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No.

07
14/10/2020

ENSAYO A LA SOPA

Paula Camargo Ortiz

Universidad El Bosque

Competencia Comunicativa-Bioingeniería

Jairo Múnera

Octubre 15, 2020


No. 07
14/10/2020

Ensayo a la Sopa.

El miedo puede mantenerte prisionero. La esperanza puede liberarte.

Stephen King

La sopa siempre se ha percibido como un platillo controversial que es de agrado y desagrado a partes
iguales, aunque yo me inclino más por la última. Es irónico que toda esta situación se deba (o al menos
se presume) a una “sopa de murciélago”; no obstante, si esta no es la raíz del problema, ¿lo es la
modalidad de mercado de donde se originó? ¿O los problemas vienen de más atrás y de fenómenos
dignos de un análisis más profundo?

Si ese fuera el caso y entrando a colación temas muy sonados por su relación directa con la pandemia
como el confinamiento, crisis sanitaria y económica, “nueva normalidad”, biopolítica y el
trabajo/educación virtual; estos tiempos tan particulares se prestan para una reflexión interesante
acerca de cómo la vida cotidiana ha sufrido una transformación abrupta, de la cuál será complejo
predecir las consecuencias a mediano y largo plazo desde un enfoque psicológico. Por lo que se plantea
que dichos cambios en el paradigma, desde mi perspectiva completamente subjetiva, pueden terminar
en contraproducentes si no se mantiene una posición crítica al respecto.

Según el Decreto 572 del 15 de abril de 2020, Colombia había entrado en un estado de excepción tras
declararse en emergencia sanitaria por el aumento de contagios de Covid 19. Previamente ya rondaban
noticias sobre las ascendentes cifras de muertos y contagiados en Europa y China, una parte de la
población decidió no darle mucha importancia, otra procedía al ejercicio de la especulación y el resto
denotaba preocupación y hasta indicios de pánico en casos extremos. Al pensar que este nuevo virus iba
a ser algo similar al ébola o el H1N1, no ocupaba una gran relevancia en el subconsciente y el grado 11
demandaba una mente constantemente ocupada entre trabajos y cumplir con las metas personales para
2020. El inicio de la cuarentena cayó en semana de exámenes finales de primer periodo en el colegio, lo
tomé como descanso mental de los días caóticos por los que estaba atravesando (prácticamente unas
breves vacaciones) e ingenuamente se pensó que para mediados de año, se podrían reanudar los
estudios presenciales (spoiler: no ocurrió). No se recuerda mucho del intervalo desde abril a finales de
marzo, sólo que pasaba los días comiendo, durmiendo y tratando de entretenerse con dispositivos como
el celular; pero los recuerdos puntuales se asemejan a una repetición del mismo día en bucle.

Sólo había contacto con mis familiares y con mis amigos fue decreciendo gradualmente. Los vínculos
familiares y la convivencia en casa tenían muchísimos altibajos. Las noticias eran un recordatorio de que
no era el centro del universo y de que allá afuera había millones de personas que lo estaban pasando
mucho peor, entonces debía sentirme afortunada aunque sintiera que la ansiedad y la desesperación me
carcomían poco a poco. Era frustrante, sentía que no ya nada era real y carecía de sentido, luego si no
era la consciencia era algún familiar que reprochaba mis actitudes argumentando que al menos
estábamos vivos y con (relativa) salud, pero ya empezaba a atisbar hacía dónde se dirigía mi estado, y
por experiencia no es algo agradable.

En repetidas ocasiones se optaba por resignarse a ver noticias y ocuparse en cosas “productivas” como
estudiar para el ICFES, leer libros, hacer ejercicio, ver series o literalmente cualquier cosa para no pensar
en la gravedad de los acontecimientos o volver al estado anteriormente mencionado. Mientras se
realizaba un esfuerzo colaborativo para levantar un poco el ánimo en el ambiente hogareño, la curva
epidemiológica subía y subía. Al llegar junio, efectivamente se reanudaron las clases pero de forma
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virtual. El proceso de adaptación no fue excesivamente complejo, pues es cuestión de autonomía y


organizar el tiempo (aunque la carga y exigencia aumentan considerablemente los niveles de cortisol).
Era extraño no interactuar con mis compañeras (éramos salón de sólo niñas) directamente pero si oírlas,
curiosamente esto desarrolló cierta apatía a aquellas que presentaban actitudes conocidas
coloquialmente como lambonas. En casi todas las clases o direcciones de grupo se trataba el tema de la
pandemia desde distintos aspectos y uno que otro espacio para escuchar las experiencias de los otros
durante la cuarentena; por ejemplo, el asomarse a la calle y ver muchos venezolanos pidiendo dinero o
comida.

Uno de esos espacios concretamente es el club de ciencias sociales de la institución, básicamente se


realizan reuniones cada martes para debatir sobre temas en específico, por ejemplo todo lo que tiene
que ver con la pandemia (¿vida o economía?, las acciones del gobierno, cómo afectó a las poblaciones en
el país), los medios de comunicación, el conflicto armado y la memoria histórica, el calentamiento global,
el fracking, entre muchos otros. Una de sus enormes ventajas es que al comparar tantos puntos de vistas
de diferentes estudiantes y maestros, donde cada uno desde su experiencia o sus estudios/investigación
aporta no sólo a lograr un consenso sino también a la construcción de conocimiento y ejercitar el
pensamiento crítico.

Las pocas veces que salgo hasta día de hoy a la calle son para hacer mandados o visitar algún conocido
cercano (obviamente con todas las medidas de bioseguridad encima), esto ocurre muy de vez en cuando
porque la inmersión universitaria, aunque es una oportunidad ventajosa que ofrece el colegio, consume
(y sobreexplota) mi tiempo y energía más de lo que desearía. Otras particularidades de las que me he
percatado y que son indispensables para incluir en el análisis incluyen la recurrencia en ver personas
pidiendo limosna en cada cuadra (a menudo son pequeñas familias que cargan con hijos; un día observé
un caso donde se estaban comiendo un tamal en la acera, luego cuando iba de vuelta a mi casa, se
habían ido y dejaron los restos en el mismo lugar), el aumento del empleo informal (en 2 barrios
contabilicé aproximadamente 7 carros de aguacates, la gente vende de todo, desde frutas hasta postres)
y en las redes sociales cada día ocurre algo nuevo (manifestaciones de causas sociales, debates,
polémicas, cancelaciones, noticias falsas, etc…).Hay mucha tela por cortar.

Inicialmente se dio una histeria o pánico colectivo por los estragos que andaba causando el virus en
varias zonas del mundo, y el catalizador principal fue la incertidumbre de qué iba a suceder cuando el
virus llegara a cada país, ¿el sistema de salud lo aguantaría?, ¿cómo se podía prevenir?, ¿si todo se para,
cómo subsistirán las familias de bajos recursos? La realidad es que por lo menos en Colombia la
pandemia dejó al desnudo y resaltó aún más las problemáticas que enfrenta el país. “El punto es
reflexionar sobre un hecho triste de que necesitamos una catástrofe para que podamos repensar las
características básicas de la sociedad en la que nos encontramos...” (Zizek, 2020, p. 24). A partir de allí
muchos gobiernos empezaron con los estados de excepción y a tomar medidas como la cuarentena,
parar ciertos sectores de la economía e implementar estrictos protocolos de bioseguridad; dando una
fuerte paliza a la realidad la vida cotidiana de la gente: “Por esta razón, podemos esperar que las
epidemias virales afecten nuestras interacciones más elementales con otras personas y objetos que nos
rodean, incluidos nuestros propios cuerpos…” (Zizek, 2020, p. 25). Por una parte, el sistema capitalista
sufrió una cachetada (mostrando una debilidad), si bien el precio del dólar y el euro bajó, nuevamente se
han podido ir recuperando; pero en Colombia han quebrado muchas microempresas (Vanguardia, 2020)
y el desempleo ha aumentado al 16, 8% en el mes de agosto (DANE, 2020). Vivimos en un mundo lleno
de movimiento a nivel de consumo que si sufre un estancamiento, iría en contra de la cultura ya
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preestablecida (Berardi, 2020). Esto explicaría el incremento en las compras por internet que llegan a la
puerta del hogar (Valora Analitik, 2020) y consumo de plataformas como Netflix.

Hablando de “Quedarse en casa”, ¿qué implica esta frase cuando no se posee una vivienda o no se
puede trabajar para mantenerla, o mantener comida en la mesa? Mientras que la gente que puede
trabajar y/o estudiar desde casa, se ven sometidos por el control de los cuerpos y “…les premian con el
dulce consuelo de que solventarán sus cuentas, después de haber solventado las que importan, que son
las de las corporaciones y los Estados.” (Galindo, 2020, p. 122). Entonces los cuerpos y los pensamientos
son controlados tanto por las instituciones disciplinarias como por la tecnología y la información
(Preciado, 2020). Otro mecanismo de control sería que cada individuo se convierte en su propio sistema
disciplinario (recordar la necesidad de mantenerse ocupado haciendo algo “productivo”), en
colaboración con los medios de comunicación y publicidades que motivan a aprovechar el tiempo de la
cuarentena aprendiendo un nuevo idioma, devorando libros o realizando cualquier actividad para pasar
el rato.

A simple vista, no se objeta en absoluto, el posible conflicto surge cuando se torna en sobresaturación de
información es discutible la intención y verdadero mensaje que hay detrás. Perpetuando el concepto
filosófico de lo que Byung-Chul Han denomina La Sociedad del Cansancio, donde hay un escasa
tolerancia de vacío y se generan impulsos para que el individuo sufra afecciones neurológicas si no
cumple con el rendimiento que se le exige, y que a fin de cuentas, se exige así mismo (Álvarez, 2020); se
ve reflejado en el trabajo y la educación presencial y virtual.

Luego, justo antes de la pandemia se venían presentando protestas y manifestaciones que luchan por
distintas causas. Este fenómeno se repitió en Colombia hace un más o menos un mes, debido a las
inconformidades del pueblo por injusticias que aparentemente se multiplican en el contexto pandémico
(Butler, 2020). Las reacciones negativas por falta de empatía con la víctimas y las respuestas
insatisfactorias del gobierno inducen a la pregunta: ”¿Por qué seguimos oponiéndonos a tratar a todas
las vidas como si tuvieran el mismo valor?” (Nancy, 2020, p. 65).

Considerando que los métodos disciplinarios mencionados con anterioridad tienen impacto psicológico
(Brooks et al., 2020) y se valen de este recurso para incrementar su poder de control sobre el individuo y
el colectivo, que relacionándolo con el confinamiento (reiterando en la perspectiva subjetiva, es decir en
mi caso), lleva a un cambio también en el comportamiento individual. Es decir, al poseer antecedentes
como personalidad mayoritariamente introvertida (exceptuando la extroversión bajo condiciones
concretas como un círculo de confianza), no demasiada facilidad en la socialización, un poco de
masoquismo e impulsividad por aquí y por allá; sumándole otros patrones conductuales previos y las
implicaciones pandémicas (distanciamiento social, medidas de bioseguridad, contacto netamente virtual,
etc…) se realiza la identificación de estos cambios y su análisis. Por mencionar algunos, ahora sufro de
más desgaste mental que antes, y he notado más episodios de ansiedad. Sin embargo, de los aspectos
positivos es que ahora puedo discernir mejor a las personas de mi círculo social, trato de corregir las
señales de apego emocional excesivo e intento aplicar los aprendizajes en la vida diaria.

En un contexto donde existe la deshumanización predominante del individuo y del cuerpo social
patrocinado por diversas posiciones en diferentes campos, quienes aplican las estrategias de control con
falta de reflexión sobre el entorno y principios éticos tan menospreciados desde hace siglos, no basta ni
resulta efectivo en la mayoría de ocasiones con sólo quejarse del gobierno (resulta en ser un distractor)
(Nancy, 2020), o desarrollar y fomentar una ideología completamente apática de la realidad (además de
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que ya tenemos suficientes), o simplemente victimizarse o desquitarse con el mundo y estancarse


eternamente en un ciclo infinito. Es perfectamente válido y conveniente hacerse preguntas como: “¿Es el
coronavirus una respuesta inmune del planeta a la insolencia del ser humano, que destruye infinitos
seres vivos por codicia?” (Markus, 2020, p. 131), ¿qué tan necesario sería una transformación abrupta
del paradigma post-pandémico o se puede llegar a un acuerdo mediante un equilibrio de los pilares
sobre que se apoya el sistema? Y ¿cómo se puede lograr un verdadero progreso desde lo moral?
(Markus, 2020). Y por último, ¿el pensamiento crítico realmente nos puede hacer libres, o en su defecto,
menos esclavos? Estas respuestas dependerán de su subjetividad.

En conclusión, en los próximos años el mundo y la humanidad experimentarán cambios que serán
consecuencia directa del virus Covid 19, entonces para intentar sobrellevar la situación y no contribuir en
el daño que ya está hecho, en este caso particular se considera al mantenimiento de la perspectiva
crítica y abierta a la observación como los mejores aliados. A parte de que lo fueron a la hora de
desarrollar este análisis en base a conocimiento empírico apoyado en la teoría y de que fueron
elementos indispensables para recorrer un largo camino a día de hoy, su importancia no va a decrecer en
los posibles obstáculos que deparará el mañana. Por lo que en esta posición aplica: “Como el virus muta,
si queremos resistir a la sumisión, nosotros también debemos mutar.” (Markus, 2020, p. 185).

Referencias:

 Alvarez, C. (2020). La Sociedad del Cansancio [Video]. Youtube. Recuperado de


https://www.youtube.com/watch?v=zPNbDDxysk0
 Brooks, S., Webster, R., Smith, L., Wessely, S., Greenberg, N., & Rubin, G. (2020). El impacto
psicológico de la cuarentena y cómo reducirla: revisión rápida de las pruebas [Ebook] (1st ed., pp.
3-8). Recuperado de https://apmadrid.org/Images/actividades/BROOKS%20SK%20et%20al.
%20El%20impacto%20psicologico%20de%20la%20cuarentena%20%20y%20como
%20reducirla.pdf
 DANE (2020). Empleo y desempleo. Recuperado el 15 de Octubre de 2020, de
https://www.dane.gov.co/index.php/estadisticas-por-tema/mercado-laboral/empleo-y-
desempleo
 MINISTERIO DE HACIENDA Y CRÉDITO PÚBLICO. (2020). Decreto 572 del 15 de abril de 2020 (p.
1). República de Colombia.
 Valora Analitik. (2020). Así es el ‘boom’ del ecommerce en tiempos de pandemia. Recuperado el
15 Octubre de 2020, de https://www.valoraanalitik.com/2020/09/26/asi-es-el-boom-del-
ecommerce-en-tiempos-de-pandemia/
 Vanguardia. (2020). El 10 % de las microempresas de Colombia se declaró en quiebra por
pandemia. Recuperado el 15 de Octubre de 2020, de
https://www.vanguardia.com/economia/nacional/el-10-de-las-microempresas-de-colombia-se-
declaro-en-quiebra-por-pandemia-XD2959563

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