierta y espontánea: en las
conversaciones mantenidas, en las respuestas a las preguntas que le formulaban, en
las valoraciones sobre los aspectos terrenales y celestiales, y demás consideraciones
que constituían los capítulos de la vida cotidiana. Y así como Jesús lo hizo, también los
cristianos debemos aprender que la enseñanza ha de expresarse de una forma natural
a través de la propia vida
En los evangelios vemos al Señor Jesús el mejor maestro, siempre enseñando en toda
circunstancia, y hoy día él sigue enseñándonos, pero como aquellos discípulos, muchas veces
nos cuesta trabajo aprender. Algunos enemigos del aprendizaje son:
Las distracciones (perdemos el enfoque).
La fatiga ( caemos en la monotonía, no nos renovamos y renunciamos)
La aflicción (no depositamos en las manos del Señor el problema que embota nuestro
corazón y no logramos oír cuando Dios está hablando).
El doble animo (el cual impide lograr la meta).
El activismo (por el cual surge un sinnúmero de razones para no escuchar ni asimilar lo
que el Maestro está enseñando y haciendo).
Para seguir fielmente el ejemplo del Gran Maestro Jesús, se requiere de una
disposición real de amor hacia los demás, donde la búsqueda del bien ajeno marque la
diferencia entre un cristianismo teórico y práctico. Teniendo el modelo de Jesús, no es
válida una enseñanza fría e insensible a las necesidades del corazón humano. La
imagen que los demás tengan de Jesucristo, será en cierta medida la imagen que
como discípulos logremos comunicarles con nuestro testimonio diario.
Sabemos que la autoridad del Maestro no fue determinada por la imposición de sus
doctrinas, sino por el dulce impacto de sus palabras, que llenas de amor y compasión,
atrajeron el interés de sus contemporáneos… Dios se hizo hombre. Su cercanía trae
luz donde hay oscuridad e ilumina a cuantos atraviesan las tinieblas del sufrimiento.
Con el mensaje de Jesús nadie permaneció aburrido e impasible, y mucho menos
quedó indiferente. Así que, si el Maestro despertó la admiración de aquellos
espectadores, nos preguntamos hoy, ¿qué efecto causa en la mente y el corazón del
oyente nuestras palabras?
Esta maestra de vida que me mostro a Jesus el gran Maestro, se llama Mely Saurez,
Gracias Mely por amarme, te amo igual. Termino con una poesía
Camino de la Esperanza
Hay en la tierra un sendero: Camino de la esperanza, dicen que no tiene fin,
esa vereda tan larga . ¡ Vereda tenía que ser para perderse en la nada !...
Está sembrada de espinas que se clavan en el alma, y no hay lugar al descanso,
en tan penosa jornada. ¡ De espinas tenía que ser, Camino de la Esperanza !...
No hay un árbol que cobije, del caminante la espalda, ni un mal tronco, ni una piedra, ni
un barranco, ni una falda. ¡ Tan hosco tenía que ser, Camino de la Esperanza !...
Hay que emprender con valor la doliente caminata, sólo el amor y la fe pueden salvar la
distancia. ¡ Amor y fe habían de ser, Camino de la Esperanza!...