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UNIVERSIDAD NACIONAL DE RÍO CUARTO

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS


DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN INICIAL

MÚSICA (6840)
Responsables: Brizuela, Nilda- Marioli, Marcela- Giusiano, Fabián

Apunte de Cátedra.

PRODUCCIÓN- PROPAGACIÓN- PERCEPCIÓN DEL SONIDO

INTRODUCIÓN
En nuestra vida cotidiana utilizamos frecuente mente el término “sonido” y de manera intuitiva
creemos tener una idea del fenómeno al que referimos cuando lo empleamos. Nuestra capacidad
de percibir sonidos nos conecta con nuestro entorno desde el vientre materno. A diferencia de la
visión, el oído no tiene parpados, y por lo tanto es más dificultoso cancelar o suspender
voluntariamente la percepción de los sonidos. Hemos naturalizado tanto la audición que rara vez
atendemos a tan complejo fenómeno.

Para definir el concepto de sonido comenzaremos por repasar algunas definiciones:

“Sensación experimentada cuando llegan al oído las ondas


producidas por determinados movimientos vibratorios” (Olazabal,
1954)

“Disturbio que se propaga por un material elástico, causa una


alteración de presión o un desplazamiento de las partículas del
material que pueden ser reconocidas por una persona o por un
instrumento”
(Beraneck, 1961)

“El término sonido se aplica a una sensación definida y específica que


asociamos con el estímulo del oído, y también la causa externa de la
sensación” (Wood, 1944)

“El sonido es una sensación, es decir, un fenómeno subjetivo. Su causa


es una vibración material que se propaga en un medio elástico;
también se llama sonido a las vibraciones que dan origen a las
sensaciones sonoras” (Gribensky, 1951)

“Perturbación por compresión que viaja a través de un material, de


tal manera que pone en movimiento el tímpano humano, dando lugar
a la sensación de audición” (Bueche, 2001)

Como se observa en las definiciones, a pesar de las diferencias que existen entre ellas, el sonido
es abordado como una conjunción de dos fenómenos:

1. un fenómeno subjetivo: una sensación definida y específica, una experiencia asociada con un
estímulo;

2. un fenómeno físico: un movimiento ondulatorio externo al sujeto que percibe, una vibración
material que se propaga en un medio elástico que puede engendrar una sensación auditiva.

De acuerdo con el primero de estos modos de definirlo, el sonido es una sensación, una
modificación global de la actividad o del comportamiento del organismo, ligada a la intervención
de un sistema sensorial específico: el auditivo, que incluye el oído y las vías nerviosas por las
cuales el estímulo se transmite a las centros rectores de la conducta del ser vivo. Esta sensación
suele ser definida, como un proceso neurofisiológico. Pero perceptiva y cognitivamente, es un
proceso mucho más complejo. El sonido constituye una experiencia de oír.

¿Es el sonido, entonces, un campo de estudio exclusivo de la psicología? Si bien el sonido es una
sensación, es necesario determinar que, como toda sensación, tiene un correlato con un
fenómeno exterior al sujeto que percibe. Es decir, es generada por un fenómeno físico al cual
nuestros sentidos (en este caso, el oído) se encuentra expuesto. Para ser percibido como sonido,
este fenómeno físico, que consiste en un movimiento ondulatorio de variaciones de presión del
aire, debe tener ciertas características. El estudio de estas características del movimiento
ondulatorio y de su producción, corresponden al campo de la física.

La disciplina que se ocupa de estudiar el sonido en sus diversos aspectos es la Acústica.


Etimológicamente la palabra acústica viene del griego AKOUEIN que significa oír. Puede definirse
el fenomeno acústico como la generación, transmisión y recepción de energía bajo la forma de
ondas vibracionales en la materia.
Para comprender el proceso sonoro debemos estudiar los fenómenos que ocurren desde que el
movimiento vibratorio se genera hasta que ocurre una sensación en el oyente. Las etapas de
dicho proceso sonoro son tres1:

1. Producción: determinación de un movimiento oscilatorio de un cuerpo sonoro

2. Propagación: comunicación del movimiento que pasa de una molécula a otra


sucesivamente en un cuerpo intermediario

3. Percepción: Producción de una sensación

El estudio de la producción y la propagación del sonido corresponden al campo de la física


(acústica física), en tanto que el estudio de la percepción corresponde al campo de la psicología
de la percepción (psicoacústica).

1
Algunos autores postulan cinco etapas en el proceso sonoro: Producción: generación del movimiento de
un cuerpo sonoro; Radiación: comunicación del movimiento al medio de propagación; Propagación:
movimiento ondulatorio a través del aire o cualquier otro cuerpo elástico; Difracción: transmisión en el oído
a los nervios auditivos por procesos mecánicos; Percepción: sensación.
PRODUCCIÓN DEL SONIDO
Movimiento Oscilatorio

Un sonido se produce cuando un cuerpo elástico es puesto a oscilar por una fuerza externa.
Cuando sobre un cuerpo no ejerce acción ninguna fuerza externa a él, su estado de movimiento
es de reposo. Es decir, la sumatoria de todas las fuerzas que actúan sobre ese cuerpo es igual a
cero.

Para determinar un movimiento en el cuerpo es necesario que actúe sobre él una fuerza externa,
pero esto no es suficiente para que ese movimiento sea del tipo que genera sonido. Cuando un
cuerpo recibe la acción de una fuerza externa puede realizar un movimiento rectilíneo uniforme o
acelerado, pero este tipo de movimiento no genera sonido.

El único movimiento de un cuerpo que puede generar sonido es el que en la física se denomina
movimiento oscilatorio. Se denomina movimiento oscilatorio a aquel en el cual un cuerpo es
deformado en la misma dirección pero en sentidos opuestos de manera alternada y periódica.
Ejemplos simples de movimiento oscilatorio son el del péndulo de un reloj, una hamaca o un
elemento pesado colgado de un resorte que se mueve hacia arriba y hacia abajo (sistema masa-
resorte).

Además de la fuerza externa que pone al cuerpo en movimiento, para que exista oscilación deben
actuar fuerzas internas (es decir provenientes del mismo cuerpo) que lo aceleran en sentido
opuestos. Nos detendremos en el análisis de tales fuerzas.

Cuando una fuerza externa inicial se aplica a un cuerpo, este es deformado, es decir, todos los
puntos de ese cuerpo se desplazan en el sentido y la dirección en que fue aplicada la fuerza. Este
desplazamiento macroscópico del cuerpo se denomina elongación. Al máximo desplazamiento, es
decir, a la máxima distancia que se separa el cuerpo de su posición de equilibrio, se la denomina
amplitud de desplazamiento.

Fig. 1. La línea de puntos representa la posición del cuerpo en


equilibrio. La fuerza externa inicial (representada por la flecha)
deforma el cuerpo sacándolo de su posición de equilibrio
Cada vez que un cuerpo es sacado de su posición de equilibrio acumula energía potencial elástica,
de la misma manera que cuando estiramos un resorte o una banda elástica. Este proceso pone de
manifiesto una de las fuerzas internas del cuerpo que se denomina fuerza de retroceso.

Esta fuerza se opone a la deformación y tiende a devolver el cuerpo a su posición de equilibrio. La


fuerza de retroceso depende una propiedad del cuerpo llamada elasticidad (k) entendida aquí
como rigidez, o capacidad de un cuerpo de recuperar su forma original luego de haber sido
deformado. Cuanto más elástico sea un cuerpo, mayor será la fuerza de retroceso que genere
cuando se deforme, y mayor será su capacidad para volver a su estado de reposo.

Fig. 2. Por acción de la fuerza de retroceso el cuerpo retorna a su


posición de equilibrio

Una vez en su posición de equilibrio, la fuerza de retroceso deja de actuar, pero el cuerpo no se
detiene sino que sigue su movimiento en el mismo sentido que le induce la fuerza de retroceso.
Esto se debe a que los cuerpos poseen inercia que se opone a los cambios en el estado de
movimiento del cuerpo. La inercia puede definirse como aquella capacidad de los cuerpos para
permanecer en un mismo estado de movimiento. Un cuerpo quieto tienda a permanecer quieto
mientras que un cuerpo en movimiento tienda a permanecer en el mismo estado de movimiento.

Fig. 3. Por acción de la inercia el cuerpo continúa moviéndose y se


deforma nuevamente
La inercia depende directamente de la masa del cuerpo. Los cuerpos con mayor masa tienen más
inercia que aquellos que tienen menor masa.

Por la acción de la inercia el cuerpo se deforma nuevamente pero en el sentido opuesto a la


primera deformación. No obstante, esta nueva deformación genera una nueva acumulación de
energía (fuerza de retroceso) que tiende a regresarlo a su posición de equilibrio.

Fig. 4. La fuerza de retroceso mueve al cuerpo a su posición de


equilibrio, pero esta vez, en sentido contrario a la primera
deformación

Cuando el cuerpo retorna a su posición de equilibrio luego de estas dos deformaciones ha


cumplido lo que se denomina un ciclo porque ha retornado a su posición de equilibrio luego de
deformarse en los dos sentidos que admite esa dirección. Desde luego, el cuerpo no se detiene
sino que vuelve a deformarse, por acción de la inercia, en el mismo sentido en que lo deformó la
fuerza externa inicial y el proceso se repite sucesivamente.

Fig. 5. Nueva deformación por inercia. Así comienza el segundo


ciclo de este movimiento oscilatorio
De esta manera, el movimiento oscilatorio continuaría indefinidamente si no actuara alguna
fuerza que lo detenga. Lo que detiene gradualmente el movimiento oscilatorio es la fuerza de
frotamiento que depende de las características del medio en el que se encuentra el cuerpo que
oscila. Cuando un cuerpo oscila en un medio como el aire (que también es material y elástico)
transfiere parte de su energía a las partículas del aire que lo rodean. Pero este “choque” con sus
moléculas genera fricción o frotamiento que transforma la energía del movimiento (energía
cinética) en calor. Al ir transformando su movimiento en calor, la oscilación del cuerpo tiene cada
vez menor amplitud. Este fenómeno se conoce con el nombre de oscilación de amplitud
amortiguada. La fuerza de frotamiento siempre es opuesta al movimiento.

Para representar el movimiento oscilatorio se utiliza un esquema en cuyo eje horizontal se ubica
la variable tiempo (t) y en el eje vertical la amplitud de desplazamiento (A)

Fig. 6. Representación de un ciclo del movimiento oscilatorio. La


línea horizontal que representa el tiempo, está ubicada (en el eje
vertical) sobre la posición de equilibrio del cuerpo.

En resumen, para que exista sonido debe existir un cuerpo (material y elástico) que realice un
movimiento oscilatorio. Para que ello suceda deben actuar sobre dicho cuerpo cuatro fuerzas, dos
de ellas externas al cuerpo (fuerza externa inicial: que inicia el movimiento deformando el
cuerpo; fuerza de frotamiento: que detiene el movimiento transformándolo en calor) y dos
fuerzas internas (fuerza de retroceso: devuelve el cuerpo a su posición de equilibrio, depende de
la elasticidad; inercia: deforma el cuerpo, depende de la masa)

La interacción ordenada de estas cuatro fuerzas genera movimientos oscilatorios con diversas
magnitudes que debemos conocer:

Ciclo: como se dijo anteriormente, un ciclo del movimiento oscilatorio se completa cuando el
oscilador realiza dos pasajes sucesivos por el mismo punto y en el mismo sentido. Durante un
ciclo, el cuerpo que se desplaza, pasa una sola vez por todos los estados de movimiento antes de
volver al estado inicial.
Período (T): es la duración de una oscilación completa o ciclo. Es el tiempo que transcurre entre
dos pasajes sucesivos del cuerpo por un mismo punto y en el mismo sentido. Cuanto mayor es la
elasticidad del cuerpo, menor el período y más “corta” la oscilación; cuanto mayor es la masa,
mayor es el período y más “duradera” la oscilación.

Fig. 7. Período: tiempo que dura la realización de un ciclo de la


oscilación

FRECUENCIA (f): es una medida para indicar el número de repeticiones de cualquier fenómeno o
suceso periódico en una unidad de tiempo.

Para calcular la frecuencia de un evento, se contabilizan un número de ocurrencias de tal evento


durante un intervalo temporal, luego estas repeticiones se dividen por el tiempo transcurrido.

En sonido, se denomina frecuencia al número de ciclos por unidad de tiempo, tomando al


segundo como tal. Se mide en ciclos por segundo (cps), hetz o hertzios2. Cuanto mayor es el
período, o sea la duración del ciclo, más baja es la frecuencia y viceversa. La frecuencia es la
inversa del período.

La frecuencia es directamente proporcional a la elasticidad (K) del cuerpo e inversamente


proporcional a su masa (m). Esto es, a medida que aumenta la elasticidad del cuerpo aumenta su
frecuencia de oscilación, y a medida que aumenta la masa del cuerpo disminuye su frecuencia de
oscilación.

2
Según el Sistema Internacional, el resultado se mide en hercios (Hz), en honor a Heinrich Rudolf Hertz. Un
hercio es aquel suceso o fenómeno repetido una vez por segundo, 2 Hz son dos sucesos (períodos) por
segundo y así sucesivamente. Otras unidades para indicar la frecuencia son revoluciones por minuto (rpm) y
radianes por segundo (rad/s). Las pulsaciones del corazón o el tempo musical se mide como golpes por
minuto (bpm, del inglés beats per minute).
El período y la frecuencia de un cuerpo elástico dependen del cuerpo mismo y no de las
condiciones de perturbación.

Fig. 8. Movimientos oscilatorios con diferente período, y por lo


tanto, diferente frecuencia. En el mismo intervalo de tiempo, el
primer movimiento realiza dos oscilación, el segundo solo una, y el
tercero, más de tres.

AMPLITUD (A): la amplitud de desplazamiento es la distancia máxima que un cuerpo se aparta de


su posición de equilibrio. La amplitud de desplazamiento del oscilador depende de la magnitud de
la fuerza externa inicial. Si al cuerpo se aplica una mayor fuerza para ponerlo a oscilar, este se
deformará más, y, por lo tanto, su amplitud de desplazamiento será mayor. La relación entre la
fuerza externa y la amplitud de desplazamiento es lineal. Es decir, que si la fuerza es nula, la
deformación es nula, y si la fuerza se duplica, se duplica la deformación.

Se dice que el cuerpo mantiene un comportamiento elástico cuando luego de la aplicación de una
fuerza externa que lo deforma, el cuerpo recupera totalmente su forma original.
En algunos casos en los que la magnitud de la fuerza externa inicial es demasiado grande, se
pierde esta relación lineal entre la fuerza externa y la amplitud de desplazamiento. El cuerpo no
recupera totalmente su forma original y sufre deformaciones permanentes. En este caso, se dice
que la fuerza externa ha superado el límite elástico del cuerpo y este comienza a tener un
comportamiento plástico.

Si la magnitud de la fuerza externa es aún mayor y alcanza para afectar la cohesión entre sus
partículas, se supera el límite plástico y el cuerpo se rompe.

Fig. 9. Representación de la amplitud de desplazamiento del


oscilador

La fuerza de frotamiento hace que la amplitud de desplazamiento de un cuerpo no sea constante


sino que vaya disminuyendo paulatinamente.

Fig. 10. Movimiento oscilatorio amortiguado o de amplitud


amortiguada
MODOS DE OSCILACIÓN

Hasta ahora, para simplificar el análisis, hemos considerado el movimiento oscilatorio como
una sinusoide, o senoide. Se la denomina así porque, matemáticamente, deriva de la función
trigonométrica seno. Físicamente, esta forma de onda corresponde a las oscilaciones más
sencillas o simples.

Fig. 11. Oscilación simple o sinusoidal

Fig. 11. Oscilación simple o sinusoidal

Pocos sistemas son tan simples como para oscilar senoidalmente, el más conocido es el
péndulo. En el campo de la música, el diapasón de horquilla produce un sonido casi
puramente sinusoidal. Un silbido también es casi senoidal, pero prácticamente ninguno de los
sonidos naturales que percibimos a diario corresponden a ondas simples o sinusoidales. La
inmensa mayoría de los sonidos son complejos como el de la figura 12.

Fig. 12. Movimiento oscilatorio complejo

El matemático francés Fourier3 ha demostrado que toda movimiento periódico de cualquier


frecuencia, por complicada que sea su forma, puede ser descompuesta en una suma de

3
Fourier, Joseph (1768-1830), matemático francés nacido en Auxerre y formado en el monasterio de Saint-
Benoîtsur-Loire. Enseñó en la Escuela Normal (1795), donde había estudiado, y en la Escuela Politécnica de
París desde 1795 hasta 1798, en que se unió a la campaña de Napoleón en Egipto. Después de volver a
Francia, en 1802, publicó un importante material sobre las antigüedades egipcias, y fue hasta 1815 prefecto
del departamento de Isère. Fue nombrado barón por Napoleón en 1808. En 1816 fue elegido miembro de la
movimientos sinusoidales. Cada una de estas oscilaciones senoidales que componen un
sonido complejo se denominan parciales y se originan gracias a la coexistencia de varios
modos de oscilación simultáneos que presenta el cuerpo. Cada uno de los parciales tiene una
amplitud determinada

Fig. 13. Movimiento oscilatorio complejo originado por la sumatoria de oscilaciones simples

En la figura 13a se observan tres ondas sinusoidales que, sumadas, darían origen a una onda
compleja como la de la figura 13b. Cada una de las oscilaciones simples separadas constituyen
los parciales de la oscilación compleja.
Ahora bien, ¿cómo estas ondas simples se suman para dar origen a una oscilación compleja?
Decíamos que cuando un cuerpo es sacado de su posición de equilibrio se pone a oscilar en su
frecuencia propia, que depende de su masa y elasticidad. Dicha frecuencia se denomina
frecuencia fundamental (f) del cuerpo (Figura 14a). Pero al mismo tiempo, dentro del cuerpo

Academia de Ciencias y en 1827 de la Academia Francesa. Su fama proviene de sus trabajos sobre
matemáticas y sobre física matemática. En su tratado Teoría analítica del calor (1822), empleó unas series
trigonométricas (series de Fourier) mediante las cuales las funciones discontinuas pueden expresarse como
la suma de una serie infinita de senos y cosenos. Amplió con éxito estos procedimientos al estudio analítico
del calor.
oscilante se generan ondas transversales (ver propagación) que se propagan por el mismo
hasta encontrar un nodo (punto de cero oscilación) en el cual se reflejan.

Fig. 14. Partición del cuerpo oscilatorio (cuerda) que da origen a los parciales o diversos modos de oscilación

Tomemos como ejemplo a la cuerda de un instrumento: cuando la cuerda es pulsada oscila en


su frecuencia fundamental (f) y a la vez, se generan ondas transversales dentro del cuerpo de
la cuerda que se propagan del centro hacia sus extremos y se reflejan en los puntos fijos que
la sostienen. Cuando estas ondas vuelven hacia el centro de la cuerda, se interfieren
generando un nuevo nodo (Figura 14b). Mediante este nodo, la cuerda se divide en dos partes
iguales, cada una de las cuales tiene la mitad de la masa que tiene la cuerda completa. Como
la frecuencia es inversamente proporcional a la masa, al dividir la cuerda por la mitad, la
frecuencia de estas oscilaciones parciales es del doble de la frecuencia fundamental (2f). Todo
esto sucede en milésimas de segundo.
Las ondas siguen propagándose a lo largo de la cuerda formando otros nodos que la dividen
en tres partes que oscilan con una frecuencia 3f (Figura 14c), en cuatro partes que oscilan con
una frecuencia 4f (Figura 14d), y así sucesivamente. Todos estos modos de oscilación no son
sucesivos, sino simultáneos: la cuerda oscila al mismo tiempo en todos ellos; y cada modo de
oscilación parcial tiene una amplitud propia.
La información sobre el conjunto de las frecuencias que contiene un determinado sonido y sus
respectivas amplitudes constituyen lo que se denomina el espectro del sonido (Figura 15).
Fig. 15. Espectro de un movimiento complejo armónico

En el eje horizontal del gráfico están representadas las frecuencias parciales que componen el
sonido; el eje vertical corresponde a la amplitud. Nótese que cada parcial oscila con una
amplitud propia independiente del resto.
Si dos instrumentos musicales debidamente afinados ejecutan la misma nota, producirán una
oscilación fundamental de la misma frecuencia, y, sus parciales, estarán también ubicados en
las mismas frecuencias. Lo que hace que ambos instrumentos “suenen diferente” es la
amplitud relativa de cada uno de sus parciales. Estas amplitudes relativas dependen del
mecanismo de excitación del cuerpo y dan origen a formas de onda distintas.
En la figura 16 se muestra el espectro de la misma nota musical (LA -1) con una fundamental
de 220Hz (la misma que en la figura 15) pero ejecutada por otro instrumento.

Fig. 16. Espectro de movimiento complejo armónico

Si nos detenemos en las frecuencias de las oscilaciones parciales notaremos que todas son
múltiplos enteros de la fundamental y esto se debe, como ya dijimos, a la disposición
equidistante de los nodos que dividen el cuerpo oscilante.
Este tipo de espectros que poseen sus parciales en relación de múltiplos enteros respecto de
la fundamental se denominan espectros armónicos. Es por ello que sus parciales se
denominan parciales armónicos o, en algunos casos, simplemente armónicos.
Los espectros armónicos son propios de los instrumentos musicales de cuerda o de viento, de
la voz humana, etc.
Existen otros instrumentos musicales, como los de percusión, que poseen placas o
membranas que oscilan de manera irregular, y, por lo tanto, sus parciales oscilan en
frecuencias que no están en relación de múltiplos enteros con la fundamental. El espectro que
genera este tipo de sonidos se denomina espectro inarmónico (figura 17).
Fig. 17. Espectro de movimiento oscilatorio inarmónico

Cada uno de los parciales, además de tener una amplitud determinada, tiene una evolución
temporal específica que determina su permanencia y su extinción en el tiempo.

Tanto los espectros armónicos como los inarmónicos pertenecen a la categoría de espectros
discontinuos o discretos. Se los denomina de esta manera porque poseen oscilaciones en
frecuencias específicas, de manera tal que entre cada parcial existe un rango de frecuencias
en el cual no hay oscilaciones. Es decir, no tienen oscilaciones en todas las frecuencias sino
sólo en frecuencias específicas. Pero existe otro tipo de sonidos que poseen un espectro
continuo en el cual se manifiestan oscilaciones es todas las frecuencias que componen un
rango determinado. Estos sonidos son comúnmente llamados ruidos.

Si mantuviésemos constantes las coordenadas de los gráficos anteriores (la frecuencia


representada en las abscisas y la amplitud en las ordenadas), un espectro continuo se
graficaría como en la figura 19
Fig. 19. Espectro continuo

Como se observa existen oscilaciones en todo el rango de frecuencias comprendido por la


línea superior denominada línea espectral, con diferentes amplitudes para todas ellas.
Algunos ejemplos de este tipo de sonidos son el ruido de fondo de un casette, el sonido del
mar, el ruido que se emite al pronunciar la letra “s”, “f”, “j”, o simplemente al soplar.
Por oposición a los espectros discontinuos, los ruidos son clasificados como aperiódicos. Las
variaciones de las magnitudes de los sonido periódicos se repiten al cabo de determinado
tiempo (período), pero en los ruidos no es posible identificar el patrón de repetición.
Existen dos tipos de ruido que tienen importancia específica en acústica: el ruido blanco y el
ruido rosa. El primero se caracteriza por tener una densidad espectral constante, es decir,
igual amplitud para todas las frecuencias (Figura 20a). El nombre de ruido “blanco” proviene
de realizar una analogía con la luz blanca que contiene todos los colores del espectro con la
misma intensidad.
El ruido rosa, en cambio, posee mayor amplitud en las bajas frecuencias (Figura 20b) (de allí
que se lo llame “rosa” porque las frecuencias más bajas, en la luz, corresponden al color rojo)

Fig. 20. a. Espectro de ruido blanco b. Espectro de ruido rosa

PROPAGACIÓN DEL SONIDO


Movimiento Ondulatorio

Como se afirmó anteriormente, el sonido es una sensación. Para que exista sonido, la energía que
produce un cuerpo oscilante debe transferirse o propagarse en el espacio y, eventualmente,
excitar un sistema capaz de traducirlo en una sensación. Ese sistema lo constituyen nuestro oído y
sistema nervioso central.
El movimiento oscilatorio, que se estudió anteriormente, genera una perturbación en el medio
que lo rodea. El medio tiene la característica de poder cambiar su estado cuando es perturbado y,
mediante este cambio, transportar la energía de la perturbación. Para ello, el medio de
propagación debe poseer características análogas a las de oscilador (esto es, debe ser material y
elástico)

En síntesis, cuando hablamos de la propagación del sonido, hacemos referencia a la propagación


de una perturbación que comienza en un punto y se transporta a puntos remotos de un medio
material y elástico.

El medio de propagación puede ser un gas (como el aire), pero puede ser también un líquido o un
cuerpo sólido. Para el sonido, al menos en los casos que son de nuestro interés práctico, la
mayoría de las veces el medio (material y elástico) es el aire.

Todo medio de propagación está compuesto por partículas en equilibrio dinámico. Que sea
dinámico significa que las partículas no se encuentran quietas; y que estén en equilibrio significa
que, si no hay nada que lo perturbe, posee una cantidad de partículas relativamente estable por
unidad de volumen, es decir, están distribuidas de manera uniforme en el espacio.

Cuando un cuerpo oscila dentro de un medio de propagación, perturba el equilibrio dinámico del
medio.

Tomaremos como ejemplo al oscilador del capítulo anterior (cuerda) y como medio de
propagación al aire. Cuando el oscilador no está oscilando, es decir, mientras permanezca en
estado de equilibrio (figura 21.a), el aire a su alrededor no es perturbado, las partículas que lo
componen se encuentran en equilibrio dinámico. La presión normal del aire en ese momento es
igual a la presión atmosférica.

Cuando el oscilador recibe una fuerza externa y se desplaza en su mismo sentido agrupa las
partículas de aire que están frente a él (Figura 21.b). Como la presión del aire está determinada
por la cantidad de moléculas que hay por unidad de volumen, cuando las partículas de aire se
agrupan, hay un incremento en la presión normal. A este estado se lo denomina estado de presión
incremental o estado de compresión.
a b
Figura 21. a. Oscilador en estado de reposo, no hay perturbación del aire. Las partículas que rodean
al oscilador se encuentran en equilibrio dinámico. b. el cuerpo se desplaza en un sentido agrupando
las partículas y aumentando la presión en ese lugar.

Al haber más partículas en un mismo espacio, aumenta la presión del aire. Como el medio de
propagación es material y elástico, al igual que el oscilador, cada vez que es perturbado, tiende a
volver a su posición de equilibrio. Las partículas comprimidas alivian la presión transfiriendo su
energía a las partículas próximas (Figura 22).

Figura 22. La zona que aparece más oscura es aquella en la que las partículas se encuentran
comprimidas. De esta manera la energía de la perturbación se transporta a través del medio de
propagación

Las partículas del medio, al igual que el oscilador, se mueven alrededor de su punto de equilibrio.
Una vez que ha sido comprimida, transfiere la energía a la partícula contigua y de esa manera
vuelve a su estado normal de compresión. Mientras mayor sea la intensidad de la fuerza inicial
que origina el movimiento oscilatorio, mayor será el desplazamiento del oscilador (amplitud de
desplazamiento) y mayor será la presión que soporten y transporten las partículas de aire
(amplitud de presión).
Cuando el cuerpo se desplaza en sentido opuesto desagrupa las partículas de aire, es decir,
tendremos menor cantidad de moléculas de aire por unidad de volumen que la normal (Figura
23.b). A este estado se lo denomina descompresión o enrarecimiento.

a b
Figura 23 a. Luego de la compresión, el oscilador vuelve a su estado de reposo (por acción de la
fuerza de retroceso) iniciando la descompresión de las partículas hasta llegar al estado de presión
normal. b. por acción de la inercia el oscilador continúa moviéndose en sentido opuesto al
movimiento inicial. Sigue descomprimiendo el aire hasta llegar a un estado de presión negativa o de
descompresión.

En la propagación no se transportan las partículas. Lo que se transporta es la energía de una


partícula a la siguiente.

Cada vez que el oscilador realiza una compresión de aire, se genera un frente de onda. En el aire,
las perturbaciones viajan a 345 metros por segundo (m/s). Por lo tanto, un segundo después de
generarse, el frente de onda se encuentra a 345 metros del oscilador. En el transcurso de ese
segundo, el oscilador sigue realizando su movimiento oscilatorio (entre 20 y 20.000 veces en el
caso del sonido) y generando con cada oscilación un nuevo frente de onda.

Si tomamos como ejemplo una oscilación de 600 Hz (600 ciclos por segundo) que se propaga en el
aire sin obstáculos: un segundo después de generarse la primera compresión, ese primer frente
de onda se encontrará a 345 metros del oscilador. Pero en ese mismo tiempo, se generaron otros
599 frentes de onda que se encuentran distribuidos a lo largo de esos 345 metros. Para conocer la
distancia que existe entre un frente de onda y otro basta realizar la siguiente operación simple:

345/600 = 0,575 m

Si, en lugar de 600 Hz, la oscilación tuviese 7.500 Hz:

345/7.500 = 0,046 m
La distancia entre los frentes de onda
sería menor, porque en el mismo
tiempo, se están generando más
cantidad de frentes de onda que se
distribuyen en los mismos 345 metros.

La distancia entre dos frentes de onda


se denomina longitud de onda (Figura
25) y se representa con la letra griega
lambda (λ).

También se puede definir a la longitud


de onda como la distancia mínima entre
dos puntos del medio que en un
instante dado tienen el mismo estado de
presión; o la distancia que recorre la
perturbación en un período (tiempo de
producción de una oscilación o; tiempo
comprendido entre la producción de un
frente de onda y el frente de onda
siguiente)

En un mismo medio, las perturbaciones


se alejan siempre a la misma velocidad
del oscilador Por lo tanto, mientras más
frecuentes sean las perturbaciones,
menor será la distancia entre una y otra:

A mayor frecuencia, menor longitud de


onda

La longitud de onda (λ) también


depende de la velocidad del sonido (C)
porque si la velocidad de propagación es
mayor, cada frente de onda se alejará
más rápidamente del oscilador durante
el tiempo que tarde en generarse el
frente de onda siguiente:

A mayor velocidad de propagación,


mayor longitud de onda.

En los medios de propagación líquidos o


sólidos, el sonido se propaga con mayor
velocidad que en el aire. La velocidad de propagación del sonido en el agua es de 1.493 m/s
aproximadamente dependiendo de la temperatura, la densidad del medio, y, en el caso de los
líquidos, la salinidad. En los sólidos la velocidad es aún mayor: en el acero supera los 5000 metros
por segundo6.

Figura 25. Longitud de onda. Representación gráfica de una onda. En el eje vertical, amplitud de
presión (p); en el eje horizontal, distancia (d) generalmente expresada en metros

La longitud de onda puede consignarse como la distancia mínima entre dos puntos del medio
que en un instante dado tienen el mismo estado de presión, por lo tanto puede medirse entre
dos valles sucesivos, dos crestas sucesivas, etc.
Cuando representamos una onda sonora, en el eje vertical consignamos la presión de aire. La
compresión de las partículas de aire es directamente proporcional a la amplitud de
desplazamiento del oscilador que genera la onda.
A mayor amplitud de desplazamiento del oscilador, mayor amplitud de presión de la onda
Por ejemplo, si la cuerda de una guitarra es pulsada con mucha fuerza (Fuerza Inicial), oscilará
con mucha amplitud y la onda que genere tendrá también mucha amplitud presión.
PERCEPCIÓN SONORA
Altura - Sonoridad – Timbre

Cuando intentamos aclarar lo que entenderíamos por sonido nos encontramos con diferentes
definiciones dentro de las cuales nos inclinamos por aquellas que sostienen que el sonido es
una sensación generada por un fenómeno físico de carácter ondulatorio (ondas: variaciones
de presión) que a su vez tienen origen en un movimiento oscilatorio de un cuerpo material y
elástico. Según esta definición, los fenómenos oscilatorios y ondulatorios son condición
necesaria pero no suficiente para generar sonido. Sólo habrá sonido cuando dichos
fenómenos físicos cumplan con determinadas características que le permitan generar una
sensación en un oyente.
Este es, pues, el campo de estudio de de la psicoacústica, una disciplina que se encuentra
encabalgada entre la acústica (campo de la física) y el estudio de la percepción (campo de la
psicología).

Por pertenecer a una cultura de la imagen visual, siempre nos resulta más fácil aprehender
conceptos abstractos mediante una analogía visual. Nos valdremos de este recurso para
comenzar (y sólo para comenzar) a abordar el tema de la psico-acústica.
Cuando percibimos visualmente un objeto cualquiera, recibimos información en forma de
ondas electromagnéticas (luz) que es traducida por nuestros órganos oculares en impulsos
nerviosos que nuestro cerebro puede “interpretar”.
Nuestro cerebro distingue algunas características de toda la información que recibe. De esta
forma podemos identificar, por ejemplo, los colores. Las diferentes longitudes de onda que
llegan al ojo generan diferentes sensaciones que identificamos como azul, rojo, blanco, etc.
Otra característica perceptiva permite diferenciar el azul “claro” del azul “oscuro”
(luminosidad) o el amarillo “suave” del amarillo “fuerte” (saturación)
De esta manera ordenamos y clasificamos las sensaciones que nuestro sistema nervioso
central genera a partir de algún fenómeno físico que nuestros órganos sensitivos reciben. Este
proceso de clasificación de las sensaciones es un proceso psicológico pero tiene un correlato
de orden físico.
De la misma forma, el sonido es una sensación provocada por un fenómeno físico, y las
características de dicha sensación, también dependen de manera “más o menos directa” de
las características físicas de las ondas que llegan al oído.
Nuestro sentido audición es capaz de distinguir tres características de la sensación sonora.
Decir esto es lo mismo que afirmar que nuestra percepción le asigna tres cualidades a las
perturbaciones (ondas sonoras) que llegan a nuestro oído: Altura (o Tono), Sonoridad y
Timbre.

Altura o Tono
La altura es una característica subjetiva del sonido que nos permite distinguir entre sonidos
graves o bajos y sonidos agudos o altos.
La altura de un sonido depende casi exclusivamente1 de la frecuencia de las vibraciones (y por
lo tanto, de la longitud de las ondas que llegan al oído). Los sonidos de frecuencia baja se
perciben como más graves mientras que los de frecuencia alta son más agudos.
No es suficiente un fenómeno físico para agotar la definición de sonido. En el espacio que nos
rodea existen muchos fenómenos ondulatorios, pero no todos ellos pueden generar una
sensación sonora. Para ello deben cumplir ciertas características. Una de estas características
está dada por la frecuencia con que los frentes de onda (compresiones de aire) llegan a
nuestro tímpano. Nuestro oído sólo se ve afectado por aquellos movimientos ondulatorios
que tienen una frecuencia que esté comprendida entre los 20 Hz y los 20.000 Hz. Este rango
de frecuencias se denomina campo audible tonal.
Los movimientos ondulatorios que poseen una frecuencia inferior a los 20 Hz se denominan
infrasonidos. Estos movimientos no se perciben con el oído pero sí mediante el sentido del
tacto (siempre que tengan determinada intensidad). Los movimientos ondulatorios que tienen
una frecuencia superior a los 20.000 Hz se denominan ultrasonidos. A pesar de que tampoco
son percibidos auditivamente, tienen un gran número de aplicaciones, por ejemplo en el
campo de la medicina.
De todas formas, la relación entre la frecuencia y la altura no es lineal sino logarítmica: ante
dos sonidos de distintas frecuencias el oído no distingue la diferencia (resta) de frecuencia
sino la relación (cociente) entre ambas. Esto es: para el oído humano, existe el mismo
intervalo de altura entre un sonido de 150 Hz y de 300Hz que entre un sonido de 300 Hz y otro
de 600Hz. En el primer caso, entre ambos sonidos existe una diferencia en frecuencia de
150Hz:
300 – 150 = 150
Mientras que en el segundo caso la diferencia es de 300Hz
600 – 300 = 300
Sin embargo, en ambos casos la razón o relación entre los sonidos es de 2: 1.
300 / 150 = 2 y 600 / 300 = 2
El oído es sensible a la relación entre las frecuencias de los sonidos, por lo tanto, existe la
misma “distancia” en altura entre un sonido de 50 Hz y uno de 100 Hz; que entre un sonido de
1000Hz y otro de 2000 Hz; que entre uno de 7500 Hz y uno de 15000 Hz…

Justamente esta relación 2:1 constituye lo que en terminología musical se conoce como
intervalo de octava (que se da cuando un sonido tiene el doble o la mitad de frecuencia que
otro). Este intervalo se considera el más perfecto luego del unísono (dos sonidos de la misma
frecuencia)2.
La totalidad de los sonidos audibles entre 20 Hz y 20 KHz cubre alrededor de 10 octavas.
En el cuadro siguiente, en la primera columna desde la izquierda se observan las frecuencias
del campo tonal audible ordenadas de manera lineal. En la columna de la derecha, las
frecuencias del campo tonal audible ordenadas de manera logarítmica por octavas, de manera
similar a como las percibe el oído humano.
Convencionalmente se dividió el campo tonal en tres grandes grupos: sonidos graves (20 a
1000 Hz), medios (1000 a 5000 Hz) y agudos (5000 a 20000 Hz). Pero esto es sólo un acuerdo
que se utiliza en el campo de la electroacústica y la música, ya que, como se ha aclarado, los
sonidos no son graves o agudos per se. Un sonido de 15000 Hz (que corresponde al rango de
frecuencias consideradas agudas) es grave comparado con uno de 18000 Hz o 19720 Hz.
La voz humana está comprendida entre las frecuencias de 80 Hz (bajos extremos) y 1150 Hz
(sopranos ligeras)3; entre los instrumentos musicales, el piano utiliza el rango de frecuencias
entre 27 y 4150 Hz. La nota más alta del píccolo (flautín) tiene una frecuencia de 4752 Hz. El
órgano de tubos utiliza casi todo el campo auditivo tonal ya que va de los 16, 5 Hz a los 16700
Hz4.
El límite superior de las frecuencias audibles disminuye con la edad, y los ancianos son poco
sensibles a los sonidos más agudos. Este defecto se denomina presbiacusia.
La sensibilidad en atura del oído es tan fina que permite diferenciar cerca de 300 sonidos por
cada octava en las alturas medias y alrededor de 1800 sonidos en la totalidad del campo
audible tonal.

Sonoridad
La sonoridad es una característica subjetiva de los sonidos que nos permiten distinguir los
sonidos fuertes de los débiles.
La sonoridad de un sonido depende de dos magnitudes físicas de las vibraciones: la intensidad
y la frecuencia.
Cuando estudiamos el oído humano dijimos que el meatus tiene una frecuencia propia de
aproximadamente 2.500 Hz y por lo tanto actúa como resonador de banda ancha para las
frecuencias comprendidas entre los 2000 y 3000 Hz. Por ello, como el oído amplifica los
sonidos de estas frecuencias, es necesario que tengan menos intensidad para ser percibidas
con la misma sonoridad que otras frecuencias que están fuera de ese rango. En síntesis, el
oído es más sensible a las frecuencias comprendidas entre los 2000 y 3000 Hz.

En la figura 1 se observa en el eje vertical el nivel de presión sonora expresado en dB y en el


eje horizontal las frecuencias comprendidas dentro del campo tonal. La línea curva inferior
tiene una marcada depresión a medida que se acerca a las frecuencias medias, lo cual indica
que para percibir estas frecuencias con la misma sonoridad (igual de fuerte) que otras, es
necesaria menos cantidad de energía.

Figura 1
Curvas de Fletcher y Munson

La sensibilidad del oído o sensibilidad auditiva se expresa por el valor del umbral de
audibilidad, que es la intensidad más débil en la que se puede oír un sonido para cada una de
las frecuencias del campo tonal. Según la figura 1, el umbral de audibilidad para los sonidos
con frecuencia de 50 Hz está en los 50 dB, para los sonidos de 300 Hz está en 15 dB y para los
10000 en poco menos de 10 dB. En estos casos, para obtener el nivel de presión sonora (NPS)
no se tomó como referencia (0 dB) la presión atmosférica sino el umbral para un sonido de
1000 Hz. Pero como el oído es aún más sensible a las frecuencias entre 2000 y 3000 Hz, el
umbral para esta frecuencia está por debajo de los 0 dB5.
En el límite superior del grafico se observa el umbral del dolor que, como su nombre lo indica,
es el nivel a partir del cual el oído comienza a percibir la sensación dolorosa y corre serio
riesgo de sufrir daño permanente.
En términos de intensidad, el umbral de audibilidad es de 10 -12 vatios / m2. Muchas veces,
este valor es tomado como referencia (0 dB) para obtener el nivel de otros sonidos. Cada vez
que el nivel aumenta 10 decibeles, es porque la presión o intensidad se decuplican (se
multiplican por diez). De esta manera, un sonido de 60 dB tiene 1.000.000 de veces más
energía que uno de 0 dB. Por lo tanto, entre un sonido que esta sobre el umbral de audición
de los 1000 Hz y otro que está sobre el umbral del dolor, hay una diferencia en intensidad de
1.000.000.000.000 (un billón) de veces (120 dB).
La porción del plano comprendida entre el umbral de audición y el umbral de dolor, y entre
los 20 y 20.000 Hz, representa la totalidad del campo auditivo en frecuencias e intensidades,
denominado Campo Auditivo Total
Todos los sonidos situados sobre el umbral de audición se perciben con la misma sonoridad.
Lo mismo sucede sobre cualquiera de las curvas que están por encima de él. Por ello estas
curvas se denominan curvas isosónicas o de isosonoridad. “iso” significa igual. Todos los
sonidos situados sobre la misma curva se perciben igual de fuertes aunque tengan diferente
intensidad medida en w/m2.
Estas curvas muestran que dos sonidos de la misma intensidad (misma cantidad de energía)
pueden tener sonoridades muy distintas dependiendo de su frecuencia. Si, por ejemplo, se
sigue la línea de los 20 dB de NPS, se observará que un sonido de 2.000 Hz está por encima del
umbral, y, por lo tanto, se percibe con bastante sonoridad; al mismo nivel de intensidad, los
sonidos de 200 Hz y 18.000 Hz están en el umbral y se perciben como más débiles a pesar de
que su onda tiene la misma cantidad de energía; y las frecuencias inferiores a 200 Hz están
por debajo del umbral y, por ello, no se perciben.
Para poder medir la sonoridad se estableció una unidad llamada FON que se le asigna a las
curvas isosónicas tomando como referencia un sonido puro de 1000 Hz a 10 dB por encima
del umbral de audición. Todos los sonidos ubicados en la línea de 20 FON tienen la misma
sonoridad que un sonido de 1000 Hz a 20 dB; todos los sonidos ubicados sobre la línea
isosónica de 50 FON tienen la misma sonoridad que un tono puro de 1000 Hz a 50 dB; etc.

Timbre
El timbre es la cualidad de los sonidos que nos permite identificar los instrumentos y las voces.
La sensación de timbre es la característica que más está asociada a nuestra experiencia
perceptiva, y valiéndose de ella nos ofrece información, principalmente, sobre el material del
cual está hecho el oscilador, y de la forma en que es puesto a oscilar.
Al igual que la altura y la sonoridad, si bien el timbre es un carácter de la sensación, también
depende de características objetivas de las vibraciones. La sensación de timbre está ligada a
los modos de oscilación (espectro), a los transitorios (de ataque y de extinción), y a los
formantes (o resonadores). Dedicaremos una sección a cada uno de estos parámetros físicos
del movimiento oscilatorio que dan origen a la sensación del timbre.

Referencia:

GIUSIANO, Fabian (2008). Extracto de: "Acústica Física. Producción y propagación del
sonido" y “Características de la Percepción Sonora”. Apuntes cátedra. Sonido (6121).
Licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencias Humanas.
Universidad Nacional de Río Cuarto.

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