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“La Salvación es de Jehová” Jonás 2:9

Es interesante que el tema de la salvación, sea uno de los temas más debatidos que ha habido. Si
uno mira más allá de los eventos históricos contemplará como el conflicto tiene varios aspectos.
Por un lado el orgullo del hombre, que tal como Caín (Jud.1:11), quiere armar su propio camino de
salvación. Y a su vez el ataque del diablo que también está presente a través de la historia, Pablo
dijo: “…en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les
resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo…” (2° Cor.4:4). También hallamos algunos
hombres como Lutero quien con sinceridad buscaba su propia salvación, más allá de querer
elaborar una doctrina. Por el contrario, ellos necesitaban experimentar la salvación.

La antropología es lo primero a definir, así que el alma fue tema de debate. Entre la influencia
griega (Platón, Socrates, los persas y los egipcios), hubo que comprender que el alma no era divina
y tampoco mortal. Los cristianos tenían en claro esto, así como comprender el alcance de ser
creados a la imagen de Dios. El ser humano desde esa perspectiva tenía una relación con el
Creador diferente a cualquier otra criatura. Había sido creado para tener una relación especial con
Dios. Cinco eran los elementos que mencionaban, la racionalidad, autoridad, libertad, virtud y
anuncio de la encarnación. La Iglesia antigua no dudaba que Jesús era la imagen de Dios. Pero
existía esa tensión entre los límites del ser humano y también su alta vocación para la que fue
creado.

Luego vino el tema del origen del alma, donde se mencionó cuatro perspectivas, entre ellas el
traducionismo, apoyado por Tertuliano. El concilio de Constantinopla (553) asentó, que cada alma
era creada individualmente y directamente por Dios. Apoyada por San Agustín (354-430). La
herencia de pecado, y su origen, trajo que a fines del siglo IV y principios del siglo V, comenzará
una controversia que marco a la Iglesia de Occidente, sobre ¿Hasta qué punto los seres humanos
eran capaces de agradar a Dios y lograr su propia salvación?. Agustín, un obispo de una pequeña
ciudad en el Norte de Africa y Pelagio, un respetado maestro cristiano que había llegado a Roma
desde Gran Bretaña, son los protagonistas de esta época. Pelagio veía que el pecado había
debilitado la voluntad, pero no lo hizo incapaz de elegir el bien. Concibiendo la libre acción y
decisión de la voluntad. Agustín fue marcado por su experiencia personal, donde según el Dios lo
hallo, cuando él ni siquiera lo buscaba. Su énfasis fue en la Gracia de Dios, ya que el pecado
corrompe la voluntad, y es tanto un acto, como una condición. Esto conduce también al tema de
la predestinación, y la gracia irresistible. Tanto Agustin como Pelagio, entendían de manera
distinta como el pecado afectaba al ser humano.

Observemos que algo vital para la salvación, es la concepción del pecado. El concilio de Efeso
(431), rechazo los conceptos de Pelagio, sin avalar a San Agustín, fue el sínodo de Orange (529),
que respaldó a San Agustín.

En el transcurrir de los años vemos dos caminos en los que el tema de la salvación se abre. Por un
lado la salvación como recompensa de buenas obras. Esta línea de pensamiento, es sin duda un
reflejo de nuestro orgullo y soberbia humana, donde queremos o pretendemos ganar por nuestros
propios medios la salvación. La degradación del concepto cruzo todos los límites, pasando de las
penitencias a llegar a vender indultos para la eternidad. Qué triste forma de manipular la
necesidad humana de perdón y salvación. La salvación por fe, comienza cuando se amplía el
concepto de pecado. El sentido de las enormes consecuencias del pecado, de su poder y de la
incapacidad humana para deshacerse de él. Agustín decía, que la voluntad del hombre estaba tan
sometida al pecado, que era como un caballo montado por el mismo Satanás. Esto requería la
acción de Dios para la salvación, ya que era algo que no podemos obtener por nosotros mismos.

Martín Lutero, vivía en esa época, y se hallaba el mismo como monje, buscando su propia
salvación. Cuando uno considera su vida, puede sentir la desesperación de un hombre que
enlistaba sus pecados y los confesaba, alguien que buscaba, pero no hallaba la paz que su alma
necesitaba. Hasta que su estudio del libro de Romanos, lo enfrento con la transformadora verdad
del capítulo 1:17. “El justo vivirá por la fe”. Según el cuenta sintió que había nacido de nuevo, y
entrado al paraíso, tomando una nueva perspectiva de todas las Escrituras.

Lutero a diferencia de Agustín no creía que la gracia de Dios era como un poder o fluido, sino la
actitud de amor de Dios hacia los pecadores. Para Lutero, la salvación era mediante la gracia; pero
una gracia que no transformaba al pecador de tal manera que fuera intrínsecamente aceptable
ante Dios. La gracia siempre le pertenece a Dios. La gracia no hace a los pecadores aceptables, sino
que sencillamente les acepta. La justificación no era un proceso mediante el cual Dios hacía que
los pecadores fueran objetivamente justos y santos. Más bien era una declaración por parte de
Dios de que a pesar de que continúe siéndolo, el pecador era acepto ante Dios como justo.
Si Lutero nos recordó el tema de la “justificación”, Calvino, nos llevaría al terreno de la
“santificación”. Calvino estuvo de acuerdo en que los pecadores no eran justificados por su propia
rectitud, sino por la justicia de Dios. Pero también afirmó que, por la gracia de Dios, a la
justificación por la gracia le seguía un proceso de santificación mediante el cual el pecador se
acercaba más a la voluntad de Dios.
Todo este recorrido histórico es apasionante, cuando uno ve a Dios en cada movimiento, y a su vez
a los hombres, como Lutero, buscando aquellas verdades divinas, que no solo llenen su mente,
sino que traigan paz a su alma. Proclamemos una y otra vez esta gloriosa salvación.
¿Tenemos conciencia en nuestros días de la gravedad del pecado?, esto es lo que trajo luz a la
búsqueda de la salvación.
¿Es posible que en algunas de nuestras Iglesias, todavía no se tenga claridad en la salvación, solo
por fe?

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