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iCémo relumbra por Belén! A Belén van los pastores; con Ios pastores yo también... (Coneluida la danza, los ‘concurrentes se retiran cantando): cORO Con permiso de los duefios, nos vamos a retirar. Pasen bien la Nochebuena, tengan feliz Navidad... TATA CURA iAlabado sea Dios! LA DUENA DE CASA jAhora y siempre alabado! (Vanse. Oscurece. En el telén del fondo co- mienzan a iluminarse las cabaiias unas tras otras, hasta formar una pequefia cons- telacién sobre valles y sierras. El Cantor reaparece entonces, y mientras vuelve a Oirse a lo lejos el villancico del comienzo, dice): CANTOR, Ya florecen los pesebres por los valles y las sierras ¥ en el recuerdo relucen como nido de luciémagas. iQué lindos se estén poniendo Jos campos y las aldeas! El corazén éomo un nifio sale de nuevo a cantar: Esta noche es Nochebuena iQué noche de claridad! Esta noche es Nochebuena y mafiana Navidad, 130 EL CARNAVAL DEL DIABLO TRAGICOMEDIA en un prélogo y cuatro actos A Orestes Caviglia PERSONAJES* El Pucllay El Chiqui El Forastero Maria Setva Don Cruz Encarnacién, Isabel Rosendo Lucinda Dofia Funesta Don Servando Lamberto »— Rosalindo Casiano ‘Mamerto Coro Mozas, Mozos Ancianas, Ancianos Gente toda de la montaiia * Ver Apéndice, p. 237. 132 PROLOGO “La Chaya” * es el nombre del carnaval en los va~ es calchaquies. Comienza con las ceremonias lamadas “topamientos’ y concluye con ‘él entierro del “Puc- May”,* suerte de Momo indigena cuya imagen aparece en todos los festejos como presidiéndolos, Inspirador de la embriaguez y el gozo, el “Pucllay” recuerda un poco al Dionisos griego, a Baco en sus tltimas transforma- ciones. Pero, como éste, implica también en cierto mo- do al diablo de la nocién cristiana. “La Chaya” tiene formas rituales que parecen haber quedado de la fiesta del “Chiqui”, antiguo dios infausto, mito de lo fatal, cuyo culto ya ha desaparecido, Puede conjeturarse que el “Chiqui” supervive en el “Pucllay”, como si se di- jera la tristeza en el fondo de Ja alegria. As{ se expli- aria el acento dolorido y tragico de la “vidala cha- yera” que es la cancién de carnaval. Dias antes de comenzar la chaya se hace la re- coleccién de la algarroba. En medio del afan de la cosecha los chayeros (gente carnavalera) ensayan sus vidalas. Generalmente, el “Pucllay” es invocado ya desde este instante porque él es la alegria que se ave- cina, el “genio” que se adelanta a esperar, en la ven- dimia, el comienzo de su reinado. * Ver Notas en p. 240, 133 (Campo de algarrobales. Se veré una explanada a la entrada del bosque que se extiende a la izquierda, Arriba, por los claros de las ramas, el resplandor do- rado de la tarde en deceso ird cambiéndose por una claridad color berilo y —después— azul indigo. Luego saldré la luna y tejerd entre el follaje su telaraita de plata. En la luz espectral, los troncos y las ramas se verdn como torsos y brazos de sdtiros. A la derecha se elevard un tunal. Y habré algin grueso tronco de drbol derribado. Y en el suelo esta- ran esparcidas las vainas de algarroba madura. Al fondo, la sombria linea de las montafias que la noche horrard lentamente. Esto ocurre en los dias en que se cosecha la alga- rroba, al son de las vidalas. El coro de los algarrobe- ros cantard, acercéndose. +) CORO Algarrobo, algarrobal: iqué gusto me dan tus ramas cuando empiezan a brotar! Cuando empiezan a brotar, sefial que viene Iegando el tiempo del carnaval. ESCENA I (Se verd a los cosechadores —mozas, ‘mozosy chicos— recogiendo el fruto caido sobre la tierra, con el cual lenardn alfor- jas y érganas. Durante su actuacién, este conjunto evolucionaré en forma de ballet, otorgando un cardcter ritual a la cosecha. Dos semicoros estarén adelante, a dere- cha e izquierda. Serén grupos de ancia- nos y de ancianas, respectivamente, y sus voces se oirdn como el eco tardio de la experiencia y de la reflevién. Las partes 3 Tema melédico n? 1. Véase Apéndice, p. 241. 134 de los dichos semicoros han de ser siempre habladas, En cambio, el coro tendré inva- riablemente una funcién cantante (que es la del cancionero popular; porque en el cancionero popular —si la vida es teatro parece haber quedado delegado lo que era el Coro en la Tragedia antigua). Se verd, finalmente, en. primer plano, la figura del Pucllay —suerte de Momo indi- gena, gran mascarén de risa en cuerpo humano— sentado junto a un érbol: y en una rama de éste se verd, ademas, la imagen dura y trégica del Chiqui, el genio infausto, con su aspecto de biho.) ‘Moz0 ParMEro iBienhayga el Arbol macho! iTroneo y raices firmes...! ‘Moza PRIMERA sBusco un querer que tenga su fuerza y sus raices...1 ‘PRIMER SEMICORO Amor dulee y seguro, Jo mismo que sus ramas con el fruto maduro. ‘Mozo secunno iArbol de tanto afios y con brotes tan tiernos! ‘Moza secunpa Asi quisiera verte, corazén, con el tiempo. SecuNDo semicoro Coranzoncito alegre, como sus vainas de oro; como sus ramas verdes. 135 Ex cono* Algarrobo, algarrobal: cuando cantan los coyuyos* me dan ganas de lorar; me dan ganas de llorar de puro gusto, mi vida, porque lega el carnaval. ‘Moza TERCERA ‘Un coyuyo en las ramas canta su trova.. ‘Mozo TERCERO ‘Acuérdate, mi prenda, de la algarroba PRIMER SEMICORO De la algarroba salen beso y carifio, baile y aloja. ‘Mozo cuarTo ‘Te levé a Ja sombra... ‘Te echaste a Ilorar.. ‘Moza cuarra jLa culpa la tuvo don Juan Carnaval...! SzcUNDO SEMICORO jAy, Juan Carnaval, cuando me llevabas al algarrobal! ‘Coro? Algarrobo, algarrobal: la vidala por la noche 1 Tema melédico n? 1. Véase p. indicada. ‘Ver voces y modos regionales, p. 239. 136 sale a cantar y Morar: sale a cantar y lorar con el tambor de la luna y el amor del carnaval. (La luna habré salido. Mozos y mozas te arrimarén, al Pucllay y le increparén y le hablardn en tono de conjuro.) ‘Moza PRIMERA jCemavalcito de mi corazén! ‘Moza secuNpa jPor tus malas majias perdi la. razén! ‘Mozo PRIMER iVelay, carnaval: con chicha y aloja me querfs matar! ‘Mozo sEcuNpo iVelay, carnaval: vaina de algarroba tiene tu pufial! Coro Algarrobo, algarrobal: iqué gusto me dan tus ramas cuando empiezan a brotar! Cuando empiezan a brotar, seial que viene legando el tiempo del carnaval. (La comparsa coral se internaré en el bosque seguida por ambos semicoros. Que- darén en escena el Pucllay, como dormido, y el Chiqui en su actitud de péjaro diseca- do. Y habré una mutacién de luces, ab 137 cabo de la cual este siltimo saltard de la rama desplegando su poncho color pluma de halen, decorado con guardas negras, ocres y rojas. Todo seré, en. el Chiqui, de una ridiculez solemne. ¥ hablard con pro- funda y cavernosa voz, como desde ulira- tumba. Se acercaré al Pucllay y lo desper- taré a sacudones, Lejos, se ird apagando el canto de los cosechadores.) ESCENA It Cmur Compadre Pucllay Pucutay iQuién anda? Cur Yo, pues. é Pucttay &¥ quién es? Ciqur Parece que usté también fuera de esos que no quieren conocerme. Puctay Si no me dice su nombre... Cmqur iNo, no puedo! Nadie puede oir mi nombre porque mi nombre es como una peste, Pucitay iAh!, entonces no me lo diga; pero, déjeme que piense... 138 Cat Yo soy el nunca esperado, soy el que nunca conviene... PucuLay jAh, ya sé! Ya lo conozeo. .. Maver, deje que me acuerde. jUsté es la fatalida! Cqut Si, pues, desgraciadamente. PuciLay iQué mala suerte! Bueno, y digame: zqué anda queriendo, po?... ;Qué se le ofrece? Curqur Pasaba por aqui, lo vi dormido y me dije: “El compadre se ha aburrido; se ha aburrido de ser... ycémo diré? de ser alegre sin saber por qué...” PuctLay Algo de eso hay. Cierto es. Esta alegria suele cansar a veces. Pero el mundo dice que es mi deber estar alegre y soy alegre, aun sin motivo alguno. iAh!, si pudiera darme alguna vez el lujo de decir: jestoy de luto! (Se reiré con todas sus ganas.) Cuigur ‘Yo, en cambio, mi compadre Pucllaycito, qué no daria por reirme un poco. Esto de ser el infeliz de siempre también es algo de volverse loco. Y por eso pensé que, con buen tino, entre los dos podriamos buscar Ja manera mejor de descansar, de amenizar, diré, nuestro destino. 139 Puciiay iSabe que seria lindo? Carqur iLindo, pues! Puciay Tiene raz6n, compadre, es aburrido vivir asi. Y ya se me ha ocurrido que poniendo las cosas al revés va a ser més divertido, Digame: si cambiara su tristeza por lo que todos dicen que es mi gozo, ise sentiria feliz? Curqur iVelay, dichoso como ir de la miseria a la riqueza! Puciiay Bueno, le cedo mi felicida; y para mi seré lo pertinente ‘verme asi, convertido redepente en el sefior de la fatalida... (Volveré a reir sonoramente, celebrando su idea con fruicién.) Cmaur Sabe que no esté mal? Pucutay iQué va a estar mal! iSi al menos tiene un poco mas de gracia que sea usté, tan luego, el carnaval Y yo quien les reparta la desgracia. (ida... ja... ja...) Curgur iEso es vida! 140 Pocutay Pero hay que darse prisa; hay que cambiar de aspecto agora mismo. Pongasé usté mi mascarén de risa, demé su cara de... jde fatalismo! (Reirdn, ambos, ahora, Y comenzarén a ‘mudar sus mdscaras y prendas.) Carqur Parece 1m suefio, pero... Pucutay ePero qué? Crigut a¥ si yo no supiera conducirme? Yo nunea he sido alegre. Ni siquiera sé qué tengo que hacer para reirme, Puciiay No hace falta. La vida es tan graciosa, que se puede reir de cualquier cosa en la seguridé de que la gente se va a reir también bérbaramente (jJe... je... je...) (Terminarén de cambiar sus médscaras, El Pucllay recibird, por tltimo, el pon- cho del Chiqui y se lo pondrd, exhibién- dolo ufanamente.) aListos? Cargur iListos! Pucuray iCaray, qué bien le queda mi persona, compadre! Qué parada! 11 Curgui 4¥ usté? Yo no cref que usté pudiera Ser la fatalida tan bien plantada... Pucuay Bueno, me voy. Que tenga buena suerte... Cmqur iY ande se va tan pronto? Pucutay A la ocasién. Quiero empezar con una buena muerte; es Io mas sano de su profesién (Reiré una vez més, aparténdose.} jAdiés, mi dicha! Crtquz iAdids, fatalidat Pucutay iQue se divierta...! Cxrqur iQue le vaya mal. iAh!, zy cudndo volveremos a encontrarnos? PUucLLAY No sé... ;Cuando se mera el carnaval (Ahogéndose de risa desapareceré entre las sombras. El Chiqui, como un mal actor, se echaré a rer él también, a manera de ensayo, Su risa resonard en el bosque y de su eco brotard la risa de las mozas det coro que vuelven perseguidas por sus ena- ‘morados. Y las muchachas correrén, en- tre claros y sombras, por la escena, hasta 142, caer en brazos de sus perseguidores. El Chiqui, en tanto se desplomard, despate- rrado como un mufieco, junto a un arbol. ¥ los cosechadores reaparecerdn, con sus Grganas y aljorjas al hombro, cantando. ¥ el bosque se lenaré de las voces de la tierra.) 143, ACTO PRIMERO Con la debida anticipacién, manos diligentes pre- paran un gran arco de ramas bajo el cual se toparan Jos compadres. Este arco, del que penden figuras de nifios (guaguas) o de animales, parece ser una repre- sentacién simbélica del arbol en la fiesta del “Chiqui”, suspendiendo en sus ramas cabezas de animales o de nifios inmolados al dios funesto, El patio de la casa de Don Cruz, en las altas mon- taias. Techos de teja, paredes blanqueadas; galerias con pilares cuadrados y arcos de medio punto. Los mu- ros serén bajos y macizos y las puertas pequefias y ‘moradas, En la infinita soledad del paisaje estos muros de cal, arcos y galerias, darén una impresién fria de claustro. Se verd, hacia el fondo, una pequefia graderia de lajas para subir al camino real que pasa por alli, bor- deado por una escasa pirca. Sobre la misma linea, a la derecha, se veré un sector del edificio con dos puertas bajo la galeria. Y junto a algtin pilar de dicho corredor estard Ia tinaja del agua con su tapa y el “virque” pe- quefio que usan para beber. Al costado derecho, en primer término, asomaré otro cuerpo de edificio, en ochava, dejando ver, tam- bidn bajo la galeria, una puerta tallada en algarrobo 41 empotrada en el muro como un nicho. Alli estaré la habitacién de Maria Selva. Entre ambas construc- ciones se perderé el gran patio. Y en el patio habré un drbol de sombra (algarrobo 0 nogal) extendiendo sus ramas por sobre los tejados. Al lado izquierdo se veré un galpén con su techo de paja y de barro, apuntalado con horcones. Y bajo este galpén, en primer término, un antiguo telar con la urdimbre tendida. Y de los soportales penderdn los fusos para hilar, entre torzales y riendas. 144 Habré sillas de tiento y un mortero tallado en tron~ co de quebracho, con su mano de piedra repulida. ‘Apoyado en el drbol se verd el gran arco de temas —a medio componer— que se destina para el “to- pamiento”. Seré una luminosa maitana de febrero, Més allé del camino, en la vasta extension, la montana desnuda tendré tonalidades cobrizas y aceradas. Y estard En- carnacién, enjuta y arrugada como una momia indige- na, sentada al telar. ESCENA PRIMERA (Por el camino Wegaré Lamberto, segui- do de Rosendo, y ambos se anunciardn golpeando lus manos, Lamberto es un peoncito movedizo y despierto, tan suelto de lengua como de ademanes. Su amo, Rosendo, algo més joven que él, es una cosa de nada, modelo de hijo winico ere- cido entre las faldas maternales.) Lamserto,— {Se puede? Encaawacin. — jAdelante! (Bajarén hasta el patio, Lamberto daré ‘muestras de soltura y confianza, haciendo ‘mas sensible la timidez de su amo.) Lampgnro,— jSiempre tejiendo, dofia Encarnacién? Bwcanwacion.— Asi es, hijo. En eso me parezco a las arafias, Lamberto, — ;Vean la comparanza! Encarnacion, — Pero no soy ponzofiosa; de no, ya me hubieran pisoteado. ;¥ qué viento los trae? Lamprro —Agui el nifio Rosendo anda queriendo hablar con la sefiora..., con dofia Marfa Selva. Roseno,—Si no es molestia, ;no?. ENcarwacion, — ;Qué puede molestarla, si entre uste- des no sabe haber cumplidos? Entré només, esta en el comedor. 145 Rosewpo.— Con su permiso, entonces... (Se iré dentro, segtin la indicacion, por la segunda galeria, Encarnacion volverd a su labor. Luego, cediendo a la curiosidad, preguntaré con aire distraido.) EwcanwaciOn,— {En qué afanes anda ése? Lamserto, — ;Na’ y que no ha maliciao? ;Por la nifia Isabel! Ha venio a pedir consentimiento. Ewcarnaci6n. — A la madre? Lampento. — Si, ‘pues. EncarNactOn.— ;Y por qué no a mi hermano, que es el padre? it 8 Lamperto, — No querra que se entere antes de tiempo. Como hasta agora nadies sabe nada Baeaciae. —lLa Isabel ya tendra que haberles di- cho. LaMaeato.—jY de ande! Si ella tampoco sabe. Encarnacién.— No acabo de entender. Lamperro,— Es que el nifio es asi, medio encogido. Quiere arrastrarle I’ala sin que ella se dé cuenta. . ENCARNACION. — jSus, el gallito! Lameerto,— ...¥ por eso ha venio a ver si la sefiora Maria Selva le da el primer envién. ¥ a usté, ;qué le parece? . ENCARNACTOW.— Qué me parece a mi? Que el dia que se entere la madre de Rosendo se va acabar el cuento. jLa gracia que le haria tenernos de pa- Tientes! LaMperto. — ;Y por qué no, velay? ;No diz que la se- fora Maria Selva es gente muy de arriba? Encarnaci6n.—Pero yo y mi hermano somos gente de abajo ey Lamnanto,— jGua! Usté-y la sefiora Maria Selva son Ja misma familia Encarnacién,— Eso es lo que parece; pero no. Ella €s criada en cuna. Yo soy de las criadas en el suelo. Aqui somos dos bandos: ella y nosotros; 0, mejor dicho, mi cufiada y yo. En fin, te estoy diciendo cosas que no debo decir... No me hagas caso. 146 (Maria Selva, seguida de Rosendo, apa- recerd por el lado derecho, bajo la gale- ria, Lamberto, apercibiéndose de ello, se acercaré a Encarnacion, hablando por lo bajo.) Lamnento,—Si, pues, seré mejor. ESCENA II Maria Setva —(Es alta, sana, madura; ensombrecida apenas por un ligero aire de desdén o de hastio. Viste arbitrariamente —dentro de los recuerdos de comienzes de siglo— un traje de montar que por momentos tiene apariencias de habito monjil. Es un uestido en pafio largo y amplio [caido] que se cifie por un. cordén de lana al tale. Mangas abullonadas y ajustadas en las mufiecas; cuello cerrado y alto, con golilla de randas como wnico adorno. Usa un. peinado sobrio, de rodete, en el cual ha de verse a la mujer al mismo tiempo fina y puritana, Calza botinas, Es una figura extrafia al medio.) ;,Dénde esta la Isabel? Encarnacion — Salié con la Lucinda, a buscar flores. Mania Sezva.— Con el bendito carnaval, ésa anda tras- tornada! No piensa en otra cosa. (Advertird la pre- sencia del arco apoyado en el drbol. Su desdén subiré como una Uama a su rostro.) ¥ el padre le fomenta esas tonteras armando “topamientos” de comadres en casa. ENcarnactox.—No es el padre. Yo soy. Si tanto te molesta, que no se haga. Y sanseacabo. Aqui lo que yo pienso o se me ocurre siempre ha de ser incon- veniencia y trastorno. Maria Seuva.— {No quise decir eso! ;Quieres pasar, Rosendo? (Entrar con Rosendo en la habitacién del primer término. Habré una larga pausa.) 147 ESCENA III Lamperto,— Nunca le ha caido en Sracia el carnaval a dofia Marfa Selva Encarnacion. — Nada ande estén los pobres le hace gracia. En los afios que van desde aue legé aqui, ni una vez el orgullo se ha podido abrazar con la pobreza, LAMBERTO. — {Qué dofia Encarnacién! ;Parece que no esté de giienos humos? EwcarNaci6n.— Tal vez tengés razén. Estaré medio agriada por los afios. Pero vos, que de chico has visto lo que yo era en esta casa, dirés si no hay motivo para tener el alma hecha salmuera LaMBrnT0. — No se avinagre, dofia. Los malos ratos son como las pulgas; hay en todas las casas Ewcarwactén.— La que a mi me ha tocado, me va aca- bar la sangre. Lamesnto,— Pero y don Cruz, jno la hace respetar? Ewcanwaciov.— (Bah! Si esté engualichado. Cruz ya no es el de cuanta, Bsa le ha puesto la coyunda iy ara! t (Lamberto se ha aburrido de la chismogra- fia. Comenzaré a mirar los rincones, las cosas, como buscando algiin pretexto pue- ril para cambiar de tema. Lo encontraré en el arco de ramas y de flores apoyado en el drbol.) Lamsrrto.—;Asi que hacen només el compadrazgo, aqui? Encanwactén.— Ya te habrén invitado. Servando se encargé de buscar los compadres y convidar_la gente. art Lamserro.—jAyjuna el carnaval! jPero, entonces, fia Encarna, deje las malas pulgas, po! ;Cémo va a recibirlo al carnaval con Ja sangre revuelta? (Dos carcajadas cristatinas, gozosas, anun- ciarén a la Isabel, quien aparecerd con la 148 Lucinda en lo alto del camino, cargadas ambas con brazadas de flores, Y bajaran al patio, tomarén el gran arco y le iran colocando flores, hojas y helechos, sin de- jar un instante de parlar y reir.) ‘ESCENA IV Isapet.—jDicen que tata cura... jbuenas Lamber- tol... (Lamberto responderd al saludo.) ha sermo- neao, el domingo, de lo lindo! Que el carnaval por aqui, que el carnaval por alld... Y que, como su- ceda'lo del afio pasao, todos se vamos derechito al infierno. Luempa.— {Uf, ayer ha andao por casa; me puso de consejos hasta aqui! Lampervo,— jE] tiempo que ha perdio! Lucrypa. — Todos los afios, lo mismo. Pero llega la cha~ ya... y ni un solo inocente que se quede en su casa, Aleanzame la albahaca IsaBeL.— Toma (por el gajo de albahaca). También, aqué de malo hay en divertirse un poco? Alean- zame el ovillo. Lucmpa. — Yo no sé... Ahi va (por el ovillo). El Pa- dre siempre dice que ésta es la fiesta ’el diablo. 4No queda més laurel? Isanet.— El iltimo (le pasaré un gajo). Yo nunca lo hi visto al diablo, pa ser franca, Pasame la tijera. Lucipa. — Toma... (Le daré ta tijera.) Yo tampoco lo hi visto, pero cuando él Io dice... iTuy! (Se Uevard el dedo, herido por la espina, a los labios.) Isanet.— {Cuidao, mujer! (Insistiendo en el tema.) Se- 4, només, gusto de sermoniar. .. 149 Lucinpa.—O para que la gente no ande tomando mas de lo debido. (Don Servando entraré, bajando del cami- ‘no, mientras escucha la conversacién.) IsABEL.— Yo digo: jes pecao el tomar y bailar? ESCENA V Luctwpa.— Tomar no es un pecao. Pero con la bebida vienen los desatinos. .. sans. — Guay! jEl que peca machao no peca de in- tencién Don Srrvanno,— Si, pues, por eso yo me digo: tu sal- vacién, Servando, esta en el vino. Lucinpa.— jAnde no...! Don Senvanbo.— Ande si, porque ande no hay vinito no hay distraicién. Y ande no hay distraicién sal- tan los malos pensamientos. Ya me tiene de vuelta, dofia Encarna... ENcARNACION, — ;Has visto a los compadres? ;Quiénes serah, al fin? Dow Servanpo. — Dos, jy gracias! Cuanta, nada costaba atmar un topamiento de cuatro y mas parejas. Ago- ra, esta la gente muy tilinga. {Con decitles que Ja viuda “i Navarro me ha preguntao qué era eso de “toparse”! jHay cada viuda, amigo! Encarwacton, — jEsa es la gente fina! Lucmpa.— j¥ la made ’e Rosendo? ENCARNACION.— Otra que tal. Down Servanpo, — Ayer salié p’al valle.. Lamento, — ;Y saben qué le ha dejao dicho al capa- taz? Que se lo cuide al nifio Rosendito; y que guay si Vensillan un caballo pa’ andar carnava- Hando, Dow Seavanpo.—El pobre va a tener que arreglarse- las de a pie; si no Yemprestan un sillero por ahi... Encarwactéw, —¥ al fin, ,qué parejas has visto? Don Servanno.—La Nicéfora y yo... Lucimpa.— |Flor de yunta! 150 Dow Seavanno.—Pa juntar pasas de uva. Entre los dos hacimos como ciento cincuenta quilometros de arrugas. {Qué Nicéfora! Juimos novios un tiem- Oe Encanwactbv.— ¢¥ cuales son los otros? Dow Senvanvo,—Pa la Funesta se lo hi buscao al ‘moto Rigoberto. Isapet.— ;¥ vendré mucha gente? Dow Seavanno.— Eso si. Pa chupar y bailar “de arri- ba” la gente es muy dispuesta. La noticia anda ardiendo como pastito seco por las cumbres. {No va a quedar un alma en esos puestos! Isasex, — jHuy, qué lindo! Ewcanwaciox.— De juro que tu madre no va a decir lo mismo. Dow SenvaNpo, — Me ha sacao la palabra de la boca. (Coneluida su tarea, Isabel y Lucinda le- vantarén el arco y lo pondrén a prueba en medio del patio, La Isabel, colocéndose debajo, hard una reverencia.) Isape. — ;Bienhayga l'albahaca! iBienhayga el laurel! jPase al topamiento, comadre Isabel! (Se oird en la galeria la voz de Maria Sel- va, quien aparecerd seguida de Rosendo.) ESCENA VI Mania Setva,— (Isabel! (Se hard un gran silencio. Luego hablaré Rosendo casi tartamudeando.) Rosenpo,— No, sefiora... Aguarde que me vaya... Estas cosas me dan un poco de vergtienza... Mania Setva.— A tu edad, otros hombres ya son des- vergonzados. 151 Rosenpo.—Pero yo no..., no puedo ser asi... ;Vuel- vo mafiana por la contestacién? Mania Szuva.— Mejor sera que vuelvas esta tarde. Rosenpo.— Si..., volveré a la tarde... Varnos, Lam- berto... Hasta mas luego, entonces... Adiés, dofia Encarnacién, ENCARNACION. — Que te vaya bien, hijo. (Atravesaré el patio, presuroso, Pero Isa- bel habrd dispuesto el arco de modo que Rosendo pase bajo sus ramas.) IsapeL.— jMire, qué lindo! jComo para que pase mi don Juan Carnaval! (Habra un coro de risas, Rosendo pasard, ‘no sin antes volver su rostro a Maria Sel- va para decir en tono lastimero): RoszNpo.—Pero yo no..., no puedo ser asi... ;Vuel- vo? (Subiré hasta el camino y desapareceré como una luz. Se hard un breve silencio.) ESCENA VIL ‘Maria Seuva.— ;Podias ocuparte de otra cosa! Isang. — jh, usté siempre en la contra! Maria Sewva.—;¥ vos, siempre tan pronta a contes- tar! jEl carnaval; bonita salvajada! ;Por qué en lugar de guaguas amasadas no cuelgan de ese arco criaturitas muertas, como hacfan los indios en la fiesta del Chiqui? {Por qué no se desatan? ENcaRNACION. — Si tanto te avinagra la sangre el car- naval, ya te lo he dicho. No se hace aqui la fiesta; y se acabé. ‘Mania Setva,—No digo que no se haga. Pero de cual- quier modo, es 1a verdad. A m{ no me hace gracia tener la casa lena de borrachos; y menos ver a mi hija mezelada entre esa gente. 152 —jEsa gente es mi gente y es la de tu marido! Cruz los conoce bien. Si él los admite aqui, seré porque lo merecen. ;¥ Cruz es el padre de tu hija, qué tantas historias! Ademas, yo no veo que para ser “més finos” tengamos que vivir como de luto. Maria Setva,— ;Vivir como de luto? Sélo exijo res- peto. Y estoy en mi derecho, Yo velo por mi hij nada mis, De lo que ustedes hagan, si prefieren hacerlo, yo no me ocuparé. Pero que alguien le falte a'la Isabel y no guarde el respeto que se debe a mi casa, no voy a tolerarlo. Eso deben sa- herlo tados sus convidados. (Entraré en su aposento. ¥ habré una pau- sa de miradas en la escena, un silencio de aquellos que séto los espfritus simples pueden romper con naturalidad.) ESCENA VIII Don Servanvo. — ;Por qué sera tan rara, digo yo? Ewcarwactéy, — Ella es asi. Quiere tranquilida... ;Que nadie aqui se ria, ni cante, ni hable fuerte! {Uh!, si por ella fuera, esta casa tendria que ser como un sepulero: mucha cal por afuera y, por adentro, que la gente de “abajo” no se meta en su casa. Don Servanpo. — jEse es orgullo’ i rica, pa qué andar con tapujos! ENcaRNACION, — {Ella quiere silencio! Y, sobre todo, que la gente “de abajo” no se meta en su casa. i¥ yo soy de la gente de abajo! Pero como es la mujer de mi hermano, jhay que tragarselo! IsaseL. — jBueno, hablen de otra cosa! ‘Encarnacion, — Tenés razén. De cualquier modo, ella es tu madre. Don Servanno, — Si, pues... t (Habré una breve pausa que él mismo, reaccionando luego, se apresuraré a re- mediar.) 153 En cambio usté, velay (por Isabel), no parece hija de ella. Lwempa.—Por Jo carnavalera, ni que fuera de usté y de la Funesta Don Senvanpo.—jJe... je... je!... Ya lo creo. Por que ésa siempre ha sfo virti de mi familia. Otro carnavalero como tata no habra... jJe... je... Y de juro que jue p’al carnaval que mi madre quedé de mi, De no, no se explica. Porque todo es venir legando el carnaval y empezar a sentir como si redepente me creciera la sangre. ;Como pa no gritar: ayjuaijuna el carnav... (Se interrumpiré de pronto intimidado por la presencia de su mujer, Dofia Funesta, que habré salido de detrds del galpén.) ESCENA IX Dofia Funesra.— {Recién venis legando? ,No te man- dé que me limpiaras el horno? Don Seavanpo,— A eso vengo, mujer. Dofa Funzsra.— {A giien’ hora! Down Szrvanpo,— ;Qué, ya te lo han limpiao? DoWa Funesra.— Menos pregunta Dios. Y decime: ,qué has hecho en todo el santo dia? Don Seavanpo,—En buscar un compagre para vos se me jue Ja mafiana. Dowa Fonesta.— j¥ a quién has visto, al fin? Down Seavanpo.— Don Bernardito diz que no anda bien y quién sabe si viene.. Don Sinforeano, que le duele el vientre y le han prohibfo chupar... A Sa- turnino le ha salio un urzuelo... Y los demas me han dicho por las claras que no quieren, Asi que el ‘nico que sale es Rigoberto... Doita Funesta,— jE] moto Rigoberto! (Las muchachas se echardn a reir.) Don Servanvo.— {Na’i, yo no Vhi cortao los dedos que Te faltan! 154 Dowa Funesta.— Ustedes no se rian. Me lo hace agrede, el fariseo. Sabe que con ese hombre no se podimos ver. ‘Que me robé una vaca. ..! Dow Servanno. — jEsa es historia vieja, mujer! Dofa Funssra — El mal acuerdo sabe rebrotar; rebrota siempre, como la mala hierba. Encarnacton. — Asi es. Eso es muy cierto. Dow Seavanvo, —Menos p’al carnaval. Porque p’al car- naval todo se olvida. Dofa Funssra,— jNadies te ha preguntao! ;Anda pa dentro, termind al menos de arreglar ése “Puc- lay”... Dow Senvanpo.— Mujer, el carnaval no es p'andar eli giendo. Se tira la taba y lo que sale, sale. A mi me ha salio suerte. A vos... jtené paciencia! El carna- val es eso... Para algo es alegria... (Comenzaré a salir timidamente, por de- trés del galpén, perseguido por ella.) Dofa Fonesra,—jCamina de una vez! Dow Servanpo, — ;Que viva el carnaval! |Huiiija! (Desaparecerén uno tras otro, mientras la risa de las dos muchachas imundard la escena.) ESCENA X Lucinpa.—jQué don Servando éste. IsaBEr iTiene razén, si no hay fiesta mas Nena de diversién! Si de mirar el pago cOmo se alegra, uno siente en la sangre Ja primavera. De ver el verdecito 155 del algarrobo, los coyuyos cantando se vuelven locos... iCarnaval de Ja tierra de Pachamama! iCarnavaleito alegre, como Io Maman! Viene la caballada como tormenta: paiiuelitos al aire, bandera suelta. .. Tamboril al galope, violin sallando: como cabritas sueltas andan jugando. Ya Megan los compadres al topamiento: el aire tiene aromas de casamiento... Ya ha salido la luna, tambor de plata, ¥ los ojos al verla Horan y cantan. Loran y cantan y en la noche no se oyen més que vidalas. Los compadres se abrazan con las comadres. De almidén y de albahaca se Ilena el aire... iQué rumor de polleras almidonadas! jBesos se dan los pliegues de las enaguas! iTiene razén; si no hay fiesta més lena de diversién! iSi de solo acordarme que ya es el tiempo me esta haciendo cosquillas el corazén...! 156 (Lucinda reiré festejando la rara exalta- cién de Isabel.) ENcARNACION No sera para tanto, chinita loca. jCaramba, ni que fueras una abriboca! Por el gusto de nada tanta alegria. iAve Maria! Si te saliera un novio, jeémo serfa...! ‘Locmwa iSi le saliera un novio? 2¥ acaso es otra Ja razén que la, tiene perdida, loca? Encarnacion jAja! 4Con que algo de eso te anda pasando? Tsaper Las ganas de tenerlo de vez en cuando... . ENcARNACION Con razén te habfas puesto tan cosquillosa ‘IsaBEL, Y a usté, no le sucede Ja misma cosa? iNo ha sentio igualito que si creciera Ja sangre, como un arbol en primavera? 157 Encarwactén (Tras una pausa breve.) No. Yo arboles no tengo. IsaBEL iSi sera lerda! Digo, porque es la cosa que mas se acerca... (Abstrayéndose, como si se mirara por dentro.) Serd el tiempo tan lindo, pero es el caso que me siento distinta. Si hasta me paso Jas horas suspirando. .. ‘Lucmnpa No hay que hacer caso... Eso curan los hombres con un abrazo... IsapeL (Ingenuamente.) jAmalhaya me dieran un entendido! Lucrwpa, iUf, para eso no faltan Jos comedidos No precisas ir lejos si andas buscando... ENCARNACION iCon echarse en los brazos de don Servando...! (Lucinda lanzaré una carcajada.) 158 ISABEL Oh, no se estén pensando que soy tan ida y que digo estas cosas de carecida, Ya pueden ir sabiendo que mis de cuatro andan por detrés mio casi Morando. .. Luempa, sPucha que sos dichosa! Isaset Lo que sucede es que nunca se tiene lo que se quiere... ‘Luerspa Pero iy Gil? IsaBEL jBah!, es més fiero que un espantajo... ‘Lucrypa 2¥ Mamerto? ‘IsaBet Es un sonso... Lucmpa i¥ el otro? ‘IsaBeL jUn pavo...! ENCARNACION ¥ Rosendo? 159 Isaen

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