Desde la
época colonial ha habido explotación comercial indiscriminada; y no solo de los recursos que brotan de la
naturaleza, sino también del recurso humano. Este doble proceso de explotación irracional se evidencia en
la esclavitud y la desforestación, a lo que se suma la extracción ilegal e indiscriminada de minerales.
La feroz explotación del hombre y su entorno natural han hecho que la frontera de Venezuela con
Colombia y Brasil, la cual abarca poco más de 4.400 kilómetros, deba ser declarada de alto peligro. En el
caso de los límites con Brasil son más de 2.000 kilómetros de extensión territorial lineal que incluyen los
estados Bolívar y Amazonas donde diversas formas de violencia se han convertido en algo común. En la
comisión de delitos contra seres humanos y contra el ambiente destacan la minería ilegal, el ecocidio y la
desaparición forzada de personas.
Cada día se afianza la presencia de grupos armados irregulares en ambas entidades que promueven la
creación de un territorio sin ley donde en ocasiones las autoridades del Estado venezolano actúan como
cómplice silente y activo. Recientemente, el tercer informe de la Misión Internacional Independiente de
Determinación de los Hechos sobre Venezuela documentó la actuación de estas agrupaciones armadas
al margen de la ley en el Arco Minero del Orinoco y zonas aledañas, y la responsabilidad del Estado
venezolano en los crímenes que allí se cometen al no garantizar el derecho a la vida, a la seguridad
personal, al trabajo, a una vida libre de violencia y al desproteger a los pueblos indígenas.
Ya en 2015, el diputado de la Asamblea Nacional Américo de Grazia denunciaba esta presencia, lo que
evidencia que no se trata de un hecho reciente que toma por sorpresa a las autoridades: “Toda la
operación en el estado Bolívar está controlada básicamente por el ELN. Su presencia es determinante y
trabaja de manera mancomunada con las FARC. La alianza estratégica entre la FARC y el ELN es que
cuando negociaban la paz, las FARC le entregó sus zonas operativas al ELN para que las operara de mutuo
acuerdo, no hubo enfrentamiento entre el ELN y las FARC, sino que, a nuestro juicio, es un camuflaje
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declarar a las FARC como fuerzas disidentes, eso es una pantalla, un pote de humo para distraer porque a
ellos siempre les ha interesado la fuente de ingreso que significa el oro, el secuestro, el narcotráfico y el
tráfico de seres humanos, y tener un pie en la legitimidad y dos pies en la clandestinidad, porque incluso la
clandestinidad les reporta beneficios de carácter económico muchos más sólidos que la legitimidad en
Colombia y en Venezuela de igual manera”.
“Él se fue a trabajar para la parte de las minas del estado Bolívar, específicamente en la Sierra de Imataca,
hace aproximadamente dos años y tres meses; se comunicó en varias oportunidades, pero fue muy
esporádicamente las veces que lo hizo, por esa razón la última vez que se comunicó conmigo fue el 31 de
diciembre de 2020 cuando me indicó que él estaría aproximadamente aquí en Caracas para los últimos
de enero, desde esa fecha yo no he sabido absolutamente nada de él. Yo mantenía contacto con un
chico que me daba razón de él, su nombre es William Gamboa, pero él tampoco me responde, él me
decía cómo se encontraba, cómo estaba. Henry nunca me dijo que tuviera ningún problema, porque en
verdad él era un muchacho que tenía muchas amistades”, relató Nora Linares, hermana de Henry Linares,
desaparecido en las minas de Sierra de Imataca, ubicada entre los estados Bolívar y Delta Amacuro.
En las acciones criminales, de acuerdo con testimonios de familiares de las víctimas, en ocasiones también
participan indígenas que han sido reclutados por bandas delictivas o grupos armados irregulares: “El
sábado 8 de mayo del año en curso, a las 9 de la mañana, salieron de la mina, ellos tenían como destino
el pueblo de Guarataro, se trasladaban en una moto los tres. Para nadie es un secreto todas las situaciones
irregulares que han estado ocurriendo en ese sector, específicamente en la segunda alcabala a cargo de
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los indígenas de la etnia Jivi comandada por un ‘indio’ que se hace llamar Cabo Soto. Nosotros como
familiares hemos acudido a la Guardia Nacional, al Ejército y a la policía a formular la denuncia con
respecto a la desaparición de nuestros familiares y ellos no nos han dado respuesta y tampoco han
activado su búsqueda, por eso hemos optado por investigar nosotros mismos. La gente del puente La
Urbana afirma que ellos tres al llegar a la segunda alcabala a cargo de ese indígena Cabo Soto
desaparecieron. Nosotros queremos saber el paradero de nuestra familia y exigimos a los organismos
competentes darnos respuesta; incluso la moto la han visto en esa alcabala según habitantes del lugar”,
afirmó a FundaRedes María Greseida Medina Guerra, cónyuge de Dionisio Guzmán.
En ese informe se precisa la identidad de algunos de los protagonistas de estas acciones de violencia: “El
ELN ha estado presente en territorio venezolano desde, por lo menos, 1970. Expandió su presencia después
del acuerdo con el gobierno colombiano en 2016. Según la organización InSight Crime, el ELN opera en
Venezuela con estrechos vínculos con oficiales del gobierno. Según varias fuentes, el ELN llegó a acuerdos
con autoridades estatales venezolanas para controlar recursos mineros. En el año 2018, el ELN tenía
presencia en al menos 12 estados del país. Sin embargo, el gobierno venezolano siempre ha negado
oficialmente la presencia del ELN dentro de su territorio”.
DAÑO AMBIENTAL
El estado Bolívar también es un territorio donde la desforestación y la contaminación por mercurio en el
agua proveniente de la minería ilegal están acabando con importantes afluentes como los ríos Icabarú,
Paragua y el majestuoso Caroní, pues la explotación indiscriminada de riquezas minerales causa daños
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irreversibles a la naturaleza y al hombre. FundaRedes ha denunciado ante los órganos del Estado
venezolano la destrucción de 1.200 hectáreas de selva virgen que pone en riesgo a diversas especies
animales y obliga al desplazamiento de personas.
Estas denuncias han sido presentadas ante el Ministerio Público y organismos internacionales como el Alto
Comisionado de las Naciones Unida para los Derechos Humanos (ACNUDH), la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos.
El 26 de abril de 2021 FundaRedes acudió al Ministerio Público para solicitar una investigación ante la
denuncia interpuesta por Alejandro José Díaz Sánchez, habitante del estado Bolívar, quien denunció que
perdió comunicación con seis integrantes de su familia que trabajaban en las minas de Payapar.
El 1° de junio de 2021 FundaRedes denunció la desaparición de Henry Linares en las minas de la Sierra de
Imataca.
El 9 de septiembre de 2022 se interpuso una denuncia en la Defensoría del Pueblo del estado Táchira, con
nota de remisión a la Oficina Nacional de la Defensoría del Pueblo, sobre las vulneraciones a los derechos
humanos en el Arco Minero del Orinoco, al igual que la presencia de grupos armados irregulares y la
minería ilegal.
La omisión del Estado venezolano en su deber de protección del reservorio natural que representa la
Amazonía convierte en letra muerta lo establecido en la Constitución de la República desde su preámbulo
y en sus artículos 119, 120, 123, 127, 128, 129, así como en la legislación nacional vigente en materia
ambiental y de protección a los pueblos indígenas.
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Además, vulnera lo establecido en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los
pueblos indígenas, así como la reciente resolución aprobada por la ONU en julio de 2022 que declaró el
medio ambiente saludable como un derecho humano y también incumple tratados y convenios
internacionales suscritos para la protección del medio ambiente.
Esto trae como consecuencia que el Arco Minero del Orinoco haya dejado de ser una zona de reserva
natural de fauna y flora, bosques tropicales y de recursos energéticos y mineros para ser un territorio sin ley
donde operan los intereses económicos y políticos de grupos armados irregulares, militares y policiales que
han desatado una guerra contra la población indefensa, esclavizando a civiles, de manera especial a
indígenas, y explotando la tierra de una manera indiscriminada y en progresiva y continua violación de los
derechos humanos en este territorio.