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Según Hillard Kaplan, Kim Hill y Jane Lancaster, el catalizador de la evolución del estilo de vida humano

ha sido el cambio hacia los recursos alimenticios valiosos, estos recursos se clasifican según la dificultad
de adquisición así:

1. Los alimentos recolectados, como las frutas maduras y las hojas.


2. Los alimentos extraídos, que provienen de material inmóvil pero que requiere procesarse antes
de consumirse.
3. Los alimentos de caza, que provienen de material que se desplaza y requiere ser atrapado;
también deben ser procesados antes de consumirse.

El caso de los simios, en especial los chimpancés, son los “cerebros” en el mundo primate, ya que tienen
rutinas de alimento complejas, en las cuales se incluyen, entre las distintas especies, alimentos
recolectados, extraídos y de caza. Sin embargo, no se pueden comparar al caso de los humanos ya que
estos últimos consiguen casi todas las calorías de alimentos extraídos o de caza, para lo cual necesitan
aprender un conjunto de habilidades muy amplio, ya que si bien la mayoría de los animales cazadores
tienen métodos simples de caza y procesan el alimento con sus garras o dientes; los cazadores humanos
tienen especies objetivo mas variadas, para lo cual requieren métodos específicos según corresponda. Se
rastrean los animales, se requiere conocimiento de ecología, se atraen con sonidos, con carnadas, para
luego capturar y matar con las manos, flechas, lanzas e instrumentos artesanales, esto solo hablando de
un grupo de cazadores en la actualidad, los Aché, estas características se harían cada vez mas extensas si
se incluyesen a más hábitats humanos. Por otro lado, si se habla de la extracción de recursos, esta
actividad también requiere habilidades notables. Hay grupos de cazadores y recolectores en la
actualidad donde alcanzan la experticia en la recolección entre los 35 y 40 años, teniendo los niños hasta
el 10% de la habilidad de los adultos.

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