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MÚSICA (6840)
Responsables: Brizuela, Nilda- Marioli, Marcela- Giusiano, Fabián
Apunte de Cátedra.
INTRODUCIÓN
En nuestra vida cotidiana utilizamos frecuente mente el término “sonido” y de manera intuitiva
creemos tener una idea del fenómeno al que referimos cuando lo empleamos. Nuestra capacidad
de percibir sonidos nos conecta con nuestro entorno desde el vientre materno. A diferencia de la
visión, el oído no tiene parpados, y por lo tanto es más dificultoso cancelar o suspender
voluntariamente la percepción de los sonidos. Hemos naturalizado tanto la audición que rara vez
atendemos a tan complejo fenómeno.
Como se observa en las definiciones, a pesar de las diferencias que existen entre ellas, el sonido
es abordado como una conjunción de dos fenómenos:
1. un fenómeno subjetivo: una sensación definida y específica, una experiencia asociada con un
estímulo;
2. un fenómeno físico: un movimiento ondulatorio externo al sujeto que percibe, una vibración
material que se propaga en un medio elástico que puede engendrar una sensación auditiva.
De acuerdo con el primero de estos modos de definirlo, el sonido es una sensación, una
modificación global de la actividad o del comportamiento del organismo, ligada a la intervención
de un sistema sensorial específico: el auditivo, que incluye el oído y las vías nerviosas por las
cuales el estímulo se transmite a las centros rectores de la conducta del ser vivo. Esta sensación
suele ser definida, como un proceso neurofisiológico. Pero perceptiva y cognitivamente, es un
proceso mucho más complejo. El sonido constituye una experiencia de oír.
¿Es el sonido, entonces, un campo de estudio exclusivo de la psicología? Si bien el sonido es una
sensación, es necesario determinar que, como toda sensación, tiene un correlato con un
fenómeno exterior al sujeto que percibe. Es decir, es generada por un fenómeno físico al cual
nuestros sentidos (en este caso, el oído) se encuentra expuesto. Para ser percibido como sonido,
este fenómeno físico, que consiste en un movimiento ondulatorio de variaciones de presión del
aire, debe tener ciertas características. El estudio de estas características del movimiento
ondulatorio y de su producción, corresponden al campo de la física.
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Algunos autores postulan cinco etapas en el proceso sonoro: Producción: generación del movimiento de
un cuerpo sonoro; Radiación: comunicación del movimiento al medio de propagación; Propagación:
movimiento ondulatorio a través del aire o cualquier otro cuerpo elástico; Difracción: transmisión en el oído
a los nervios auditivos por procesos mecánicos; Percepción: sensación.
PRODUCCIÓN DEL SONIDO
Movimiento Oscilatorio
Un sonido se produce cuando un cuerpo elástico es puesto a oscilar por una fuerza externa.
Cuando sobre un cuerpo no ejerce acción ninguna fuerza externa a él, su estado de movimiento
es de reposo. Es decir, la sumatoria de todas las fuerzas que actúan sobre ese cuerpo es igual a
cero.
Para determinar un movimiento en el cuerpo es necesario que actúe sobre él una fuerza externa,
pero esto no es suficiente para que ese movimiento sea del tipo que genera sonido. Cuando un
cuerpo recibe la acción de una fuerza externa puede realizar un movimiento rectilíneo uniforme o
acelerado, pero este tipo de movimiento no genera sonido.
El único movimiento de un cuerpo que puede generar sonido es el que en la física se denomina
movimiento oscilatorio. Se denomina movimiento oscilatorio a aquel en el cual un cuerpo es
deformado en la misma dirección pero en sentidos opuestos de manera alternada y periódica.
Ejemplos simples de movimiento oscilatorio son el del péndulo de un reloj, una hamaca o un
elemento pesado colgado de un resorte que se mueve hacia arriba y hacia abajo (sistema masa-
resorte).
Además de la fuerza externa que pone al cuerpo en movimiento, para que exista oscilación deben
actuar fuerzas internas (es decir provenientes del mismo cuerpo) que lo aceleran en sentido
opuestos. Nos detendremos en el análisis de tales fuerzas.
Cuando una fuerza externa inicial se aplica a un cuerpo, este es deformado, es decir, todos los
puntos de ese cuerpo se desplazan en el sentido y la dirección en que fue aplicada la fuerza. Este
desplazamiento macroscópico del cuerpo se denomina elongación. Al máximo desplazamiento, es
decir, a la máxima distancia que se separa el cuerpo de su posición de equilibrio, se la denomina
amplitud de desplazamiento.
Una vez en su posición de equilibrio, la fuerza de retroceso deja de actuar, pero el cuerpo no se
detiene sino que sigue su movimiento en el mismo sentido que le induce la fuerza de retroceso.
Esto se debe a que los cuerpos poseen inercia que se opone a los cambios en el estado de
movimiento del cuerpo. La inercia puede definirse como aquella capacidad de los cuerpos para
permanecer en un mismo estado de movimiento. Un cuerpo quieto tienda a permanecer quieto
mientras que un cuerpo en movimiento tienda a permanecer en el mismo estado de movimiento.
Para representar el movimiento oscilatorio se utiliza un esquema en cuyo eje horizontal se ubica
la variable tiempo (t) y en el eje vertical la amplitud de desplazamiento (A)
En resumen, para que exista sonido debe existir un cuerpo (material y elástico) que realice un
movimiento oscilatorio. Para que ello suceda deben actuar sobre dicho cuerpo cuatro fuerzas, dos
de ellas externas al cuerpo (fuerza externa inicial: que inicia el movimiento deformando el
cuerpo; fuerza de frotamiento: que detiene el movimiento transformándolo en calor) y dos
fuerzas internas (fuerza de retroceso: devuelve el cuerpo a su posición de equilibrio, depende de
la elasticidad; inercia: deforma el cuerpo, depende de la masa)
La interacción ordenada de estas cuatro fuerzas genera movimientos oscilatorios con diversas
magnitudes que debemos conocer:
Ciclo: como se dijo anteriormente, un ciclo del movimiento oscilatorio se completa cuando el
oscilador realiza dos pasajes sucesivos por el mismo punto y en el mismo sentido. Durante un
ciclo, el cuerpo que se desplaza, pasa una sola vez por todos los estados de movimiento antes de
volver al estado inicial.
Período (T): es la duración de una oscilación completa o ciclo. Es el tiempo que transcurre entre
dos pasajes sucesivos del cuerpo por un mismo punto y en el mismo sentido. Cuanto mayor es la
elasticidad del cuerpo, menor el período y más “corta” la oscilación; cuanto mayor es la masa,
mayor es el período y más “duradera” la oscilación.
FRECUENCIA (f): es una medida para indicar el número de repeticiones de cualquier fenómeno o
suceso periódico en una unidad de tiempo.
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Según el Sistema Internacional, el resultado se mide en hercios (Hz), en honor a Heinrich Rudolf Hertz. Un
hercio es aquel suceso o fenómeno repetido una vez por segundo, 2 Hz son dos sucesos (períodos) por
segundo y así sucesivamente. Otras unidades para indicar la frecuencia son revoluciones por minuto (rpm) y
radianes por segundo (rad/s). Las pulsaciones del corazón o el tempo musical se mide como golpes por
minuto (bpm, del inglés beats per minute).
El período y la frecuencia de un cuerpo elástico dependen del cuerpo mismo y no de las
condiciones de perturbación.
Se dice que el cuerpo mantiene un comportamiento elástico cuando luego de la aplicación de una
fuerza externa que lo deforma, el cuerpo recupera totalmente su forma original.
En algunos casos en los que la magnitud de la fuerza externa inicial es demasiado grande, se
pierde esta relación lineal entre la fuerza externa y la amplitud de desplazamiento. El cuerpo no
recupera totalmente su forma original y sufre deformaciones permanentes. En este caso, se dice
que la fuerza externa ha superado el límite elástico del cuerpo y este comienza a tener un
comportamiento plástico.
Si la magnitud de la fuerza externa es aún mayor y alcanza para afectar la cohesión entre sus
partículas, se supera el límite plástico y el cuerpo se rompe.
Hasta ahora, para simplificar el análisis, hemos considerado el movimiento oscilatorio como
una sinusoide, o senoide. Se la denomina así porque, matemáticamente, deriva de la función
trigonométrica seno. Físicamente, esta forma de onda corresponde a las oscilaciones más
sencillas o simples.
Pocos sistemas son tan simples como para oscilar senoidalmente, el más conocido es el
péndulo. En el campo de la música, el diapasón de horquilla produce un sonido casi
puramente sinusoidal. Un silbido también es casi senoidal, pero prácticamente ninguno de los
sonidos naturales que percibimos a diario corresponden a ondas simples o sinusoidales. La
inmensa mayoría de los sonidos son complejos como el de la figura 12.
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Fourier, Joseph (1768-1830), matemático francés nacido en Auxerre y formado en el monasterio de Saint-
Benoîtsur-Loire. Enseñó en la Escuela Normal (1795), donde había estudiado, y en la Escuela Politécnica de
París desde 1795 hasta 1798, en que se unió a la campaña de Napoleón en Egipto. Después de volver a
Francia, en 1802, publicó un importante material sobre las antigüedades egipcias, y fue hasta 1815 prefecto
del departamento de Isère. Fue nombrado barón por Napoleón en 1808. En 1816 fue elegido miembro de la
movimientos sinusoidales. Cada una de estas oscilaciones senoidales que componen un
sonido complejo se denominan parciales y se originan gracias a la coexistencia de varios
modos de oscilación simultáneos que presenta el cuerpo. Cada uno de los parciales tiene una
amplitud determinada
Fig. 13. Movimiento oscilatorio complejo originado por la sumatoria de oscilaciones simples
En la figura 13a se observan tres ondas sinusoidales que, sumadas, darían origen a una onda
compleja como la de la figura 13b. Cada una de las oscilaciones simples separadas constituyen
los parciales de la oscilación compleja.
Ahora bien, ¿cómo estas ondas simples se suman para dar origen a una oscilación compleja?
Decíamos que cuando un cuerpo es sacado de su posición de equilibrio se pone a oscilar en su
frecuencia propia, que depende de su masa y elasticidad. Dicha frecuencia se denomina
frecuencia fundamental (f) del cuerpo (Figura 14a). Pero al mismo tiempo, dentro del cuerpo
Academia de Ciencias y en 1827 de la Academia Francesa. Su fama proviene de sus trabajos sobre
matemáticas y sobre física matemática. En su tratado Teoría analítica del calor (1822), empleó unas series
trigonométricas (series de Fourier) mediante las cuales las funciones discontinuas pueden expresarse como
la suma de una serie infinita de senos y cosenos. Amplió con éxito estos procedimientos al estudio analítico
del calor.
oscilante se generan ondas transversales (ver propagación) que se propagan por el mismo
hasta encontrar un nodo (punto de cero oscilación) en el cual se reflejan.
Fig. 14. Partición del cuerpo oscilatorio (cuerda) que da origen a los parciales o diversos modos de oscilación
En el eje horizontal del gráfico están representadas las frecuencias parciales que componen el
sonido; el eje vertical corresponde a la amplitud. Nótese que cada parcial oscila con una
amplitud propia independiente del resto.
Si dos instrumentos musicales debidamente afinados ejecutan la misma nota, producirán una
oscilación fundamental de la misma frecuencia, y, sus parciales, estarán también ubicados en
las mismas frecuencias. Lo que hace que ambos instrumentos “suenen diferente” es la
amplitud relativa de cada uno de sus parciales. Estas amplitudes relativas dependen del
mecanismo de excitación del cuerpo y dan origen a formas de onda distintas.
En la figura 16 se muestra el espectro de la misma nota musical (LA -1) con una fundamental
de 220Hz (la misma que en la figura 15) pero ejecutada por otro instrumento.
Si nos detenemos en las frecuencias de las oscilaciones parciales notaremos que todas son
múltiplos enteros de la fundamental y esto se debe, como ya dijimos, a la disposición
equidistante de los nodos que dividen el cuerpo oscilante.
Este tipo de espectros que poseen sus parciales en relación de múltiplos enteros respecto de
la fundamental se denominan espectros armónicos. Es por ello que sus parciales se
denominan parciales armónicos o, en algunos casos, simplemente armónicos.
Los espectros armónicos son propios de los instrumentos musicales de cuerda o de viento, de
la voz humana, etc.
Existen otros instrumentos musicales, como los de percusión, que poseen placas o
membranas que oscilan de manera irregular, y, por lo tanto, sus parciales oscilan en
frecuencias que no están en relación de múltiplos enteros con la fundamental. El espectro que
genera este tipo de sonidos se denomina espectro inarmónico (figura 17).
Fig. 17. Espectro de movimiento oscilatorio inarmónico
Cada uno de los parciales, además de tener una amplitud determinada, tiene una evolución
temporal específica que determina su permanencia y su extinción en el tiempo.
Tanto los espectros armónicos como los inarmónicos pertenecen a la categoría de espectros
discontinuos o discretos. Se los denomina de esta manera porque poseen oscilaciones en
frecuencias específicas, de manera tal que entre cada parcial existe un rango de frecuencias
en el cual no hay oscilaciones. Es decir, no tienen oscilaciones en todas las frecuencias sino
sólo en frecuencias específicas. Pero existe otro tipo de sonidos que poseen un espectro
continuo en el cual se manifiestan oscilaciones es todas las frecuencias que componen un
rango determinado. Estos sonidos son comúnmente llamados ruidos.
Como se afirmó anteriormente, el sonido es una sensación. Para que exista sonido, la energía que
produce un cuerpo oscilante debe transferirse o propagarse en el espacio y, eventualmente,
excitar un sistema capaz de traducirlo en una sensación. Ese sistema lo constituyen nuestro oído y
sistema nervioso central.
El movimiento oscilatorio, que se estudió anteriormente, genera una perturbación en el medio
que lo rodea. El medio tiene la característica de poder cambiar su estado cuando es perturbado y,
mediante este cambio, transportar la energía de la perturbación. Para ello, el medio de
propagación debe poseer características análogas a las de oscilador (esto es, debe ser material y
elástico)
El medio de propagación puede ser un gas (como el aire), pero puede ser también un líquido o un
cuerpo sólido. Para el sonido, al menos en los casos que son de nuestro interés práctico, la
mayoría de las veces el medio (material y elástico) es el aire.
Todo medio de propagación está compuesto por partículas en equilibrio dinámico. Que sea
dinámico significa que las partículas no se encuentran quietas; y que estén en equilibrio significa
que, si no hay nada que lo perturbe, posee una cantidad de partículas relativamente estable por
unidad de volumen, es decir, están distribuidas de manera uniforme en el espacio.
Cuando un cuerpo oscila dentro de un medio de propagación, perturba el equilibrio dinámico del
medio.
Tomaremos como ejemplo al oscilador del capítulo anterior (cuerda) y como medio de
propagación al aire. Cuando el oscilador no está oscilando, es decir, mientras permanezca en
estado de equilibrio (figura 21.a), el aire a su alrededor no es perturbado, las partículas que lo
componen se encuentran en equilibrio dinámico. La presión normal del aire en ese momento es
igual a la presión atmosférica.
Cuando el oscilador recibe una fuerza externa y se desplaza en su mismo sentido agrupa las
partículas de aire que están frente a él (Figura 21.b). Como la presión del aire está determinada
por la cantidad de moléculas que hay por unidad de volumen, cuando las partículas de aire se
agrupan, hay un incremento en la presión normal. A este estado se lo denomina estado de presión
incremental o estado de compresión.
a b
Figura 21. a. Oscilador en estado de reposo, no hay perturbación del aire. Las partículas que rodean
al oscilador se encuentran en equilibrio dinámico. b. el cuerpo se desplaza en un sentido agrupando
las partículas y aumentando la presión en ese lugar.
Al haber más partículas en un mismo espacio, aumenta la presión del aire. Como el medio de
propagación es material y elástico, al igual que el oscilador, cada vez que es perturbado, tiende a
volver a su posición de equilibrio. Las partículas comprimidas alivian la presión transfiriendo su
energía a las partículas próximas (Figura 22).
Figura 22. La zona que aparece más oscura es aquella en la que las partículas se encuentran
comprimidas. De esta manera la energía de la perturbación se transporta a través del medio de
propagación
Las partículas del medio, al igual que el oscilador, se mueven alrededor de su punto de equilibrio.
Una vez que ha sido comprimida, transfiere la energía a la partícula contigua y de esa manera
vuelve a su estado normal de compresión. Mientras mayor sea la intensidad de la fuerza inicial
que origina el movimiento oscilatorio, mayor será el desplazamiento del oscilador (amplitud de
desplazamiento) y mayor será la presión que soporten y transporten las partículas de aire
(amplitud de presión).
Cuando el cuerpo se desplaza en sentido opuesto desagrupa las partículas de aire, es decir,
tendremos menor cantidad de moléculas de aire por unidad de volumen que la normal (Figura
23.b). A este estado se lo denomina descompresión o enrarecimiento.
a b
Figura 23 a. Luego de la compresión, el oscilador vuelve a su estado de reposo (por acción de la
fuerza de retroceso) iniciando la descompresión de las partículas hasta llegar al estado de presión
normal. b. por acción de la inercia el oscilador continúa moviéndose en sentido opuesto al
movimiento inicial. Sigue descomprimiendo el aire hasta llegar a un estado de presión negativa o de
descompresión.
Cada vez que el oscilador realiza una compresión de aire, se genera un frente de onda. En el aire,
las perturbaciones viajan a 345 metros por segundo (m/s). Por lo tanto, un segundo después de
generarse, el frente de onda se encuentra a 345 metros del oscilador. En el transcurso de ese
segundo, el oscilador sigue realizando su movimiento oscilatorio (entre 20 y 20.000 veces en el
caso del sonido) y generando con cada oscilación un nuevo frente de onda.
Si tomamos como ejemplo una oscilación de 600 Hz (600 ciclos por segundo) que se propaga en el
aire sin obstáculos: un segundo después de generarse la primera compresión, ese primer frente
de onda se encontrará a 345 metros del oscilador. Pero en ese mismo tiempo, se generaron otros
599 frentes de onda que se encuentran distribuidos a lo largo de esos 345 metros. Para conocer la
distancia que existe entre un frente de onda y otro basta realizar la siguiente operación simple:
345/600 = 0,575 m
345/7.500 = 0,046 m
La distancia entre los frentes de onda
sería menor, porque en el mismo
tiempo, se están generando más
cantidad de frentes de onda que se
distribuyen en los mismos 345 metros.
Figura 25. Longitud de onda. Representación gráfica de una onda. En el eje vertical, amplitud de
presión (p); en el eje horizontal, distancia (d) generalmente expresada en metros
La longitud de onda puede consignarse como la distancia mínima entre dos puntos del medio
que en un instante dado tienen el mismo estado de presión, por lo tanto puede medirse entre
dos valles sucesivos, dos crestas sucesivas, etc.
Cuando representamos una onda sonora, en el eje vertical consignamos la presión de aire. La
compresión de las partículas de aire es directamente proporcional a la amplitud de
desplazamiento del oscilador que genera la onda.
A mayor amplitud de desplazamiento del oscilador, mayor amplitud de presión de la onda
Por ejemplo, si la cuerda de una guitarra es pulsada con mucha fuerza (Fuerza Inicial), oscilará
con mucha amplitud y la onda que genere tendrá también mucha amplitud presión.
PERCEPCIÓN SONORA
Altura - Sonoridad – Timbre
Cuando intentamos aclarar lo que entenderíamos por sonido nos encontramos con diferentes
definiciones dentro de las cuales nos inclinamos por aquellas que sostienen que el sonido es
una sensación generada por un fenómeno físico de carácter ondulatorio (ondas: variaciones
de presión) que a su vez tienen origen en un movimiento oscilatorio de un cuerpo material y
elástico. Según esta definición, los fenómenos oscilatorios y ondulatorios son condición
necesaria pero no suficiente para generar sonido. Sólo habrá sonido cuando dichos
fenómenos físicos cumplan con determinadas características que le permitan generar una
sensación en un oyente.
Este es, pues, el campo de estudio de de la psicoacústica, una disciplina que se encuentra
encabalgada entre la acústica (campo de la física) y el estudio de la percepción (campo de la
psicología).
Por pertenecer a una cultura de la imagen visual, siempre nos resulta más fácil aprehender
conceptos abstractos mediante una analogía visual. Nos valdremos de este recurso para
comenzar (y sólo para comenzar) a abordar el tema de la psico-acústica.
Cuando percibimos visualmente un objeto cualquiera, recibimos información en forma de
ondas electromagnéticas (luz) que es traducida por nuestros órganos oculares en impulsos
nerviosos que nuestro cerebro puede “interpretar”.
Nuestro cerebro distingue algunas características de toda la información que recibe. De esta
forma podemos identificar, por ejemplo, los colores. Las diferentes longitudes de onda que
llegan al ojo generan diferentes sensaciones que identificamos como azul, rojo, blanco, etc.
Otra característica perceptiva permite diferenciar el azul “claro” del azul “oscuro”
(luminosidad) o el amarillo “suave” del amarillo “fuerte” (saturación)
De esta manera ordenamos y clasificamos las sensaciones que nuestro sistema nervioso
central genera a partir de algún fenómeno físico que nuestros órganos sensitivos reciben. Este
proceso de clasificación de las sensaciones es un proceso psicológico pero tiene un correlato
de orden físico.
De la misma forma, el sonido es una sensación provocada por un fenómeno físico, y las
características de dicha sensación, también dependen de manera “más o menos directa” de
las características físicas de las ondas que llegan al oído.
Nuestro sentido audición es capaz de distinguir tres características de la sensación sonora.
Decir esto es lo mismo que afirmar que nuestra percepción le asigna tres cualidades a las
perturbaciones (ondas sonoras) que llegan a nuestro oído: Altura (o Tono), Sonoridad y
Timbre.
Altura o Tono
La altura es una característica subjetiva del sonido que nos permite distinguir entre sonidos
graves o bajos y sonidos agudos o altos.
La altura de un sonido depende casi exclusivamente1 de la frecuencia de las vibraciones (y por
lo tanto, de la longitud de las ondas que llegan al oído). Los sonidos de frecuencia baja se
perciben como más graves mientras que los de frecuencia alta son más agudos.
No es suficiente un fenómeno físico para agotar la definición de sonido. En el espacio que nos
rodea existen muchos fenómenos ondulatorios, pero no todos ellos pueden generar una
sensación sonora. Para ello deben cumplir ciertas características. Una de estas características
está dada por la frecuencia con que los frentes de onda (compresiones de aire) llegan a
nuestro tímpano. Nuestro oído sólo se ve afectado por aquellos movimientos ondulatorios
que tienen una frecuencia que esté comprendida entre los 20 Hz y los 20.000 Hz. Este rango
de frecuencias se denomina campo audible tonal.
Los movimientos ondulatorios que poseen una frecuencia inferior a los 20 Hz se denominan
infrasonidos. Estos movimientos no se perciben con el oído pero sí mediante el sentido del
tacto (siempre que tengan determinada intensidad). Los movimientos ondulatorios que tienen
una frecuencia superior a los 20.000 Hz se denominan ultrasonidos. A pesar de que tampoco
son percibidos auditivamente, tienen un gran número de aplicaciones, por ejemplo en el
campo de la medicina.
De todas formas, la relación entre la frecuencia y la altura no es lineal sino logarítmica: ante
dos sonidos de distintas frecuencias el oído no distingue la diferencia (resta) de frecuencia
sino la relación (cociente) entre ambas. Esto es: para el oído humano, existe el mismo
intervalo de altura entre un sonido de 150 Hz y de 300Hz que entre un sonido de 300 Hz y otro
de 600Hz. En el primer caso, entre ambos sonidos existe una diferencia en frecuencia de
150Hz:
300 – 150 = 150
Mientras que en el segundo caso la diferencia es de 300Hz
600 – 300 = 300
Sin embargo, en ambos casos la razón o relación entre los sonidos es de 2: 1.
300 / 150 = 2 y 600 / 300 = 2
El oído es sensible a la relación entre las frecuencias de los sonidos, por lo tanto, existe la
misma “distancia” en altura entre un sonido de 50 Hz y uno de 100 Hz; que entre un sonido de
1000Hz y otro de 2000 Hz; que entre uno de 7500 Hz y uno de 15000 Hz…
Justamente esta relación 2:1 constituye lo que en terminología musical se conoce como
intervalo de octava (que se da cuando un sonido tiene el doble o la mitad de frecuencia que
otro). Este intervalo se considera el más perfecto luego del unísono (dos sonidos de la misma
frecuencia)2.
La totalidad de los sonidos audibles entre 20 Hz y 20 KHz cubre alrededor de 10 octavas.
En el cuadro siguiente, en la primera columna desde la izquierda se observan las frecuencias
del campo tonal audible ordenadas de manera lineal. En la columna de la derecha, las
frecuencias del campo tonal audible ordenadas de manera logarítmica por octavas, de manera
similar a como las percibe el oído humano.
Convencionalmente se dividió el campo tonal en tres grandes grupos: sonidos graves (20 a
1000 Hz), medios (1000 a 5000 Hz) y agudos (5000 a 20000 Hz). Pero esto es sólo un acuerdo
que se utiliza en el campo de la electroacústica y la música, ya que, como se ha aclarado, los
sonidos no son graves o agudos per se. Un sonido de 15000 Hz (que corresponde al rango de
frecuencias consideradas agudas) es grave comparado con uno de 18000 Hz o 19720 Hz.
La voz humana está comprendida entre las frecuencias de 80 Hz (bajos extremos) y 1150 Hz
(sopranos ligeras)3; entre los instrumentos musicales, el piano utiliza el rango de frecuencias
entre 27 y 4150 Hz. La nota más alta del píccolo (flautín) tiene una frecuencia de 4752 Hz. El
órgano de tubos utiliza casi todo el campo auditivo tonal ya que va de los 16, 5 Hz a los 16700
Hz4.
El límite superior de las frecuencias audibles disminuye con la edad, y los ancianos son poco
sensibles a los sonidos más agudos. Este defecto se denomina presbiacusia.
La sensibilidad en atura del oído es tan fina que permite diferenciar cerca de 300 sonidos por
cada octava en las alturas medias y alrededor de 1800 sonidos en la totalidad del campo
audible tonal.
Sonoridad
La sonoridad es una característica subjetiva de los sonidos que nos permiten distinguir los
sonidos fuertes de los débiles.
La sonoridad de un sonido depende de dos magnitudes físicas de las vibraciones: la intensidad
y la frecuencia.
Cuando estudiamos el oído humano dijimos que el meatus tiene una frecuencia propia de
aproximadamente 2.500 Hz y por lo tanto actúa como resonador de banda ancha para las
frecuencias comprendidas entre los 2000 y 3000 Hz. Por ello, como el oído amplifica los
sonidos de estas frecuencias, es necesario que tengan menos intensidad para ser percibidas
con la misma sonoridad que otras frecuencias que están fuera de ese rango. En síntesis, el
oído es más sensible a las frecuencias comprendidas entre los 2000 y 3000 Hz.
Figura 1
Curvas de Fletcher y Munson
La sensibilidad del oído o sensibilidad auditiva se expresa por el valor del umbral de
audibilidad, que es la intensidad más débil en la que se puede oír un sonido para cada una de
las frecuencias del campo tonal. Según la figura 1, el umbral de audibilidad para los sonidos
con frecuencia de 50 Hz está en los 50 dB, para los sonidos de 300 Hz está en 15 dB y para los
10000 en poco menos de 10 dB. En estos casos, para obtener el nivel de presión sonora (NPS)
no se tomó como referencia (0 dB) la presión atmosférica sino el umbral para un sonido de
1000 Hz. Pero como el oído es aún más sensible a las frecuencias entre 2000 y 3000 Hz, el
umbral para esta frecuencia está por debajo de los 0 dB5.
En el límite superior del grafico se observa el umbral del dolor que, como su nombre lo indica,
es el nivel a partir del cual el oído comienza a percibir la sensación dolorosa y corre serio
riesgo de sufrir daño permanente.
En términos de intensidad, el umbral de audibilidad es de 10 -12 vatios / m2. Muchas veces,
este valor es tomado como referencia (0 dB) para obtener el nivel de otros sonidos. Cada vez
que el nivel aumenta 10 decibeles, es porque la presión o intensidad se decuplican (se
multiplican por diez). De esta manera, un sonido de 60 dB tiene 1.000.000 de veces más
energía que uno de 0 dB. Por lo tanto, entre un sonido que esta sobre el umbral de audición
de los 1000 Hz y otro que está sobre el umbral del dolor, hay una diferencia en intensidad de
1.000.000.000.000 (un billón) de veces (120 dB).
La porción del plano comprendida entre el umbral de audición y el umbral de dolor, y entre
los 20 y 20.000 Hz, representa la totalidad del campo auditivo en frecuencias e intensidades,
denominado Campo Auditivo Total
Todos los sonidos situados sobre el umbral de audición se perciben con la misma sonoridad.
Lo mismo sucede sobre cualquiera de las curvas que están por encima de él. Por ello estas
curvas se denominan curvas isosónicas o de isosonoridad. “iso” significa igual. Todos los
sonidos situados sobre la misma curva se perciben igual de fuertes aunque tengan diferente
intensidad medida en w/m2.
Estas curvas muestran que dos sonidos de la misma intensidad (misma cantidad de energía)
pueden tener sonoridades muy distintas dependiendo de su frecuencia. Si, por ejemplo, se
sigue la línea de los 20 dB de NPS, se observará que un sonido de 2.000 Hz está por encima del
umbral, y, por lo tanto, se percibe con bastante sonoridad; al mismo nivel de intensidad, los
sonidos de 200 Hz y 18.000 Hz están en el umbral y se perciben como más débiles a pesar de
que su onda tiene la misma cantidad de energía; y las frecuencias inferiores a 200 Hz están
por debajo del umbral y, por ello, no se perciben.
Para poder medir la sonoridad se estableció una unidad llamada FON que se le asigna a las
curvas isosónicas tomando como referencia un sonido puro de 1000 Hz a 10 dB por encima
del umbral de audición. Todos los sonidos ubicados en la línea de 20 FON tienen la misma
sonoridad que un sonido de 1000 Hz a 20 dB; todos los sonidos ubicados sobre la línea
isosónica de 50 FON tienen la misma sonoridad que un tono puro de 1000 Hz a 50 dB; etc.
Timbre
El timbre es la cualidad de los sonidos que nos permite identificar los instrumentos y las voces.
La sensación de timbre es la característica que más está asociada a nuestra experiencia
perceptiva, y valiéndose de ella nos ofrece información, principalmente, sobre el material del
cual está hecho el oscilador, y de la forma en que es puesto a oscilar.
Al igual que la altura y la sonoridad, si bien el timbre es un carácter de la sensación, también
depende de características objetivas de las vibraciones. La sensación de timbre está ligada a
los modos de oscilación (espectro), a los transitorios (de ataque y de extinción), y a los
formantes (o resonadores). Dedicaremos una sección a cada uno de estos parámetros físicos
del movimiento oscilatorio que dan origen a la sensación del timbre.
Referencia:
GIUSIANO, Fabian (2008). Extracto de: "Acústica Física. Producción y propagación del
sonido" y “Características de la Percepción Sonora”. Apuntes cátedra. Sonido (6121).
Licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencias Humanas.
Universidad Nacional de Río Cuarto.