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Seccién: Filosofia Immanuel Kant: Antropologia En sentido pragmatico Version espafola de José Gaos GG2136 El Libro de Bolsillo Alianza Editorial Madrid ‘Talo original: Auttrpolgie in pragmaticer Hinsche Revista de Occidente, Madrid, 1935. Miaoza Faioril, 5. A. Madrid, 199 Calle Mikin, 38, 2463 Madrid, telef, 2000045, ISBN: 84-206-0526-3 Depasivo legal: M. 24,225.19 Pape tabrieado por Saisce, 8, A Compuesto e impreso en Fernéniler Ciudad, S. Galina Suéecs, 19. 28007 Madrid Printed in Spain Prolog dus los progresos de la exltura a través de los cuales se cuca ef bomtbre tienen el fin de aplicar los. conocimientos 9 Ihabitdades adguiridas para emplearlos en ef mundo; pero el lyeto més importante del mundo a que ef bombre puede upliarlos es el hombre mismo, porgue él es su propio fin iltinn, EL conocerle, pres, como 1a ser terrenal’dotado’ de urn por si esencia especifica, merece lamarse partiularmente am conocimiento del mundo, aim cuando el bonbre silo tunstitiga wa parte de las oriaturas terrenaes. Via ciencia del conocimiento del bombre sistemticamente desurrallada (Antropelogia), pnede hacerse en sentido fisio\i~ iv « en sentido pragmatico.—EI conacimiento fisolégico ‘hl lumbre trata de inestigar lo que la naturaleza hace del Inminss el pragmatico, fo que € mismo, como ser que obra Hremente, hace, 0 puede y debe hacer, de si mismo—Quien cavile sobre las causes naturales en que pueda descanser, por remplo, la factad de recordar, disurrivd acaso (al modo de Cartesio) ‘bre las bueltas dejadas en cf cerebro por las 8 Pratogo impresiones que producen las sensaciones experimentadas, pero tendré que confosar que en este juego de. cusreprasentacions s a ‘mero espectador y que tiene que dejar bacer a la naturalega, puesto que no conoce las fibras mi los nervios enceficos, mi sabe ‘mansjarlos para su propésito, 0 sea, que iodo discarrir teérico sobre este asunto es pura pérdida.—Pero si utiliza las obverva- cones bechas sobre to que resulta perjudical 0 favorable a la memoria, para ensancharla o bacerla mis flexible, y a este fin se sirve del conocimiento del hombre, esto constituird sma parte de Ja Antropologia en sentide pragmitico, y ésta es precisamente aguella con que agud nos acxpans. Una Antropologia semajante, considerada como am conoci- miento del mundo gue debe completar los conocimientos de la escuela, no s¢ Hama todavia propiamente pragmitica, ‘wanda. encierra extensos conocimientas sobre las cosas. del mundo, por ejemplo, sobre los animales, las plantas y los -minerales de los diversos paises y elimas, sino cuando encerra un conocimiento del hombre como ciudadano det mundo.—-De ‘aqui que no se cuente ni siquiera ef conacimiento de las razas ‘umanas, como productos que ontran en el jogo de las fuergas de Ja naturalega, entre los conacimientos pertenecentes al camoci~ -miento pragmtico del mundo, sino silo al feorice. Hay més, Las expresiones: conocer cl mundo y tence mundo difieren bastante en su significacion, pes ef que conoce ef mundo se limita a comprender el juego gue ha presenciado, mieniras que el que tiene mundo ba entrado en juego en En cuanto al lamado sean mando, la clase de las perso- nas distinguidas, encuéntrase el antropslogo, para juzgarlo, en ana posiciin muy desfavorable, porque dichas personas se ‘encuentran demasiado cerca entre sis pero demasiado lsjos de los denis, A los medios para ensanchar el volumen de fa Antropalogia pertenece el viajar, awn cuando silo consista em ta lectura de libros de vigjes. Pero es menester baber adguirido xm conacimicn- 10 del hombre antes, en la propia casa, mediante el trato con los Protege 9 cunciudadanos 0 paisanos (a), si se quiere saber qué es lo que se see buscar fuera para ensanchar el volumen de la Antropologia. Sin nn plan semsjante (que supone ya sm conocimiento. del Iumbre), siempre resultaré muy limitada la Autropologia del indadano del mundo Las conocimientos generales precedin agut siempre a los conocimientos locales, si esta Antropologéa ba de ser ordenada y dirigida por la Filosofta, sin la eual todos los conscimientos adquirides no pueden dar nada més que an Pragmentaria tantear y no wna ciencia. Pero a todos los ensayos que se hagan para llegar con Jundamento sélido a una cienca semejante se oponen considerables dificultadss, dimanantes de la propia naturaleza bunana. 1. La persona que nota que se le trata de observar y estudiar, s¢ azora (0 s@ molesta), y entonces no puede ‘mostrarse como es; 0 finge, y entonces mo quiere gue se la conozea como es 2. Aum cuando silo quiera estudiarse a sé misma, se encontrard en wna situaciin critica, principalmente por fo gue se refiere a sus estados afectivos, que no admiten, por lo comin, fingimiento; pues cuando estin en acciin los reortes impulsi- (@)_ Ua gran ciudad, que os el centro de un reino en el. que se ‘encuenain los cuerpo terorses Gel gobiino de Ese, que ene una Universidad (pared culo de as cents) y una stvacion propici 4 Inveavegnciom, que fsvoree por meio de los roel rlacones eon interne dl pais ant come Eon slejados pace enindante de diversas Ienguss ycoatumbrer ana ciudad semxjate, como es Koenigsberg, cls det Pegeh, pucde considera como un Tagar adceundo ps teanchar tan el Gonociniento del hombre como también el code Imienra el mondo, dade ete poede adquinrse icles sin iar enon indiesdse simplemente con sn lets soln de Rant +s sexe; las indica con un mero y al ial tinal son nots de blpe au edicoa dela nip, que foram parte de edicon de tas obras compleas de Kant publicada por in Academix de Bria ex ‘eguica por sedi de it Anopologls publica poe Verlinden in'Bibineca Tilonsfiea de Meines, sobre la co ett ech esa teaduccidn 6 so otar deVorander « s0edieldn 9 cots del ted tor (1) wo Prolog os, la persona na se observa, y cuando se observa, los resortes descansan. 3. El lugar y las cireunstancias de tiempo engendran, cuando som persistentes, babitos que constituyen ima sequmda naturaleza, como stele decirse, y dificulian a Ja persona _formarse un jaicio sobre si misma, sobre aquello por to que deba ‘enerse, pero acaso mas sobre el concepto que deba bacerse del ‘prijino con quien se encuentra en relacns es la diferencia de sitnacianes en que el bonsbre resulta colocado por su destino, o en que se coloca él mismo cuando tiene un humor aventurero, dificultan en grande a la Antropologia el elevarse basta el rango de una ciewcia formabmente tal. Finalmente, son, sino fuentes, al menos medios ausiliares de Ja Antropotogia, las bisiorias, las biografias y basta las obras de teatro y las novelas. Pres si bien la base de estos dos itimas _gineros no es propiamente la experiencia la verdad, sino sla la “nvenciin poética, y esti permitido en ellos exagerar los caracte- res y las situaciones em que se encuentren colocadas las personas, exactamente igual que en los sues, de suerte que wo paresen tnseitar nada aprovechable para el conocimiento del bomabre, lo cierto esque caracteres como los pintados por an Richardson ont “Moliire han de estar tomades en sus rasgos fundamentales a fa bservaciin de tn que los hombres bacen y dejan de hacer realmente; porque exagerados, sin duda, oh cuanto al grado, tienen en cuanto a Ia calidad que ser concordantes cow ta aturalega humana. Una Antropologia sisteméticamente organizada y, sin em- argo, popularmente desarrollada en sentido pragmético (bacien- do referencia a giemples que todo lector pueda comprabar por si mismo), Hera consigo la ventaja para el piibice lector de que gracias a la madtitid de los titados bajo los cuales puede colocarse ‘esta 0 aguella cualidad humana obsereada ¢ inflayente en la prictica, se le des a este piblco numeresas ocasones ys inca mumerosas veces a hacer de cada caalidad en particular un tema propio, para colocarla en el departamento que le carrespon- Priloge a dda; con fo ewal el trabajar en esta Antropolegia se divdiré por sf mismo entre los amantes de su estudio y se reanira posterior- ‘mente en un todo, por obra de la unidad del plan, con to cual, a ‘su vex, se favorecerdy acelerara el crecimiento de una cencia tit «al comin (2). (@)_Enace aus trabajos de flsfte pa emprendidos en un prine: pio ibvemente, abligatorios mie strle’ para fr post an como on debet free Bat ae wn ren fn dca ela Noman de mans: nope fen scare de iierae) ¥ Glia fe Conc de leche) 2 on ‘eos come esas populires eneontracon oportno attr sambign ons chases de p [oP bel primero proce £ presente mancal publica del sgn of igual, savindolo del manusirin usado por i como texore legible pura conquer caro que yoy apenas ine Sor pone, dada fa id. PRIMERA PARTE, DELA ANTROPOLOGIA DIDACTICA ANTROPOLOGICA De la manera de conocer el interior ast como el exterior ded bombre Libro Primero DE LA PACULTAD DE CONOCER DE LA CONCIENCIA DE Si MISMO 1 El hecho de que el hombre pueda tener una represen- tacidn de su yo le realza infinitamente por encima de todos los dems seres que viven sobre la tierra. Gracias a ello es el hombre wna persona, y por virtud de la unidad de la conciencia en medio de todos los cambios que pueden afectarle es una y la misma persona, esto es, un ser totalmente distinto, por su rango y dignidad, de las, cosas, como son los animales irracionales, con los que se puede hacer y deshacer a capricho. Y es asi, incluso cuando no es capaz todavia de expresar el yo, porque, sin embargo, fo piensa; como tienen que jensarlo, en efecto, todas las lenguas, cuando hablan en la primera persona, aunque no expresen este yo por medio de una 5 6 Immanuel Kant palabra especial, Pues esta facultad (es, a saber, la de pensar) €s el enfendimiento. Es notable, empero, que el nifio que ya sabe hablar bastante bien, pero que s6lo empieza bastante después (quiza un aio mis tarde) a decit’ye, hable de si tanto tiempo en la tercera persona (Carlos quiere comer, andar, etc.), y que parezca como haberse encendido para luna luz cuando empieza a expresarse diciendo yo: pues desde ese dia ya no vuelve nunca a hablar de aquella otra manera.—Antes se sentia meramente a si mismo, ahora se piensa a si mismo-—La explicacién de este fendmeno podria resultarle bastante dificil al antropologo. La observacién de que el nifio no da sefales de llanto ni de risa antes del cuarto mes de su vida, parece descansar igualmente en el desarrollo de ciertas represen taciones del agravio o beneficio que se le hace, las cuales anuncian ya la raz6a.—Fl hecho de que en este espacio de tiempo empiece a seguir con los ojos los objetos brillantes que se le ponen delante es el tosco inicio del Progreso que va desde las percepcioner (aprehensién de la pura representacién sensorial) hasta el conocimiento de los objetos sentidos, esto es, la experiencia, El hecho, ademas, de que en cuanto intenta hablar, su chapurrear las palabras tan gracioso para las madres y nnodrizas y haga a éstas tan inclinadas 2 abrazarle y besarle constantemente, ¢ incluso a convertirle en un pequetio titano por dar satisfaccién a todas las manifes- taciones de su deseo y voluntad, esta gracia de la criatura en cl espacio de tiempo en que se desarrolla hasta llegar a Ia plena humanidad, debe ponerse a cuenta de su inocencia y de la franqueza de todas sus todavia defec- tuosas expresiones, en que ain no hay disimulo ni nada de malicia, por un lado; mas, por otro lado, debe ponerse a cuenta de la natural propensidn de las nodrizas a hacer bien a una criatura que se abandona total y unropedgia 7 conmovedoramente al arbittio del projimo; concedién- slosele asi toda una edad del juego, en’ la cual el ilueador, haciéndose 1 mismo como un nif, goza una nis de este placer. Pero este recuerdo de los propios afos infantiles no llega, ni remotamente, hasta esa edad; porque no fue la chad de las experiencias, sino de las meras percepciones tlispersas 0 todavia no reunidas bajo el concepto del nbjeto. DEL EGOISMO §2. Desde ef dia en que el hombre empieza a expresarse dliciendo yo, saca a relucir su querido yo alli donde puede, y el egoismo progresa incesantemente; sino de un modo patente (pues entonces le hace frente el egoismo de los demas), al menos encubierto bajo una aparente negacién de si propio y una pretendida modes- tia, para hacerse valer de preferencia con tanto mayor seguridad en el juicio ajeno. El egoismo puede encerrar tres clases de arrogancias: las del entendimiento, las del gusto y las del interés prictico, esto es, puede ser légico, estético 0 prictico. El gosta ligico tiene por innecesario contrastar el propio juicio apelando al entendimiento de los demis, exactamente como si no necesitase para nada de esta piedsa de toque (criterium veritatis extern). Peto es tan cierto que no podemos prescindit de este medio para asegurarnos de la verdad de nuestros juicios, que acaso es ésta Ia r2z6n mas importante por la que el piblico docto clama tan insistentemente por la libertad de impren- 4a; porque cuando se rehisa ésta, se nos sustrae al par un ie Immanuel Kast gran medio de constrastar Ia rectitud de nuestros pro- pos juicios y quedamos entregados al error. No se diga, que al menos la Matematica tiene el privilegio de decidie Por su propia autoridad soberanas pues si no hubiese ido por delante la universal concordancia percibida entee los juicios del matemitico con el juicio de todos los demas que se han dedicado con talento y solicitud a esta disciplina, no se habria sustraido ésta a la inquietud de incurtir en algin punto de ecror.—Hay incluso casos en que no confiamos en el juicio aisldo de nuestros propios sentidos, por ejemplo, cuando dudamos si un tintineo existe meramente en nuestros oidos o es la audicién de campanas tocadas en realidad, sino que ‘encontramos necesario preguntas, ademas, a otras perso- ras si no les parece también asi. Y si bien al filosofar no debemos precisamente apelar al juicio de los demis en confirmacién del propio, como hacen los juristas con los juicios de los expertos en Derecho, todo escritor que no encontrase partidarios y se quedase solo con su opinion pblicamente declarada (siempre de importancia), ven- dria a set sospechoso de error por este mero hecho. Justamente por esto es un atrevimiento hacer en pablico una afirmacion que pugae con la opinién gene- ral, incluso de los inteligentes. Esta manifestacion del egoismo es lo que se llama la paradja. No es una audaci ‘sar algo con peligro de que no sea verdadero, sino solo con el de que pudiera encontrar acogida por parte de pocos—La predileccién por lo paraddjico es la abstina- ‘ibn ligica de no querer ser imitador de los demas, sino de apatecer como un hombre extraordinario, aunque en lugar de esto s6lo se hace, con frecuencia, el extravagante. Mas porque cada cual ha de tener y sostener su propio parecer (si onmes patres sic, at ego non sic, Abelardo), el reproche de paradoja, cuando no se funda en Ia vanidad de querer meramente diferenciarse, no es precisamente oaropologia ule mala nota—A lo paradéjico se opone lo nulgar, que tiene a su lado Ia opinién general. Pero en lo vulgar hay an poea seguridad como en lo paradéjico, si no todavia nenos, porque fo vulgar adormece, mientras que lo purndéjico despierta la mente y la hace atender e indagar, us cual conduce frecuentemente a descubrir. Ul egoista estético es aquel al que Te basta su propio usto, por malos que los demas puedan encontrar o por mucho que puedan censurar_o hasta ridiculizar sus versos, cuadsos, miisica, etc. Este egofsta se priva a si mismo de progresar y mejorar, aislindose con su propio inicio, aplaudiéndose a si mismo y buscando s6lo en si la piedea de toque de lo bello en el arte. Finalmente, el egoista moral es aquel que reduce todos los fines a si mismo, que no ve ms provecho que el que hay en lo que le aprovecha, y que incluso como cudemonista pone meramente en el provecho y en la propia felicidad, no en la idea del deber, el supremo fundamento determinante de su voluntad. Pues como ‘ada hombre se hace un concepto distinto de lo que considera como felicidad, es justamente el egofsmo ‘quien llega a no tener una piedra de toque del verdadero concepto del deber, a cual ha de ser un principio de validez universal. Todos los eudemonistas son, por ende, egoistas pricticos. Al egoismo solo pucde oponérsele el pluralismo, esto es, aquel modo de pensar que consiste en no considerarse ni conducirse como encerrando en el propio yo el mundo entero, sino como un simple ciudadano del mun- do.—Fsto es lo que pertenece sobre este asunto a la Antropologia. Pues por lo que concierne a esta distin- cién desde el punto de vista de los conceptos metafisi- cos, cae totalmente fuerea del campo de la ciencia a tuatar aqui, Si la cuestién fuese meramente de si yo, ‘como ser pensante, tengo motivos para admitir, ademas, » Tmmaauel Kant de mi existencia, Ia existencia de un conjunto de seres distintos de mi, pero que se hallan en relacion de comunidad conmigo (conjunto llamado mundo), no se trataria de una cuestién antropolégica, sino puramente metafisica, Nota. Sobre las formulas del lenguajeegoista. El lenguaje en que el jefe del Estado se dirige al pueblo, es en nuestros tiempos, habitualmente pluralista (Nos, N., por la gracia de Dios, etc.). Cabe preguntas si el sentido no «3, empero, mas bien egoista, esto es, si no denuncia la propia autotidad soberana y no significa exactamente lo mismo que el rey de Espaia dice con su Jo, ef Rey! Parece, sin embargo, que aquella formula de expresion de la autoridad suprema indicaba originariamente wna ‘ondesrendencia (Nos, el Rey y su Consejo, o los Estamen- tos).—Pero gcémo ha sucedido que el tratamiento mu- tuo que en las antiguas lenguas clisicas se expresaba por medio del i, 0 sea, de un modo unitarista, haya legado a hacerse en diversos pueblos, principalmente germanicos, de un modo pliralista, por medio del v0s? Sobre lo cual han inventado los alemanes otsas dos expresiones que indican una mayor distincién de la persona con quien se habla, a saber, las del Er y el Sie ( y ellos, empleados en cl sentido de ustedj2, exactamente como si no se estuviese dando un tratamiento, sino refiriéndose a ausentes y éstos fiesen ya uno, ya varios; y encima ha venido a emplearse, finalmente, y para colmo de los absurdos con que s¢ expresa la pretendida humillacion ante la persona a quien se habla y su exaltacion por encima de si propio, el abstracto de la cualidad de la clase de Ja persona a quien se habla (Vuestea Gracia, 1 kn espaol y as eno orginal. (T.) 2 Ene punts caadrados las aiciones de la traduccion acest sng 2 a iteligenci de ell: (1) Aonroqutagia a sina Alteza, Vuestra Seftoria, etc.).—Todo ello obra, jnebablemente, del feudalismo, que se cuidaba de que lc la dignidad real, pasando por todos los grados tutermedios, hasta el punto en que desaparece del todo la tlygnidad humana y sélo queda el ser humano, esto es, hha la clase de los siervos, ‘inicos que pueden ser tnterpelados por su superior con un £#, 0 hasta el nifio, 4yue no puede tener todavia una voluntad propia, no Iubiese error en el grado del respeto debido al mas encumbrado. DE LA CONCIENCIA VOLUNTARIA DE LAS PROPIAS REPRESENTACIONES §3. El esfuerzo por legar a ser consciente de las propias representaciones es, ya atenciin, ya absirastéa de una representacion de que soy consciente—Esta altima no «sun mero abandono y omisién de la primera (pues esto seria ditraccién), sino un acto efeetivo de la facultad de conocer que impide a una representacion de la que se ¢s consciente enlazarse con otras en my acto de concien- cia—De donde que no se diga abstraer alge, sino abstract de algo, esto es, de una determinacion del objeto de la representaci6n, con lo que ésta consigue la univer- salidad del concepto y es recibida en el entendimiento. El poder de abstraer de una representacidn, incluso cuando se le impone al hombre por los sentidos, es una facultad mucho mis considerable que Ia de atender; porque demuestea la libertad de la facultad de pensar y la autarquia del alma, gue tiene bajo sw dominio sus representax coms (animes sui compos).—En este sespecto es, pues, la Jacultad de absiraer mucho mis dificil, pero también mas importante que la de atender, en lo concemniente a las representaciocs de los sentidos. 2 Ininsauel Kant ‘Muchas personas son desgraciadas porque no pueden abstraer. El soltero podria hacer un buen matsimonio s6lo con que pudiese no ver un lunar en el rostro 0 sina melia en los dientes de su amada. Pero es una particular perversin de nuestra facultad de atender el fijar Ia atencién, incluso de un modo involuntario, justamente en lo que hay de defectuoso en los demis; el ditigir los ojos a un born que falta en la casaea justamente enfrente de nuestra cara, 0 a fa mella, o a un defecto de pronunciacion habitual, confundiendo al projimo con ello, pero echando también a perder nuestro juego en el trato social. Cuando lo principal esta bien, no es s6lo justo, sino también prudente apartar la wista de lo malo de los demas, ¢ incluso de nuestro propio estado de felicidad; pero esta facultad de absteaer es una fortaleza de animo que s6lo se logea adquirir mediante cl ejes- cicio. DET OBSERVARSE A SI MISMO $4. El darse cuenta de si mismo no es todavia un observarse a si mismo. Esto iiltimo es una sintesis metédiea de las percepciones adquiridas de nosostros mismos, que sumi- nistra Ia materia para el diario de an observador de si mismo y conduce ficilmente a la exaltacién y a la ilusién, EI atenderse a si propio, cuando se tiene que teatar con los demas, es, sin duda, necesario, pero no ha de hacerse visible en el trato mismo, pues entonces hace parecer azorado (cortado) 0 afeetado (retorcido). Lo con trario de ambas cosas es el desembarazo (Pair dégagé), un confiar en si mismo hasta creer que no se ha de ser juzgado por los demas desfavorablemente para el propio decor, El que se coloca cual si quisiera juzgar, mirin- Antopotogin 23 love al espejo, cémo se conduce, 0 habla oyéndose ablar (no meramente como oyéndole hablar otros), es sina especie de actor. Quiere reprerentar un papel y Foxja una fiecién de su propia persona; con lo cual, si se pereibe este esfuerzo en él, pierde en el juicio de los tlemas, porque suscita la sospecha de una intencién de fiac—La franqueza en la manera de mostrarse exteriormente, que no da motivo ninguno a semejante sospecha, es 10 que se lama un compostamiento naferal (aque no por serlo excluye todo arte bello y edueacién del iusto) y agrada por la mera veracidad en las exteriorida- ales. Donde al par brilla en el lenguaje fa franqueza de la rimplicidad, esto es, de la falta de un arte del fingimiento aque se ba convertido en regla, la franqueza se dice ingenuidad. ‘La manera franea de expresarse en una muchacha que se acerca al tipo varonil o en un campesino no familiari- vado con los modales urbanos, despierta, por su inocen- cia y simplicidad (© ignorancia del arte de aparentar), una sisa jovial en aquélios que son ya pricticos y hibiles cen este arte. No es una carcajada despectiva, pues se honra en el fondo del corazén la pureza y la sinceridad, sino tuna benévola y amistosa risa de complacencia en la inexperiencia en cl arte de apareatar, arte malo, aunque Fundado en nuestra ya corrompida naturaleza humana, por cl que antes se debia suspirar que reir, si se le compara con la idea de una naturaleza no corrompida todavia (2). Es una momentinea jovialidad, como la que produce un cielo nublado que se abre en un punto para @) _ En cate respecto podria parodiatse dl conocido verso de Perso, lciendo: marin Fen? ingoiantgee relia Contemplen la,natutalera y giman por haberla ahandonado. El ‘vers de las sititas de Perso (II, 18) dice: 1st eat inabescant- (pe rota, comtemplan la virtud y corebanse @ si asrnos poe babeda Shandonado. (V.) a menue Ken dejar paso a un rayo de sol, pero se cietra al instante, en obsequio a los ciegos ojos de topo del egoismo, Mas por lo que concierne al verdadero propésito de este parigrafo, a saber, la advertencia anterior de no ‘ocuparse en espiar y como en componer una estudiada historia interna del curso imolmtario de los propios Pensamientos y sentimientos, se la hace porque éste es justamente el camino derecho para incurtir en Ja quimera de supuestas inspiraciones de lo alto y de fuerzas que influirian sobre nosotros sin nuestra cooperacidn y quién sabe de donde procedentes, en la quimera de los ilumina- dos y de los aterrorizados. Pues, sin notarlo, hacemos supuestos descubrimientos de lo que nosotros mismos hemos introducido en nosotros, como una Bourignon! con sus lisonjeras alucinaciones, 0 un Pascal con las suyas espantables y angustiosas; un caso en que incurrié hasta una cabeza por lo demés excelente, Alberto Haller, el cual, cn el Diario de su estado de alma, levado durante largo tiempo, aunque con frecuencia interrumpi- do, llegé, por Gitimo, a preguntas a un célebre tedlogo, su colega universitatio en otto tiempo, el doctor Less, si no lograba encontrar en su rico tesoro de la divina sabiduria consuelo para su alma angustiada 2, El observar en si propio los distintos actos de la facultad de la representacion, cuando uno mismo los proveca, €s cosa muy digna de meditacion, y para la Logica y la " Anioinette Bourigaon (1616-1680), una vsionasia y fundadora de secta, natural de Lil, que infloy® principalmente en los Paises Baio Y eupas obras teosdfico-misticasllenan am menos de 21 tomos. (V.) # Alberto de Hiller: Diasio de sue observaciones sobre ottos cxcetoresy sobne si mismo, 1787. Less, doctor y profesor de ‘Teolopia de Gotinga (1736 « 1793), Haller, pooos dias antes de su muctte Gliciembre de 1777), le hizo legar por medio de uaa carta Heyn cata ‘consulta: aque libto (na ha de ser argo), en mie icunstanciasy contra fas angustias de muerte, sino. para compartir firmemente los ‘merecimientos del Salvador, podria ler yo con Futon. (K) as Atetatvaca, necesaria y provechosa.—Pero el querer wuupieaulerse a si propio cuando vienen al espirita por si nutans y sit Hamarlos (lo que sucede pot obta del juego dle lv imsigioacion, que crea sin proponérselo), es, porque sutvaces los prineipios del pensar no van delante (como leben if), sino que siguen detris, una inversion del inulen natural en la facultad de conocer, y 0 es ya una etermedad del espiritu (visionarismo), 0 conduce a ella yal manicomio, Bl que gusta de contar muchas cosas ware experiencias interires (gracias, tentaciones), esti expuesto en su viaje de exploracién y busca de si mismo arribar mas que a las costas de Anticyra!. Pues no, pws con estas experiencias interiores como con las esteriores sobre 10s objetos del espacio, en que los ictos suministran experiencias coincidentes y darade- ras. EL sentido interno ve las relaciones entre sus \leterminaciones s6lo en el tiempo, por tanto, en un fluir en que m0 cabe prolongar la observacién, como, sin embargo, es necesario para la experiencia (2). " Anticyrs, ciudad costera de Foca, cyos habitants bablan conver lo en un meta trapeicn may ficaxHelzhora sue creia en gran ‘hntided en gos mona, por lo cual ee Anticya cada en Horacio Sim lugar de curcton variances (So, 3, 43, it 166, Dette pacts, 0) Kaos pudo haber sugeido también la cs un acuta te TexcucderMterar de 1784 wSobre tos viajes Fun var que dice fe a‘Anvieynan (I) “ {@)_Siimon represents Is itima acc, I espontancidad, por cv deh ia ease. pose on fn, (om pense) ‘efx y la scepeivilad, por medio dela cual sc hace posible ona fered esto es una ian exp, Ia apres, ambos 6208 Conon, pct diving cnc de: mo prin cla dee efenon y It de la apre primes con Sogn dl econo gun del neo nro; Ss"le apercepsiin. pony fata, la emplica; por lo cual ce lama srroneamenie a aqutla, ol tlie ineioe. En We Plclogha ae don + non min aus ecco deed Jnteraor en le Logien, en To gue pone en aestra man In conceneia Jnteleetal”Ahoet bien, aqui or'parece el yo se doble (lo que renin % Immanael Kant DE LAS REPRESENTACIONES QUE TENEMOS SIN SER CONSCIENTES DE ELLAS §5. Toner representacones y, sin embargo, no ser conscientes de ellas, es algo en que parece haber una contradicciéa; pues, Zcémo podemos saber que las tenemos si no somos conscientes dle ellas? Esta objecidn la hizo ya Locke, que rechazaba, por ello, la existencia de semejante especie de representaciones,~—Pero Io cierto ¢s que podemos ser mediatamente conscientes de tener una representacion, aun cuando no seamos inmediatamente conscientes de ella. —Esta género de representaciones se llaman, cunse- cuentemente, ascuras; las restantes son claras, y si su clavidad se extiende a las representaciones parciales de un todo de ells ya su vinculo, epresetaronsditnta, sean del pensamiento 0 de la intuicion. Cuando se es consciente de estar viendo a Iv lejos, en uaa pradera, un hombre, si bien no se es consciente de ver sus ojos, nariz, boca, etc. propiamente se concaye slo que aquella cosa ¢s un hombre; pues si porque no se ex consciente de percibir estas partes del cuerpo (e igual- contradctorioy 1) el yo oo cuanto sje del pensar (on le Lis), ue Sigofca in pur apercepein (el eto yo sue rfergna)y del col > tay aboluiment als mis qe esr sino gue es ua eprsentcion perfectamente simple; 2) el yo en esanio bes de la percep, 020, Sel sentido ttero, el eul cacti une mntplicdad de eertinace eye ten poe in prema 13 cuestion de sien los variadorcambine interns de alma (esa snemorin 9 de fs princpios amitidon por ells el hombre cao ot conscenre de esto cambios, puede deci tin que es exaramet sre eauto a ais, i coon any pe thoi Slo puede et conscente de esos cimbios fopresentanose «5 pro lor varios estados como no ¥ el mito iy el Fo Gl Roca Sin dud doble por su forms (por la mances de sepreeaticeley peso 1 por su mate (por el contenido represen ounpalogia n wnt las restantes partes del hombre), se quisiera wstener que no se tiene en absoluro en la intuicién ta Iepresentaci6n de ellas, tampoco se podria decir que se ww un hombre; pues de estas representaciones parciales Mi compuesta [a total (de la cabeza 0 del hombre entero). HI hecho de que el campo de aquellas nuestras Intuiciones sensibles y sensaciones de que no somos conseientes, si bien podemos coneluir indubitablemente ‘que las tenemos, esto es, las representaciones oscuras en el hombre (y también en los animales), sea inmenso; las, claras, por el contrario, encierren s6lo unos, infinitamen- le pocos, puntos de aquellas que estin abiertos a la ronciencia, de suerte que, por decislo asi, en el gran mapa de nuestto espirita s6lo unos pocos lugares estén uminadas, este hecho puede infandienos admiracién por nuestra propia naturaleza; pues bastaria que una potencia superior gritase: jhagase la luz!, para que sin la coopera tivin del menor de todos (tomemos, por ejemplo, a un erudito con todo lo que tiene en su memoria) se estendiese ante sus ojos como un nuevo hemisferio. “Todo lo que descubse el ojo armado del telescopio (por cjemplo, en la luna) 0 del microscopio (en los animalitos infusorios) esté visto poc nuestros metos ojos; pues estos medios dpticos no hacen Hegar al ojo més rayos de luz, ni més imagenes producidas por éstos que las que se habrfan pintado sobre Ia retina incluso sin estos instru- mentos artificiales, sino que se limitan a ampliarlas paca hacernos conscientes de ellas,—Exactamente lo mismo vale para las sensaciones det odo, evando el miisico toca con diez dedos y ambos pics una fantasia en el Grgano, al mismo tiempo que habla con alguien que se encuentra junto a él, lo que implica que, en pocos momentos, se despiesten en el alma una multitud de representaciones, para elegir cada una de las cuales se necesitd, ademis, un 2% emmanuel Kant juicio especial sobre su adecuacién, porque una sola pulsacién no conforme a la armonia seria percibids inmediatamente como una disonancia; y, sin embargo, cl conjunto resulta de tal suerte, que el masico que impro- visa libremente desearia con frecuencia haber conserva- do en notas mas de un trozo felizmente desarrollado pot 4, que no espera componer tan bien mis tarde, acaso poniendo toda su atencién. El campo de las representaciones oseurar es, pucs, cl mayor de todos en el hombre.—Pero como es un campo que s6lo deja percibir a éste en su parte pasiva, como juego de las sensaciones, su teoria pertenece exclusiva- mente a la Antropologia fisiolégica, no a la pragmitica, ‘que es la que propiamente interesa aqui. Jugamos frecuentemente, en efecto, con representa- ciones oscuras, y tenemos el interés de relegar a la sombra y susttaer a la imaginacién objetos queridos ono queridos; con mas frecuencia, empero, somos nosotros mismos un juguete de las representaciones oscuras, y nuestro entendimiento no logra salvarse de los absurdos en que su influencia le hunde, 2un cuando reconoce su Asi pasa con el amor sexual, en tanto no persigue propiamente el bien, sino el goce de su objeto. ;Cuinto ingenio no se ha derrochado siempre para arrojar un delgado cendal sobre aquello que es apetecido, mas hace ver al hombte en tan estrecho parentesco con el coman xgénero animal, que se agravia al pudor y las expresiones que lo mentan no pueden brotar en el trato social fino sin ir envueltas en flores, aunque con transparencia bastante para hacer sonreft! La imaginacion gustars aqui de pasear en Ia oscuridad, y seri menester siempre un arte no comin, sino se quiere, por evitar el cinismo, corret el peligro de incurrir en el ridiculo puritanismo. Mas pot otro lado somos también con bastante " 2 Nateqesy tuveucneia el juguete de representaciones oscuras que no aqueten slesaparecer aunque el entendimiento las ilumine. inv idir si colocar su tumba en el jardin y bajo la sombra ‘ly aun arbol, © en el campo y en un suelo seco, es con fircuencia un negocio importante para un moribundo; si Inv en el primer caso no puede esperar recrearse en una hell perspectiva, ni en el altimo tiene motivo para picvicuparse de un constipado cogido por la humedad. EL dicho de que el habito hace al monje vale en cierta edida hasta para el hombre sensato, Es cierto que el uso dice: «se recibe al huésped segiin su vestido y we le acompafia segin su entendimiento»; pero el enten- ‘luniento no puede impedis Ia impresién de representa- ‘ciones oseuras de una cierta importancia que hace una persona bien vestida, sino a lo sumo abrigar el propésito «le reetifiear mas adelante el juieio pronunciado provisio~ nalmente sobre ella Hasta se emplea una estudiada oscuridad, frecuente- mente con el éxito deseado, simular penetracion y profundidad; como los objetos vistos en el crepisealo oa través de una niebla se ven siempre mayotes de lo que son (a). El askétison» (oscurécelo) es el imperative de todos los misticos, para fingir mediante una artificiosa oscuridad atrayentes tesoros de sabiduria—Pero, en ), Por el contrario, visto a lad df diz, lo que es mas dato que ls objetos cireundantes parece ser bien mayor, por ejemplo, las medias blancas hacen las pantoralas mis gruesis que las negras: en ego en la noche, colocada sobre una alta Monta, parece set mayor dle lo que se encventes al cilevlat. Quizi se pueda expliar por aqui el ‘uayor timate aparente de la luna, igoalmente la en aparieneia mayor distancia de ae estrellas unas a oteas, cuando estan pronimas al hosizonte; pues cn ambos casos se nos presentan objctos brillantes que proximos al horizonte se ven a través de una eapa de aire que los Dscurece mis que altos en cl-ccl, lo que es oscuro se jurgs tambien ‘ne pequeto por obra de la lus exeundante. En el sico al Blanco seta, por ends, ais favorable para dat un disco negro con un ctculo blanco fen el medio que 2 la invers, »” Immanuel Kant general, un cierto grado de contenido enigmatico en una obra no es desageadable al lector; porque gracias a él se le hace sensible a éste su propia sagacidad para resolver lo oscuro en conceptos claros. DE LA DISTINCION E INDISTINCION EN LA CONCIENCIA, DE LAS PROPIAS REPRESENTACIONES $6 Aqueli conciencia de las propias representaciones que basta para diferenciar un objeto de otto, €s la CLARIDAD. Aquella gracias a la cual resulta clara también la compasicion de las representaciones, se llama DISTINCION, Esta diltima es la tinica que hace de una suma de representaciones un conocimiento: en éste, y porque toda composicidn acompafiada de conciencia supone a unidad de ésta y, por consiguiente, una regia de la composicién, se piensa un orden que impera en la multiplicidad. A la representacion distintz no puede oponérsele la cosfusa, sino que debe oponérsele mera mente la indstinta. Lo confuso tiene que ser compuesto; pues en lo simple no hay ni orden, ai confusién. sta tiltima es, pues, la causa de la indistinciin, no su definictn,- Yin toda sepresentaci6n de contenido milti ple o compleja, como es todo conmcimiento (porque para Este siempre se requieten la intuician y el concepto), deseansa la distinei6n en el orden con que se enlazan las sepresentaciones parciales, que conducen luego, 0 a una mera divisi6n légica (0 que afecta a la mera forma) en superiores y subordinadss, o primarias y secundarias, 0 a una divisidn rea/ en principales y adjetivas; mediante et cual orden resulta distinto el conocimiento.—Se ve bien que si la facultad de conocer debe Hamarse en general Nees 3 emtenbimiento (en a significacién mis amplia del término), fe Ina ele contener la facultad de aprebender las representa hones cladas, para producit la intuicién; Ia facultad de ubviracr ale 10 que es comin a varias, para producir el rumvpter y ka facultad de reflexionar, para producit el amu iniento del objeco. Sw alice de aquel que posee estas facultades en grado . que es una cabeza; de aquel a quien estin ‘ntoygulas en muy escasa medida [se dice en alemin], que ts wn pinee (porque necesita ser llevado siempre pot los is)j de aquel que tiene en su empleo hasta originali dla (en vistud de Ix cual produce por si mismo lo que Nshiaalmente hay que aprender bajo la direccién ajena), que es un genio 11 que no ha aprendido nada de aquello que es hevesurio aprender para saberlo, se dice un iguorante, si Ihuiese debido saberlo y quiere pasar por docto; pues sin ‘sia pretension puede ser un gran genio. Bl que no es apa de pensar por su cxenta, aun cuando pueda aprender fnuichas cosas, s¢ llama una cabeza estrecha (0. limita- thy. ~Se puede tener un rusto saber (o ser una miquina dle instruir a los demés, como se ha sido instruido), y, sin eanbargo, ser, con respecto al uso racional que se haga dlel saber historico que se tiene, muy Jinifado.—Aquel ‘que al manifestar en pitblico lo que ha aprendido delata cl yugo de la escuela (0 sea, falta de libertad para pensar por su cuenta), es el pedante; que puede ser, por lo demas, docto, ua’ soldado 0 incluso un cortesano. Entre éstos es el pedante docto el mis soportable en el fondo, porque de él se puede aprender; a la inversa, la meticulo- sidad en Jo formulario (la pedanteria) propia de los lilsimos no s6lo resulta indlil, sino ademas ridicula, a causa del orgullo que caracteriza inevitablemente al pedante, y que es en este caso el orgullo de un ignorant. El arte o mas bien In habilidad de hablar en sono cortés x Immanuel Kant ¥y mostrarse en general hombre a la moda, que, principal mente cuando se refiere a la ciencia, se llama erronéa mente detes de exposicidn, pues debiera decitse mis bien superficialidad palida, encubre la pobreza de espiritu de 1a cabeza estrecha. Pero solamente los nifios se dejan engafiar por ell. «Tu tambor (dice el quikero de Addison al oficial charlatin que va en el coche junto a él) €s un simbolo tuyo; suena porque est vacion! Para juzgar a los hombres por su facultad de conocer (cl entendimiento en general) se les divide en aquellos a quienes se debe attibuir sentido comin, que no cs por cierto espiritu vulgar, y en bombres de ciencia. Los primeros son los que conocen las reglas en los casos de aplicacioa (in cancrete); los otros, los que las conocen por ellas mismas y antes de su aplicacién (jn abstracto).—Se lama al entendimiento que cortesponde a la primera facultad de conocer el sano entendimiento humano (bos sent), al que corresponde a la segunda, una eabeza clara (ingenian berspicax).—Es notable que sea frecuente representarse €l primero, que es considerado habitualmente tan s6lo como una facultad prictica de conocer, no sdlo como ‘capaz de prescindir de la cultura, sino como siendo de tal suerte que ésta le resulta perjudicial si no se la leva bastante lejos; por dénde se lo encomia hasta la exagera- ibn y se le imagina como una mina de tesoros ocultos cen las profundidades del alma, y hasta a veces se declaran sus sentencias, como las de un oriculo (el genio de Socrates), mis seguras que todo cuanto una estudiada ciencia pueda sacar nunca a la plaza piiblica.—Tan cierto es que cuando el resolver una cuestién descansa en las reglas universales e innatas del entendimiento (cuya " Joxe Addison (1672-1718), conocido stiico y moralista inglés. La frase citada en el texto encugntraseen la revista por dl editada en I7U1= 12. The Spectator, nim. 132 (K) 3 Yon gia waren se Hama talento natural), ¢s mis inseguro jawear en: torno principios estudiados y artificiosamente sntablecidos (cl saber adquitido), para decidirse de acuer- tla can ellos, que dejarse llevar por cl impulso de los wviles que yacen entre las tinieblas del alma, lo que se jwalria lamar el facto Jégico; en que la reflexion se jexenta el objeto por muchos lados y da un resultado Juve, sin Hegar a ser consciente de los actos que se fyeeutan en el interior del alma. Pero el sano entendimiento tinicamente con respecto 1 tos objetos de la experiencia puede probar esta su nuperioridad, no s6lo para aumentar por medi de la ex- Jeriencia sus conocimientos, sino para ensanchar la ‘experiencia misma, bien que no en sentido especulativo, sino meramente en el empitico-practico. Pues en aquél necesita de principios cientifieos @ priori; mientras que en este puede haber experiencias, esto cs, juicios, que la prueba y el error verifiquen continuamente, DE LA SENSIMIELDAD EN OPOSICION AL ENTENDIMIENTO. Con respecto al estado de las representaciones, mi mente, 0s activa y muestra poscer una farultad, 0 es pasiva y consiste en una receptividad. Un conocimiento tencierra en si ambas cosas juntas, y la posibilidad de tenerlo lleva el nombre de fuciliad de conocer por tomarse a la parte mis noble del mismo, a saber, aquella actividad de la mente que une las representaciones o as separa. ‘Las reptesentaciones con respecto a las cuales la mente se conduce pasivamente, 0 sea, por las cuales ¢s afertado 3 Jnvmanuel Kan cl sujeto (que puede afectarse a si mismo o ser afectads por un objeto), pertenecen a la facultad del conocimien: to sensible, mientras que aquellas que encierran un mero acer (el pensat) pertenecen a la del conocimiento intelec taal, Aquélla se lama también la facultad del conoci micnto superior; ésta, la inferior (a). Aquélla tiene el caricter de la pasividad que es propia del sentido interno de las sensaciones; ésta, €l de la espontaneidad que es propia de la apercepcidn, esto es, de la pura conciencia de la acci6n que constituye el pensar y pertenece a la Légica (que es un sistema de las reglas del entendimien- to), asi como aquélla pertenece a la Psicologia (que es un inventatio de todas las percepciones internas sometidas « leyes naturales) y funda Ia experiencia interna. ‘Nota,—El objeto de la representacién que no encicrra mis que €] modo de ser yo afectado por él, sélo puede set conocido por mi en la forma en que se me aparece, ¥ toda experiencia (o conocimiento empirico), la interna ‘no menos que la externa, se limita a ser un conocimiento de los objetos en la forma en que se nos apareien, 0 segtin son (considerados por si solos). Pues no se debe meramente a ta naturaleza del objeto de la representa (@)_Poner Ie ses mramente ca a indsinci de ls epre- sctaciony att pr cian en dnc, de roo ura cvision meramente forma! (tes) de a concent, ea lg de i ral (peicoldgies), que Ho. conccine mernmente la ota de ens, ino tambien as Contenido, Fue un gran cer dein seul de Tele el er td pes even mere ea at (la de clara els repreentaciones pails), por consguienes ‘nln indisincion, ls natraens de le epresentacion iececeals por el en la distincon; tienes gue agus cx, co telah algo iv ago gus hay yu ata ndnpenablaere sans pss produit un conocimiento. Laibar fue propiamente el clpuble Pree incline ala eeacl platonic, ai Ta easter decal res incectuals pura, fanaa, lamdat iden, las canes se encom: tn eye aina Mimi, enplemente ocular acon uys descomposicion e dumaciin por is stencion, exclstvament “cheriamos ef conocioviento de los chjetos como aon en sf mismo seed 38 inn, sino a la del sujeto y su seceptividad, la indole de ta Intuicidn sensible a que sigue el pensar el objeto (cl tumcepto de éste). Ahora bien, la estructura formal de ais receptividad no puede tomarse a su vez a los srutilos, sino que tiene que ser dada (como intuicin) « frmri, esto es, tiene que ser una intuicion sensible que mubsista aun cuando se deje a un lado todo lo empirico Wolo lo que encierre una sensacién), y este elemento lurival de la intuieidn es en la experiencia interna el frempo Dor ser la experiencia un conocimiento empirico, mas tequeriese para el conocimiento (por descansar sobre iwicios) la reflexion, por ende, In conciencia de la idad que sintetiza lo multiple de la representacién ‘an una regla de unidad, esto es, el concepto, y el pensar en general (que es distinto del intuir), se divide la coneiencia en discursira (que, como es ligico. por dar Ia rela, tiene que ir delante) e intuit; Ia psimesa (Ia pura apercepcion de la accion del propio espiritu) es simple. 11 yo de la reflexién no encierra en si nada miiltiple y es en todos los juicios siempre uno y el mismo, porque es ineramente este clemento formal de la conciencia, mien- tras que, por el contrario, la experiencia interna encierra el lemento material de la conciencia y fa multiplicidad de intuicion empirica interna, el yo de la aprebensién (por consiguiente una apercepcion empirica). Yo, en cuanto set pensante, soy, sin duda, un sujeto uno y el mismo conmigo en cuanto ser sensible; pero en cuanto objeto de Ia intuicién impirica interna, esto es, en cuanto soy afectado intesnamente por sensaciones que se cha en el tiempo, simultdneas 0 sucesivas, sein sean, silo me conozco como a mi mismo me aparezco, no como una cosa en si misma. Pues depende de la condicién del tiempo, que no es un concepto del entendimiento (por ende, no mera espontancidad); por % Immanuel Kw conniguinte, de una condicin con rexpecto a a eu facultad de Ia representacion es pasiva (y pertenece a li recepevided). “De agui gue mediante Ir experienc interna nunca me conozca sino como a mi miseno me aparezco, afirmacion que se retuerce Frecuentemente de un modo maligno, hasta que quiere decie: me pare simplemente (mili videri) que tengo ciertas representacio nes y sensaciones; en general, que existo.- -E parecer es Ik base de un juicio ett6neo partiendo de causas subjet! vas que se tienen falsamente por objetivas; pero. la apariencia no es un juicio, sino la mera intuieién empiri ca, que por obra de la reflexion y del concepto del entendimiento que nace de ella se convierte en experien- cia interna y con ello en verdad. ! tomar cominmente los psicblogos por sindnimos los términos de sentide interna y de apercepeién, sin consi- derar que sélo el primero indice una conciencia psicolé- sgica (aplicada) y que ef segundo indica meramente una conciencia logica (pura), ¢s la causa de estos errores, Mas la afirmacién de que mediante cl primero slo podemos conocernos como nos aparecemns a nosotros. mismos es evi- dente desde el momento en que consideramos que la aprehensién de las impresiones del sentido interno supo- ne una condicién formal de la intuicion interna del sujeto, a saber, el tiempo, que no es un concepto de! entendimiento 'y por ende no vale sino como una condiciba subjetiva bajo la cual se nos dan las sensacio- nes internas conforme a Ia naturaleza del alma humana, © sea, que no nos da a conocer ésta como es el objeto en _Esta nota no pertenece propiamente a la Antropolo- gia. En ésta son los fenémenos unidos segin las leyes del entendimiento, experiencias, y no pregunta en abso- luto por el modo de representarse las cosas segiin son éstas sin tener en cuenta su relacién a los sentidos (o sea, x eu at ines as); pues esta investigacién pertenece a la |, que es a quien toca tratar de la posibilidad isl conocimiento a priori. Pero era necesatio remontar tn lejos, siquiera para impedir los golpes que se dan las taliezs especulativas con respecto 2 esta cuesti6n.—Co- inn, por lo demas, el conocimiento del hombee por ve la experiencia interna, porque el hombre juzga Mesut ne i jyran parte a los demas conforme a él, es de gran Inportancia, pero al par de una dificultad acaso mayor que el juzgar rectamente sobre los demas, pues el que nacrita su interior, ficilmente, en lugar de limitarse a Iilwetvar, introdice cosas extraiias en la conciencia de si Inlsmo; por todo esto es aconsejable y hasta necesario piper por los ferdmenos observados en si mismo, y tinivamente pasar més tarde a afirmar ciertas proposicio- ten que afeetaa a Ia naturaleza humana, esto es, a la speriencia interna APOLOGIA DE LA SENSIBILIDAD §8. M entendimiento todos le testimonian todo tespeto, camo ya lo muestra el nombre que se le da de facultad lel conocimiento superior; quien quisiera loarlo sevia hjeto de la misma burla que aquel orador que pedia et clopio de la virtud (stulte! quis unquam vituperavit!). Peo la sensibilidad tiene mala fama, Se dice mucho mal de ella, pot ejemplo: 1) que confide a ta facultad de la representacién; 2) que leva la voz cantante ¥ que, deta swinra, cuando slo debia ser servidera del entendimiento, cs testaruda y dificil de dominar; 3) que llega incluso 2 inary cue con respecto a ella nunca se esti bastante subre aviso.—Mas por otra parte no le faltan tampoco 38 Immanuel Kaw Panegiristas, principalmente entre los poetas, y las gente Aes, que no elo cream epee Y me eae parle de los Conceptos del entendimieno, sino iue_justamente en ella y en que los conceptos im, debictan ser descompuestos con tha meticulons coda, Sh S05 Partes integrantes, ponen lo rizaoso (la plenitul lc Pensamiento) © io enfético (lo imptesionante) del jenguaje y To enidnte (Ia laminosidad en la concieneia) de las representaciones, al par que declaran sencillamente Pobreza la desnudez del entendimiento (a). Pero no Aecesitamos aqui de un pancgirista, sino sélo de un ahogado que responds a un acusador Lo que hay de pasivo en Ia sensibilidad, sin Bodaes evitro, es propiamente In enusa ie rede imal que se dice de ella, La interna perfeccién del hombre omiste en que tenga en su poder el uso de todas sus fcultades, para someterlo a su libre albedri. Mas para = Se tees que reine el enendincn, sin debiitar empero la sensibilidad (que es en si plebs ue no pies, porque sin cl haben sete gee ser trabajada para uso del entendimiento lepislador, DEFENSA DE LA SENSIBILIDAD CONTRA LA PRIMERA ACUSACION, §9. Los sentidos no confunden. ; fon. A quicn Aa aprebendido, aungue 10 bya todavia ordeado wna masiipicuded dada, no see (8) Como aqui solo se habla dee Fee ae yy 8 kad de conocer y, por tanto, sn Go del senna er stn ab teria nade ds a presence Ace ide epi a deren te eo ee SeMeamber dee inacim pace el espacio y deb epee apie » wile decir que confunde. A las percepciones de los entices. (fepresentaciones empiricas con conciencia) slo puede amérselas fendmenos internas. El entendimien- 40, que viene después, y las une conforme a una regla del [wwatr (que introduce orden en lo miltiple), es quien hace ie ellas un conocimiento empirico, esto es, una experien- th. Kin el entendimiento que descuida sus obligaciones vats, pues, la responsabilidad, si juzga descaradamence, unites de haber ordenado conforme a conceptos. as teprescataciones sensibles, y lnego se queja de la confu- sion de éstas, cuya culpa viene a caer sobre la naturaleza nensible del hombre. Este keproche alcanza tanto 2 las inluncadas quejas por la confusion de las representacio- thew externas, cuanto a la de las internas, achacada a la wensibilidad. Jats representaciones sensibles son ciertamente ante- flores a las del entendimiento y se presentan formando wui_masa, Pero tanto mas rico en contenido es el tesultado, cuando el entendimiento viene después con su icin _y su forma intelectual, ¢ introduce en la cia, por ejemplo, expresiones rigarasas para el convepto, enfiticas para el sentimiento y representaciones intercsantes paca la determinacién de Ia voluntad.—La riqueza que le presentan de una (en masa) al entendimien- to los productos del espirita en la oratoria y la poesia, le punen sin duda con frecuencia en estado de perplejidad accrea de su uso racional, y el entendimiento incusre a enudo en confusion acerca de si debe separar y hacer dlistintamente todos los actos de la reflexion que ejecuta en realidad, pero sélo entre tinieblas. Mas la sensibilidad ‘nu Gene en esto culpa alguna, sino que es antes bien imérito suyo haberle oftecido al entendimiento una materia rica en contenido, comparados con la cual los conceptos abstractos de aquél sélo son frecuentemente miseros oxopeles.. a Immanuel Ks DEPENSA DE LA SENSIBILIDAD CONTRA LA SEGUNDA ACUSACION $10. Los sentidos no mandan sobre el entendimiento. Mi bien se limitan a ofrecerse al entendimiento, para qui éste disponga de ellos en su servicio. Bl que no quieran que se desconozca la importancia que les corresponde, principalmente en lo que se llama el sentido comén, nv, puede apuntirseles como arrogante pretension de domi nar sobre el entendimiento. Sin duda hay juicios a quienes nose hace comparecer formalmente ante el tribunal del entendimiento para que sean juzgados por éste, 0 que, por ende, parecen dictados inmediaramente por el sentido. Juicios semejantes enciertan las llamada ‘ocurrencias o inspiraciones (como aquellas que Socrates atribuia a su genio). Se da por supuesto en estos juicios que el primero que se formula sobre lo que sca justo y prudente hacer en un caso dado, es cominmente tam- bin el reefo, y que con la reflexién no se hace mas que complicarlo antificiosamente. Pero tales jucios no prove- den de hecho de los sentidos, sino de efectivas, aunque oscuras consideraciones del entendimiento.—Los seati- dos no tienen en este punto ninguna pretension y son como el pueblo, que cuando no es populacho (ignobile tulgus), se somete gustoso a su soberano, el entendimien- 0, peto quiere ser oido. El admitir la existencia de juicios y evidencias procedentes inmediatamente del sentido interno (sin mediacién del entendimiento), to- mando a aquél pot soberano y a las sensaciones por juicios, es una pura exaltaciin que tiene cexcano parentes- co con la perturbacién de los sentidos. asap a HHUENSA DE LA SENSIBILIDAD CONTRA LA TERCERA ACUSACION gu. Jus swutidos no engoian, Esta proposicion rechaza el eproclie mas importante, pero, asimismo, bien mirado, Wide mane que se hace a los sentidos; y esto, no porque iw neutidos juzguen siempre rectamente, sino porque no jweyan nunca; razon de que el error pese siempre vatlusivamente sobre el entendimiento.—Sin embargo, Hivele a éste la apariencia sensible (species, apparentia), iw pura justificarse, al menos para disculparse, diciendo {que al hombre le acaece frecuentemente tomar lo subjeti- ‘yo de su representacién por lo objetivo (Ia torse lejana, pa que no #e angulos, por redonda; el mar, cuya parte mas Teyana Hega a sus ojos por medio de rayos de lux mas altos, por més alto que ta orilla (altwm mare); 'a luna lena, que ve al salir por el horizonte a través de un aite vuporoso), aunque Ja percibe desde ¢} mismo Angulo visual, por més lejana, y en consecuencia por mayor que tvando aparece alta en el cielo, y asi, en general, el Jrwimeno pot la experiencia; con lo cual incurre en un fertor, mas por culpa del entendimiento, no de los wentidos. Una censura que la Légica lanza contra la sensibilidad cs ésta: reprochar al conocimiento en la forma en que es promovido por ésta, superficalided (individualidad, lizsi- lucidn a lo singular); mientras que, por el contratio, al catendimiento, que se dirige a lo general, mas precisa- mente por ello tiene que contentarse con abstracciones, le alcanza e! reproche de seguedad. La exposicion estética, cuyo primer requisito es el caricter popular, toma un imino por el que pueden evitarse ambos yerros. 2 Inman! fm DBL PODER EN CUANTO A LA FACULTAD DE CONOW1s EN GENERAL $12. EI parigrafo anterior, que ha tratado de una pseu facultad 0 de lo que ningin hombre puede hacer, nm Neva a dilucidar los conceptos de lige y pesado {lens rave), que a la letra solo significan en aleman constine ciones y fuerzas corpareas, pero que por cierta analogs vienen a significar, como en latin, lo fuctble(Javle) y bv relativamente na factible (difficile); pues lo apenas factibl © considerado en ciertas situaciones y eitcunstancias como subjetivamente no factibe por un sujeto que dude del grado en que posea la Facultad requerida para hacerlo La ligereza en bacr algo (promptitudo) no debe confun dlirse con la hebilided para las mismas operaciones (babi ‘ao La primers significa un cetto grado dela faelind mecinica: «querer es poder», y designa una porblide a, esto es, el Arbito 0 un cierto grado de ta voluntad que se adquiere por el uso frecuentemente repetido dela eae sauerer porque lo manda el deberr. De agi jue no pueda explicarse la sirtud diciendo que es la babitdad para ls aeciones juste y tbr, poesenecnecs fuera un mero mecanismo de aplicaci6n de una facultad sino que Ja virtud es aquella fortaleza moral en el cumplimiento del deber que jamis se convertira en habito, sino que brotara siempre de la manera de pensat por modo totalmente nuevo y originatio, Lo ficil se opone a lo dificil, pero con frecuencia bien a lo pesado. Facil es para un sujeto aquello para {o que hay en él facultades francamente superiores 4 las ‘weteas que requicre emplear un acto. gQué mis ficil que Advtogebor 6 con as formulas de las visitas, felicitaciones y wv aQué, sin embargo, mis gravoso para un atareado? Son amistosas vejaciones de que todo el itn clesea cordialmente librarse, aunque por otra fintte oe tenga el escriipalo de chocar contea el uso atabtevi, Cisintas vejaciones no hay en los usos exteriores pleats cuenta de la religibn, mas en realidad debidos a [ns cosas cei, onc lou gue © pone lo meiiiorio de la piedad justamente en el no servir para mals y en el mero someterse los creyentes a dejarse Iatuliar pacientemente por medio de ceremonias y teylis, penitencias y mortificaciones (cuantas més, tanto niin); sin embargo, de que estas prestaciones persona~ fen ticnen que resultar sin dda mecdnicamente faces (por- ue en ellas no hay que sacrificar ninguna’ inclinacion Vicivsa), mas para el ser racional meralmente muy gravosas pesadas—De aqui que cuando el gran educador moral lel pueblo dijo: «mis mandamientos no son dificiles», no quis seguramente decir que bastarin emplear escasas fuerzas para cumplirlos. pues de hecho estos manda- mientos que requieren la pureza de intenciones del corazin son lo mas difleil de todo cuanto se puede mandar; y, sin embargo, son para un ser racional Infinitamente mas ficiles que los mandamientos de un atarcado no hacer nada (gratis anbelare, malta agendo nibi ere}, como eran aquellos que habia instituido el judais- mo; pues lo mecinicamente facil lo siente el varén rizonable como cien veces més dificil, al ver que el esfuerzo gastado no aprovecka pare nada. Hacer ficilmente algo dificil es un mvérito; pintarlo como ficil, cvando uno mismo no es capaz de hacetlo, es tun engaio. Hacer lo,que es ficil caress de mérite. Los métodos y las miquinas, y en éstas Ia divisién de los trabajos entre distintos artifices (trabajo fabril), hacen cs Immanuel Kans ficiles muchas. cosas que seria dificil hacer con In propias manos sin otros instrumentos Svialar dificultades antes de indicar el modo de llevar 4 cabo la empresa (como, por ejemplo, en muchas, investigaciones de la Metafisica), puede, sin duda, inti midar, pero es, sin embargo, mejor que ocudtarlas. El que tiene por ficil todo cuanto se propone es un hombre Jrivolo. Aquel a quien todo cuanto hace le sale ficilmente 8 diestro, asi como aquel cuyos actos delatan esfuerzo es, torpe—La conversacién es un simple juego en que todo tiene que set fécil y salir ficilmente. De donde que-lo que habia en ella de ceremonia (la rigide7), por ejemplo, el despedirse solemnemente después de un banguete, se haya suprimido como cosa a la antigua. El estado de 4nimo con que las personas emprenden tun negocio es diverso segiin la diversidad de los tempe- ramentos. Unos empiezan llenos de dificultades y preo- ‘cupaciones (los melancélicos), en otros es la esperanza y el dipurar ficil Ia ejecucién Io primero que les viene al pensamiento (los sanguineos). Pero equé pensar de la eélebre sentencia de los hombres enérgicos, que no esti meramente fundada en el temperamento, querer es poder? Pues que no es mas que una altisonora tautologias en efecto, lo que se quiere por ‘mandato de la propia razén moral imperativa, se debe hacer, por consiguiente se puede hacer (pues la razon no mandara nunca lo imposible). Mas habia hace algunos afios unos necios que se jactaban de otro tanto en sentido fisico y se proclamaban capaces de trastornar el mundo, pero su raza se ha extinguido hace tiempo. Por iltimo, el acostambrarse (consuetudo), 0 €l que sensaciones exactamente de la misma especie, cuando duran largo tiempo sin cambiar, aparten la atencién de los sentidos y se llegue a ser apenas conscientes de ellas, hace sin duda facil soportar el mal (lo que luego se hones 45 lahanente con el nombre de una virtud, la paciencia), reins Lambién mds afi! Ia coneiencia y el recuerdo del Hien reeibido, lo que conduce coménmente a Ia ingeati- tuul (jue es un verdadero vicio) Pers a habituacion (assuetado) es una nccesidad fisica inten de seguir procediendo de la misma manera que we lu procedido hasta el momento. La habituacién quita Inelusie a las buenas acciones su valor moral, precisamen~ ie prt suprimir la libertad del espititu y conducir encima 4s la wepeticién iaconsciente del mismo acto exactamente (nyomonia), con lo que se hace ridicula. Las muletillas ie uno se habitiia (frases para Henar meramente el yeio «del pensamiento), hacen que el oyente esté sin tesar preocupado por tener que oir una y otra ver la fhneeita y convierten al orador en una mquina parlante a causa del movimiento de repugnaneia que la ubnuacién de otra persona suscita en nosotros es que se ve slemasiado el animal en el hombre, que se deja guiar mntintioamente por ta tegla de la habituacion como por nies naturaleza (no bamana) y corre peligro de entrar (am el beuto en una y la misma clase. Sin embargo, jpuden ciertas habituaciones producirse deliberadamente ¥ tolerarse, a saber, cuando la naturaleva rehisa su ayuda AV libre albedrio, por ejemplo, el habituatse en la vejez a tuna cierta hota de comer y beber, a una cierta cualidad y eantidad de lo que se come y bebe, o bien 2 una cierta Iwora de dormis, basta tomarse paulatinamente mecéai- ax; pero esto’ solo. vale por excepcian yen caso weesario, Por lo regular debe rechazarse toda habitua- 46 Immanuel how DEL JUGAR ARTIFICIOSAMENTE CON LA APARIENG SENSIBLE, 13, La ofuscacién de que las tepresentaciones de los semi dos hacen objeto al entendimiento (praetigiae) puede ser natural 0 attficial, y es ya ihsion (iltasio), ya engan rans). Aquella ofascacion que fuerza a tener algo pot real sobre la base del testimonio de los sentidos, an cuando ef mismo sujeto con su entendimiento lo declara imposible, se llama ofuscaén de tos sentidas (practice) La ilusiin es aquella ofuscacién que sigue aun sabiendo gue el presunto objeto no es real.—Este juego det espirita con Ia apatiencia sensible es muy rato y entretenido, como, por ejemplo, el dibujo en perspectiva del interior de un templo, o como Rafael Mengs dice del cuadro de la Escuela de los Peripatéticos (me parece que de Correggin): aque cuando se los mita latgo tiempo, Parece que andany; 0 como una escalera pintada del Ayuntamiento de Amsterdam, con una puerta medio abierta, que induce a todos a subir por ella, ete. Engaiie de los seatidos, por el contrario, lo hay cuando fan pronto como se sabe qué es lo que pasa con cl objeto, cesa inmediatamente tn apatiencia. Tales son los juegos de prestidigitacién de todas clases—Un vestide cuyo color resulta favorable al rostto, engendra una ilusi6n; los afeites son un engaio. La primera extravia, el segundo chasquea.—De aqui viene también que no se puedan soportar las erfatuas de figuras humanas o anima. les pintadas de los colores naturales; pues engaiian en e1 | Bl eaudro aludido no puede ser otro que le Evaela de Atenay, de Rafael (no de Coneggio). La frase eitads por Kant a0. be logis fencontrarla Klpe en as obras de R. Menge, (V') Anneli ” Wtv, induciendo a tenetlas por vivas, tantas veces como lin inopinadamente a la vista Tn face (fascinato), hallindose en un estado de @pltitu por lo demas sano, es una ofuscacién de los fetes de ls qu se die que no sobreviene oe urales; porque el juicio que dice que un objeto (0 una preniedad Se fl) et, si se aplca lt atencion, alterna lesistiblemente con el jucio que dice que no es (o que es he v1ra manera) —o sea que el sentido parece contrade- ¢lixe 2 si mismo; como un pajato que revolotea contra el tapcjo en que se ve él mismo, y tan pronto tiene su Imaen por un pajaro real como no la tiene. Este jugar tum las personas hasta que 1 confian en sus propios sentides fencuéntrase principalmente entre aquellos que son fuer temente atacados por una pasion. Al enamorado que, sciin Helvecio , vio en los brazos de otro a su amada, pudo ésta, que se Jo negaba rotundamente, decirle dlnfiel, ya no me quieres, porque crees més lo que ta ves tie lo que yo te digos—-Mas groseeo, 0 al menos mas tmcivo, ero engano que cometian los vides los massnesianos, los mesmerianes y OtF0s supuestos nigro- las pobres mujeres ignorantes que pretendian poder micer algo sobrenatural, y todavia en este siglo no se habia extirpado por completo la fe en su existencia (a). © Be Pape ep. 2 ; 2 Jaan fost Cussose WI2TATI), prroco casio. dee Suna sic itnono como exrcsta ambi ene Sur de Aeris, bas ‘Sener ps uo fide Fang eer Citas 1815, ea tn. prinaplo igaknente tdlogo eto, doses Scuocer como invent Gt nto mgactoms acimal CHS) Neon 0 we covion Dare neon oe ole aco ‘ncrowos para, cso eae ls medion, por os aos 1776 “SO tro de ene (9 ago sans de Bai ai i ev siglo imesopad como tengo or el fue Sobre ano 4 Immanuel Kan Parece que el sentimiento de asombro ante algo inaudi tiene en si mismo mucho de incentivo para el hombre debil; no s6lo porque se le absaa de pronto. nuevas perspectivas, sino porque se le promete librarle de ln necesidad, para él gravosa, de emplear la razén y hacerse, por el contrario, igual a los demas en la ignorancia, DE-LA PURA APARIENCIA MORALMENTE PERMITIDA, $14, Los hombres son, en general, cuanto mis civilizados, tanto mas comediantes; toman la pura apariencia de la afeccion, del respeto a los demas, de la modestia, det desinterés, sin engafiar con ello a nadie, porque cada uno de los dems, con tal que no se apunte particularmente a 4, esté conforme, y esti también muy bien que asi suceda en el mundo. Pues al haber personas que repre- senten este papel, acaban por ir despertindose realmente fas virtudes cuya pura apariencia se limitan aquéllas a fingie durante un cierto espacio de tiempo, y Hegan a influis en el caracter.— Pero el engafar al engafiador que hay en nosotros mismos, las inclinaciones, es a su vez un yo os teu por mi or de tcendon ue ext mere ‘ran ua eps lca yo eu pt ha de fs

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