1. CONCEPTO Puede conceptuarse como el conjunto de actos procesales que se suceden temporalmente, de forma tal que cada uno de ellos es causa del anterior y razón del posterior, en aras a la solución de situaciones conflictivas con relevancia jurídica en virtud de resolución judicial definitiva y firme, que exclusivamente se ha podido pronunciar en el marco del proceso. Presenta el proceso, pues, distintos aspectos, a saber: dinámico, instrumental y sociológico. Pero, además, el proceso presenta una dimensión axiológica en la medida que se configura el mismo como un sistema de garantías del ciudadano en orden a la tutela de sus derechos; por último, cabría recordar el enfoque realista del proceso, con el que se quiere aludir al conjunto de posibilidades, cargas y obligaciones que asisten a las partes como consecuencia del ejercicio de la acción. 2. NATURALEZA JURÍDICA Se divide a la naturaleza jurídica del proceso en dos grandes grupos: las privatistas y publicistas.
• Teorías privatistas. Estas teorías son incluibles en el grupo de aquellas
que refieren la naturaleza jurídica del proceso a categorías de otras ramas del ordenamiento, en concreto, del Derecho civil. Son las más antiguas y proceden del Derecho romano. Se caracterizan por partir del acuerdo de voluntades para explicar la vinculación de las partes a la sentencia: esta concepción considerada en sentido estricto da lugar a la teoría contractualista, que fue modificada en cuanto se fue fortaleciendo el Estado y monopolizándose la jurisdicción, para dar lugar a las teorías cuasicontractualistas. • Teorías publicistas. Referida a la autonomía del Derecho procesal, para así concebirla como asignatura con un contenido per se. Entre estas teorías algunas proceden a encuadrar el proceso dentro de las categorías generales ya establecidas, mientras que otras construyen categorías propias. El término “proceso” engloba diversos significados y que, además, se han utilizado términos distintos para calificar una misma realidad jurídica. Se impone, por tanto, la necesidad de delimitar algunos de los conceptos de la confusión, que de todas formas se encuentran muy directamente relacionados. En primer lugar, proceso y procedimiento son términos que en muchos casos se utilizan indistintamente, como sinónimos y, ciertamente, ambos proceden de un mismo origen: “procedere”, es decir, “avanzar”. Pero son en realidad conceptos distintos: todo proceso requiere para su desarrollo de un procedimiento, pero no todo procedimiento supone un proceso. La definición de proceso engloba una realidad más amplia: además de referirse al procedimiento legalmente establecido, tiene en cuenta los nexos entre los sujetos intervinientes en el proceso, así como los existentes entre los sujetos y el objeto del proceso. De este modo, la actividad jurisdiccional dirigida a la satisfacción de intereses socialmente relevantes a través del proceso se realiza formalmente por medio de un procedimiento. La función jurisdiccional se ejerce sólo a través del proceso; sin proceso no hay ejercicio de la función jurisdiccional; todo proceso se desarrolla formalmente a través de un procedimiento; existen procedimientos judiciales que no son la forma externa de un proceso (cuando el órgano judicial no actúe jurisdiccionalmente) y, finalmente, un sólo procedimiento puede ser la forma externa de dos o más procesos. 3. EL PROCESO DESDE LA OPTICA CONSTITUCIONAL:
Los derechos fundamentales son valiosos en la medida que cuentan con
garantías procesales, que permiten accionarlos no sólo ante los tribunales, sino también ante la administración e incluso entre los particulares y las cámaras parlamentarias. La tutela de los derechos fundamentales a través de procesos, conduce necesariamente a dos cosas: primero, que se garantice el derecho al debido proceso material y formal de los ciudadanos y, segundo, que el Estado asegure la tutela jurisdiccional. De esa manera, la tutela judicial y el debido proceso se incorporan al contenido esencial de los derechos fundamentales, como elementos del núcleo duro de los mismos. Permitiendo de esta manera que, a un derecho corresponda siempre un proceso y que un proceso suponga siempre un derecho; pero, en cualquiera de ambos supuestos su validez y eficacia la defina su respeto a los derechos fundamentales. En consecuencia, «las garantías de los derechos fundamentales dan la oportunidad material de ejercer el derecho contra el Legislativo, Ejecutivo y Judicial, no sólo en un sentido formal. En tal entendido, los derechos fundamentales como garantías procesales están vinculados con una amplia concepción del proceso». El debido proceso tiene su origen en el due process of law anglosajón, se descompone en:
• El debido proceso sustantivo, que protege a los ciudadanos de las leyes
contrarias a los derechos fundamentales y, • El debido proceso adjetivo, referido a las garantías procesales que aseguran los derechos fundamentales. Por su parte la doctrina y la jurisprudencia nacionales han convenido en que el debido proceso es un derecho fundamental de toda persona -peruana o extranjera, natural o jurídica- y no sólo un principio o derecho de quienes ejercen la función jurisdiccional. En esa medida, el debido proceso comparte el doble carácter de los derechos fundamentales: es un derecho subjetivo y particular exigible por una persona y, es un derecho objetivo en tanto asume una dimensión institucional a ser respetado por todos, debido a que lleva implícito los fines sociales y colectivos de justicia