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APUNTES SOBRE LA EVOLUCION ECONOMICA CONTEMPORANEA DE AMÉRICA LATINA: LOS

MODELOS DE DESARROLLO
(1870-2000)

GERMAN FIDEL BÚ*

A manera de preámbulo:
El desarrollo del capitalismo en América Latina adopta desde sus orígenes un carácter sui géneris,
diferenciándose con claridad de los países de “Capitalismo Primitivo” (Europa Occidental, Estados
Unidos, Japón), en donde este sistema económico social se desarrolla impulsado por fuerzas
endógenas, es decir, por su propia dinámica económico-social, teniendo como eje fundamental a
la actividad industrial. En América latina, el sistema capitalista, en sus diferentes etapas, se ha
visto influenciado profundamente por fuerzas exógenas, teniendo como eje fundamental la
actividad primario exportadora (minería y agricultura). La dependencia estructural en cuanto al
capital extranjero, será una característica fundamental del desarrollo capitalista en la región, que
se manifestará en el control directo de importantes rubros económicos, en el control de sus
importaciones y exportaciones; en la dependencia tecnológica y; en la dependencia financiera
(otorgamientos de empréstitos para “financiar el desarrollo”), esta última convirtiéndose en una
pesada carga para las economías de estos países, cuyo servicio ha llegado a representar un costo
mayor a un 35% de sus exportaciones.

¿Qué es la dependencia y como se origina?

Theotonio Dos Santos, define la dependencia como una situación, en la cual un cierto grupo de
países tienen su economía condicionada por el desarrollo y expansión de otra economía a la cual,
la propia está sometida. La relación de interdependencia entre dos países se vuelve dependiente
cuando algunos países (los dominantes) pueden expandir e impulsar su economía, y otros (los
dependientes) solo lo hacen como reflejo de la expansión de los primeros (T. Dos Santos, 1975, p.
305).
Marini, define la dependencia como una relación de subordinación entre naciones formalmente
independientes, en cuyo marco, las relaciones de producción de las naciones subordinadas, son
modificadas y recreadas para asegurar la reproducción ampliada de la dependencia; el fruto de la
dependencia es más dependencia y su liquidación supone necesariamente la supresión o
eliminación de las relaciones de producción que involucra (R.M.M, 1977, P. 16).

Al analizar la dependencia de los países latinoamericanos recurrimos al proceso de vínculos


históricos entre América y las potencias imperiales europeas desde el siglo XVI donde se establece
una relación colonial, subordinada a las necesidades de aquellas, en un periodo en que vivían el
proceso de acumulación originaria de capital*, condición previa para el desarrollo y expansión del
modo de producción capitalista; hasta la relación de subordinación que bajo nuevas modalidades
se ha desarrollado desde el último cuarto del siglo XIX, bajo la hegemonía de Estados Unidos y que
algunos teóricos la han definido como una situación de Neocolonialismo.
Para América Latina, haber llegado a constituirse en una región que no puede autogestionar e
impulsar su propio desarrollo, ha sido un proceso largo en el tiempo donde, en diferentes
momentos, los mecanismos mediante los cuales se evidencia la dependencia se han recreado y
diversificado.
En el siglo XVI A.L se integra al proceso de desarrollo de los países de Europa Occidental a través
de las relaciones coloniales de explotación. América produjo metales preciosos que contribuyeron
a la expansión económica y a la acumulación de capital de aquellos países; el periodo conocido
como de acumulación originaria de capital en Europa corresponde en A.L a un periodo de
expropiación de riqueza, pillaje colonial, y “desacumulación originaria”.

Durante la fase de revolución industrial en Europa, se está llevando a cabo en A.L el proceso de
independencia que no significó una transformación de las estructuras económico-sociales; los
sectores de poder criollo perseguían que los antiguos negocios de la colonia pasasen a ser suyos,
de ahí el carácter esencialmente político y formal de la independencia. Durante y después de este
proceso se crearon nuevos conflictos de intereses y se exacerbaron los viejos que permanecieron
sin solución durante décadas, después de la independencia (Stanley y Bárbara Stein, 1975, p. 126).

El bajo desarrollo de las fuerzas productivas (tecnología y mano de obra), la debilidad de los
grupos económicos locales, la falta de un proyecto que cohesionara los diferentes sectores de las
naciones, influye para que una vez realizada la independencia política se desarrollara un periodo
de inestabilidad e incertidumbre económica y que se mantuviera la dispersión y desintegración
social característica del periodo anterior; los vínculos rotos con España, serán rápidamente
establecidos con los ingleses (en lo económico). Inglaterra en el siglo XIX era indiscutiblemente, la
primera potencia capitalista.

La inserción definitiva al capitalismo mundial

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, en Europa se afirma de manera definitiva, el capitalismo
industrial y financiero; América Latina concurre con una participación más activa al mercado
mundial mediante la producción de materias primas y el consumo de una porción de la
manufactura europea.

Esta inserción definitiva de la región al capitalismo mundial se produce en gran medida, impulsada
por circunstancias externas; es decir que, mientras en las formaciones económico-sociales
latinoamericanas aún no se habían desarrollado las condiciones para la generalización de las
relaciones capitalistas, este proceso se vio empujado desde afuera por las necesidades del
capitalismo desarrollado que ha entrado en su fase monopólica o imperialista. ¿Qué
características asume el capitalismo en esta fase? En primer lugar, se produce un acelerado
proceso de concentración de capital, se manifiesta con la aparición de gigantescos monopolios
transnacionales. En segundo lugar, se produce la fusión del capital bancario y capital industrial,
dando lugar al capital financiero. En tercer lugar, se genera la necesidad de exportar masivamente
los capitales excedentes acumulados en los países desarrollados hacia la periferia del sistema y, en
cuarto lugar, ante la situación anteriormente citada, los países capitalistas desarrollados
profundizan sus pugnas por el reparto del mundo, por el control por las colonias, esferas de
influencia o mercados, en donde invertir sus capitales y obtener materias primas y alimentos.
El capitalismo en esta fase conduce a la universalización del mercado.

La búsqueda de nuevos mercados, la exportación de nuevos capitales y el neo-colonialismo se


convierten en condición permanente y esencial de su supervivencia.

Estas condiciones y bajo la dependencia de las inversiones directas del capital monopólico en
algunos rubros estratégicos de las economías latinoamericanas, o por lo menos bajo el control de
la comercialización de tales rubros y la dependencia tecnológica y financiera con respecto a las
naciones desarrolladas, como América Latina se incorpora definitivamente a la esfera del
capitalismo mundial. Lo hace, además, en el marco de la división internacional del trabajo,
especializándose en la exportación de productos primarios (materias primas y alimentos) y en la
importación de capitales y productos industriales.

La integración de los estados nacionales a esta dinámica, creo dificultades de diferentes grados y
en relación directa a la estructura productiva y al grado de desarrollo de las fuerzas productivas;
esta situación de heterogeneidad estructural47 es para muchos autores el precedente más
inmediato de la estructuración desigual del capitalismo latinoamericano, en tal sentido, Cueva
presenta cuatro tipos de situaciones sobre la cual se lleva a cabo el desarrollo y expansión del
capitalismo en A.L (Cueva, 1977, cap. 6).

a.- Países de estructuras feudales de corte casi clásico: Las características asumidas por estos
países, fueron la expropiación de los bienes eclesiásticos, la enajenación fraudulenta de las tierras
ejidales y la expropiación de la propiedad comunal indígena o mestiza. Este proceso se conoce
como Reforma Liberal y fue llevado a cabo con mayor o menor intensidad de acuerdo a la
dinámica y poder interno de las clases que lo condujeron; en México, Guatemala y Colombia este
proceso, cobró toda su expresión.

b.- En Costa Rica y Brasil, este proceso cobró una forma particular.
En el primero, la preexistencia de una forma mercantil simple bastante desarrollada limitó el
proceso de acumulación de capital; en Brasil la liberalización del capital comercial utilizado en el
tráfico de esclavos, se constituyó en el proceso de disolución del modo de producción esclavista y
fuente de acumulación para el desarrollo del capitalismo.

47
Diversidad de formas económicas en una sociedad, Ej.: sobrevivencias feudales en el agro alternadas con formas de
economía de mercado capitalista en el resto de la sociedad (situación que se observa aún en el área rural de varios
países latinoamericanos).
c.- El tercer grupo, lo constituyen países donde las relaciones capitalistas de producción aparecen
tempranamente, aquí el proceso de acumulación empieza desde antes de 1880; después de ese
momento no hace más que consolidarse. Chile, por ejemplo.

d.- El cuarto grupo está integrado por aquellos países donde el proceso de desarrollo del
capitalismo fue llevado a cabo por el capital extranjero, el capital norteamericano se ubicó
controlando el proceso productivo; esta situación se da en Paraguay, Nicaragua, Haití, Honduras,
República Dominicana y algunos países de la región andina.

Desde aquel momento a la actualidad en el proceso evolutivo del capitalismo en la región pueden
distinguirse diferentes momentos, determinados por las circunstancias generales del capitalismo
mundial, las necesidades del capital monopólico concebida por los gobiernos de la región en la
búsqueda del desarrollo. A cada una de estas etapas corresponde un modelo de desarrollo,
entendido este como ese conjunto de estrategias y políticas que el Estado, dentro de una
determinada coyuntura histórica (y contando con el apoyo de las clases o fracciones de clases que
en este momento lo hegemonizan) se dispone a ejecutar en procura del desarrollo. Dentro de la
historia latinoamericana y a partir del último cuarto del siglo XIX, momento en que la región se
incorpora definitivamente al capitalismo mundial, podemos distinguir en términos generales los
modelos siguientes: el modelo primario exportador, el modelo de industrialización sustitutiva y el
modelo neoliberal).

A continuación, presentamos, en apretadas síntesis, los componentes fundamentales de estos


modelos, el contexto en que aplican y los resultados que los mismos generaron en el proceso de
“desarrollo” capitalista en la región.

I. El modelo primario exportador:

El modelo primario exportador estuvo vigente en A.L desde las últimas tres décadas del siglo
XIX, hasta 1930, cuando como consecuencia de la crisis del capitalismo mundial, este modelo
inicia su colapso. El sector minero, junto al agrícola, se constituyó en el eje del capitalismo
latinoamericano, creyéndose que a través de las exportaciones de productos primarios (lo que
algunos estudiosos han llamado “desarrollo hacia afuera”) se iba a alcanzar el desarrollo
económico, al estilo de los países de Europa Occidental o EE.UU.

Cueva califica a este estilo de desarrollo capitalista de reaccionario y oligárquico; el modo de


producción capitalista supeditó a las formas productivas anteriores e impuso su legalidad,
pero se implantó sin que se desarrollara una revolución democrática burguesa que destruyera
de manera radical el antiguo orden; por otro lado, (como ya lo habíamos apuntado
anteriormente) este capitalismo nace subordinado a la fase imperialista del modo de
producción capitalista (bajo el control directo o indirecto del capital transnacional) y es
responsable del lento desarrollo de las fuerzas productivas (tecnología sobre todo). En este
caso, el desarrollo del capitalismo se basa en la extracción de plusvalía absoluta 48, cuando en
el capitalismo del centro (de los países desarrollados) se transita a la obtención de plusvalía
relativa49. En la estructura social este modelo se caracteriza por la demora en la constitución
de un proletariado moderno (Cueva, 1987, págs. 79-85).

Durante esta etapa el proceso de integración y desarrollo del capitalismo latinoamericano se


va a realizar, básicamente, sobre dos tipos de estructura productiva:

a) Estructura diversificada, en las cuales el predominio del sector primario-exportador sigue


existiendo, pero junto a este hay un proceso de industrialización en expansión.
b) Estructura primario-exportadora: cuyo sector “industrial” está constituido casi de manera
exclusiva por industrias artesanales; en este caso, el desarrollo del capitalismo se hará
básicamente en función del desarrollo agrícola de exportación conducido por el capital
extranjero.

El primer caso lo constituyen Uruguay, Argentina, Brasil, Chile y Colombia. La relativa abundancia
de divisas generadas por el sector exportador, el mercado interno relativamente amplio, y la
expansión del sector industrial controlado básicamente por el capital nacional, parecía conducir
hacia el desarrollo de un capitalismo autónomo; el segundo caso, corresponde a los países donde
el desarrollo del capitalismo fue llevado a cabo por el capital extranjero, los grupos económicos
locales no pudieron mantener el control y el predominio sobre el sector productivo; en este caso,
la incorporación al mercado mundial se hizo a través de actividades primario-exportadoras,
controladas en forma directa desde afuera, dando lugar a lo que Cardoso y Faletto llamaron
economías de enclave.

En estas sociedades, los sectores económicos locales por su incapacidad para reaccionar y
competir en la producción de mercancías, fueron paulatinamente desplazados. Se atribuyen al
enclave las características siguientes:

a.- La producción es una prolongación directa de la economía central, en un doble sentido; el


control de las decisiones depende directamente del exterior y los beneficios generados por el
capital (impuestos y salarios) apenas pasan en su flujo de circulación por la nación dependiente,
yendo a incrementar la masa del capital disponible para inversiones de la economía moderna.

b.- No existe realmente conexión con la economía local, con el sector de subsistencia o con el
agrícola vinculado al mercado interno, pero si con la sociedad dependiente a través de canales
como el sistema de poder, porque ello define las condiciones de la conexión.

c.- El desarrollo de las economías de enclave, expresan el dinamismo de las economías centrales y
el carácter que el capitalismo asume en ellos, con independencia de la iniciativa de los grupos
locales, en los enclaves dada la alta inversión de capital y el uso intensivo de tecnología, pueden

48
Tiene que ver con obtener ganancia explotando fundamentalmente la fuerza de trabajo, sin
racionalización e innovación tecnológica.
49
La que se obtiene fundamentalmente con la innovación tecnológico-productiva.
darse las productividades más altas del mundo, esta situación no se extiende a otras ramas
productivas controladas por los grupos locales.

d.- Los enclaves se constituyeron en los grandes centros de proletarización agrícola, y minero, un
sector nuevo en las sociedades latinoamericanas que permanecieron por mucho tiempo como la
única clase social específica del capitalismo; el otro sector, las burguesías permanecieron en sus
países de origen.

e.- El enclave presenta ciertas tendencias a un bajo nivel de distribución del ingreso, desde el
punto de vista de la economía nacional. El excedente que se produce en el enclave fluye al país de
origen del capital, produciendo una descapitalización de las economías latinoamericanas.

f.- Los enclaves coexisten con sectores económicos locales de reducida gravitación en el mercado,
controlados por oligarquías tradicionales, que entran en vínculos de subordinación con el capital
extranjero.

g.- Los enclaves no solo llevan el control del sector exportador sino, en algunos casos, el control
político (C. y F., 1973, p. 48-53).

En suma, el modelo primario exportador a partir del cual se articula la incorporación de América
Latina al mercado mundial capitalista, se llevó a cabo, por un lado, desde estructuras diversificadas
con predominio del sector primario exportador en expansión; por otro, desde estructuras
primario-exportadoras con escasa o nula diversificación y coexistencia con un sector “industrial”
de carácter básicamente artesanal.

II. El modelo de industrialización sustitutiva

En octubre de 1929, explota una de las crisis económicas más severas que haya tenido el
capitalismo, fue una crisis de sobreproducción que, aunque se da en los países desarrollados,
tuvo profundas consecuencias para América Latina. Esta crisis fue sorteada por los países, de
acuerdo a la capacidad de modificar o no su estructura productiva. La crisis que se expresó en
los países centrales como una contracción violenta de su demanda de importaciones de
productos primarios, que significó para América Latina una reducción drástica de las
exportaciones acelerando de esa manera la caída de los precios, los ingresos y el empleo. Esta
situación no fue uniforme, la producción de materia prima disminuyó, la de los productos
alimenticios permaneció casi constante en este periodo. Los efectos de esa crisis para América
latina fueron: la violenta caída en el empleo, en el ingreso y en el nivel de vida; además, el
aumento de los servicios financieros de la deuda externa y la contracción de los ingresos de
divisas (impuestos de exportación), produjeron reducciones extraordinarias en la capacidad de
importar, contrayéndose la oferta de productos manufacturados. La crisis financiera significo
un aumento directo en los precios relativos de las manufacturas y de los productos importados
(Sunkel y Paz, 1973, p. 316).
En los países donde existía un sector industrial dedicado al mercado interno, hubo condiciones
objetivas para modificar la actividad económica. La caída de las importaciones abrió a las
burguesías latinoamericanas las posibilidades de atender la demanda interna insatisfecha y fue
así como la burguesía agro-mercantil y burguesía industrial ascendente, pudieron pactar el
derecho mutuo creando alianzas y desarrollando una actividad industrial relativamente
importante para atender la demanda del mercado interno.

El estado que aquí establece es un estado de compromiso, que refleja la complementariedad


objetiva que cimenta sus relaciones. La alianza entre la burguesía agro-mercantil y la burguesía
industrial, expresa su cooperación antagónica que no incluía los choques de intereses en el
seno de la coalición; significó también la lucha por el desarrollo de la burguesía industrial que
busco el apoyo de las masas urbanas; dando lugar a lo que se conoció como GOBIERNOS
POPULISTAS; el ejemplo más claro fue el gobierno de Perón en Argentina (R.M. Marini, 1978, p.
11-12). También sucedió en Brasil y México. El otro tipo de respuesta tuvo lugar en sociedades
con una economía primario-exportadora y la baja redistribución del ingreso, impidió la
modificación de la estructura productiva y el desarrollo del sector industrial. Las tensiones
sociales que la crisis provocó fueron enfrentadas con GOBIERNOS DE FUERZA, ejemplo de ello
fueron los regímenes políticos centroamericanos entre 1930 y 1950.

Antes de 1954, solo 6 países habían empezado su industrialización (Uruguay, Argentina,


México, Brasil, Chile, Colombia). En el resto de países, la industrialización es un proceso de la
pos-guerra que se verá impulsado, y a la vez condicionado por el capitalismo hegemónico, y se
realizará bajo el control directo del capital extranjero, ya sea en América del sur o Centro
América. Este desarrollo industrial tuvo las características siguientes:

a.- La expansión del capitalismo centroamericano hace reproducir su sistema, pero no


estrictamente a su imagen y semejanza, sino bajo la forma de capitalismo dependiente (Vania
Bambirra, 1978, p. 36).

b.- El modo de producción capitalista no fue nunca trasladado de manera completa, sistemática y
homogénea a las regiones y países sometidos a la dominación, lo que sucedió la reorganización de
las estructuras productivas, en función de las necesidades dominantes del sistema (Quijano).

c.- La reorganización del sistema productivo no llevó a revolucionar la situación de las clases
dominantes, poniendo en entredicho el efectivo poder económico y político de estos sectores
sobre la sociedad (V.B., 1978, p. 37).

d.- El desarrollo del capitalismo en América Latina, no ha implicado una liquidación radical de los
modos de producción que lo han precedido, sino una superación discontinua y lenta de ellos,
desde formas más primitivas hacia formas más elaboradas. Es así como este proceso pasa desde
una formación socioeconómica dependiente, colonial-exportadora, hasta finalmente llegar a una
formación socioeconómica dependiente, capitalista-industrial; además, la industria tiende a
subordinar todos los demás sectores a su propia dinámica y las posibilidades y límites del
desarrollo rural están dados por ella (V.B., 1978, p. 45-51).

e.- La presencia del capital extranjero en la economía latinoamericana condujo a su


desnacionalización, con todas las derivaciones incluyendo las políticas que ello implica; esta
inversión deformó el aparato productivo local, puesto que se ubicó en los puntos estratégicos para
el desarrollo de las economías metropolitanas y no en las que más interesarían al país
latinoamericano; América Latina atrajo de manera significativa el capital extranjero por ser un área
donde los capitales son escasos, el precio de la tierra relativamente poco considerable, los salarios
bajos y las materias primas baratas (Cueva, 1977, cap. V).

En la pos-guerra (3 décadas posteriores a la II Guerra mundial) el proceso de


industrialización sustitutiva se generaliza en A.L., en donde con las correspondientes
particularidades de cada país, en unos con más éxito que en otros, en algunos en forma más
temprana y en otros más tardíamente, este proceso se implementó, particularmente
impulsado por las iniciativas propuestas por la Comisión Económica Para América Latina,
CEPAL.

II.1 Los componentes de la modelo de la CEPAL

La CEPAL, fue creada en 1948, como organismo ligado al consejo económico social de la ONU,
con el propósito de brindar asesoría a los gobiernos latinoamericanos en aras de fomentar el
desarrollo económico-social. El primer documento de la CEPAL le fue encargado a Raul
Prebish, un economista argentino que había dirigido, como presidente del Banco Central y en
otros cargos, la política económica de su país en 1935 y 1943 y tenía la reputación de ser un
representante del neo-clasicismo (50*). Una vez aceptado el estudio, Prebish asumió la
Secretaría ejecutiva de la Comisión, rodeándose de jóvenes economistas de la región, ansiosos
de conocer cuál era la realidad de sus países. En el marco institucional de la CEPAL, se formuló
la primera teoría global del desarrollo para A.L., la cual parte de un diagnóstico en el que
ubican primero el problema del sub-desarrollo latinoamericano en la perspectiva del sistema
mundial y lo relaciona en segundo lugar con las deformaciones internas derivadas de la
condición monoproductora de las economías, lo que había impedido una suficiente tasa de
ahorro, la formación de capital y el empleo racional de la mano de obra.

Según dicho análisis, se argumenta que los países de la región estaban incorporados como
periferia (atraso tecnológico y organizativo, progreso técnico concentrado solo en sectores
primario-exportadores, estructura productiva-heterogénea y especializada), a un sistema
mundial cuya dinámica se hallaba dominada por el centro (industrializado, con estructuras
productivas homogéneas y diversificadas). Este sistema le había impuesto a la periferia, la

50
Escuela de pensamiento económico en boga de fines de siglo XIX hasta la crisis de 1929.
función estructural de producción y exportación de productos primarios, mientras que en los
países del centro se concentraba la producción industrial.

Prebish y la CEPAL formaron una severa crítica al sistema CENTRO-PERIFERIA, argumentando


que el comercio capitalista mundial no procuraba mecanismos para mantener el equilibrio
entre los precios de los bienes primarios y los de los manufacturados, abriéndose una brecha
cada vez más amplia entre ambos en detrimento de los primeros (deterioro en los términos de
intercambio), tampoco lograba repartir equitativamente los frutos del progreso técnico, que
tendía a concentrarse en los países productores de bienes manufacturados. Como
consecuencia de estas situaciones, se produce una deformación de las estructuras productivas
de las economías. Salvo en tiempos de expansión del sistema mundial y el subsiguiente
crecimiento de la demanda de los bienes primarios (como ocurrió en Argentina, Brasil, Chile,
Uruguay y particularmente México a finales del siglo XIX) o desacoplamiento forzoso del
comercio internacional (caso de la crisis de los 30’s), la fijación en la producción primaria ha
impedido la industrialización, la incorporación de tecnología moderna en el sistema
productivo, la transformación en capitalistas de las formas de organización social del trabajo,
en breve: la modernización.

El objetivo que inspiró a la CEPAL desde el primer momento ha sido el de alcanzar el estado de
desarrollo alcanzado por los países industrializados. En este sentido, para promover el
desarrollo, la CEPAL propone unas políticas económicas destinadas a:

a.- Diversificar la estructura productiva existente, mediante la ruptura de la condición


monoproductora y modernizar dicha estructura mediante la incorporación de tecnologías
modernas y la transformación de las formas de organización del trabajo. Esta medida se
orienta a activar el papel de la región en el comercio internacional, ya que de él depende el
ingreso de divisas necesarias para la compra de tecnología y competencia en materia de
gestión en los países desarrollados y a contribuir a la formación del mercado interno. Se
lograría además un aumento en la capacidad productiva del trabajo en el sector primario, lo
cual traería una mayor tasa de ahorro y por ende la formación de capital.
En el marco de la diversificación de las estructuras productivas se plantea la reforma agraria
como un mecanismo que debía permitir una mejor distribución de la riqueza, mayor
productividad del trabajo campesino, generación de materias primas a la industria, ampliación
del mercado mediante la incorporación de los sectores campesinos marginados al proceso de
producción y consumo capitalista.

b.- Estimular la industrialización a través de la sustitución de importaciones de bienes


manufacturados, utilizando para ello el mercado interno ya formado y potencialmente
ampliable.
Esta medida incluye tres fases sucesivas: 1) La sustitución de bienes de consumo masivo, antes
importados, por producción local, 2) La de bienes intermedios y de consumo duradero, y 3) la
de bienes de equipo, cada una de las fases engendraría las condiciones para que pudiera surgir
la siguiente. Todo ello tenía que darse en el marco de una redistribución del ingreso, con miras
a evitar que el nivel de consumo popular se fuera deteriorando aún más. Este conjunto de
proposiciones se enmarca en el concepto de desarrollo endógeno y auto centrado.

Cabe destacar 3 elementos adicionales que forman parte de la estrategia de la CEPAL. Uno de
ellos es el papel del Estado, sobre cuya intervención debía fundamentarse el proceso de
desarrollo. Tal intervención se manifestaría en la programación de los procesos económicos,
industrial local, la implementación de la reforma agraria, el financiamiento a los productos de
agroexportación e industriales e incluso, si fuese necesario, la inversión directa en la
producción. El segundo elemento es la necesidad de recurrir al capital foráneo, al menos en la
etapa inicial del proceso de desarrollo, dada la escasez de este factor a nivel interno. El tercero
es la integración regional, vista como un medio para fortalecer la industrialización mediante la
ampliación de los mercados nacionales y como mecanismo para reforzar la identidad
sociocultural latinoamericana con miras a fortalecer el proceso de desarrollo.

La de la CEPAL, se convierte en la doctrina más influyente del desarrollo que hasta la fecha se
ha producido, no solo orientando en A.L., en la pos-guerra, las estrategias estatales, sino
también inspirando la imaginación y las representaciones colectivas, orientando las prácticas
sociales. También fue la causa del fenómeno de la euforia del desarrollo que se pudo observar
en muchos países durante la pos-guerra y que hacía posibles cohesiones y solidaridades
sociales que desembocan en alianzas entre los grupos, clases y sectores en torno a la
promoción y a las políticas del desarrollo. Estos habían encontrado en la doctrina de la CEPAL,
el norte de su orientación.

II.2 Principales transformaciones socioeconómicas de América Latina en el periodo de pos-


guerra (1950-1980)

Indudablemente, la aplicación de la estrategia de la CEPAL, más o menos fiel en los diferentes


países, cambió la fisonomía de A.L. y el caribe. En los años 40 habían albergado sociedades
predominantemente agrarias o mineras con economías monoproductoras, con solo incipientes
enclaves de industrialización (más significativos en los ya anteriormente citados países de
industrialización temprana). Durante las tres décadas de pos-guerra, se produjo un dinámico
crecimiento económico y profundas transformaciones: “El producto total se quintuplicó en 30
años y el producto por habitante se duplicó con creces. El proceso de inversión fue intenso en
algunos países y trajo consigo importantes cambios productivos y tecnológicos; el parque
industrial de la región se amplió y diversificó notablemente, lo que permitió atender con
producción interna la casi totalidad de la demanda de bienes de consumo y una parte
creciente de las de bienes intermedios básicos y de capital, y promoverse, sobre todo a partir
de los años 70, una creciente diversificación de las exportaciones con la incorporación de
productos manufacturados. Paralelamente, mediante la comercialización y la agroindustria se
fue transformando la agricultura, introduciendo técnicas modernas de producción y adelantos
en la organización y comercialización de sus productos. También fue considerable la
ampliación de la infraestructura, en particular la vinculada con el transporte, las
comunicaciones y la energía”. (Naciones Unidas, CEPAL, 1990, p.26).

“El producto manufacturero se multiplicó 7 veces aumentando su participación en el producto


total del 17 por ciento en el periodo 1950-1952 a 24 por ciento en el periodo de 1979-1980”
(Naciones Unidas, CEPAL, 1990, p.26).

No menos espectacular fue el cambio en el plano de las instituciones. En 1950 en la mayoría de


los países la sociedad tradicional era uno de los símbolos del sistema, y la empresa familiar y el
artesanado eran la norma en la industria; el sector público recién incorporaba los organismos
de planificación y fomento, el sistema bancario había evolucionado muy poco y, en general, los
mercados financieros estaban escasamente desarrollados. Treinta años después existían en la
región empresas modernas (especialmente públicas) que manejaban tanto plantas como cifras
de negocios de magnitud comparable a grandes empresas de países desarrollados. La empresa
extranjera tradicional que explotaba recursos tradicionales, ha sido remplazada en buena
medida por la empresa transnacional y en muchos casos por empresas estatales. En el sector
agropecuario han surgido empresas modernas que, aprovechando plenamente los servicios
técnicos y de infraestructura creados por el gobierno, han establecido vínculos con los
mercados externos y con los más dinámicos de entre los internos. La acción pública se
extendió notablemente, y se crearon y expandieron empresas públicas sin las cuales la
transformación productiva habría resultado no solo poco probable, sino imposible.

También se experimentaron cambios profundos en el campo social: “a través de un proceso de


urbanización a veces violento, se había invertido la relación entre población rural y urbana. La
educación se masificó, incluso en los niveles secundarios y universitarios. Las políticas sociales
asociadas a la estrategia de la CEPAL habían logrado relevantes avances en el estado de la
salud de las grandes mayorías, expresadas en un decrecimiento de la mortalidad infantil, la
disminución de aguas residuales, sistemas de comunicación, etc.” (Sonntag, Julio, 1994, p. 271-
272).

La estructura de la estratificación social se había modificado. El peso del campesino se había


reducido y el del proletariado industrial y en menos medida del agrario, había aumentado. Los
sectores medios habían crecido y jugaban un papel importante en la vida política y social. La
burguesía local se había expandido, asumiendo parcialmente el rol modernizador, que, al igual
que los sectores medios, le asignaba la estrategia de desarrollo.

En lo socio-político surgieron en aquellos países con una tradición democrática más larga y en
donde se experimentaron procesos prolongados de crecimiento económico (Chile, Colombia,
Costa Rica, Uruguay, México y Venezuela), los estados de compromiso nacional-popular, cuya
presencia fue percibida como un hecho indisolublemente atado al desarrollismo de la CEPAL.
No se excluyen en este periodo el surgimiento de nuevos autoritarismos (como en el caso
brasileño, peruano y panameño) o la persistencia de regímenes autoritarios de tipo
patrimonial (Paraguay, Nicaragua, Haití).
II.3 Las limitaciones de la teoría de CEPAL y los gérmenes de la crisis en la post-guerra:

Los avances económicos y sociales logrados en A.L. durante las 3 décadas de pos-guerra no
impiden reconocer las limitaciones de la teoría de la CEPAL y del modelo de desarrollo
imperante durante este periodo en la región. Cabe aquí señalar algunos elementos que hacían
potencialmente débil a la teoría de la CEPAL: un primer elemento se refiere a la falta de la
definición clara del concepto mismo de desarrollo, que buscaba emular el modelo de las
sociedades capitalistas desarrolladas, sin someter a la discusión si esto era posible y deseable
desde el punto de vista de la situación estructural de estos países en el sistema mundial y de
sus propias particularidades históricas, culturales y estructurales. Un segundo elemento, es el
mecanismo de la teoría, el predominio del economisismo, desconociendo la implicación de los
aspectos socio-culturales y políticos y en la determinación del desarrollo. El tercer elemento
que implicaba la posibilidad de fracaso fue la tardía consideración de la importancia de las
innovaciones científico-tecnológica en el proceso. Aceptaban la tecnología de los países
centrales y pensaban que el desarrollo se iba a dar a partir de su importación, lo cual
profundizó la dependencia tecnológica de la región (se sustituyeron las importaciones de
productos industriales de consumo, pero se incrementaron las importaciones de tecnologías).
Los países del tercer mundo no lograron crear una base científico-tecnológica propia,
generándose el circulo vicioso de la dependencia en este campo. Pero la teoría fracasó
también en sus propios postulados. La industrialización sustitutiva no llegó a cumplir en ningún
país, las 3 fases previstas en la estrategia: el paso de la primera a la segunda se dio con relativa
facilidad, pero el paso siguiente fracasó.

La redistribución del ingreso, un objetivo fundamental desde las primeras formulaciones,


nunca se logró: al compás del crecimiento económico rápido, persistió la desigualdad: “El 40%
más pobre aumentó su participación en el ingreso total en solo un 0.6%, mientras que el 10%
más rico solo bajó a su participación de 48% a 47.3% del ingreso total” (Naciones Unidas,
CEPAL, 1990, p.31). Tales datos confirman que el beneficio del crecimiento económico logrado
en este periodo, no se reflejó de manera proporcional en la reducción de la pobreza, por lo
que tal crecimiento asume un carácter concentrador y excluyente. Otra importante limitación
fue el no tener una percepción objetiva del funcionamiento del sistema mundial, haciendo gala
de un voluntarismo que supone implícitamente que los países desarrollados colaborarían
desinteresadamente en procura del éxito en la aplicación del modelo bien sea a través de
inversiones o de ayuda al desarrollo o mediante la renuncia al proteccionismo, aceptando las
importaciones provenientes de los países del tercer mundo. La realidad ha demostrado que
ello no es así, los países desarrollados “colaboran” con los subdesarrollados en la medida en
que ello corresponda a sus intereses. Esta aseveración se ve reforzada por la forma en que las
compañías transnacionales intervinieron desde finales de la década del 70 en la
industrialización de los países latinoamericanos contribuyendo a su parcial desnacionalización,
generando formas ampliadas de dependencia.
Una limitación final que merece nuestro interés fue la suposición de que el sector primario iba
a procurar las divisas para las importaciones de maquinaria y capacitación gestora, necesarias
en el proceso de industrialización, sin embargo las entradas de divisas por parte de dicho
sector nunca fueron suficientes, recurrir entonces a la ayuda para el desarrollo (en los años
50), a los préstamos de organismos multilaterales en los 60’s, y a la banca privada comercial
(en los 70’s) para obtener divisas constituye una práctica necesaria. Se reforzó un círculo
vicioso de endeudamiento externo cuyas consecuencias pudieron mantenerse bajo control
durante bastante tiempo hasta que explotaron a comienzos de los 80’s. ver en un original si sigue lo
que sigue…

La crisis de los ochentas

Los desencadenantes de la crisis:

Como habíamos anteriormente apuntado, el modelo de desarrollo de la pos-guerra estimulo el


endeudamiento de las naciones del tercer mundo, lo cual se vio impulsado aún más por la
disponibilidad de créditos abundantes y con tasas de interés relativamente bajos, disponibles en el
periodo.
A partir de 1973 comienza a manifestarse una nueva crisis del sistema mundial. Esta crisis, a inicios
de la década de los 80 va a provocar, de parte de las potencias industrializadas, una modificación
de sus relaciones con la periferia, que se manifestará mediante una política proteccionista en
detrimento de sus productos de exportación, mediante la imposición de cuotas y precios bajos a
los mismos (lo que generará un deterioro en los términos de intercambio comercial en perjuicio de
la periferia) y mediante una modificación de la política de créditos caracterizada por el alza a las
cuotas de interés y por la imposición de condiciones gravosas para el otorgamiento de nuevos
créditos.

El peso agobiador e insostenible del endeudamiento externo que ocasionará que los gobiernos
tengan que destinar cada vez más recursos para el pago del servicio de la deuda (la deuda pasó de
menos de 100 millones a finales de 1976 a más de 330 mil millones a fines de 1982, llegando sus
intereses a absorber entre el 35% y el 30% de las divisas generadas por A.L. y el Caribe por
concepto de exportaciones de bienes y servicios), las limitaciones para obtener nuevos créditos,
los bajos precios de los productos primarios en el mercado mundial (y las cuotas impuestas a
estos), y el déficit fiscal con la escalada inflacionaria que genera, sumados al clima de inestabilidad
política y social imperante en A.L. desde finales de los 70’s estimuló una enorme fuga de capitales
que se calcula llegó a ser equivalente al monto total de la deuda externa.

La combinación de todos los factores anteriores, será la causa desencadenante de la crisis que
comienza a manifestarse en los 70, pero se torna evidente e insostenible a partir de los 80,
poniendo en tela de juicio el modelo de desarrollo implementado en la pos-guerra bajo la
influencia de la CEPAL y generando la necesidad de implantar una nueva estrategia que garantice
la reproducción del sistema.
PRINCIPALES MANIFESTACIONES DE LA CRISIS DE LOS 80

La magnitud de la crisis se aprecia en la evolución de los indicadores económicos agregados a


partir de 1981. Desde ese año el producto interno bruto disminuyó su ritmo de crecimiento
sostenido, exhibido durante casi cuatro décadas.
“La tasa anual decreció de 5.3% en 1,980 a 0.5% en 1981. En el bienio 1892-1983 el producto
interno se redujo en términos absolutos y en 1984 tendió a recuperarse para crecer a un ritmo
promedio de un 3% anual”. El producto interno por habitante cayó cerca de 8% entre 1980 y 1986
y su nivel fue equivalente al alcanzado por la región el 1977.

Para el conjunto de la región el ingreso nacional por habitante en 1986 fue un 14% inferior al de
1980. La crisis retrotrajo el nivel medio de ingreso de la población a los valores que había
alcanzado una década atrás.

Este descenso de la actividad económica afecta con especial intensidad la formación de capital.
Esta, que había crecido en la década del 70 a un ritmo de 7.3% anual, decreció a una tasa de 4.5%
en los últimos años y en 1986 era inferior en 25% al nivel que había alcanzado en 1980. Así la crisis
no solo afectó las condiciones de vida actuales, sino que comprometió también las posibilidades
de elevar los niveles de vida de la población en el futuro.
Ello resulta más grave aún si se tiene en cuenta que, a la permanente deficiencia de ahorro interno
de las economías de la región para financiar la inversión, se suman las restricciones externas
derivadas de la disminución de la entrada de ahorro externo y la necesidad de destinar una
fracción muy alta de los recursos generados para amortizar y pagar los intereses de la enorme
deuda externa acumulada.
La contracción de la actividad económica fue acompañada por un aumento de las tasas de
desempleo abierto y la ampliación del sub-empleo en sus distintas manifestaciones, acompañado
de un deterioro considerable del salario real provocado por un incremento acelerado de los
precios.

En la estructura ocupacional se produce un incremento relativo de ocupaciones en las cuales es


mayor el grado de subutilización, observándose 3 tendencias en esa dirección: normalización,
tercerización y aumento del empleo en el sector público. (Naciones Unidas, CEPAL, 1978, pag. 38-
42). Ver si sigue lo que sigue

El proyecto teórico neoliberal, dentro del ámbito económico, es el modelo de competencia


perfecta. Este modelo ideal es de propiedad privada y de un sistema de mercado no intervenido
por el estado. Complementariamente se supone un sistema normativo y de valores que deben
tomar vigencia en la sociedad mercantil, valores tales como: libre empresa privada e individuos
efectivamente libres. (Hernández, 1987, p. 20).

La teoría neoliberal tiene sus orígenes en el liberalismo clásico de final del siglo XVIII con Adam
Smith y David Ricardo. El neoliberalismo plantea tesis referidas a la libre empresa y libertad de
mercado. Su acceso a las políticas económicas en A.L en la década de los 80, tiene que ver con el
conflictivo contexto económico y socio-político del subcontinente, generado por la crisis
económica. La teoría neoliberal acusa de esta crisis a las políticas populistas y desarrollistas, al
descredito de estos programas, la incorrecta conducción de la política económica, la intervención
estatal en la economía, la protección desmedida de la industria, la expansión exagerada del
empleo del sector público, los contratos y aranceles de las importaciones, los controles de precios,
en fin todas aquellas medidas que tendieron al desarrollo del capitalismo nacional y a la regulación
de su funcionamiento. La crisis marca para los neoliberales, el fin de la efectividad de una política y
de la teoría en la que se sustentó este modelo después de la segunda pos-guerra; la posición
neoliberal se sintetiza en acusar a la práctica estatal del desarrollo y populismo de haber
hipertrofiado a la economía y al estado, el resultado es la profunda crisis de la sociedad (Paz, 1983,
p. 1). Ante esta situación el neoliberalismo plantea la necesidad de implementar una política
estable, sólida y sin concesiones populistas, para poner orden y lograr la estabilidad como
requisito del crecimiento económico. El neoliberalismo plantea las políticas de estabilización
siguiente:

1.- Liberalizar el mercado de controles por parte del Estado: eliminar la práctica de la planificación,
evitando restricciones a los precios y dejar que sean las fuerzas de la oferta y la demanda los que
determinen los niveles de producción (Hernández, 1987, p. 42).
Eliminar los controles de precio, las restricciones y aranceles a las importaciones y los subsidios a
las exportaciones. También los subsidios a los artículos de primera necesidad deben ser eliminados
para sanear la economía.

2.- Reducir o eliminar el déficit fiscal, recortando los gastos, incrementando los impuestos,
reajustando las tarifas y precios de las empresas públicas; el gobierno debe abandonar la política
de pleno empleo y el salario debe ser regulado de acuerdo a la demanda y oferta de trabajo,
postergando o eliminando los reajustes de sueldos y salarios.

3.- Controlar y detener la expansión monetaria y crediticia con un manejo responsable de los
incrementos de la política monetaria.

4.- La valorización del dólar se expresa en la liberalización del sistema de cambio monetario y las
tasas de interés, las monedas nacionales se valorizan respecto al dólar de acuerdo a la oferta y la
demanda, dando pie a lo que denomina el sistema de flotación cambiaria.

5.- Hay una sustitución del modelo de industrialización sustitutiva cuyo destino era el mercado
interno por el modelo agrícola exportador, bajo el argumento de que deben aprovecharse las
ventajas comparativas, en este caso de la producción agrícola latinoamericana frente a la
producción agrícola de los países industrializados, donde el precio de la fuerza de trabajo tiende a
dejar fuera de la competencia a aquel grupo de países.
6.- Debe limitarse la intervención del Estado en la economía (salvo que esta resulte útil para la
promoción de los intereses capitalistas) pues ello conduce a las distorsiones del mercado y atenta
contra la libertad. El Estado debe estar fuera de la economía tanto con las políticas de regulación,
la planificación o la inversión directa, debiendo producirse un proceso de privatizaciones, donde el
Estado vaya perdiendo el control de las empresas estatales, pasándolas a mano del capital
privado, ya sea nacional o extranjero.

7.- Reducción del gasto público en el sector social y su transferencia al sector privado, a la creación
de infraestructura para la producción y el pago de la deuda externa. Esta última consume la mayor
parte de las divisas obtenidas de las exportaciones y aun así no logra satisfacer las exigencias de la
banca internacional, ni disminuir el monto de la misma. Las políticas de ajuste estructural han sido
en gran medida impuestas a los gobiernos latinoamericanos por los organismos financieros
internacionales quienes tienen como principal propósito recuperar la deuda externa y acelerar la
reestructuración del capitalismo ante la crisis.

III.1 Consecuencias de la aplicación de los programas de ajuste estructural en América Latina

En la esfera económica, los programas de ajuste han contribuido a reducir el déficit fiscal en
algunos países y a una débil recuperación de los indicadores económicos. Los países han hecho
frente al pago del servicio de la deuda externa, aunque ella no ha significado una reducción de la
misma, por el contrario, esta ha seguido creciendo rápidamente.

En el campo social, el costo del ajuste fue extraordinariamente alto, ya que el mismo tuvo efectos
de carácter recesivo y estimuló un proceso de mayor concentración del ingreso, la caída del salario
real y el aumento del desempleo y sub-empleo que se traduce en que el costo del ajuste recayó
principalmente en los sectores de menores ingresos (asalariados manuales y de servicio, sector
informal y campesino).
En la gran mayoría de los países de la región se produce un deterioro generalizado de la situación
social de la población (la pobreza se incrementó abarcando según los países del 50% al 75% de la
población) y de los servicios sociales que proveen los gobiernos. Entre 1980 y 1984, el gasto per
cápita en salud realizado por los gobiernos centrales subió en solo 9 de 23 países de la región y los
gastos en educación y salud fueron cortados más drásticamente que los gastos fiscales totales; en
buena parte de los países las medidas compensatorias adoptadas no han tenido más que un
carácter cosmético.

Consideraciones finales

En los últimos años se ha modificado de manera significativa el panorama económico y político


mundial, teniendo este hecho profundas consecuencias para la región. A finales de 1991, la
desintegración de la Unión Soviética, concluyó con el largo periodo de enfrentamiento silencioso
entre las potencias hegemónicas del capitalismo y del socialismo, hecho que, para muchos autores
ha significado la perdida de importancia del 3er mundo como expresión política y de desafío a la
hegemonía norteamericana, aunque a nivel económico el tercer mundo, continúe existiendo como
tal51. Por otro lado, el capitalismo desarrollado ha entrado a la integración de bloques de países
que buscan el establecimiento de una nueva división mundial de la producción, del mercado y del
trabajo: Estados Unidos con Canadá, el mercado común europeo Y Japón con los países asiáticos
de reciente industrialización.

Estos controlan el mercado mundial y condicionan las posibilidades de desarrollo de la periferia.


Desde diferentes foros, como es el de los países no alineados, el grupo de los 77, el grupo de Río,
el grupo de los 6, A.L, ha planteado reclamos, protestas y propuestas para un nuevo orden
económico internacional y un trato justo entre las naciones; por otro lado los países desarrollados
ya sea a través del grupo de los 5 (G.5) (U.S.A, Japón, Alemania, Inglaterra y Francia) o de los 10
(mas Italia, Canadá, Bélgica, Holanda y Suecia) instan a los países subdesarrollados a reducir sus
aranceles, abrir los mercados, eliminando los proteccionismos, llevar a cabo ajustes económicos
para poder seguir siendo objeto de nuevos créditos o reducir el servicio de la deuda y deciden
aplicar cuotas a los productos que exporta el subcontinente; de ahí que el diálogo norte-sur y la
posibilidad de coincidencia en objetivos comunes teniendo como meta el desarrollo de ambas
regiones es una situación con matices de utopía. El tercer mundo y A.L. en este contexto transitan
hacia la profundización de la crisis que tiene como saldo mayor marginalización económica,
comercial y social. La crisis profunda por la que transita A.L., en lo social se manifiesta con
pobreza, desempleo e insalubridad, es el resultado de una larga historia de dependencia y
subordinación y ha sido además la manifestación última de la crisis social postergada.

Desde 1986, varias economías de A.L registraron signos de mejoría, pero esto sólo constituyó un
proceso parcial de recuperación de los niveles que habían sido ya alcanzados antes de la crisis. A
pesar de ello, esto constituye un hecho positivo que demuestra que existe capacidad de
recuperación en la media que se alivian las restricciones externas: las condiciones objetivas de la
economía mundial, las condiciones de pago de la deuda y las limitaciones impuestas a las políticas
económicas de los países deudores por los organismos financieros internacionales (altas tasas de
interés, poca disponibilidad de nuevos créditos, etc.) las condiciones desventajosas en el mercado
internacional (proteccionismo, cuotas y bajos precios). Sin embargo, no se ven signos de que estas
restricciones se eliminen, convirtiéndose en una serie de limitaciones a la evolución de las
economías y sociedades de América latina que siguen, por tanto, mostrando perspectivas
inciertas. Si tales condiciones no cambian, se plasmaría un estilo de desarrollo no deseado, ni
buscado por los pueblos y gobiernos de la región, que no sería capaz de afrontar el desafío del
fuerte crecimiento de las poblaciones en edad de estudiar y trabajar que requieren de la creación
de nuevos puestos de estudio y trabajo productivo.

51
Leopoldo Zea, filósofo mexicano, en su ensayo: “Cuando el tercer mundo ascendió a segundo”, sugiere
que ahora sólo hay dos mundos: el de los ricos y el de los pobres.
Burgueno considera que la respuesta que se busque a esta problemática deberá tomar en cuenta
el verdadero drama en que se desenvuelven estos pueblos. Debe exigirse la construcción de un
nuevo país y una sociedad en el que el fortalecimiento de la región en lo interno, la distribución
del ingreso, la articulación y desarrollo productivo y el bienestar social junto a la ampliación y
fortalecimiento de la democracia en todos los órdenes son las condiciones indispensables para el
tránsito a una nueva y diferente estrategia de desarrollo.

“A.L. debe buscar y definir su propio espacio y formas de desarrollo regional con base en sus
recursos internos y de apoyo efectivo y real a la cooperación e integración regional entendido
como proyecto político y poder de negociación… A.L. debe unirse ante la nueva encrucijada y
nuevos desafíos, para responder como región, a los problemas y obstáculos que presenta la
globalización de la economía y la nueva regionalización mundial. De no hacerlo, construyendo su
propio proyecto de unidad latinoamericana, no solo continuara como furgón de cola ante los
cambios, sino, además, subordinada a la “nueva ideología” dominante, poniendo en riesgo su
independencia y soberanía”. (Burgueno, 1991).

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