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Relativismo Ético, ¿Absolutismo Jurídico?
Relativismo Ético, ¿Absolutismo Jurídico?
Marta ALBERT
1. INTRODUCCIÓN
1. La versión definitiva de la obra data de 1929. Cito por la edición y traducción de Juan
Luis Requejo Pages (KRK editores, Oviedo, 2006).
2. KELSEN, H., Eenciay valor de ¡a democracia, cit., p. 226.
3. Ibid, p. 224.
4. Ibid, p. 223. Conviene advertir que, mientras la primera afirmación pertenece al terreno
epistemológico, la segunda es de carácter ontológico, matiz que no parece interesar excesiva-
mente al autor a lo largo de su discurso.
5. Como señalé en nota anterior, Kelsen descuida, a mi juicio, la diferencia entre el ámbito
gnoseológico y el metafisico. No puede afirmarse taxativamente que Kelsen sostenga que lo
bueno y lo malo en si no existen, pues nada de esto dice textualmente, pero si es cierto que
probablemente esté pensándolo, pues si la existencia de la verdad y los valores absolutos es
una creencia de la concepción metafísica del mundo, su negación debe ser una nota básica de
la concepción empírico-relativista, en buena lógica.
6. Ibid, p. 229.
7. Suponemos que en este ensayo Kelsen no pretende haber llevado a cabo una investiga-
ción científica, en el sentido que el ejercicio científico tiene para él.
3.1. La realidad
8. ALBERT MÁRQUEZ, M., "Absolutism of value and relativity of morals at the Foundations
of Human Rights", Mediterranean Journal of Human Rights, 9-2 (2005), pp. 16-17.
9. De este proceso me he oeupado con más detenimiento en "La pérdida de lo absoluto en
la cultura jurídica europea". El Olivo, XXIX, 61-62 (2005), pp. 7-18.
11. PECES-BARBA MARTÍNEZ, G., LOS valores superiores, Tecnos, Madrid, 1986, p. 12.
12. ZAGREBELSKY, G., El Derecho dúctil (trad. Marina Gascón), Trotta, Madrid» 1995, p. 115.
13. Declaraciones realizadas en el Foro Nueva Economía el dia 23 de julio de 2007.
14. Vid., Sentencia del Tribunal Supremo, de 11 de febrero de 2009, sala de lo Contencioso,
Recurso de Casación 905/2008, Fundamento jurídico octavo.
15. Sí, los pacientes tienen "valores" y los profesionales sanitarios sólo "creencias y con-
vicciones". Afortunadamente, se ha modificado la redacción anterior. El articulo 17 del Ante-
proyecto decía así: "Todos los profesionales sanitarios implicados en la atención del paciente
tienen la obligación de respetar los valores y preferencias del paciente en la toma de decisio-
nes clínicas, debiendo abstenerse de imponer sus opiniones personales morales, religiosas,
filosóficas o de cualquier otra naturaleza".
16. El Ministro de Justicia, sin ir más lejos, declaró el pasado mes de agosto que "En nues-
tro pais no hay más objeción de coneiencia que aquélla que está expresamente establecida
en la Constitución o por el legislador en las Cortes Generales. Todos estamos sometidos a la
ley. Las ideas personales no pueden excusamos del cumplimiento de la ley porque, si no, nos
llevaría en muehisimos temas, en éste y en otros muchos, a la desobediencia civil". <http://
www.publico.es/espana/actualidad/244054/caamano/descarta/objecion/concicneia/abort> (14
de agosto de 2009).
17. Vid. Nota de Prensa del Ministerio de Sanidad, de 11 de mayo de 2009, <http://www.
mse.es/gabinctePrensa/notaPrensa/desarrolloNotaPrensa.jsp?id=1507> (17 de septiembre de
2009). La polémica en tomo al ejercicio de la objeción de conciencia surge al hilo del reco-
nocimiento de este derecho en el Protocolo para la dispensación de la pildora pactado entre
la Generalität de Cataluña y el Colegio de Farmacéuticos catalán, puede verse en <http://
www.lavanguardia.es/ciudadanos/noticias/20090806/53759646625/los-fannaceuticos-reali-
zaran-una-entrevista-pcrsonal-antes-dc-vender-la-pildora-del-dia-despucs.html> (6 de agosto
2009).
Puesto que no parece que ocurra lo que Kelsen dice, ¿qué es lo que no
fiinciona en su teoría?, ¿dónde radica el error en la tesis de Kelsen?
Creo que es posible hablar de, al menos, tres errores capitales en el
planteamiento kelseniano.
El primero es bastante simple. La democracia precisa de la fe en, por lo
menos, una verdad absoluta, sin fisuras: la que afirma la bondad del princi-
pio de la mayoría y de la necesidad del respeto a las minorías. He aquí, por
tanto, una primera quiebra en su razonamiento.
Si toda verdad es relativa y puede cambiar en cualquier momento, en
cualquier momento puede sustituirse la democracia por la dictadura o por
la oligarquía (incluso puede hacerse democráticamente, volvemos a Wei-
mar...), lo que hace verdaderamente difícil tratar de fundamentar la demo-
cracia desde esta concepción de la verdad y del bien.
El segundo radica en la fe en la posibilidad de que el Derecho se mueva
en el ámbito de la "neutralidad ética". Como no hay una verdad objetiva, el
derecho dirimirá los conflictos desde la más exquisita equidistancia ética,
sin tomar partido por ninguna de las opciones presentes en la vida social.
Esta posibilidad es sencillamente inviable, al menos allí donde no exis-
ta consenso social previo, pues sin él resulta prácticamente imposible re-
solver confiicto alguno manteniendo una supuesta neutralidad ética'*. Lo
18. La tesis de la neutralidad ética del Estado ha sido defendida por John Rawls fundamen-
talmente en su Liberalismo político (trad, de Antoni Domenech), Critica, Barcelona, 1996.
Ahora bien (sin pretender un análisis exhaustivo de las tesis rawlsianas, lo que merecería
estudio aparte) cabe subrayar que la teoría de Rawls se fundamenta en la existencia de un
"consenso entrecruzado" que se basa en razones morales y que posee en sí mismo un elemento
moral (v/rf,RAWLS, cit., pp. 179-180), lo que parece sugerir que su encaje en el contexto del
relativismo ético puede ser complicado. Rawls identifica el problema del liberalismo político
con el de la articulación de una sociedad justa y libre compuesta de personas que sostienen
teorías comprehensivas razonables, pero incompatibles. No sé hasta qué punto el relativismo
ético podría ser considerado por Rawls como una doctrína comprehensiva razonable. El libe-
ralismo político depende del consenso entrecruzado, y requiere, para tener éxito, "abstenerse
de entrar específicamente en tópicos morales que dividen a las doctrinas comprehensivas"
(ibid., pp. 23-24). Cuando ese consenso no existe, de hecho, en la sociedad o ese deber de
abstención no es respetado, la neutralidad estatal se vuelve imposible. En cualquier caso, a mi
juicio, la posición rawlsiana y, particularmente, el diseño del consenso social en que se funda-
menta, más bien apunta en la dirección de que la neutralidad estatal sólo puede fundarse en la
aceptación de algunas verdades morales, que, arropadas bajo el manto del consenso, quedarían
fuera del juego de las mayorías. De este modo, un derecho neutral sólo sería posible si hay
alguna verdad objetiva, y no al revés.
19. Como ha señalado Andrés Ollero, "parece obvio que al discutirse si los poderes públi-
cos deben sancionar penalmente una conducta o dejar que cada cual haga de su capa un sayo,
optar por lo segundo no demuestra neutralidad alguna; supone suscribir sin más la segunda
altemativa", Fid., OLLERO, A., El Derecho en Teoría. Perplejidades jurídicas para crédulos,
Thomson Aranzadi, Madrid, 2007, pp. 195-196.
20. KELSEN, H., cit, pp. 222-223.
21. OLLERO, A., "Tolerancia y Verdad", Revista Chilena de Derecho, 24 (1997), p. 102.
22. SCHELER, M. F., Vom Wesen der Philosophie und der moralischen Bedingung des phi-
losophischen Erkennens, Gesammelte Werke (ed.), Mandred S. Frings, Bonn: Bouvier Verlag
(en adelante, GW), 2000, Bd., V, p. 95.
23. O también, "los llamados "relativistas" éticos han sido, de hecho, los absolutistas de
su respectivo presente". Das Ressentiment im Aufbau der Moralen, G. W., Ill, 1955, p. 69.
24. STEINER, G., Nostalgia for the Absolute, CBC Publications, Toronto, 1974. Existe tra-
ducción al castellano. Maria Tabuyo y Agustín López, Nostalgia del Absoluto, Siruela, Ma-
drid, 2001.
25. SCHELER, M. F., Philosophische Weltanschauung, G. W., IX, 1976, p. 80.
26. ScHELER, M. F., Probleme einer Philosophie des Wissens, G. W.,.VIII, 1960, pp. 128-
129.
locados en puntos tan diversos como son la Atenas del siglo V y la Nueva York del XX
indicaría que no se trataba de una realidad extema a ellos, sino de una imaginación que
por azar se producida idénticamente en dos sujetos"^''.
34. ORTEGA Y GASSET, J., El tema de nuestro tiempo, en Obras Completas, Alianza, Revista
de Occidente, t. 3, Madrid, 1983, p. 200.
35. SCHELER, M.F., Ética, cit., pp. 637-638.
36. Ibid., p. 76.
bueno consiste en la realización del valor más alto en cada caso de entre
los dados en el preferir". Cuando hacemos referencia a la existencia de un
valor "más alto", incluso cuando nos referimos al "preferir" y "postergar"
mismos, aceptamos implícitamente que el valor tiene su propia realidad, a
la que le es esencial la existencia de un orden jerárquico, sin cuya acepta-
ción, la posibilidad de vincular la categoría de lo bueno con la de persona
resulta bastante complicada.
La fe en la existencia de valores absolutos nos lleva, pues, a adoptar el
punto de vista de la persona como modus operandi para tratar de desvelar
cualquier dilema que tenga que ver con la ética. Más aún, en la medida en
que vayamos avanzando en la captación de ese valor moral personal, éste
habrá de operar en nosotros como forma en la que toda actividad de nues-
tra vida acontezca. De este modo, también cuando pensemos el derecho,
la idea de la persona como único depositario de lo bueno informará ese
pensar, dotándolo de un peculiar marchamo.
Así, la idea de la dignidad de la persona, vuelta vivencia en la especu-
lación jurídica nos permitirá enfocar con claridad algunos asuntos vitales
para nuestra cultura jurídica que otros métodos jurídico-epistemológicos
(de los que cabe aprender muchas otras cosas sobre el derecho) dejan en
la penumbra.
Vemos pues cómo el carácter absoluto del valor nos conduce a un per-
sonalismo jurídico capaz de hacemos patentes los más graves errores que
trae consigo el proceso de absolutización del derecho.
Por ejemplo, la distinción entre lo lícito y lo bueno, el puesto epidérmi-
co del derecho en la vida moral de las personas, lo absurdo del intento de
positivizar la moral...
El derecho no puede realizar la moralidad (pues ésta tiene que ver pri-
mordialmente con las personas, y con su ser bueno), sólo puede hacerla
posible (desde la esfera que le es propia, la de las normas jurídicas)^*.
El derecho no puede confundirse con la moral ni ocupar su puesto sen-
cillamente porque, como acabo de señalar, el único depositario de valor
moral es la persona. Solo ella es, en sentido estricto, buena.
La razón estríba en que sólo las personas son capaces de realizar, en
cada caso, el valor más alto dado en el preferir. Y si cabe hablar de valo-
res "más altos" o "más bajos" es porque los valores tienen una existencia
5. CONCLUSIONES
Resumen: La intención de este trabajo es Abstract: The aim of this paper is to ex-
mostrar cómo el relativismo ético conduce a plain how ethical relativism leads to a
un proceso de absolutización del derecho y a process of legal "absolutism ", and to the
la quiebra del sistema democrático. La recu- breakdown of a democratic system. The re-
peración del objetivismo ético, propio de la covery of ethical objectivity, hrought about
concepción del mundo metafísica, se corres- by a metaphysical conception, belongs to
ponde con una progresiva relativización del a progressive relativism of Law, and to a
derecho, y con un sano sentido democrático. healthy sense of democracy. The claim for
La reivindicación de la verdad y los valores absolute truth and absolute values prevents
absolutos impiden el absolutismo del dere- an absolutism of Law and sets the founda-
cho yfundamentan un personalismo jurídico tions of a legal partiality capable of making
capaz de relativizar de nuevo lo jurídico. Law relative once again.
Palabras clave: Relativismo ético, absolu- Key words: Ethical Relativism, The Absolu-
tismo juridico, democracia, teoda del valor. tism of Law, Democracy, The theory of Value.