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SU NECESIDAD Y SU HISTORIA.
A continuación, para caracterizar el saber filosófico, lo vamos a comparar con otros dos tipos de
saberes o conocimientos: el conocimiento ordinario y el científico.
3.1. CONOCIMIENTO ORDINARIO.
El conocimiento ordinario o vulgar es el que se conoce como sabiduría popular. El conocimiento
ordinario es, por tanto, el que se va formando por generalizaciones del sentido común, que va pasando de
generaciones en generaciones y que constituye la tradición de una cultura concreta. Es producto de la
observación del entorno y es de suma utilidad en la vida cotidiana. Son explicaciones que se limitan a
indicar lo que ocurre, sin explicar por qué ocurre.
3.2. CONOCIMIENTO CIENTÍFICO.
El conocimiento científico posee una dimensión teórica que pretende explicar, predecir y controlar
los fenómenos, por tanto la ciencia intenta ofrecer una explicación sistemática de la realidad. Con ella
pretende no solo describirla, sino explicarla y predecirla. De esta manera, conociendo las causas de los
fenómenos consigue controlarlos.
Frente al conocimiento ordinario, el científico justifica y demuestra sus afirmaciones.
3.3. CONOCIMIENTO FILOSÓFICO.
Según el significado etimológico de la palabra Filosofía, la filosofía nace de un anhelo y búsqueda de
todo el saber. Hace un cuestionamiento a fondo de la realidad. En este sentido, la filosofía se caracteriza por
su sentido crítico, dispuesto siempre a examinar racionalmente cualquier conocimiento o tradición,
descubriendo y señalando errores, falacias y manipulaciones.
4. Disciplinas del saber filosófico.
Se puede vivir sin haber estudiado filosofía, pero no se puede vivir humanamente sin
haberse planteado nunca cuestiones filosóficas. La filosofía responde a la necesidad que
tenemos de dar respuesta a esa inquietud interior que nos empuja a hacernos preguntas:
¿quién soy?, ¿qué sentido tiene todo esto?, ¿por qué el dolor y la injusticia?, ¿de qué cosas
puedo estar seguro?, ¿soy libre o estoy determinado por la sociedad?, etc.
La primera respuesta que se encontró parece que fue, como hemos visto, la mitología.
La filosofía sirve para llevar una vida plena, consciente, examinada. Si queremos ser
autónomos, pensar por nosotros mismos en lugar de que nos dicten lo que hemos de pensar;
si queremos liberarnos de los prejuicios, en lugar de vivir para ellos; si queremos aprender
a pensar descubriendo las falacias y las manipulaciones ideológicas; si queremos
plantearnos perspectivas nuevas para abrirnos a nuevos horizontes, entonces tendremos que
acudir a la filosofía. Porque la filosofía, a veces, puede ser dura, pero siempre es
enriquecedora y liberadora.
6. La filosofía a través de su historia.
La filosofía antigua y medieval centra sus intereses en descubrir qué es la realidad, sin
cuestionarse la propia existencia de esta realidad.
La filosofía moderna se da cuenta de la ingenuidad de los antiguos y cuestionando la
realidad centra su atención en el problema del conocimiento.
La filosofía contemporánea aceptará como ingenua o desenfocada la creencia en un ser
humano universal y en su capacidad para un conocimiento también universal. Por el contrario,
afirmará que lo único que existe es un ser humano concreto que al conocer se encuentra limitado
por el lenguaje y los condicionamientos histórico – culturales.
6.1. Filosofía antigua.
La filosofía antigua se sitúa en Grecia, alrededor del siglo VI a.C. Se produjo entonces el paso del mito al logos en Mileto.
De la mano de los primeros filósofos, también llamados presocráticos, la reflexión filosófica pretende desentrañar las
causas naturales de los fenómenos y una preocupación por establecer el origen, la causa y los elementos constitutivos de todo lo
que existe: arjé.
En el siglo V a.C., como consecuencia de cambios históricos – culturales, se produce un giro antropológico (los sofistas y
Sócrates).
En el siglo IV a.C., aparecen los dos grandes filósofos que marcarán el devenir de la filosofía durante siglos. Encontramos
reflexiones sobre todos los ámbitos de la realidad física y de la humana (Platón y Aristóteles).
Con la caída de la polis griega y el triunfo del imperio macedónico, a manos de Alejandro Magno, surgen muchas escuelas
centradas en asuntos éticos: el estoicismo, el escepticismo, los cínicos, etc. Estas escuelas intentan que el individuo alcance la
felicidad y se adapte a la nueva situación histórica.
Durante el Imperio romano se produce la aparición del cristianismo. En esta etapa conceptos como monoteísmo, la idea
de la creación a partir de la nada, la libertad individual o la igualdad entre los seres humanos serán puestos de relieve.
Un representante fundamental de esta síntesis entre filosofía y cristianismo será San Agustín de Hipona (siglos IV – V
d.C.).
6.2. Razón y fe en la filosofía medieval.
Con la desaparición del Imperio romano de Occidente se abre el periodo que denominamos
Edad Media. En este periodo se pretende demostrar que con la razón también se puede afirmar la
existencia de Dios. Destacan en este ámbito San Anselmo de Canterbury (s. XI) y Santo
Tomás de Aquino (s. XIII).
6.3. Revolución científica y humanismo
renacentista.
En este periodo se produce importantes cambios en el sistema de valores, las relaciones políticas, la
concepción del mundo y del conocimiento o las consideraciones acerca del ser humano en el mundo.
Surge así el humanismo renacentista.
El humanismo es un movimiento intelectual, filosófico y cultural que surge en el Renacimiento. Se
caracteriza por una vuelta a la cultura clásica, griega y latina, que se considera superior a la medieval. A
diferencia de lo que ocurría en la Edad Media, donde el hombre era considerado fundamentalmente desde
una perspectiva teológica, los humanistas valorarán al ser humano como un ser natural e histórico.
6.4. El giro epistemológico de la filosofía
moderna.
La filosofía moderna plantea un conocimiento firme y seguro. Así Descartes es el iniciador de este periodo histórico y
creador de uno de los movimientos más característicos del momento: el racionalismo.
El racionalismo afirma que lo que conocemos no es la realidad misma, sino mis ideas de lo que pudiera ser la realidad.
Serán el racionalismo y el empirismo las dos grandes corrientes filosóficas que dominarán los siglos XVII y XVIII.
Ambos movimientos sostienen que no conocemos directamente la realidad, sino nuestras ideas acerca de la realidad.
El racionalismo defiende que el origen del conocimiento se encuentra en la razón y que el entendimiento posee ideas
innatas anteriores a la experiencia.
Para el empirismo, en cambio, no es posible ir más allá de la experiencia sensible, por lo que no se puede asegurar la
existencia de realidades que no hayan sido percibidas por los sentidos. El origen del conocimiento está en la experiencia. No
existen ideas innatas: al nacer el entendimiento es como una hoja en blanco.
6.5. El ideal ilustrado: sapere aude.
El siglo XVIII, la época de la Ilustración o <<Siglo de las Luces>>, representa una etapa muy fecunda en todos los
terrenos.
Se trata de un movimiento cultural, una época, con unas características muy concretas, en la que se reivindica la libertad en
todos los ámbitos. La filosofía se independiza de la tradición y exige autonomía. Esta exigencia se puede resumir en la máxima
latina sapere aude, <<atrévete a saber>>, ten el valor de servirte de tu razón hasta donde te lleve.
El filósofo Immanuel Kant acentúa esta importancia al concluir que lo que conocemos no es la realidad en sí misma, sino
aquello que se adapta a las estructuras del sujeto. Lo que el sujeto llega a conocer, por tanto, no es la realidad tal cual es,
sino tal cual somos.
Kant realizó una síntesis fundamental en la historia del pensamiento, el idealismo trascendental, con la que aunó y superó en
un sistema único las dos corrientes anteriores, racionalismo y empirismo. Afirmando que solo podemos conocer de la realidad
aquello que se adecua a las estructuras de todo sujeto y, por tanto, lo que conocemos no es la realidad en sí misma (Ejemplo: es
como si la realidad fuera una playa y nosotros los cubos. El cubo ya tiene forma y solo puede disponer de la cantidad de arena
que cabe dentro de él. Por tanto, la forma que adquiere la arena va a depender de la forma del cubo y al cubo le es imposible
conocer el resto de la playa porque no cabe en su interior).
Kant representa el fin de la filosofía moderna. A partir del siglo XIX se abrirá ante nosotros la filosofía contemporánea.
6.6. La filosofía contemporánea.
El siglo XIX comienza con la figura de Hegel, que puede ser considerado el último filósofo que pretende construir un gran
sistema. Como reacción contra su filosofía surge una gran variedad de corrientes e intereses.
Tal vez la reacción que más repercusión ha tenido en todos los ámbitos de la historia contemporánea haya sido la
protagonizada por Karl Marx. El marxismo es una reflexión de la sociedad y la economía, y una determinada forma de
considerar la historia.
Otra corriente filosófica de este periodo es el positivismo de Comte, que considera la ciencia como la única forma válida
de conocimiento.
En el siglo XX surge la filosofía analítica. Para esta corriente, el objeto de la filosofía no es la realidad, sino el análisis del
lenguaje, tanto ordinario como científico, pues considera que muchos de los problemas filosóficos están causados por
problemas de lenguaje. Su representante fundamental es Wittgenstein.
El vitalismo de Nietzsche representa una reacción contra toda filosofía occidental que se ha opuesto a la vida y a los
valores vitales de Platón.
Siguiendo con las investigaciones acerca de la vida y la historia, destaca el raciovitalismo de Ortega y Gasset, que aúna
razón y vida, entendiendo por vida tanto la dimensión biológica como la dimensión histórica y vivencial.
El existencialismo, con Heidegger, Sartre o Camus como principales representantes, constituye una reflexión filosófica
sobre la existencia humana entendida como libertad radical.
La fenomenología de Husserl es un intento de hacer de la filosofía una ciencia estricta.
Tanto el estructuralismo como la hermenéutica surgen, en principio, como métodos de las ciencias humanas.
La escuela de Frankfurt propone una crítica radical de todo elemento deshumanizador de la sociedad como la técnica,
el consumismo, la masificación, etc. El último representante de esta escuela lo tenemos en la figura de Jürgen Habermas.