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La historia de Honduras, país ubicado en el centro de América Central, se remonta a unos

14 000 años (conforme al consenso de Clovis), en que se estima ocurrieron los primeros
asentamientos de pobladores sedentarios. Resalta en la historia geológica de Honduras el
hecho de poseer el único reporte de fósiles de dinosaurios de América Central. Antes de la
conquista por los españoles en el siglo XVI, lo que ahora es Honduras fue habitado por pueblos
de culturas que interactuaron entre ellos en diverso grado, en el tiempo y el territorio. De
aquella época sobresalen la cultura olmeca, la tolteca y la maya.

El 15 de septiembre de 1821 se firma el Acta de Independencia de Centro América; respecto a


México que se proclama en 1823, es en 1838 cuando Honduras se independiza de
Centroamérica y se inicia el proceso de integración definitivo que da lugar a la Honduras
contemporánea.

Antes de la Conquista española, Honduras estaba habitada por pueblos de culturas diversas,
tradicionalmente se han clasificado en dos tipos culturales diferentes: Las culturas maya y
tolteca. Sin embargo, La Honduras precolombina era étnica y lingüísticamente mucho más
diversa de lo que esta distinción hace suponer.

Además de diversos grupos de mayas, los cuales estaban relacionados con los mayas de
Yucatán y Guatemala. Existían chorotegas, tolupanes, lencas, misumalpas y posiblemente
xincas. Los mayas se extendieron a través del valle del río Motagua, centrando su control en el
principal centro ceremonial de Copán, cerca de la actual ciudad de Santa Rosa de Copán. Por
tres siglos y medio, los mayas desarrollaron la ciudad, convirtiéndolo en uno de los principales
centros de su cultura.[2] Causas aún discutidas, provocaron el abandono y la destrucción de
Copán y otras ciudades mayas, que en la época de la conquista española ya no eran más que
ruinas.[3]

Estas culturas alcanzaron grandes progresos en los diversos campos del conocimiento humano,
impulsados por el desarrollo de una variada agricultura (frijol, cacao, chile, etc.) y contaban
con grandes sistemas de riego. De esta manera garantizaban una alimentación adecuada para
sus numerosas poblaciones. Además aplicaron técnicas de gran perfección en los tejidos y la
cerámica. Desarrollaron un intenso y variado comercio. Alcanzaron un alto desarrollo científico
en las matemáticas y la astronomía; además de la arquitectura y la escultura, que emplearon
en la construcción de grandes ciudades.[4]

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