Pablo Zarnicki, gran maestro y campeón mundial juvenil de
ajedrez, dijo una vez que, en el ajedrez actual, el resultado dependía menos del talento del jugador en comparación al ajedrez de, por ejemplo, 50 años atrás. En la partida 4 del campeonato mundial, Nepomniatchi confesó haber hecho las 33 jugadas que duró la partida sin salir de su preparación. Con la partida jugada hoy ya son 5 empates consecutivos… muchos espectadores empiezan a perder interés en el match, y se prevé que pueda repetirse la historia de los 2 matches anteriores, con solo dos resultados decisivos en 30 partidas que se jugaron por el título mundial, desde 2016 hasta hoy. Como resultado, muchos cuestionan la actitud de los jugadores (porque no desean correr riesgos), o el formato de la competencia (más partidas, menos tiempo, más participantes, etc.) Pero el hecho es que hay otros actores además del campeón y el retador: Los equipos de analistas, las bases de datos de partidas, las computadoras, los modernos programas de ajedrez, la inteligencia artificial… Entonces, tal vez el problema sea que hace tiempo ya, que el ajedrez dejó de ser un combate singular entre dos inteligencias, dos personalidades… Uno de los motivos por los cuales se hicieron tan famosos los enfrentamientos entre Karpov y Kasparov desde el 84 hasta el 94, además de las cuestiones políticas, era el claro antagonismo que había entre la personalidad de ambos jugadores, una personalidad sublimada en el juego. Sin embargo, hoy se habla de un estilo “universal” entre los ajedrecistas de alto nivel, que ahora están preparados para responder, menos de acuerdo al temperamento personal que a la demanda de la partida, de la posición. Todos están de acuerdo en que Carlsen es el mejor jugador, el de más talento; pero, ¿qué ocurre cuando su rival le contesta con 33 jugadas que son básicamente el resultado del análisis de todo un equipo de ajedrecistas que recopilan información de cientos de partidas, que después analizan y chequean con diversos programas de ajedrez, inteligencias artificiales, etc.? En la conferencia de prensa, luego de una de las partidas, un periodista comentó que Magnus y Nepomniatchi habían jugado la partida mas “perfecta” (con menos errores) en la historia de los campeonatos mundiales. Es verdad, es un ajedrez más perfecto, con menos errores… y cuanto menos son los errores más probables son las tablas… Entonces, si es un ajedrez de más nivel ¿por qué estas partidas atraen cada vez menos interés del público? Un campeonato de ajedrez jugado por ordenadores sería de un nivel más alto todavía que el de estos jugadores… sin embargo ¿quién se interesaría en seguirlo? ¿Y si la falla no estuviera en los jugadores, o en el formato de la competencia, o en los organizadores…? ¿Tendrá algo que ver este moderno paradigma de la ciencia, de lo “científicamente demostrado” que lo invade todo? Ese jugador que mueve una pieza de ajedrez, ¿es cada vez menos “jugador” y cada vez más “pieza”? ¿Estará cada vez más cerca de ser una especie de prolongación o de apéndice de los ordenadores, de las inteligencias artificiales, de los programas de ajedrez, de las infinitas “bases de datos”? Esta preparación científica, que eleva el nivel del juego… ¿no lo está matando también?
Comparado a la época de los duelos de Karpov y Kasparov el
campeonato mundial de ajedrez se convirtió en todo un espectáculo, mucho más emocionante para el aficionado: Transmisiones en vivo, comentarios de maestros, cámaras, entrevistas, etc… curiosamente, lo que ha dejado de emocionar es el ajedrez en sí mismo...
¿Entonces, qué haremos el día en que un ordenador escriba
novelas o componga música y ya no seamos capaces de distinguir si el autor es máquina o persona…? ¿Habremos dejado de ser personas nosotros también?