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Los secretos que guardan –a la vuelta de la esquina- los restos

Arqueológicos en Linares.

En recientes investigaciones en torno a geoglifos y dibujos de arte


rupestre en nuestra ciudad nos revelan una historia de a lo menos 3
mil años de antigüedad que dan pistas sobre los primeros habitantes
del Valle central y que se contrapone a la fecha en que recordamos
como fundación.

No fueron los Pehuenches los primeros habitantes del valle, ni menos


los españoles que llegaron a construir sus casas a sitios eriazos. En
Linares existen restos arqueológicos que nos hablan de grupos
prehistóricos de a lo menos 3 mil años de antigüedad.

Estas investigaciones comienzan a gestarse en 2012 en nuestra


Provincia por un grupo interdisciplinario de investigadores, entre ellos
el arqueólogo Luis Albornoz del Instituto de Antropología y Arte
Antiguo (IAAA).
Su primer estudio en esta zona se enfocó en el arte rupestre del Cerro
Quiñe. Este planteó figuras que forman parte de una cartografía ritual
del valle de Linares, la cual contiene un relato mitológico de origen
cósmico, mediatizado materialmente por geoglifos circulares alineados
a entidades astronómicas (Albornoz y Vivanco 2017a).

En el marco de esta propuesta interpretativa, se implementó una


búsqueda dirigida y sistemática de geoglifos mediante fotografía aérea
en zonas con potencial cultural, que permitió confirmar en 2017 la
existencia de un nuevo soporte de expresión ideológica (inédito para la
arqueología regional) de antiguos grupos sociales que habitaron en el
valle de la ciudad de Linares (Albornoz y Vivanco 2017b).

Este lugar arqueológico -que dista mucho de esa imagen de momias


congeladas o grandes ciudades de piedra perdidas- está en el sector
norte de la ciudad, tan sólo al costado de la población Carlos Camus
5. A este lugar los investigadores lo bautizaron como Potrero “Las
Violetas” (en honor a la pequeña hija de Luis que lo descubrió).
Vecinos del sector saben que allí existió un cementerio. El mismo
presidente de la junta de vecinos, mientras se desarrollaba el trabajo
de búsqueda, comentó al equipo sobre los múltiples reclamos que ha
recibido por sucesos paranormales en el sector. Es que para muchos
linarenses es familiar el relato por tradición oral que da cuenta del
emplazamiento sobre aquellos grupos que precedieron la Fundación
de la Villa San Ambrosio de Linares.

“Siempre se ha hablado que los grupos que habitaban esta zona eran
los pehuenches nosotros creemos que no es así. Ese fue un suceso
histórico, nosotros hablamos de grupos cazadores y recolectores, que
son grupos prehistóricos que habitaron en esta zona anterior a la
producción de los alimentos” relata el arqueólogo Luis Albornoz en
conversación con Diario El Heraldo.

Estos restos líticos (especie de rocas para el ojo de un desentendido,


pero trabajadas por el hombre) con formas circulares sobre la tierra no
tiene escenas comunes de grupos agro alfareros como se da en el
norte, por ejemplo con escenas de pastoreo o domesticación de
animales.

Esta situación “nos permite plantear que la ciudad de Linares no fue


fundada en 1794, sino más bien levantada sobre cimientos
prehispánicos. Ya había gente viviendo aquí.
Estimamos que esta invención fue parte de una estrategia instaurada
por elite dirigente de la época y seguida hoy en día por la clase
política, que busca invisibilizar la presencia ya indígena en este valle”
comenta Albornoz.
Hablamos del período arcaico, porque según explica el arqueólogo, si
nuestros antepasados hubieses sido posterior a esa época, se
hubiesen encontrado pistas de restos de cerámica por ejemplo.

Otra de las interpretaciones realizadas por el grupo se centraron en los


grabados rupestres en el Cerro Quiñe, “Lo que pudimos interpretar son
imágenes que hablan de ríos, el del mismo cerro, aparece el Quilipin
también, por lo que pudieron interpretar que el dibujo corresponde a
una cartografía ritual que hablaba de un mito de origen cósmico
caracterizado por figuras circulares”, cuenta Albornoz.

Este fue el primer estudio que da cuenta de otro grupo de habitantes


del sector “Pensamos que son dos poblaciones diferentes. Primeros
los que hicieron los geoglifos, luego aparecen los grabadores de arte
rupestre”, asegura el profesional.

Lo llamativo de este trabajo es que viene a refutar años de


conocimiento, en donde por más de 3 décadas existió un vacío en
cuanto a las investigaciones de esta índole. Y no es de extrañar,
quienes realizaban los estudios eran autodidactas adinerados que
realizaban expediciones pero como no tenían los conocimientos
adecuados, sólo se remitían a entregar datos, no a interpretarlos.
Hablamos de una arqueología descriptiva no interpretativa, como se
está haciendo ahora.

Además, claro está, los avances tecnológicos han ayudado a avanzar


en este tema.
Eso sí, aún no se han hecho excavaciones. Sus investigaciones se
han basado en descubrir sitios, analizarlos a nivel superficial y una vez
que encuentran información relevante a nivel superficial van a
empezar con las excavaciones.

Sin embargo, algo preocupa a los investigadores y es que el sitio


arqueológico “Potrero Las Violetas” está al lado de una urbanización,
eso significa que el estado de conservación de los geoglifos es
irregular, las personas transitan por ahí y si construyen viviendas este
podría desaparecer.

Albornoz comenta también que muchas personas cuando encuentran


una pieza de arqueología suelen llevárselo de recuerdo o incluso han
llegado hasta el museo puntas de flechas, pensando en que se está
haciendo un aporte al patrimonio. Todo lo contario. El especialista
aclara que “cuando uno saca el objeto de su contexto donde estuvo
preservado, donde lo encontraron, este pierde toda la información
histórica que se pueda obtener de la pieza. Para saber la data de una
punta de flecha por ejemplo, se hace una prueba de carbono 14 sobre
la capa de tierra en que se encuentra. Si sacas el objeto nunca sabrás
en qué época fue hecha y si además la lavas pierdes toda la historia.
Se convierte en un objeto vacío”, asegura.
Entonces, recomienda que “si uno llegase a encontrar un resto
arqueológico de ninguna manera lo saque del lugar, hay que dar aviso
de inmediato al consejo de monumentos nacionales o al museo. Lo
más importante de una pieza arqueológica es su contexto primario de
depositación.

El grupo de investigadores lleva años trabajando en la zona central,


específicamente en la VI y VII, sus investigaciones se han enfocado
principalmente en explicar las formas de organización social de los
primeros grupos sociales que se asentaron en esta área hace más de
11 mil años. Los principales sitios trabajados corresponden al
Cementerio de Tutuquén, localizado en la ciudad de Curicó, el cual
corresponde al yacimiento funerario más antiguo de la región con
fechados 14C que lo sitúan hace más de 10 mil años atrás.

Figura . Geoglifo del sitio Potrero Las Violetas-1. En detalle: Vestigios


de estructuras semi-enterrada.

Ahora trabajan en un modelo predictivo a partir de los sitios que ya


tienen identificados y con alguna información topográfica para
identificar sitios arqueológicos con arte rupestre. Por lo que esperan
prontamente presentar los resultados de este modelo en el Museo de
Arte y Artesanía de Linares.

“En estos momentos preparamos un artículo para presentar el sitio a la


comunidad científica. No obstante, esperamos acceder a
financiamiento por parte de organismos estatales y/o privados que nos
permita realizar excavaciones en este lugar y aportando al
conocimiento de nuestro pasado más remoto”, cuenta el arqueólogo.

Por otra parte, ya empezaron las gestiones para la creación de un


Museo Arqueológico. Este tipo de institución contribuirá enormemente
a incentivar la formación de nuevas audiencias, ávidas de un
conocimiento vinculante entre el pasado y el presente, y capaces de
estructurar una visión crítica sobre las nuevas problemáticas que
afectan a nuestra sociedad en el ámbito de la cultura y el patrimonio.
Por lo tanto, esperan contar con apoyo a nivel municipal y ciudadano.
Reportaje: Claudia Araya, Diario El Heraldo.

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