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“La aventura de Miguel Littin clandestino en Chile” es un libro publicado

originalmente en 1986, del destacado escritor colombiano Gabriel Garcia Marquez,


quien a través de una entrevista a su amigo Miguel Littin, director de cine chileno,
se interiorizó en los pormenores del viaje de este a su patria, la cual se encontraba
en plena dictadura liderada por Pinochet, y debido a lo anterior, existía una
persecución y represión a las voces contrarias al oficialismo, siendo víctima de esta
persecución Littin, por lo que para ingresar al país tuvo que hacerlo de forma
clandestina con una identidad diferente debido a un veto establecido por la dictadura
a él y otras personalidades chilenas de la época, dejando de manifiesto la brutal
represión ideológica y social que se ejecutó en el Chile de aquellos años. El autor
realizó un pormenorizado trabajo de recopilación de los antecedentes detalle por
detalle que le permitieron llevar al papel en formato de ensayo literario, el cual podría
ser perfectamente un extenso reportaje, esta anecdótica visita de Littin a su país,
con un nivel de detalle importante que nos permite por un lado conocer los detalles
de la estadía de Miguel en Chile, a la vez de entregarnos en detalle el contexto
político y social que se vivía en aquella época. En ese sentido, este texto se hace
muy interesante principalmente porque nos permite viajar al Chile de Pinochet y
conocer detalladamente “ese” país. La referencia “ese” no es fortuita, sino que a
razón de que las nuevas generaciones que están levantando y participando de los
procesos políticos y sociales vigentes actualmente en Chile, nacieron y crecieron en
un país sin dictadura, en democracia, y en donde no existía persecución política por
pensar distinto a la ideología oficialista. Así la lectura de esta obra permite,
literalmente, viajar en el tiempo hacia el Chile en el que vivieron las generaciones
mayores, lo que por un lado permitirá comprender de manera más detallada ese
contexto histórico, a la vez que podría permitir comprender, en parte, la visión y
forma de ver el quehacer político de las generaciones mayores, pues ellos nacieron
y crecieron en ese contexto de represión ideológica y violencia de Estado.

Así este texto llama la atención principalmente por llevarnos a ese pasado que no
debemos olvidar y del cual debemos aprender. Gabriel Garcia Marquez logra
retratar tan bien en el texto las sensaciones más personales de Miguel Littin, lo cual
se retrata por ejemplo en la siguiente extracto del libro cuando una vez estando en
las calles de Santiago, Liitin detalla:

“Estremecido hasta los huesos me olvide de la hora, me olvidé de mi identidad, de


mi condición clandestina, y por un instante volví a ser yo mismo y nadie más en mi
ciudad recuperada, y tuve que resistir el impulso irracional de identificarme gritando
mi nombre con todas las fuerzas de mi voz, y enfrentarme a quien fuera por el
derecho de estar en mi casa” (Garcia Marquez, 1986, pág. 16).

Este texto no solo se enfoca en lo sentimental, pues también están muy bien
argumentadas las ideas de contextualización que permiten al lector comprender con
datos el contexto de la época. Así por ejemplo en el siguiente extracto del libro se
detallan las razones del despilfarro de dinero en los primeros años de la dictadura:
“Chile no sólo fue un país modesto hasta el gobierno de Allende, sino que su propia
burguesía conservadora se preciaba de la austeridad como una virtud nacional. Lo
que hizo la Junta Militar para dar una apariencia impresionante de prosperidad
inmediata, fue desnacionalizar todo lo que Allende había nacionalizado, y vender el
país al capital privado y a las corporaciones transnacionales. El resultado fue una
explosión de artículos de lujo, deslumbrantes e inútiles, y de obras públicas
ornamentales que fomentaban la ilusión de una bonanza espectacular” …”Pero la
realidad mostró sus colmillos a la hora de pagar: seis o siete años de espejismos se
desmoronaron en uno. La deuda externa de Chile, que en el último año de Allende
era de cuatro mil millones de dólares, ahora es de casi veintitrés mil millones. Basta
un paseo por los mercados populares del río Mapocho para ver cuál ha sido el costo
social de esos diecinueve mil millones de dólares de despilfarro. Pues el milagro
militar ha hecho mucho más ricos a muy pocos ricos, y ha hecho mucho más pobres
al resto de los chilenos” (Garcia Marquez, 1986, pág. 34).

El texto comienza con el relato de Miguel Littin preparando su llegada a su tierra


para grabar una película sobre el Chile en dictadura. Nos detalla el lado más
emocional de volver habiendo estado obligado a exiliarse en otra parte del mundo,
debido a la represión ideológica que ejercía la dictadura militar de Augusto Pinochet
contra quienes no seguían la línea establecida por el oficialismo. Así, Miguel Littin
logra entrar a Chile, pero esta vez con una identidad distinta, esta vez sería un
ciudadano uruguayo, para lo cual había cambiado su aspecto físico, a fin de evitar
sospechas de la inteligencia chilena. Las partes más interesantes del transcurso
 inicial del texto son por un lado la emocionalidad con que Littin detalla el
sentimiento de una persona que ha sido forzada a dejar su país, su familia, sus
lazos. Las visitas a diferentes personalidades, miembros de la resistencia en
clandestinidad, inclusive miembros de la iglesia, así como la visita a diversos lugares
del país marcan el transcurso del texto. Todo lo anterior va acompañado de una
contextualización hecha muy bien, que nos permite estar en conciencia del lugar de
los hechos. Así las cosas, uno de los momentos memorables es la obsesión de Littin
en la policía de pie, de forma de saber que piensan o que creen, sin ponerse en
riesgo. Memorable también es el detalle del encuentro que tiene con familiares en
las calles, sin que estos lo reconozcan a él, lo que significaba que su nueva identidad
estaba funcionando. Así, Littin comienza un viaje por nuestro país el cual lo lleva a
recorrer la ciudad de Santiago, Valparaíso, Concepción, entre otras del sur de Chile,
con lo cual se va detallando una visión de mundo en donde la sociedad chilena
conserva mucho de las características de antaño, pero que han sido reprimidas por
la dictadura, en lo principal con la pérdida de la libertad. Esto se retrata muy bien
con la opinión de las mujeres pobladoras (Garcia Marquez, 1986): “- Lo único que
queremos es lo que nos quitaron: voz y voto” (Pág. 48). Por tanto a pesar de llevar
más de diez años en dictadura la gente sigue añorando, creyendo, y esperando la
democracia. Por tanto, aquí se retrata un objetivo de parte importante de la sociedad
chilena: el terminar con la dictadura, volver a ser libres, y que en Chile haya espacio
para todos, sin represión ni persecución de ningún tipo. Así las cosas, entre viajes
y entrevistas, y gracias a un equipo adicional que se encarga de diversas tareas,
Littin logra sacar adelante el proyecto audiovisual, aunque llega un momento en el
que debe abandonar el país para evitar que la inteligencia lo pudiera describir, por
tanto quedaría registrado que había hecho abandono del territorio. Igualmente
pronto volvería a entrar, aunque esta vez sería solo para terminar los últimos
detalles, y en lo emocional, lo más importante, sería reencontrarse con su familia en
su país, en su hogar. Así logra sacar adelante la película, pero queda algo
pendiente, aunque en un inicio no era el objetivo, en el pasar de su estadía en el
país, le llegó información de que un General quería contar la verdad de lo que
sucedía en el Chile de Pinochet, pero a pesar de lo infructuoso de contar con esa
versión, finalmente no fue posible hacerlo. Y así, sin más sobresaltos, Miguel Littin
pudo abandonar el país habiendo cumplido la misión inicial, pero no una de las
cosas que más le interesó durante las semanas finales de su estancia en Chile.

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