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La neurociencia busca explicar un problema cotidiano

¿Qué pasa en el cerebro cuando olvidamos las contraseñas?


Pistas científicas para comprender por qué cuesta recordar las claves del e-mail o
el home banking. Algunos consejos que pueden ayudar a ejercitar la memoria: comer
bien, dormir mejor y realizar actividad física.

noticias científicas de la UNQ


2 de junio de 2022
La neurociencia busca explicar olvidos cotidianos, como los de las claves de
accesos a correos y home banking. (Fuente: AFP)
La neurociencia busca explicar olvidos cotidianos, como los de las claves de
accesos a correos y home banking.. Imagen: AFP
Se sabe que el olvido es algo innato al ser humano, y que es un suceso tan habitual
como el recuerdo. Sin embargo, se conoce muy poco sobre lo que sucede en el cerebro
cuando lo que se olvida son cosas tan cotidianas e importantes como las contraseñas
para acceder al correo electrónico y al home banking o las llaves para entrar a la
casa. ¿A qué se deben los fallos menores en la memoria, tan comunes en todas las
edades? “Muchas veces no es que nos olvidamos de las cosas si no que no somos
capaces de evocarlas. Es decir, adquirimos una información la cual se codificó y
almacenó correctamente, pero después tenemos problemas”, explica a la Agencia de
noticias científicas de la UNQ la bióloga Malen Moyano, becaria del Conicet en el
Laboratorio de sueño y de memoria del Instituto Tecnológico de Buenos Aires.

¿Por qué ocurre? Las memorias no se almacenan independientemente unas de otras,


sino que constituyen una amplia red de asociación. Por lo tanto, al evocar una
memoria se puede favorecer la evocación de una memoria relacionada o se puede
inhibir otra.

Moyano lo ejemplifica de esta manera. “Cuando creamos un correo electrónico


personal con una contraseña asociada, la información de esta contraseña se adquiere
y almacena correctamente en nuestro cerebro. Supongamos que una semana después, en
nuestro trabajo nos dan un correo electrónico laboral para el cual creamos otra
contraseña diferente, dicha información también se adquiere y almacena
correctamente”, apunta. Luego continúa con su razonamiento: “Tenemos dos memorias
diferentes pero que comparten claves (ambas son contraseñas, ambas tienen tanto
números como letras y ambas las ingresamos desde la computadora). Un día, accedemos
a nuestro correo electrónico personal sin ningún tipo de problema, pero cuando
ingresamos a nuestro correo electrónico laboral, escribimos la contraseña y nos
salta el mensaje de error, sucesivas veces. ¿Cómo puede ser, si el día anterior
ingresé sin problemas a mis dos correos electrónicos?, se pregunta”.

Lo que ocurre es que, al evocar nuestra contraseña personal en primer lugar, se


interrumpe momentáneamente la evocación posterior de la contraseña laboral. Y es lo
que se conoce como “olvido inducido por evocación”. Y completa la explicación: “Si
luego de un tiempo (media hora, por ejemplo) volvemos a intentar ingresar a nuestro
correo electrónico laboral, vamos a poder hacerlo sin problemas”.

Según la becaria de Conicet, otra situación que puede ocurrir es que al querer
ingresar la contraseña personal, se ingresan números o letras pertenecientes a la
contraseña laboral (recibiendo el mensaje de error también, y pensando que nos
olvidamos de nuestra contraseña). “Esto se debe a que al evocar una memoria dada,
simultáneamente podemos evocar ítems de memorias relacionadas y puede interferir
con la expresión de la memoria de interés, en este caso la contraseña personal. El
fenómeno se denomina interferencia simultánea en la evocación”, detalla.

¿Cómo funciona la memoria?


Existen dos tipos de memoria: de corto y de mediano plazo. La primera se usa para
almacenar datos inmediatos, como, por ejemplo, el nombre de una persona que se
conoce recientemente. Su capacidad es limitada. La segunda sirve para tareas que
requieren más concentración o esfuerzo, como un examen o algo que se hace de forma
cotidiana.

“Desde la neurociencia, la información que adquirimos se almacena en nuestro


cerebro a través de cambios en las conexiones entre las neuronas”, dice Moyano.

En ese sentido, para estudiar la memoria se puede dividir en fases: la primera,


llamada “adquisición”, se trata de la codificación de información (por ejemplo,
sensorial) en circuitos neuroquímicos. En esta etapa, la memoria se encuentra en un
estado lábil, vulnerable, es decir, la información codificada puede perderse; para
que persista en el tiempo, tiene que estabilizarse. La segunda fase de la memoria
se denomina “consolidación”, y consiste en el pasaje de un estado lábil a uno
estable. Esta estabilización no es inmediata, sino que puede durar horas. La
tercera fase, conocida como “evocación”, representa la recuperación de la
información previamente almacenada.

Moyano aclara que, dentro de la memoria de largo término, se puede hacer una
distinción, dependiendo de la participación del hipocampo, en la adquisición de la
memoria. “La memoria que depende de la integridad hipocampal, se denomina memoria
declarativa e incluye todos los tipos de memoria que implican en nosotros un
proceso consciente, mientras que las memorias no declarativas pueden adquirirse sin
la participación del hipocampo y se refiere a los tipos de memoria implícitos o
inconscientes”, describe.

Si bien esta es la clasificación que se utiliza hasta el momento, estudios actuales


muestran que se pueden adquirir y evocar memorias declarativas de forma subliminal,
es decir, información que ingresa de forma inconsciente.

Consejos para no olvidar


Una buena memoria es la consecuencia de buenos hábitos. En ese sentido, los
especialistas recomiendan algunas cuestiones que pueden ayudar a ejercitarla. Por
ejemplo, prestar atención a lo que se hace, ya que se requieren, al menos, ocho
segundos de concentración sostenida para transferir algo a la memoria; usar todos
los sentidos, enfocarse en lo básico y asociar la nueva información con cosas ya
conocidas, también puede ayudar. Otras claves son comer mejor, dormir bien y
realizar actividad física, ya que existe relación entre esto y la actividad
cerebral. Una alimentación rica en ácidos grasos omega-3; dormir entre siete y ocho
horas diarias mejora la memoria; en tanto la actividad física, también oxigena el
cerebro.

Con todo, olvidar cosas tan comunes y cotidianas no siempre es malo: es un signo
del buen funcionamiento de la memoria. Prueba de ello es el mensaje de un cuento de
Jorge Luis Borges, Funes el memorioso, que relata la historia de un hombre con una
memoria prodigiosa, capaz de recordar todas las experiencias y acontecimientos de
su vida pasada. Esto era un verdadero infierno para Funes, ya que interfería en su
capacidad de pensar y razonar. Por fortuna, el cerebro humano no es tan poderoso.

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