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Hay nostalgia enganchada

en algunas palabras de tu carta


y pesados recuerdos
no me dejan pasar las páginas…
Aquí sólo estamos viejos,
fachadas marrones,
y esquinas con hierba.
Tardes cara sol
en las puertas de las casas
cómodas charlas en medio de una calle
sin coches que trasieguen
… no quiero que vuelvas.
Camina, levanta polvo, dobla esquinas,
resurge de valles, ojea encima de las crestas,
deambula en las ciudades
con amigos a los que no entiendas,
y si te cansas, te sientas,
pero da igual, no quiero que vuelvas.
Busca, ansía, descubre,
equivócate en cruces de caminos,
encuentra un sitio por llegar a otro,
da de comer a la inquietud viajando a lugares
que en mapas no aparezcan,
sin llegar a la confusión de alcanzar al destino,
pues sólo será un descanso en la carretera.
A veces te presiento, sé por donde andas.
Adivino si esa tarde al sol que viste
le acompañó una gran hora dorada,
o si llegaste a un mar que está al este
a primera hora de la mañana.
Ves, siempre voy contigo,
Así que aquí no vuelvas.
No me haces falta.

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