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Alianza Miisica La colecciin ALIANZA MUSICA Salazar, creado en México por D. Ca y cities musi i et cal cspafiol que vivid, tha sido patrocinada por el Fondo Mutical Adolfo thos Pricto en memoria y homenaje al historilor trabajd y fallecié en la capital mexicana. Claude Debussy El Sefior Corchea y otros esctitos Versién espafiola de: Angel Medina Alvarez Tirake caightal- Indice Mewriper Croche of amtert feriis - Edition compléte de Seeepre crinigur de Debetes. jatrodusiice ef moder de Francods Leos BC BI §2EF-P H/LE0 P32 SARTICULOS “Hi Fasste de Schumann.—Obertura pana Loar, de A. Savard.—El tercer aaa ore . ie de Scien sfonde Wikow (La Revos blanche; 1 de abril o 4ytEen a TW curio de’ los nifios de Mussorgsky —Una_ sonata piano de Paul he ts ee : i 3 ainhémicos de ender (a Revoe atic 19 de ae : a ; Sento-—La Novena Sinfonia La Revue: blanche, ‘y de mayo de 1901). 33 Ep erquoren yeh arc 37 aH seamen snes al ire Ube (La Reve Blanche 1 de junio eS i -" : conversaciin con “dd St. Gocches (La Revue blanche, 1 de. ‘de 1901)... 45 eerca de ns supersticiones y de una Opens (La Revae b +15 de no 533-3 . yiembre 1301) 51 Af- 536 Eva a Grisélides (La Revue blanche, 1 oe diciembre de 1501) tet on qué he escrito Pelléar (be de 1902)... ee ah eee at eS ae Le 1903)... a ae : 59 Bee ibakcal Gibdska ‘Getabaer de 1902) sb sates ait cans nec Extranjera de Bois a (Gi Blas, 12 de ‘enero de 1903). fisionb oF daca al aire Wbre—Los concer EI principe i ee Man 19 de etiete da 1903) a oF Ie Opera Cémica, Titania (Gil Blas, 21 de encro de 73 Cémica Titesia.—Loa concertos (Gil Blas, 26 deenero de 1903) 75 la Schola Cantorum, Cistor y Pélux (Gil Blas, 2 de febrero de 1303) 81 ad oa tee aon de La Traviata en la a Se ‘Aljerea Bdinecial, 5. A., Madrid, 187 Saab estas t) Gihack En Ja Sociedad ‘nacional.—Conciertos Cae Mle, 35: 200 ees mo e047 ees (Gil Blas, 23 de febrero de MI) a so a1 oe Reon cones, SL dor rey Se mo eles hh Scie ac = n sue anno impress em Régar, 5. 1, Pol. Cobo Calle|a. Fueeisbreds (Macsiet} (Gil Blas, de mars de 1903) a Pe ee ea en eae Primed bs Spain Teatro nacional de la Opera Compra, Muguette (Gil Blas, 19 de marzo de 1903). A or de Muguetie. . mara) Nour de SaintMaur,—-En ls Sociedad nacional J— Richard Strauss eierios Colonne (Gil Blas, 30 de marco de 1903) -.. Richard Wagner: Parnifal.—E] centenario de la Academia de Francia cn Roma.— Lee eonciertos (Gil Blas, 6 de abril Be PMO) oe Sa Se Sace eee eet ene nee a een eee aoe Featitudes de César Fi (Gil Blas, 15 de abril Edvard Hagerup G (Gil Blas, 20 de abril ee VOM) cc nce wed cee eee gee ae Un renacimiento de la dpera bula— idién de Werther en la Opera OS mica (Gil Biss, 27 de Be SOMUAY pice jeeceee ans, pews eee: EEE ben Gee aee) re de junio de 1903) -.. g ei i f i eager Colonne.—Sociedad de nuevos concierios {SLM 1 de Covers Csi Seiad de nuevos concertos (S.1M., 1 de diciembre Conciertos Colonne (S.1.M., 1 de enero de 1914)....- Conciertos Cobonne (SLM, 1 de febrero de L914) . Por la masica (5.1M_, 1 de masa the, POEM) pestis cites keane: cornet atti 2 fin, soloa!.,. (L'Intransigeant, 11 de maree Go IILT ice. en erh atid taprélogo a Doce charlar por la paidticd PGMOEME orc cee cna, senses ee ae ENTREVISTAS En la vispera de Pellfes et Mélitande (Revoe d'histoire et de critique musicale, Critica de las criticas: Pelidas ef Méti = de (he Figaro, 16 de mayo de 1902). ‘elena cr ends URevae bleu, 2 de abril de 1904). be i mia de Wagner sobre In rndisica (L'Eclair, febrero de 1908) ib aphnitved Laid becer en cl Conservatorio? (Le Figaro, 14 de febrero de 1909) be a fil Por la descencralizaciin musical ( - renacimiento del ideal elisico? (ParisJournal, 20 de mayo de 1910)... -.. semana de misica francesa en Munich (Paris-Journal, 21 de agosto de 1910). Concierto Colanne nim, 1000 (Excelsior, 20 de noviembre de 1910) ...--—. «. Peclaraciones a un periodista austriaco (diciembre de TLD) 22. ney vee gee see oe Una cxcala en Gare-Said. Fl Sr, Claude Debussy todo... (Comoccdia, Me 47. de dicberilire de D910)... os wee ese nee re cee eet ee ome set ma La cagetr cxtranjera y los compositores francescs (Le Gaulois, 10 de enero MD) seas vies pe eaten deen tonne rerio gentoo esa ry eee penamicnto de un gran mmisice (Excelsior, 18 de enero de POUT) ccs Gee = Cameedia, 26 de enero de UPL)... vs. +++ HY Ss. oe Uawes y Ef Martirio de San Sebastian (Excelsior, 11 de febre- ro de VF ccd acee ely ek cae nat wed are perenne de ees AR eco sium Ante El Martirio de Son Sebastide (Comocdia, 18 de mayo de WOT}... ..- --. La del mafiana (Excelsior, 15 de septiembre de 1913). | (Claw Debussy nos cuenta sus proyectos de teatro ( oes Tal bec nome 279 233 21 Introduccién Los lectores de Monsieur Croche antidiletiante tienen motives para pensar que sostiemen en sus manos una obra doctrinal, compuesta. por Debussy para exponer sus ideas artisticas. Ninguin prilogo, ninguna nota del editor, ninguna fecha al final de los. veinticinco capitulos explica que se trata de una antologla, de una-selecctin de articulos.que apenas representan la mitad de su obra critica, Inchuso anves de que saliese ata luz, algunos intimos del misico lamentaban gue éste hubiese intervenido en aquella seleccidn. La publicacitm de los articulos originales, con sus fechas, estima- ha G. Jean-Aubry, hubiese dado «una imagen mis exacta de su pensamiento en las diversas ctapas de sa vida» '. Tras la aparicidn de Monsiewr Croche, Emile Vuillermoz expresaba la misma idea: «Un oscuro recopilador, que respetase la exactitud histdrica, al que se hubiese encargado del mismo tta- hujo, tal vez nos hubiese dado una compilacidn mds rica y brillante que la que debemos a la iniciativa del autores *. Cincventa afios después, no hay ningtin motivo vilido para que un compilador no restituya todos Ios aspectos del pensamiento del autor, La posiciin histdrica de la obra de Debussy se ha afianzado tanto, los estudios que se han consaprado al hombre han ido tan lejos que, desde hace mucho tiempo, era necesario un volumen que ofreciese la totalidad de sus escritos *. \ Rerwe muunicale, mimero Debuesy, | de diciembre de 1920, pigs. 191-192, Le Teerps, 16 de dictembre de 1921. 4 La obra de Ledn Valles Les Idéer de C. Deburry, publicada en 1927, até de fecomemuir sus preferencias musicales selecelonenda fragmentos de articulos y_ sin fener en cuenta la cronologia. Semejante metodo no permite buscar oimadamence low textos y los-separa peliprosemente de mu contexto. Ademids del Hbro de Valles, se pucden citar varios cetudige consagrados a la obra crftica de Debussy: NL NL Cal- wocoressi, «(2. D. critiques (La Reneirsamce Iatine, 15 de dictembre de 1902); M. Pin. il 2 Gaode Debussy Para ello ha habido que renunciar al orden seguido en Monsieur Croche. Al presentar los articulos de Debussy en un orden estrictamente cronald- gico, sin ninguna supresién, me he visto obligado a responsabilizar al miisico de algunas repeticiones y reimcidencias y a reproducir algunas declaraciones Ficiles, de estilo un poco descuidado, justificades por la prisa del momento ¢ inevitables en una recopilacién de este género. No obstante, el enriquecimiento respecto a la obra anterior aparece muy clara- mente, pues muchos de los juicios que formuld Debussy, incluidas los que se refieren a obras secundarias y miisicos menores, contribuyen a precisar sus concepciones musicales. Recordemos brevemente su «carrera de critico. Su primer articulo apa- recig. en Le Reewe Blanche del 1 de abril de 1901, un mes antes de que Al- bert Carré hubiese prometido por escrito que se representarfa Pelléar en la Opera Cémica. Debussy no carecia de amigos en cste circulo de jévenes eseritores: Ferdinand Hérold, Léon Blum, Pierre Quillard y, sobre todo, Pierre Louys, en cuya residencia habian oldo los Natanson, directores de la revista, unos fragmentos de Peliéas interpretado al piano por el autor. La crénica de La Reewe Blanche no habia tenido anteriormente ni continuidad ni ofiginalidad: el musicdgrafo wagneriano Alfred Ernst y después André Comeau, critico del Matin y del Francais, se habian sucedido en ella desde 1892 y 1901, La entrada de Debussy en el equipo estaba mucho mis de acuerdo con la Iinea de una revista dinimica y avanzada’, Monsieur Croche no aparecié hasta el ntimero del 1 de julio. Es pro- bable que fuesen pocos los lectores que reconocicron al punto el. modelo que habia inspirado este personaje. En todo caso, uno de lot primeros en reaccionar fue Paul Valéry que escribié acto seguido a su amigo Pierre Louys: 4... tengo el consuelo de volver a leer mis ex obras bajo la forma de critica musical. Te confieso que jamés habria adivinado este destino. No sé si has leido la charla con monsiewr Crache pero C. A. D., sin duda algu- na, ha leido La velada com el sefior Teste. He encontrado esto diver- tido, después del precedente en el que el mismo Leonardo servia a la cherle, a, D. dcrivaine (L'Bcho mrwsical, nowiembre de 1919); G. Jean-Aubry, «L'oev- yre critique de Dis (Revue musicale, 1 de diciembce de 1920); John G. Palache, aD), as critics (Musical Qhrarterty, julio de 1924); L. Valles, «DQ. critique musicale (Nowrelle reone evwsicale, enero de 1923); Jean Chantavoine, «Les Ecrits de C. Do» (Le Ménesirel, 7 de enera de 1927), F Qnnen. To aft criviews em essayist (em holan- d&, La Haya, 1946), Ed Lockepeiser, D. Hir Gfe cand mind, U1, (365 teap. TIT, aM, Croche and M, Tesie+). 4 Sobre el medio intelectual de La Reewe Blanche ver In obra de ALB. Jackson (1960). FE) Sefior Corchea y otras escrincs ie) misica (claro que él era universal), que he lamentado 00 haber escrito mis para dar lugar mds ampliamente a otros cjercicios de transposicién. Sor- prendente y, en el fondo, halagador jverdad? Va ves* r Monsieur Croche tive una existencia cfimera, pict la octava crdnica de La Revwe Blanche fue también la Gltima. A finales de diciembre de 1901, Debussy decidié no continuar en ella y escribid a Félix Fénéon exponién- dole sus razones: «Creo que la sobgecarga de trabajo y cl nerviosismo de estos tltimos meses son la causa de gue no pueda escribir algo apropiado. Lo he intentado por todos los medios... Es totalmente estipido...* La creacién de los Nociarnos, més tarde, la terminacién de: Pelléas. represen: tada por fin en escena, bastan para explicar este F Es diffcil medir la resonancia de esta primera serie de articulos en los medios artisticos, poco habituados, en el dmbito musical, a esta libertad de tone. El infalible Péladan, por su parte, formularia un reproche que dice, bastante sobre las reacciones consérvadoras: «He leido en La Reewe Blanche unas declaraciones blasfemas sobre ciertos compositores \ obras maestras, y yo no creo en el mérito de quienes carecen de piedad con los icons: tasios» *, Cuando, al final del afio siguiente, los nuevos directores del Gil Blas, Périvier y Ollendorf, solicitaron la colaboracidin de Debussy, éste se habla eonvertide para todos les aficionados parisinos en 0" personaje publico, el autor de Pélleas. Por entonces, Binet-Valmer, director de Ja publicacién mensual La Renaissance latine, €speraba una colaberacién semejante para su periddico y hasta Ieg6 2 anunciarla en el mimero del 15 de diciembre. Interesado en volver a tencr una tribuna, pero también en ne perder su libertad, Debussy entonces parece dudar. Calvocoressi actéa de intermedia- rio y acaba por obtener un texto suyo, unas «Reflexiones sobre la muisica all aire libres. Entre tanto, el director de La Renaftsance latine cambia de opinién, echa un vistaxo a las pruehas y declara: «Esto es idiotaw ', Estas pruchas, precedidas de la nota «para destruire se conservan todavia", El texto habia de ser transferido sencillamente al Gi Blas en el que Debussy colabord regularmente entre el 12 de enero y. el 28 de junio de 1903. § Esta carta foe subastada en cl Hotel Drouot, el 26 de febrero de 1969 (nu mero 146 del catdlogo). Valéry y Debussy estuvicron unidios por lazos de amisted du- rante algdn tiempo (hacka 1693-1894). * Publicado en Le Cat Debussy por C.F. Gaillard y José de Bérys, 1910, pagi- na 92. 7 La anéedota evpf referida por Calyocoressi, Musicians gallery, Londres, 1933, pd- pina: 118-109. Pertenecen al sefior Ed. Lockspeiser, uno de los biGgrafor de Debussy mis des tacables, a quien debo su commanicacién, 14 Claude Debussy Teatros Iricos, Sociedad Nacional, Conciertos Lamoureux y Colonne, Schola Cantorum ¢ incluso un viaje a Briselas para escuchar a D'Indy, otro a Londres para escuchar a j; Wagner! Pretendid, incluso, haber tratado de entrevistar a Janos Richter en Londres. Fue la época en la que mis tiempo consagré a la critica, Parece que compuso poco por entonces, salvo la ver * de Insigemes para piano; su correspondencia fue también poco abun- nite. No obstante, nunca traté de ser el perfecto critics, meticuloso y atenta a todas las formas de la actualidad musical. Si escucha, incluso a W. Chau- met y Edmond Missa, lo hace en muchas ocasiones para manifestar por lo menos cierta importancia y se va antes de terminar el concierto a tomar un Sock, responde con cierta ironia a‘sus «lectores tan asiduos como fieless. éNo habia advertide desde un principio que hablaria muy poco de las obras consagradas? Sin embargo, tuvo bastante con un semestre. Casi diez afios van a transcurtir durante los cuales abandona el periodismo a excepcién de cuatro cortos articulos de circunstancias en honer de algunos seres que: le eran muy queridos: Massenet, Gouned, Mary Garden y Jean-Philippe Rameau Algunos de sus allegados insistieron, con mayor o menor discrecidn, pata hacerle tomar de nuevo la pluma. En abril de 1905, Louis Laloy le consulta sobre el titulo que convendria dar a un nuevo periddico musical yle pide su colaboracién. «Resérveme un tincén, respondid el muisico el 2 de mayo, bajo el titulo de Charles con monsiewr Croche, Es un hombre al que frecuenté mucho con anterioridad, esperemos que lo vuelva a encon- trar.» El Mercure musical se_apresura-a anunciar esta seccidn en su porta- da pero a Debussy no le gusta mucho la orientacién de los primeros mime- ros ni encuentra all{ el aire puro que habia disfrutado en La Reowe Blanche oen el Gil Blas. La proximidad de criticos y musicdlogos le espanta: «Apar- te de usted, escribe a Laloy el 13 de septiembre de 1905, la gente del Mer- cure musical es siniestra: sobre todo, los colaboradores estén terriblemente informados, no me imagino lo que podria hacer ese pobre monsieur Croche entre tanto especialista descarado. Tengo muchas ganas de comunicarle su muerte en estos términos: Monsieur Croche antidilettante, hastiado con toda razén de las costumbres musicales de estos tiempos, se ha extinguida dulcemente en medio de la indiferencia general. Se ruega no enviar flores ni coronas y» sobre todo, que no haya miisica alguna...» Laloy vuelve min a la carga y consigue una nueva negativa un tanto desengafieda sobre la utilidad de Ja critica: «En nuestra época, cuando ya mo se sabe lo que hacer y, sobre todo, lo que decir, de improviso uno se hace vertiina de arte!,.: Ciertamente, hay cosas que decir, pero ga quién?, para quién? Para geare que oscila entre Beethoven y Maurice Ravel...» (10 de marzo El Sefior Conchea y otros escritos 15 de 1906.) Tan sdlo en el ntimero de julio se resigna a suprimir el nom- bre de Debussy de Ia lista de colaboradores *. Seis afos mis tarde, cuando el Mercure estaba unificado con la revista S.1.M. y de la cual era redactor jefe Emile Vuillermoz, Debussy accedié a ecuparte todos los meses de la nibrica de los Conciertos Colonne mientras que Vincent d'Indy daba cuenta de los Conciertos Lamourex. Su colabora- cidn fue efectiva de noviembre de 1912 a marzo de 1914, Indicard las ra- nones positivas. que tavo para ello a su viejo amigo Robert Godet: «Es ne- eesario intentar lealmente volver a poner las cosas en su sitio, esforzarse en encontrar unos valores que han falseado juicios arbitrarios e interpreta- ciones caprichosas hasta el punto de no saber distinguir una fuga de Bach de la «Marche Lorraine» (18 de enero de 1913)". Atento, como’ siempre, a la buena presentacién tipografica, feliciea a Vuillermoz por la elegancia de la composicién de Ja revista, pero sugiere que se elimine de lo portada al «sefior que, ridfculamente ataviado, toca el violoncello en la cocina» (17 de noviembre de 1812). habia declinado en varias ocasiones otras ofertas de colabora- eién: en 1904, de Paul Flat para La Repwe Blew; en 1910, de René Doire para el Courrier musical: «jMe pide usted, responde a este tltimo, algunas Ifneas sobre Chopin! A decir verdad, no comprendo lo que harian en una revista en la que mi manera de concebir la miisica parece tan contradictoria. Sus abonades podrian no comprender nada.» Y, la vispera de su marcha a Rusia, el 24 de noviembre de 1913, Debussy escribe a André Gide: «Tengo tanta simpatia por La Nowvelle revue frangaive, sa amable secre- tatio, el sefior Jacques Rivire y su amable insistencia que no puedo ale- jarme sin excusag... Usted sabe que escribo articulos de critica musical en la revista 5. J..M. Hasta ahora han bastado para ocupar el tiempo que pue- lo consagrar a esa necesidad, tan singular came indtil, de dar mi opinion. Habria que encontrar algo bastante nuevo para justificar este dable parlo- feo... Durante la primera parte de su actividad, Debussy conservé la ilusién de escribir algvin dia estudios mis amplios que simples criticas. Conversan- do una tatde con su joven amigo René Peter, zno sofiaba acaso con fundar una revista literaria con colaboradores tan poco esotéricos como Jean Lorrain y Liane de Pougy? Parece que otros proyectos se siguieron con mids seriedad, El 10 de septiembre de 1893, en una época en la que era pric- ticamente desconocide del piblico, una revista. L'ldée fibre, anuncid la préxima aparicién de un articulo de Claude Debussy titulado «De la inuti- * He publicado la correspondencia Debussy-Laloy, de donde se han sacado frag- mentoa para la Reowe de musicologre, ee pigs. 3-40, © Lentrer a deox anvis, 1942, pag. 134, 1a Claude Debussy lidad del wagnerismoe. El mismo anuncio se repitid en los cinco mimeros siguientes, hasta febrero de 1894. Aunque se trataba de una publicacidn que sélo tenia una débil audiencia, no pasé desapercibida en ciertos medios musicales. Paul Dukas escribidé en estos términos a Vincent d'Indy, el 1 de octubre de 1893: «No tengo idea de lo que pueda ser eso. Pero cuando aparezea me lo procuraré. Bien pudiera ser algo serio ya que se dice con razdn que la verdad sale de boca de los nifios. El titulo es bonito, gverdad? y 8¢ intuye @ su autor una lengua.» El estudio no aparecié y nose ha encontrado rastro del mismo. Es posible que Debussy no escribiera jamiis una sola linea de el, Un poco mas tarde, un comentario que hace Pierre Louys a Debussy en una carta del 23 de enero de 1904, revela las intenciones del miisico de escribir una obra de cierta amplitud exponiendo sus ideas artisticas. Tras aconsejarle que no conteste al panflero de Jean Lorrain, Los Pelléastres, Louys afiade: «Responde a una critica musical si estd firmada por Reyer o por D'Indy. Pero no discutas con un periodista, Un artista munca lo hace. Incluso si tuviéses ain tu columna en el Gi Blas no te diria que la em- pleases con este fin. Tu libro serd tu mejor respuesta, Difundird tus ideas donde merece la pena que se conozcan y s¢ impondrdén de tal manera que ya no podrin atribuirte intenciones que no han sida jamds las tuyas sin caer en el absurdoe ", Al menos en esa, por mucho. que lo lamentemos, Debussy tuvo la sensatez de reservar a la composicién el tiempo precioso que le habria sido necesario consagrar a esta obra. Los primeros proyectos de publicar una seleccidn de articulos parecen remontarse al afio 1906. El 25 de diciembre, Debussy escribe a Laloy: #Pienso, para el futuro, en una serie de notas, de opiniones, etc., que me ha dejado el pobre monsicur Croche que decidié morirse. Este hombre, delicado entre todos, pensd que no podfa continuar con decencia unas ‘conversaciones” en las que la Nada dislogaba con el vago Nada de Nada. Me © ha dejado en libertad de obrar, ya sea para publicar estos escritos o bien para quemarlos, Juntos veremos lo que conviene hacer.» Otro amiga, Ro- bert Gaudet, sin conocer los proyectos en curso, tuvo la misma idea. El 30 de abril de 1909, Debussy le responde: «Es usted muy amable al que- ter reéditar mis antiguos articules pero ya hace tiempo que Laloy se occupa de ello; hubiera debido advertirmelo.» Las cosas se prolongan hasta finales de 1913, cuando se depositd el manuscrito en casa del editor Dorbon quien, a comienzos de 1914, recla- maba a Debussy la orden de tirada. Sin prisa, sepiin parece, por verlo apare- " Correspondance de C. Debussy. et P. Lowy, 1945, pag. 177. No parece que sc pucda dedwcit de cote pasaje un primer proyecto de EY sefor Corches tal como sugiete el editor. Seftor Corches -y otros cacrinds 7 cer, el mitsico aiin solicita a Laloy una entrevista de‘una bora para ayudarle ii dar los diltimos retoques. G. Jean-Aubry ha afirmada, por su parte, que amuy poco tiempo antes de su muerte» Debussy le facilité estas pruebas ? y algunas paginas que llevan correcciones autéprafas se conservaron por él". La continuacién ya la conocemos, La’ guerra comenzd cuando se impri- mia el libro en Bélgica. Monsieyr Croche no aparecié: hasta 1921 en la toleccién de Biblidfilos de fantasia (en una tirada limitada a S00 ejem- plares). La casi rotalidad de la compilacién procedia de La Reonwe ‘Blanche ¥ del Gif Blas. Algunos articulos son un agrepado de dis o tres frapmenypos (por ejemplo, sobre Massenet, la Musica al aire libre; el Premio de Roma). Pocas modificaciones o correcciones se habian hecho en los originales, aun- que las que s¢ pueden sefialar sean significativas. Debussy no habla escati- ‘thade elogios a Camille Chevillard, que habfa creado los Noctwritos y El Mar Pero cada vez mis descontento por la incomprensidn que mostraba “hwcia su miisica, tacha, por ejemplo, un pasaje donde el director figuraba eentre los mas grandes».'La estima que en pocas palabras parece demostrar por Tharara, la dpera de Bougault-Ducoudray, desaparecié en la-correc- chin, En cuanto a Till Ewenspiegel, por el contrario, suprimid unas criticas sobre la orquesta de Richard Strauss. En otra ocasidn se elimina un pasaje particularmente tajante sobre las dperas veristas o bien se sustituye el nombre de un petsonaje no muy destacado por el impersonal «uno». No obstante, estos arrepentimientos son poco numerosos en Monsieur Croche. Son bien conocidas las diatribas wagnerianas, las declaraciones blasfe- mas sobre el Premio de Roma, los prejuicios contra Gluck y en favor de Rameau. Pero, en diversas erdnicas que se afiaden aqui a las que hizo céle- bres Monsienr Croche, Debussy se enfrenta con muchos otros temas de ac- tualidad: la administractin de los: teatras liricos nacionales, los nifios pro- digios (el Mozart de Saint-Maur), polémicas musicales (el caso Fanelli) y semimusicolégicas (el caso Rust). Se aprecian también algunas alusiones a la misica que acormpafia la cinematografia naciente. No es partidario de la cultura’ de masas sobre la que tuvo que dar su opinién, que fuer «Una difusién del arte demasiado generalizada sdlo conduce a una mayor medio- cridad.» (15 de marzo de 1903.) Su opinidn sobre la miisica contemporinea, sohre todo si se trata de Saint-Saens o de Alfred Bruneau, no tiene térming medio, A veces, como con Ropartt y Bordes, dirige el elogio hacia las cualidades humanas o pro- fesionales del compositor de manera tan evidente, que ningrin lector sagaz " Rerue musicale, 1 de diciembre de 1920) pag. 191. O Foeron presentadas, en 1962, en la expociciin Debussy de la Biblioteca Nacional (don. 315 del canilogo). 18 Claude Debussy podria engafiarse acerca de su verdadera opiniém. ¥ en e¢l caso particular de Vincent d'Indy, sobre el que tanto se ha escrito, usa delicadezas que son apenas menos visibles, hablando de probidad, respeto, o de «expresidn cristianamente caritativas. Por doquier su espiritu constantemente cdustico, irénico, ni siquiera perdona las necrologias (véase la de R. Planquette). Miis que en el sefior Teste o en Jules Laforgue, la manera propia del De- bussy critico hace pensar en la de Willy (H. Gauthier-Villars). Ese tono ligero para tratar cosas serias, ese ingenio burldn que le hace comparar a Schubert con Faul Delmer, de de ie aoa vee ealda de la sefiora Haseelmana, compensan ampliamente un indiscutible abandono estilfstico. Al terminar la lectura, el] conjunto de estos escritos se nos aparece de una coherencia y de un vigor extremos, salvo en un punto: el espiritu na- cionalista, que pone de manifiesto cuando se refiere a la tradicidn musical de su pals. Al juzgar las obras de sus compatriotas jdvenes a quienes suplica con ardor que tengan en cuenta la leceién de Rameau apenas encuentra medelos que propener: Couperin, Naeround, un poco de Massenet y de Offenbach, constituyen una tradicidén nacional harto mezquina. Su naciona- lismo se manifiesta més bien como una posicién de principios y cuando, en 1915, escribe «Por fin, solos...e, nos preguntamos si no es.¢l quien queda solo, consiga mismo. El texto de este tiltimo articulo contiene, ademas, una frase que reclama una atencidn especial, ya que aparece despuds de la enumeracién de todas las contaminaciones suftidas, semin él, por la tradicidn francesa: «|Hemos sutrido le sobrecarga de la orquesta, la tortura de las formas, ¢l lujo basto y el color chillén.... y estdbamos en visperas de firmar naturalizeciones mucho mds equivecas todavia cuando los cafiones pidieron bruscamente la palabrale No cabe duda de que esta wiltima alusién apunta a la misica de Schdnberg, que sabemos conocia y hacia la cual reproché a Stravinsky. Se han agrupado aparte, al final de este volumen, las conversaciones y entrevistas que han podido recuperarse. Es necesario distinguir las respues- tas por escrito a diversas encuestas que se han insertado en su lugar crono- Iégico con los demds articulos de las entrevistas redactedas por los perio- distas a partir de algunas notas. Pocos de estos habfan Hamado a su puerta antes de que las representaciones de Pelléar Mamasen la atencién sobre ¢l. No menos de una veintena de estas entrevistas se han localizado entre 1902 y 1914. En su mayorla son posteriores a 1910, fecha de la publicacicn del panfleto El caso Debussy por Caillard y De Bérys que irrité al muisico y le hizo sentir la necesidad de permanecer en contacto con el piiblico, Las expresiones que se le atribufan se alejaban a menudo del inimitable tono propio del muisico, Por eso nadie se extrafiaria de que, en ciertos casos, Ilegara a negar haberlas escrito parcialmente. Una de las frases presentada E] Sefor Corchea y otros escrites 19 con gran frecuencia como tipica de su estética «La miisica debe tratar humildemente de agradars, figura precisamente en una entrevista publicada por P. Landormy y de la que Debussy se queja a Laloy: «Es extraordinario lo mal que oye ese supuesto miisico.» Mis tarde, a propdsito de una con- versacion sobre la escuela verista italiana, envia a Comoedia una carta en Ja que pone las cosas en su sitio. No obstante, me ha parecido que algunos juicios ex en textos, incluso estando ligeramente deformados, com- pletaban con utilidad las opiniones recogidas en Jos articulos. El hecho de haber abierto la puerta a los periodistas mids de quince veces implicaba, después de todo, una especie de previa aceptacién por parte de Debussy, Dos entrevistas muy cortas no se han incluida aqui: una a propdsite de una -condecoracién «Pour le mérites que el emperador Guillermo II habria rehusado otergar a Debussy al mismo tiempo que a Rodin (Paris- Journal, 2 de febrero de 1911): «Diga claramente que yo no espero nada de Alemania ni siquiera de todo lo que es oficial en mi pals. Trabajo como un negro. ¢gNo es suficiente para mi conciencia?» La otra entrevista: se insertaba en el marco de una encuesta realizada por Henry Malherbe sobre «La muiisica rusa y los compositores franceses» (Excelstor, 9 de marzo de 1911): «La muisica rusa, se le hace decir, me interesa eobremanera... El ano pasado, un joven compuso, como debutante, un ballet, Ef pdjara de fuego, que se representé en Paris. Pues bien, esta primera obra es algo exquisitamente originals ™, Todos estos escritos de Debussy necesitan aclaraciones en muchos pasa- jes: acontecimientos y personajes olvidados o difuminados. Nos hemos limi- tado aun minimo y hemos evitado la acumulacidn de notes criticas. El ob- jetive del mitsico no era tanto informar a sus lectores como orientarles al margen de convencionalismos de obligarles a desechar sus juicios nutinarios. En cambio, se han indicado siempre las concordancias con la recopilacidn anterior de Momsiewr Crache, Acaso algunos afioren la obra que habla lle- gado a serles familiar, Su unidad estaba construida en realidad sobre un personaje a cuyo ropajé nunca se acostumbed Debussy totalmente y cabe esperar que las ideas del miisico aparezcan aqui mis completas-y veridicas en su imagen coticiana. Prancors Lesvree 4 Tampoco se inchuyeron algunas Ineas de respuesta a una encucst: de la ftevis- ta SIM (1 de marzo de 1914) sobre «la misica de baile en [a ighesias, En contrapar- ida, ne pode localizar una entrevista concedida a un periddico viens en el transcurso de su estancia en Austria ni descubrir un ejemplar del Livre d'or de la maiton Aeolian (1909), en el que estd editada una aopinién de Claude Deboseys. En fin, no hemos incluido aqui «una entrevista al sefior Claude Debussys publicada por PJ. Toulet en la cevista Ler Marges, en octubre de 1912 (que fue reeditada en sus Noter de littératy re ¥ gue nos indicé amablemente el sefior Dietschy), satirizande ingeniocamente a bos periodistas curioss, Debussy anuncia en ella su partida para Lusacia, un pals donde ao talaron todos los abetos, donde ya no queda pasta para papel ...jni periodistas! Nota del editor Para comodidad del lector bemos colocado ef thtula de las obras mds importantes snalizadas por Debussy en la cabecera de algunos orticulos en los gue mo constaba. Remitirse al indice pera una informacidn mas exbaustiva. La grafia de diversos nombres propios ba sido rectificada y wnificada, Zi El «Fausto» de Schumann.—Obertura para «El Rey Lear» de A. Savard.—El tercer acto de «Sigfrido»,— Una sinfonia de Witkowski Como me han Ilamado para hablar de miisica en esta revista, me per- mito explicar en pocas palabras cémo tengo intencién de hacerlo. Mucho mds que criticas, se encontrardn en esta seccidn impresiones sinceras y lealmente sentidas; la critica se asemeja con demasiada frecuencia a brillan- tes variaciones del tipo de: «Usted se ha equivecade porque no hace como yo», o bien; «Tiene usted talento, yo ninguno, esto no puede continuar asi...» Intentaré. ver, através de las obras, las oviltiples motivaciones que las han hecho nacer y la vida interior que encierran; gno es esto mucho mds interesante que el-juego que consiste en desarmarlas como curiosos relojes? Los hombres casi no se acuerdan que se les prohibid, siendo nifios, abrir el vientre de los mufiecos... (lo cual ya cs un crimen de leso misterio): contimian queriendo meter su estética natiz donde nadie les llama. Aunque ya no revientan mufiecos, explican, despiezan y, friamente, matan el mis- terio: resulta mds cémodo y ademas permite charlar. jDios mio!, una incomprensién notoria excusa a unos; otros, mis feroces, actlan con premeditacidn: es muy necesario defender su querida mediocridad... Estos Gltimos tienen una fiel clientela. Hablaré muy poco de las obras consagradas, bien por el éxito, bien por la tradicién; de una vez por todas, Meyerbeer, Thalberg, Reyer..., son hombres de talento, lo cual no tiene por otra parte mayor importancia. Los domingos, en que Dios es amable, no escucharé ninguna muiisica; presento de antemano todas mis disculpas... Que se acepte, en fin, atenerse al término «Impresiones», en el que confio porque me deja la libertad de preservar mi emocidn de toda estética pariisita. 3 26 Claude: Debussy Conciertor Colonme: ef «Faustoe de Schumann, Podriamos confrontar este Fausto con algunos otros Fawstos: Iegarian a decirse cosas lamentables que no servirian a nadie, ni siquiera a Goethe. A propésito de Schumann, ¢ha comprendido alguien cimo pudo consentir que aquel notario, elegante y hibil que era Mendelssohn, influyera en su puro genio? Particularmente en Fawsfo, se tropieza a menudo con Men- delssohn; prefiero a Mendelssohn sélo, porque uno sabe a qué atenerse. Conciertos Lamoreux: Obertura para «E| Rey Leare de A, Savard ', pri audicién; el acto tercero de «Sigfridos. ao: La obertura para El Rey Lear de A. Savard tiene, para mi gusto, un acento excesivamente wagneriano: los platillos estornudan en las narices de las flautas, impertinencia completamente wagneriana; el tema del Rey Leer tiene ese encanto majestuoso que sdlo se encuentra en el Goetterburg. ae ed ati WEE Ader Ce ee parte donde se ja # de Cordelia; se diria el final es “hualtmdlaibitiie’ buses SHIR) Gia distalsa debts ‘Ge eatd obeenita? Sita eae ee ejecuciones fragmentarias de la Tetralogla, oftecidas por el sefior C. Chevillard VSG Wale wabicads de fiemad'civetias Be pébindel eaebatearls de un gusto pulido y de un tacto perfecto. La gente que adopta aires de entendido para hablar de la Tetralogia, no resistiria quizé una audicién integral de ese Bottin * musical. Por otra parte, el sefior C. Chevillard tiene un don orquestal casi tinico que anima’extraordinariamente la chatarra,re- Sr en ete soemicn ne pesanaevie Sint ade con lo que, supliendo con la imaginacién el decorado tan te legendario, éstos aparecen mas humanos, ee Es de agradecer también que el sefior Chevillard se abstenga de la pantomima tauromdquica habitual en ciertos directores de orquesta inter- nacionales. Esas maneras de ir a clavar banderillas en la cabeza de un corno inglés o de amedrentar con un gesto de matador a los pobres trom- bones: resultan muy desconcertantes. El sefior Chevillard se contenta con dar a sus oyentes la seguridad de que comprende la partitura: esto es muy simple y muy diffcil de alcanzar. Lo olvidaba... el sefior $. de Greef tod matavillosamente un concierto para piano de Saint-Saéns (obra consagrada), 1 Augustin Savard (1861-1943), alumno de Massenet, Premio de Roma de 1586 director por aquel entonces de los cotos de la Opera. ; Bottin: anuario del comercio (editado por Didot-Bottin). (N. def T.) El Sefior Corchea y otros escritos aT Sociedad Nacional: concierto orquestal del 16 de marzo. Una sinfonfa del sefor G..M, Witkowski fue acogida con entusiasmo *, Me parece que, desde Beethoven, la demostracidn de la inutilidad de le sin- fonfa-esté hecha. Lo mismo que-en Schumann y en Mendelssohn no es mis que wna respetuosa repeticidn de las mismas formas, pero ya con menos fuerza. No obstante, la enovena» es una sefia genial, un deseo magnifico de agrandar, de liberar las formas habituales dindoles las dimensiones arméni- cas de un fracaso *, La verdadera leccién de Beethoven no consiste, pues, en conservar la antigua forma; tampoco en obligarnos a poner los pies en las huellas de sus primeros pasos. Hay que mirar al cielo libre por las ventanas abiertas: me da la impresidn de que se han cerrado poco menos que para siempre; algu- nos logros geniales en el género no salvan los ejercicios alambicados y petri- ficados a los que se llama, por costumbre, sinfonias. La joven escuela musa intenté rejuvenecer la sinfonia tomando ideas prestadas a atemas populares»: logrdé cincelar joyas centelleantes, pero, ¢no hay aqui una desproporcién molesta entre el tema y lo que se le obligaba a dar de si?... No obstante, muy pronto la moda del tema popular se exten- dié por todo él universo musical: se removieron las provincias. mids peque- fias, de Este a Oeste; se arrancaron estribillos ingenuos de viejas bocas campesinas, aténitos de encontrarse vestidos con armoniosos encajes. Te- nian aspecto de estar violentos, pero unos contrapuntos imperiosos les inti- midaron para que olvidasen su apacible origen. * 2Es necesario concluir que, a :pesar de: todas las transformaciones inten- tadas, la sinfonia pertenece al pasado por toda su elegancia rectilinea, su ardenscién ceremoniosa, su piblico filosdfico de empolvadas pelucas? ¢Qudé se ha puesto en vez de su vieja marco de ora desvaido sino el cobre desobe- diente de las modernas instrumentaciones? La sinfonfa del sefior Witkowski estd construida sobre un coral brendn. La primera parte es la presentacidn habitual del tema sobre el que va a trabajar el autor; comienza después la obligada dislocacién...; la segunda parte es algo asi como el laboratorio del vacio...; la tercera parte pierde se- veridad dentro de una alegria completamente bretona, atravesada por frases t Georges Witkowski (1867-1943), cedete de Saint-Cyr, discipulo de d'Indy. Ya habia dado a conocer algunas de sus obras en Lyon. pero In que le revelé ante la critica fue sa primera sinfonfa op. 14. Fundarla en 1902 In SchMla de Lyon. * Algonos han pretendido, por el contrario, que Beethoven hizo de la palabra «la i de 28 Claude Debussy de fuerte sentimentalismo; el coral bretdn se ha retirado durante este tiem- po —cs mds conveniente—; pero reaparece, y la dislocacidn contintia, cosa que interesa visiblemente a los especialistas, que se secan la frente, y el piblico solicita la presencia del autor... Después de todo, es la parte mejor conseguida, El sefior Witkowski tiene en ella un lenguaje mds espon- tdneo y mds persuasive; ademis su experiencia es innegable, sin debilidad, incluso cuando. se alarga: escucha voces ciertamente «autorizadase: ellas le impiden, me parece, oir una voz mds personal, de esto, apenas se puede hablar mis que de los Poemras daneses para canto y orquesta de Fritz Delius: son canciones muy suaves, muy blan- cas, miisica para mecer a los convalecientes de los barrios ricos... Siempre hay una nota que se queda rezagada sohre un ncorde: igual que, sobre un lago, una flor de nemifar cansada de ser mirada por la luna, o también:... como un globo pequefio bloqueado entre las nubes, Qué inefable es esta musica! Fue cantada por la sefiorita Andray-Fair- fax con una voz ensofiadora y melancdlicamente distinguida. La seforita Andrav-Fairfax imaginé, mientras que la misica sonaba lastimeramente, un juego de comparaciones entre el publico y la arafia del salén, ganada, todo hay que decirlo, por ésta. Este juego encantador parecia preservar a la delicadeza de las melodias del ruide barbaro de los braves. Es curiosa, por otra parte, esa necesidad instintiva, que tiene su origen en la edad de piedra, de golpear nuestras manos, una contra otra, profiriendo gritos de guerra, para manifestar nuestros mayores entusiasmos... No hay que ver ninguna intencién de critica en esta observacién, ni Ja pretensién de juzgar a la humanidad; simplemente, me hacia falta terminar estas «impresioness. La Reewe Blanche, 1 de abril de 1901 _ «El cuarto de los nifios» de Mussorgsky '—Una sonata para piano de Paul Dukas.—Conciertos sinfénicos del Vaudeville El dltimo domingo de marzo (domingo de Ramos), los conciertos domi- nicales intercambiaban a Wagner... sin-resultado; en casa del sefor Colonne, el ment era variado; en casa del sefior Chevillard, un solo plato, ipero tetraldgico! El cielo se vengé haciendo caer sobre los desventurados dilet- tanti todas sus-reservas de Iluvia, El que reina en los cielos ges o no ¢3 wagneriana? como decia... (lo conocen, verdad? ). ‘ «El Cuarto de los nifiose, texto y adsica de M. Mussorgsky. Este titulo se refiere a una suite de siete melodias cada una de las cuales desesihe una escena infantil, Es una obra maestra. Mussorgsky es poco conocido en Francia; cabe la disculpa, es cierto, de que tampoco lo es en Rusia; nacid en Karevo (Rusia central) en 1839 y murié en 1881, en una cama del hospital militar Nicolds de San Petersburgo. Se ve por estas dos fechas que no tuvo tiempo que perder para hacerse un genio; no lo perdié y dejard en el recuerdo de las gentes que lo aman, o que le amarin, sefiales imborrables, Nadie ha hablado de lo mejor de nosotros mismos con un acento mds tierno y mds profundo; es tinico y permanecerd por su arte sin recetas, sin férmulas anquilosadas. Jamés una sensibilidad tan delicada’ se ha traducido por medios tan simples; parece el arte de un salvaje curioso que descubriese la musica a cada paso de su emocién; no se trata nunca de una forma o, al menos, esta forma es tan multiple que es imposible empa- rentarla con las formas establecidas —se podria decir administrativas; esto se realiza a base de pequefios toques sucesivos, enlazados por un vinculo | Parcialmente en El sefior Corches, capitulo TV. 2 a0 (Gaude Debussy Sefior Corchea y otros escritos MW misterioso y por un don de luminosa clarividencia: también Mussorgsky, de vez en cuando, produce sensaciones de sombra trémula’e inquieta que en- vuelven y oprimen el corazdn hasta la angustia, En El Cwarto de los sifios oimos la plegaria de una nifia antes de dormirse, donde se notan los gestos, la turbaecién delicada de un alma infantil, ¢ incluso esos modales deliciasos terminadas paginas, lo cual embriaga’ seguramente tanto como ‘el «justo, potente y sutil opio» y constituye el arte de evocar los minutos dichosos debilitades, El sefior Paul Dukas parece haber pensado em estos eiiltimos» al escribir su sonata: la suerte de emocién hermética que se traduce en ella y esa unién rigurosa en el encadenamiento de las ideas, con que los pequefios interrogan a los mayores, con una especie de verdad imperiosamente una intima y profunda comunién con la obra enfebrecida en el acento que no se encuentra mds que en ellos, La Cancidén te lado imperioso define de una forma especial casi todo el arte del de cuna de la muiieca parece haber sido adivinada palabra a palabra, gracias sefior Paul Dukas, incluso cuando sdlo es episédica); ges el resultado de a@ uma asimilacién prodigiosa, a esa facultad de imaginar paisajes de una una ardiente paciencia en el ajuste de las piezas y cabe temer que no poda- intima hechiceria, propia de los cerebros infantiles; el final de esta cancién mos seguirle f4cilmente en un concierto? Esto no disminuye su belleza ni de cuna es tan dulcemente ensofiador que la pequefia narradora se duerme wi ensuefio, Que el cerebro que concibid esta sonata uniese las ideas de con sus propias historias. Aparece también el nifio insoportable, a caballo construccién e imaginacién, no nos autoriza a suponerle complicado; seria sobre un palo, que transforma el cuarto en un campo de batalla: rompiendo deliberadamente absurdo. El sefior P. Dukas sabe Io que encierra la miisica; un brazo por aquf, una pata por alld a unas pobres sillas indefensas; jse no es solamente una cosa brillante y sonora que divierte el ofdo hasta el acabd la alegrial... No es grave... dos segundos sobre las rodillas de su enervamiento: facil concepcién donde se juntan, sin chocar demasiado, tan- mamd, el beso que cura y... la batalla vuelve a empezar, las sillas ya no tas miisicas que se creen... diferentes... Para él es un tesoro inagotable de saben, una vez muds, donde guarecerse. formas, de posibles recuerdos que le permiten domar sus ideas a la medida Todos estos pequefios dramas son referidos, insisto, con una extrema de su mundo imaginativo, Es duefio de su emocidn y sabe evitar clamores sencillez; a Mussorgsky le basta un acorde que pareceria pobre al sefior... imitiles; consecuentemente, jam#s se permite esos desarrollos parisitos que (jhe olvidado su nombre!) o una modulacién tan instintiva que seria irreco- tan a menude proporcionan bellisimos resultados: Mirese la tercera parte nocible para el sefior... (jes el mismo!). Volveremos a hablar de Mussorgs- de esta obra ¥ ge descubrird, bajo una apariencia completamente pintoresca, ky; merece nuestra devocidin. La sefiora Marie Olénine ! canté sus melodias, una fuerza impuesta por la fantasia ritmica’con la silenciosa seguridad de un en un reciente concierto de la Sociedad Nacional, de una manera que habria mecanismo de acero, Esta misma fuerza es:la que mueve el fragmento Final, satisfecho al propio Mussorgsky, si se me permite afirmarlo en su nombre. donde el arte de distribuir la emocidn aparece en toda su pujanza; se puede decir, incluso, que esta emocidn es «constructiva»: en cuanto que evoca una belleza parecida a las Mneas perfectas de una arquitectura —Iineas que se fundamentan y armonizan con Ins espacios coloreados del aire y del cielo, al que abrazan en una armonia total y definitiva. Creo que era necesario hablar de esta obra un poco especial; ya sabe- mos, ademds, el lugar que el sefior P. Dukas ocupa en el arte actual, pero esta dltima obta se eleva por encima de las habituales especulaciones por su significado de altiva devocidn. Para concluir: la miisica, como la sentia Mussorgsky, 0 como la entienden Lukas y algunos otros, es acaso la tnica razén vdlida que justifica el titulo inscrito en la cabecera de estas notas. Una sonata para piano de Paul Dekag, . El sefior Paul Dukas acaba de sacar’a la luz una sonata para piano: Si bien esta novedad en nada va a perturbar la marcha del mundo, no deja de ser un acontecimiente. Implica un desinterés raro en una época como la oe ee tiende cada vez mils a servir de acompafiamiento a tas sentimentales o trégicas y asume el papel, un poco sospechoso, oe de feria a la puerta de la barraca donde se esfuerza el siniestra < mF Los que aman verdaderamente la miisica, se adentran pocas veces en lag : barracas; tienen un simple piano y vuelyen a empezar llenos de emocidn Conciertas sinjénicos del Vaudeville Ha habido estas tiltimas semanas gran arribada de directores de or- questa alemanes. Es menos grave que una epidemia, pero hace mucho ruido, pues cada director hay que multiplicarle por noventa... Que Wein- pafieda por Alfred Cortot y donde La Chawbre d'enfants (traduccidn del 7 mperets { seflor Hettan- partner o Richard Strauss. que el nervioso Mort] o el gran Richter hagan ge) se offecié en primera audicidn. 32 Claude Debussy reverdecer Ia belleza, demasiado harto insultada, de los grandes maestros, en eso no me mete, pero no hay que exagerar y tomar Parls por una sala de ensayos. Si, por lo menos, estos sefiores aportasen alguna novedad en sus programas, réesultaria interesante, después de todo; pero, nada de eso, lo que nos viene ¢s el viejo mundo sinfénico y asistiremos a los ejercicios habituales sobre las diferentes maneras de dirigir las sinfonias de Beethoven; unos «acéleranins, otros «retardarin» y es el bueno de Beethoven quien saldra perdiendo. ‘Personas graves ¢ informadas-declararin que tal o cual director de orquesta posee el «tempos, lo que, por otra parte, es un excelente motivo de conversacién. ¢Ddnde adquirieron tanta seguridad estas personas? ¢Recibieron confidencias del mds Alld? Amabilidades de ultratumba que me extrafiarian mucho en Beethoven, Si su pobre alma deambula por una sala de conciertos, jno tardard en elevarse a toda prisa hacia ese mundo donde sélo se oye la muisica de las esferas! Y el gran antepasado, J. S..Bach, le dird un poco:serio: «Mi. pequefio Ludwig, veo en vuestra alma, un poco crispada, que seguis frecuentando lugares poce re- comendables.» Aunque quizd no se hablen nunea..: P. §—O¥ demasiada misica el Viernes Santo como para que me sea posible resumir hoy tantas impresiones diversas. El sefior Chevillard diri- gié la novena sinfonia jde memoria! , con una seguridad admirable... ;Vaya!, sefiores directores de orquesta alemanes, no han perdido ustedes de todo el viaje... ‘ La Revwe Blanche, | 5 de abril de 190) + Viernes Santo.—La «Novena Sinfonias | Viernes Santo En este dia, los conciertos sinféinicos se tornan «espirituales», jamds se ha sabido el porqué, dado que se tocan espiritualmente las mismas cosas. Este afio, el sefior Colonne estuvo «espiritual» adornando su programa con un floride ramo de virtuosos de todos los géneros, bo que nos permitid apretujarnos esa tarde con un ardor cosmopolita; creo incluso poder afirmar que los melimanos habimales tuvieron que aguantar a unos vecinos mds deseosos de pantomima orquestal que de emocidn artistica. El atractivo que ejerce el virtuoso sobre el piblico: se-asemeja al que atrae a la multitud hacia los juegos circenses. Siempre se espera que ocurra algo peligroso: que el sefior Isaye toque el violin llevando-al sefior Colonne sobre sus hombros, o bien, que el sefior Pugno concluya su parte cogiendo el piano con los dientes.., Tsaye tocé el Concierto en. sol para. violin, de J..S.. Bach, como acaso sdlo él es capaz de hacerlo sin parecer un intruso; tiene esa libertad en la expresidn, esa belleza sin afectacidén en la sonoridad, que son los dones necesarios para la interpretaciin de e.ta méisica. Resulta tanto mais evidente cuanto que ¢l resto de la ejecucién camina con un paso penoso y cansado. Se diria, por esa forma pesada de interpre- tarlo, que se ha hecho soportar a Bach el peso de los siglos acumulados sobre su obra. No obstante, este «concerto» es una cosa admirable entre tantas otras ya escritas en los cuadernos del gran Bach; allf encontramos, casi intacto, ese earabesco musicals o, mis bien, ese principio del «ornamento» que es la ' Parcialmente en EJ sefier Corchea, capitulos IIT y VI. a3 M Claude Debussy base de todas las formas del arte. (La palabra «ormamento» no tiene mada que ver aqui con la significaciém que se le da en los maruales de miisica.) Los primitivos, Palestrina, Viroria, Grlando di Lasso, etc. utilizaron este divino «arabescoe, Encontraron su principio en el canto. gregoriano ¥ apuntalaron los frigiles almocdrabes con resistentes conttapuntos, Bach, re- tomando el arabeseo, lo hizo mas flexible, mas fluido y, a peser de la severa disciplina que este maestro imponia a la Belleza, pudo moverse con esa libre fantasia, siempre renovada, que todavia ssombra en nuestra Fn la miisica de Bach no es el actor de la melodia Jo que emociona, es su curva: incluso, mds a menudo, es el movimiento parelelo de varias lineas cuyo encuentro, sea fortuite, sea preparado, despierta la emocidn. Segan esta concepcién ormamental, la miisica adquiere la seguridad de un meca- nismo que impresiona al piblico y que hace brotar las imdgenes. No se vaya a creer en alge antinatural o artificial. Es, por el contrario, infinitamente mis «verdadero» que los lamentables chillidos humanos que intenta berrear el drama lirico. Sobre todo, la miisica conserva toda su nobleza, sin adaptarse jamds a esas necesidades de sensibleria que aquejan a esas personas de Jas que se dice que «les gusta tante la miisicas; mils alti- vamente, les fuerza al respeto, si no a la adoracidn. Es bien sabido que jams se oye «silbare a Bach... homenaje vocal que no le falta a Wagner: en el «boulevard», a la hora en que salen los prisio- neros dé Iujo de las cdrceles musicales, se llega a oft esilbare La Cancién de fa Primavera o la frase inicial de Los Maestros Cantores: 5é¢ de sobra que, para mucha gente, cs esa toda la gloria que le cabe a la miisica, No obstante, estd permitido tener la opinidn contraria sin singularizarse dema- siada, Debo de afiadir que esta concepcidn ornamental ha desaparecido com- pletamente. Se ha conseguido domesticar a la misica... jPor fin! Es como el caso de esas familias que, no sabiendo qué hacer con el nifio —la carre- ra de ingeniero brillante empieza a complicarse enojosamente—, le hacen aprender muisica: con el resultado siempre de un mediocre mas... $1, alguna vez, cualquier hombre de genio intenta sacudirse el duro collar de la tradi- cidn, nos las apafiamos pata que se ahogue en el ridiculo; entonces, el pobre hombre de genio decide morir muy joven, tinica manifestacidén para la que cuenta con numerosos estimulos. Pero valvamos al sefior Isaye, que interpreté a continuacidn la transcrip- cidn que hizo de un estudioen forma de vals del sefior Saint-Saéns, escrito para piano por éste ultimo. Isaye demostrd, en esta obra, mucho mds virtuo- sismo que arte, cosa que turbd a personas indudablemente severas, que manifestaron su disgusto por este «demasiado virtuosismo y pocas nueces». El Sefior Corchea y otros escritos 35 Hay gente que no admitird jamais una broma. ¢Por qué habria de ‘estarle prohibide tener humor al sefior Saint-Sadns? A continuscién, el sefor Pugno presenté un concierto de Mozart, que, de bien escrito que estd para el piano, no cabe interpretar mal, Naturalmen- le, seguin su costumbre, cstuvo. superior, Entre tanto, el sefior A, Van Rooy, del Teatro de Bayreuth, canted el aria de Wolfram, del concurso de Cantores (I] acto de Tannhduser), con tanta gracia que se podria olvidar incluso su colocaciin poco oportuna, jSefior, qué de concurso es esta aria...! Lo es hasta tal punto que se llega a disculpar esa especie de «allegro» militar con el que Tannhauser hunde la elocuencia noble y pastosa del suave Wolfram; lo cual no impide que el susodicho Wolfram cante un cuarto de hora mis tarde la romanza de la Estrella... Este Wolfram es incorregible. A continuacidn, el semor A. Van Rooy canté tres lieder de Schubert..Estos lieder son inofensivos..., huelen camo el fondo de los cajones de las dulces solteronas de provincia... —res- tos de cintas ajadas, flores marchitas para siempre... jfotografias definiti- vamente muertas!...—; lo malo es. que repite el mismo efecto a lo largo de interminables estrofas y, a la tercera, se pregunta uno sino se podria hacer subir a nuestro Paul Dolmet. Para mostrar toda la riquexa de vibra- ciones diversas que atesoraba su garganta, el sefior A. Van Rooy concluyé con la «Despedida de Wotans, cuyos efectos pirotéenicos son infalibles con todos los publicos; su vor compitié en ardor con la orquesta, y sin que- basi atris, como los tumultuosos aplausos ratificaron de una vez por todas. La «Novena Sinfonias Se ha rodeado a la sinfonia con coros de una niebla considerable de palabras y de epitetos. Es, junto con la célebre «sonrisa de la Giocondas, que una curiosa obstinacidn calificé para siempre de «misteriosa», la obra macstra que ha ofde mids despropésitos. Podemos admirarnos de que no haya quedado sepultada bajo el montdn de prosa que suscité. Wagner propuso completar la orquestacidn. «A otros se les ocurrid explicar la anéc- dota por medio de cuadros luminosos; de esta obra, tan fuerte y tan clara, se hizo, en fin, un espantajo para el piblico. Admitiendo que haya misterio en esta sinfonia, podriamos acaso esclarecerlo, pero, gpara qué serviria? Beethoven no tenia nada de literate. (Al menos, en el sentido que hoy se le atribuye a esta palabra.) Amaba la misica orgullosamente; encon- trando en ella la pasidn y la alegria, que tanto echaba en falta en su vida privada. Quizd no haya que ver en la sinfonia con coros mds que un gesto desmesurada de orgullo musical y eso es todo. Un cuadernillo donde anotd i Claude Debussy mis de doscientos aspectos diferentes del tema conductor del final de la sinfonia pone de relieve la busqueda obstinada y la especulacién puramente musical que la guiaba (los versos de Schiller no tienen en ella mis que un valor sonore), Queria que este tema encerrase su virtual desarrollo y, si en si mismo es de una belleza prodigiosa, es magnifico, porque respondid a su esperanza. No hay mejor ejemplo de la ductiliced de un tema al molde que se le propone: cada salto que da constituye una nueva alegria; sin fatiga, sin que parezca repetirse; podriamos decir que como la eclosién quiméri- cade un dirbol cuyas hojas brotasen todas a la vez. Nada es inditil en esta obra de enormes dimensiones; tampoco el andante cuya longitud criticaron recientes estéticas; zno es un descanso delicadamente colocado entre la per- sistencia riumica del ascherzo» y el torrente instrumental que émpuja in- venciblemente a las voces hacia la gloria del final? Por otra parte, Beetho- ven habia escrito ocho ’sinfonias, ¢l mimero 9 debié imponerse en su espiri- tu de una forma casi fatidica, pero lo que Beethoven se impuso fue supe- rarsé a si mismo; y nadie puede dudar que lo logré. En cuanto a la home nidad desbordante que hace estallar los habituales limites de la sinfonfa, es cosa que brora de su alma, ebria de libertad, que por una de esas indmicas combinaciones del destino, se lastimaba en los barrotes dorados de la poco catitativa amistad de los grandes. Beethoven debid suftir de todo corazdn, deseanda ardientemente que la humanidad comulgase en él: eso explica el grito de las mil voces de su genio hacia sus «hermanos», mds humildes y mds pobres. Pero gle oyeron?... Inquietante pregunta. La sinfonia con coms fue interpretada el Viernes Santo por Chevillard, con una compren- sién que eleva a este director de orquesta por encima de los mds grandes; la acompafiaron algunas manidas obras maestras de Richard Wagner. | Tann- hauser, Siegmund, Lohengrin, clamaron una vez més por las reivindicacio- nes del leitmotiv! La severa y leal maestria del viejo Beethoven triunfé fiicilmente sobre estos cuentos encopetados y sin intencién muy precisa. ta Reene Blanche, 1 de Mave de 1901 Todo el mundo conoce, al menos de reputacién, el teatro nacional de la Opera. Tuve la desgracia de comprobar que no habia cambiaco: para el viandante desprevenido se asemeja siempre a una estacién de ferrocarril; una vez dentro, se confunde con una sala de bafios tureos. Se sigue haciendo alli un ruido singular, que Uaman miisica quienes han pagado por ello...; no es mecesario creerles a pies juntillas, Este teatro, por una gracia especial y una subvencidn del Estado, puede representar cualquier cosa; la mejor prueba es que se han instalado alli unos lujosos «palcos de saléins, asi lamados porque se ésti en ellog muy comodo para no ofr la mdsica: son los tltimos salones donde se charla. No ataco, con esto, el genio de los directores, porque estoy convencido de que las mejores voluntades se estrellan allf contra un sdlido y solemne muro de funcionariado testarudo que impide la entrada a toda luz revela- dora. Por lo demiis, salvo en caso de revolucién, esto no cambiard nunca: ya lo mejor ni en ese caso, porque los revolucionarios no piensan jams en este tipo de monumentos. Se podria desear el incendio si no alcanzase ciegamente a personas totalmente inocentes. A pesar de todo, sacudiéndose la industriosa apatia de este lugar, se podrian hacer con él buenas cosas. éNo deberiamos conocer la Tetralogia integra y desde hace mucho tiempo? Primeramente, eso nos habria dejado tranquilos, y los peregrinos de Bayreuth ya no nos irritarian con sus relatos... Representar Los Maestros Cantores esta bien; Tristan ¢ Isolde, mejor (el alma encantadora de Chopin aparece aqui en remolinos de miisica e impo- niendo su pasidn). 1 Parcialmente en El sefor Corches, capitalo VIL, 7 i Clank: Debussy Pero, sin-extraviar nuestras quejas, veamos cdmo propicia la Opera el desarrollo de la misica dramatica en Francia, ; Se representé muche a Reyer. El éxito me parece debido a causas curio- sas. Hay gente que contempla los paisajes con el desinterés propio de los rumiantes, los mismos que escuchan la musica con algoddn en los oldos... Saint-Saéns hizo sus dperas con toda el alma de un viejo sinfonista im- penitente. ¢Buscard aqui el Porvenir las verdaderas razones de la admita- cién que se le tiene? Massenet parece haber sido victima del abanico de sus bellas oyentes, cuyos movyimientos se asociaron demasiado con su gloria; quiso mantener a toda costa sobre su nombre esas palpitaciones de alas perfumadas; des- i te, era como querer domesticar una bandada de mariposas... ‘Acaso le falté paciencia y desconocié el valor del «silencio»... Su influen- cia sobre la miisica contempordnea es manifiesta y poco reconocida por algunos, que le deben mucho; se defienden con hipocresia... jfeo es- dicula! Hay todavia muchas otras éperas; citarlas todas seria un fastidio. Pode- mos recordar Thanara, del seiior Bourgault-Ducoudray, que, a pesar de un éxito mediocre*, puede esperar mejores destinos. Entre tantos ballets estipides, huba una especie de obra maestra: Na- moun, de Ed. Lalo, No sé qué sorda ferocidad lo ha enterrado tan pro- fundamente que nadie habla ya de él..,, es triste para la mvisica. En todo esto, ninguna tentativa verdaderamente nueva. Sdlo una especie de ronroneo fabril, un perpetua recomenzar; se diria que la musica, al en- trar en la Opera, se pone uh uniforme obligatorio, como el de un presidio; asume también alli las proporciones falsamente grandiosas del monumento, pareciéndose cn esto a la célebre «escalinatax que un error de perspectiva o demasiado detallismo hacen parecer, en resumidas cuentas..., demasiado mezquina, «El Rey de Parise? Una épera mds que afindir a las otras— Su tema es histérico, puesto que se trata del asesinato del duque de Guisa; en primer lugar, no ¢s una de las mejores cosas de la historia de Francia y no hacia falta que nos la re- cordaran, agravdndola con la misica; por otra parte, se vestia muy mal en 2 Thomara, estrenada en la Opera el 28 de diciembre de 1891, que mo habia tenida més que cinco representaciones, s¢ repuso el 23 de enero de 1907 sin mayor éxito, pwes aquellas no pasaron de la docena. EI Rey de Paris, épera en tres actos de Henri Bouchut, estrenada cn la Opera el 26 de abril de 1901, tuvo mucve representacionss. El Sefer Corchea y otros escritos 9 esa época: los hombres parecian Hevar feisimos chalecos salvavidas y las mujeres se ponian el talle donde el mas ldgico deseo no esperaria encon- trarlo, Si se quiere transformar la Opera en cdtedra de Historia, apor qué no mostramos episodios menos cargados de tejemanejes politicos y gro tescos? (Me atrevo a sugerir la época de Luis Felipe, campo inexplorada y, no obstante, tan fértil...) El sefior Georges Hite ha puesto demusiada muisi- ca en esta anécdota y eso nos impide ofr cl texto del libreto, que parece inspirado por esos espiritus gemelos, grandes ¢ inolvidables, que fueron Bouvard y Pécuchet. Serla una imperdonable groseria guardar rencor al sefior Georges Hite por no haber hecho una obra maestra. Y hay que agradecerle la delicadeza histérica de dar una vor dé tenor al personaje un poco sospechoso de En- rique IIT. E] Huracdn, drama lirico en cuatro actos; lbreta de Emile Zola, miisica de Alfred Bruneau Wagner nos ha dejado diversas formulas para adaptar la muisica al tea- tro, de cuya completa inutilidad nos daremos cuenta algiin dla. Que, por razones particulares, inventara el «leitmotiv guia» para uso de quienes no saben encontrar #u camino én una partitura, esta muy bien y ademas asi iba mas deprisa... Lo que es mds prave es que nos ha habituado a que la miisica se convierta, servilmente, en responsable de los personajes. Voy tratar de explicarme sobre esta situacidén, que me parece |a causa principal de Ja confusién de la misica dramiitica en nuestra €poca. La miisica tiene un ritmo cuya secreta fwerze dirige su desarrollo; los movimientos del alma tienen otro mis instintivamente general y sometido a multiples acon- tecimientos. De la yuxtaposicidn de estos dos ritmos mace un perpetuo con- flicta. Esto no acontece a la vez: o la miisica se sofoca corriendo tras un personaje, o el personaje se sienta sobre una nota para permitir que la miisica le abeance. Se dan maravillosos encuentros de estas dos fuerzas ¥ Wagner puede vanagloriarse de haber provocado algunos; pero es debido a un azar que la mayorla-de las veces resulta torpe o decepcionante. Asi, pues, y para decirlo todo, la aplicacién de la forma sinfénica a una accidn dramitica podria, perfectamente, acabar matando la miisica dramdtica en lugar de servirla, como se proclamé triunfalmente cuando Wagner se hizo el rey del Drama lirica. El drama de los sefiores Zola y Bruneau estd [leno de simbolos, y con- fieso no entender la necesidad de tanto simbolo, Parece haberse olvidado que lo mds bello es todavia la misica. Naturalmente, el simbolo propicia el sleitmotive: y ahi tenemos a la musica cbligada a cargar con frasecitas 40 Claude Debussy obstinadas que quieren ser ofdas a toda costa. En suma, pretender que tal sucesidn de acordes represente determinado sentimiento y tal frase cierto personaje, es un juego de antropometria bastante inesperado. iNo hay otros medias? Y aqui me dirijo al sefior Bruneau, cuya volun- tad imaginativa me parece apta para encontrarlos admirables, Observa, entre todos log mdsicos, un notable desprecio por las férmulas; camina a través de las armonfas, sin preocupatse nunca de su virtud gramaticalmente sonora; capta asociaciones melddicas que algunos califican, demasiado a la ligera) de «monstruosas», cuando son, simplemente, mis que «inhabitua- less. Me parece que el tercer acto de este drama es el mejor logrado: la imiisica es furiosa y penetrante y va mds lejos que la accidn ficilmente trégi- ca; ésta habria podido ser mas ripida, sin detenerse en discusiones psicold- gicas sobre el valor de los’celos que sienten dos de los personajes de este acto, Por lo demis, la mdsica atropella a las palabras sin contemplaciones, pareciendo decirlas: «Quitaos de mi camino, bien veis que soy la mis fuerte, y esto pone las cosas en su sitio... Me gusta menos cémo eshin tratados ¢l personaje de Luli y el simbolo que representa. ¢No habria sido necesario algo especial, quimérico, alejado de toda mdsica ambiental? Per- cibo bien su encanto, pero no su profundidad, ni esa atraccidn hacia unos decorados renovados constantemente. Parece que estoy haciendo restricciones mentales y esto es dificil en esta obra, que hay que tomar o dejar; hay que amar sus. cualidades y sus de- feetos, si no resulta insoportable, En todo caso, es propia de un hombre que busca la verdad o través del sufrimiento, cosa poco corriente en nuestra época, en la que tantos llamados «maestros» sélo buscan la «centésima re- presentacidn» a través de una tradicién de mentira legada por otra mis grande que ellos. No estoy cualificado para hablar del libreto del sefior Emile Zola, Me ha parecido mds rico en «situaciones® que en vocablos rigurosamente liricos. No veo por qué habria de felicitar al sefior Albert Carré por’ realizar prodigios. ¢Se ha pensado alguna vez en enviar una carta «a Aquel que reina en los cielos» para felicitarle por haber conseguido una bella puesta de sol?.. La: seBiorita Delna. estuvo trégica en la medida perfecta; la sefiorita Raunay, muy bella; la sefiorita Guiraudon fue un pdjaro de las islas, Los sefiores Bourbon, Dufrane vy Maréchal completaron el reparto. La Rernwe Blanche, 135 de mayo de 1901 Conciertos Nikisch.—La misica al aire libre ' domingo 19 de mayo hacia un sal petulante ¢ irresistible que pare- cia burlarse de toda tentativa de ofr cualquier tipo de miisica. La Orquesta filarménica de Berlin se aprovechd de ello para dar, bajo la direecidn del sefior A. Nikisch, su primer concierto. Espero que Dios me perdone por haber traicionado mis resoluciones:y que otros; mds felices, hayan rendido el homenaje que se dispensa generalmente a la hierba con las mondas del salchichdn y con el Iégico desenlace de los idilios. Todos los oidos famosos y atentos:con que cuenta Paris estaban alli jexitrafias y encantadoras damas, sobre todo!; es el mejor de los «buenos publicos» para quien sepa ufilizarlo; basta apenas un porte elegante o un méechdn de cabellos romdnticamente atormentado pata ategurarse su entu- S5lasm0. El sefior A. Nikisch tiene el porte y el mechdn ¥ ademiis reine, feliz- menie, cualidades mas serias; por otra parte, su orquesta estd maravillosa- mente disciplinada; se siente uno en presencia de personas que sdlo se preocupan de hacer miisica en serio; graves y sencillos como los personajes de un freseo primitivo..., algo tan conmovedor como rare. El sefior Nikisch es un virtuoso incomparable, jparece, incluso, que su virtuosismo le hace olvidarse del buen gusto! Un ejemplo es su ejecuciin de Ja obertura del Tannbduser, donde obliga a los trombones a unos apor- tamenti» dignos, todo lo mas, de esa gruesa sefiora encargada del senti- mentalismo en el Casing de Suresnes, y pone de relieve las trompas en unos lugares donde nada las exige, Son «efectos» sin causa aparente, que asombran en un miisico tan consciente como es el sefior Nikisch en todos los demids casos. Ya nos demosind, antes de esta, sus cualidades poco co- Parcialmente en Ef setor Corchea, capitalo VIII. 4i

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