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Juan Ignacio Ferrández García

Hoy que es el Día Mundial contra el Cáncer os dejo con una historia que incluí en mi primer
libro "Historias de Cartagena I" cuyos beneficios fueron a la AECC de Cartagena.

LA LINEA AÉREA MADRID-CARTAGENA

Semejante título suena increíble pero hay que recordar que la Cartagena de los años veinte era
una gran ciudad, de ahí que se pensara en establecer esta línea aérea, más si tenemos en
cuenta que en tren se tardaban quince horas en llegar a Madrid. El Ayuntamiento se propuso
pedir la concesión para establecer un servicio regular semanal dando una subvención
equivalente a la mitad de la diferencia, en el caso de que no se completara el número de
viajeros que era de cuatro . Hubo varios factores que se sumaron para que fuera posible, por
un lado la estupenda gestión económica de D. Alfonso Torres como alcalde y por otro la
presencia del cónsul alemán Sr. Fricke en Cartagena. El Sr. Fricke entre sus muchas actividades
era representante en Cartagena de la compañía aérea “Unión Aérea Española” que era la
encargada de los vuelos, de hecho consiguió que la línea costera Barcelona-Lisboa tuviera
parada en nuestra ciudad además de en Valencia, Málaga y Sevilla.

Los aviones utilizados eran los Junkers alemanes, de ahí la influencia de Fricke en este tema, y
había dos modelos, el F13 de seis asientos y el G24 de doce asientos . Los aeroplanos Junkers
que empleaba la Unión Aérea Española ofrecían las máximas garantías de seguridad
apetecibles, de hecho se utilizaban mucho para transportar enfermos por parte de la Cruz
Roja. Eran de fuerte construcción, enteramente metálicos y absolutamente incombustibles
hasta el punto que en su interior podían ir fumando los pasajeros. En el caso poco probable de
una parada de motor tenían la garantía de un ángulo de planeo muy grande así como una
armadura de tubos de acero que absorbía la fuerza del choque, con lo que se evitaban las
astillas que se podían clavar a los pasajeros . Como curiosidad diré que en dos horas se podía
cambiar el tren de aterrizaje por unos flotadores para convertirlo en hidroavión, y en veinte
minutos se podían quitar las alas para llevar el avión en tren quedando montado en media
hora en el lugar de destino.

El servicio se inauguró oficialmente el 4 de Junio de 1926 con un vuelo en el que iban de


pasajeros el Alcalde D. Alfonso Torres y el Presidente del Sindicato Agrícola de estos campos D.
Luis Malo de Molina, que, curiosamente fueron a realizar gestiones para traer el agua potable
a la ciudad y para regar los campos . Como pueden imaginar los lectores gran cantidad de
público acudió al campo de aterrizaje para presenciar la inauguración del importante servicio
aéreo y despedir a tan distinguidos pasajeros. A las cinco menos cuarto marchó el «Marabú»
para rendir su primer viaje y a las ocho y veinte telefoneaban desde Madrid los viajeros
comunicando su feliz llegada que fue difundida en toda Cartagena por la radio .

Unos días después se organizaron vuelos llamados de propaganda en los que se montaron las
personas más destacadas de Cartagena como los concejales, el propio Fricke, que
sobrevolaron Cartagena, Cabo de Palos, La Unión y el campo de Cartagena a una altura de 350
metros y 140 kilómetros por hora, y el piloto del avión fue José María Ansaldo, piloto de gran
experiencia . Por suerte se conserva una foto de ese día gracias a la revista “Cartagena
Ilustrada” y en ella se ve claramente al alcalde D. Alfonso Torres. Los aviones aterrizaban junto
al estadio del Almarjal, que por aquel entonces tenía la denominación de Stadium, hay que
tener en cuenta que en aquella época todavía esta zona no estaba tan poblada como ahora. La
periodicidad de los vuelos era de una vez por semana saliendo el avión a las ocho de la
mañana para llegar a Madrid antes de las once, emprendiendo el regreso a las cinco y media
llegando a Cartagena poco después de las ocho . La línea desgraciadamente como en épocas
recientes ha sucedido con nuestra ciudad con otros medios de transporte, desapareció a pesar
de ser puesta como ejemplo en la prensa nacional y regional. Así el diario “Las Provincias de
Valencia” destacaba el poderío del Ayuntamiento de Cartagena para financiarlo por su cuenta,
aunque como suele suceder no todos los comentarios fueron buenos.

Hubo un periodista madrileño llamado Pérez Seoane que escribió un artículo en el diario “La
Voz” de Madrid diciendo que Cartagena estaba fatal, anticuada para disponer de ese servicio,
que el dinero que se iba a invertir debíamos hacerlo en mejorar la ciudad, vamos, que nos
miraba por encima del hombro por aquello de ser Madrid la capital y pensaba que éramos un
pueblo . Como no, fue respondido en el mismo periódico y reconozco que de los muchos
textos que he leído en mis años de investigación, éste merece ser enmarcado por la defensa
que hace de nuestra ciudad nombrando todo lo que teníamos y que nos ayuda a hacernos una
idea de cómo era la Cartagena de 1926.

La réplica vino del poeta y escritor cartagenero D. Esteban Satorres quien escribía
habitualmente en los periódicos y revistas de Cartagena, unas veces con su nombre y otras con
los pseudónimos de Mario Alcor o Marcelo Estela. Dado que el articulista madrileño no
conocía Cartagena, D. Esteban se la describía así, y no tanto por él sino por los lectores del
diario madrileño que eran de toda España: “Cartagena la novena ciudad de España con
103.000 habitantes, capital de departamento marítimo, puerto militar y comercial, plaza la
más fuerte de España, sierra minera, Arsenales Militar y Civil, Institutos de Segunda Enseñanza,
Escuelas de Industria y Comercio, escuelas graduadas del Estado, Escuelas unitarias del Estado
en número de quince, cuarenta y cinco escuelas municipales, Bancos de España, Hispano
Americano, Industria y Comercio, Agrícola y, en breve, el Español de Crédito; diez periódicos,
entre diarios y semanarios; Hospital de Caridad sostenido con limosnas; Cruz Roja, Casa de
Misericordia, de Expósitos, de Ancianos, Tienda-Asilo, Refugio nocturno, Casa del Niño, donde
se educa, viste y alimenta a los niños pobres; Sanatorio, Caja de Ahorros y Monte de Piedad;
Cámara Oficial Minera, Asociación Cultural y Musical, Sociedad de Amigos del País y Ateneo
Mercantil e Industrial, qua son centros de enseñanza ; ocho trenes diarios, que comunican
Cartagena con toda España, y tres de línea estrecha, teléfonos urbanos e interurbanos,
fábricas de desplatación, cristal y productos químicos”.

Además añadía con contundencia: “Esto es lo que pública y nacionalmente debe saber de
Cartagena cualquier persona culta que de Cartagena quiera hablar”. Y finalizaba diciendo que
“esto mismo piensan los restantes 102.999 ciudadanos de Cartagena”.

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