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LA SERIE DEL FERROCARRIL NO. 1 LAS TRES LOCOMOTORAS DEL FERROCARRIL EL REV. W. AWDRY con ilustraciones de C. REGINALD DALBY EL DIA LIBRE DE EDWARD Justo después el Maquinista y el Fogonero Hegaron para empezar a trabajar. El Maquinista miré a Edward “éPor qué ests triste?” preguntd. “¢Te gustaria salir hoy?” “Si, por favor” dijo Edward. Asf el Fogonero prendié su fuego ¢ hizo mucho vapor. Entonces el Maquinista jalé la Habis una vez una pequenia locomotora llamada Edward. El vivia en un cobertizo con otras cinco locomotoras. Todas eran més grandes que Edward y se jactaban de ello. “El maquinista no te volver a elegir” decfan. “El quiere locomotoras grandes y fuertes como nosotros.” Edward no habfa salido en mucho tiempo; comenzé a sentirse triste. palanca y Edward partié resoplando. “Pip, pip” silb6. “Mirenme ahora.” Las demés locomotoras estaban muy enojadas al ser dejadas atras. Edward partié para ir por unos vagones. “Sé cuidadoso, Edward” dijeron los vagones, “no nos golpees o emputjes como hacen las demAs locomotoras.” Asi que Edward se acercé a los vagones, muy, muy gentilmente, y el acoplador cerré el enganche. “Gracias, Edward” dijeron los vagones. “Eso fue gentil, estamos felices de que nos tomes hoy.” Entonces fueron a la estacién donde los pasajeros estaban esperando. “Pip, pip” silb6 Edward —“entren rapido, por favor.” Asi que los pasajeros subieron al tren y Edward esperé felizmente a que el Guarda soplara su silbato y ondeara su bandera verde. Esper6y esper6 —no habia ni silbato ni bandera verde. “Pip, pip, pip, pip— édonde estd el Guarda?” Edward estaba poniéndose nervioso, El Maquinista y el Fogonero preguntaron al Jefe de Estacion, “Ha visto al Guarda?” “No,” respondi6, Preguntaron al portero, “Ha visto al Guarda?” “Si—ayer en la noche” dijo el portero. Edward comenzé a enfadarse. “éSeré que algtin dia partiremos?” dijo. Justo después un nifio grité “iAhi viene!” y ahi estaba el Guarda, corriendo colina abajo con sus banderas en una mano yun séndwich en la otra, Corrié a la plataforma, soné su silbato y salté a su vagon. Edward partié resoplando. Tavo un dia muy feliz, Todos los nifios corrian para saludar mientras pasaba y se encontraba a viejos amigos en las estaciones. Trabajé tan duro que el Maquinista prometio sacarlo al dia siguiente. “Voy a salir de nuevo maiiana” dijo esa noche a las demas locomotoras. “Qué les parece?” Pero no escuché sus respuestas porque estaba tan cansado y feliz que se qued6 dormido. EDWARD Y GORDON Una de las locomotoras en el cobertizo de Edward se lamaba Gordon, Era muy grande y orgulloso. “Obsérvame esta tarde, pequerio Edward” se jact6 “cuando pase a toda velocidad con el expreso; esa ser una espléndida vista para ti.” Justo entonces su Maquinista jalé la palanca, “iAdi6s, pequefio Edward” dijo Gordon, mientras resoplaba fuera del cobertizo “ifijate si me encuentras esta tarde!” Edward partié también para hacer maniobras. A Edward le gustaba hacer maniobras. Era divertido jugar con los furgones. Se acercaba silenciosamente y les daba un jalon. “iOh! iOh! ih! iOh! iOh!” gritaban los furgones “EQué sucede?” Entonces se detenia y los tontos fargones se golpeaban los unos contra otros. “iOh! iOh! ih! iOh!” se quejaban otra vez. Edward los empujé hasta que estuvieran corriendo bien, y cuando no se loesperaban se detenfa; pasando uno por uno a las otras vias. Edward jug6 hasta que no quedaron furgones; después se detuvo para descansar. De pronto escuché un silbato. Gordon pasé resoplando, muy lentamente, y muy enfadado. En lugar de lindos y brillantes vagones estaba llevando un montén de sucios furgones de carbén. “/Un tren de carga! (Un tren de carga! iUn tren de carga!” se quejaba. “iQué vergiienza, qué vergiienza, qué vergiienza!” Avanz6 lentamente con los furgones traqueteando y golpedndose detras suya. Edward se ri6y fue a buscar mas furgones. Poco después un portero vino y hablé con su Maquinista. “Gordon no puede subir la colina. éPodrfas llevar a Edward y empujarlo, por favor?” Encontraron a Gordon a la mitad de la colina y muy enojado. Su Maquinista y su Fogonero le estaban hablando severamente. “Espera y verds” dijo el Maquinista de Edward. Llevaron el tren de vuelta al pie de la colina. Edward se puso detrés del furgén de cola listo para empujar. “iPip, pip! iEstoy listo!” dijo Edward. “iPup, pup! iNo saldré bien! Refunfuiié Gordon. El Guarda soplé su silbato “iNo estas intentando!” le dijeron. “No puedo hacerlo” dijo Gordon. “Los ruidosos furgones frenan el avance de una locomotora. Ahora, si fiteran vagones — cosas limpias y sensibles que avanzan silenciosamente — eso seria diferente.” El Maquinista de Edward subio. “Vinimos a empujar” dijo. “Es intitil” dijo Gordon. yjalaron y empujaron tan fuerte como pudieron. “No puedo hacerlo, no puedo hacerlo, no puedo hacerlo” resopls Gordon. “Lo lograré, lo lograré, lo lograré” resoplé Edward. “No puedo hacerlo, lo lograré, no puedo hacerlo, lo lograré, no puedo hacerlo, lo lograré” resoplaban juntos. Edward empujé y resopls y resopls y empujé tan fuerte como pudo y casi antes de que se diera cuenta, Gordon estaba en la Gordon corrié tan rapido que dejé a Edward atras. El Guarda agitaba los brazos sin parar, pero Edward no pudo alcanzarlos. Llegé a la siguiente estacién y su Maquinista y su Fogonero dijeron que estaban muy complacidos con él. El Fogonero le dio un largo trago de agua y el Maquinista le dijo: “Sacaré mis pinturas majiana y te daré una hermosa capa de pintura azul con franjas rojas, entonces serés la locomotora més elegante del cobertizo.” cima de la colina. “iLo logré! iLo logré! iLo logré!” dijo orgullosamente y olvid6 por completo que Edward lo habfa empujado todo este tiempo. No esper6 para decirle “Gracias”, en cambio corrié tan rapido que pasé dos estaciones antes de que sur Maquinista pudiera detenerlo. Edward habfa empujado tan duro que cuando Ilegé a la cima de la colina se habia quedado sin aliento. LA TRISTE HISTORIA DE HENRY Una vez una locomotora enganchada a un tren Estaba asustada de unas cuantas gotas de Iluvia— — Se escabull6é en un tinel yapretujé su chimenea Y nunca mas volvi6 a salir. El nombre de la locomotora era Henry. Su Maquinista y su Fogonero discutieron con él pero fire en vano, “La lluvia arruinaré mi hermosa pintura verde con franjas rojas” decia. El Guarda soplé su silbato hasta que se queds sin aliento y onde6 sus banderas hasta que le dolieron los brazos; pero Henry atin seguia en el ttinel y le eché vapor. “No voy a arruinar mi hermosa pintura verde con franjas rojas por ti” dijo groseramente. Los pasajeros discutieron con él también, pero Henry seguia sin moverse. Un Director Gordo que estaba en el tren le dijo al Guarda que trajera una cuerda. “Te vamos a sacar” le dijo. Pero Henry solo le ech6 vapor y lo dejé empapado. Ataron la cuerda y todos jalaron— excepto el Director Gordo. “Mi doctor me ha prohibido jalar” dijo. Jalaron y jalaron y jalaron, pero Henry seguia en el tinel. Después intentaron empujar desde el otro lado. El Director Gordo dijo “iUno, dos, tres, empujen!” pero él no ayud6. “Mi doctor también me prohibié empujar” dijo. Empujaron y empujaron y empujaron; pero Henry aun segufa en el tinel. Al fin otro tren lleg6, El Guarda ondes su bandera roja y lo detuvo. Los dos Maquinistas, los dos Fogoneros y los dos Guardas discutieron con Henry. “Mira, ya dejé de lover” dijeron. “Si, pero comenzara de nuevo pronto” dijo Henry. “ZY qué pasara entonces con mi hermosa pintura verde con franjas rojas?” Asi que trajeron a la otra locomotora y empujé y resoplé y resoplé y empujé tan fuerte como pudo, Pero aun asf, Henry seguia en el tinel. Asi que se rindieron. Le dijeron a Henry “Tendremos que dejarte ahi por siempre y para siempre.” Quitaron los viejos rieles, construyeron un muro en frente de él e hicieron otro téinel. Ahora Henry no puede salir y observa a los trenes pasando por el nuevo tiinel. Esta muy triste porque ahora nadie volverd a ver su pintura verde con franjas rojas. Pero yo creo que merece su castigo, ¢y ustedes? EDWARD, GORDON Y HENRY Epwarp y Gordon pasaban frecuentemente por el tiinel donde Henry estaba encerrado. Edward decfa “iPip, pip! — ihola!” y Gordon decfa “iPup pup pup! — Te lo mereces!” El pobre Henry no tenfa vapor para responder, su fuego se habfa apagado; hollin y tierra del techo del tanel habfan arruinado su hermosa pintura verde con franjas rojas. Tenfa frio y estaba triste, queria salir y jalar trenes otra vez. Gordon siempre jalaba el Expreso. Estaba orgulloso de ser la tinica locomotora lo suficientemente fuerte para hacerlo. Habfa varios vagones pesados, llenos de gente importante como el Director Gordo que haba castigado a Henry. Gordon probaba qué tan rapido podia ir. “iRapido! iRépido! iRApido!” jaded. “Trickety-track, trickety-track, trickety-track” le segufan los vagones. Gordon podia ver el Téinel de Henry en frente. “En un minuto” pens6 “Le haré pup, pup, pupa Henry y pasaré a toda velocidad por el ttinel.” Gordon estaba en una nube de vapor ¢ iba cada vez més y mis lento. Su Maquinista detuvo el tren “SQué me pas6?” pregunté Gordon “Me siento tan bil.” “Te quemaste la valvula de seguridad” dijo el Maquinista. “No podras seguir jalando el tren.” “Oh Dios mio” dijo Gordon, “Estabamos yendo tan bien... Y mira, Henry se est riendo de mi.” Gordon le mont6 cara a Henry y le solts vapor. Todos salieron y fueron a ver a Gordon “iHumph! Dijo el Director Gordo. “Nunca me gustaron estas locomotoras grandes — siempre teniendo problemas; traigan a otra locomotora de una vez.” Mientras el Guarda iba a encontrar una locomotora desengancharon a Gordon y lo pusieron en una via muerta fuera del camino. La tinica locomotora que quedaba en el cobertizo era Edward. “Iré a intentar” dijo. Gordon lo vio llegar. “No tiene caso” dijo, “Edward no puede jalar el tren.” Edward resopl6 y jal6 y jal6 y resopl6, pero no pudo mover los pesados vagones. “Se los dije” dijo Gordon groseramente, “Por qué no dejan a Henry intentar?” “Si” dijo el Director Gordo “Lo haré.” “ZNos ayudarias a jalar este tren, Henry?” “Si” dijo Henry de inmediato. Asf el Maquinista y Fogonero de Gordon prendieron su fuego; unos trabajadores quitaron el muro y pusieron los rieles de vuelta; y cuando tuvo suficiente vapor Henry resopl6 fuera. Estaba sucio, su caldera estaba negra y cubierto de telarafias. “iOoh! iEstoy entumecido! iOoh! iEstoy entumecido!” se quejé. “Mis vale que des una vuelta para aflojar tus articulaciones, y busca una plataforma giratoria” dijo el Director Gordo amablemente. Henry regresé sintiéndose mejor y lo engancharon al frente. “Pip, pip” dijo Edward “Estoy listo.” “Pip, pip, pip” dijo Henry “yo también.” “Jala con fuerza; jala con fuerza; jala con fuerza” resoplé Edward. “Lo haremos; lo haremos; lo haremos” resoplé Henry “iJala con fuerza, lo haremos! iJala con fuerza, lo haremos! (Jala con fuerza, lo haremos!” resoplaron juntos. Los pesados vagones se sacudieron y comenzaron a moverse, lento primero, después mas y més rapido. “iLo hicimos juntos! iLo hicimos juntos! iLo hicimos juntos!” dijeron Edward y Henry. “jLo hicieron, hurra! iLo hicieron, hurra! iLo hicieron, hurra!” cantaban los vagones. Todos los pasajeros estaban emocionados. El Director Gordo se asomé por la ventana para vitorear a Edward y Henry; pero el tren iba tan rapido que su sombrero vol6 a un prado donde una cabra se lo devoré para merendar. No se detuvieron hasta que llegaron a la Gran Estacién al final de la linea. Todos los pasajeros bajaron y dijeron “Gracias” y el Director Gordo le prometié a Henry una nueva capa de pintura. “2Te gustaria azul y rojo?” “Si, por favor” dijo Henry “asf seré como Edward.” Edward y Henry fueron tranquilamente a casa y en su camino ayudaron a Gordon a regresar al cobertizo. Ahora las tres locomotoras son grandes amigas. Henry esté muy contento con su nueva capa de pintura. Est4 muy orgulloso de ella, como todas las buenas locomotoras lo estin— pero ahora no le molesta la Iluvia, porque sabe que la mejor manera de mantener su pintura en buen estado no es escondiéndose en ttineles, sino pidiéndole a su Maquinista que lo lustre cuando la jornada acaba. Tiaduccién por @401 Fives

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