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SEMANA 2

CUARTA CLASE: El Proceso


1. CONCEPTO
Puede conceptuarse como el conjunto de actos procesales que se suceden
temporalmente, de forma tal que cada uno de ellos es causa del anterior y razón
del posterior, en aras a la solución de situaciones conflictivas con relevancia
jurídica en virtud de resolución judicial definitiva y firme, que exclusivamente se
ha podido pronunciar en el marco del proceso. Presenta el proceso, pues,
distintos aspectos, a saber: dinámico, instrumental y sociológico. Pero, además,
el proceso presenta una dimensión axiológica en la medida que se configura el
mismo como un sistema de garantías del ciudadano en orden a la tutela de sus
derechos; por último, cabría recordar el enfoque realista del proceso, con el que
se quiere aludir al conjunto de posibilidades, cargas y obligaciones que asisten
a las partes como consecuencia del ejercicio de la acción.
2. NATURALEZA JURÍDICA
Se divide a la naturaleza jurídica del proceso en dos grandes grupos: las
privatistas y publicistas.

• Teorías privatistas. Estas teorías son incluibles en el grupo de aquellas


que refieren la naturaleza jurídica del proceso a categorías de otras ramas
del ordenamiento, en concreto, del Derecho civil. Son las más antiguas y
proceden del Derecho romano. Se caracterizan por partir del acuerdo de
voluntades para explicar la vinculación de las partes a la sentencia: esta
concepción considerada en sentido estricto da lugar a la teoría
contractualista, que fue modificada en cuanto se fue fortaleciendo el
Estado y monopolizándose la jurisdicción, para dar lugar a las teorías
cuasicontractualistas.
• Teorías publicistas. Referida a la autonomía del Derecho procesal, para
así concebirla como asignatura con un contenido per se. Entre estas
teorías algunas proceden a encuadrar el proceso dentro de las categorías
generales ya establecidas, mientras que otras construyen categorías
propias.
El término “proceso” engloba diversos significados y que, además, se han
utilizado términos distintos para calificar una misma realidad jurídica. Se impone,
por tanto, la necesidad de delimitar algunos de los conceptos de la confusión,
que de todas formas se encuentran muy directamente relacionados.
En primer lugar, proceso y procedimiento son términos que en muchos casos se
utilizan indistintamente, como sinónimos y, ciertamente, ambos proceden de un
mismo origen: “procedere”, es decir, “avanzar”. Pero son en realidad conceptos
distintos: todo proceso requiere para su desarrollo de un procedimiento, pero no
todo procedimiento supone un proceso.
La definición de proceso engloba una realidad más amplia: además de referirse
al procedimiento legalmente establecido, tiene en cuenta los nexos entre los
sujetos intervinientes en el proceso, así como los existentes entre los sujetos y
el objeto del proceso. De este modo, la actividad jurisdiccional dirigida a la
satisfacción de intereses socialmente relevantes a través del proceso se
realiza formalmente por medio de un procedimiento.
La función jurisdiccional se ejerce sólo a través del proceso; sin proceso no hay
ejercicio de la función jurisdiccional; todo proceso se desarrolla formalmente a
través de un procedimiento; existen procedimientos judiciales que no son la
forma externa de un proceso (cuando el órgano judicial no actúe
jurisdiccionalmente) y, finalmente, un sólo procedimiento puede ser la forma
externa de dos o más procesos.
3. EL PROCESO DESDE LA OPTICA CONSTITUCIONAL:

Los derechos fundamentales son valiosos en la medida que cuentan con


garantías procesales, que permiten accionarlos no sólo ante los tribunales, sino
también ante la administración e incluso entre los particulares y las cámaras
parlamentarias. La tutela de los derechos fundamentales a través de procesos,
conduce necesariamente a dos cosas: primero, que se garantice el derecho al
debido proceso material y formal de los ciudadanos y, segundo, que el Estado
asegure la tutela jurisdiccional.
De esa manera, la tutela judicial y el debido proceso se incorporan al contenido
esencial de los derechos fundamentales, como elementos del núcleo duro de los
mismos. Permitiendo de esta manera que, a un derecho corresponda siempre
un proceso y que un proceso suponga siempre un derecho; pero, en cualquiera
de ambos supuestos su validez y eficacia la defina su respeto a los derechos
fundamentales.
En consecuencia, «las garantías de los derechos fundamentales dan la
oportunidad material de ejercer el derecho contra el Legislativo, Ejecutivo y
Judicial, no sólo en un sentido formal. En tal entendido, los derechos
fundamentales como garantías procesales están vinculados con una amplia
concepción del proceso».
El debido proceso tiene su origen en el due process of law anglosajón, se
descompone en:

• El debido proceso sustantivo, que protege a los ciudadanos de las leyes


contrarias a los derechos fundamentales y,
• El debido proceso adjetivo, referido a las garantías procesales que
aseguran los derechos fundamentales.
Por su parte la doctrina y la jurisprudencia nacionales han convenido en que el
debido proceso es un derecho fundamental de toda persona -peruana o
extranjera, natural o jurídica- y no sólo un principio o derecho de quienes ejercen
la función jurisdiccional.
En esa medida, el debido proceso comparte el doble carácter de los derechos
fundamentales: es un derecho subjetivo y particular exigible por una persona y,
es un derecho objetivo en tanto asume una dimensión institucional a ser
respetado por todos, debido a que lleva implícito los fines sociales y colectivos
de justicia

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