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EL PROBLEMA DEL TEXTO EN LA LINGUISTICA, LA FILOLOGIA Y OTRAS CIENCIAS HUMANAS ENSAYO DE ANALISIS FILOSOFICO Hemos de definir nuestro andlisis como filoséfico gracias a consi- deraciones de cardcter negativo: no se trata aqu{ de un anélisis lingiifstico, o filoséfico, o histérico-literario, o de algtin otro tipo especializado. Las consideraciones positivas son las siguientes: nuestra investigaci6n sc desenvuelve en zonas fronterizas, es decir, sobre los limites entre todas las disciplinas mencionadas, en sus empalmes y cruces. El texto (escrito y oral) como dato primario de todas las disci- plinas mencionadas y de todo pensamicnto humantstico y filolé- gico en general (incluso del pensamiento teolégico y filoséfico en sus origenes). El texto es la tinica realidad inmediata (realidad del pensamiento y de Ja vivencia) que viene a ser punto de par- tida para todas estas disciplinas y este tipo de pensamiento. Donde no hay texto, no hay objeto para Ia investigacién y cl pensamiento. El texto “sobreentendido”, Si interpretamos la nocién del texto ampliamente, como cualquier conjunto de signos coherente, entonces también la critica de arte (critica de mtisica. teoria e historia de artes figurativas) tiene que ver con textos (obras de arte). Se trata del pensamiento acerca del pensamiento, del dis- curso acerca del discurso, del texto acerca de los textos. En esto consiste la diferencia radical de nuestras disciplinas (ciencias humanas) frente a las ciencias naturales, aunque aqui no existen fronteras absolutas e impenctrables. El pensamiento human(stico se origina como pensamiento acerca de las ideas, voluntades, ma- nifestaciones, expresiones, signos ajenos, detrés de los cuales estén las revelaciones divinas o humanas (leyes de los soberanos, man- damientos de los antepasados, sentencias y adivinanzas anénimas, etc.). La definicién cientifica y la critica de los textos son fend- menos mas tardfos (significan toda una revolucién en el pensa- miento humanfstico, la aparicién de la desconfianza). Inicialmen- te existia la fe, que tan sGlo exigia comprensién e interpretacion. Luego se recurre a los textos profanos. No tenemos la intencién de profundizat en la historia detas ciencias humanas, particular- [294] ENSA.S DE AN ASIS Es SOFICK 295 mente de la filosofia y la lingiiistica, porque nos interesa la espe- ificidad del pensamiento humanistico dirigido hacia los pensa- mientos, sentidos, significados ajenos que se realizan y se le presentan al investigador unicamente en forma de texto. Las finalidades de la investigacién pueden ser muy variadas, pero su punto de partida sé6lo puede ser el texto. Nos interesa aqui tinicamente el problema de los textos ver- bales que son la realidad primaria de las disciplinas humanas correspondientes, en primer lugar de la lingiiistica, la filologia, los estudios literarios, etc. Todo texto posee un sujeto que es el autor (hablante o escri- tor). Las formas, especies y tipos posibles de la autora. El ana- lisis lingiiistico dentro de unos limites determinados puede abs- traerse totalmente de la autorfa. La interpretacién del texto como ejemplo (juicios ejemplares, silogismos en la légica, oraciones en Ja gramatica, ‘‘conmutaciones” lingiifsticas,’ etc.). Textos imagi- narios (ejemplos y otros). Textos construidos (para un experi- mento lingiiistico o estilfstico). En todos estos casos se trata de tipos especiales de autores, inventores de ejemplos, experimenta- dores con su responsabilidad especifica de autor (allf también existe un otro sujeto: el que podria expresarse asf). El problema de los limites textuales. El texto como enunciada. El problema de funciones del texto y de los géneros textuales. Hay dos momentos que determinan un texto como enunciado: su proyecto (intencién) y la realizacién de éste. Las interrelacio- nes dindmicas entre estos momentos, la lucha entre ellos, que de- termina el caracter del texto. La divergencia entre ellos puede significar muchas cosas. El ejemplo de Tolstoi.? Los lapsus del habla y de Ja escritura segtin Freud (expresién del inconsciente) . La transformacién del proyecto en el proceso de su realizacién. El incumplimiento de Ja intenci6n fonética. El problema del segundo sujeto que reproduce (con uno u otro fin, incluso para una investigacién) cl texto ajeno y que crea otro texto como marco (comentario, evaluacién, objeci6n, etc.) . La especificidad del pensamiento humanistica: el doble plano y el doble sujeto. La textologia como teoria y prdctica de la reproduccién cientifica de los textos literarios. El sujeto textol6- gico (text6logo) y sus particularidades. El problema del punto de vista (de la posicién espaciotem- poral) del observador en la astronomia y en la fisica. El texto como enunciado incluido en la comunicacién discur- siva (cadena textual) de una esfera dada. El texto como una especie de ménada que refleja en si todos los textos posibles de 296, PRO. MA DL (EXTO una esfera determinada de sentido. La relacién mutua entre todos estos sentidos (puesto que todos se realizan en los enunciados) . Las relaciones dialdégicas entre los textos y dentro de los textos. Su cardcter especifico (no lingiiistico) . El didlogo y la dialéctica. Dos polos en los textos. Cada texto presupone un sistema comprensible para todos (es decir, acordado por una colectividad dada) de signos, esto es, la lengua (aunque se trate de la lengua del arte). Si detrds de un texto no esta una lengua, ya no se trata del texto sino de un fendédmeno natural (no signico), por ejemplo, un complejo de gritos y gemidos naturales que carecen de siste- maticidad lingiifstica (signica). Desde Juego, todo texto, tanto oral como escrito, comprende una gran cantidad de aspectos heterogéneos naturales carentes de car4cter signico que salen fuera de Ja esfera de una investigacién human{stica (lingiifstica, filol6- gica, etc.), pero que también se toman en cuenta por la tltima (manuscrito deteriorado, mala diccién, etc.). No existen ni pue- den existir textos puros. En cada texto, ademés, existe una serie de momentos que pueden Ilamarse técnicos (la técnica de la pre- sentacién gréfica, de la pronunciacién, etcétera) . Asf, pues, detrés de cada texto est4 cl sisteme de la lengua. En el texto, le corresponde todo lo repetido y reproducido y todo lo repetible y reproducible, todo lo que existe también fuera de un texto dado (su carécter determinado), Pero al mismo tiempo cada texto (visto como enunciado) es algo individual, tinico e irrepetible, en Jo cual consiste todo su sentido (su proyecto, aque- lo para que se habia creado el texto). Es aquello que se refiere a la verdad, al bien, a Ja belleza, a Ja historia. En relacién con este aspecto, todo lo repetible y reproducible viene a ser Gnicamente material y medio. En cierta medida, este aspecto se encuentra fuera de la esfera de la lingiifstica y la filologia, Este segundo mo- mento o polo pertenece al texto mismo pero se manifiesta tinica- mente en la situacién y en la cadena de los textos (dentro de la comunicacién discursiva de una esfera dada). Este polo no esté relacionado con los elementos repetibles del sistema de la lengua (de los signos), sino con otros textos (irrepetibles) mediante los especificos vinculos dialégicos (0 dialécticos, cuando se abstrae del autor). Este segundo polo esta indisolublemente ligado al aspecto de la autorfa y no tiene nada que ver con la unicidad casual y natu- ral, porque se realiza totalmente gracias a los medios del sistema de la lengua. Se realiza gracias al contexto puro, aunque se com- pleta con momentos naturales. La relatividad ce todos los I{mites (por ejemplo, cémo se cataloga el timbre de Ja voz de un lector o PN90+0 DE ANALISIS FLOSOFICO 297 hablante, etc.). El cambio de funciones determina el cambio de delimitaciones. La distincién entre la fonologfa y la fonética.* El problema de la interrelacién dialéctica (de sentido) y dia- ldgica de los textos de una esfera dada. El problema especifico de la interrelacién histérica entre los textos. Todo esto, a la luz del segundo polo, El problema del alcance de Ja explicacién causal. Lo mas importante es no alejarse del texto (aunque se trate de un texto posible, imaginario, construido) . La ciencia del espfritu. El espfritu (propio y ajeno) no puede scr dado como cosa (que es el objeto inmediato de las ciencias na- turales), sino Gnicamente en la expresi6n signica, en la realizaci6n de tcxtos para uno mismo y para el otro. La critica de la auto- observacién. Pero hace falta una comprensién profunda, rica y fina del texto. Teoria del texto. El gesto natural en la representacién efectuada por un actor adquiere una importancia signica (por su cardcter arbitrario, con- vencional y sometido a la intencién del papel). El cardcter tinico de lo natural (p. ¢j., de una huella digital) y el caracter irrepetible, significante y sfgnico, det texto. Sélo es posible una reproduccién mecénica de una huclla digital (en cual- quier cantidad de copias); por supuesto, también es posible una reproduccién igualmente mecdnica del texto (rcimpresién), pero la reproduccién del texto por un sujeto (regreso al texto, una lectura repetida, una nueva representacién, la cita) es un acon- tecimiento nuevo e irrepetible en la vida del texto, es un nuevo eslab6n en la cadena histérica de la comunicaci6n discursiva. Todo sistema de signos (es decir, toda lengua), por mds pe- quejia que sea la colectividad que sustenta su cardcter convencio- nal, en un principio siempre puede ser descifrado, es decir, tra- ducido a otros sistemas de signos (otras lenguas); por consiguien- te, existe una l6gica comtin de los sistemas sfgnicos, una potencial y tinica lengua de Jas lenguas (que, desde luego, jam4s puede ser una lengua concreta, una de las lenguas). Pero el texto (a dife- rencia de la lengua como sistema de recursos) nunca puede ser traducido hasta el final, porque no hay un texto de los textos, po- tencial y tinico. El acontecimiento en la vida de un texto, cs decir, su esencia verdadera, siempre se desarrolla sobre Ia frontera entre dos con- ciencias, dos sujetos. El estenograma del pensamiento humanistico es una transcrip- cién del diélogo especffico que comprende una compleja inter- relacién entre el texto, como objeto de estudio y reflexién, y el contexto como su marco creado (pregunta, objecién, etc.) en que 298 PROBL Dk. TEXTO. se realiza el pensamiento cognoscitivo y evaluador del sabio. El encuentro de los dos textos, del que ya est4 dado y del que se esta creando como una reaccién al primero, es, por consiguiente, un encuentro de dos sujetos, dos autores. El texto no es una cosa, por lo tanto la otra conciencia, la del que lo recibe, no puede ser climinada ni neutralizada, Se puede ir hacia cl primer polo, que es la lengua —la lengua del autor, la lengua del género, de una corriente literaria, de una €poca, la lengua nacional (la lingiifstica)—, y finalmente a la potencial Jengua de lenguas (el estructuralismo, la glosemitica) .* También es pusible ir hacia el otro polo, que cs el acontecimiento irrepetible del texto. Entre estos dos polos se colocan todas Jas ciencias humanas posibles que parten de Ja realidad primaria del texto. Los dos polos aparecen como algo absoluto e incondicional: tan incondicional es la potencial Jengua de lenguas como el texto Unico ¢ irrepetible. Todo texto verdaderamente creativo es cn cierta medida una revelacién de la personalidad, libre y no predeterminada por la necesidad empfrica. Por eso el texto (cn su niicleo libre) no per- mite ni una explicacién causal ni una previsién cientifica. Lo cual, desde luego, no excluye la necesidad interna, Ia légica inter- na del nticleo libre del texto (sin ellas, el texto no podrfa ser comprendido, reconocido, ni ser eficaz). EI problema del texto para las ciencias humanas. Las ciencias humanas son ciencias que estudian al hombre en su especificidad, y no como cosa sin voz o fenémeno natural. El hombre en su es- pecificidad humana siempre se est4 expresando (hablando), es decir, est4 creando texto (aunque sea éste un texto en potencia). Alli donde el hombre se estudia fuera del texto ¢ independiente- mente de él, ya no se trata de Jas ciencias humanas (anatomfa y fisiologia del hombre, etcétera) . El problema del texto para la textologfa. El aspecto filoséfico de este problema. El intento de estudiar el texto como una (behavorismo) .* La cibernética, la teoria de la informacion, la estadistica y el problema del texto. El problema de Ia cosificucién del texto. Los limites de esta cosificacién. Un acto humano es un texto en potencia y puede ser compren- dido (como acto humano, no como accién fisica) tan sélo dentro del contexto dialégico de su tiempo (como réplica, como postura lena de senti~2, como sistema de motivos). “reaccién verbal” ENSAYO DE ANALISIS FILOSGFICO 299 EI enunciado “todo lo sublime y lo bello” no es una unidad fraseolégica en sentido general, sino que es una combinacién de palabras muy especial, Ilena de entonaciones y de expresividad. Representa un estilo, una visién del mundo, un tipo humano, huele a contextos, en él se perciben dos voces, dos sujetos (uno, alguien que podrfa supucstamente expresarse en csta forma scria- mente, y otro que est4 parodiando al primero). Las palabras su- blime y bello tomadas aisladamente, fuera de la combinacién, ca- recen de bivocalismo; la segunda voz llega a la combinacién de las palabras cuando ésta se convierte en enunciado (es decir, cuando adquiere un sujeto discursivo, sin el cual no existe la se- gunda voz). Una sola palabra también puede llegar a ser bivocal si representa una abreviatura del enunciado (0 sea si tiene un autor). La unidad fraseolégica no se crea por la primera voz, sino por la segunda. La lengua y el discurso, la oracién y el enunciado. Fl sujeto discursivo (un individuo genérico y “‘natural") y el autor del enunciado. El cambio de los sujetos discursivos y el cambio de los hablantes (autores de enunciados). La lengua y el discurso pueden ser tomados por un mismo fenémeno puesto que en cl discurso sc borran los limites dialégicos entre los enunciados. Pero la lengua y la comunicaci6n discursiva (como un intercambio dialégico de enunciados) nunca han de ser confundidos. Es posible una iden- tidad absoluta de dos o més oraciones (si se sobreponen como dos figuras geométricas, coincidirén) , es mas, hemos de aceptar que cualquier oracién, incluso una compleja, dentro de un flujo discursivo ilimitado puede repetirse infinitamente de un modo totalmente idéntico, pero en tanto que enunciado (0 su parte), ni una sola oracién, aunque esté compuesta de una sola palabra, puede ser jamas repetida: en este caso, siempre se trata de un enunciado nuevo (por ejemplo, una cita) . Puede surgir el interrogante acerca de si puede la ciencia analizar fenémenos tan irrepetiblemente individuales como los enunciados, porque tal vez éstos se colocarfan fuera de los Ifmites del conocimiento cientifico generalizador. Por supuesto que la ciencia pucde ocuparse de tales fenédmenos. En primer lugar, ef punto de partida de cualquier ciencia son las individualidades irrepetibles, y en toda su trayectoria la ciencia tiene que ver con ellas. En seguiido lugar, la ciencia, y ante todo la filosofia, puede y debe estudiar la forma especffica y la funcién de esta indivi- dualidad. Se postula la necesidad de que constantemente se corrija la pretensién de agotar. mediante un andlisis abstracto (p. ej. un andlisis lingtifstico) , un enunciado concreto. El estudio de aspec- 00 2 PROBLAGIA DEL 1EXTO tos y formas de las relaciones dialégicas entre los enunciados y de sus formas tipolégicas (factores de enunciados). El estudio de los momentos extralingiifsticos (artisticos, cientificos, etc.) del enunciado. Existe todo un campo entre el anilisis lingiifstico y el anilisis de sentidos que nunca ha sido tocado por la ciencia hasta ahora. Dentro de Jos limites de un mismo enunciado, una oracién puede ser repetida (rciteracién, autocitacién, algo involuntario) , pero siempre es una nueva parte del enunciado, porque ha cam- biado de lugar y de funcidn dentro de Ia totalidad del enunciado. E! enunciado en su totalidad se conforma como tal gracias a elementos extralingiifsticos (dialégicos) y también estA vinculado con otros enunciados. Los elementos extralingifsticos (dialégi- cos) también penctran dentro del enunciado. Las expresiones generalizantes del hablantc en la lengua (pro- nombres personales, formas personales de los verbos, formas gra- maticales y Iéxicas de modalidad y marcas de Ja actitud del hablante hacia su discurso) y el sujeto discursivo. Fl autor del enunciado, Desde el punto de vista de los fines extralingiifsticos del enunciado, todo lo concerniente a la lengua es tan sdlo un recurso. E] problema del autor y de cémo se manifiesta en una obra. éEn qué medida se puede hablar de la “imagen” del autor? Encontramos a un autor (lo percibimos, entendemos, senti- mos) en cualquier obra de arte. Por ejemplo, en una obra pict6- rica siempre percibimos a su autor (el pintor), pero nunca lo vemos de la misma manera como vemos las imdgenes representa- das por él. Lo percibimos como un principio representante abs- tracto (el sujeto representador), y no como una imagen represen- tada (visible), También en un autorretrato no vemos, desde lue- go, al autor que lo ejecuta, sino apenas una representacién del artista. Estrictamente hablando, la imagen del autor es contradic: tlo in adjecto. La supuesta imagen del autor, a pesar de ser ima- gen especial, diferente de las demds imagenes de una obra, es siempre una imagen que tiene un autor que la habfa creado. La imagen del narrador en primera persona, la imagen del protago. nista cn las obras de carécter autobiografico (autobiograf{as, me- morias, confesiones, diarios, etc.), personaje autobiografico. héroc Ifrico, etc. Todos, ellos se miden y se determinan por su actitud frente al autor como persona real (siendo este objeto especifico de representacién), pero todas ellas son imAgenes representadas que tienen un autor como portadgr.de un principio puramente ENSAYO DE ANALISIS FILOSOFICO 301 representativo, Podemos hablar del autor puro, a diferencia de un autor parcialmente representado, mostrado, que forma parte de una obra. El problema del autor de un cnunciado comin y corricnte, tipo esténdar, cotidiano. Podemos constituir la imagen de cual- quier hablante, percibir cualquier enunciado como objeto, pero esta imagen objetivada no forma parte de la intencién del hablan- te mismo y no se crea por él en tanto que autor de su enunciado. Esto no significa que el autor intrinseco del enunciado no ten- ga que ver con el autor como persona real: desde luego, ellos se relacionan, y de una manera muy directa, echando una luz en lo mas profundo del autor, persona real, pero esta profundidad nunca puede llegar a ser una de las imdgenes de la obra misma. E] autor-persona real est4 presente en Ja obra como una totalidad, pero nunca puede formar parte de la obra. No es natura creata ni natura naturata et creans, sino una pura natura creans et non creata.” éEn qué medida son posibles en Ja literatura los enunciados puros, no objetivados, univocales? La palabra en /a cual el autor no percibe una voz ajena, en la cual se refleja sinicumente el autor y todo el autor, {puede funcionar como material de construcci6n para una obra literaria? ¢No seré que un determinado grado de objetivaci6n sea una condicién necesaria de todo estilo? ¢No seré que el! autor siempre sc ubique fuera de la lengua en tanto que material para una obra literaria? ¢Tal vez cada escritor (incluso un lirico puro) sca siempre ‘‘dramaturgo”’ cn el sentido de que cualquier discurso aparece en su obra distribuido entre las voces ajenas, incluyendo ahi la imagen del autor (y otras m&scaras de tutor) ? Tal vez toda palabra no objetivada y univocal sea inge- nua ¢ inservible para la creacién verdadera. Toda voz auténtica- mente creadora puede ser solamente la segunda voz dentro del discurso. Unicamente la segunda voz, que es Ja actitud pura, puc- de ser no objetivada hasta el final, puede existir sin hacer la som- bra de la imagen, Ia sombra sustancial. El escritor es alguien que es capaz de trabajar con la lengua situdndose fuera de ella, al- guien que posee cl don del habla indirecta. FI saber expresarse a si mismo implica hacer de uno mismo el objeto para el otro y para uno mismo (la “realidad de la concien- cia"). Es la primera fase de la objetivacién. Pero también cs po- sible expresar la actitud de uno mismo hacia su persona como objeto (segunda fase de la objetivacién). Asi, la palabra propia resulta ser objetivada y recibe una segunda voz, que también es propia. Pero esta segunda voz ya no echa su propia sombra, por- 30. LPR EMAL. TEXTE que expresa la aclitud pura, mientras que toda su sustancia objetivadora y materializante se entrega a la primera voz. Pongamos por caso que tenemos que expresar nuestra actitud hacia determinada manera de hablar. el habla cotidiana, tal actitud se realiza cn una cierta entonacién burlona o irénica (Ka- renin en L. Tolstoi),’ una entonacién que expresa admiracién, falta de comprensién, pregunta, duda, afirmacién, ‘rechazo, indigna- ci6n, sorpresa, etc. Es un fendmeno muy primario y muy comin de bivocalizacién en la comunicacion discursiva cotidiana, en los didlogos y discusiones acerca de temas cientificos y otros debates ideolégicos. Es un bivocalismo bastante burdo y de un carfcter poco generelizante, a veces directamente personal: esto sucede cuando se reproducen las palabras del interlocutor con determi- nada reacentuaci6n. Las diferentes formas de estilizacién parédica representan también un modo de bivocalizar la palabra burda- mente y sin generalizacién. En estos casos, la voz ajena aparece como limitante, pasiva, carente de profundidad y de car4cter productivo (creativo, enriquecedor) en su relacién con la otra voz. En la literatura este fen6meno aparece en forma de persona- jes positivos y negativos. En todas estas formas aparece un bivocalismo directo y podria decirse inclusive que fisico. En el drama, Ja situaci6n resulta ser m&s compleja, porque allf, por lo visto, la voz del autor no se realiza en Ja palabra. El ver y el comprender al autor de una obra literaria significa ver y comprender la otra conciencia, la conciencia ajena con todo su mundo, es decir, comprender al otro sujeto (Du). Dentro de una explicacién actia una sola conciencia y un solo sujeto; dentro de una comprensién acttian dos conciencias y dos sujetos. No puede haber una actitud dialégica hacia un objeto, por lo tanto la ex- plicacién carece de momentos dialégicos (aparte del momento re- térico-formal). La comprensién siempre es dialégica, en cierta medida. Los diferentes tipos y formas de comprensién. La comprensién de la lengua de los signos, es decir, la comprensié6n (dominio) de un determinado sistema de signos (p. ej. de una lengua). La comprensién de una obra escrita en una lengua conocida, o sea comprendida ya. La ausencia de fronteras marcadas y la transi- cién de un tipo de comprensi6n a otro en Ia practica. gSe puede decir que la comprensién de la lengua como siste- ma no implique Ja presencia del sujeto y carezca absolutamente de momentos dialégicos? ~En_qué medida es posible hablar del Ee ee ENSAYO DE ANALISIS MLOSOFICU 30> sujeto de la lengua como sistema? La descodificacién de una len- gua desconocida: Ja sustitucién de posibles hablantes indefinidos, la construcci6n de enunciados posibles en esta lengua. La comprensién de cualquier obra escrita en una lengua bien conocida (incluso materna) siempre enriquece también nuestra comprensién de la lengua determinada en tanto que sistema. EI sujeto de Ja lengua y el sujeto (0 sujetos) de una obra lite- raria. Distintos grados de transicién. Sujetos de los estilos de la Iengua (funcionario, comerciante, cientifico, etc.). Las mascaras del autor (imdgenes del autor) y el autor propiamente dicho, La imagen social y estilistica de un funcionario pobre (p. ej. Dévushkin en La pobre gente de Dostoievski). Una imagen se- mejante, a pesar de que se representa mediante autoandlisis, se da como é/ (en tercera persona), y no como iu. Es una imagen objetivada y ejemplificada. En relacién con ella, no existe atin una actitud auténticamente dialdgica. El acercamiento de los medios de representacidn al objeto de la misma en tanto que caracteristica del realismo literario (las caracterizaciones propias, las voces, los estilos, no la representa- cién, sino la cita de la palabra de los personajes como hablantes) . Los elementos objetivantes y puramente funcionales de cada estilo. El problema de la comprensién del enunciado. Lo que es ne- cesario para Ja comprensién es precisamente el establecimiento de los limites claros y fundamentales del enunciado. El cambio de los sujetos discursivos. La capacidad de determinar Ja respuesta. En principio, toda comprensién implica una respuesta. Kannitverstan." Cuando existe una consciente yoluntad de representar una va- ricdad de estilos, entre estos ultimos siempre se establecen rela- ciones dialdgicas.” Estas relaciones recfprocas no pueden ser com- prendidas en el plano del sistema de la lengua (ni mecdnica- mente). Una descripcién puramente lingiifstica y una definicién de va- rios estilos dentro de los Ifmites de una obra literaria no pueden revelar su interrelacién de sentidos ni sus relaciones artfsticas. Es importante que se comprenda el sentido total de este didlogo de estilos desde el punto de vista del autor (no en tanto que imagen, sino en tanto que funcién). Pero cuando se habla del acerca- miento de los recursos de representacién hacia lo representado, a este Ultimo se le ve como objeto y no como el otro sujeto (el ti). La representacién de una cosa y la representacién de un hom- bre (de un hablante, en realidad). El realismo literario a menudo cosifica al hombre, pero éste no es un acercamiento hacia el hom- 304 aL PR A DEL TEXTO bre. El naturalismo, con su tendencia hacia una explicacién causal de las acciones e ideas del hombre (de su postura de sentido den- tro del mundo) lo cosifica atin m&s. E] enfoque “inductivo” que supuestamente es propio del realismo es, en realidad, una expli- cacién del hombre en forma causal y cosificante. Las voces (en el sentido de estilos sociales cosificados) en este caso se convier- ten sencillamente en indicios de las cosas (o s{ntomas de los pro- cesos) y no pueden ser contestadas ni discutidas, y la actitud dia- I6gica hacia esta clase de voces se apaga. Los grados de Ia objetivacién y de Ja subjetivacién de los hom- bres representados (con respecto a la actitud del autor hacia ellos) son muy diferentes. La imagen de Dévushkin en este sen- tido es fundamentalmente diferente de las imagenes objetivadas de los funcionarios pobres que aparecen en Jas obras de otros es- critores. La imagen de Dévushkin aparece como polémicamente dirigida en contra de las tiltimas, que carecen de un td auténti- camente dialégico. En las novelas suelen aparecer las discusiones terminadas y evaluadas desde el punto de vista del autor (en el caso de que aparezcan esas discusiones). En Dostoievski encon- tramos la transcripci6n de un debate que no esté ni puede ser concluido. Pero en general cualquier novela est4 Ilena de voces dialégicas (éstas, desde luego, no siempre van dirigidas a los per- sonajes de Ja novela). Después de Dostoievski, la polifonfa irrum- pe violentamente en toda la literatura universal En relaci6n con e} hombre, el amor, el odio, la compasién, la ternura y toda clase de emociones en general siempre son dial6- gicas. En lo dialégico (en relacién con el hecho de que sus hérocs aparecen como sujetos) Dostoievski traspasa determinado I{mite, y el cardcter dialégico de su obra adquiere una cualidad nueva y superior. Cuando Ja imagen del hombre tiene carécter de objeto, esto no quiere decir que éste posea cualidad de cosa. A esta imagen se puede tener afecto y compasién, etc., pero lo mds importante es que esta imagen puede y debe ser comprendida. En Ia literatura (y en el arte en general), hasta las cosas muertas (relacionadas con el hombre) poseen un reflejo de lo subjetivo. Un discurso comprendido como objeto (y un discurso obje- tivo forzosamente demanda comprensién, en caso contrario no se tratarfa de un discurso; sin embargo, en esta comprensi6n se debi- lita el momento dialégico) puede ser incluido en la cadena causal de una explicacién. Un discursa-que no se ve como objeto (que ENSAYO DE ANALISIS FILOSOFICO 305 funciona como una serie de sentidos) permanece dentro de un didlogo no concluido acerca de un tema determinado, La correlaci6n de enunciados que atestiguan hechos objetivos en la ffsica. El texto como el reflejo subjetivo de un mundo objetivo, el texto como expresién de una conciencia que refleja algo. Cuando el texto Hega a ser objeto de conocimiento para nosotres, pode- mos hablar del reflejo de un reflejo. La comprensién del texto es precisamente un reflejo adecuado del otro reflejo. A través del reflejo ajeno, hacia el objeto reflejado. Ni un solo fenédmeno de la naturaleza puede tener un signifi- cado; los signos (incluidas las palabras) son los tnicos que po- seen un significado. Por lo tanto todo estudio de los signos, sin importar el camino que vaya a adoptar, se inicia necesariamente con una comprensi6n El texto es la realidad primaria y el punto de partida para cualquicr disciplina del campo de las ciencias humanas. Conglo- merado de conocimientos heterogéneos y de métodos distintos, llamado filologia, lingiifstica, estudios literarios, epistemologia, etc, Partiendo de un texto, todos ellos adoptan direcciones varias, recortan trozos heterogéneos de la naturaleza, de la vida social, de la psiquis, de la historia, uniéndolos mediante relaciones de sentido o causales, mezclando evaluaciones con constancia de los hechos. Es necesario pasar del sefialamiento del objeto real a una nitida delimitacién de los objetos de una investigacién cientffica. EI objeto real es el hombre social que habla y se expresa también con otros medios. No hay posibilidad de Hegar a él y a su vida (su trabajo, su lucha, etc.) sino a través de los textos signicos creados o por crear. Hay que cuestionar si se puede estudiar al hombre como un fenémeno de la naturaleza, como cosa. La ac- cién ffsica del hombre ha de ser comprendida como acto, pero el acto no puede ser comprendido fuera de su expresién signica (motivos, objetivos, estimulos, grado de conciencia) que nosotros recreamos. Es como si oblig4ramos al hombre a hablar (cons- truimos sus testimonios, explicaciones, confesiones, desarrollamos su discurso interior posible o real, etc.). En todas partes encon- tramos un texto real o posible y su comprensién. La investi- gacién se convierte en interrogaci6n y plética, 0 sea en diélogo No preguntamos a la naturaleza, y Ia naturaleza no nos contesta. Nos preguntamos a nosotros mismos y organizamos de una mane- ra determinada la observacién o el experimento para obtener la respuesta. Estudiando al hombre, en todas partes buscamos y encontramos signos y tratamos de comprender su significado, 30 EL PR WEMA wou TEXTU Nos interesan ante todo las formas concretas de los textos y las condiciones concretas de la vida de los textos, sus interrela- ciones ¢ interacciones, Las relaciones dialégicas entre los enunciados que atraviesan también por dentro Jos enunciados aislados, competen a la meta- lingiifstica. Estas relaciones difieren radicalmente de las posibles relaciones lingiifsticas entre los elementos tanto dentro del sistema de la lengua como dentro de un enunciado aislado. Caracter metalingiiistico del enunciado (de una produccién discursiva) . Las relaciones de sentido dentro de un enunciado (aunque fuese un enunciado potencialmente infinito, como por ejemplo en el sistema de Ja ciencia) tienen un cardcter Idgico-objetual (en un sentido amplio), pero las relaciones de sentido entre diversos enunciados adquieren un cardcter dialdgico (0, en todo caso, un matiz dialégico). Los sentidos se distribuyen entre las diferentes voces, Papel excepcional de la voz, de la personalidad, Los elementos de la lengua son neutros con respecto a la sepa- raci6n en enunciados, porque se mueven libremente sin reconocer las fronteras del enunciado, sin reconocer ni respetar la soberanfa de Jas voces. éCon qué se determinan, pues, las fronteras firmes entre los enunciados? Se determinan por las fuerzas metalingiifsticas. Los enunciados extraliterarios y sus Ifmites (réplicas, cartas, diarios, discurso interior, etc.) traspuestos a una obra literaria (p. ej. a una novela). Allf cambia su sentido total. Sobre ellos recaen los reflejos de otras voces, los compenetra la voz del mismo autor. Dos enunciados confrontados que pertenecen a dos sujetos que se desconocen, si apenas lejanamente tratan un mismo tema o idea, establecen inevitablemente relaciones dialdgicas entre ellos. Estos enunciados se rozan entre s{ en el territorio de un tema o una idea comtn. La epigréfica. El problema del género de las inscripciones més antiguas. El autor y el destinatario de las inscripciones. Los clichés necesarios. Las inscripciones en los sepulcros (‘‘alégrate”) . La invocacién que el muerto dirige a un transetinte vivo. El ca- récter necesariamente estandarizado de invocaciones, conjuros, oraciones, etc. Formas de Joas y exaltaciones. Formas de injurias y escarnios (rituales). Problema de la relacién que se establece entre el pensamiento y Ja palabra, por una parte, y el deseo, la yoluntad, la exigencia, por otro. Nociones miagivzas acerca de la palabra, La palabra como acto. Hubo toda una revolucién en la Ee TE ENSa.v DE At..cISIS Fi. OSOPICU 307 historia de la palabra, cuando ésta se ha vuelto expresién y testi- monio puro (inactivo), 0 comunicacién. La aparicién tardia de la conciencia autoral, El autor de una obra literaria (una novela) crea una obra discursiva nica y total, es decir, el enunciado. Pero lo conforma de toda clase de enunciados heterogéncos, ajenos. Incluso el dis- curso directo del autor est& repleto de lus discursos ajenos con- cebidos como tales. Habla indirecta, actitud hacia su propia len- gua como auna de las lenguas posibles (y no como si Ja lengua propia fuese Ja nica e incondicionalmente posible) . Las caras concluidas (0 “‘cerradas”’) en Ja pintura (incluyendo el retrato). Representan un personaje concluido, que ya esté allf y no puede ser otro. Las caras de Jas personas que ya dijeron todo, que ya murieron, 0 como si hubieran muerto. El artista concentra su atencién cn los rasgos conclusivos, determinantes, que encie- rran. Vemos 21 todo el personaje y ya no esperamos nada mas ni otra cosa. El personaje no puede regenerarse, renovarse, vivir una metamorfosis, porque se encuentra en su fase conclusiva, Gltima y definitiva. La actitud del autor hacia lo representado siempre es una componente de Ja imagen. La actitud del autor es el momento constitutivo de la imagen. Se trata de una actitud sumamente compleja, que no puede ser reducida a una eyaluacién unfyoca. Las evaluaciones de este dltimo tipo destruyen la imagen litera- ria. No estén presentes en una buena s&tira (en Gégol, en Shche- drin). El ver algo por primera vez, el entenderlo, ya implica el entablar una relacién con este algo, que ya no tan s6lo existe en s{ y para sf, sino también para el otro (ya estén presentes dos conciencias confrontadas). La comprensién en si ya es una acti- tud muy importante (la comprensién nunca resulta ser tautologia o doblete, porque implica a dos sujetos y a un tercero potencial) . Lo que se siente cuando a uno no se le oye ni se le comprende (cf. Th.Mann). Un “‘no sé”, un “asf sucedié, aunque a mf no me importa” se revelan como actitudes importantes. La destruccién de apreciaciones unilaterales y de actitudes en general crea una actitud nucva. Un tipo especial de relaciones emocionales y cva- luativas. Su heterogeneidad y su complejidad. E] autor no puede ser separado de las im4genes y los persona- jes por él creados, puesto que forma parte de ellos como algo inalienable (las im4genes tienen naturaleza doble y a veces bivo- cal). Pero la imagen del autor puede ser separada de las de los personajes, puesto que esta imagen también esta creada por el 308, _ PRE MAL SEXTC autor y por lo tanto también posee una naturaleza doble. A me- nudo se habla de los personajes como de las personas vivas. Diferentes planos de sentido en los que se ubican los discur- sos de los personajes y el discurso del autor. Los personajes hablan como participantes de Ja vida representada; hablan, por decirlo asf, desde su posicién particular, y sus puntos de vista estén limitados de una u otra manera (ellos saben menos que el autor). El autor se ubica fuera del mundo representado (y en cierto sentido creado) por él. El da un sentido a este mundo desde una postura més elevada y cualitativamente distinta. Finalmente, todos los personajes con sus discursos aparecen como objetos de la actitud del autor {y de su discurso). Pero los planos discursi- vos de los personajes y del autor pueden entrecruzarse, es decir, entre ellos son posibles relaciones dialdgicas. En las obras de Dostoievski, donde los personajes son idedlogos, tanto el autor como los héroes idedlogos se encuentran en un mismo plano. Son b4sicamente distintos los contextos dialégicos y las sitvaciones discursivas de los personajes y del autor. Los discursos de los personajes participan en los didlogos representados dentro de la obra y no comparten de una manera inmediata el didlogo ideolé- gico real de la actualidad, es decir, la comunicacién discursiva real en la que participa y en la que cobra sentido la obra en su totalidad (participan de ella tan sdlo como elementos de la men- cionada totalidad) . Mientras tanto, el autor ocupa una posicién en este didlogo real y es determinado por la situacién real de la actualidad. A diferencia del autor real, la imagen del autor crea- da por é] mismo carece de participacién inmediata en el didlogo real (en que él participa sélo a través de la obra entera), pero sf puede formar parte de] argumento de la obra y llevar un didlogo representado con los personajes (la plética del “autor” con One- guin) . El discurso del autor que representa (autor real), en el caso de que exista, es discurso de un tipo fundamentalmente especial que no puede tener un mismo estatuto que el discurso de los per- sonajes. Precisamente es este discurso el que determina la dltima unidad de la obra y su Ultima instancia de sentido, su tiltima pa- labra, por asf decirlo. Las imagenes del autor y las de los personajes se determinan, segtin V.V. Vinogradov, por los lenguajes-estilo, las diferencias entre ellas se reducen a lus diferencias entre lenguajes y es- tilos, o sea a las diferencias puramente lingiifsticas. Las rela- ciones extralingiifsticas entre los discursos o estilos no las analiza Vinogrddov. Pero estas imégenes, esto es, lenguajes o estilos, en una obra no aparecen como solamente realidades ENSAYY DE ANALISIS FILUSGFICO 309 lingiiisticas, sino que entablan entre si relaciones dinémicas de sentido con estatuto especifico. Este tipo de relaciones puede ser definido como relaciones dialégicas. Las relaciones dialégicas tienen un carécter especifico: no pueden ser reducidas a relacio- nes Idgicas (aunque éstas sean relaciones dialécticas), ni a las relaciones puramente lingiiisticas _(sintActico-composicionales) . Sélo son posibles entre los enunciados entcros, entre diversos su- jetos discursivos (el diélogo con uno mismo tiene un cardcter se- cundario y en la mayoria de los casos representado a propésito) . No tocamos aguf el problema del origen del término “diélogo” (cf. Hirzel) 2° Alli donde no hay palabra, donde no hay lenguaje, no puede haber tampoco relaciones dialégicas, las que no pueden estable- cerse entre cbjetos o entre categorfas légicas (nociones, juicios, etc.). Las relaciones dialégicas presuponen la presencia de una lengua, pero no existen en el sistema de la lengua. No pueden cs- tablecerse entie los elementos de Ja lengua. La especificidad de Jas relaciones dialdgicas precisa de un estudio especial. Una estrecha comprensién del diélogo como una de las for- mas de composicién del discurso (discurso dialégico y monolégi- co). Se puede decir que cada réplica es por sf misma monoldgica (representa un mondlogo de maxima brevedad) , y que todo mo- nélogo viene a scr Ja réplica de un gran didlogo (de la comuni cacién discursiva en determinada esfera). El mondlogo como di: curso que no esté dirigido a nadie y que no presupone una respuesta. Los diferentes grados posibles del monologismo. Las relaciones dialégicas son relaciones (de sentido) entre toda clase de enunciados en la comunicacién discursiva. Cuales- quiera dos enunciados confrontados en el plano del sentido (y no como cosas © como ejemplos lingiiisticos) entablan una relacién dialégica. Pero ésta es una forma especffica del dialogismo no intencionado (por cjemplo, Ja confrontaci6n de enunciados per- tenecientes a diferentes cientificos 0 a distintos sabios de varias €pocas acerca de una misma cvesti6n). “jHambre, frio!”, como un solo enunciado de un sujeto discursivo. “ij Hambre!” — “jFrio!”" como dos enunciados dialégicamente confrontados que pertene- cen a dos sujetos diferentes; en este ultimo caso aparecen rela- ciones dialdgicas que no existfan en el primer caso. Lo mismo, en el ejemplo de dos oraciones grandes (buscar un ejemplo convin- cente). Cuando un enunciado se toma para los fines de un an§lisis lingiifstico, su naturaleza dialégica se queda aparte, el enunciado se toma dentro del sistema de la lengua como una realizacién de EL PxOBLEMA DEL TEXTO Ja Ultima, y no dentro de un gran didlogo de la comunicacién dis- cursiva. La enorme y hasta ahora no estudiada heterogeneidad de los géneros discursivos: desde las esferas no publicadas del discurso interior hasta las obras literarias y tratados cientfficos, La hetero- geneidad de Jos géneros nacidos en la plaza ptiblica (cf. Rabelais), de los géneros intimos, etc. En diferentes épocas y dentro de los géneros distintos es donde tiene lugar e] proceso de formacién de la Jengua. La lengua, la palabra, son casi todo en la vida humana. Pero no hay que pensar que esta realidad que lo abarca todo y que tiene tantas facetas tan sdlo pueda ser objeto de una ciencia que es la lingitistica, y que pueda ser comprendida tnicamente a través de la metodologia de la lingiiistica. El objeto de la lingiifstica es tan s6lo el material, Jos recursos de la comunicacién discursiva, y no la comunicacién discursiva en si, no los enunciados mismos, no las relaciones dialdégicas entre cllos, no los géneros discursivos. La lingiifstica estudia tan sSlo las relaciones entre Jos ele- mentos dentro del sistema de la Jengua, pero no las relaciones en- tre los enunciados y la realidad y entre los enunciados y el sujeto hablante (el autor). El sistema de la lengua tiene un cardcter netamente potencial con respecto 4 los enunciados reales y a los hablantes reales. El significado de la palabra, puesto que éste se estudia en el plano de la lengua (semasiologfa lingtifstica), se determina tan sélo a tra- yvés de otras palabras de una misma lengua (o de otra) y en su relaci6n con estas palabras; la palabra entabla una relaci6n con una nocién o con una imagen literaria, o con la realidad tinica- mente dentro del enunciado y a través de! enunciado, Asf es la palabra como objeto de Ja lingiifstica ( y no la palabra real como enunciado concreto o una parte de éste; parte, no medio). Comenzar desde el problema de una obra discursiva como reali- dad primaria de la vida discursiva. Desde la réplica del didlogo cotidiano hasta una novela de muchos tomos o un tratado cien- ifico. La interaccién de las obias discursivas en diversas esferas del proceso discursivo. El “proceso literario”, la lucha de opinio- nes en la ciencia, la lucha ideolégica, etc. Dos obras discursivas, dos enunciados confrontados establecen reiaciones especificas de sentido, las que Ilamamos relaciones dialdégicas. Su naturaleza es- pecifica. Elementos lingiiisticos dentro del sistema de la lengua o dentro del “texto” (en un sentido estrictamente lingiifstico) no it i i ENdAYO DE ANALISIS FILOSOFICO Su pueden entablar relaciones dialdgicas. Las lenguas, los dialectos (territoriales y sociales), las jergas, los estilos lingiifsticos (fun- cionales), p. ej. el discurso cotidiano familiar y el lenguaje de la ciencia..., pueden todos ellos trabar relaciones de este tipo, esto es, pueden conyersar entre s{? Su “‘conversaci6n" pucde ser registrada tinicamente mediante un enfoque translingiiistico, sélo cuando se los vea como “‘yisiones del mundo” (0 como un cierto sentimiento del mundo realizado a través de la lengua o més bien a través del discurso), “puntos de vista”, “voces sociales’, eteé- tera. Un eseritor realiza una transformacién semejante al crear los enunciados tipicos o caracteristicos de sus personajes (aunque és- tos no se plasmen definitivamente ni se nombren) ; una transfor- macién semejente (aunque en un plano algo distinto) realiza la lingiifstica estética (la escuela de Vossler, y sobre todo, por lo visto, el ultimo trabajo de Spitzer) .'' En semejantes transforma- ciones, ]a lengua adquiere una especie de “autor”, un sujeto dis- cursivo, un portador colectivo (pueblo, nacién, profesién, grupo social, etc.). Una transformacién semejante siempre marca una salida fuera los limites de la lingijistica (en el sentido mds estricto y exacto). {Tendrdn su raz6n de ser semejantes transformaciones? Si Ia tienen, pero Gnicamente en condiciones estrictamente deter- minadas (p. ej., en la literatura, donde encontramos a menudo diflogos entre “lenguajes” y “‘estilos lingiifsticos’’) y mediante una concientizacién metodolégica precisa y clara. Tales transfor- maciones que no son permisibles cuando por una parte se plantea la lengua en tanto que sistema ccmo algo carente de ideologia (asi como su despersonalizacién), y por otra parte cuando sec intro- duce subrepticiamente Ja caracteristica social e ideoldgica de len- guajes y estilos (en parte, en V.V.Vinogrddov). Este problema es muy complejo e interesante (p. ej., en qué medida se pucd> hablar del sujeto de la lengua o el sujeto discursivo de un estilo lingiifsti- co, o de Ja imagen del cientifico representado por Ia lengua de la ciencia, o de la imagen de un empresario que se ocultn detrés del lenguaie comercial, de la imagen del burécrata que refleja el lenguaje oficial, etcétera) . La naturaleza sui generis de las relaciones dialégicas. El pro- blema del dialogismo interno. Huellas de los cortes entre los enun- ciados. El problema de la palabra bivocal. Comprensién como didlogo. Llegamos aquf al Ifmite de la filosofia del Ienguaje y del pensamiento humanistico en general, a la tierra virgen. El replan- teamiento del problema del autor (de la personalidad creadora). 312 & PROB...MA DEL fEXTO Lo dado y lo creado en un enunciado. Un enunciado nunca es sdlo reflejo o expresién de algo ya existente, dado y concluido. Un enunciado siempre crea algo que nunca habia existido, algo abso- lutamente nuevo e irrepetible, algo que siempre tiene que ver con los valores (con la verdad, con el bien, con la belleza, etc.). Pero Jo creado siempre sc crea de Ic dado (la lengua, un fenémeno observado, un sentimicnto vivido, el sujeto hablante mismo, lo concluido en su yvisién del mundo, etc.). Todo lo dado sz trans- forma en lo creado. Andlisis de un didlogo cotidiano més senci- Io. (—Z Qué hora es? —-Son las siete.) La situacién més o menos compleja de la pregunta. Es necesario ver ei reloj. La respuesta puede ser correcta 0 incorrecta, puede tener importancia, etc. La contestacién en relacién con escalas del tiempo; Ja misma pre- gunta hecha en el espacio, etcétera, Las palabras y Jas formas como abreviaturas 0 como repre- sentantes del enunciado, de la visién del mundo, del punto de vista, etc., reales o posibles. Posibilidades y perspectivas latentes en la palabra; en realidad, estas posibilidades son infinitas. Los Ifmites dialégicos atraviesan todo el campo del pensa- miento humano. El monologismo del pensamiento humanistico. Un lingiiista esté acostumbrado a percibir todo dentro de un con- texto Unico y cerrado (en relacién con el sistema de la lengua o con un texto comprendido desde el punto de vista del ultimo, sin confrontarlo dialégicamente con un otro texto como respuesta) , y como lingijista tiene por supucsto la razén. El dialogismo de nuestras ideas acerca de las obras, teorfas, enunciados, de nues- tro pensamiento en general acerca de la gente. El por qué del hecho de que el discurso indirecto libre esié cominmente aceptado, pero no esté aceptado su enfoque como de una palabra bivocal. Es mucho més facil estudiar en lo creado lo dado (p. ej. la lengua, los elementos dados y generales de una visi6n del mundo, los fenémenos reflejados de la realidad, etc.), que lo creado en sf. A menudo todo el anflisis cientffico se reduce al descubrimien- to de todo lo dado, existente y preparado antes de la creacién de una obra (todo aquello que un escritor aprovecha, pero no crea). Todo lo dado se recrea de nuevo dentro de Jo creado, se transforma en él. La reduccién a lo dado. Fl objeto esté dado, estén dados los recursos lingiifsticos de la representacién, tam- bién ya est4 el artista con su visién del mundo ya dada. Y he aquf que mediante los recursos dados un poeta refleja el objeto ya dado. En realidad, tanto el objeto de la creaci6n como el poeta mismo y-su visién del-mundo, asf como sus medios de ex- ENSA1O DE ANALISIS FALOSOFICO 313 presién, se estan creando en cl proceso de la produccién de la obra. La palabra usada entre comillas, esto es, la palabra sentida y aprovechada como ajena, y la misma palabra (o alguna otra) sin comillas, Las gradaciones infinitas en el concepto de la palabra ajena, la distancia que la palabra ajena (o apropiada) establece en relacién con el hablante. Los discursos se ubican en diferentes planos en diferente distancia de la palabra del autor. No sélo ¢J discurso indirecto libre, sino también diferentes formas del discurso ajeno oculto, semioculto, disperso, etc.’? Todos estos recursos jamas se han analizado. Cuando en los lenguajes, jergas y estilos comienzan a perci- birse voces, aquéllos dejan de ser un medio de expresién poten- cial y Ilegan a ser expresién actual y realizada; la voz entré en ellos y se apoder6 de ellos Estan predestinados a jugar un papel tinico e irrepetible en la comunicaciGn discursiva (creadora). La interrelacién de lenguajes y estilos. La actitud hacia la cosa y la actitud hacia el sentido oculto en la palabra o en algan otro material signico. La actitud hacia la cosa (en su cualidad neta de cosa) no puede ser dialdgica (esto es, no puede ser colo- quio, debate, consentimiento, etc.). La actitud hacia el sentido siempre es dialégica. La comprensién misma ya es dialdgica. La cosificacién del sentido, para incluirlo en la serie causal. La estrecha comprensién del dialcgismo como debate, polémi- ca, parodia. Son las formas de dialogismo més evidentes, pero también las més burdas. La confianza hacia la palabra ajena, la aceptacién piadosa (la palabra de la autoridad), el aprendizaje, la busqueda y el encuentro forzado del sentido profundo, el con- sentimiento, con sus gradaciones y matices infinitos (pero no las limitaciones Iégicas ni las correcciones puramente objetuales), las estratificaciones de los sentidos, de las voces, el reforzamiento mediante fusién (pero no mediante identificacién), el conjunto de muchas voces (corredor de voces) que completa la compren- sin, la salida fuera de lo comprensible, etc. Estas relaciones es- pecificas no pueden reducirse nia las relaciones puramente ldgi- cas, ni a las objetuales. Aquf se presentan posiciones fotales, las personalidades totales (una personalidad no requiere una revela- cién extensiva, porque puede manifestarse en un solo sonido, en una sola palabra); se trata precisamente de voces. La palabra (como todo signo en general) es interindividual. Todo lo dicho, todo lo expreso se encuentra fuera del ‘alma’ del hablante, porque no sélo le pertenece a él. La palabra no puede atribuirse al hablante tinicamente, El autor (hablante) tiene sus 31 EL PRULEMA bel TEXTO derechos inalienables con respecto a Ja palabra, pero los mismos derechos tiene el oyente, y también los tienen aquellos cuyas voces suenan en la palabra que el autor encuentra como lo dado (por- que no hay palabra que no pertenezca a alguien). La palabra es un drama en que participan tres personajes (no es un dio, sino un trio). El drama se representa independientemente del autor, y no es permisible proyectarlo hacia el interior del autor. Si no esperamos nada de la palabra, si desde antes ya sabemos todo lo que ella puede decirnos, esta palabra sale del didlogo y se cosifica. La autoobjetivacién (en la lirica, en la confesién, etc.) como enajenacién propia y en cicrta medida como superacién. Al objc- tivarme a mi mismo (o sea, al hacer salir mi yo al exterior), yo adquiero la posibilidad de una actitud auténticamente dialégica hacia mi propia persona. Sélo el enunciado es el que posee una actitud inmediata hacia la realidad y hacia el hablante real (sujeto). En la lengua existen tan sdlo las posibilidades potenciales (esquemas) de estas acti- tudes (las formas pronominales, temporales y modales, los recur- sos léxicos, etc.). Pero el enunciado se determina no tan sélo por su actitud hacia el objeto y hacia el sujeto hablante o autor (y por su actitud hacia Ja lengua como sistema de posibilidades, como dacién), sino también directamente hacia otros enunciados en los limites de una esfera de comunicacién dada (y esto nos importa més que cualquier otro aspecto). El enunciudo no existe realmen- te fuera de esta actitud (s6lo existe en tanto que texto). Tan sélo un enunciado puede ser correcto o incorrecto, verdadero, au- téntico, falso, bello, justo, etcétera. La comprensién de la lengua y la comprensién del enunciado (que incluye la respuesta y, por consiguiente, una valoracién) Nos interesa no el aspecto psicolégico de la actitud hacia los enunciados ajenos (y hacia la comprensidn), sino su reflejo en Ja estructura del enunciado mismo). ZEn qué medida Jas definiciones lingtifsticas (puras) de la lengua y sus elementos pueden ser aprovechadas para un anilisis literario y estilistico? Estas definiciones sdlo pueden servir de tér- minos iniciales para la descripcién. Pero lo mds importante no puede ser descrito mediante estas definiciones, no cabe en ellas. Es que en este caso no se trata de elementos (unidades) del sis- tema de la lengua que Ilegaron a ser elementos del texto, sino de los momentos del enunciado. El enunciado como totalidad de sentido. Una actittid hacia los entireiados de otros no pucde ser sepa- ENSAYO DE ANALISIS FILOSOFICO 35 rada de la actitud hacia el objeto (porque con respecto al objeto se discute, se pone de acuerdo, se entra en contacto) y de la acti- tud hacia el hablante mismo. Es una totalidad de naturaleza tri- ple. Pero e] tercer momento hasta ahora no se ha tomado en cuenta. Més atin, alli donde de alguna manera se ha tocado (en un andlisis de un proceso literario, de la publicistica, de una polémica, de una lucha de opiniones cientfficas), la noturaleza especifica de las actitudes hacia los enunciados ajenos ha perma- necido sin revelar y sin estudiar (cstas actitudes han sido com- prendidas de una manera abstracta, Idgico-objetual o psicologista, o incluso en un plano mec4nicamente causal) No se ha com- prendido la naturaleza especffica de las interrelaciones que se establecen entre las totalidades de sentido, entre las posturas Ile- nas de sentido, es decir, entre los enunciados. En la microfisica, e] experimentador forma parte del sistema experimental, Se puede decir que también el que comprende for- ma parte del enunciado comprendido, del texto (0, mds bien, de Jos enunciados, de su di4logo como un participantc nuevo). El encuentro dial6gico de dos conciencias en las ciencias humanas. contexto dialogizador enmarca al enunciado ajeno. Es que incluso al dar una explicacién causal al enunciado ajeno lo refu- tamos con la misma. La cosificaci6n de Jos enunciados ajenos es un modo especial y falso de su refutacién. Si el enunciado se en- tiende como una reaccién mecdnica y el logo como una cadena de reacciones (en la lingiifstica descriptiva y en la conductista) , luego a este tipo de comprensién estén igualmente sujetos tanto los enunciados verdaderos como falsos, tanto las obras genialcs como las mediocres (la diferenca s6lo consistiria en los efectos en- tendidos de una manera mecanicista, en la utilidad, etc.). Este punto de vista, relativamente legftimo, igual que el punto de vista puramente lingiifstico (a pesar de toda la diferencia entre ellos), no atiende a la esencia de! enunciado como totalidad del sentido, como punto de vista del sentido, como postura Nena de sentido, etc. Todo enunciado pretende ser justo, verdadero, bello y autén- tico (el enunciado metaférico), etc. Y este valor de Jos enuncia- dos no se determina por su actitud frente a la lengua (en tanto que sistema puramente lingiifstico), sino por diversas formas de’ la relacién con respecto a la realidad, al sujeto hablante y a otros enunciados (ajenos), particularmente a aquellos enunciados aje- nos que evaltian a los primeros como yerdaderos, bellos, etcétera. La lingiifstica sc enfrenta al texto, no a Ja obra. Aquello que la lingiifstica enuncia sobre Ja obra se aporta ilicitamente y no es consecuencla de un andlisis estrictamente linglifstico. Por supues- +16 EL PROBLEMA DEL TEXTO to, ya desde un principio esta lingiiistica tiene cardcter de con- glomerado y est& saturada de elementos extralingtifsticos, Si sim- plificamos un poco, se podria decir que las relaciones exclusiva- mente lingiifsticas (o sea, el objeto de la lingiifstica) representan relaciones entre los signos en los {mites del sistema de la lengua o de un texto (esto es, se trata de relaciones sistémicas o linea- les entre los signos). Los nexos que se establecen entre los enun- ciados y la realidad, entre el enunciado y el sujeto hablante real y entre el enunciado y otros enunciados reales, es decir, nexos que por primera vez atribuyen a los enunciados el carfcter de verdaderos 0 falsos, bellos, etc., nunca pueden llegar a ser objeto de la lingiifstica. Los signos separados, los sistemas lingiifsticos o el texto en tanto que unidad signica nunca pueden ser verdade- ros ni falsos ni bellos, etcétera. Toda totalidad verbal extensa y creativa representa un sistema de relaciones muy complejo y polifacético. Cuando existe una actitud creativa hacia la lengua, no hay discurso que no tenga voz, que no pertenezca a nadie. En todo discurso se perciben voces, a yeces infinitamente lejanas, andénimas, casi impersona- les (voces que acompafian los matices léxicos, los estilos, etc.), casi imperceptibles, asf como voces cercanas que suenan simul- téneamente al momento del habla. Toda observacién viya, competente y desapasionada conserva, desde cualquier punto de vista, su valor y su significado. La uni- Jateralidad y las limitaciones del punto de vista (de la posicién del observador) siempre pueden ser corregidas, completadas y transformadas (recalculadas) mediante observaciones desde otros puntos de vista. Los puntos de vista desnudos (sin observaciones vivas y nuevas) son estériles, El conocide aforismo de Pushkin acerca del Jexic6n y los li- bros.’* Acerca del problema de las relaciones dialdgicas. Estas rela- ciones son muy particulares y no pucden ser reducidas ni a las relaciones Idégicas, ni a las del sistema de Ia Iengua, ni a las psico- légicas, ni a las mecénicas, ni a cualquier otro tipo de relaciones naturales. Es una clase especifica de relaciones entre sentidos, cuyos participantes pueden ser tnicamente enunciados completos (o enunciados vistos como completos, o enunciados potencialmen- te completos), detrds de los cuales estén (y en algunos casos se expresan) los sujetos discursivos reales o potenciales, autores de estos enunciados. El didlogo real (una plética, una discusi6n cien- tifica, un debate polftico, etc.). Las relaciones entre las réplicas de un didlogo semejante son un ejemplo exteriormente més evi- ENSAYO DE ANALISIS FILOSOFICO 317 dente y simple de relaciones dialdgicas. Pero las relaciones dia- Iégicas, por supuesto, no coinciden en absoluto con las relaciones que se establecen entre las réplicas de un diélogo real, por ser mucho més abarcadoras, heterogéneas y complejas. Dos enuncia- dos alejados uno del otro en el tiempo y en el espacio y que no saben nada uno del otro, si los confrontamos en cuanto a su sentido y si manifiestan en esta confrontaci6n alguna convergen- cia de sentidos (aunque sea un tema parcialmente comin, un punto de vista, etc.), revelan una relacién dialégica. Cualquiera revisién de la historia de algiin problema cientffico (independien- te o incluida en un trabajo cientffico acerca de este problema) realiza confrontaciones dialégicas de enunciados (opiniones, pun- tos de vista) de cientfficos que nunca se habian conocido ni hubiesen podido conocerse. El problema comtin genera en este caso las relaciones dialégicas. El ejemplo literario son los “dié- logos de los muertos” (de Luciano, 0 los del siglo xvit), y debido a la especificidad del género literario se da allf la situacién ima- ginaria del encuentro en el més allé. Un ejemplo opuesto es la situacién cémica ampliamente aprovechada del didélogo entre dos sordos, donde se entiende que existe el contacto dialégico real, pero que no hay ningdn contacto de sentido entre las réplicas (0 sélo existe ua contacto imaginario). Cero rclaciones dialdgicas. Aquf se revelu el punto de vista del tercero en un didlogo (que no participa en él, pero lo entiende). La comprensién de un enunciado completo siempre es dialdgica. Por otra parte, las relaciones dialégicas no deben enfocarse unilateralmente y de una manera simplista, al reducirlas a una controversia, lucha, discusién, desacuerdo. El estar de acuerdo es una de las formas més importantes de relaciones dialégicas. El acuerdo, el consentimiento cs muy rico en cuanto a aspectos y matices. Dos enunciados idénticos (“jHace buen tiempo!” — “jHace buen tiempo!”), si realmente son dos enunciados que pertenecen a voces diferentes estén en la relacidén dialdgica de usentimiento. Es un determinado acontecimiento dialdégico en la relaci6n mutua de dos, y no un eco. Porque hubiese podido existir un desacuerdo (‘‘No, no hace tan buen tiempo”, etcétera) . Asi, pues, las relaciones dial6gicas son mucho més amplias que el discurso dialogado en sentido estricto. Inclusive entre dos obras discursivas prefundamente monolégicas siempre existen relacio- nes dialdgicas. Entre las unidades de la lengua, por més comprendidas que fuesen, sin importar el nivel de la estructura lingiiistica, no pue- den existir relaciones dialégicas (entre fonemas, morfemas, lexe- 318 PRE MA b FEXTG mas, Oraciones, etc.). E] enunciado como una totalidad discur- siva no puede ser considerado como unidad de un ultimo y supe- rior nivel del sistema lingiifstico (por encima de la sintaxis) por- que forma parte de un mundo totalmente diferente de relaciones dialégicas que no pueden ser equiparadas a las relaciones lingiifs- ticas de otros niveles. (En determinada dimensién, s6lo es posible una confrontacién de un enunciado total con la palabra.) Un enunciado completo ya no representa una unidad del sistema de la lengua (ni una unidad del “flujo discursivo” o de la “ca- dena discursiva”), sino que es unidad de la comunicacién discur- siva que no posee significado sino sentido (es decir, es una tota- lidad de sentido que tiene que ver con los valores: verdad, belleza, etc., y que exige una comprensién como respuesta que incluya la valoracién). La comprensién como respuesta de una totalidad discursiva siempre tiene un cardcter dialdgico. La comprensién de enunciados completos y de las relaciones dialégicas que se establecen entre ellos ineludiblemente tiene un cardécter dialégico (incluyendo allf la comprensién del investiga- dor dei campo de las ciencias humanas); el que comprende (el investigador inclusive) Ilega a ser participante del didlogo, aun- que a un nivel especffico (segtin el enfoque de la comprensién o Ja investigacién). La analogia con la inclusién del experimen- tador al sistema experimental (como parte de] wltimo) o del observador al mundo observable en la microffsica (teorfa cudn- tica). El observador no tiene posici6n fuera del mundo obser- vado, y su observacién forma parte del objeto observado. Todo esto tiene que ver directamente con los enunciados completos y las relaciones entre los mismos. Los enunciados no pueden ser comprendidos desde afuera. La comprensién misma forma parte, en tanto que momento dialégico, del sistema dialé- gico y de alguna manera cambia su sentido total. El que com- prende se vuelve inevitablemente el tercero del didlogo (desde luego, no en sentido literal, aritmético, porque ademas del ter- cero puede presentarse un ntimero infinito de participantes de un diélogo comprendido), pero la posicién dialégica de este tercero es una posicién muy especffica. Todo enunciado siempre tiene un destinatario (de diferentes tipos, de diversos grados de cercanfa, de concretizacién, de reconocimiento, etc.) , cuya comprensién de respuesta es buscada por el autor de la obra y es anticipada por el mismo. El destinatario es el segundo de] didlogo (otra vez, no en un sentido aritmético). Pero ademas del destinatario (del se- gundo), el autor del enunciado supone la existencia de un desti- natario superior (cl tercero), cuya comprensién de respuesta ab- | ENSAYO DE ANALISIS FILOSOFICO, 319 solutamente justa se prevé o bien en un espacio metafisico, o bien en un tiempo hist6ricamente lejano. (El destinatario para una es- capatoria.) En diferentes épocas y en varias cosmovisiones, este destinatario superior y su comprensién de respuesta idealmente certera adquieren diversas expresiones ideolégicas (Dios, verdad absoluta, juicio de la conciencia humana desapasionada, pueblo, juicio de la historia, ciencia, etcétera). El autor nunca puede entregarse totalmente y entregar toda su obra discursiva para que la sojuzgue la voluntad libre y defini- tiva de los destinatarios existentes y préximos (porque incluso los descendientes inmediatos pueden equivocar su juicio) y sicm- pre presupone (con un mayor o menor grado de conciencia) una cierta instancia superior en la comprensi6n-respuesta, instancia que puede ubicarse en diversas direcciones. Cada didlogo se efectiia de modo que si existiera un fondo de comprensién-res- puesta de un tercero que presencie el didlogo en forma invisible y que esté por encima de todos los participantes del diélogo. (Cf. la equiparacién de una cércel fascista o del infierno @ una situa- cién en que uno no es escuchado por nadie, a una ausencia abso- luta del tercero, en Thomas Mann) .** El tercero sefialado no es en absoluto algo mfstico o metaff- sico (aunque dentro de una cosmovisién determinada puede tener tal expresién), sino que se trata de un momento constitutivo del enunciado completo que se pone de manifiesto en un andlisis mAs profundo del enunciado mencionado. Esta conclusién sale de la naturaleza de la palabra, que siempre quiere ser ofda, que siem- pre busca comprensién como respuesta y que no se detiene en una comprensién mds prdéxima sino que sigue siempre adelante de una manera ilimitada. Para la palabra (y, por consiguiente, para el hombre) no existe nada peor que la ausencia de respuesta. Incluso una pala- bra notoriamente falsa no posee una falsedad absoluta y siempre presupone una instancia que podré comprenderla y justificarla, aunque sea en la forma de “cualquiera en mi Iugar hubiese men- tido como yo’. K.Marx decfa que tan sélo un pensamiento expresado en la palabra Ilega a ser pensamiento real para el otro y sdle con lo mismo se vuelve real para mf.’* Pero cl otro no es Gnicamente cl préjimo (el destinatario, el segundo), sino que la palabra, en su btisqueda de la comprensién-respuesta, sigue siempre adelante. El hecho de ser ofdo ya de por si representa una relacién dialégica. La palabra quiere ser ofda, comprendida, contestada, y contestar a su vez a la respuesta, y asi ad infinitum. La palabra i LL MOBLEMA DEL TEXTO establece el didlogo que no posee un fin de sentido (aunque si puede ser interrumpido para cualquier participante ffisicamente) . Lo cual, desde luego, de ninguna manera debilita las intenciones objetuales y cxplorativas de la palabra, su concentracién en el objeto. Ambos momentos representan los dos lados de un mismo fenémeno y estan indisolublemente vinculados entre sf. La rup- tura entre ellos sucede tinicamente en la palabra notoriamente falsa, es decir, en la palabra que quiere enganar (es ruptura en- tre la intencién objetual y la intencién hacia el hecho de ser ofdo y comprendido) . EI criterio de profurdidad como uno de los criterios supre- mos en el conocimiento dentro de las ciencias humanas. La pala- bra que no ¢3 premeditadamente falsa no posee fondo. Profundi- zar (no ampliar ni tomar altura). El micromundo de Ja palabra. El enunciado (la obra discursiva) como una totalidad irrepe- tible, histéricamente individual. Lo cual no excluye, por supuesto, las tipologias estructurales y estilisticas de las obras discursivas. Existen los géneros discursi- vos (cotidianos, retéricos, cientificos, literarios, etc.). Los géne- ros discursivos son modelos est4ndar para la construccién de Ja totalidad discursiva. Pero estos modelos genéricos se distinguen por principio de los modelos lingiiisticos de oraciones. Las unidades de la lengua estudiadas por la lingiifstica son en un principio reproducibles un sinnimero de veces en una cantidad ilimitada de enunciados (come asimismo son reproducibles los modelos de oraciones). Ciertamente, la frecuencia de reproduc- cién es distinta para diferentes unidades (es maxima para los fonemas y minima para las frases). Tan sdlo gracias a esta capa- cidad de ser reproducidas Iegan a ser unidades del sistema de la lengua y cumplir con su funcién. Independientemente de la ma- nera de determinar las relaciones entre estas unidades reprodu- cibles (oposicién, contraste, distribucién, etc.), estas relacioncs nunca pueden ser dialégicas, lo cual destruiria sus funciones lin- giisticas, Las unidades de la comunicacién disctursiva, esto es, los enun- ciados completos, son irreproducibles (aunque pueden ser cita- dos) y estén vinculados mutuamente mediante relaciones dia- ldgicas. NOTAS ACLARATORIAS Apuntes de 1959-1961; publicados por primera vez en Voprosy literatury (1976, nam. 10; publicacién de V.V.Kézhinoy) con el titulo de “El pro- blema del texto”. “se NOTAS ACLARATORIAS Bat “El problema del texto” representa los avances caracter{sticos de Ja €poca tardia de Bajifn para las grandes investigaciones planeadas que no fucron realizadas, En éste y en otros materiales semejantes se pone sobre todo al descubierto la relacién orgénica interna de los temas principales que interesaron al autor durante decenios y que tendfan una sintesis filosé- fica y filolégica ideada por el autor como una nueva disciplina dentro de las ciencias humanas, que se formarfa en Jas “zonas lim{trofes” entre la lingiifstica, la antropologia filoséfica y los estudios literarios. Los con- tornos del contexto especffico total de Jas ideas bajtinianas se manifiestan con una claridad particular precisamente en estas notas de laboratorio. Al mismo tiempo, parece ser que no es casual el hecho de que Bajtin no haya dejado una exposicién sistematica de su concepcién filoséfico-filolé- gica; 1a “inconclusién interna” que le es propra y de le que el autor hablé como de una caracterfstica de su pensamiento (cf. la p. 379 de la pre- sente edicién) corresponde a su concepto de Ia investigacién como de una totalidad abierta que no ha de ser sujeta a una sistematizaci6n ex- terna El tema més general de sus notas fue definido por cl autor como fun damentos filos6ficos y metodologia del pensamiento de las ciencias huma- nas. El “texto” se analiza en las notas como la “realidad primaria” de todo pensamiento humanistico. Al mismo tiempo, es notable en el autor una actitud ambigua con respecto a Ja categorfa del texto. El objeto de su atencién es el “texto como enunciado”, pero ya en estc apuntes el autor delimita su enfoque del texto que se usa en Ja Jingiifsiica, ifestando que el enunciado “en Ja realidad [..] no existe inicamente co. 10 texto”. En los materiales posteriorcs se vuelve més evidente Ia actitud critica hacia el término “texto” como hacia algo que no corresponde a la “esen- cia de Ia totalidad del enunciado”, algo que no es igual a “la obra en su totalidad” (0 al “objeto estético”). Dentro del sistema estético bajtiniano, para cl cual es fundamental Ia delimitacion entre el “objeto estético” y Ja “obra materti Ja nocién del “texto” correspondc, evidentementc, a Ja cltima. Uno de los estimulos para Ia composicién de Jas presentes notas fuc, sin duda. el libro de V.V.Vinogrédov O iazyke judozhestvennoi literatury, Mosca, 1959; reacciones a varios postulados de este libro estdn disperses por Jas notas (Ia critica del concepto de la “imagen de! autor” propuesto por Vinogradov, de Ia tesis sobre el acercamiento de medios de represen. tacién al objeto de la misma como rasgo del realismo literario); la obser- vacién acerca de aportar “ilfcitamente” al curso del andlisis lingtifstico de una obra literaria conclusiones que no se deducen del andlisis puramente lingiiistico también se refiere @ Vinogrédov y corresponde a la critica de su poética lingiifstica en un articulo de V.N.Voléshinov, “Acerca de fron- tera entre la poética y la lingitistica”. en el libro: V borbe za marksizm v literaturnoi nauke, Leningrado, 1930, 212-214. El cardcter extralingii{stico del concepto de la palabra que Bajtin in- trodujo desde sus primeros trabajos, y en el que insist hasta sus ultimas obras, se fija en los apuntes presentes mediante el término metalingtiis- tica, E| término pronto obtendria una fundamentacién cn Jas nuevas pa’ tes del reclaborado libro Problemy poetiki Dostoievskogo 309-316. F. esta relacién, es importante Ia negacién de reconocer el enunciado en tanto que unidad discursiva como unidad del Ultimo y superior nivel de la

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